La Niña Del Espejo PDF
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Carlota Carvallo de Núñez
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Summary
Este es un cuento infantil llamado \"La Niña del Espejo\", que trata sobre una niña que encuentra un espejo mágico. La niña se encuentra con una niña en un espejo, y esta niña le cuenta su historia.
Full Transcript
# La niña del espejo ## Cuento 2 Recuerdo muy bien el día en que la niña rubia apareció en nuestra casa. Era una tarde fría y lluviosa. Los niños mirábamos con tristeza hacia la calle tras de los vidrios, pues no nos estaba permitido salir. "¿Qué hacemos ahora?" -preguntó Lina con aire de aburri...
# La niña del espejo ## Cuento 2 Recuerdo muy bien el día en que la niña rubia apareció en nuestra casa. Era una tarde fría y lluviosa. Los niños mirábamos con tristeza hacia la calle tras de los vidrios, pues no nos estaba permitido salir. "¿Qué hacemos ahora?" -preguntó Lina con aire de aburrimiento. "Mamá no llegará hasta las ocho" -dijo Maya. Yo, que era la menor de la familia, intervine: "¿Por qué no vamos al cuarto cerrado?" "Mamá se enojaría. Nos tiene prohibido entrar allí..." Entonces decidimos hacer una visita al cuarto cerrado. "¿En dónde está la llave?" "Yo la he visto sobre una repisa en el dormitorio de mamá." Corrimos a buscarla y poco después lanzábamos grandes exclamaciones de alegría: -¡Aquí está! -¡Mía es! -¡Yo la encontré! Y nos dirigimos a las escaleras que conducían al cuarto cerrado. Introdujimos la llave en la cerradura y la puerta se abrió lentamente... Era una habitación muy oscura que olía a polvo y humedad. Muebles rotos, cuadros apolillados, objetos inservibles y ropa gastada, todo se hallaba hacinado en el más completo desorden. Yo encontré un antiguo sombrero de plumas dentro de un baúl y me lo puse. Luego pregunté haciendo un expresivo mohín. "¿Qué tal me queda?" Todos rieron alegremente. En realidad, yo debía tener un aspecto muy gracioso, con ese sombrero descomunal... "¿En dónde hay un espejo para mirarme?" -pregunté... "En ese rincón veo uno colgado" -exclamó Maya... Corrí hacia el lugar que mi hermanita me señalaba. Lancé un grito de desencanto. El espejo parecía inservible. Cubría la luna una gran mancha de humedad. Me encaramé sobre un cajón hasta alcanzar la altura del espejo. Miré detenidamente. Aún quedaban pequeños círculos brillantes, en donde se reflejaba mi figura ridículamente tocada con el gran sombrero rojo. Arreglé mi cabello y sonreí con picardía. No advertí, mientras tanto, que ya mis hermanos habían abandonado la habitación, para correr en busca de nuevas aventuras y yo me hallaba sola ante el espejo. De pronto ocurrió una cosa extraordinaria: Allí en el fondo de este, como envuelto en tenue niebla, había un rostro que no era el mío. Me volví bruscamente para ver a quién pertenecía la imagen reflejada. Pero no había nadie. Miré otra vez asombrada y advertí que la niña me sonreía. "¿No seré yo misma?... Veamos con calma... Mis ojos son negros y ella los tiene más grandes y verdes... Mis cabellos son castaños y esa niña los tiene rubios y en grandes bucles que le caen sobre los hombros..." "Pero entonces, si no soy yo... ¿quién puede ser?... ¡Es otra niña!" Y luego pregunté en voz alta: "¿Cómo te llamas?" "No tengo nombre... Lo he olvidado..." -respondió con suave voz. "¿Entonces, por qué no sales a jugar con nosotros?... Ven... te ayudaré..." Y extendía la mano. Pero no fue el frío vidrio lo que toqué, sino unos dedos cálidos y pequeñitos... La niña rubia dio un salto y apareció junto a mí... "¡Ya está lista!" -exclamé alegremente, mientras extendía con cuidado los volantes de su vestido. "¿Cómo es posible que no tengas hambre?" -dije. Y sin aguardar respuesta, llamé a grandes voces a mis hermanos: "¡Maya!... ¡Lina!... ¡Antonio!" Ellos acudieron inmediatamente... "¿Para qué nos llamas?" Y luego al ver a la niña preguntaron: "¿De dónde ha