Formación Médica - PDF

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Este documento proporciona un resumen de la formación médica continuada (FMC), destacando la importancia de la formación continua para los médicos y el desarrollo profesional continuado (DPC).

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Formación Medica Continuada El médico necesita estar en continua formación para adquirir los conocimientos, habilidades y actitudes que se precisan para atender a los pacientes a su cargo y desarrollar una medicina acorde con los principios básicos de la ética que debe presidir todas sus actuaciones...

Formación Medica Continuada El médico necesita estar en continua formación para adquirir los conocimientos, habilidades y actitudes que se precisan para atender a los pacientes a su cargo y desarrollar una medicina acorde con los principios básicos de la ética que debe presidir todas sus actuaciones. Esto es un deber pero también un derecho. La especialización de posgrado es una formación reglada, formal, estructurada, dimensionada en el tiempo, contenidos, así como en un sistema incremental de responsabilidad. En España, tal y como aparece en la introducción del programa de muchas especialidades, está inspirada en una formación "experiencial", como postuló John Dewey (1852-1959)1. - Que el alumno tenga una situación de experiencia auténtica, es decir, que tenga una actividad continua en la que esté interesado por sí mismo. - Que surja un problema auténtico dentro de esta situación como un estímulo para el pensamiento. - Que el alumno posea la información y haga las observaciones necesarias para tratarlo. - Que las soluciones propuestas le hagan ver que es el responsable de desarrollarlas de un modo ordenado. - Que el alumno tenga la oportunidad y la ocasión de comprobar sus ideas por su aplicación, de aclarar su sentido y descubrir por sí mismo su validez. Formación médica continuada (FMC) Son las actividades de formación que conducen al médico a mantener y mejorar su competencia profesional, para adaptarse a las nuevas demandas y requerimientos asistenciales que se generan por la evolución de la medicina, del sistema sanitario y de la sociedad en general2. La mayor parte de la formación que se adquiere una vez acabada la formación de posgrado, en nuestro caso la especialización en urología, es de carácter ocasional e informal, adquiridos en el hospital en el que se trabaja o en los breaks de las reuniones científicas con la transmisión verbal de otros compañeros con más experiencia en determinadas materias 3. El resto de la formación se realiza con la asistencia a cursos, congresos, reuniones, jornadas científicas, estancias en otros servicios o centros y, de manera no presencial y básicamente individual, con la lectura de libros, revistas y, más recientemente, con los avances tecnológicos al alcance de la mayoría con soporte informático o bien actividades on-line4. Todo ello surge ante la necesidad de adecuarse a los nuevos retos asistenciales o bien ante la aparición de nuevas tecnologías que precisan de un aprendizaje exclusivo para su manejo y puesta a disposición de los pacientes. Por otra parte, la necesidad de especializaciones dentro de la urología y la creación en sí misma de subespecialidades, como litiasis, endoscopia y laparoscopia, andrología, pediatría, urología funcional, femenina y urodinámica, trasplante y oncología, requieren, sin duda alguna, mantener la formación de un modo permanente, el lifelong learning, como se identifica en la literatura anglosajona. Además, se deben contemplar otros aspectos fundamentales como son los conocimientos en gestión de recursos materiales y de personas, ética profesional, seguridad del paciente, habilidades en la comunicación médico-paciente, docencia con respecto a otros profesionales o en labores de pregrado, actitudes para investigar en las dos facetas, clínica y básica, etc. Este aprendizaje, que debería conseguir un nivel de conocimientos adecuados para ofrecer a los pacientes la mejor opción de diagnóstico y tratamiento con una adecuada utilización de los recursos disponibles, es una opción voluntaria que cada uno elige cómo ejercerla y de qué forma materializarla o darla a conocer2. Por otra parte, puede ser lícito que la sociedad a la que sirve demande una acreditación de esos conocimientos adquiridos, al igual que en otras facetas