Teorías Psicosociales - Carver y Scheier - PDF

Summary

Este documento presenta un resumen de las teorías psicosociales de la personalidad, enfocándose en las relaciones de objeto y el desarrollo psicosocial de Erikson. Se describen conceptos clave como apego y narcisismo, y se analiza la relación de las teorías con la experiencia humana y con otros enfoques.

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Capítulo 9 Teorías psicosociales TEORÍAS DE LAS RELACIONES EVALUACIÓN DE OBJETO Relaciones de objeto, apego y el foco Psicología del yo...

Capítulo 9 Teorías psicosociales TEORÍAS DE LAS RELACIONES EVALUACIÓN DE OBJETO Relaciones de objeto, apego y el foco Psicología del yo de la evaluación Juego en la evaluación TEORÍA DEL APEGO Y DE LA PERSONALIDAD PROBLEMAS Patrones de apego en adultos EN EL COMPORTAMIENTO ¿Cuántos patrones hay? Y CAMBIO CONDUCTUAL Estabilidad y especificidad Narcisismo como un trastorno de la Otras reflexiones sobre el apego adulto personalidad Patrones de apego y el modelo de los cinco Apego y depresión factores Cambio conductual TEORÍA DEL DESARROLLO TEORÍAS PSICOSOCIALES: PSICOSOCIAL DE ERIKSON PROBLEMAS Y PROSPECTOS Identidad del ego, competencia RESUMEN y experiencia de la crisis Infancia Niñez temprana Preescolar Edad escolar Adolescencia Adultez joven Adultez Vejez El principio epigenético Identidad como historia de vida Relación de la teoría de Erikson con otras teorías psicosociales Desde que estaba en preparatoria, Cristina ha tenido un patrón específico en sus relaciones amorosas con hombres. Cuando la relación comienza a establecerse se muestra cercana y apegada. Más adelante surge una cualidad ambivalente, desea cercanía con su pareja, pero al mismo tiempo hace cosas que la alejan: se molesta con él, discute por cualquier cosa y nada de lo que él haga para calmarla le satisface. A medida que él se enoja más por estas cosas y su relación se vuelve cada vez más tensa, Cristina hace su movimiento final: termina la relación y se pregunta: “¿Por qué nunca puedo encontrar al tipo correcto de hombre?”. 199 200 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es L A PERSPECTIVA PSICOSOCIAL de la personalidad tiene parte de sus raíces en la perspec- tiva psicoanalítica. Freud atrajo a muchos seguidores, los cuales, sin embargo, diferían de su postura en formas importantes. El grupo que tuvo mayor impacto y evolucionó para transformarse en una parte activa de la psicología de la personalidad actual se enfocó en la idea de que las principales tareas en la vida de las personas son las relaciones. Esta perspectiva empezó examinando la manera en que los niños interactúan con otras personas y son afectados por ellas. Con el tiempo amplió su análisis al resto de la vida, viendo la personalidad adulta como un reflejo de las mismas fuerzas que son cru- ciales en la infancia. Esas son las ideas que se describen en este capítulo. Teorías de las relaciones de objeto Empezamos con un grupo de teorías que tienen diversos orígenes y terminologías, pero que, sin embargo, son sorprendentemente parecidas. Para denominarlas, en conjunto, se utiliza la frase teorías de las relaciones de objeto (para revisiones ver Klein, 1987; Masling y Bornstein, 1994: St. Clair, 1986). En la frase relaciones de objeto el “objeto” es una persona. Por lo tanto, estas teorías se enfocan en las relaciones de una persona con otras. El tema principal se deriva de la idea de Freud (Eagle, 1984) de que el ego desarrolla apegos con objetos externos para liberar energías del ello de forma eficaz. Las teorías de las relaciones de objeto se enfocan en estos apegos pero sólo cuando los objetos son personas. En estas teorías el punto no es satisfacer al ello. El apego, más bien, es una función básica del ego. Es esencia de la personalidad (Fairbairn, 1954). Como en muchas otras teorías de las nuevas corrientes psicoanalíticas, el énfasis se pone en el ego en lugar de en el ello (ver el recuadro 9.1). Las teorías de las relaciones de objeto, que