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Literatura gaucha o gauchesca-.pdf

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I 13 I 14 I El Martín Fierro o la plenitud del género José Hernández (1834-1886) compuso el Martín Fierro sobre las bases de una poesía gauchesca ya firmemente establecida como género, lo que le permite introducir innovaciones formales que en algun...

I 13 I 14 I El Martín Fierro o la plenitud del género José Hernández (1834-1886) compuso el Martín Fierro sobre las bases de una poesía gauchesca ya firmemente establecida como género, lo que le permite introducir innovaciones formales que en algunos casos, como el uso del monólogo en lugar del diálogo, representan una vuelta a las raíces: un gaucho cantor que cuenta sus desventuras acompañando su canto con una guitarra. Su obra logra ensamblar el discurso ideológico y literario con una perfección que aúna las dos vertientes anteriores, la militante de Hidalgo y el primer Ascasubi, y la estetizante de Del Campo. La publicación de La vuelta de Martín Fierro, en 1879, coincidió con la época de modernización y afianzamiento del Estado liberal, que dejaba al gaucho fuera del espectro social y político. En consecuencia, esa fecha marca el ocaso de la literatura gauchesca, que queda como elemento esencial de la cultura y del arte argentinos. La figura del gaucho Martín Fierro No existe consenso sobre el origen de la palabra gaucho, aunque la etimología más citada es el vocablo quichua huachu ("huérfano") que habrían transformado los colonizadores españoles ampliando también su significación a "vagabundo". Se llamaba "gauchos" a los habitantes de las extensas llanuras a ambos lados del Río de la Plata y desde el límite con la Patagonia, hasta el Estado de Río Grande del Sur de Brasil, por el norte. Si bien se aplicó, generalmente, el nombre al criollo o mestizo de sangre española e india, más que una raza señalaba un tipo de vida. Desde el siglo XVII, los gauchos recorrían libres la llanura, dedicados a la caza del abundante ganado cimarrón. El caballo era su medio de transporte y su más fiel compañero, y se mostraban habilísimos en el manejo de las boleadoras, el lazo y el cuchillo durante las vaquerías. El comercio de carne y cueros fue su sustento hasta que la insaciable demanda de estos productos por parte de europeos y portugueses del Brasil, la competencia con los indios y el inicio de actividades agrícolas en la llanura diezmaron los ganados cimarrones y alteraron para siempre su modus vivendi. Ya entrado el siglo XIX, muchos gauchos participaron de las luchas por la independencia o sirvieron en las filas de distintos caudillos federales; otros fueron forzados a ir a la frontera a luchar contra el indígena o entraron a trabajar como peones en saladeros y en las primeras haciendas. La palabra gaucho se cargó, entonces, de un valor ambiguo y se diferenciaron dos tipos: el paisano gaucho, honrado, trabajador y respetuoso de la autoridad, que se convierte en soldado o peón y el gaucho neto, jugador y pendenciero, que huye de la disciplina y es desertor y delincuente. Hacia 1880, el gaucho ha dejado de ser un hombre libre y su naturaleza ha sido doblegada por el afianzamiento de una política y economía liberales, que lo ven como elemento de atraso contrario a la civilización. Paradójicamente, sus características de hombre independiente, rudo pero leal, sencillo pero sabio, se volvieron valores arquetípicos del ser argentino. Martín Fierro (El libro) El Martín Fierro se publicó en dos partes. La primera (conocida como La Ida) apareció en 1872 en forma de folleto barato, junto con otros escritos de carácter programático y político. Es un poema extenso dividido en cantos. En la carta prólogo al editor, Zoilo Miguens, Hernández expone el objetivo de su obra: “Me he esforzado (…) en presentar un tipo que personificara el carácter de nuestros gauchos (…) que, al paso que avanzan las conquistas de la civilización, va perdiéndose casi por completo”. 15 La Ida En la primera parte, Martín Fierro se propone como un sujeto colectivo de enunciación: en las desgracias que él narra, se encuentran las de todos los gauchos. A lo largo de los trece cantos que contiene “La Ida”, Fierro evoca la vida feliz de los habitantes de la campiña y su ambiente familiar, hasta el reclutamiento obligatorio hacia la frontera. Narra los avatares de su vida en el fortín puesto que, a menudo, debe afrontar los ataques del malón. Luego de tres años, huye, y al regresar a su hogar, lo encuentra convertido en una tapera. Entonces decide hacerse “gaucho matrero”. Mata a un moreno y a otro gaucho. La justicia lo persigue y en una ocasión, se encuentra con la partida. Cruz, uno de sus integrantes, sale en su defensa y , desde ese momento, se convierten en amigos, porque también este sargento ha sufrido las arbitrariedades del poder. A partir de esta parte (canto X), se produce un cambio de narrador en el poema. Cruz hará el relato de su vida, hasta el último canto en el que Fierro retoma, rompe su guitarra y decide huir con Cruz de la civilización y refugiarse entre los indios, en el desierto. La Vuelta La segunda parte se publicó en 1879, luego del éxito alcanzado por la primera y cuando Hernández se había reintegrado, como diputado, a la vida política del país. En el prólogo –“Cuatro palabras a los lectores”- añade otros objetivos a los que ya había formulado, que están relacionados con el deseo de integrar al gaucho a la vida institucional de la nación. La Vuelta está compuesta por treinta y tres cantos, y narra el sufrimiento de Cruz y Fierro entre los indios, la muerte de Cruz, el encuentro de Fierro con la cautiva