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This document is a transcript of a conversation or discussion about education, potentially a lecture or a meeting. It includes topics concerning modern-day parenting, the roles of mothers, and the challenges in education, along with a dream description.
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-Efectivamente, esa situación se da a menudo. Pero es un error ecualizar la incorporación y acceso de las mujeres a un rol profesional con los problemas de la educación. Los últimos estudios de mi departamento -continúa, bastante más tranquila ya- demuestran que las madres de hoy sin un proyecto fue...
-Efectivamente, esa situación se da a menudo. Pero es un error ecualizar la incorporación y acceso de las mujeres a un rol profesional con los problemas de la educación. Los últimos estudios de mi departamento -continúa, bastante más tranquila ya- demuestran que las madres de hoy sin un proyecto fuera del hogar tienen más problemas para educar a sus hijos e hijas. Una madre aislada dentro de una familia no es el contexto idóneo para educar. Eso sí, tampoco lo es el de jornadas laborales interminables. De repente suena el teléfono fijo de su mesa. Ella hace amago de contestar, yo le hago saber con un gesto que, por supuesto, no hay ningún problema en que responda. Según habla y escucha al emisor al otro lado del auricular, el rostro se le va cambiando, el gesto se le ablanda, el labio inferior le tiembla y veo cómo se le humedecen sus ojos. Parece que ha recibido malas noticias. No puedo, sin embargo, calibrar la gravedad porque intenta reprimir su reacción. Algo de lo que le está preocupando tiene que ver con su hijo, en el colegio. Se ha girado cuarenta y cinco grados y habla cada vez más bajo mientras mira por el amplio ventanal del despacho. Por lo poco que puedo oír, descifro palabras como pelea, expulsión,\...hasta que cuelga el teléfono. Respira hondo. La emoción acaba por desbordarle. Saca del cajón de su mesa un pañuelo que se lleva rápidamente a los ojos. Respira hondo. Yo no sé qué hacer: me he quedado sin palabras. -Siento la interrupción -me dice- pero no puedo continuar. Tengo que ir ahora mismo al colegio de mi hijo a recogerle. Ha ocurrido algo\... importante. Así que, si no le importa, el resto de las preguntas se las respondo hoy mismo por correo electrónico. Me desliza una tarjeta con su nombre y contacto. Le digo que, por supuesto, no se preocupe y le doy la mano. -Gracias por todo, le enviaré un ejemplar de la revista - miento mientras recojo la grabadora y guardo mis cosas - ha sido muy interesante y didáctico digo, acercándome a la salida. Oigo un \"de nada\" tras de mí, ya no recuerdo si antes o en el momento de cruzar la puerta. Ella ya estaba de nuevo marcando un número de teléfono mientras la cierro. Salgo con el convencimiento de que la educación es un miste rio; hasta las máximas especialistas en el tema tienen problemas con sus hijos. Estoy dentro de un laberinto cuya salida ignoro. Esa misma noche, abro el correo electrónico: PREGUNTA: ¿Qué me dice de los padres de los acosa- dores? ¿Es correcto que se sientan culpables? RESPUESTA: el afecto de los padres es incondicional y precisamente eso es bueno para luego poder criticar actitudes y aplicarles límites. Eso sí, la crítica debe centrarse en la conducta del niño o niña, y no en la integridad de ese ser humano en ciernes. Si los padres hacen esto, estoy segura de que no tendrán nada por lo que sentirse culpables o arrepentirse. PREGUNTA: ¿usted cree que es tiempo de soluciones? ¿Cree que el maltrato es evitable y las consecuencias más dramáticas de éste, como el suicidio juvenil, se puede prevenir?. RESPUESTA: Sí, por supuesto que sí. Si los compañeros y compañeras dejan de guardar silencio y apoyan a víctima, si se generan estructuras de cooperación dentro del aula, transformando el concepto de \"chivato\", por ejemplo, en algo positivo para el grupo, el acoso cesará. El profesor o profesora debe, entre tanto, cambiar el \"sálvese quien pueda\", en el metafórico barco de la educación, por el \"yo soy el capitán, y vosotros la tripulación, pero el viaje lo construimos entre todos\", si consigue eso, que un niño o niña no piense que otro que está en situación de inferioridad o debilidad no es problema de él sino que comparte su situación, y por tanto la del resto de la clase, entonces, ese grupo llegará a buen puerto\...nunca mejor dicho. No tengo ni idea de cómo será Josune como madre pero me parece claro que, como profesional, cumple su palabra y resuelve los imponderables de una manera acertada y eficaz. No se le puede reprochar nada, al contrario. Es firme como rulo de estatua. Ahora bien, intuyo que tiene recetas mágicas que a ella, en su vida privada de madre, no parece que le funcionen. Y me da pena pensar eso. De hecho, me gustaría no haberlo escrito. *(Descripción de un sueño: primera sesión de psicoterapia.)