fueron desarrolladas por varias perso- nas, comparten dos grandes temas (Klein, 1987; St. Clair, 1986). En primer lugar, todas enfatizan que el patrón que utilizan las personas para relacionarse con otras se establece en la niñez temprana. En segundo lugar, todas suponen que los patrones tienden a ser recurrentes a lo largo de la vida. Una de las teóricas de las relaciones de objeto más influyentes fue Margaret Mahler (1968; Mahler, Pine y Bergman, 1975; ver también Blanck y Blanck, 1986). Ella creía que los recién nacidos iniciaban su vida en un estado de fusión psicológica con otros. Desde su punto de vista, el desarrollo de la personalidad es un proceso en el que se rompe esta fusión para convertirse en un individuo separado y distinto. En estas teorías, al periodo en el que el niño está fusionado con su madre se le llama simbiosis. Los límites entre la madre y el yo no han surgido aún (por ejemplo, el niño no distingue el pezón de su madre de su propio pulgar). Aproximadamente a los seis meses de edad el bebé empieza a ser consciente de su existencia separada. Este proceso, al que Mahler denominó separación-individualización, implica que el bebé empieza a explorar gradualmente los espacios con cierta independencia de su madre. Durante este tiempo el bebé experimenta un conflicto entre dos presiones. La primera la constituye su deseo de ser cuidado por su madre y estar unido a ella. La segunda, su miedo de ser abrumado en una fusión con ella y su deseo de establecer su individualidad. El niño, enton- ces, se esfuerza por la individualización y la separación, pero también quiere seguir sintiéndose unido a su madre. Este conflicto también es importante en el comportamiento adulto. El comportamiento de la madre durante este periodo es importante para el posterior ajuste del niño. Ella debe combinar la disponibilidad emocional con un suave empujón hacia la independencia. Si la madre está demasiado presente en la experiencia del bebé, éste no será capaz de establecer una existencia separada. Si la madre lo empuja demasiado hacia la individualización, el bebé experimentará un sentimiento de rechazo y pérdida llamado ansiedad de separación. A medida que crece (más o menos a los tres años) el niño desarrolla una represen- tación mental estable de su madre, quien ahora estará con él, simbólicamente, todo el Teo rí a s de l a s rel a c i o n es de o bj et o 201 Recuadro 9.1 Psicología del ego Muchos seguidores mentó que las personas se esfuerzan contenernos y cuándo podemos actuar de Freud conside- por ser más competentes, pero para más libremente. raron que no le dio él son otras las razones por las que Estas cuestiones son el centro del suficiente atención o lo hacen. Adler postuló que siempre trabajo de Jeanne H. Block y Jack Block, crédito al ego. Como que una persona tiene sentimientos psicólogos del ego (1980; J. Block, resultado, propusieron muchas nuevas de inferioridad (cualquier sentido de 2002; J. Block y Block, 2006) que teorías psicoanalíticas que se enfocaron inadecuación) se activa un proceso denominaron control del ego al primer en el ego y sus funciones. Aunque las compensatorio y la persona se esfuerza aspecto de la adaptación. Este control es teorías son diferentes, todas enfatizan por lograr superioridad. Adler creía que la medida en que la persona inhibe sus el desarrollo autónomo del ego. tanto los sentimientos de inferioridad impulsos. En un extremo se encuentran Robert White (1959, 1963) introdujo como los esfuerzos por alcanzar la las personas que subcontrolan, es decir, dos conceptos de motivación para superioridad se presentan en un ciclo que no pueden demorar la gratificación, analizar el ego. Uno de ellos es la continuo. El resultado es que las perso- que expresan inmediatamente sus sen- motivación de efecto, que debe enten- nas permanecen esforzándose por ser timientos y deseos. En el otro extremo derse como la motivación para tener mejores, más eficientes, en lo que sea están las personas que