Sensación y Percepción Módulo 10 PDF

Summary

Este documento describe los conceptos de sensación y percepción, incluyendo los umbrales absolutos y la adaptación sensorial. Se centra en la función de los órganos sensoriales y cómo procesa la información el cerebro. En él se analizan los conceptos teóricos generales relacionados con estos campos.

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CAPITULO 4. SENSACION Y PERCEPCION MODULO 10. El mundo que nos rodea Isabel se encontraba sentada en espera de la cena de Acción de gracias cuando su padre entró cargando el pavo sobre una bandeja y lo colocó exactamente al centro de la mesa. El nivel de ruido, de suyo elevado a causa de la plátic...

CAPITULO 4. SENSACION Y PERCEPCION MODULO 10. El mundo que nos rodea Isabel se encontraba sentada en espera de la cena de Acción de gracias cuando su padre entró cargando el pavo sobre una bandeja y lo colocó exactamente al centro de la mesa. El nivel de ruido, de suyo elevado a causa de la plática y risas de los miembros de su familia, se intensificó todavía más. Cuando Isabel tomó su tenedor en la mano, le llegó el aroma del pavo y sintió que su estómago rugía de hambre. Ver y escuchar a su familia en torno a la mesa, junto con los aromas y sabores de esta comida de celebración, hicieron que Isabel se sintiera más relajada de lo que se había sentido desde el inicio de sus estudios universitarios en el otoño. Póngase en esta misma situación y considere lo diferente que sería si no funcionara alguno de sus sentidos. ¿Qué sucedería si estuviera ciego y no pudiera ver los rostros de los miembros de su familia, ni la familiar imagen del dorado pavo sobre su bandeja? ¿Qué pasaría si careciera del sentido del oído y no pudiera escuchar las conversaciones de los miembros de su familia, o si fuera incapaz de percibir el gruñido de su estómago, oler la cena o saborear la comida? Sin duda, experimentaría la cena de modo muy diferente al de alguien cuyo aparato sensorial estuviese intacto. Y no solo eso, las sensaciones que se mencionaron antes apenas rasgan la superficie de la experiencia sensorial. Aunque es posible que le hayan enseñado, como a mí, que solo hay cinco sentidos ---vista, oído, gusto, olfato y tacto--- dicha enumeración es muy modesta, ya que las capacidades sensoriales humanas van mucho más allá de los cinco sentidos básicos. Por ejemplo, somos sensibles no solo al tacto, sino a un conjunto de estímulos considerablemente mucho más amplio: dolor, presión, temperatura y vibración, solo para mencionar algunos. Además, la visión consta de dos subsistemas, relacionados con la visión diurna y nocturna, y el oído puede responder a información que no solo nos ayuda a oír, sino también a mantener nuestro equilibrio. Para considerar cómo entienden los psicólogos los sentidos y, en forma más general, la sensación y la percepción, primero necesitamos un vocabulario funcional básico. En términos formales, la sensación es la activación de los órganos de los sentidos por parte de una fuente de energía física. La percepción es la clasificación, interpretación, el análisis y la integración de los estímulos que llevan a cabo los órganos sensoriales y el cerebro. Un estímulo es cualquier fuente de energía física que produzca una respuesta en un órgano sensorial. Los estímulos varían tanto en tipo como en intensidad y, según el tipo de estímulos de que se trate, se activan distintos órganos sensoriales. Por ejemplo, podemos diferenciar los estímulos luminosos (que activan el sentido de la vista y nos permiten ver los colores de un árbol en el otoño) de los estímulos sonoros (que, a través del sentido de la audición, nos permiten escuchar los sonidos de una orquesta). Además, los estímulos difieren en intensidad, lo que se relaciona con la fuerza que el estímulo debe tener antes de que se pueda detectar. Las características, los tipos y la intensidad de los estímulos se estudian en la rama de la psicología que se conoce como psicofísica. La psicofísica estudia también la relación entre los aspectos físicos de los estímulos en sí y nuestra experiencia psicológica de ellos. Esta ciencia desempeñó una función medular en el desarrollo del campo de la psicología, pues muchos de los primeros psicólogos estudiaban aspectos asociados con la psicofísica y aún sigue existiendo un grupo activo de investigadores en el tema (Acuna et al., 2015; Jack y Schyns, 2017; Vicario, Kuran y Urgesi, 2019). Umbrales absolutos: cómo detectamos lo que está afuera ¿Cuándo adquiere la fuerza necesaria un estímulo para que nuestros órganos de los sentidos puedan detectarlo? La respuesta a esta pregunta exige la comprensión del concepto de umbral absoluto. Un umbral absoluto es la menor intensidad que debe presentar un estímulo para que pueda detectarse (Aazh y Moore, 2007). A pesar de lo "absoluto" de los umbrales absolutos, no es tan simple, pues conforme aumenta la fuerza de un estímulo, crece de manera gradual la probabilidad de que se detecte. Así, en términos técnicos, un umbral absoluto se refiere a la intensidad del estímulo que se detecta 50% de las veces. A menudo se requiere un estímulo muy pequeño para producir una respuesta de nuestros sentidos. Por ejemplo, el sentido del tacto es tan sensible que podemos detectar el ala de una abeja sobre nuestra mejilla cuando cae desde una distancia de un centímetro. Someta a prueba sus conocimientos sobre los umbrales absolutos de otros sentidos respondiendo el cuestionario de la figura 1. De hecho, nuestros sentidos son tan finos que tendríamos problemas si fuesen un poco más sensibles. Por ejemplo, si nuestros oídos fueran un poco más agudos, escucharíamos el sonido de las moléculas de aire golpear contra nuestros tímpanos; fenómeno que sin duda nos distraería y hasta nos impediría oír los sonidos externos a nuestros cuerpos. Por supuesto, los umbrales absolutos que hemos estado analizando se miden en condiciones