Violencia y Acoso Escolar: Concepto, Incidencia y Factores de Riesgo (PDF)

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Este material analiza la violencia y el acoso escolar, diferenciándolos de la agresividad. Explora diferentes tipos de violencia, incluyendo la física, psicológica, y la violencia de género. También presenta los factores de riesgo, protección, y el sistema de protección de menores.

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VIOLENCIA Y ACOSO ESCOLAR: CONCEPTO, INCIDENCIA Y FACTORES DE RIESGO Y PROTECCIÓN D.ª M. Ojeda - Dra. I. Iborra - Dra. R. Del Rey - Dr. J. Casas - Dra. Mª T. Mitjans MÁSTER UNIVERSITARIO EN PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN PROBLEMAS DE CONDUCTA EN LA ESCUELA Módulo I. Problemas de conducta...

VIOLENCIA Y ACOSO ESCOLAR: CONCEPTO, INCIDENCIA Y FACTORES DE RIESGO Y PROTECCIÓN D.ª M. Ojeda - Dra. I. Iborra - Dra. R. Del Rey - Dr. J. Casas - Dra. Mª T. Mitjans MÁSTER UNIVERSITARIO EN PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN PROBLEMAS DE CONDUCTA EN LA ESCUELA Módulo I. Problemas de conducta y violencia en la escuela Este material es de uso exclusivo para los alumnos de la Universidad Internacional de Valencia. No está permitida la reproducción total o parcial de su contenido ni su tratamiento por cualquier mé- todo por aquellas personas que no acrediten su relación con la Universidad Internacional de Va- lencia, sin autorización expresa de la misma. Edita Universidad Internacional de Valencia Máster Universitario en Prevención e Intervención Psicológica en Problemas de Conducta en la Escuela Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección Módulo I. Problemas de conducta y violencia en la escuela 6 ECTS D.ª Mónica Ojeda Dra. D.ª Isabel Iborra Marmolejo Dra. D.ª Rosario Del Rey Dr. D. José A. Casas Dra. D.ª Mª Teresa Mitjans Leyendas Enlace de interés Ejemplo Importante Los términos resaltados a lo largo del contenido en color naranja se recogen en el apartado GLOSARIO. Índice CAPÍTULO 1. DIFERENCIACIÓN ENTRE AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA............................................. 7 CAPÍTULO 2. DEFINICIÓN DE VIOLENCIA........................................................................ 8 CAPÍTULO 3. TAXONOMÍA DE LA VIOLENCIA................................................................... 10 3.1. Según el tipo de acción.................................................................................. 11 3.2. Según el tipo de daño.................................................................................. 12 3.2.1. Violencia física................................................................................... 12 3.2.2. Violencia psicológica........................................................................... 12 3.2.3. Abuso económico.............................................................................. 13 3.2.4. Abuso sexual.................................................................................... 13 3.3. Según el tipo de agresor............................................................................... 13 3.3.1. Violencia juvenil.................................................................................. 13 3.4. Según el tipo de víctima................................................................................ 14 3.4.1. Mujeres: violencia de género..................................................................... 14 3.4.2. Menores: maltrato infantil........................................................................ 15 3.4.3. Ancianos: maltrato de personas mayores........................................................ 16 3.5. Según el contexto en el que ocurre.................................................................... 17 3.5.1. Violencia doméstica............................................................................. 17 3.5.2. Violencia escolar................................................................................ 18 3.5.3. Violencia en el lugar de trabajo.................................................................. 18 3.5.4. Violencia en las calles........................................................................... 19 3.5.5. Violencia en los conflictos armados............................................................. 19 3.5.6. Violencia en la cultura........................................................................... 19 CAPÍTULO 4. EL MALTRATO INFANTIL INTRAFAMILIAR......................................................... 21 4.1. La etiología del maltrato infantil: los factores de riesgo y compensadores............................. 22 4.2. El sistema de protección de menores.................................................................. 24 4.2.1. El interés superior del menor..................................................................... 24 4.2.2. Situación de riesgo............................................................................. 25 4.2.3. Situación de desamparo....................................................................... 25 4.2.4. La guarda (voluntaria o derivada del desamparo)............................................... 26 4.2.5. La adopción.................................................................................... 27 5 Índice 4.3. La prevención del maltrato infantil...................................................................... 27 4.3.1. Programas de prevención secundaria y terciaria del maltrato infantil dentro del modelo ecológico 28. Programas de prev CAPÍTULO 5. CONVIVENCIA ESCOLAR Y VIOLENCIA......................................................... 33 5.1. Delimitación conceptual del acoso escolar y el ciberacoso............................................ 34 5.1.1. Acoso escolar................................................................................... 35 5.1.2. Ciberacoso y otros riesgos de la red............................................................ 38 5.1.3. Consecuencias del acoso escolar y el ciberacoso.............................................. 42 5.2. Prevalencia y factores asociados al acoso escolar y al ciberacoso.................................... 44 5.2.1. Factores de riesgo y de protección del acoso escolar y el ciberacoso............................ 48 5.3. Prevención e intervención contra el acoso escolar y el ciberacoso..................................... 58 5.3.1. Plan de convivencia............................................................................ 59 5.3.2. Protocolos..................................................................................... 62 5.3.3. Programas..................................................................................... 64 GLOSARIO..................................................................................................... 69 ENLACES DE INTERÉS.......................................................................................... 72 BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................. 73 Referencias bibliográficas.................................................................................. 73 Bibliografía recomendada................................................................................. 86 6 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección Capítulo 1 Diferenciación entre agresividad y violencia La agresividad es una conducta innata que se despliega de manera automática ante determinados estímulos y que, asimismo, cesa ante la presencia de inhibidores muy específicos. La violencia, por su parte, es una agresividad alterada, principalmente por la acción de factores socioculturales que le quitan el carácter automático y la vuelven una conducta intencional y dañina. Por lo tanto, la violencia no es biología pura; solo es biología en lo más hondo de su ser, en su nivel más profundo, un nivel que encaja en un entramado sociocultural que cambia casi por completo su carácter (Sanmartín, 2004a, 2006). En definitiva, la violencia es agresividad injustificada (Ortega, 2010), dado que aquellos comportamientos de carácter agresivo que se realizan con la intención de dañar no constituyen una agresión innata sino una expresión de violencia (Jara, Casas y Ortega-Ruiz, 2017). 7 Capítulo 2 Definición de violencia La violencia consiste en una manifestación de conductas agresivas aprendidas influida por características sociomorales que revelan una falta de habilidades de comunicación y resolución de conflictos a través del diálogo. Normalmente conlleva el uso del poder o la fuerza por parte de la persona agresora con el fin de manipular y dominar una situación en favor de sus intereses (Ortega, 2010). La mayor parte de las investigaciones incluyen en la definición de este concepto la agresión física, psicológica, verbal y moral (Jara et al., 2017). En el siglo pasado murieron millones de seres humanos en múltiples guerras. Sin embargo, es al siglo pasado al que debemos que se reconocieran como problemas sociales determinados fenómenos que hasta entonces habían permanecido ocultos en los hogares: el maltrato1 infantil en los años 60, la violencia de género en los 70 y el maltrato de personas mayores en los 80. Es también al siglo XX al que le debemos la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En concreto, fue el 10 de diciembre de 1948, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Desgraciadamente, 50 años después muchos de estos derechos siguen vulnerándose en numerosas partes del mundo. 1 Los dos elementos definitorios del maltrato son la intencionalidad y la comisión de un daño. En cuanto a la inten- cionalidad, el que agrede actúa siempre de manera deliberada y consciente. Cuando un hombre golpea a su mujer, cuando una madre pellizca a su hijo, cuando un adulto niega alimentos o medicinas a su padre anciano, estamos en presencia de actos intencionales. En cuanto a la comisión de un daño, hay que precisar que éste no tiene por qué ser visible o cuantificable. 