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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM)
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This document appears to be a translation or interpretation of ancient Greek poems, likely from classical epics like The Odyssey. The content focuses on letters, dialogues, stories, and characters related to the ancient Greek world and may contain insights into the culture, customs, and traditions of the era.
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I PENÉLOPE A ULISES Esta carta, Ulises, la envía Penélope a tu tardanza!. No me contestes; sino mejor, ven en persona. Yace en ruinas Troya, aborrecida, con razón, de las mujeres dánaas; no...
I PENÉLOPE A ULISES Esta carta, Ulises, la envía Penélope a tu tardanza!. No me contestes; sino mejor, ven en persona. Yace en ruinas Troya, aborrecida, con razón, de las mujeres dánaas; no mereció tanto Príamo ni Troya entera. / ¡Ay! Ojalá entonces, cuando navegaba a Lacedemonia, se hubieran tragado las enfurecidas olas al adúltero?. No hubiese dormido yo sin tu calor en un lecho vacío; no me quejaría, en mi soledad, de que los días pasen tan despacio, ni al intentar entretener las largas 10 horas de la noche? / el interminable velo* hubiera fatigado mis manos de viuda. ¿Cuándo no he temido yo peligros más graves que los rea- les? Cosa henchida de angustiado recelo es el amor. Contra ti me imaginaba que se disponían a enfrentarse temibles troya- nos. Con sólo nombrar a Héctor me ponía siempre lívida. / Si 15 alguien contaba que Antíloco? había sido vencido por Héctor, 1 lentus puede implicar que se demora en volver y que no tiene deseos de reunir- se con su esposa. 2 Paris, hijo de Príamo. 3 Porque estaba obligada a pasar las moches en vela deshaciendo lo que tejía de día, ya que acabar el paño era condición sine que mon para casarse de nuevo. % Aunque se solían extender verticales los staming para tejer, aquí puede inter- pretarse hilo que cuelga al deshacer la tela o tela que cuelga del telar; reminiscencias homéricas hay de Od. 1 357, 11 85 ss., XXI 350, etc. ?% Hijo de Néstor. Había sido pretendiente de Helena: de ahí que su padre parti- cipe al frente de los pilios en la guerra de Troya. Según Od. IV 187 s., es Memnón, hi- jo de la Aurora, quien mata a Antíloco. PENÉLOPE A ULISES Antíloco era el causante de mi temor; si que el Menecíada ! había sucumbido bajo engañosa armadura?, me ponía a llorar temiendo que a tus engaños les pudiese faltar el éxito. Tlepóle- mo3 con su sangre había entibiado el asta licia4; f/ con la 20 muerte de Tlepólemo se renovó mi preocupación. En fin, fuese quien fuese el abatido en el campamento aqueo, más frío que la nieve se ponía mi pecho de amante. Pero propicia ha sido la divinidad, favorable a un casto amor; convertida en cenizas está Troya e indemne mi esposo. / 25 Los caudillos argólicos han regresado; los altares humean; se consagra a los dioses patrios el bárbaro botín. Agradecidas ofrendas por sus maridos salvos dedican las mujeres3. Cantan ellos que los hados troyanos han sido vencidos por los suyos. Se admiran los venerablesó ancianos y las impacientes doncellas; / 30 la esposa está pendiente de la boca del esposo que narra, y al- guno, puesta la mesa, señala los terribles combates y dibuja a Pérgamo toda con un poco de vino?: «Por aquí discurría el Simunte$, por aquí está la tierra Sigea?; aquí se alzaba el so- 1 Patroclo, hijo de Menecio. 2 Las armas no eran suyas, sino de Aquiles (1/, XVI 40 ss.). 3 Hijo de Hércules y Astíoque, caudillo de los rodios (cf. 1%. 11 653 s.). 4 Fue Sarpedón, rey de Licia, quien mató a Tlepólemo (cf. 1. 11 653 ss. y V 628). A Sarpedón lo mató Patroclo (cf. 1/. XVI 480 ss.). 5 El término mymphae, que se utiliza a veces para referirse a las puellae —muptae— de la época de los héroes, confiere aquí cierto color homérico. 