Resumen Arabia Saudí PDF
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Este documento analiza el estado y la sociedad de Arabia Saudí, destacando los desafíos políticos, económicos y sociales. Se centra en la influencia de la Primavera Árabe y el papel del príncipe heredero Mohamed bin Salman, abordando las relaciones con Irán y la búsqueda de hegemonía regional. Explora la patrimonialización del estado y la doctrina wahabí como elementos clave.
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INTRODUCCIÓN. LOS DILEMAS DE LA POTENCIA SAUDÍ Arabia Saudí se enfrenta a desafíos tanto internos como externos, influenciados por cambios políticos, económicos y sociales. La Primavera Árabe de 2011 marcó un hito significativo, generando inestabilidad y transición en la región. La brecha entre gobe...
INTRODUCCIÓN. LOS DILEMAS DE LA POTENCIA SAUDÍ Arabia Saudí se enfrenta a desafíos tanto internos como externos, influenciados por cambios políticos, económicos y sociales. La Primavera Árabe de 2011 marcó un hito significativo, generando inestabilidad y transición en la región. La brecha entre gobernantes y gobernados ha llevado a revueltas y protestas, cuestionando sistemas políticos establecidos. Todo ello presiona al régimen saudita, cuyo poder se basa en la Corona, el wahabismo y el petróleo. La figura del príncipe heredero Mohamed bin Salman emerge como un elemento disruptivo, liderando estrategias ambiciosas, pero generando críticas. Arabia Saudí, como actor destacado, enfrenta resistencias en su búsqueda de hegemonía, especialmente en la disputa con Irán. Ambos países utilizan la religión y el sectarismo para legitimar sus acciones y erosionar los intereses del otro, lo que contribuye a una tensión constante en Oriente Medio. La complejidad del panorama regional requiere que Arabia Saudí revalúe su papel en la esfera mundial en medio de la incertidumbre. El análisis del libro busca explorar el estado y la sociedad saudita en relación con las dinámicas regionales desde la Primavera Árabe hasta la actualidad, destacando la oscilación constante entre fuerzas centrífugas y centrípetas en la historia del país. PARTE I. ESTADO Y PODER EN EL REINO DE LA CASA DE SAÚD CAPÍTULO 1. LA PATRIMONIALIZACIÓN DEL ESTADO Arabia Saudí se constituye como Estado moderno en 1932, bajo el monarca Abdulaziz bin Saúd. A diferencia de otros países en la región, la Casa de Saúd logró mantenerse en el poder durante revoluciones y conflictos. La evolución del Estado se ha configurado a través de la consolidación interna del sistema político y social y el liderazgo en las dinámicas regionales y relaciones internacionales. La supervivencia y posición hegemónica de la Casa de Saúd se explican mediante el triángulo de poder, que representa los fundamentos sociopolíticos del reino: la Corona, el wahabismo y el petróleo. La monarquía, altamente patrimonializada, toma decisiones bajo la autoridad del rey, equilibrando las influencias de la familia real y la élite. Sin embargo, la irrupción del príncipe heredero Mohamed bin Salman en 2015 introdujo cambios, volviendo el gobierno menos consultivo y más personalista. El triángulo de poder de la Corona Saúd El Estado saudí se basa en la idea de que la Casa de Saúd es el centro político y social que controla el país, respaldado por la doctrina wahabí, que también se utiliza como herramienta de acción exterior. El petróleo es crucial para la posición de liderazgo, permitiendo el acceso a este recurso y concentrando gran parte del poder. La historia política de la dinastía Saúd incluye luchas por el control de la península arábiga, con la creación de varios estados saudíes, enfrentamientos con otras dinastías y potencias extranjeras, y exilios temporales. La actual monarquía, instaurada en 1932, se ha consolidado a través de la concentración del poder en la familia real, la patrimonialización de instituciones estatales y la promoción del wahabismo como fuente ideológica. La Casa de Saúd, compuesta por alrededor de 15.000 miembros, ha enfrentado desafíos internos debido a la diversidad de sensibilidades dentro del clan. La rama conocida como los Siete Sudairi ha tenido un papel destacado en el Estado, pero la irrupción de Mohamed bin Salman ha introducido cambios significativos en la élite nacional, rompiendo con tradiciones de distribución de responsabilidades y concentrando el poder bajo su liderazgo. La doctrina wahabí, propuesta por Muhammad bin Al-Wahab en el siglo XVIII, ha sido fundamental en el ascenso de la Casa de Saúd al poder. Su interpretación del islam, centrada en el monoteísmo, ha influido en la identidad nacional y en la forma en que la monarquía se presenta como un elemento esencial para la unidad y seguridad del país. Muhammad bin Al-Wahab, el