8 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección La violencia no puede entenderse sino como un cruel atentado contra los Derechos Humanos; unos derechos que se suponen iguales e inalienables para todos los ciudadanos. La Declaración defiende que sólo a través de la defensa de estos derechos y del reconocimiento de la dignidad intrínseca de las personas se puede lograr la libertad, la justicia y la paz en el mundo. Por todo ello, es fundamental hacer un breve repaso de los derechos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuya vulneración resulta en distintas manifestaciones de violencia. En la tabla 1 se expone un listado de los principales artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos que pueden resultar en los distintos tipos de violencia. Tabla 1 Tipos de violencia en que puede resultar la vulneración de cada artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos ARTÍCULOS TIPOS DE VIOLENCIA Artículo 1 Discriminación y falta de igualdad de derechos. Artículo 2 Discriminación por raza, sexo, religión, etc. Artículo 3 Asesinato, homicidio y diversos tipos de maltrato. Artículo 4 Esclavitud y explotación laboral y sexual. Artículo 5 Torturas y tratos crueles o degradantes. Artículo 7 Discriminación ante la ley. Artículo 12 Intromisión en la privacidad. Artículo 14 Rechazo de asilo o refugio político. Artículo 16 Matrimonios forzosos o de conveniencia. Artículo 18 Persecuciones por motivos de creencias políticas o religiosas. Artículo 19 Falta de libertad de expresión. Artículo 21 Gobiernos dictatoriales. Artículo 23 Discriminación laboral o salarial por sexo u otras cuestiones. Artículo 24 Explotación laboral. Artículo 127 Piratería informática y atentados contra los derechos de autor. Fuente: Iborra (2009). 9 Capítulo 3 Taxonomía de la violencia Los diversos tipos de violencia comparten importantes interrelaciones (Organización Mundial de la Salud, 2014) y una raíz común, la capacidad de las personas para agredir o ser agredidas; sin embargo, existe una gran diversidad de manifestaciones con diferentes orígenes y niveles de gravedad que las diferencia entre sí (Ortega y Del Rey, 2009). Podemos encontrar multitud de criterios mediante los cuales se puede clasificar la violencia interpersonal. Según la taxonomía de Iborra y Sanmartín2 (2011), se pueden diferenciar según sea el tipo de acción, el daño causado, el tipo de agresor, el tipo de víctima o el escenario o contexto en el que ocurre (ver figura 1). 2 La clasificación de violencia que se ha seguido en la elaboración de los contenidos de esta asignatura es la de Isabel Iborra y José Sanmartín (2011). Para más información sobre la misma, pueden descargarse el artículo “¿Cómo clasifi- car la violencia?: la taxonomía según Sanmartín”. 10 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección TIPOS DE VIOLENCIA Acción Tipo de Acción Omisión Negligencia Maltrato físico Maltrato psicológico Tipo de Daño Abuso sexual Abuso económico Violencia juvenil Político Tipo de Agresor Terrorismo Religioso Violencia psicopática Delincuentes organizados Mujeres Tipo de Víctima Menores Ancianos Cifras Contexto Violencia Violencia Violencia Violencia Conflictos Cultura doméstica escolar trabajo calles armados Acoso Mujeres Ancianos Acoso Mobbing sexual Menores Figura 1. Taxonomía de Sanmartín. Fuente: Sanmartín, 2006. 3.1. Según el tipo de acción La violencia abarca dos tipos de acciones, tanto aquellas conductas y comportamientos directos como la omisión intencional que pueda causar un daño (Iborra, 2008). Por tanto, puede consistir en una acción, como pegar o insultar a otra persona; pero también puede ser tipificada como violenta aquella conducta en la que se omite o se desatiende el cuidado, la supervisión, la protección y la atención en cualquier área de desarrollo a una persona dependiente con la que se ha adquirido el compromiso de proporcionarle aquello que necesite. Este tipo de violencia se denomina negligencia (Nobes, Panagiotaki y Engelhardt, 2017). 11 Capítulo 3. Taxonomía de la violencia Por tanto, la negligencia se refiere al abandono o descuido de las obligaciones en los cuidados de una persona. Consiste básicamente en desatender las necesidades básicas, entendiendo por tales la alimentación, la higiene, una vestimenta adecuada al clima o la asistencia sanitaria, entre otras. Consecuencias típicas de este tipo de maltrato son la malnutrición, la deshidratación, la mala higiene corporal, la hipo – hipertermia y las úlceras de decúbito. Dentro de la negligencia encontramos el abandono, tanto temporal como definitivo, como una de las formas más frecuentes de este tipo de violencia (Rael, Peterson, Ghersi, Childs y Blum, 2016). 3.2. Según el tipo de daño Cuando atendemos al tipo de daño causado, las formas de violencia más estudiadas son: violencia física, violencia psicológica, abuso económico y abuso sexual. 3.2.1. Violencia física La violencia física abarca todos aquellos comportamientos que impliquen un daño intencional a otra persona o puedan llegar a causarlo. Algunos ejemplos son las patadas, los golpes, los puñetazos, los empujones, las zancadillas, etc. (Ortega y Del Rey, 2009). También se incluyen las restricciones físicas, que se refieren a cualquier método manual o físico, instrumento mecánico, material o equipamiento adjunto al cuerpo, que la persona no pueda retirar fácilmente y que restringe la libertad de movimientos o el normal acceso a cualquier parte de su cuerpo (Burgueño, Iborra, Martínez y Pérez, 2008). Las consecuencias más frecuentes del maltrato físico son arañazos, heridas, contusiones, marcas, moraduras, fracturas, luxaciones, abrasiones, quemaduras, pérdida de cabello y, en último término, la muerte. 3.2.2. Violencia psicológica La violencia psicológica es la más frecuente tras la violencia de tipo física, sin embargo, puede resultar difícil de identificar por su carácter sutil. Hace referencia a toda acción que provoque o pueda provocar un daño psicológico. Algunos ejemplos son insultar, aislar, gritar, humillar, intimidar, amenazar, imponer, etc. (Martínez-Moreno y Bermúdez-Pérez, 2016). A menudo, se da en combinación con otros tipos de violencia, pero hay que distinguir entre la violencia psicológica y las secuelas psicológicas que pueden tener otros tipos de agresiones. No serían violencia psicológica, por ejemplo, las secuelas emocionales que puede presentar un anciano que ha sido víctima de abuso sexual. La violencia psicológica es un tipo específico de violencia que suele valerse del lenguaje, tanto verbal como gestual, y cuyas consecuencias pueden afectar a las vertientes cognitiva, emocional o comportamental de la víctima. Las principales consecuencias de este tipo de violencia son depresión, ansiedad, desesperanza, trastornos del sueño, pérdida de apetito, miedo, confusión y tristeza. Estas consecuencias son menos visibles que las de otros tipos (como el físico, por ejemplo). 12 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección 3.2.3. Abuso económico El abuso económico –también llamado abuso financiero o material– consiste en la utilización ilegal o no autorizada de los recursos económicos o de las propiedades de una persona. Incluye la apropiación, aprovechamiento o mal uso de las propiedades o dinero de la persona, la falsificación de su firma y la coacción para obligarle a firmar documentos (contratos o testamentos). Las principales consecuencias son incapacidad para pagar facturas, falta de servicios, desahucio y deterioro del nivel de vida. 3.2.4. Abuso sexual El abuso sexual es un tipo de violencia que provoca consecuencias de gran impacto para la víctima. Se entiende como toda acción violenta que se ejerce sobre otra persona para obtener placer sexual sin su consentimiento (Vallejo y Córdoba, 2011). Algunos ejemplos son tocamientos o besos; introducción oral, anal o vaginal de objetos, dedos o pene; acoso sexual; y obligar a la persona a realizar actos sexuales al agresor o a ver material pornográfico. Entre las consecuencias en la víctima, podemos encontrar traumas en genitales, pechos, boca y zona anal; enfermedades de transmisión sexual; marcas de mordiscos, etc. Aunque hay bastante consenso en considerar el abuso sexual como una categoría independiente, algunos autores lo incluyen dentro del maltrato físico (Godkin, Wolf y Pillemer, 1989). En resumen, cada tipo de maltrato se operacionaliza en unas conductas muy concretas (a las que hemos llamado ejemplos) y tiene, asimismo, unas consecuencias distintas en la víctima. En cuanto a la consecuencia más extrema —esto es, la muerte de la víctima— puede ser producto, principalmente, de dos tipos de maltrato: el físico y la negligencia. Ya se ha avanzado esta cuestión en el caso del maltrato físico. Es importante destacar, no obstante, que la desatención de las necesidades básicas de una persona que presenta una dependencia total también puede acabar en la muerte de la víctima (por ejemplo, por malnutrición o deshidratación extremas). 3.3. Según el tipo de agresor Existen tantas clases de violencia como tipos de agresores. Sanmartín se centra en cuatro de ellas: la juvenil, la terrorista, la psicopática y la organizada. Otras violencias a tener en cuenta según el agresor serían la violencia infantil, la de género/machista, la filio-parental y la paterno-filial. A continuación, solo vamos a desarrollar la violencia juvenil. 3.3.1. Violencia juvenil La violencia juvenil es una de las manifestaciones de violencia más visibles en la sociedad, tanto es así que se ha reconocido como un problema mundial de salud pública. Este tipo de violencia se refiere a aquellos comportamientos de intimidación o agresión ejercida y/o sufrida por jóvenes de entre 10 y 29 años (Organización Mundial de la Salud, 2014). 13 Capítulo 3. Taxonomía de la violencia Es importante no olvidar que estamos hablando de personas jóvenes, en muchos casos menores, y que es fundamental una prevención temprana, de cara a reducir la probabilidad de que se produzcan conductas delictivas en el futuro. Al respecto, la investigación sobre reincidencia indica que la mayoría de los jóvenes delincuentes no mantiene su comportamiento criminal una vez se han convertido en adultos (Roesch, 2007), aunque evidentemente tienen más riesgo de ser delincuentes en el futuro que quienes no han delinquido. 