6 ¿ustique, casi sinónimo de sancti (cf. VIRG., Georg. 11 473). 7 Improvisar sobre la mesa un dibujo, plano o palabras era una costumbre a la que alude, por ej., TIBULO, 1 10, 31, o el mismo OvIDIO en Her. XVII 90. $ Río de Tróade del que era afluente el Escamandro, hoy separados ambos por la acumulación de aluviones. ? Por Sigeo, fortaleza, prormuucorio y puerto de la Tróade. Se alude especialmente al promontorio, donde estaban las tumbas de Aquiles, Patroclo y Antíloco (cf. Mez. XI 197; ESTRABÓN XIII 889; PAUSAN. IV 2; Q. SMYR. 1 814). Es actualmente Yeni-Sehir. PENÉLOPE A ULISES 35 berbio palacio del anciano Príamo. / Allá estaba la tienda del Eácida, allá la de Ulises. Aquí Héctor, ya malherido, aterrorizó a los galopantes caballos»!. Todo esto a tu hijo?, enviado a buscarte, lo había referido el anciano Néstor, y él a su vez a mí. Narró que Reso y Dolón 40 fueron atravesados por el hierro, / y cómo traicionado fue uno por el sueño, el otro por un engaño. Tuviste la osadía, olvida- do demasiado, sí, demasiado, de los tuyos, de acercarte con nocturno fraude al campamento tracio?, y sacrificar de una vez a tantos hombres, ayudado de uno solo%. Sin embargo, eras 45 bien prudente y pensabas antes en mí. / No dejó de palpitar de miedo mi pecho hasta que se me dijo que pasaste vencedor entre tu querido ejército en corceles ismarios?. Pero ¿de qué me sirve a mí, destruida por vuestros brazos, Ilio, y el escombrof que antes fue muralla, si permanezco co- 50 mo, resistiendo Troya, permanecía, / y está lejos mi esposo, privado de un final que a mí” se me arrebata? Aniquilada está para los demás; para mí, la única, Pérgamo permanece en pie; | Cuando Aquiles, después de herirle, lo ató a su carro y lo arrastró alrededor de la ciudad bajo la mirada de los troyanos (cf. 17. XXII 369-371; Eleg. im mort. Drus. Telémaco. De Reso, rey de Tracia. Diomedes. Caballos de Reso. Ísmaro era el nombre de una ciudad y un monte de Tracia, muy célebre por su vino (cf. OZ. IX 198); está situado entre los macizos Ródope y He- mo, actualmente Sredna Gora. 6 solum, sinónimo de pu/uis. 7 mibi lo interpreto como complemento de demmpro; a Ulises se le priva del retor- no pero de ese retorno se le priva a Penélope y a ella igualmente perjudica. También puede interpretarse 22h como complemento de abest y dempto fine como «quitado el fin», «sin tregua», igual que Tris£. MI 11, 2. PENÉLOPE A ULISES con cautivo buey la ara, como colono, el vencedor. Ya hay mieses donde estuvo Troya y a punto de ser segadas por la hoz; pro- 55 duce en abundancia, abonado con frigia sangre, el campo. / A medio enterrar son destrozados por el corvo arado los huesos de los hombres; las casas en ruinas oculta la hierba. Tú, vencedor, estás lejos y no puedo saber cuál es la causa de tu demora ni en qué parte de la tierra, hombre sin sentimientos, te ocultas. 60 Cualquiera que gira a estas riberas! su viajera popa, // no se marcha sin haberle preguntado yo muchas cosas de ti; y, para que te la entregue, sí alguna vez te viere, le confío una carta escrita por mi mano?. La envié a Pilo, Neleos campos del an- 65 ciano Néstor; noticias inciertas han llegado de Pilo; / y la envié a Esparta; también Esparta desconocía la verdad. ¿Qué tierras habitas, en dónde prolongas tu ausencia? Mejor sería que las murallas de Febo? estuviesen en pie todavía (me irrito, ¡ay!, por mis deseos y cambio de parecer). 70 Sabría donde luchabas y sólo la guerra temería, / y mi llanto a muchos se uniría. Qué pueda temer lo ignoro; temo, sin em- bargo, todo en mi locura y se abre a mi aflicción un vasto cam- po. Todos los peligros que encierra el mar, todos los que en- cierra la tierra sospecho que son el motivo de tan prolongada 75 demora. / Mientras pienso neciamente en esto, tal es vuestra las- civia, tú puedes estar cautivado por el amer de una extranjera!; l Las de Ítaca. 