de la vida se exige el cumplimiento de una serie de trámites para desarrollar actividades cotidianas. Una formación basada en actividades presenciales, no presenciales y mixtas, formales y no formales, pero de calidad, sería la fórmula adecuada para adquirir los conocimientos necesarios para el desarrollo de nuestras competencias, objetivo último de la FMC. El desarrollo profesional continuado (DPC) El DPC es el proceso mediante el cual un profesional adquiere, mantiene y mejora sus conocimientos, habilidades y actitudes, lo que le permite continuar su ejercicio profesional de forma competente, esto es con la calidad exigida por la profesión, las organizaciones profesionales, el sistema sanitario y, sobre todo, la sociedad. EL DPC incluye todas las actividades que los médicos llevan a cabo, formal o informalmente, y, a diferencia de la FMC que se "hace", el DPC se "suscribe" y representa un compromiso entre el profesional y la sociedad5. Acreditación La FMC ha tenido y tiene calidad desigual. La acreditación de las actividades tiene como objetivo asegurar la calidad de la oferta formativa, fijándose unos criterios y estándares comunes que sean capaces de establecer una diferenciación cualitativa que permitan al profesional poder elegir entre ellas de acuerdo con sus necesidades. En España en 1997, las comunidades autónomas y los ministerios de Sanidad y Consumo y Educación y Cultura suscribieron el convenio de la conferencia sectorial sobre formación continuada de las profesiones sanitarias. El convenio creó la Comisión de Formación Continuada del Sistema Nacional de Salud. Posteriormente, con la Encomienda de Gestión al Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España (CGCOM) se consolida un sistema de acreditación de la FMC que es único, con diferentes puertas de entrada, donde los criterios y estándares son idénticos para que se acredite una actividad6. La Encomienda de Gestión al CGCOM genera una coordinación profesional, muy interesante, donde un acuerdo entre el propio Consejo, la Conferencia de Decanos, la Comisión Nacional de Especialidades y la Federación de Asociaciones Científico-Médicas (FACME) crea el Sistema Español de Formación Médica Continuada (SEAFORMEC). A partir de ese momento, SEAFORMEC se constituye en el organismo ejecutor de todo el proceso de acreditación de la citada encomienda. SEAFORMEC tiene acuerdos con la Union Europeenne des Medecins Specialistes (UEMS) y el European Acreditation Council for Continuing Medical Education (EACCME), con reconocimiento mutuo de créditos. Además, el EACCME tiene, a su vez, un convenio de reconocimiento mutuo con la American Medical Association (AMA), por el que sus créditos se homologan con los de categoría 1 del sistema Physicians Recognition Award7. Acreditación individual La acreditación individual es el procedimiento por el que se busca asegurar la disponibilidad del conjunto de actitudes, conocimientos y capacidades que permiten que la actuación profesional esté en el nivel exigible en cada momento. Conocida en algunos países como revalidación o relicencia, supone el establecimiento de un requerimiento periódico para mantener determinado estatus profesional, ya sea el certificadotítulo de especialista o la licencia de ejercicio (relicencia o recolegiación, en nuestro país). Esta acreditación tiene como finalidad demostrar un grado de competencia y calidad adecuado a las normas que dictan las administraciones públicas, colegios profesionales o sociedades científicas8. En España, se ha establecido un marco legal con la publicación de tres leyes, el Estatuto Marco, la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias (LOPS) y la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, de las cuales la LOPS es la que indica un camino hacia algún tipo de evaluación periódica de la competencia que permita la acreditación correspondiente9. En el momento actual, existen movimientos para ordenar este proceso, desde la Organización Médica Colegial (consejo y colegios), sociedades científicas y comunidades autónomas. Uno de ellos es el proyecto ARA, en el que participan 18 sociedades científicas para intentar aunar esfuerzos y cuyos objetivos son: - Favorecer el desarrollo de procesos de certificación y recertificación desde las asociaciones profesionales. - Impulsar los procesos de evaluación de competencias para conseguir el mayor desarrollo