3.4. Según el tipo de víctima Cualquier persona puede ser, en principio, víctima de la violencia. No obstante, lo habitual es que haya ciertos grupos de riesgo. Según el Informe sobre la situación mundial de la prevención de la violencia (2014), las mujeres, los niños y las personas mayores son los colectivos que más sufren las consecuencias no mortales del maltrato (Organización Mundial de la Salud, 2014). Las mujeres se llevan la peor parte en esta terrible historia. No sólo son significativamente más maltratadas en la familia que los hombres, principalmente, por su pareja o ex-pareja, sino que antes de formar la suya propia pueden haber sufrido ya diversas formas de violencia en su familia de origen: abuso sexual, venta a terceros (habitualmente, para actividades de prostitución), mutilación genital, etc. Además, son sobre todo las mujeres quienes, llegadas a una edad avanzada que les induce una cierta dependencia, sufren abusos económicos, maltrato físico, psicológico o sexual a manos de sus cuidadores. En definitiva, ser mujer es, desgraciadamente, un factor de alto riesgo. De ahí que a este respecto se hable de una forma característica de violencia, la llamada “violencia de género”, aquella que una mujer puede sufrir por el mero hecho de ser mujer (Iborra, 2008). A continuación, se profundiza en los tres colectivos más vulnerables respecto a la violencia en general, aunque no hay que olvidar que cuando la violencia es ejercida por menores, las víctimas más frecuentes suelen los iguales, el profesorado, los progenitores, los hermanos, etc. 3.4.1. Mujeres: violencia de género El término “género” hace referencia al rol social construido a partir de las diferencias sexuales, es decir, aquello que la sociedad espera de una persona en función de su sexo, como los rasgos de conducta y la actitud. No es, por tanto, sinónimo del término “sexo”. El sexo es el conjunto de características biológicas que permiten diferenciar a una persona entre hombre o mujer (Juan y Pérez-Cañaveras, 2007). Así, los marcos biológico (sexo) y social (género) son los que definen los roles sociales, enseñando a los niños y niñas a adaptarse a los modelos de mujeres y hombres elaborados por la sociedad (Loscertales, 2012). Este proceso de aprendizaje es el que se denomina como socialización y está impregnado, por tanto, de valores sexistas que diferencian los valores en función del sexo de las personas. “El sexismo expresa aquellas prácticas y actitudes que introducen la desigualdad y la jerarquía en el trato que reciben los individuos sobre la base de la diferenciación sexual” (Artal, 2009, p. 14) y, debido a las desigualdades de género y los valores de superioridad adjudicados tradicionalmente al hombre, este sexismo normalmente perjudica más al sexo femenino que al masculino (Díaz-Aguado, 2003). Por este motivo y basándonos en estos conceptos básicos, el Convenio de Estambul definió este tipo de violencia como una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación hacia la mujer (BOE, 2014). Durante décadas, la violencia de género se ha configurado como un fenómeno invisible y una de las manifestaciones más relevantes de la desigualdad y la relación de poder de los hombres sobre las mujeres. 14 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección Dado que se trata de un tipo de violencia hacia las mujeres por razón de género, esto ha llevado a utilizar el término “violencia de género” exclusivamente para referirse a estos casos (muestra de ello es la Ley Orgánica contra la violencia de género3). Por tanto, la violencia de género se entiende como cualquier acción u omisión que dañe o pueda dañar a una mujer porque se considera que no cumple de modo apropiado la función o rol que tradicionalmente le es propio (Sanmartín, 2006). En la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (1993) se definió la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada” (Organización Mundial de la Salud, 2013, p. 1). 3.4.2. Menores: maltrato infantil La definición del concepto del maltrato infantil ha ido perfilándose desde la introducción del término síndrome del niño apaleado por Kempe en 1962. No existe una única definición sobre el maltrato infantil aceptada universalmente, cada aproximación aporta algo específico a tener en cuenta. En 2016, la Organización Mundial de la Salud define el maltrato a la infancia como cualquier comportamiento de abuso y desatención a un menor de 18 años, en una relación de confianza y responsabilidad. Incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil (Organización Mundial de la Salud, 2016). El maltrato infantil puede ser de varios tipos. Según los criterios de clasificación utilizados, por ejemplo, según la taxonomía de Sanmartín podemos destacar los cuatro siguientes: maltrato físico, maltrato psicológico, negligencia y abuso sexual. Las definiciones de cada tipo se han descrito previamente a excepción del abuso sexual infantil4. Éste se refiere a cualquier conducta sexual mantenida entre dos personas (al menos, una de ellas, menor), entre las que existe una situación de desigualdad –ya sea por razones de edad o de poder– y en la que el menor es utilizado para la estimulación sexual de la otra persona. Es importante hacer esta precisión porque en el abuso sexual a un adulto, el peso de la definición está en el no consentimiento; sin embargo, lo que define el abuso sexual infantil es la asimetría entre los implicados y la presencia de coacción (implícita o explícita) (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2008). 3 Dicha Ley tiene por objeto “actuar contra la violencia que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afecti- vidad, aun sin convivencia”. La violencia de género a que se refiere la Ley Orgánica 1/2004 comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad. 4 La legislación española niega a los menores de 16 años la capacidad de dar consentimiento a la hora de tener rela- ciones sexuales. Esto es, según el Código Penal Español (2015), cualquier relación sexual con un menor de 16 años (haya o no consentimiento) es legalmente abuso sexual. 15 Capítulo 3. Taxonomía de la violencia Otra clasificación a tener en cuenta por su amplia aceptación en los círculos de profesionales de atención a la infancia y por enfatizar la existencia de malos tratos pasivos, que también tienen importantes repercusiones sobre los niños y las niñas (Conselleria de Justícia i Benestar Social, 2007), es la de Arrubarrena, de Paúl y Torres que diferencia dos ejes: la clase de maltrato, activo y pasivo; y el daño que ocasiona, emocional o físico (Arrubarrena, de Paúl y Torres, 1994). Esta clasificación se ve reflejada en la tabla 2. Tabla 2 Tipología básica de Maltrato Infantil ACTIVO PASIVO Maltrato físico FÍSICO Abandono físico/negligencia Abuso sexual EMOCIONAL Maltrato emocional Abandono emocional Fuente: Arrubarrena, de Paúl y Torres (1994). En esta tipología el maltrato psicológico se divide en las dos siguientes subcategorías según sea éste por acción o por omisión: El maltrato emocional: acciones de los padres o responsables del niño, tales como rechazar, aislar, ignorar o aterrorizar, que causan o pueden causar serios deterioros en el desarrollo emocional, social e intelectual del niño. El abandono emocional: falta persistente de respuestas, por parte de los padres o cuidadores, ante la proximidad e interacción iniciada por el niño, falta de expresiones o sentimientos, por parte de los padres, de amor, afecto o interés por el niño. También se incluye en esta categoría a los padres inaccesibles para sus hijos. 3.4.3. Ancianos: maltrato de personas mayores La Internacional Network for the Prevention of Elder Abuse (INPEA), una de las instituciones que ha luchado en los últimos años por la prevención y abordaje eficaz del maltrato de ancianos a escala internacional, define este tipo de violencia como un problema universal que hace referencia a cualquier comportamiento intencionado, violación de los derechos u omisión que prive de su bienestar y dañe a una persona mayor (INPEA, 2010). El maltrato de personas mayores se refiere a un comportamiento puntual o reiterado que provoca un daño a personas de edad avanzada, así como la ausencia de las medidas para evitarlo. En nuestra sociedad, este tipo de comportamiento normalmente se refiere a personas con edades que coinciden con la jubilación, aproximadamente desde los 60 años, y se basa en una relación de confianza (Organización Mundial de la Salud, 2015). Por tanto, para que estos hechos se tipifiquen como maltrato deben ocurrir en el marco de una relación interpersonal donde existe una expectativa de confianza, cuidado, convivencia o dependencia (de lo contrario, se entendería que el maltrato de personas mayores incluiría también, entre otras cosas, 16 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección el atraco que una persona de más de 64 años sufre en una calle a manos de un desconocido). El agresor puede ser, por lo tanto, un familiar, personal institucional, un cuidador contratado, un vecino o un amigo. 3.5. Según el contexto en el que ocurre Lamentablemente la violencia puede ocurrir en todos los escenarios de la vida, pero existen algunos contextos en los que ocurre con mayor frecuencia. El primero de ellos es, obviamente, la guerra. Pero el segundo, mucho más llamativo, es la familia, una estructura que, basada teóricamente en el amor entre sus miembros, parece que debería estar libre de conductas dañinas (Sanmartín, 2004b). De hecho, hay reconocidos expertos internacionales que llegaron a afirmar que la familia es la institución más violenta de nuestra sociedad, después del ejército en tiempos de guerra (Gelles y Straus, 1979). Según el escenario o contexto en el que ocurre se encuentra: violencia doméstica, violencia escolar, violencia en el lugar de trabajo, violencia en las calles, violencia en los conflictos armados y violencia en la cultura. 3.5.1. Violencia doméstica La palabra “doméstico” proviene del latín “domus”, que significa casa u hogar. La violencia doméstica es, pues, aquella que ocurre entre quienes habitan en una misma casa o forman parte de un hogar. De ahí que haya autores que consideran sinónimos los términos “violencia doméstica” y “violencia familiar”. Por tanto, los agresores y las víctimas de la violencia doméstica pueden ser todas las personas que viven en una casa, aunque realmente las principales víctimas son las mujeres, los menores y los ancianos. No obstante, el empleo de la expresión “violencia doméstica” para aludir a la violencia que sufren las mujeres, sobre todo a manos de su pareja o ex-pareja es un uso equívoco. Se trata de un tipo de violencia con un origen estructural y con características específicas, diferentes de otros tipos de violencia que se pueden ejercer en el entorno doméstico. Es cierto que la violencia de género puede ser doméstica (cuando el agresor es el marido, por ejemplo), pero puede aparecer en muchos otros contextos (en relaciones de noviazgo, en el lugar de trabajo, en los medios de comunicación, etc.). Straus y Hotaling (1979) identificaron algunas características de las familias que las hacen especialmente proclives al conflicto. Por supuesto, los términos “conflicto” y “violencia” no son sinónimos, el problema surge cuando los conflictos no se zanjan de manera pacífica. Como afirma Sanmartín (2008), las características que hacen de la familia un contexto conflictivo son las mismas que hacen de ella un entorno favorable, cálido y seguro: Sus miembros se relacionan mucho entre sí y durante bastante tiempo. Esas relaciones no tienen objetivos concretos. En muchas de esas relaciones hay ganadores y perdedores (y unos ganan lo que otros pierden: se trata de interacciones de suma cero). Es frecuente que unos miembros de la familia se entrometan en los asuntos privados de los otros. Es frecuente que unos miembros de la familia traten de influir en la conducta, actitudes y valores de los otros miembros. 