sobrecontrolan, un efecto o un impacto en nuestro que hagan. Adler veía la lucha por ser o sea, las que demoran la gratificación ambiente. White creía que la necesi- más competentes como una parte del por tiempo indefinido, inhiben sus dad de impactar es un motivo básico. sano funcionamiento del ego, al que acciones y sentimientos y se aíslan Durante la niñez temprana es el alma- llamaba el “gran impulso hacia arriba”. de las distracciones externas. El otro cén principal de las energías del ego. Él creía que las personas sanas siguen aspecto del funcionamiento del ego es Este motivo, que subyace al funciona- funcionando así a lo largo de toda su la resiliencia del ego. Ésta se traduce miento adaptativo del ego, evoluciona vida. como flexibilidad, es decir, como la para convertirse en la motivación para En ambas perspectivas, el objetivo capacidad de la persona para modificar ser más competente, que es la moti- principal del ego es adaptarse mejor el nivel de control de ego que suele vación para ser eficaz en el manejo del al mundo. La adaptación tiene dos manejar, en cualquier dirección, para ambiente. La motivación para ser más aspectos. El primero es aprender a con- adaptarse a una determinada situación. competente puede permanecer por tener los impulsos, ya que hacerlo nos Las personas con un nivel bajo de re- tiempo indefinido, ya que siempre permite tener más control de nuestras siliencia del ego no pueden liberarse de hay nuevas competencias que lograr. interacciones con el mundo y evitar la forma en que están acostumbrados a La motivación para ser más competente, problemas por actuar impulsivamente. relacionarse con el mundo, aun cuando por lo tanto, impulsa a la persona hacia Sin embargo, parte de la adaptación les convendría hacerlo temporalmente. nuevos desafíos y habilidades a dominar. es ser flexible al tratar con el mundo. Las personas cuyo ego es resiliente Alfred Adler (1927, 1929, 1931), Por lo tanto, el segundo aspecto de la tienen recursos y se adaptan bien a otro psicólogo del ego, también argu- adaptación es saber cuándo debemos los cambios de circunstancias. tiempo. La relación de objeto se internaliza. En lo futuro el niño verá a su madre a través de esta imagen y la generalizará a otras personas. En muchas formas el niño se comportará con los demás como si fueran su madre (y su padre). A menudo los primeros años incluyen algunos estresores —una sensación de rechazo de un padre o una fusión asfixiante con uno o con ambos. De ser así, el niño lleva los estresores a su vida posterior por medio de sus representaciones de objeto internas. Y como la internalización se deriva de las experiencias infantiles, hay muchas probabilida- des de distorsión. Sin embargo, lo que importa no es lo que le sucedió en la niñez, sino la forma en que el niño experimentó lo que sucedió. Quizá usted no esté muy convencido de que las personas se relacionan con otras como si fueran su madre y padre, y piense que tratan a cada persona de forma única. Un teórico de las relaciones de objeto le respondería que piensa esto porque se está viendo a usted mismo desde dentro de su patrón (Andersen y Chen, 2002). Estar dentro de un patrón no nos permite darnos cuenta de que estamos dentro de uno. Sólo nos damos cuenta de variaciones dentro de los patrones. Creemos que las variaciones son grandes, pero en muchos aspectos son realmente pequeñas. Desde esta perspectiva, el patrón que desarrollamos en la niñez temprana de cómo relacionarnos con otros determina la manera en que nos relacionamos con los demás el 202 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es resto de nuestra vida. De hecho, este patrón forma la esencia de nuestra personalidad. Lo damos por hecho, igual que cualquier otro aspecto de nuestra personalidad. Es el lente a través del cual vemos, no sólo a nuestros padres, sino a todo el mundo. Psicología del yo Otro destacado analista de la nueva corriente psicoanalítica fue Heinz Kohut, quien desa- rrolló la teoría que se conoce como