clérigo y estudioso del Corán, intentó difundir sus reflexiones sobre las enseñanzas del profeta en diversas comunidades de la zona. Sin embargo, su rigorismo provocó su expulsión y persecución. Finalmente, buscó refugio en el emergente emirato de Diriyah, el primer Estado saudí, donde estableció el pacto de Al-Diriyah en 1774 con Mohamed bin Saúd. Este pacto unió la doctrina wahabí con la Casa de Saúd, estableciendo que la Casa de Saúd tendría respaldo ideológico del wahabismo y, a cambio, los príncipes saudíes protegerían y difundirían la doctrina wahabí de manera acorde con los intereses de la Corona. Aunque Al-Wahab murió en 1792 sin lograr su objetivo de unificar a todas las tribus árabes bajo una misma unidad religiosa y política, la alianza entre el wahabismo y la Casa de Saúd ha perdurado por más de tres siglos. La doctrina wahabí, a pesar de ser minoritaria entre las diferentes escuelas y doctrinas del islam, ha adquirido una presencia significativa en Arabia Saudí y Qatar. Sus preceptos, considerados por algunos como rigoristas y radicales, han sido utilizados por la Casa de Saúd para justificar y reforzar su legitimidad política y religiosa. La esencia de las ideas de Al-Wahab se basa en su percepción de que la mayoría de los creyentes musulmanes habían tergiversado el sentido estricto del Corán. El wahabismo aboga por una interpretación directa de las enseñanzas del profeta, excluyendo cualquier adaptación o flexibilización de su contenido literal. La corriente wahabí incorpora un fuerte espíritu proselitista, considerándose la restauración de la auténtica fe y buscando reconducir a los creyentes hacia lo que se considera como preceptos verdaderamente correctos. En el contexto político y religioso de Arabia Saudí, la doctrina wahabí sirve como el principal elemento discursivo para justificar y reforzar la legitimidad de la Corona ante la población. Los monarcas se presentan como figuras de transcendencia política y religiosa, autoproclamándose como los Guardianes de los Santos Lugares de La Meca y Medina. Esta posición les otorga la responsabilidad de proteger los lugares fundamentales de la religión, defender los intereses de las comunidades musulmanas y difundir las enseñanzas consideradas correctas del profeta. Además, el wahabismo tiene un papel significativo en la política exterior de Arabia Saudí, sirviendo como marco ideológico para las acciones del Estado y como mecanismo para canalizar los intereses internacionales de la monarquía saudí. La corriente wahabí, al afirmar que representa la auténtica fe, impulsa una visión excepcionalista del papel que la Casa de Saúd y el reino deben desempeñar en el mundo, especialmente en el liderazgo de las poblaciones de tradición islámica en Oriente Medio. El wahabismo también se manifiesta como un mecanismo de soft power en la política exterior saudí, permitiendo a la monarquía interferir y ganar protagonismo en aquellos espacios donde la intervención política directa podría ser perjudicial. La presencia del wahabismo en la política interna se refleja en instituciones clave, como el Comité Permanente de Estudios Islámicos y Fatwas, encabezado por el gran muftí, y en el Ministerio de Asuntos Islámicos, Dawah y Guía Espiritual, que tiene competencia sobre la policía religiosa (mutawa) y el sistema educativo, desde la infancia hasta la universidad. El tercer elemento clave en la configuración del Estado saudí es el petróleo. El control sobre este recurso ha permitido a Arabia Saudí convertirse en una potencia económica, política y diplomática. Desde los descubrimientos de yacimientos de petróleo en la década de 1930, Arabia Saudí ha desempeñado un papel crucial en la OPEP, ejerciendo liderazgo sobre otros miembros y frente a los principales importadores. Las rentas derivadas de la actividad petrolera han permitido a la monarquía financiar sus iniciativas diplomáticas, religiosas e incluso militares en otros países. La economía internacional y las relaciones con otras potencias se ven influenciadas significativamente por la posición de Arabia Saudí como uno de los principales productores y exportadores de petróleo a nivel mundial. Estructura estatal y organización política Arabia Saudí es una monarquía autoritaria donde el rey ostenta el máximo poder político y religioso; no hay contrapesos oficiales significativos. La sucesión en la monarquía saudita ha sido un factor disruptivo. Recientes cambios, especialmente con Mohammed bin Salman, han desafiado las tradiciones al señalar relevos en la corono sin seguir las costumbres establecidas. Se han establecido diversos consejos y órganos de asesoramiento, como el Consejo de la Lealtad y el Majlis Al-Shura. Sin embargo, la toma de decisiones, especialmente con Mohammed