* *Bebé gigante saliendo de tierra, disparando* *Era una tierra blanda, arada, rojiza. Mullida. Muy extensa, con innumerables hileras de finas hierbas que luchaban por crecer desde dentro. La tierra está rodeada de un valle, verdes colinas por las que asoma, a lo lejos, una edificación, pero aún no sabes cuál.* *De pronto, sin previo aviso, se rasga la tierra, embarra- da, se abre y surge una cabeza de bebé enorme, muchísimo más grande que las plantas y que todo, no está vivo, es como si fuera un muñeco gigantesco cuya cabeza asoma para otear el horizonte, como si estuviera buscando algo, no la mirada ni la cabeza, sino lo que está encima de ella, que es una ametralladora vieja, de la segunda guerra mundial, manejada por vete tú a saber quién\...* *La supercabeza armada se abre paso por todo el campo arado, destrozando todo lo que a su paso existe: flores, plantas, viñedos, todo\... tiene un objetivo y es llegar a una edificación, que no es más grande que el propio hipercabezón del bebé.* *La bebé-cabeza armada se detiene delante del edificio, que es una iglesia clásica, no, un congreso, tampoco, es como esas creaciones arquitectónicas de la antigua Grecia, un coliseo, o más bien un templo de la Acrópolis. El bebé lo tirotea una y otra vez con su ametralladora y el templo se queda en ruinas. Tal y como sale hoy en las fotos de Atenas. La gente ha buido aterrada. Hay algún muerto entre las piedras derruidas. El bebé ametrallador, cuando observa que el templo está destruido, retrocede y vuelve a meterse dentro de la tierra. Como si lo hiciera todos los días. Como si nada hubiese pasado.* El sustituto tiene varios grupos de trabajo. Entre bachiller y educación secundaria, suman cuatro. Cada estudiante es un mundo y cada grupo un universo diferente. Él se siente en algunos como la ley de gravitación universal en el sistema solar, en otros como un meteorito pasajero. Por otro lado, está el mundo paralelo de las relaciones con el profesorado que, de momento, es un agujero negro. La relación con la Jefa de Estudios comienza a ser pésima. Siente que le vigila, desde el primer día. Le da la impresión de que cuestiona una y otra vez -casi hasta llegar al mobbing- por sus peculiares métodos de enseñanza: clases en el patio, karaokes poéticos, microteatros, concursos de cuentacuentos o exámenes orales sólo cuando el alumno está preparado y no antes. Ella no se lo dice abiertamente. Eso es lo que más le jode. Le mira cuando sale del aula y resopla mientras arquea una ceja. Ca- mufla el desprecio hacia esos sistemas pedagógicos con falsa indiferencia y con rigor en asuntos administrativos cuando el sustituto comente algún error burocrático porque \"es otra parte importante del trabajo: en el fondo, tienes que pensar que si no fuera por el control de las faltas de asistencia diario o la exigencia de puntualidad así como la valoración de las competencias numéricamente introducidas en la aplicación correspondiente el día adecuado, ningún centro educativo saldría adelante\...\" El sustituto decide ignorarla, seguir a lo suyo. Pero las novatadas se pagan, incluso con los alumnos. La jefa de estudios se alegró cuando se enteró de que una alumna de su clase se le había encarado. Lo oyó en la conserjería. No salió de allí hasta que no se enteró de todo lo que pudo, mientras disimulaba fingiendo que hacía fotocopias. Una repetidora de primero de bachiller se le había encarado al negarse a contestar una pregunta sobre un texto. No sólo eso. Le había dicho que le daba igual su asignatura, que \"esto es una mierda y que no tienes ni puta idea de dar clase\". \"¿Algo más que añadir?