salido?" -¡Del espejo! A ellos no les sorprendió lo más mínimo lo extraordinario de esta afirmación. ¿Acaso no era posible que la niña saliera del espejo? -¡Ahora ya somos más para jugar! -exclamaron. Y dimos comienzo a una diversión desenfrenada, dentro de aquella habitación, hasta que se escucharon pasos lejanos y el chirriar de puertas que se abrían... Una voz atemorizada exclamó... -¡Ya viene mamá!... Cerramos la puerta y bajamos de puntillas la escalera. Dejamos la llave en su lugar y adoptamos una actitud de niños buenos y obedientes. Mi madre nos besó complacida. "¿Se han portado bien?" -preguntó... Todos asentimos... -"Ya es hora de acostarse... ¡Buenas noches! -nos dijo. Y después de darnos un beso en la mejilla nos mandó retirarnos a nuestras habitaciones... En ese momento fue que yo recordé a la niña del espejo. "¡La he dejado sola!" -pensé. Pero ya era tarde para lamentar mi descuido. Pasó mucho tiempo antes de que pudiéramos entrar nuevamente en el cuarto cerrado. Mi madre guardaba celosamente la llave y ninguno de nosotros conocía su secreto escondite. Hasta que al fin un día la olvidó sobre su velador cuando yo estaba sola en casa. Subí las escaleras llena de ansiedad y penetré en la oscura habitación. Me acerqué al espejo y después de contemplarlo unos momentos empecé a notar un rostro que iba haciéndose más preciso, hasta llegar a mi lado "¡Vamos a jugar!" -le propuse. La voz del espejo respondió: La última vez me dejaste sola. Si esto vuelve a ocurrir no me verás nunca más... -¡Perdóname! -le supliqué... Entonces se escucharon unos pasos que subían la escalera. Quise huir pero ya era tarde. Mi madre asomaba la cabeza dentro de la habitación. "¿Qué haces ahí?" -preguntó con voz severa. "¿No te he dicho tantas veces que no debes entrar en ese cuarto?" Fue solo entonces que notó la presencia de la niña... "¿Y esta niña, de dónde ha venido?" -¡Del espejo! "¿Estás loca?... ¡Ya te he dicho que no me gustan esas fantasías!" -¡Pero si es verdad! ¡Ha venido desde el fondo del espejo! Mi madre tomó a la niña rubia de la mano y la hizo salir de la habitación. -¡Dime en dónde vives para llevarte a tu casa!... ¿Cómo te llamas? -¡No tiene nombre! -dije yo... Sin embargo, mandó averiguar en la vecindad el domicilio de la pequeña desconocida... Mientras tanto la niña había vuelto silenciosamente al espejo. Durante mucho tiempo no pude introducirme en el cuarto cerrado, para jugar con mi amiguita. Al fin, un día mi madre emprendió un largo viaje y yo pude penetrar en la habitación. Me acerqué al espejo. Esperé unos momentos y la niña no aparecía. La llamé a grandes voces y lentamente vi dibujarse su rostro hasta que llegó junto a mí. "¿Qué ha sucedido?" -exclamé-. "¡Ahora eres mucho más pequeña que yo!" Y jugamos. Pero ya no era posible divertirnos como antes, porque a mí ya no me gustaban las muñecas. Sin embargo, nos vimos muchas veces durante esa temporada. Un día llegó mi madre sorpresivamente y me encontró en la habitación prohibida. -¡Mira, mamá! ¡Aquí está otra vez la niña del espejo! Mi madre la miró sorprendida... -¡No ha crecido nada desde la última vez que la vi!... exclamó -¡Que se quede con nosotros! -le rogué... -Sí, dijo Antonio. Cuando yo sea grande me casaré con ella. -Llévala a tu habitación por esta noche -ordenó mi madre. Mañana le buscaremos un alojamiento apropiado. Pero aquella noche la niña desapareció de la casa. Fui muchas veces al cuarto cerrado y la llamé pero sin ningún resultado. Un día, después de muchos ruegos apareció su rostro en el espejo. Pero estaba muy triste y había huellas de lágrimas en sus ojos. -"Yo quería jugar contigo"-dijo- pero no debe verme tu madre... -"Y todos mis ruegos fueron inútiles para que mi amiguita abandonara el espejo. Al fin desistí de mi intento. Pasaron algunos años antes de que se me ocurriera volver al cuarto cerrado. Tenía ya más de quince cuando una tarde sin saber cómo, me encontré allí. Casi me había