de los especialistas y favorecer al máximo la calidad en la atención sanitaria. - Diseñar un sistema de evaluación integrado de competencia como herramienta de uso común a todas las especialidades, y que cada especialidad diseñe los procesos evaluativos y formativos que considere oportunos. - Conseguir que un reconocimiento institucional del proyecto ARA por parte de la Administración. Tal y como está conformado el "sistema profesional" en España, parece lógico que los sistemas de "relicencia" o "recolegiación", como su nombre indica, sean tarea y obligación de la organización colegial y los sistemas de recertificación correspondan a las sociedades científicas. El futuro de la especialidad. Nuestra responsabilidad Como decíamos, el DPC, concepto más extenso que el actual de FMC, sigue siendo un compromiso individual al que no deben estar ajenas las sociedades científicas. Éstas deben tomar el liderazgo en la FMC, y profundizar en su autorregulación. Desde la óptica de la regulación compartida, ser verdaderos promotores de programas educativos innovadores, así como mantener criterios de independencia y responsabilidad con los diferentes espónsores. Por lo tanto, la responsabilidad ético-profesional del médico en su DPC se complementa con el deber de las asociaciones científicas para facilitarlo, ya sea organizando actividades formativas o facilitando su provisión por otros asociados sin menoscabar su autonomía. El futuro pasa, como ya sucede en otros países, por el compromiso de rendir cuentas ante la sociedad. En este entorno social, las asociaciones y, en nuestro caso, la AEU deben ejercer el liderazgo para abordar el papel que las acreditaciones y reacreditaciones deben tener ante las diferentes demandas que una sociedad moderna y cada vez más culta e informada exigirá10. Si no canalizamos a través de las asociaciones científicas esta formación y, lo que es más importante, desarrollamos mecanismos para conseguir que seamos nosotros los que validemos los sistemas de acreditación y reacreditación, serán otros, en este caso organismos gubernamentales, los que lo hagan. Tenemos bien cerca en el tiempo lo que ha sucedido con la carrera profesional en algunas de las comunidades autónomas, donde la función reguladora de la Administración sobre los profesionales no se ha disociado de la función de mantener la calidad de la prestación adecuando los fines de la empresa a la demanda social. Esto es lo que nos va a tocar en un futuro próximo, y debemos estar preparados para afrontarlo en las mejores condiciones posibles11. Para ello, dentro de la AEU y siguiendo una de las líneas estratégicas que se ha marcado la Junta Directiva, necesitamos un periodo de reflexión que bascule sobre una serie de preguntas básicas: - ¿Debemos seguir valorando la formación continuada ocasional e informal como uno de nuestros mejores bagajes? - ¿Debemos promover a nuestros asociados valores vinculados al DPC como un compromiso individual? - ¿La AEU debe manifestar a sus asociados que el interés en la recertificación no es un proceso de aprobar o suspender y que orientará las actividades en ofrecer los medios para poder revalidar/recertificar a sus especialistas? - ¿Debemos liderar proyectos junto a otras asociaciones y sociedades científicas para que las futuras normas de acreditación/reacreditación permitan a nuestros asociados estar en una situación de privilegio? - ¿Ha llegado el momento de manifestar la voluntad de la AEU para recertificar a nuestros profesionales e iniciar el camino en esa dirección, convirtiéndose en un promotor de esta idea, así como manifestar la responsabilidad y su capacidad para liderar el proceso? - ¿La AEU debe generar un camino para reclamar a la Administración Sanitaria la delegación de este proceso? Estas y otras muchas preguntas sobre nuestro futuro deberían ser respondidas y sus conclusiones hechas realidad para no encontrarnos con sorpresas no deseadas. Todo ello dejando bien claro que una formación institucionalizada y rígida, no conduciría más que a una burocratización del sistema formativo y acabaría siendo un mero trámite administrativo que en nada ayudaría a consolidar el desarrollo profesional continuo como una herramienta al servicio de los médicos2. La acreditación de la formación médica continuada (FMC) tiene como objetivo esencial la mejora de la oferta formativa, por encima de otros objetivos