17 Capítulo 3. Taxonomía de la violencia Entre los miembros de la familia hay diferencias generacionales y sexuales. Tradicionalmente se considera que hay que respetar de forma escrupulosa la privacidad de la familia, dejándola al margen de cualquier forma de intervención social. 3.5.2. Violencia escolar Las investigaciones sobre la violencia escolar se originaron en Europa en los años 70 a partir de los estudios sobre bullying de Heinemann (1972) y Olweus (1973). Las escuelas son el segundo contexto (tras la familia) de formación de las personas y, además, son el escenario a través del cual se abren a otras estructuras sociales que van a ser cruciales en su vida (como, por ejemplo, el lugar de trabajo). Sin embargo, al igual que en las familias, la violencia también se ejerce en los centros escolares. Se trata de una conducta de carácter agresivo e intencional que pretende dañar a otra persona en el contexto educativo (Smith, 2016). En la escuela, además, hay violencia cruzada entre profesores y alumnos (especialmente de estudiantes a profesores), pero la violencia entre iguales es la que concita mayor alarma social. Habitualmente es esporá- dica (Sanmartín, 2006); sin embargo, cuando se produce puede conllevar importantes consecuencias para los implicados. Este tipo de violencia entre iguales en las escuelas se denomina acoso escolar y consiste en un abuso sistemático de poder que se produce de manera reiterada e intencional (Smith, 2016). Por lo tanto, el acoso escolar es una especie de tortura en la que el agresor sume a la víctima, a menudo, con el silencio o la complicidad de otros compañeros (Sanmartín, 2006). Más adelante, se profundizará en este tipo de violencia. Dentro de la violencia entre iguales, cabe destacar por la poca atención que está recibiendo aún, el acoso y ciberacoso homofóbicos como un tipo de violencia específica que afecta a aquellas personas que difieren de lo heteronormativo (Generelo y Pichardo, 2006). La heteronormatividad se refiere a la visión de la heterosexualidad como norma, dando lugar a una violencia estructurada que en muchas ocasiones se invisibiliza (Elipe, Muñoz y Del Rey, 2017). Por tanto, este tipo de acoso es un fenómeno específico basado en un tipo de violencia estructural que requiere ser considerado de forma específica, ya que, además, la prevalencia de acoso es mayor entre el alumnado no heterosexual (LGBTQ: Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, “Questioning”) (Toomey y Russell, 2016). 3.5.3. Violencia en el lugar de trabajo Adopta dos modalidades principales: el acoso sexual y el acoso moral o mobbing. El acoso sexual se define como cualquier comportamiento no deseado con connotaciones sexuales, ya sea verbal, no verbal o físico, que atente contra la dignidad y sea intimidatorio y humillante para la otra persona (Mansilla, 2014). El acoso moral o mobbing consiste en un tipo de maltrato continuado e intencional que afecta y atenta contra la dignidad del trabajador o trabajadora en su puesto de trabajo y puede ocasionar daños físicos, psicológicos e incluso patrimoniales (Gasco, 2011). Se trata de una forma de violencia muy difícil de detectar, puesto que suele consistir en pequeños ataques cuyo efecto microtraumático se va acumulando con el tiempo hasta desembocar en un verdadero suplicio. 18 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección 3.5.4. Violencia en las calles Abarca un amplio abanico de tipos de violencia, que tienen en común el no ocurrir en ninguna institución estructurada o marco cultural. Puede ser ejercida por grupos (organizados o no) o por individuos aislados. La violencia consumada por individuos comprende desde la delincuencia común, pasando por los agresores sexuales, hasta los asesinos (sicarios, asesinos en serie, etc.). La delincuencia organizada es una actividad criminal compleja a gran escala, llevada a cabo por grupos de personas más o menos organizadas, cuyo objetivo es el enriquecimiento de los participantes a costa de la sociedad y sus miembros. También incluye a pequeños grupos de individuos que se organizan de manera muy estructurada para llevar a cabo delitos a menor escala, pero que conforman claramente también una manifestación de la delincuencia organizada (García, 2014). Estas actividades delictivas implican el uso de la fuerza, el chantaje o la corrupción, y su resultado final es la introducción de ganancias ilegales en la economía legal (Plywaczewski, 2000). Las mafias son la máxima expresión del crimen organizado (Iborra, 2004). Hay, no obstante, ciertas formas de violencia perpetradas por organizaciones, pero sin ese marcado carácter empresarial. No se trataría, pues, de delincuencia organizada. Dos ejemplos de este tipo de violencia son la ejercida por bandas juveniles y la llamada kale borroka. Esta delincuencia juvenil se refiere a aquellos conflictos cometidos por jóvenes como resultado de la interacción entre aspectos personales y ambientales que producen que el individuo delinca por diferentes motivos, por ejemplo, ideológicos (Matza y Sykes, 2014). Entre las bandas juveniles destacan dos sectores especialmente violentos: el constituido por jóvenes de ideología ultraderechista (como los Skin o cabezas rapadas) y el formado por inmigrantes o hijos de inmigrantes (como los Latin King o los Ñetas, por ejemplo). No hay que olvidar tampoco la violencia de fines de semana que ejercen determinados grupos difusos de jóvenes, a la que se ha venido a llamar “violencia por diversión” o “violencia lúdica”. Suele estar ligada al consumo de sustancias tóxicas (alcohol o drogas) y ocurre principalmente en discotecas y alrededores. 3.5.5. Violencia en los conflictos armados El conflicto armado es una confrontación entre varios grupos organizados en la que se suele usar medios de combate con el fin de imponer los objetivos de un colectivo sobre otro (Mando de Adiestramiento y Doctrina, 2015). Los conflictos armados pueden ser mayores, intermedios o menores, según el número de víctimas que causan. Las guerras –prototipo de conflicto armado mayor– son conflictos armados en los que se mata a más de mil personas por año. 3.5.6. Violencia en la cultura Es aquella violencia que caracteriza a determinadas prácticas culturales arraigadas en una sociedad. Es muy importante hacer un esfuerzo por modificarlas ya que este tipo de comportamientos asientan las bases de diferentes problemáticas enraizadas en el entramado social, como la violencia de género, la discriminación racial o étnica o la homofobia (Organización Mundial de la Salud, 2002). 19 Capítulo 3. Taxonomía de la violencia Entre ellas destaca la llamada “mutilación genital femenina”. Se trata de toda práctica que conlleve la amputación total o parcial de los genitales externos femeninos, o que cause algún otro daño a estos órganos por motivos no terapéuticos. La Organización Mundial de la Salud estima que esta práctica afecta a entre 100 y 140 millones de niñas y mujeres en todo el mundo (Organización Mundial de la Salud, 2008). Las consecuencias son nefastas tanto en el plano físico (ulceraciones crónicas, quistes, neuromas, etc.) como en el psicológico (ansiedad, depresión, disminución de la autoestima, etc.). Además de ciertas tradiciones, otra vía de transmisión de la violencia son los medios de comunicación. Hoy en día, casi todos los expertos coinciden en afirmar que la visión de violencia en las pantallas tiene efectos perjudiciales, sobre todo en los niños y adolescentes. La visión reiterada de imágenes violentas tiene, al menos, tres tipos de secuelas. En primer lugar, suele generar distorsiones cognitivas; en concreto, facilita una visión fatalista de la realidad, de modo que las personas muy expuestas a imágenes violentas consideran que la sociedad es mucho más peligrosa de lo que realmente es. En segundo lugar, puede producir un embotamiento emocional, esto es, insensibiliza ante la violencia real. Y, en tercer lugar, puede producir comportamientos miméticos, es decir, imitación de las conductas violentas, como se especificará más adelante (Iborra, 2007). Una vez descritas las diversas formas de violencia, en los siguientes apartados se aborda con detenimiento el complejo problema del maltrato infantil intrafamiliar y, posteriormente, la violencia escolar, particular- mente, el acoso escolar y el ciberacoso, partiendo del contexto psicosocial en el que se desarrolla, la convi- vencia escolar. 20 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección Capítulo 4 El maltrato infantil intrafamiliar La familia como agente de socialización primario es el eje fundamental en cuanto a la protección de menores se refiere, puesto que cubre las necesidades físicas, psico-afectivas y sociales de sus hijos. Después de la descripción de la taxonomía de violencia de Sanmartín, vamos a centrarnos solo en la violencia que se produce sobre los menores dentro de su familia, analizando tanto las situaciones de riesgo como de desamparo que pueden darse. Como ya se ha señalado previamente, en el siglo pasado se reconocieron como problemas sociales determinados fenómenos que hasta entonces habían permanecido ocultos en los hogares. Por ello, el siglo XX se podría considerar como el siglo de la infancia, siendo un buen testimonio del carácter reciente de los mecanismos de protección el caso de Mary Ellen en 1874: Una trabajadora de la caridad alertada por los vecinos tuvo conocimiento del caso de Mary Ellen, una niña nacida en 1866 que sufría malos tratos por parte de sus padres que la tenían encadenada, golpeada y desnutrida. La policía se negó a intervenir ya que no había ninguna ley que considerara delito el maltrato infantil. Finalmente, gracias a la intervención de Henry Berg el asunto fue llevado a juicio, la niña fue enviada a un orfanato y la madre paso un año en prisión. Henry Berg había fundado unos años antes la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales. En 1874 se dictó, por primera vez una sentencia condenatoria contra padres maltratadores. 