bin Salman, ha tendido a ser más directa. Ha habido cambios institucionales significativos, como la creación de nuevos consejos bajo el liderazgo de Mohammed bin Salman. El sistema legal está basado en la sharia, interpretada de acuerdo con la doctrina wahabí. Las decisiones, incluidas las del monarca, deben estar en línea con los principios religiosos. A lo largo del tiempo, se han agregado decretos reales y leyes básicas para complementar el sistema legal, pero la sharía sigue siendo la fuente primaria. La participación política en Arabia Saudita está restringida, sin partidos políticos oficiales. Las elecciones, aunque existen, son limitadas y los ciudadanos tienen un espacio limitado para influir directamente en las decisiones gubernamentales. La constitución del Estado saudí ha estado marcada por dos procesos paralelos. En primer lugar, la Corona ha promovido la proyección de una identidad nacional homogénea. En segundo lugar, se ha mantenido la herencia de rasgos tribales de la unión de distintos clanes. A pesar de la unificación liderada por Abdulaziz bin Saúd en las primeras décadas del siglo XX, todavía persisten rastros tribales en ciertas partes del reino. En el funcionamiento del régimen saudí, las cuestiones de seguridad y defensa son de vital importancia. La monarquía se ha apoyado en recursos de represión y coerción para mantenerse en el poder, con la evolución de aparatos policiales, militares e de inteligencia. La progresión de estos aparatos ha estado en línea con las percepciones de amenazas, ya sea de corrientes revolucionarias internas o de amenazas externas, especialmente después de la Primavera Árabe en 2011. El rey no solo es el jefe del Estado sino también el líder supremo de las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y los servicios de inteligencia. La autoridad militar central es liderada por el rey, el príncipe heredero y el ministro de Defensa, así como los generales responsables de distintos comandos operacionales. Las élites de oficiales en los cuerpos de seguridad son ocupadas por figuras de máxima confianza del monarca. El príncipe heredero está a cargo del Ministerio de Defensa, supervisando la Guardia Real y otros cuerpos militares, como el Ejército de Tierra, la Armada, la Fuerza Aérea, la Fuerza de Defensa Antiaérea y las Fuerzas de Misiles Estratégicos. Encargado de la seguridad interna, el Ministerio de Interior supervisa la policía, la Guardia Fronteriza, la Guardia Costera y los Servicios Generales de Seguridad, que son servicios de inteligencia doméstica. La Guardia Nacional tiene sus orígenes en la milicia tribal que ayudó a Abdulaziz bin Saúd en su campaña de conquista. Su función es mantener la unidad territorial y proteger la autoridad de la casa real. CAPÍTULO 2. EL MODELO ECONÓMICO DEL REINO El desarrollo del Estado y el régimen saudí ha estado intrínsecamente ligado al petróleo durante más de ochenta años. La riqueza del país en reservas de crudo se convierte en un factor determinante que justifica la importancia estratégica de Arabia Saudí y del Golfo. A pesar de los beneficios, la centralidad del petróleo y la distribución de riqueza plantean cuestionamientos permanentes sobre la sostenibilidad del modelo nacional. Las dudas no solo se refieren a datos macroeconómicos, sino también a la estabilidad y cohesión social. El modelo económico del país se caracteriza como un régimen rentista y clientelar, compartiendo rasgos con otros Estados de la región donde también prevalece la dependencia de los hidrocarburos. La relevancia del petróleo y del gas son elementos centrales del autoritarismo del sistema saudí, aunque no deben considerarse como la única razón, ya que la disputa por el poder y la preponderancia de los Saúd son factores dinámicos y multicausales. La singularidad del desarrollo saudí es útil para los intereses de la familia real al preservar su autoridad y asegurar un estatus privilegiado. La riqueza generada por el crudo sitúa al reino como una de las principales potencias económicas del mundo en el siglo XXI. En 2016, Mohamed bin Salman presentó Saudi Vision 2030, un marco estratégico para reformar el modelo económico saudí. Este programa busca abordar los problemas tradicionales del reino y reducir la dependencia del petróleo. Aunque Saudi Vision 2030 representa un intento significativo, es importante señalar que tanto el rey Fahd en los ochenta como el rey Abdalá realizaron intentos anteriores de transformación con resultados no destacados. El petróleo en la evolución política del régimen Abdulaziz bin Saúd enfrentó dilemas económicos al establecer el nuevo Estado (antes de los 1930s). las actividades principales como eran la pesca, el comercio y la recolección de perlas estaban limitadas en la