y la lucha con el indio que la castigaba; su regreso al mundo civilizado, el encuentro con sus hijos y los relatos que ellos hacen de sus vidas. Se destacan el relato de Picardía (hijo de Cruz); el encuentro de Fierro con el hermano del moreno asesinado y la payada en la que se debaten; los consejos de Fierro a sus hijos y a Picardía, y la separación definitiva de los cuatro personajes. Martín Fierro: El personaje En el capítulo II de Facundo, en que trata de la “originalidad y caracteres argentinos”, Sarmiento describe cuatro tipos de gauchos: el rastreador, el baquiano, el cantor y el gaucho malo, como distintos entre sí. Hernández presenta lo que es inherente a cada uno reunido en el prototipo Martín Fierro. Martín Fierro declara, desde el comienzo, ser cantor: “... dende el vientre de mi madre / vine a este mundo a cantar” Como baquiano, cuando nuestro héroe deserta da la frontera, inmediatamente encuentra el rumbo para volver a su hogar: “Volvía al cabo de tres años / de tanto sufrir al ñudo, / desertor, pobre y desnudo, / a procurar suerte nueva, / y lo mesmo que el peludo / enderecé pa' mi cueva”. Cuando, ya desertor, está a punto de ser alcanzado por la partida, no solamente por el grito del chajá se pone en guardia, sino que, como buen rastreador, con sólo aplicar el oído al suelo, advierte que se acercan muchos jinetes, que lo hacen sigilosamente y que viene armados: “como lumbriz me pegué / al suelo para escuchar; / pronto sentí retumbar / las pisadas de los fletes, / y que eran muchos jinetes / conocí sin vacilar”. La condición del gaucho malo o matero es en Fierro puramente circunstancial: “Y atiendan la relación / que hace un gaucho perseguido / que padre y marido ha sido, / empeñoso y diligente, / y sin embargo la gente / lo tiene por un bandido”. 16 Atendiendo, precisamente, a la relación de su vida, se puede comprobar que Martín Fierro -y el gaucho que él representa- es un ser dotado de virtudes sociales, a pesar de opiniones en contra que lo presentan como antisocial, resentido y anárquico. La primera de esas virtudes es el respeto por la vida ajena: “el hombre no mate al hombre / ni pelee por la fantasía”, aconseja Fierro a sus hijos. Lejos de querer vivir al margen de toda la organización social, reclama para el hombre de campo las instituciones básicas: “Debe el gaucho tener casa / escuela, iglesia, derechos”. Claramente expone su concepto de vida familiar, arraigada en un lugar: “Tuve en mi pago en un tiempo...”; con un hogar estable: “Sosegao vivía en mi rancho...”; como “padre y marido empeñoso y diligente”; con bienes propios: “hijos, hacienda, mujer”. Virtud social por excelencia, el respeto a la propiedad ajena: “... pues no es vergüenza ser pobre / y es vergüenza ser ladrón”. Igualmente, el respeto a la autoridad: “obedezca el que obedece / y será bueno el que manada”; y a los mayores: Respeten a los ancianos; / el burlarlos no es hazaña”. Preconiza el trabajo como forma de realización personal: “debe trabajar el hombre / para ganarse su pan…”; como medio de subsistencia: “el trabajar es la ley / porque es preciso adquirir”; para insertarse en la comunidad: “me he decidido a venir / y me dejan trabajar”. Una nueva lengua El Martín Fierro, además de proponer le denuncia de la condición social del gaucho, construye un nuevo género, surgido de la reelaboración literaria del saber u la experiencia rurales. La lengua de este nuevo género tiene ese carácter de novedad porque expresa una conciencia distinta y, a diferencia de la de Ascasubi e Hidalgo, sus rasgos determinantes se manifiestan por las peculiaridades fonéticas, los arcaísmos y los americanismos que contiene, además del uso de una sintaxis que elude las estructuras subordinadas. En el plano del significado, propone una utilización, hasta entonces inédita, de la metáfora y de otras posibilidades connotativas del lenguaje. La forma del poema es su contenido mismo El esquema de la sextina tradicional es aab/aab o aab/ccb La combinación original de Hernández presenta el siguiente: a (libre)bbccb. La estrofa usada es exclusivamente hernandiana. Se trata de una sextina (estrofa de seis veros de arte menor) que no es la tradicional. Los versos son octosílabos, métrica que refuerza su carácter popular. Esta originalidad en la forma tiene que ver con las posibilidades que ésta ofrece para reproducir el habla gaucha, con su falta de enlaces lógicos, su desconocimiento de las reglas gramaticales y otros rasgos a los que Hernández se refiere en los prólogos de 1872 y 1879. El poema contrapone dos etapas de la vida del gaucho: una feliz y otra desdichada. Esto tiene su correlato histórico. En la primera parte del siglo XIX el gaucho se desplazaba libremente por la pampa donde abundaba el ganado cimarrón. Realizaba tareas como la doma o el arreo del ganado. Esta situación cambió tras la caída del gobierno de Rosas. Llegó el ferrocarril, los campos se alambraron, el ganado se marcó. Era la época de Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Roca. Los estancieros utilizaban al gaucho como mano de obra barata y los políticos lo usaban para aumentar su caudal electoral o para enfrentar a los indios. 17 El gaucho fue marginado de la sociedad y fue desapareciendo a medida que se fortalecieron las estancias, que necesitaban peones disciplinados, acomodados a una cultura del trabajo. Sin embargo, la literatura y el imaginario colectivo lo elevaron a la categoría de mito. “Pues son mis dichas y desdichas, las de todos mis hermanos; ellos guardarán ufanos en su corazón mi historia; me tendrán en su memoria para siempre mis paisanos”. 18 I 19

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