\" le había preguntado el sustituto manteniendo la compostura. \"Sí: que te vayas a tomar por culo\". En ese momento saltó de su sitio dejando caer la silla al suelo y, al parecer, se fue del aula con un portazo. La jefa de estudios le da al \"on\" para hacer cualquier fotocopia en la máquina y escucha que el sustituto ha estado en dirección. Se van a tomar medidas. A ella, expulsión temporal. A él, una reunión con Inspección. La jefa de estudios sale de la conserjería con una vengativa sonrisa entre oreja y oreja. Ya tiene otra muesca, una simbólica victoria en su particular batalla contra el sustituto. Sin embargo, a él no le interesa esa guerra. Está ahí en una misión bastante más importante. El centro sólo es un medio para intentar cumplirla. IV Dr. Felipe Saez Etxebarrieta (Profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación; Leioa, Universidad del País Vasco.) Me citó por la tarde. Ya no había clases. Me extrañó que siguiera disponible en horario nocturno pero, por supuesto, acepté sin rechistar. Desde luego, no estoy en la posición de exigir a nadie tiempo extra de trabajo para una investigación que, en realidad, no sé aún a donde me va a llevar. La biblioteca seguía abierta pero la cátedra de Felipe estaba en un edificio nuevo en su fase final de construcción. Faltan detalles importantes: cables colgando por pasillos sin luz dan, ascensores permanentemente estáticos, que dan un aire un tanto inquietante a la recién construida facultad. Tan- to es así que acabo por perderme entre los nuevos pasillos del campus. Y creedme que perderse por los pasillos de una universidad en obras puede ser una experiencia estremecedora. Un silencio afilado, casi cortante, es mi único compañero. No hay nadie. Mi sombra y yo avanzamos a tientas, intuyendo el camino sugerido por teléfono días antes: tercera planta, séptima oficina según sales del único ascensor que funciona. No tiene pérdida. El asunto es que no veo el elevador por ningún lado, así que enfilo hacia las primeras escaleras que atisbo. Al llegar al tercer piso, me detengo y saludo. Ya que apenas hay luz, intento que mi eco llegue a alguien. Quizás me oiga Felipe. Pero no. Sigo andando despacio, esforzando vista al máximo, por un largo y ancho pasillo atravesado por puertas cerradas. Comienzo a llamar con los nudillos a cada una; nadie contesta. Encuentro otra fila de escaleras. Subo cuatro pisos más. Séptimo. Sigo sin ver ninguna luz. Voy llamando a cada puerta. Nada. Cuando ya estoy a punto de decidir irme, oigo una voz lejana "¡eh, aquí!\" que me da un susto de muerte. Una hilera de luz ayuda a que pueda percibir lo que imagino ser la figura la sombra que irradia en la pared de un profesor aunque, por de enfrente, bien pudiera ser un nosferatu del siglo XXI. Dentro del despacho, me disculpo por la tardanza e intento ser lo más ágil posible. Abro fuego a discreción casi sin presentarme. -Me interesan especialmente las agresiones juveniles no adultas. -En el caso de los menores de 14 años -me responde mientras se sienta- la justicia, como ya sabrás, los declara inimputables por lo tanto no puede intervenir: sólo derivar los casos a servicios sociales. -Hay cierto alarmismo social. Parece que asistimos a una ola de violencia infantil inusitada hasta hoy: robos, violaciones, suicidios\...incluso homicidios. -Te diría que los menores hablan con su conducta. Usan el lenguaje de los actos y es a nosotros, profesores, padres, a quienes corresponde interpretar o poner palabras a esos actos. Desde luego con medidas disciplinarias más duras o con mayor control policial no se arregla el problema. ¿Crees que con ellas no se producirán nuevos episodios violentos? -No. Debería haber prevención, ¿no? -Exacto. Y, sobre todo, reflexión. Hay múltiples causas y hay que analizarlas todas. -Ya. Pero las víctimas\... Es necesario que les demos todo el apoyo psicológico posible. -¿Y a los agresores? Lo primero es intentar no satanizarles. Eso no arregla nada. Ten en cuenta que, en muchos casos, un menor agresivo suele ser un menor agredido. Habría que intervenir en los casos de adolescentes en situación de riesgo o exclusión social. Personas en desarrollo, con carencias afectivas brutales. -En este sentido, podemos decir que cuando algún menor agrede con un nivel de violencia alto, significa que algún adulto no está cumpliendo debidamente a