psicología del yo debido a que consideraba que la estructura del yo se forma con las relaciones (A. Goldberg, 1985). A pesar de la etiqueta, su teoría se enfoca en las experiencias que otros llamaron relaciones de objeto. Kohut fue el primero en proponer que las personas tienen un narcisismo esencial: un patrón de necesidades egocéntricas que deben ser satisfechas a través de los demás. Acuñó el término objeto del yo para referirse a alguien que nos ayuda a satisfacer nuestras nece- sidades. En la niñez temprana los objetos del yo (padres) se experimentan como extensiones del yo. Posteriormente, los objetos del yo significan cualquier persona que sea experimentada dentro de la estructura del yo. Entonces, un objeto del yo existe desde el punto de vista del yo y sirve a las necesidades del yo. Kohut pensaba que el niño adquiere un yo a través de la interacción con sus padres. Los padres se ocupan de espejear: dando apoyo al niño y respondiendo de una forma empá- tica, aceptante. El espejeo gratifica las necesidades narcisistas del niño porque hace que sea, temporalmente, el centro del universo. Al inicio de la vida del niño, el sentido del yo es grandioso, le da la ilusión de total importancia, la cual debe mantenerse, hasta cierto punto, a lo largo de su desarrollo para crearle una sensación de importancia que pueda conservar hasta la adultez. Sin embargo, esa sensación también debe ser moderada para que el niño sea capaz de enfrentar dificultades y frustraciones en etapas posteriores de su vida. En una personalidad sana, la grandiosidad se modifica y canaliza en actividades rea- listas. Se convierte en ambición y autoestima. Sin embargo, si existen fallas severas en el espejeo, el niño nunca desarrollará un adecuado sentido del yo. Como sus necesidades no han sido satisfechas, en su vida posterior este niño tendrá más necesidades narcisistas que otras personas. El resultado de esto es que el niño seguirá relacionándose con otras personas de forma inmadura. Aquí se requiere un equilibrio delicado: los padres deben dar al niño el espejeo suficiente para fomentar su desarrollo, pero teniendo cuidado de no exagerar. Este planteamiento se parece, de cierta manera, al equilibrio en la teoría de Mahler respecto de la separación-individualización y fusión con el otro. El espejeo sigue siendo importante en las relaciones a lo largo de la vida (Tesser, 1991). Espejeos posteriores involucran transferencias, en las cuales la orientación de Mantenimiento Base segura: de proximidad: base desde la permanencia cual la persona en la cercanía Apego explora hacia el exterior Refugio seguro: lugar al que se vuelve para buscar consuelo y seguridad Figura 9.1 Tres características que definen el apego y tres funciones del apego. El apego proporciona una base segura para la exploración, mantiene al niño cerca y seguro y le proporciona una fuente de consuelo. Fuente: Basado en Hazan y Shaver, 1994. Teo rí a del a peg o y de l a perso n a l i da d 203 Los patrones de apego temprano suelen influir en la calidad de las relaciones sociales posteriores. objetos del yo hacia los padres se transfiere a otras personas usando a los primeros como marco de referencia para las otras (Anderson y Chen, 2002). De hecho, las otras personas se convierten en sustitutos de nuestros padres, por lo que esperamos que nos espejeen como ellos lo hicieron. Esto se parece a la idea de Mahler de que la relación de objeto interna correspondiente a un padre se usa para formar relaciones posteriores. Teoría del apego y de la personalidad Las ideas expuestas hasta aquí se ajustan, de muchas formas, con las propuestas por los teóricos interesados en el apego del niño a su madre (por ejemplo, Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978; Bowlby, 1969, 1988; Sroufe y Fleeson, 1986). El apego es un vínculo emocional. La necesidad de tener este vínculo es una parte básica de la experiencia hu- mana (Baumeister y Leary, 1995). El primer teórico del apego fue John Bowlby, quien