complementarios como servir de guía a los distintos agentes, atestiguar la participación en los programas formativos, orientar la oferta o reconocer la cualificación de los proveedores. De los tres ámbitos tradicionales de la acreditación, la acreditación individual debe separarse claramente, equiparándose a lo que se conoce como revalidación. Los otros dos ámbitos genuinos de acreditación de la FMC son la acreditación de actividades formativas y la acreditación de instituciones proveedoras. Los créditos de FMC sirven para tres cometidos fundamentales: la carrera profesional, la revalidación y el desarrollo profesional continuo. Adicionalmente, pueden utilizarse para otras finalidades relacionadas con la promoción profesional individual. La situación de la acreditación de la FMC en España es muy esperanzadora, con dos sistemas de acreditación que disponen de una relativamente larga trayectoria y unas expectativas que los sitúan en una posición avanzada a nivel europeo. Palabras clave: Formación médica continuada, acreditación de la formación médica continuada, créditos de formación médica continuada The main objective of continuing medical education (CME) accreditation is to improve the CME offer, being other additional objectives to serve as orientation of the different agents, to certify the attendance of participants, to orient the CME offer and to recognise the quality of CME providers. Among the three traditional domains of the accreditation, the accreditation of the individuals must be clearly separated and should be identified to revalidation. The other two genuine domains of the CME accreditation are the CME activities accreditation and the CME providing institutions accreditation. The CME credits are useful for three particular professional developments: professional career, revalidation and continuing professional development. Additionally one can use them for other individual promotion purposes. The CME accreditation situation in Spain is currently encouraging, with two accreditation systems actively implemented into practice and with good expectations in the European context. Key words: Continuing medical education, continuing medical education accreditation, continuing medical education credits LaacreditacióndelaFormaciónMédica Continuada.Hechosycontroversias. Educación Médica. Volumen 9, Número 4 (Parte B), Diciembre 2006 202 Educación Médica 2006; 9(4B): 201-206 6 La formación médica continuada (FMC) ha venido siendo una constante en la profesión médica duran- te siglos y pocas cosas han cambiado en su provisión salvo la aparición de las nuevas tecnologías informá- ticas y las nuevas metodologías educativas en los últimos decenios, que han posibilitado nuevos des- arrollos y oportunidades para la profesión en con- junto y, sobre todo, para el médico individual. Por lo que aquí nos interesa, la innovación más trascendente ha sido, sin duda, la aparición de una sistematización del mundo de la FMC, con la dife- renciación de sus tres grandes áreas (análisis de necesidades, optimización de la provisión y acredita- ción) y sus cinco subsistemas (educativo, humano, tecnológico, cognitivo y organizativo) (Figura 1). ¿POR QUÉ ACREDITAR? La FMC ofrecida por diversos organizadores-pro- veedores es de una calidad muy desigual y no siem- pre se adecua a los patrones internacionalmente aceptados de lo que debe ser una verdadera FMC. Por ello, unánimemente se reconoce la conveniencia de confrontar los programas formativos a unos patrones generales de calidad mínima, que incorpo- ren los requisitos básicos para que una determinada actividad pueda ser aceptada como de FMC. Partiendo de la acepción que ofrece el diccionario de la RAE (“Dar seguridad de que alguien o algo es lo que representa o parece”) o de la que aporta el diccionario Maria Moliner (“Asegurar o demostrar la autenticidad de una cosa”), acreditar la FMC supone reconocer oficialmente que se atiene a los requerimientos establecidos por quién tiene facul- tad para hacerlo. De ello podemos inferir que la acreditación de la FMC tiene como objetivo fundamental asegurar la calidad de la oferta formativa y, en un sentido com- plementario, estimular su mejora continua, en bene- ficio de los médicos a los que va dirigida. Sólo de manera adicional podemos aceptar que la acredita- ción persigue otros fines, tales como: - Ofrecer un mecanismo de valoración