sus funciones. -Eso es. Además, los menores no hacen lo que los adultos les decimos que hagan sino lo que ven hacer a los adultos. -Necesitan modelos o referentes. -Sí, pero desgraciadamente la escuela o la familia están dejando de serlo. Les Influyen hoy día más Internet y las redes sociales. Y aquí no obtienen límites. \...que son necesarios para una educación eficaz. -Eficaz y comprensiva y, a la vez, firme. De hecho, con muchas de las primeras transgresiones los menores buscan, como en una agenda oculta, que se les mida, que se les dé una respuesta clara. -Caso contrario\... -Comienzan a acumular un pequeño historial delictivo que disfrazan de grandes hazañas para con sus colegas. De pronto, un estruendo irrumpe en la sala al romperse repentinamente la cristalera del despacho. El susto hace que salte de mi asiento y me refugie, instintivamente, en el suelo, debajo de la mesa del profesor mientras él permanece casi impasible. Un proyectil ha entrado con súbita violencia y el suelo está inundado de trocitos de cristal y él lo único que ha hecho es mover su silla de ruedas hacia un lado, como sí apenas le hubiera molestado. Miro el último choque del objeto contra la pared en que rebota. Parece una piedra, aunque está envuelta en un papel. Con cara de pocos amigos, Felipe se acerca y recoge el pequeño meteorito. -¿Y eso!? -Suntsitu unibertsitatea (\")-lee en el papel- Nada,\... los de siempre. -¿A qué te refieres?- pregunto mientras me reincorporo, intentando recuperar la respiración. -Digamos que hay un sector de la población universitaria radicalmente descontenta con la educación. -¿En qué sentido?- le respondo curioso, mientras le veo acercándose a un armario ropero. -En todos: están contra las pruebas de acceso, contra el Plan Bolonia\...\--Saca una escoba y un recogedor, por lo que deduzco que no es la primera vez.-\...contra el coste de las matrículas, contra el recorte de becas\... -¿Y con un bolazo en su oficina quieren solucionarlo? -Bueno, tienen sus métodos-dice mientras comienza a barrer.- No los comparto. Pero tienen razones para autopercibirse enfadados. La escuela y también la universidad, no tengo problema en admitirlo, ha entrado en crisis. Está fracasando en su función educativa. Del instituto llegan como por obligación y desmotivados. Y eso, los que llegan. Y tres o cuatro años después, los que consiguen acabar los estudios superiores, siguen casi igual de desanimados. -Supongo que hay que cambiar desde la base: primaria, secundaria,\...y prestar atención especial a los menores en situación de desprotección social, especialmente en el colectivo masculino. Los servicios sociales no pueden con todo. Pero si estos fallan,\... son el último eslabón de la cadena. A ver, no quiero pasarles la patata caliente. No sería honesto por mi parte. No deberíamos pasarnos la bola de la responsabilidad de unos a otros pero está claro que si no hay más recursos y mejor coordinados, entonces comienza la sensación de abandono y a partir de ahí el todo vale\... \- Imagino que es el inicio de la rebeldía. \...y de la búsqueda de otros referentes, o del refugio en redes o video juegos. Ahí comienza la ansiedad, la no aceptación de las normas, el chantaje emocional\... -Y las reprimendas del adulto. -Sí, que normalmente llegan tarde y mal. Mensajes negativos nefastos porque el mensaje subliminal que captan es \"no me des más problemas\" o \"no me importa lo que sientes\" o \"eres un estorbo\"\... -Y se quedan solos con sus problemas. -En efecto. Abandonados a su suerte y, en cierta manera, autoeducándose en soledad. De ahí a la sensación de \"no tengo ningún futuro\" hay un paso. -Y ese es el principio del fin. -Ahí es donde pueden comenzar los casos graves sin vuelta atrás. Reaccionan con violencia individual a una situación de discriminación o estigmatización social, que es otra forma de violencia. -No quiero robarte más tiempo. Querrás irte a casa. Sin embargo, no puedo marchar sin preguntar si se atisba algún tipo de salida\... -Claro. Soy de los que le gusta ver la botella medio llena. Hay que ofrecerles participación, que vean que el mundo lo construyen ellos porque si no lo que harán es romperlo para construir el suyo propio. Es natural. Ya te he hablado, además de los límites: no se les puede comprar todo lo que piden. Esto