señaló que el aferramiento y seguimiento característicos del niño tienen un propósito biológico importante: mante- nerlo cerca de su madre, lo que a su vez incrementa sus oportunidades de supervivencia. Una cuestión fundamental en la teoría del apego es que las madres (y otras personas) que se encargan del cuidado del niño crean una base segura para él, quien necesita saber que la persona principal en su vida es confiable, que está ahí cuando la necesita. Esta sensación de seguridad le proporciona al niño un lugar de consuelo (un refugio seguro) cuando se siente amenazado (ver la figura 9.1). También le da una base desde la cual puede salir a explorar el mundo. Por consiguiente, la dependencia temporal del cuidador le sirve al niño de impulso para la futura exploración. La teoría del apego también sostiene que el niño construye “modelos de funcionamiento” mentales implícitos del yo, de otros y de la naturaleza de las relaciones, los cuales después utiliza para relacionarse con el mundo (Bowlby, 1969). Esta idea se asemeja a las creencias de Mahler sobre las representaciones de objeto y a las creencias de Kohut sobre los objetos del yo. Para evaluar el apego del niño Mary Ainsworth y sus colegas diseñaron un procedimiento al que llamaron situación extraña (Ainsworth et al., 1978). El procedimiento comprende una serie de eventos que involucran a la madre del niño y a un extraño, y en él hay dos momentos de importancia relevante: uno es el momento en que se deja al niño solo con el extraño y otro el momento en que la madre regresa. Los evaluadores observan al niño todo el tiempo, poniendo especial atención a la manera en que responde cuando regresa la madre. El procedimiento de la situación extraña identificó varios patrones de comporta- miento del niño. La angustia normal cuando parte la madre y el entusiasmo y felicidad cuando regresa se tomaron como demostración de apego seguro. De acuerdo con estos inves- tigadores, el procedimiento también reveló dos tipos principales de apego inseguro. Uno es el patrón ambivalente (o resistente), que se puso en evidencia cuando un bebé que se inquietó mucho y se mostró muy alterado cuando su madre lo dejó, respondió a su regreso con intentos de acercamiento mezclados con rechazo y enojo. El bebé buscaba con- 204 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es tacto con la madre, pero después se resistía con enojo a cualquier esfuerzo por ser consolado. El otro patrón que se reveló fue el de evitación (o evasivo), en este caso el bebé permane- cía calmado cuando la madre partía y respondía a su regreso ignorándola. Parecía como si este niño esperara ser abandonado y tomara represalias. Observaciones hechas en casa también sugerían una base para las variaciones en el apego (Ainsworth, 1983; Ainsworth et al., 1978). Las madres de niños con apego seguro respondían rápidamente al llanto de sus bebés y correspondían a sus sonrisas. Mostraban un comportamiento sincronizado —respondiendo a una gran variedad de acciones de los niños (Isabella, Belsky y von Eye, 1989). Las madres de los bebés ambivalentes eran cam- biantes: en ocasiones les respondían y en otras no. Las madres de los bebés que mostraban el patrón de evitación eran distantes, irradiaban un tipo de indisponibilidad emocional y en ocasiones denotaban un rechazo total o negligencia. En otra investigación se encon- tró que las madres de niños seguros se dirigían a ellos empleando un lenguaje más rico que el que usaban al hablar con un desconocido (Ritter, Bucci, Beebe, Jaffe y Maskit, 2007). No es de sorprender, la personalidad de la madre predice cómo va a interactuar con el niño (Kochanska, Friesenborg, Lange y Martel, 2004). Curiosamente, no siempre son las acciones en sí las que difieren entre los grupos, sino la sincronización de estas acciones. Por ejemplo, las madres de niños con apego seguro no difieren de las madres de niños evasivos (evitativos) en la cantidad de tiempo que dedican a cargarlos. Sin embargo, las madres de