de los pro- gramas formativos que sirva como guía a todos los agentes del sistema sanitario - Atestiguar la participación en los programas for- mativos, mediante la concesión de créditos indivi- duales. - Reconocer la cualificación de los proveedores de programas formativos, mediante la acreditación ins- titucional. - Orientar la oferta formativa, primando los pro- gramas que en cada momento se consideren más pertinentes. Y en cualquier caso, a la vista de los usos distor- sionados que a menudo se proclaman, lo que me importa enfatizar es que la acreditación de la FMC en ningún caso supone: - Un sistema de control de la profesión médica. - Un sistema de garantía de la correcta actuación del médico. - Un sistema de tutela de la oferta formativa - Un sistema coercitivo de control de los organiza- dores-proveedores de FMC. - Un sustituto de la evaluación de la competencia. - Un mecanismo para resolver todos o buena parte de los problemas de la profesión médica. Sobre todos ellos ha aparecido una abundantísima literatura, particularmente sobre la detección de las verdaderas necesidades formativas en un contexto de aprendizaje para toda la vida y sobre los trazos esenciales del proceso educativo-cognitivo de los adultos (andragogía), con los distintos estilos de aprendizaje a nivel individual. Asimismo, en los últi- mos lustros viene acaparando un interés creciente la introducción de las innovaciones tecnológicas, parti- cularmente por lo que se refiere a la educación a dis- tancia. Y no menos interés despierta la discusión permantemente abierta acerca del verdadero impac- to de los programas educativos sobre la actuación profesional del médico en su práctica cotidiana. Pero nada de ello va a ocupar mi atención en este artículo, centrado en los diversos aspectos de la acre- ditación de los programas formativos y el debate que suscita a nivel internacional, tanto por lo que se refiere a sus aspectos metodológicos como a sus apli- caciones prácticas. F MC Pardell, H. La acreditación de la Formación Médica Continuada. Educación Médica 2006; 9(4B): 201-206 203 7 - Un sistema baremario para usos laborales. - El único método para orientar la adecuación de la oferta formativa a las necesidades. - El único método para estimular la motivación del médico a aprender a lo largo de toda su vida. A la vista de lo que vengo diciendo, la mejora de la oferta formativa debe tipificarse claramente como norte del sistema de acreditación, recordando que el objetivo último de la FMC no es otro que mantener y mejorar la competencia del médico a lo largo de su vida profesional. Olvidar este principio conduce a situaciones paradójicas en las que, con no poca fre- cuencia, las verdaderas necesidades formativas del médico se olvidan en aras de las que establecen otros agentes, en función de intereses propios. CÓMO SE ACREDITA Tradicionalmente se vienen considerando tres ámbitos diferenciados de acreditación de la FMC: - Acreditación de actividades - Acreditación de instituciones - Acreditación individual Para lo que aquí nos interesa, conviene deslindar claramente la acreditación individual del médico de las otras dos modalidades de acreditación de la FMC. Aquella se identifica con lo que internacional- mente se conoce como Revalidación, es decir la introducción de algún tipo de requerimiento perió- dico para mantener determinado estatus profesio- nal, ya sea el certificado-título de especialista (Recertificación) o la licencia de ejercicio (Relicencia o Recolegiación en nuestro país). La acreditación institucional supone el reconoci- miento formal de que una institución organizadora- proveedora de programas formativos cumple los requisitos establecidos y, consecuentemente, puede proceder a la asignación de créditos a las actividades formativas que ofrece, de acuerdo con la normativa establecida por el ente regulador. Esta acepción inter- nacional de la acreditación institucional, en algunos casos se pretende limitar a la primera parte del enun- ciado, convirtiéndola en un mero mecanismo de con- trol institucional, lo que la desvirtúa claramente. Por lo que se refiere a la acreditación de activida- des, constituye lo que en términos generales se entiende como acreditación de la FMC y representa el elemento nuclear de todo sistema de acreditación. Dicha acreditación de actividades se puede llevar a cabo de distintas maneras que, esquematicamente, se