El Encaje Roto (Emilia Pardo Bazán) PDF

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Universidad Popular de Gijón/Xixón

2024

Emilia Pardo Bazán

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Spanish literature short story novel 19th-century literature

Summary

This short story "El encaje roto" by Emilia Pardo Bazán, published in 2024 by LLAC, relates a dramatic story of a wedding and societal expectations of the time, observed by the author, while at a spa.

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Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles El encaje roto Emilia Pardo Bazán 5 El encaje roto Emilia Pardo Bazán, «El encaje roto», 1897. Adaptación y edición del Laboratorio de Lenguaje Accesible (LLAC), Caldelas de Tui (Pontevedra), 2024,. Adaptación colabor...

Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles El encaje roto Emilia Pardo Bazán 5 El encaje roto Emilia Pardo Bazán, «El encaje roto», 1897. Adaptación y edición del Laboratorio de Lenguaje Accesible (LLAC), Caldelas de Tui (Pontevedra), 2024,. Adaptación colaborativa Lectores: Lucía Casado, Rosa González, Xandra Gómez, Ana Belén Luis y Alexander Rodríguez. Mediadora: Lucía Casado. Coordinadora: Cristina Sola. Validación: Grupo de lectura «Compañía Lectora», Centro de Día Amoralia (Tui). Imagen de la portada: Encaje antiguo. Museo de Bellas Artes y del Encaje de Alençon, Normandía (Francia). Puedes usar esta adaptación sin fines comerciales y citando al autor. Emilia Pardo Bazán El encaje roto LLAC Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles Caldelas de Tui, 2024 Me invitaron a la boda de Micaela y Bernardo, pero no pude ir. Y al día siguiente me enteré de que, cuando el obispo le preguntó a Micaela si quería a Bernardo por esposo, ella dijo con voz fuerte y clara: No. El obispo, extrañado, repitió la pregunta, y Micaela repitió la respuesta. El novio aguantó el ridículo de aquella situación durante un cuarto de hora y luego tuvo que irse. Se acabó la boda. 5 Casos como este aparecen a veces en los periódicos, pero nunca pasan entre la gente de clase alta, porque las normas sociales que tienen los ricos les impiden expresar sus sentimientos de forma abierta y espontánea. Yo me imaginaba la escena y lamentaba no haber estado allí. La boda fue en la casa de la novia: Me imaginé el salón lleno de gente, las señoras vestidas de seda, terciopelo y joyas. Y los hombres vestidos de frac, con brillantes medallitas en la solapa. 6 La madre de la novia, ricamente vestida, iría de grupo en grupo saludando a todos y recibiendo felicitaciones. Imaginaba a las hermanas de la novia, emocionadas, muy monas, de rosa la mayor y de azul la menor. Y al obispo, que estaría sonriente, de buen humor. Al fondo del salón se vería el altar y la pared cubierta de rosas blancas, con la estatua de la Virgen rodeada de flores que envió el padrino de la novia, el rico Aránguiz, que no fue a la boda porque era mayor y estaba delicado de salud. 7 La gente hablaría de estos detalles y de la magnífica herencia de Micaela, otro motivo de felicidad para la pareja. Me imaginaba al novio en un grupo de hombres, algo nervioso, un poco pálido, contestando a la bromas y las felicitaciones… Y, por último, imaginé el momento en que la novia aparece en la puerta del salón y todas las miradas se vuelven hacia ella. Lleva el rostro oculto bajo el velo vaporoso y al caminar se oye el roce de la seda de su traje. Su pelo brilla como si le hubiera llovido el rocío… 8 Empieza la ceremonia: los novios se arrodillan ante el obispo, la familia se coloca cerca de ellos y, detrás, los amigos y el resto de invitados. En medio del respetuoso silencio, el obispo le pregunta a la novia si quiere al novio por esposo y ella responde: No Es un No seco como un disparo, directo como una bala. 9 Y entonces, siempre con la imaginación, veo que el novio, herido, mira a la novia y la madre se inclina hacia ella con gesto protector. El obispo, asombrado, repite la pregunta y los invitados cuchichean inquietos: —¿Qué pasa…? —¿Qué le pasa a la novia? —¡La novia ha dicho que No! —No puede ser… ¿Seguro? —¡Qué situación! En la vida social de los ricos, una escena así es un drama terrible. 