bebés evasivos tienen menos probabilidades de cargarlos cuando éstos señalan que quieren ser cargados. La sincronización suele ser muy importante. Con base en estos descubrimientos, Hazan y Shaver (1994) caracterizaron los patrones seguro, ambivalente y de evitación (evasivo) como el reflejo de tres posibles respuestas a la pregunta: ¿Puedo contar con que mi figura de apego va a estar disponible y me va a res- ponder cuando la necesite? Las posibles respuestas —“sí”, “no” y “tal vez”— corresponden a los patrones seguro, de evitación y ambivalente. En teoría, las personas pueden abandonar un apego inseguro formando uno mejor con alguien más posteriormente. Sin embargo, es difícil que esto suceda porque el apego inseguro lleva a la persona a hacer cosas que la aíslan de las demás, lo cual no le permite crear un nuevo apego. El aferramiento mezclado con el rechazo en el patrón ambivalente sería difícil de manejar (recuerde la viñeta del principio del capítulo, que describe una versión adulta de esto). Lo mismo puede suceder con la actitud de indiferencia y aleja- miento del patrón de evitación. Ambos patrones provocan que los demás reaccionen de forma negativa, lo que a su vez reconfirma las percepciones que llevaron en inicio a los patrones. De hecho, las personas con un patrón de apego inseguro parecen distorsionar sus recuerdos de interacciones a lo largo del tiempo para que sean más congruentes con sus modelos de funcionamiento (Feeney y Cassidy, 2003). Un patrón de apego inseguro, por lo tanto, tiene la cualidad de ser autoperpetuante. Al parecer, los patrones son relativamente estables al inicio de la vida, aunque llegan a presentar ligeros cambios (ver la tabla 9.1). En un estudio se encontró que en el 84% de los niños de una muestra el apego infantil codificado al año de edad podía ser identificado por la forma en que respondían a sus padres a los seis años de edad (Main y Cassidy, 1988; Estudio 1). Los niños seguros seguían siendo seguros, los niños evasivos seguían siendo retraídos y los ambivalentes seguían siendo dependientes y hoscos a la vez. En un proyecto más reciente (Simpson, Collins, Tran y Haydon, 2007) se reportó información de niños desde la infancia temprana hasta los primeros años de su adultez. Los niños con apego seguro eran más com- petentes socialmente en la escuela primaria (lo cual se determinó con base en calificaciones de sus maestros). Esto, a su vez, predijo relaciones seguras con amistades cercanas los 16 años, lo que predijo más experiencias emocionales positivas en sus relaciones románticas adultas. Patrones de apego en adultos El comportamiento de apego en la niñez es interesante, pero es más relevante saber la manera en que este comportamiento se relaciona con la personalidad adulta. La inves- Teo rí a del a peg o y de l a perso n a l i da d 205 Tabla 9.1 Tres formas de comportamiento relacionado con el apego, visto desde el primero hasta los seis años de edad. Nombre del patrón al año Comportamiento al año Comportamiento a los seis años de edad de edad de edad Seguro Busca interacción, cercanía, contacto con Inicia la conversación con el padre que regresa los padres a su regreso. o responde a lo que éste le pregunta. Es consolado rápidamente por el padre y Permanece calmado todo el tiempo. regresa a jugar. De evitación Evita activamente e ignora al padre que Minimiza la oportunidad para interactuar con regresa, mira hacia otro lado y el padre que regresa viéndolo y hablándole permanece ocupado con sus juguetes. sólo brevemente; regresa a los juguetes. Ambivalente El padre no puede consolar la angustia Su postura y voz exageran la sensación de por la separación. intimidad y dependencia. Quiere el contacto, pero muestra signos de Muestra alguna resistencia y signos sutiles de enojo que van de sutiles hasta abiertos. hostilidad. Fuente: Basado en Main y Cassidy, 1988. tigación al respecto empezó con la idea de que los modelos de funcionamiento de las relaciones formados en la niñez se llevan hasta la adultez (con ajustes a lo largo del camino). Estos modelos de funcionamiento influyen en las relaciones sociales del adulto. Seguro Evasivo De esa forma, representan el centro de la personalidad. Durante las dos décadas pasadas, las investigaciones sobre los Ambivalente patrones de apego de los adultos se multiplicaron (ver Cassidy 4 y Shaver, 1999; Feeney, 2006: Mikulincer y Goodman, 2006; Confianza Mikulincer y Shaver, 2007; Rholes y Simpson, 2004). El primer estudio fue realizado por Cindy Hazan y Phillip Shaver (1987). 