pueden compendiar en tres (Figura 2): - Toma en consideración de las horas realmente lectivas de la actividad de FMC en cuestión, hacién- dolas equivaler a créditos-hora u horas-crédito, ya sean totales o, como en el caso de la universidad en España, debidamente modificadas (en este caso 10 horas equivalen a 1 crédito). - Filtro preliminar por parte de especialistas temáticos del contenido de la actividad, que pueden o no modular las horas lectivas propuestas y dan su opinión (vinculante o no) sobre la pertinencia de la actividad. El resultado es, como en caso anterior, un determinado número de créditos-hora u horas-cré- dito. - Evaluación cualitativa por parte de expertos externos (“peer review”) de determinados aspectos de la actividad (perfil educativo), a partir de la que se obtiene un factor cualitativo que permite calcular el número de créditos finales tomando en considera- ción las horas lectivas de la actividad. Esta última modalidad es la que se introdujo desde buen comienzo en España y conduce a la asig- nación de un determinado número de créditos a la actividad en cuestión, que se correlaciona con el número de horas lectivas de la misma pero que no equivale estrictamente a las mismas, por más que se puede convertir fácilmente mediante una sencilla fórmula aritmética. Las dos primeras modalidades de acreditación tienen la ventaja de su simplicidad, sin embargo se muestran incapaces de discriminar las diversas actividades en función de su calidad e impacto sobre el participante o lo que, en otras palabras, podemos denominar perfil educativo. Por el contra- rio, la última de ellas ofrece algo más de compleji- dad operativa pero se muestra capaz de aquella dis- Educación Médica. Volumen 9, Número 4 (Parte B), Diciembre 2006 204 Educación Médica 2006; 9(4B): 201-206 8 criminación, al diferenciar el perfil educativo de la actividad gracias a la valoración que de sus cinco componentes esenciales (objetivos, contenido y logística, adecuación a las necesidades, metodología y evaluación) hacen los revisores externos utilizan- do una escala de Lickert, propia de las metodologí- as de evaluación cualitativa. UTILIDADES DE LOS CRÉDITOS Según acabamos de ver, sea cual sea la metodolo- gía de acreditación usada el producto final es el cré- dito, bien sea el crédito total que se obtiene en la ter- cera modalidad (la que se viene utilizando en España) o el crédito-hora u hora-crédito propio de las dos primeras modalidades. El número de créditos asignado a una determina- da actividad es el que obtiene el participante que cumple los requisitos que estableció el organizador- proveedor de la misma (mínimo de asistencia, cum- plimentación de algún cuestionario de opinión-satis- facción, superación de una prueba de conocimientos, superación de alguna evaluación más compleja, etcé- tera). Con ellos, el médico va elaborando su curricu- lum de FMC que le ha de servir para diversos usos, dependientes del contexto profesional, social y labo- ral considerado. De manera genérica, el uso de los créditos tiene que ver con la cuestión, largamente debatida a nivel inter- nacional, de la obligatoriedad o no de la FMC.Los par- tidarios de la obligatoriedad parten de la base de que el curriculum individual debe servir para las diversas iniciativas de Revalidación mencionadas, dando por sentado que con la participación en los programas for- mativos, el médico mantiene su acerbo competencial a lo largo de su vida profesional. Por el contrario, los partidarios de la liberaliza- ción, asumen que la FMC (muy especialmente la FMC tradicional) sólo parcialmente se muestra capaz de mantener y mejorar la competencia del médico y de manera mucho más controvertida su competencia en la práctica (“performance”). Por lo cual, propugnan que la FMC únicamente debe parti- cipar de manera parcial en las iniciativas de control del profesional (revalidación y otras) y, consecuente- mente, que no tiene sentido considerar aquella como obligatoria en sentido estricto. Sea como fuere, hoy por hoy se tiende a conside- rar a la FMC como un elemento insustituible en todo programa de control profesional, observándose una amplia variación en lo que se refiere a su cuan- tificación y sentido en el seno de aquellos. A título de ejemplo, véase lo que ocurre en nuestro pais con los diversos modelos de carrera profesional impul- sados por las diversas