21 Capítulo 4. El maltrato infantil intrafamiliar Hubo que esperar casi un siglo para que en los años 60 se comenzara a desarrollar investigaciones sobre el maltrato infantil, sus consecuencias, su etiología, su prevención, etc., y se tratara el maltrato infantil como un problema social. La mayoría de los niños y niñas que padecen malos tratos lo sufren en su propia familia de origen. Es desconocida la incidencia real del maltrato que sufren los menores. En España, los estudios realizados indican una incidencia de maltrato infantil en torno al 2% y el maltrato infantil detectado está entre un 10% y un 20% de los casos existentes, asemejándose así a las cifras obtenidas por otros países también preocupados por la problemática del maltrato infantil. Esto significa que sólo se atiende a una pequeña parte de menores que vive en situación de riesgo o maltrato. Por otro lado, se ha demostrado que estos últimos porcentajes aumentan en la medida que los servicios comunitarios relacionados con la infancia se especializan y se hacen más sensibles a la detección (Conselleria de Justícia i Benestar Social, 2007). La investigación de Moreno, Jiménez y Saldaña (1995) coincide con los resultados dados en el informe del Instituto Asturiano de Atención Social a la Infancia, Familia y Adolescencia (2007), señalando que el tipo más frecuente de maltrato infantil en España es la negligencia, siguiendo por orden de importancia el maltrato emocional y el maltrato físico. No existe un perfil único de las familias que maltratan a sus hijos, pero sí es posible realizar una caracterización general de los rasgos más peculiares de algunas de ellas. Así, por un lado, los niños y niñas que padecen algún tipo de abuso, emocional o físico, se desarrollan en el seno de ambientes familiares caracterizados, entre otras cosas, por altos niveles de conflictividad y de relaciones inestables e impredecibles, con alta frecuencia de aversividad. Y, por otro lado, los niños y niñas víctimas de situaciones de negligencia o abandono, se desarrollan en ambientes familiares caracterizados por la baja responsividad e implicación emocional de los padres o cuidadores principales, que puede alcanzar una total despreocupación por las actividades que realiza su hijo fuera del hogar cuando éste alcanza edades preadolescentes. Es por ello que un reconocimiento temprano de las dificultades de la relación, puede ayudar considerablemente a las familias, y sobre todo a los/as niños/as, evitándose así la aparición de problemas secundarios y más graves (Conselleria de Justícia i Benestar Social, 2007). 4.1. La etiología del maltrato infantil: los factores de riesgo y compensadores El maltrato infantil no es un fenómeno simple, sino un problema muy complejo, que necesita que se interrelacionen factores individuales, familiares y socio-culturales para que suceda. El Modelo Ecológico o Ecosistémico del maltrato infantil (Belsky, 1980; Garbarino, 1977, citados en Gracia y Musitu, 1993) mantiene que el maltrato infantil puede ser mejor comprendido si se considera como un producto final de una disfunción fundamental en un complejo ecosistema con numerosas variables interactuando. Podría decirse, que el fenómeno del maltrato sería la expresión de una disfunción en el sistema padres-niños-ambiente. El trabajo de J. Belsky en 1980 (citado en Gracia y Musitu, 1993) explica el maltrato infantil como un fenómeno determinado por múltiples factores que se agrupan en cuatro niveles: El desarrollo Ontogenético 22 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección (representa la herencia que los padres que maltratan a sus hijos traen consigo a la situación familiar y al rol parental); el Microsistema (representa el contexto inmediato donde tienen lugar el maltrato, es decir, la familia); el Exosistema (representa “las estructuras sociales, tanto formales como informales -por ejemplo, el mundo del trabajo, el vecindario, redes de relación sociales, la distribución de bienes y servicios-, que no contienen en sí mismas a la persona en desarrollo, aunque rodea y afecta el contexto inmediato en el que se encuentra la persona y, por lo tanto influye, delimita o incluso determina lo que ocurre allí”); y finalmente, el Macrosistema (representa los valores culturales y sistemas de creencias que permiten y fomentan el maltrato infantil a través de la influencia que ejercen en los otros niveles, el individual, la familia y la comunidad). Los factores de riesgo serían los que aumentan la probabilidad de que ocurran episodios de maltrato. La presencia de estos factores no significa que automáticamente vaya a ocurrir maltrato, ya que el efecto de los factores de riesgo es diferente en cada familia según los factores compensadores de que dispongan, citados en la tabla 3. Tabla 3 Factores de riesgo del maltrato infantil. Niveles ecológicos Desarrollo Microsistema Exosistema Macrosistema Ontogenético Factores de riesgo - Historia de malos tratos. Interacción Paterno-Filial Trabajo - Crisis económica. - Historia de desatención - Desadaptada. - Desempleo. - Alta movilidad social. severa. - Ciclo ascendente de - Falta de dinero. - Aprobación cultural del - Rechazo emocional y conflicto y agresión. - Pérdida del rol. uso de la violencia. falta de calor-afectivo en - Técnicas de disciplina - Pérdida de autoestima y - Aceptación cultural del la infancia. coercitivas. poder. castigo corporal en la - Ignorancia acerca Relaciones conyugales - Estrés conyugal. educación de los niños de las características - Conflicto conyugal. - Insatisfacción laboral. como posesión. evolutivas del niño y sus - Estrés permanente. - Tensión en el trabajo. - Actitud hacia la familia, necesidades. - Violencia y agresión. Vecindario y Comunidad la mujer, la paternidad- - Historia de desarmonía y Características del niño - Aislamiento Social. maternidad. ruptura familiar. - Prematuro. - Falta de apoyo social. - Pobre autoestima. - Bajo peso al nacer. Clase social -Bajo C.I. - Poco responsivo. - Pobres habilidades - Apático. interpersonales. - Problemas de conducta. - Falta de capacidad - Temperamento difícil. empática. - Hiperactivo. - Poca tolerancia al estrés. - Hándicaps físicos. - Estrategias de - Tamaño familiar. afrontamiento - Padre único. inadecuadas. - Hijos no deseados. - Problemas psicológicos. >>> 23 Capítulo 4. El maltrato infantil intrafamiliar >>> Desarrollo Microsistema Exosistema Macrosistema Ontogenético Factores de compensación - C.I. elevado. - Hijos físicamente sanos. - Apoyos sociales - Prosperidad económica. - Reconocimiento de las - Apoyo del cónyuge o efectivos. - Normas culturales experiencias de maltrato pareja. - Escasos sucesos vitales opuestas al uso de la en la infancia. - Seguridad económica. estresantes. violencia. - Historia de relaciones - Afiliación religiosa fuerte - Promoción del sentido positivas con un padre. y de apoyo. de responsabilidad - Habilidades y talentos - Experiencias escolares compartida en el cuidado especiales. positivas y buenas de los niños. - Habilidades relaciones con los iguales. interpersonales - Intervenciones adecuadas. terapéuticas. Fuente: Belsky, 1980; Garbarino, 1977, citados en Gracia y Musitu, 1993. Las relaciones entre los factores asociados con la etiología del maltrato infantil, dada la multiplicidad y los distintos niveles en los que operan, son de una gran complejidad. Los factores de riesgo y los factores de compensación considerados en el cuadro anterior pueden producir efectos bidireccionales, sin embargo, debido a que la dirección del efecto de un factor determinado no es específica, la predicción de su impacto es problemática (Kaufman y Zigler, 1989, citado en Gracia y Musitu, 1993). Así, por ejemplo, los efectos del desempleo son diferentes si es por razones individuales, o por razones sociológicas (depresión económica), y a esto hay que añadir la disponibilidad de otros factores de compensación o de riesgo que se dan simultáneamente. Esto nos lleva a concluir que los antecedentes del maltrato infantil solo pueden ser comprendidos desde una perspectiva multifactorial. 4.2. El sistema de protección de menores El proceso de reforma del sistema de protección se inició hace ya varios años en España. El resultado de este largo proceso legislativo han sido dos leyes: La Ley Orgánica 8/2015, de 22 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia, en adelante Ley Orgánica 8/2015; y la Ley 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia. A continuación, se señalan los conceptos básicos de la protección infantil teniendo en cuenta la actual legislación (Moreno- Torres Sánchez, 2015). 4.2.1. El interés superior del menor Tribunales y órganos legislativos han de valorar el interés superior del menor en todas las acciones y decisiones que le conciernan, tanto en el ámbito público como en el privado, el cual será primordial, reflejando su motivación en los informes técnicos, decisiones y resoluciones que se dicten. Criterios de aplicación e interpretación Derecho a la vida - necesidades básicas, tanto materiales, físicas y educativas como emociona- les y afectivas. 24 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección Deseos, sentimientos y opiniones/ participación. Derecho a su familia de origen. Identidad, cultura, religión/ atención a la discapacidad. 4.2.2. Situación de riesgo Se considerará situación de riesgo aquella en la que, a causa de circunstancias, carencias o conflictos familiares, sociales o educativos, el menor se vea perjudicado en su desarrollo personal, familiar, social o educativo, en su bienestar o en sus derechos de forma que, sin alcanzar la entidad, intensidad o persistencia que fundamentarían su declaración de situación de desamparo y la asunción de la tutela por ministerio de la ley, sea precisa la intervención de la administración pública competente, para eliminar, reducir o compensar las dificultades o inadaptación que le afectan y evitar su desamparo y exclusión social, sin tener que ser separado de su entorno familiar. Intervención La intervención en la situación de riesgo corresponde a la administración pública competente conforme a lo dispuesto en la legislación estatal y autonómica aplicable, en coordinación con los centros escolares y servicios sociales y sanitarios y, en su caso, con las entidades colaboradoras del respectivo ámbito territorial o cualesquier otra. Valoración Conlleva la elaboración de un proyecto de intervención social y educativo familiar que deberá recoger los objetivos, actuaciones, recursos y previsión de plazos, promoviendo los factores de protección del menor y manteniendo a éste en su medio familiar. 