ideales. Por lo general, nuestros sentidos no detectan la estimulación con este nivel de precisión por la presencia del ruido. El ruido, como se define en psicofísica, es la estimulación de fondo que interfiere en la percepción de otros estímulos; por ende, ruido alude no solo a los estímulos auditivos, como lo sugeriría el término, sino también a los estímulos inesperados que interfieren con otros sentidos. Por ejemplo, imagine un grupo entusiasmado de personas que charlan apiñadas en la habitación pequeña de una fiesta. El barullo de la muchedumbre haría difícil escuchar las voces individuales. En este caso, las condiciones de hacinamiento se considerarían como "ruido" porque están impidiendo la sensación a niveles más refinados. De igual manera, tenemos una capacidad limitada para concentrarnos en una diversidad de estímulos de forma simultánea. Umbrales diferenciales: cómo distinguimos las diferencias entre los estímulos Suponga que desea elegir las seis mejores manzanas en la sección de frutas en el supermercado; las más grandes, rojas y dulces. Un método sería comparar una manzana con otra de manera sistemática hasta quedarse con unas cuantas que fueran tan similares que no pudiera distinguir la diferencia entre ellas. En ese momento, ya no importaría cuáles eligiera. Los psicólogos han analizado este problema de comparación en términos del umbral diferencial, el menor nivel de estimulación aumentada o reducida necesaria para percibir que ha ocurrido un cambio en la estimulación. Así, el umbral diferencial se refiere al cambio mínimo en la estimulación que se necesita para detectar la diferencia entre dos estímulos, por lo que también se le denomina diferencia apenas perceptible (Heath y Manzone, 2017; Ozana y Ganel, 2019).La magnitud del estímulo que constituye la diferencia apenas perceptible depende de la intensidad inicial del estímulo. La relación entre los cambios en la magnitud original del estímulo y el grado en el que se advierte un cambio forma una de las leyes básicas de la psicofísica: la ley de Weber, descubierta por el psicofísico E. H. Weber. La ley de Weber establece que una diferencia apenas perceptible está en proporción constante con la intensidad de un estímulo inicial (más que una cantidad constante).Por ejemplo, Weber descubrió que la diferencia apenas perceptible para el peso es de 1:50. En consecuencia, se requiere un aumento de un gramo en un peso de 50 gramos para producir una diferencia perceptible, y se necesitaría un aumento de 10 gramos para producir una diferencia perceptible si el peso inicial fuese de 500 gramos. En ambos casos, es necesario el mismo aumento proporcional para producir una diferencia apenas perceptible (1:50 = 10:500). De manera similar, la diferencia apenas perceptible que distingue los cambios en el volumen entre los sonidos, es mayor para los que son inicialmente intensos, que en el de los que de inicio son bajos, pero el aumento proporcional sigue siendo el mismo. La ley de Weber ayuda a explicar por qué una persona en una habitación silenciosa se verá más sorprendida por el sonido de un celular, que cuando se encuentra en una habitación ruidosa. Para producir la misma reacción en una habitación ruidosa, el volumen del celular debería aumentarse a un nivel muy superior. De igual manera, cuando la Luna se encuentra visible durante la parte final de la tarde, su aspecto es relativamente tenue; sin embargo, cuando se contrasta con el cielo de una noche oscura, parece mucho más brillante. Adaptación sensorial: cómo modulamos nuestras respuestas Usted entra a una sala de cine y el olor de palomitas de maíz está por doquier. Sin embargo, al cabo de algunos minutos, apenas lo advierte. La razón por la que se acostumbró al olor es la adaptación sensorial. La adaptación es el ajuste que se presenta en la capacidad sensorial tras una exposición prolongada a un estímulo constante. La adaptación sucede a medida que las personas se acostumbran a él y cambian su marco de referencia. En cierto sentido, nuestro cerebro reduce el volumen de la estimulación que está experimentando (Carbon y Ditye, 2011; Erb et al., 2013; Nourouzpour et al., 2105)). Unejemplo de adaptación es la reducción en la sensibilidad que ocurre después de una exposición repetida a un estímulo intenso. Si usted tuviera que escuchar un sonido estridente una y otra vez, al paso del tiempo empezaría a sonar menos intenso. De manera similar, aunque sumergirse en un lago helado pueda ser desagradable de inicio, lo más probable es que, a la larga, se acostumbre a la temperatura. Esta aparente disminución en la sensibilidad a los estímulos sensoriales se debe a la incapacidad de los neurorreceptores para disparar mensajes al cerebro de manera indefinida. Ya que estas células receptoras son más sensibles a los cambios en estimulación, la estimulación constante no es eficaz para producir una reacción sostenida (Wark, Lundstrom y Fairhall, 2007; Summers et al., 2017). Los juicios relacionados con los estímulos sensoriales también se ven afectados por el contexto en el que se llevan a cabo. Así sucede porque los juicios no se hacen de manera aislada de otros estímulos, sino en términos de la experiencia sensorial precedente. Usted puede demostrar esto por su cuenta con este sencillo experimento. Tome dos sobres, uno grande y otro pequeño, y coloque 15 monedas iguales en cada uno de ellos. Ahora, levante el sobre grande, bájelo de nuevo, y levante el pequeño. ¿Cuál parece pesar más? La mayoría de la gente informa que el pequeño es mucho más pesado, aunque, como usted sabe, los pesos son casi idénticos. La razón de este error es que el con-texto visual del sobre interfiere con la experiencia sensorial del peso. La adaptación al contexto de un estímulo (el tamaño del sobre) altera las respuestas a otro estímulo (el peso del sobre) (Coren, 2004; Han et al., 2019).

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