Comunidades Autónomas, a partir de la promulgación de la Ley del Estatuto Marco, en los que el curriculum de FMC supone entre un 15-25 % del total de requerimientos para pasar de un nivel a otro. De lo que vengo diciendo, se puede deducir que los usos de los créditos de FMC se pueden compendiar en cuatro grandes capítulos: - Carrera Profesional - Revalidación - Desarrollo Profesional Continuo - Otros usos Del primero acabo de hablar sucintamente y lo único que cabe añadir es los problemas que suscita en España, al tener que diferenciarse los créditos de FMC y los que, en los modelos de carrera pactados por los servicios autonómicos de salud y los sindica- tos, aparecen como créditos generales acumulables por el médico a partir de su participación en progra- mas formativos y en otras muchas actividades que van desde la participación en la gestión clínica hasta la investigación. La revalidación, entendida, según vimos antes, como la introducción de algún tipo de requerimiento periódico para mantener el estatus profesional (licencia-colegiación o titulación de especialista), se halla introducida en pocos países y en Europa no goza de aceptación generalizada. En nuestro país, hasta hace poco no se ha hablado de ella y, hoy por hoy, es vista mayoritariamente con recelo, cuando no rechazo explícito, por la profesión. Únicamente en tiempos recientes, algunas asociaciones profesiona- les empiezan a vislumbrar las oportunidades que la revalidación en general les ofrece, como herramienta de regulación compartida que les permita dialogar en términos positivos con la administración. No somos pocos quienes creemos que, tarde o temprano, las asociaciones profesionales de nuestro país (bási- camente sociedades científicas y colegios profesiona- les) deberán afrontar con mentalidad abierta y pro- activa el tema de la revalidación, en un contexto de profesionalismo renovado y establecimiento de un nuevo contrato social, que legitime el estatus de la profesión. Por lo que se refiere al desarrollo profesional con- tinuo (DPC), constituye un nuevo concepto que pre- tende ensanchar el tradicional de la FMC, introdu- ciendo nuevas áreas relacionadas con la progresión que el médico individualmente lleva a cabo a lo largo de su trayectoria profesional, con indepen- Pardell, H. La acreditación de la Formación Médica Continuada. Educación Médica 2006; 9(4B): 201-206 205 9 dencia de las connotaciones laborales y salariales (propias de la carrera profesional). Ciertamente, el DPC adquiere todo su pleno sentido en contextos de liberalización y amplia movilidad profesional, en los que el médico transita con la “mochila” del DPC a cuestas, a partir de la cual selecciona los puestos de trabajo o es seleccionado por los empleadores. Acaso por ello, en nuestro país, en el que la gran mayoría de los médicos son empleados de los siste- mas públicos de salud y existe una escasa movili- dad profesional, el concepto de DPC no se ha intro- ducido hasta muy recientemente, en un panorama dominado mayormente por el desplegamiento de la carrera profesional. Por último, además de estos tres grandes capítu- los de aplicación de los créditos de FMC que acaba- mos de enunciar, básicamente las asociaciones profe- sionales pero también los demás agentes (emplea- dores, administración y otros), pueden utilizar los créditos para otras iniciativas de promoción profe- sional, algunas de las cuales pueden entrar en el marco del DPC: diplomas de excelencia, categorías especiales (“fellow”, experto, perito), diplomas de acreditación y de acreditación avanzada, etcétera. Ni que decir tiene que con el desplegamiento de los diversos usos de los créditos de FMC adquiere sentido la acreditación en el mundo real. Por mas que, como dije antes, el objetivo fundamental de la acreditación es la mejora de la oferta formativa, no se puede olvidar que el médico participa en progra- mas formativos por dos motivos esenciales: por su propio compromiso ético-profesional de mantenerse competente a lo largo de su vida pero, también, por los incentivos que se derivan del esfuerzo que le supone dicha participación. No tener esto en cuenta es fuente de desajustes de todo tipo, que conviene evitar, sin que por ello deba perderse de vista aquel objetivo último de todo sistema de acreditación. SITUACIÓN EN ESPAÑA Y A NIVEL INTERNACIONAL La acreditación de la FMC está pasando un perío- do sumamente