4.2.3. Situación de desamparo Se considera como situación de desamparado la que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material. La asunción de la tutela atribuida a la Entidad Pública lleva consigo la suspensión de la patria potestad o de la tutela ordinaria. No obstante, serán válidos los actos de contenido patrimonial que realicen los progenitores o tutores en representación del menor y que sean en interés de éste. La Entidad Pública ante una situación de desamparo tiene por ministerio de la ley la tutela del mismo y deberá adoptar las medidas de protección necesarias para su guarda, poniéndolo en conocimiento del Ministerio Fiscal y, en su caso, del Juez que acordó la tutela ordinaria. Causas del desamparo El abandono del menor. El transcurso del plazo de guarda voluntaria, sin posibilidad de vuelta a casa de los menores y si no se ha producido una prórroga de la guarda. El riesgo para la vida, salud e integridad física del menor. 25 Capítulo 4. El maltrato infantil intrafamiliar El riesgo para la salud mental del menor, su integridad moral y el desarrollo de su personalidad debido al maltrato psicológico continuado o a la falta de atención grave y crónica de sus necesidades afectivas o educativas por parte de progenitores, tutores o guardadores. El incumplimiento o el imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de guarda. La inducción a la mendicidad, delincuencia o prostitución. La ausencia de escolarización o falta de asistencia reiterada y no justificada adecuadamente al centro educativo y la permisividad continuada o la inducción al absentismo escolar. Cualquier otra situación gravemente perjudicial para el menor. Otros factores a tener en cuenta son: que la situación de pobreza no podrá ser tenida en cuenta para la valoración de la situación de desamparo; que se considerará un indicador de desamparo, entre otros, el tener un hermano declarado en tal situación; y que en ningún caso se separará a un menor de sus progenitores en razón de una discapacidad del menor, de ambos progenitores o de uno de ellos. 4.2.4. La guarda (voluntaria o derivada del desamparo) La Guarda es la institución que obliga a quien la ejerce a velar por el menor, tenerlo en su compañía, alimentarlo, educarlo y procurarle una formación integral. La Guarda Voluntaria como la Tutela se materializan mediante el acogimiento familiar y, no siendo éste posible o conveniente para el interés del menor, mediante el acogimiento residencial. El acogimiento familiar se realizará por la persona o personas que determine la Entidad Pública. El acogimiento residencial se ejercerá por el Director o responsable del centro donde esté acogido el menor, conforme a los términos establecidos en la legislación de protección de menores. Modalidades de acogimiento familiar Acogimiento familiar de urgencia, principalmente para menores de seis años, que tendrá una duración no superior a seis meses, en tanto se decide la medida de protección familiar que co- rresponda. Acogimiento familiar temporal, que tendrá carácter transitorio, bien porque de la situación del menor se prevea la reintegración de éste en su propia familia, o bien en tanto se adopte una me- dida de protección que revista un carácter más estable como el acogimiento familiar permanen- te o la adopción. Este acogimiento tendrá una duración máxima de dos años, salvo que el interés superior del menor aconseje la prórroga de la medida por la previsible e inmediata reintegración familiar, o la adopción de otra medida de protección definitiva. Acogimiento familiar permanente, que se constituirá bien al finalizar el plazo de dos años de acogimiento temporal por no ser posible la reintegración familiar, o bien directamente en casos de menores con necesidades especiales o cuando las circunstancias del menor y su familia así lo aconsejen. La Entidad Pública podrá solicitar del Juez que atribuya a los acogedores permanen- tes aquellas facultades de la tutela que faciliten el desempeño de sus responsabilidades, aten- diendo, en todo caso, al interés superior del menor. 26 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección En la tabla 4 se resumen las medidas de protección en función del tipo de situación de desprotección existente (riesgo o desamparo). Tabla 4 Medidas de protección SITUACIÓN DE MEDIDAS DE PROTECCIÓN GUARDA DEL MENOR DESPROTECCIÓN Realización de un proyecto de Dos posibilidades: intervención social y educativo, en el El menor sigue viviendo en su núcleo que incluyan medidas de Apoyo Familiar familiar (y se aplica el proyecto de (entre otras): intervención social y educativo). Intervención técnica. La guarda voluntaria del menor SITUACIÓN DE RIESGO Prestaciones económicas. (como medida de apoyo familiar, con un Centro de Día. Plan individualizado de protección Ayuda a Domicilio. que marque los objetivos, los plazos y la Programas compensadores de carácter previsión de las intervenciones con su socieducativo. familia de origen, incluido el programa de Etc… reintegración familiar. La tutela automática (implica la declaración de desamparo). Conlleva siempre la guarda del menor, Plan individualizado de protección que puede ser en: que marque los objetivos, los plazos y Acogimiento residencial. SITUACIÓN DE la previsión de las intervenciones con Acogimiento familiar: DESAMPARO su familia de origen, incluido si hay - Acogimiento familiar de urgencia. posibilidad de retorno, el programa de - Acogimiento familiar temporal. reintegración familiar (siempre que sea - Acogimiento familiar permanente. posible). Fuente: elaboración propia. 4.2.5. La adopción Es la institución jurídica que, por medio de una decisión judicial, produce entre adoptante/s y adoptado un vínculo de filiación al mismo tiempo que desaparecen los vínculos jurídicos entre adoptado y su familia anterior. La declaración de idoneidad por la Entidad Pública requerirá una valoración psicosocial sobre la situación personal, familiar, relacional y social de los adoptantes, así como su capacidad para establecer vínculos estables y seguros, sus habilidades educativas y su aptitud para atender a un menor en función de sus singulares circunstancias. 4.3. La prevención del maltrato infantil Las situaciones de maltrato infantil se localizan fundamentalmente en el seno de las relaciones intrafamiliares. Su prevención está supeditada a que se produzca la notificación de esa situación potencialmente de riesgo o de desamparo que sufre el menor. Para ello es importante la coordinación entre las áreas que están en contacto con los menores y las familias: el área de servicios sociales, el área de educación, el área sanitaria y el área de justicia (policía). 27 Capítulo 4. El maltrato infantil intrafamiliar Una vez analizados todos los factores de riesgo y los factores de protección en el entorno sociofamiliar del menor se apreciará una situación de riesgo o se propondrá una situación desamparo en función del nivel de gravedad y probabilidad de que la situación se repita, analizando tres bloques de factores: 1) Tipo y características de la desprotección; 2) características del niño; 3) características del entorno sociofamiliar. Esto quedaría reflejado en: Se tendrá en cuenta si el maltrato ha sucedido de forma aislada o por el contrario sucede con frecuencia y/o es un patrón crónico de violencia en la dinámica familiar; se valorará la edad del menor, siendo más vulnerable cuanto más pequeño sea; y se tendrá en cuenta si existe conciencia del problema por parte de la familia y si los factores de riesgo están siendo subsanados. La capacidad de reconocimiento de los padres, acerca de su propia responsabilidad en la situación de desprotección en la que se encuentra el niño, se apunta como uno de los factores más importantes para establecer cualquier programa de rehabilitación de la familia (Conselleria de Justícia i Benestar Social, 2007). 4.3.1. Programas de prevención secundaria y terciaria del maltrato infantil dentro del modelo ecológico Los programas de prevención pretenden compensar diversos déficits en el funcionamiento de las familias (Kelly, 1983; Wolfe, 1985, citados en Mitjans 1996): a) enseñar a los padres métodos eficaces de crianza del niño y técnicas disciplinarias alternativas al castigo físico; b) aumentar la competencia social de los padres mejorando sus habilidades de vida para afrontar el estrés y el conflicto familiar; c) estimular la competencia social de los niños incrementándolas habilidades relacionadas con problemas emocionales, de lenguaje o de relación social; d) mejorar la calidad de vida de las familias en riesgo a través de un mejor uso de los recursos comunitarios y de los grupos de apoyo familiar o informal; e) que se sensibilice a la opinión pública sobre los problemas relacionados con los malos tratos y el bienestar de los menores. A esto habría que añadir el trabajo en habilidades de comunicación e interacción en la familia y el entrenamiento en pautas educativas (Mitjans, 1996). Un ejemplo del trabajo básico a realizar para eliminar o atenuar los factores de riesgo que sufren los menores y sus familias, podría ser el siguiente programa (elaboración propia): 1. Entrenamiento en habilidades de crianza: 1.1. Aprendizaje en el cuidado físico infantil: Alimentación, higiene, cuidados médicos y control de la ropa y el calzado. 1.2. Conocimiento del desarrollo evolutivo infantil: Capacidades de los menores, problemas posibles y necesidades básicas: Físicas, cognitivas, sociales y afectivas. En edades inferiores a 3 años: – Trabajar expectativas parentales inadecuadas. – Entrenamiento en autocontrol. – Enseñanza en habilidades de cuidado de salud. 28 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección – Enseñanza de habilidades de estimulación. – Promoción de interacciones positivas. En edades previas a la adolescencia: – Manejo y control de conducta. Establecimiento de normas. Establecimiento de limites. Disciplina adecuada. – Fomento del proceso de socialización. – Estimulación de sus capacidades. En hijos adolescentes: – Enseñanza conjunta de habilidades de comunicación y negociación. – Técnicas de resolución de problemas. – Reestructuración cognitiva: Modificación de percepciones. Creencias. Expectativas. Atribuciones problemáticas o erróneas. – Aprendizaje de técnicas de control de los impulsos agresivos. 2. Habilidades de vida = adaptación al medio: Búsqueda de empleo. Conservación del trabajo. Relación con instituciones de la comunidad (como servicios sociales, colegios, hospitales, ha- cienda,…). Cuidados de la salud familiar. Manejo del dinero. Reducción del estrés. Búsqueda y aceptación del poyo social. Resolución de problemas: 29 Capítulo 4. El maltrato infantil intrafamiliar – Orientación general sobre la situación problema. – Definición y formulación del problema. – Ver las alternativas para solucionarlo. – Toma de decisiones. – Verificación del resultado. 3. Entrenamiento en habilidades de comunicación e intervención: Técnicas verbales efectivas en la comunicación. Técnicas no verbales efectivas en la comunicación. Patrones de comunicación a eliminar. 