acaba por matar el deseo y provoca vacío y soledad. Esto suele ocurrir en el polo opuesto al de los niños de exclusión social. Si les damos un único camino, van a optar por la transgresión. Hay que abrirles el futuro, no cerrárselo. Y, sobre todo, huir de los mensajes repetitivos de hartazgo, de que no tienen arreglo o que no esperamos nada de ellos. Podríamos hablar mucho de esto, pero si te parece bien y dada la hora que es, te puedo dejar mi tesis doctoral que habla de todos estos parámetros\.... -No, gracias, ha sido más que suficiente. No querría meterme en temas especializados; lo mío va a ser pura divulgación. Bajamos juntos. Esta vez, por el ascensor. Nos despedimos. En el aparcamiento, la facultad me pareció un lugar más acogedor, más cercano de lo que había percibido a la llegada, a pesar del incidente. Enciendo un cigarro mientras veo desaparecer el coche del profesor. La sensación de claridad mental ahora no tiene nada que ver con los prejuicios con los había entrado a la facultad. Y eso es un punto a favor de que Felipe y de personas implicadas como él. Piezas necesarias en el inmenso, delicado y complejo puzzle educativo contemporáneo. *(Arte en transformación)* *El váter es uno de los sitios en los que mejor me siento. Y no me refiero a la postura, no es sólo eso. Es el lugar donde sale todo lo que llevas dentro: las heces y la orina, de acuerdo, pero también las emociones, los sentimientos,\...sin molestar a nadie y sin que nadie te moleste. Puedes llorar en paz, sin burlas ni escarnios. \"Puedo leer (y escribir!) los versos más bonitos esta noche\... es un decir. Puedes llegar a leer toda una antologia de poesía gracias a la baza. Lo que tragas, alimento biológico y alimento literario, sale cada vez más fluidamente, más naturalmente. Sentado y en calma, salen cosas que ni uno mismo se imaginaría que podría escribir: sobre el amor, sobre el sexo, o la muerte. A tu manera. A tu gusto. A tu ritmo.* *Después de este pequeño ritual poético (estas sesiones no dan para más: lo contrario, cuentos, relatos,\... podría generar colas en el servicio) tiras de la cadena y comienzas la parte pictórica del asunto: juegas a imaginar a qué o quién se asemejan las formas que crean los deshechos cuando el agua las arrastra. Unas veces, tu caca juguetona es una catarata, otras una escalera, hay veces que ves el perfil de un tutor, o una nube, un charco o un barco, otras\...eres tú mismo pegado al mármol. Pero hay veces que el azar acuático crea caprichosas líneas, curvas y espacios vacíos o formas que, a pesar de su único tono marronáceo, podrían ser obras de Kandinsky, Klee o Kokochka,..- pintor éste bastante mierdoso (en el mal sentido de la palabra) pero que vamos valorando cada vez más gracias a las clases de plástica.* *Definitivamente, a pesar de lo que dicen los compañeros, el arte no es una mierda.* *No por lo menos en el W.C. de tu casa. Pero tengo que acabar, ya* *han tocado un par de veces a la puerta.* *(Escrito en el libro de Plástica)* El sustituto no sabe cuándo va a volver a trabajar. Des de la editorial ha dado el salto a la enseñanza, pero no sabe cuánto tiempo exactamente va a durar en el mundo educativo. Intenta ahorrar el dinero que puede. No es mucho. Los gastos ida y vuelta entre Bilbao y Guipúzcoa todos los días -gasolina, autopista, mantenimiento de un coche más bien viejo -son altos así que, como el trabajo va para largo, decide alquilarse una habituación en el pueblo. En la pensión tiene sus libros, su bloc de trabajo con anotaciones ya dentro, su ordenador portátil, su material de trabajo. Tanto para el instituto como para su última colaboración con la empresa para la que ha trabajado los dos últimos años de su vida. El sustituto sale por primera vez a conocer el pueblo. A perderse un poco. Después de un paseo reconfortante que le ayuda a tomar las medidas del municipio, entra en un bar. Lee un anuncio colgado sobre una iniciativa popular que tendrá lugar junto al ayuntamiento. Pide un café y pregunta por la distancia a la que queda la casa consistorial y si sabe algo de ese asunto. Al barman no parece que le hace mucha gracia la pregunta, y le da unas vagas indicaciones. Él insiste y sólo entonces concreta más. Decide acercarse. Ya no hay horario de oficina y, a medida que se acerca al centro se oye