activo, con grandes controversias, a nivel de todo el mundo desarrollado. Por un lado, los análisis mas rigurosos llevados a cabo acerca de los resultados de los programas de FMC a lo largo de los últimos decenios, hacen hinca- pié en la necesidad de mejorar la oferta formativa en el sentido de diversificar las metodologías educati- vas, combinándolas adecuadamente, y aprovechar razonablemente las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de comunicación. De ello se deri- va el reto de adaptar las metodologías tradicionales de acreditación a esta nueva realidad, en la que la educación a distancia adquiere carta de naturaleza y plantea retos no contemplados hasta ahora. En este mismo sentido, partiendo de la base de que los programas de FMC clásicos ejercen una influencia relativamente escasa sobre la competen- cia y la “performance” del médico, la aplicación de metodologías educativas más activas y participati- vas obliga a contemplar sistemas de acreditación que dejen de lado la uniformidad tradicional y sean capaces de incorporar esta diversidad, en términos de discriminación objetiva. Es absolutamente nece- sario que la acreditación sea capaz de diferenciar el previsible impacto de una actividad diseñada con una metodología más pasiva (una sesión de ponen- cias tradicional) de otra diseñada con una metodo- logía mucho más activa (taller de habilidades para un número reducido de participantes). En este sen- tido, la metodología que viene siendo utilizada en España ofrece amplias posibilidades, debiendo des- arrollarse en el futuro en línea con las iniciativas que se están llevando a cabo a nivel internacional. Un campo de controversia abierta es el de la uti- lización de la FMC para las distintas iniciativas de revalidación y control de la profesión. Actualmente, en el ámbito europeo, asistimos al desarrollo de ini- ciativas en distintos países, tendentes, en líneas generales, a profundizar en el camino de la regula- ción profesional, ya sea de base prioritariamente gubernamental (Francia, Italia) o compartida (Reino Unido). Una excepción la constituye el siste- ma implantado en Holanda hace unos cuantos lus- tros, de base mayormente profesional. En nuestro país, asistimos a un debate mas o menos explícito acerca de las nuevas modalidades de regulación profesional, en las que todo hace preveer que el mundo profesional médico va a perder protagonis- mo si no se muestra capaz de ofrecer alternativas creibles y consenuadas, que partan de los postula- dos de revalidación apuntados más arriba y tengan en cuenta el curriculum individual de FMC como herramienta disponible y ampliamente testada. Justo es decir que, hoy por hoy, la existencia de un sistema de acreditación de la FMC consolidado en España nos coloca en una posición inmejorable a nivel internacional para emprender iniciativas como las anteriormente descritas. A nivel europeo, la exis- tencia del “European Accreditation Council for CME” (EACCME), dependiente de la Union Européenne des Médecins Spécialistes (UEMS), Educación Médica. Volumen 9, Número 4 (Parte B), Diciembre 2006 206 Educación Médica 2006; 9(4B): 201-206 10 representa un primer intento de poner en práctica un sistema de homologación de los sistemas nacio- nales que, en el futuro, puedan existir. Y ni que decir tiene que, en este contexto, nuestro pais se halla en una posición de liderazgo indiscutible. Para que el despliegue del sistema de acredita- ción español discurra por los cauces deseables, bueno será que todos los agentes involucrados entiendan que la acreditación de la FMC y la regu- lación de la profesión son dos cosas diferenciadas, por más que puedan compartir algunos elementos comunes. En este sentido, debe avanzarse por el camino de la acreditación por sectores profesiona- les, ya iniciada con la encomienda de gestión que permitió la creación de SEAFORMEC y del sistema de acreditación del Consejo General de Colegios de Enfermería, y por el de la acreditación institucio- nal, que ha de permitir la agilización óptima del sistema en conjunto y la implicación activa del mundo profesional. Ello nos ha de equiparar con los países que más experiencia tienen en el campo de la acreditación y la regulación profesional (como los EE.UU. de Norteamérica, Canadá, Nueva Zelanda y el Reino Unido, entre otros). BIBLIOGRAFÍA 1. 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