costa este y la franja del mar Rojo. La economía estaba basada en los impuestos a tránsitos comerciales, caravanas nómadas y rentas del peregrinaje a La Meca y Medina. En los años 30 se descubren y explota el petróleo, lo que lleva a concesiones petroleras y la expansión de las empresas petroleras en el país. En 1950, el rey Abdulaziz amenaza con nacionalizar infraestructuras petrolíferas si no se acepta un reparto equitativo de beneficios. En 1952, Arabia Saudí despliega tropas en Buraimi, marcando tensiones fronterizas con EAU. Pero se resuelve en 1974 con el Tratado de Yeda, ampliando el territorio saudí hacia el este. Desde 1972 hasta 1988, se lleva a cabo la nacionalización gradual de Aramco. El colapso del precio del petróleo en 1985-1986 afecta la economía saudí. La crisis lleva a posponer proyectos de infraestructuras y ajustar programas sociales. Desde 1991 hasta 1995, Arabia Saudí realiza adquisiciones en empresas petroleras en Asia y Europa. En 2005, la monarquía compra el 100% de Aramco, consolidando su control estatal. En los inicios del reinado de Abdalá (2005), se inician reformas económicas y apertura política. Pero con la Primavera Árabe vinieron también desafíos a los planes políticos y económicos. A la muerte de Abdalá y su sucesión por Mohamed bin Salman en 2015, se anuncia un año después el Saudi Vision 2030, que busca reformar el modelo económico saudí. Pretende diversificar la economía reduciendo la dependencia del petróleo. Este plan incluye iniciativas para desarrollar otros sectores, como el turismo, la tecnología y la energía renovable, con el objetivo de impulsar el crecimiento económico y crear empleo. Sin embargo, la implementación exitosa de estas reformas y la adaptación de la sociedad a estos cambios siguen siendo temas críticos para el futuro de Arabia Saudí. Parte de las nuevas prioridades es la privatización de Saudi Aramco para generar ingresos. Los problemas estructurales de la economía saudí Esta fuerte dependencia de los ingresos petroleros1 hace que la economía saudí sea vulnerable a las fluctuaciones en los precios del petróleo en los mercados internacionales. Durante las décadas de los 80 y 90, se experimentaron momentos de crisis económica cuando los precios del petróleo cayeron significativamente, lo que afectó negativamente a los ingresos del país y, por ende, a su capacidad para financiar proyectos y programas sociales. Los sectores petroleros representan actualmente cerca del 33% del PIB nacional. Este porcentaje ha experimentado variaciones a lo largo de la última década, llegando a superar el 50% entre 2008-2012, pero mostrando una tendencia a la disminución en años más recientes. La economía saudita muestra su vulnerabilidad en momentos de crisis. Además, el modelo rentista y clientelar ha generado desafíos sociales, ya que la distribución desigual de la riqueza ha contribuido a la existencia de disparidades económicas entre la élite y la población en general. Aunque el régimen ha implementado medidas para mejorar la calidad de vida y proporcionar servicios a la población, la percepción de injusticia en la distribución de beneficios podría plantear desafíos a la estabilidad a largo plazo. Estos datos subrayan la necesidad de que Arabia Saudí diversifique su economía y reduzca su dependencia del petróleo para garantizar una mayor estabilidad y sostenibilidad a largo plazo. Saudi Vision 2030 propone la diversificación económica a través de la inversión en industrias como nuevas tecnologías, energías renovables, turismo, sector militar y finanzas. Se busca reducir gradualmente la dependencia de los hidrocarburos y promover el crecimiento en sectores no relacionados con el petróleo. El proyecto de la ciudad de Neom es una iniciativa que busca establecer un gran centro de negocios e investigación en una ubicación específica en el golfo de Aqaba, alejándose de la dependencia del petróleo. A pesar de los esfuerzos económicos y de modernización, el análisis destaca que las reformas económicas no van acompañadas de cambios políticos significativos, y los cauces de participación ciudadana son limitados. CAPÍTULO 3. LA HETEROGENEIDAD EN LA SOCIEDAD SAUDÍ La dinastía real, la Casa de Saúd, mantiene un monopolio del poder en Arabia Saudita. Sin embargo, a lo largo del siglo XX y principios del XXI, han surgido actores que desafían este dominio. Aunque la Primavera Árabe de 2011 tuvo un impacto limitado en Arabia Saudita, el régimen utilizó esta 1 Cerca del 65% de los ingresos del país provienen de los hidrocarburos, siendo la principal fuente de riqueza y la vía de financiación más importante para la monarquía. En periodos recientes, especialmente entre 2010-2012, los ingresos petrolíferos llegaron a constituir más del 92% del total.