2 Escribir una carta era un trabajo pesado que solía confiarse a esclavos. Testimo- nios hay numerosos que confirman que no eran del puño y letra del remitente. 3 Murallas de Troya, construidas por Febo y Neptuno por encargo del rey Laome- donte. *% Implícita evocación de Calipso. PENÉLOPE A ULISES quizá también le cuentes cuán rústica esposa tienes, que se pre- ocupa sólo de que la lana esté cardada. ¡Que me equivoque, y 80 que esta acusación se desvanezca en la ligera brisa, / y que, pu- diendo volver, no quieras estar lejos! Mi padre Icario me obliga a abandonar la viudez de mi lecho y censura sin cesar tu infinita tardanza. ¡Que censure mientras pueda! Tuya soy; que tuya me llamen todos es menester, Penélo- 85 pe, esposa siempre de Ulises seré. / Al fin cede él por mi piedad y castas súplicas, y tempera él mismo sus ataques. Pretendientes de Duliquio, de Same y otros a los que en- gendró la elevada Zacinto, turba! lujuriosa, se lanzan contra 90 mí, y mandan, sin prohibírselo nadie, en tu palacio; / son hechos pedazos mi corazón y tus riquezas. ¿Qué te voy a decir de Pisandro y de Pólibo, y del cruel Medonte, y de las insacia- bles manos de Eurímaco y Antínoo, y qué te voy a decir de to- dos los demás a los que, por tu torpe ausencia, con lo que ha 95 sido adquirido con tu sangre alimentas? / Iro, el mendigo, y Melantio, el encargado de apacentar el rebaño, se encargan de arruinarte, suprema vergúenza. En total somos tres débiles: sin fuerzas, la esposa; Laertes, anciano, y Telémaco, un niño. Éste por una emboscada ha esta- 100 do a punto de serme arrebatado / al disponerse a ir contra la opinión de todos? a Pilo. ¡Los dioses, suplico, decreten esto, 1 En Od. XVI 247 s., Telémaco dice que hay 52 de Duliquio, 24 de Same, 20 de Zacinto y 12 de Ítaca. A estos últimos no alude aquí Penélope. 2 Cierta contradicción hay entre estos versos y 37-38, ya que Penélope parece re- ferirse a dos viajes distintos, y no hubo tales. De innovación ovidiana pueden calificarse los anteriores, y sirven para justificar la información de la esposa, necesaria para dar consistencia a la carta. Estos últimos versos responden, aunque no fielmente, a la ver- sión homérica. A la decisión de Telémaco (incitado por Atenea-Mentor) de ir en busca de noticias de su padre a Pilo y Esparta, se opusieron los propios itacenses en asamblea, los pretendientes, la nodriza Euriclea, y lo lamenta la misma Penélope cuando se ente- PENÉLOPE A ULISES que, caminando los hados en orden, él cierre mis ojos, él los tuyos! Lo mismo ruegan! el guardián de los bueyes y la anciana nodriza?, y, en tercer lugar, el fiel cuidador de la inmunda pocilga?. 105 / Pero ni Laertes, ya que no es idóneo para las armas, pue- de gobernar el reino en medio de enemigos. Vendrá a Teléma- co, que viva sólo*, una edad más vigorosa; ahora ella? debía ser protegida por paternales auxilios. Y yo no tengo fuerzas pa- 110 ra arrojar a los enemigos de mi casa. / ¡Ven pronto tú, puerto y altar para los tuyos! Tú tienes, y que lo sigas teniendo pido, un hijo, que en sus tiernos años debía ser educado en las artes de su padre. Vuelve tu mirada a Laertes; para que cierres ya sus párpados, difiere él el último día de su vida. 115 / Y es cierto que yo, que al marcharte tú era una mucha- cha, por pronto que vuelvas, pareceré una anciana. ra. Pero la emboscada no se la prepararon los pretendientes al marchar, sino que pro- yectaron salir al encuentro de Telémaco cuando regresara (Od. IV 625-847). faciunt es aquí sinónimo de precantur. pues repite el sentido el verbo prece- dente (precor, v. 101). 2 Furiclea. 3 El porquerizo Eumeo. 4 Ante el temor de la muerte sólo le interesa que viva; no tanto el que su aefas sea fortior. 5 Su aetas actual, su juventud.