10 Y en el caso de Micaela, además de un drama, también es un misterio, pues nadie sabe por qué dijo No. Micaela explicó que había cambiado de opinión y que era libre de arrepentirse puesto que aún no había dado el Sí. Los más cercanos a la familia se estrujaban los sesos intentando comprender qué había pasado. Todos habían visto siempre a los novios satisfechos y enamorados. Incluso las amigas que entraron a ver a la novia antes de la boda decían que estaba loca de alegría y feliz. 11 Todo esto hacía aún más oscuro el misterio y durante mucho tiempo la gente murmuró sobre las verdaderas razones de Micaela… Y pensaban lo peor. Pasaron tres años de aquello, casi nadie recordaba ya la boda de Micaela. Y entonces me la encontré en un balneario. Ya se sabe que la vida de balneario facilita mucho las relaciones. En unos días, la señorita de Aránguiz se hizo tan íntima amiga mía que una tarde me contó su secreto mientras paseábamos. 12 Y además me dio permiso para contárselo a otros, porque estaba convencida de que nadie creería aquella explicación tan sencilla. —Fue la cosa más tonta… —me dijo Micaela—. Tan tonta, que no quise contarla. La gente piensa que hay razones muy serias para las cosas que pasan, pero, a veces, nuestro destino lo deciden cosas sin importancia, pequeñeces. Aunque, para algunas personas, esas pequeñeces pueden significar mucho… »Es increíble que nadie viera lo que ocurrió, porque pasó allí mismo, delante de todos, aunque solo duró un momento. 13 »Ya sabe usted que todo el mundo pensaba que Bernardo y yo hacíamos una pareja ideal. Y confieso que Bernardo me gustaba mucho, más que ningún hombre que haya conocido. Creo que estaba enamorada... »Pero algunas personas decían que era violento y por eso yo quería conocer su verdadero carácter. »Conmigo era siempre cortés, amable, blando como un guante, pero yo tenía miedo de que solo se comportara así para engañarme y que en el fondo fuera agresivo y desagradable. 14 »Una mujer no puede conocer la vida de su novio, no puede conseguir información real sobre él, sobre cómo es de verdad. »Por esa razón puse a prueba a Bernardo, para ver sus reacciones, pero su conducta fue tan correcta que creí que podía confiarle mi futuro y mi felicidad. »El día de la boda me vestí con el traje blanco adornado con el regalo que me hizo Bernardo: un maravilloso encaje de su familia, muy antiguo y delicado, con un precioso dibujo… Una auténtica joya. 15 »Bernardo dijo que era un encaje de mucho valor y lo elogió tanto que me molestó, pues, por muy valioso que fuera el encaje, mi futuro marido debería haber dicho que el mayor tesoro era poco para mí. »El día de la boda, al vestirme, me emocioné al ver cómo el precioso encaje realzaba el vestido: me pareció que en ese tejido tan bello y frágil se habían anudado nuestros dos corazones. »En eso pensaba, emocionada y feliz, mientras caminaba hacia mi novio, que me esperaba en la puerta del salón. Iba a saludarlo por última vez, llena de alegría, antes de entregarme a él en cuerpo y alma… 16 »Y entonces, al cruzar la puerta, el encaje se enganchó en un hierro y oí el ruido de la tela al rasgarse… ¡Ras! »Y vi que un jirón del precioso encaje colgaba, roto, sobre el vestido. »Pero también vi otra cosa: la cara de Bernardo, que me miraba lleno de rabia. Sus ojos echaban chispas y abrió la boca como si fuera a insultarme… No lo hizo porque estaba rodeado de gente. 17 »Pero fue como si en aquel instante se alzara el telón que ocultaba su verdadera alma para que yo la viera. »Esa imagen fue un choque para mí, aunque nadie se dio cuenta porque el velo ocultaba mi rostro. Al ver la expresión de Bernardo, algo crujió y se rompió dentro de mí, y la felicidad que sentía al cruzar la puerta un segundo antes se convirtió en un horror profundo. »En mi cabeza solo veía aquella expresión de rabia y desprecio que acababa de descubrir en Bernardo. 18 »Supe que aquel era su verdadero carácter y sentí que no podía ni quería entregarme a un hombre así, ni ese día ni nunca… »Caminé hasta el altar, me arrodillé, escuché al obispo, y cuando me preguntó si lo quería por esposo, la verdad me brotó de los labios: No. »Lo dije sin pensarlo, como si me lo dijera a mí misma, ¡pero para que lo oyesen todos! —¿Y por qué no le contó a nadie la verdadera razón? —pregunté. 19 —Pues porque un encaje roto no tiene importancia. Nadie hubiera creído que por aquella pequeñez pude ver el verdadero carácter de Bernardo. Por eso dejé que la gente pensara que había razones de esas que llaman «serias»… 20 21 https://claroyfacil.es

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