olvidado de su existencia. Miré al espejo. Está igual que siempre, con su ancho marco dorado y una gran mancha de humedad que lo cubría casi por entero. Me acerqué y vi mi imagen reflejada en una esquina... -¡Qué bonita soy! -pensé, mientras sonreía llena de satisfacción. Y en ese momento apareció el rostro de la niña. Poco después, esta se hallaba junto a mí. Esta vez tuve que inclinarme para cogerla de la mano, ¡tan pequeñita era! -¡Qué pena que ya no pueda jugar contigo! -le dije... La niña rubia se echó a llorar... -¡No voy a seguir viviendo en el espejo! -exclamó entre sollozos. -¡Yo quiero crecer como tú! -La tomé de la mano y bajé con ella la escalera. -¡Ahora te quedarás con nosotros! Pero ocurría una cosa extraña. Todos los niños habíamos crecido. Solo ella permanecía como siempre, frágil y pequeñita. Cuando fui mayor y me casé, la traje a vivir con nosotros . Nacieron mis hijos y ella ha sido su compañera inseparable. Hasta hace poco tiempo, la mayor era de su misma estatura. Jugaban alegremente y esta ha sido su época maravillosa para ellas. Pero mientras mi hija sigue creciendo, la niña rubia conserva su misma apariencia. Los bucles rubios le caen sobre los hombros. El rostro fino y pálido. Sus grandes ojos miran con inocencia. Dentro de poco solo podrá servir de compañera a mi hija menor, que empieza a dar los primeros pasos... Pero me pregunto lo que ocurrirá cuando los años transcurran y todos mis hijos hayan crecido... ¿Quién jugará entonces con la niña rubia?... La niña del espejo siguió por mucho tiempo a nuestro lado. Una tarde de invierno, me hallaba recostada en el viejo sillón, cuando se me acercó ella y me dijo: -"Cuando tú te vayas de aquí... ¿Qué van a hacer conmigo?... ¿Con quién me voy a quedar?" -¡Es verdad! -respondí... No lo había pensado. -¡Todos crecen y se hacen grandes! -La miré sorprendida. No la creía capaz de hablar tan juiciosamente... -Dime -preguntó-. ¿En dónde está el espejo? -¿Cuál espejo?... -¡Aquel viejo y manchado!... -"La verdad es que no lo recuerdo" -respondí. Pero me parece que lo regalé a una antigua conocida. "¿Y sabes dónde vive?" -"La he perdido de vista desde hace mucho tiempo, pero lo puedo averiguar..." Unos días después tomé a la niña rubia de la mano y le dije: -¡Ven conmigo! En la calle nos esperaba un coche. Subimos a él y atravesamos grandes avenidas, cruzamos un puente y al final el vehículo se detuvo ante una casa de humilde apariencia... Llamé a la puerta y acudió a recibirme una mujer anciana y encorvada. Me reconoció inmediatamente, lanzando grandes exclamaciones de alegría. No podía explicarle el motivo por el cual había ido a buscarla después de tantos años. "¿Y esta niña?" -me preguntó... -"Es una de mis nietas" -mentí, para no dar más explicaciones. La acarició enternecida y luego se quedó callada. Por un instante temí que la reconociera, pero luego se desvió la conversación y hablamos de otras cosas. En el momento de despedirme, sin dar mucha importancia a mi pregunta, dije: "¿Y conservas todavía el espejo que te regalé?" Lo tengo en mi habitación... ¿Cómo habría de desprenderme de él? "¿Podría verlo un momento?" La mujer asintió y nos hizo pasar. Allí en la pared, junto a su lecho pendía el gran espejo. -"Voy a abrir la ventana" -dijo ella. La habitación está muy oscura... Cuando volvió a mi lado unos momentos después, yo me encontraba sola. La niña había desaparecido... En el fondo del espejo se agitaba todavía una especie de niebla que fue borrándose lentamente... Carlota Carvallo de Núñez (Perú) **Carlota Carvallo de Núñez (1909 – 1980).** Escritora peruana. Sus creaciones literarias para niños alcanzan gran calidad. Fue una narradora de honda capacidad expresiva. Recibió el Premio Nacional de la Literatura Infantil, “José María Egu-ren”. Algunos de sus cuentos son “Rutsi, el pequeño alucinado”, “Oshta, el duende”, “La niña de espejo”, etc. Destacó también en la pintura y en la música.