4. Entrenamiento en pautas educativas: Técnicas para incrementar el comportamiento deseado. – Alabanza. – Recompensas y privilegios. – Contacto físico. – Atención. Técnicas para disminuir la conducta inadecuada. – Extinción. – Tiempo fuera. – Costo de respuesta. Este programa intenta cubrir algunos de los déficits más habituales en el funcionamiento de las familias en riesgo, ya que se puede llegar a desencadenar una situación de maltrato para el menor. El modelo ecológico intenta trabajar todos los factores de riesgo que sufre una familia y potenciar todos los factores de compensación que se dan en ella, por lo que al programa anterior se le podrían añadir nuevos objetivos a desarrollar dependiendo de la problemática específica de cada familia. Por ejemplo a parte de lo señalado podrían necesitar apoyo económico, terapia de pareja, técnicas de autocontrol, etc., o cualquier otro problema que aumente el estrés familiar. Como señala Gracia y Musito (1993), todos los acercamientos teóricos al maltrato infantil han adscrito al estrés un mayor o menor protagonismo en su etiología. Los resultados de estos estudios relacionan el nivel de estrés y el maltrato infantil, pero no significa que el estrés sea una causa directa del maltrato infantil. Lo que si se ha puesto de manifiesto es que las familias violentas no sólo se encuentran sometidas a altos 30 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección niveles de estrés, sino que, además, presentan características que las hacen más propensas a responder a la presión psicológica con la violencia, en lugar de desarrollar comportamientos adaptativos (Gelles, 1973; Parke y Collmer, 1975; Garbarino, 1976; Justice y Duncan, 1976; Egeland et al., 1980; Gaudin y Pollane, 1983; Justice et al.,1985; Straus y Kantor, 1987, citados en Gracia y Musitu, 1993). Otro ejemplo de programa comprehensivo (ecológico) es el que aplicó Lutzker, Wesch y Rice en 1984, que dentro de una perspectiva ecológica y conductual, desarrolló las siguientes15 estrategias para compensar diferentes necesidades de las familias de los menores en riesgo: Desarrollo de habilidades en el niño. Entrenamiento de los padres en el manejo del menor. Autocontrol. Reducción de estrés. Entrenamiento en la asertividad. Búsqueda de empleo. Manejo de conductas en diversas situaciones. Manejo del dinero. Actividades de tiempo libre. Apoyo social. Tratamiento del alcoholismo Seguridad en el hogar Conservación de la salud. Ayuda a madres solteras Asesoramiento material En este programa las estrategias se aplicaron según las necesidades de cada familia y de los menores en riesgo. Los programas de intervención en familias donde hay desprotección infantil no sólo pretenden finalizar con la conducta maltratante y tratar las secuelas negativas que ello ha provocado en el niño, sino que persiguen que el núcleo familiar adquiera un funcionamiento adaptativo, y para ello se requiere: reforzar la capacidad de la familia para hacer frente de manera satisfactoria a las diferentes fases de su ciclo vital, mejorar la calidad de las relaciones familiares, incluyendo la relación de conyugal, paterno-filial y fraternal, que mejoren las relaciones de familia con su entorno y reforzar los sistemas de apoyo social, y minimizar los factores de estrés que pueden influir negativamente en la familia y reforzar su capacidad para enfrentarse de manera eficaz a los problemas (Pooley y Littel, 1986). 31 Capítulo 4. El maltrato infantil intrafamiliar El trabajo con estas familias debe ser coordinado entre los profesionales de los equipos de servicios sociales, de educación, sanitario y la policía. Es importante tener en cuenta que las experiencias de maltrato físico o emocional y de negligencia durante la infancia pueden desencadenar con posterioridad comportamientos antisociales y delincuencia (Garrido, 1993), que como señala Garrido y López (1995), no supone necesariamente que todos estén abocados de forma inexorable a cumplir con ese destino, pero sí recogen que una proporción importante de los delincuentes adultos, especialmente los más violentos, han sufrido una historia de maltrato y de negligencia durante su infancia y adolescencia. No hay que olvidar que las relaciones familiares van a determinar la posterior orientación social de sus miembros. Si esa orientación es negativa, si se produce un rechazo hacia la sociedad o se dan sentimientos de marginación, la persona va a tener menos capacidad para hacer frente a las experiencias vitales que se le presentan, aumentando su vulnerabilidad y favoreciendo un pobre ajuste psicosocial. Si por el contrario, se da una orientación social positiva, con una mayor implicación en el contexto social, se promoverá un acceso adecuado a los recursos sociales, disminuyendo su vulnerabilidad y favoreciendo el bienestar bio-psicosocial (Musitu y Allatt, 1994; Navarro, Musitu y Herrero, 2007). 32 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección Capítulo 5 Convivencia escolar y violencia La convivencia escolar se ha configurado como uno de los principales objetivos de la educación. El Informe Delors (1996) constituyó un punto de inflexión a partir del cual se le otorgó una gran importancia al clima escolar y a la promoción de la enseñanza orientada a aprender a vivir con los demás, es decir, al fomento de la convivencia desde los centros educativos (Consejo Escolar del Estado, 2001). Por este motivo, en las últimas décadas el estudio de la convivencia escolar ha adquirido una gran importancia por su relación con el bienestar y el desarrollo positivo de la comunidad educativa (Del Rey, Casas y Ortega, 2017). La convivencia hace referencia a un complejo entramado de relaciones interpersonales que se producen entre los distintos agentes de la comunidad educativa: las familias, el profesorado y el alumnado (Del Rey, Ortega-Ruiz y Casas, 2016). Desde una perspectiva pragmática, diversos estudios la han analizado entendiéndola como un contexto social que permite hacer frente a los conflictos interpersonales que afectan a los estudiantes (Ortega-Ruiz, Casas y Del Rey, 2014). Se trata de una competencia que el alumnado debe integrar y ejercer de forma pacífica y exitosa con el fin de desenvolverse satisfactoriamente en la sociedad actual, donde el trabajo en equipo y la cooperación juegan un papel fundamental (Córdoba, Del Rey, Casas y Ortega, 2016). Para ello, la convivencia implica el establecimiento de normas y acuerdos que, junto con los principios morales, garanticen el respeto y el bien común entre los distintos sistemas de relación que se producen en el contexto escolar (Del Rey, Ortega y Feria, 2009). Por tanto, dado que en los centros educativos se originan procesos de enseñanza y aprendizaje relevantes para el desarrollo positivo de los estudiantes, la 33 Capítulo 5. Convivencia escolar y violencia convivencia escolar constituye un reto y un factor de calidad de la educación (Córdoba-Alcaide, Ortega- Ruiz y Nail-Kröyer, 2016). Durante las últimas décadas se ha fomentado en el contexto educativo un modelo de convivencia para prevenir los problemas y conflictos escolares y promover la calidad de las relaciones interpersonales mediante la implementación de programas globales (whole policy) de mejora de la convivencia (Del Rey, Casas y Ortega-Ruiz, 2017). Sin embargo, el uso de los dispositivos electrónicos y su repercusión en la vida social de las personas (Casas, Del Rey y Ortega-Ruiz, 2016) han configurado una nueva realidad aumentada (Barroso, 2013) en la que se desarrollan nuevas formas de comunicación (Kim, 2011). Las redes sociales directas y las redes sociales virtuales convergen aumentando el marco de relaciones entre los iguales y aportando nuevos estímulos a la vida social juvenil (Ortega-Ruiz, Casas y Del Rey, 2014). Por este motivo, la convivencia escolar se ha complejizado y ya no solo es necesario hablar de este concepto, sino también de ciberconvivencia (Ortega, Del Rey y Sánchez, 2012). Este nuevo concepto, ciberconvivencia, puede ser entendido como una extensión del clima y la convivencia escolar a las redes sociales virtuales e Internet, teniendo en cuenta la incorporación de nuevas normas de convivencia que se adapten a las características del entorno digital. Por tanto, para abordar de manera eficaz la convivencia escolar en los centros educativos es necesario también incluir las relaciones interpersonales virtuales o ciberrelaciones, de manera que se fomenten los elementos positivos que facilitan la calidad de las relaciones entre los diferentes agentes educativos, tanto en la vida online como en la vida offline, abordando así la convivencia y la ciberconvivencia escolar (Del Rey et al., 2016). No obstante, a pesar de la importancia de un desarrollo positivo de la convivencia, en los nuevos sistemas de interacción, junto a los tradicionales, se producen determinados comportamientos relacionados con la violencia escolar que alteran el clima del centro educativo y dificultan una convivencia y ciberconvivencia de calidad. Este tipo de violencia puede ir dirigida hacia el alumnado, el profesorado o las propiedades materiales del centro, y tiene lugar en las instalaciones escolares (aula, patio, lavabos, etc.), en los alrededores del centro, en las actividades extraescolares (Serrano y Iborra, 2005) y/o en las redes sociales e Internet (Kim, 2011). Entre las distintas manifestaciones de la violencia escolar, el acoso (bullying5) y el ciberacoso (cyberbullying) han revelado ser dos de los fenómenos que más obstaculizan la dinámica de la convivencia y la ciberconvivencia escolar en los centros educativos (Calmaestra, Vega Gea y Mora- Merchán, 2016). 5.1. Delimitación conceptual del acoso escolar y el ciberacoso La etapa educativa es un escenario fundamental en la vida de cualquier niño, niña o adolescente, ya que constituye un periodo de definición y desarrollo de su propia identidad (Gómes-Franco-e-Silva y Sendín-Gutiérrez, 2014). Durante esta etapa deben enfrentarse a conflictos en el seno de las relaciones interpersonales con sus iguales, que si se consolidan como un proceso de agresión injustificado, intencional y prolongado en el tiempo, donde existe una relación desigual de poder (víctima y agresor), puede dejar de ser un conflicto y convertirse en acoso (Smith, 2016). 5 A lo largo de este documento se utilizará el término “acoso”, “acoso tradicional” o “acoso escolar” para referirnos al bullying y “ciberacoso” para referirnos al cyberbullying. 