por unos altavoces una lectura o algo parecido. A esas horas de la tarde parece raro que sea un acto municipal. No. Ahora cae: es un acto en homenaje a Joaquín, muerto hace un año. Ve un montón de flores en el suelo a modo de ofrenda floral junto a un estrado enmoquetado y una tarima sobre la cual alguien habla por un micrófono\... *«Nosotros, antiguos alumnos del instituto de Joaquín, guardábamos un grato recuerdo sobre aquellos años, pero ese recuerdo se nos ha desvanecido por el abandono que ha sufrido Joaquín y su familia por parte del centro. Todo el mundo comete errores, pero una vez cometidos consideramos importante asumir las responsabilidades y mostrar cercanía hacia los afectados, enfrentándose a las dificultades. Más aún tratándose del colectivo de educadores, donde el mantener la comunicación con los alumnos y los padres de estos es una parte importante de su labor. Conviene hacer autocrítica. La falta de implicación por parte de los profesores en este caso es real y constatable. Las circunstancias generadas y consentidas en el instituto han hecho que su vida se haya truncado. Y también vamos a decir que del grupo de ex-alumnos firmantes de la carta de apoyo al centro, la mayoría son hijos de profesores, y otros son profesores de otros centros. Está claro que vuestra carta tiene todos los indicios de puro corporativismo: para echar balones fuera, y para defender lo indefendible. Sólo queda una cosa que añadir: que no se repita tras su muerte el linchamiento que Joaquín sufrió en vida».* Por primera vez desde que trabaja en el centro, el sustituto se ruboriza cuando escucha la crítica al profesorado. Se ha sentido aludido. No entiende muy bien por qué: no tiene nada que ver con el pueblo, ni con el centro, apenas nada su nueva labor docente. ¿O sí? ¿Ha encontrado una nueva vocación y ya quiere defenderla a capa y espada? Esas preguntas se está haciendo a sí mismo cuando ve entre el público, a Ana. Cuando ésta se percata de su presencia, parece como si tuviera ojos en la nuca-se acerca a él Tienen una pequeña conversación en la que ella le explica el porqué de la proclama y se disculpa por no estar en la taberna del otro día a las doce y media, -Me surgió un imprevisto, como decís vosotros los adultos. Vamos, que me quedé dormida y, como no tengo tu teléfono, no te pude avisar: lo siento. -Tranquila, no pasa nada: aproveché para tomarme algo y darme una vuelta por el pueblo. Me gustaría compartir algo contigo, a parte de mi teléfono -se saca un bolígrafo de la chaqueta y se lo escribe en la mano. Le confiesa que se ha llevado del insti una lista de alumnos de la clase de Joaquín. Que ha estado en su clase y que se ha imaginado un episodio que ha averiguado: el del papel higiénico. -¿Sabes por qué ocurrió? -No exactamente. -Fue el día del aniversario. El año anterior, como la tutora no le dejó ir al baño, se hizo sus necesidades encima. Y lo celebraron, al siguiente curso, los muy hijos de puta,\... Después le enrollaron como a una momia y el resto ya lo sabes. Perdona, pero me toca hablar en el micro. El sustituto se sorprende porque conocía una versión bastante diferente del mismo episodio, contada por la jefa de estudios en un café del recreo a una compañera interina nueva. Ana sube al estrado. El sustituto escucha atentamente, sorprendiéndose de su naturalidad y seguridad. Tras las declaraciones, que no se salen del mensaje general de los exponentes, se sucede una larga cadena de aplausos y se disuelve la reunión popular. Es ahora el sustituto el que se acerca y le invita a Ana a tomar algo. Acepta. Entran en una taberna de la plaza. Cuando les sirven un par de cañas, él le enseña la lista robada de la clase de Joaquín y le pide que señale, si le parece bien, a los responsables de los últimos acosos. Ana accede sin dudarlo; es más, le dice cuáles fueron \"los que más le agobiaron\". Son cinco. Y, buscando en el móvil, le da los teléfonos de tres de ellos. -Gracias. ¿Nos volveremos a ver? -Cuando quieras. 2 \"¿Cómo puede un hombre escribir su vida a menos que esté virtualmente seguro de la hora de su muerte? (\...) Ninguna apología es otra cosa que una novela -una semificción- en la que todas las identidades sucesivas adoptadas y rechazadas por el escritor se tratan como personajes independientes.\" THOMAS PYNCHON: V