34 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección 5.1.1. Acoso escolar El origen de las investigaciones sobre acoso escolar se sitúa en Escandinavia en los años 70. Olweus fue pionero en las publicaciones acerca de este fenómeno (Olweus, 1973) y desarrolló un cuestionario de autoinforme (Olweus, 1989) para medir la incidencia de esta problemática entre los jóvenes en los centros educativos. Esta herramienta se ha configurado como uno de los instrumentos más utilizados para estudiar y analizar el acoso escolar (Ortega, 2010; Smith, 2016). Olweus define el “school bullying” o acoso escolar así: “Decimos que un alumno está siendo intimidado cuando otro estudiante o grupo de estu- diantes: dice cosas mezquinas o desagradables, se ríe de él o ella o le llama por nombres molestos e hirientes. Le ignora completamente, le excluye de su grupo de amigos o le retira de actividades a propósito. Golpea, patea y empuja, o le amenaza. Cuenta mentiras o falsos rumores sobre él o ella, le envía notas hirientes y trata de convencer a los demás para que no se relacionen con él o ella. Y cosas de este estilo. Si esto ocurre frecuente- mente, es difícil para el estudiante que está siendo intimidado defenderse por sí mismo. También es acoso cuando un estudiante está siendo molestado repetidamente de forma negativa y dañina. Pero no consideramos acoso cuando alguien se mete con otro de forma amistosa o como un juego. Tampoco es acoso cuando dos estudiantes de la misma fuerza discuten o pelean” Olweus (1999: 31). Por tanto, el acoso escolar es un tipo de comportamiento agresivo (Salmivalli y Nieminen, 2002), entendido como un abuso sistemático entre iguales, donde existe un desequilibrio de poder, ya sea físico, psicológico o social (Rigby y Slee, 1991), que se produce de manera intencional y repetida en el tiempo (Ortega, Calmaestra y Mora-Merchán, 2008). Se podría decir que es una victimización prolongada, mal afrontada y deteriorante. Se trata de una conducta agresiva persistente, de manera que cuando un estudiante o un grupo han establecido una relación de intimidación con otro estudiante se crea una trama que refuerza su capacidad de generar miedo. De acuerdo con esta definición, no es acoso cuando dos iguales que tienen la misma fuerza (física, psicológica o verbal) se victimizan entre sí. En sus inicios, la investigación estadounidense se ha centrado más en la violencia escolar o en la victimización entre compañeros, pero no tanto en el acoso escolar en concreto. Por ello, no debe equipararse el acoso escolar con cualquier tipo de agresión o violencia. No toda agresión o violencia implica acoso (Ttofi y Farrington, 2010). En este sentido, este fenómeno puede ser realizado por una o varias personas y se puede manifestar de diferentes formas (Smith, 2016): Física: consiste en cualquier tipo de agresión física contra otra persona, por ejemplo, golpes o empujones. Cuando se comenzó a estudiar el acoso escolar se vinculaba con mayor frecuencia a este tipo de manifestación, de carácter más físico y relacionada con conductas observables. Verbal: se refiere al abuso a través de la palabra, como el uso de insultos o motes. 35 Capítulo 5. Convivencia escolar y violencia Indirecta: se trata de un tipo de manipulación de carácter social en la que el agresor utiliza a otras personas para agredir a la víctima. Relacional: hace referencia al perjuicio de las relaciones sociales que mantiene la víctima. Este tipo de bullying está relacionado con el bullying indirecto, e incluye tanto la difusión de rumores como la exclusión social. Psicológica: todos los tipos de maltrato especificados incluyen agresiones psicológicas debido al impacto emocional y afectivo que suponen. Este tipo de maltrato entre iguales se mantiene a causa de dos conceptos vitales para comprender el acoso: la ley del silencio y la ley de dominio-sumisión. La ley del silencio consiste en la actitud pasiva o la censura autoimpuesta de la problemática que adquieren las víctimas y los espectadores por diferentes motivos, ya sea por miedo a las consecuencias o por la complejidad de la situación. La ley de dominio-sumisión se refiere al proceso según el cual las personas involucradas en la situación de acoso se acostumbran a ejercer el rol asignado a través del uso del poder. El agresor aprende a dominar y la víctima aprende a no oponer resistencia, encontrándose en un estado de indefensión aprendida (Ortega, 1998). De este modo, el acoso escolar no se reduce a características comportamentales individuales, sino también a dinámicas interaccionales en la formación de los grupos de pares (Smith, 2001). Cuando varios alumnos acosan conjuntamente a otro, es muy probable que concurran determinados mecanismos sociales, psicológicos o de grupo. Varios de ellos se han tratado con cierto detalle en Olweus (1978, 1993) pero, por razones de espacio, aquí simplemente se mencionarán: “Contagio” social; Debilitamiento del control o de las inhibiciones contra las tendencias agresivas; “Responsabilidad difusa”; Cambios cognitivos graduales en la percepción del acoso y de la víctima. Todos ellos pueden facilitar la comprensión y explicación de por qué determinados estudiantes, normalmente sociables y no agresivos, participan en estos ataques sin grandes recelos. Así, en este fenómeno grupal la mayoría de los niños y niñas tienen roles de participación definidos, pudiéndose identificar los siguientes (Salmivalli, Lagerspetz, Björkqvist, Österman y Kaukiainen, 1996): Agresor. Se trata de aquellos estudiantes que tienen un comportamiento activo de conducta agresiva. Toman la iniciativa de comenzar y mantener acciones intimidatorias. Víctima. Se refiere a los alumnos o alumnas que se sienten maltratados injustamente y sufren las agresiones y ataques por parte del agresor o agresores de manera prolongada, llegando a sentir indefensión por no saber salir por sus propios medios de esa situación. Según Smith (2001), un 30% de las víctimas no se atreven a denunciar su situación, probablemente por el miedo a las represalias y a una mayor exclusión del grupo de pares. Además, el bullying indirecto y relacional representa un problema difícilmente denunciable ya que los estudiantes consideran que no es percibido como maltrato por los adultos, sino que forma parte del desarrollo normal de las rela- ciones entre adolescentes. 36 Violencia y acoso escolar: concepto, incidencia y factores de riesgo y protección Víctima/agresor. Hace referencia a las víctimas agresivas o agresores victimizados, en función de qué rol sea el predominante. Este tipo de alumnos y alumnas ejercen como víctimas y como agresores, jugando un papel paradójico que alterna entre intimidaciones y victimizaciones. Este colectivo suele utilizar la agresión como una reacción: cuando se sienten agredidos, contestan en forma de represalia. Parece más una actitud de tipo emocional que una voluntad calculada de dañar (Ortega y Mora-Merchán, 2000). Por tanto, puede llegar a ser una de las consecuencias de la victimización. A veces, la única manera de resistir y sobrevivir es volverse agresores y mos- trar a sus iguales que corren también el riesgo de ser agredidos (Ortega, 2000). Espectador. Dentro de este grupo podemos encontrar diferentes formas de actuar ante una si- tuación de acoso: Colaborador del agresor: incluye al alumnado que es activo en las conductas intimidatorias, pero no tiene la iniciativa propia de llevar a cabo comportamientos agresivos, sino que actúa como seguidor del agresor. Animador: aprueba y refuerza el comportamiento agresivo. Estimula y proporciona una audien- cia al agresor a través de risas, estando presente como observador o incitando al acoso. Defensor de la víctima: se trata de aquellos estudiantes que apoyan y consuelan a la víctima y se esfuerzan activamente para que el agresor deje de acosarla. Neutral: permanece ajeno a las situaciones de acoso, pero sostiene con su indiferencia dicha situación. Agresor Colaborador del agresor Animador Agresor/víctima Espectador Defensor de la víctima Neutral Víctima Figura 2. Roles de participación en acoso escolar. Fuente: elaboración propia. Además del ya citado cuestionario de autoinforme elaborado por Olweus (1989), otro de los instrumentos que se pueden utilizar para valorar el acoso escolar tradicional es la versión validada en España del European Bullying Intervention Project Questionnaire (ECIPQ) (Ortega-Ruiz, Del Rey y Casas, 2016). Este cuestionario mide el comportamiento de acoso tradicional, tanto en la dimensión de victimización como de agresión, y está formado por 14 ítems de tipo Likert con 5 opciones de respuesta (0= no, 1= una o dos veces, 2= una o dos veces al mes, 3= alrededor de una vez a la semana, 4= más de una vez a la semana). 37 Capítulo 5. Convivencia escolar y violencia 5.1.2. Ciberacoso y otros riesgos de la red En la última década, la evolución de la sociedad y la aparición de la red ha complejizado el comportamiento de los jóvenes. El uso generalizado de Internet y las redes sociales virtuales han facilitado que distintos tipos de riesgos hayan traspasado las barreras físicas del centro educativo. Fenómenos como el cibera- coso (Slonje y Smith, 2008), la dependencia a las redes sociales virtuales (Del Rey, Casas y Ortega, 2012), el cybergossip (Salmerón, Campillo y Casas, 2013) o el sexting (Kopecky, 2015), se han convertido en un nuevo desafío para los profesionales de la educación y las familias debido a la brecha digital existente entre las diferentes generaciones. La aparición de las TIC y las redes sociales virtuales han abierto nuevos canales de comunicación y nuevos espacios digitales donde la población adolescente tiene más opciones para agredir y victimizar a sus iguales (Juvonen y Gross, 2008; Rigby, 2012). Este nuevo fenómeno se denomina ciberacoso y es uno de los fenómenos que más ha trascendido socialmente por su relevancia y las posibles consecuencias que puede conllevar en los jóvenes (Del Rey, Casas y Ortega-Ruiz, 2017). Hace referencia a una forma específica de agresión injustificada, intencional y prolongada en el tiempo que aparece entre los iguales y se produce en el entorno digital mediante el uso de medios electrónicos (Ortega-Ruiz, Del Rey y Casas, 2015; Tokunaga, 2010). El ciberacoso mantiene las cuatro grandes características del acoso: intención de dañar, desequilibrio de poder, prolongación en el tiempo y el hecho de ser una agresión injustificada, pero al mismo tiempo hay evidencia científica de que el entorno virtual modifica sustancialmente algunos comportamientos (Kowalski, Giumetti, Schroeder y Lattanner, 2014). Aunque se pueda considerar como una nueva variante del acoso escolar (Garaigordobil, Martínez-Valderrey, Páez y Cardozo, 2015), características como la repetic

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