3 Los participantes se clasificaban (a partir de descripciones) como seguros, ambivalentes o evasivos. Después describían la relación 0 romántica más importante de su vida (pasada o actual) en varias Preocupación 4 escalas (ver la figura 9.2). obsesiva Los adultos seguros describían su relación amorosa más importante como más feliz, amistosa y confiable en comparación 3 con los adultos de los otros dos grupos. Sus relaciones también habían durado más tiempo. Los adultos evasivos tendían menos 0 que los demás a informar que aceptaban las imperfecciones de sus 3 Aceptación seres queridos. Los ambivalentes experimentaron el amor como una preocupación obsesiva, con el deseo de reciprocidad y unión, altas y bajas emocionales extremas, y también atracción y celos 2 exagerados. Estas personas también tendían, más que las demás, a 0 reportar que su relación había sido “amor a primera vista”. Hazan y Shaver (1987) también investigaron los modelos Patrón de apego mentales que estas personas tenían sobre la naturaleza de las rela- Figura 9.2 ciones. De hecho, los adultos seguros dijeron que el amor es real y Adultos con un patrón de apego seguro permanente. Los evasivos fueron más cínicos y dijeron que no existe reportan niveles más altos de confianza el amor duradero. Los ambivalentes mostraron su ambivalencia: en sus parejas románticas que otros dijeron que es fácil enamorarse y sucede a menudo, pero también adultos, aquellos con un patrón ambiva- lente reportan una mayor preocupación dijeron que no existe el amor duradero. obsesiva y aquellos con un patrón de Otra investigación confirma que los estudiantes universi- evitación informan niveles más bajos de tarios ambivalentes tienen más posibilidades de ser obsesivos y aceptación de las imperfecciones de sus dependientes en sus relaciones amorosas (Collins y Read, 1990). parejas. Fuente: Basado en Hazan y Shaver, 1987. 206 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es Su búsqueda obsesiva de seguridad lleva a mayores conflictos y estrés en sus relaciones (Eberhart y Hamman, 2009). También son los más obsesivos respecto de sus amores per- didos (Davis, Shaver y Vernon, 2003). Los evasivos son los que menos probabilidad tienen de reportar estar enamorados en el presente o haberlo estado en el pasado (Feeney y Noller, 1990), son los que se muestran menos interesados en conocer los pensamientos y sentimientos íntimos de sus parejas (Rholes, Simpson, Tran, Martin y Friedman, 2007), los que se sienten menos a gusto con el sexo (Birnbaum, Reis, Mikulincer, Gillath y Orpaz, 2006) y los que después tienen más posibilidades de enfrentar de forma autosuficiente un rompimiento (Davis et. al. 2003). Los seguros muestran la mayor interdependencia, compromiso y confianza (Mikulincer, 1988, Simpsom, 1990). Cuando ellos experimentan un rompimiento, vuelven al refugio seguro que encuentran en la familia y los amigos (Davis et al. 2003). Las muchas formas en que el apego adulto influye en el curso de las relaciones románticas se volvió el foco de una gran cantidad de investigación adicional en los últimos años (Mikulincer y Goodman, 2006). ¿Cuántos patrones hay? La proliferación de trabajos sobre el apego adulto ha provocado que surjan varias cuestio- nes que han complicando la situación (ver también el recuadro 9.2). Los primeros estudios usaron tres categorías principales provenientes del trabajo en la infancia, pero también surgió otro enfoque. Bartholomew y Horowitz (1991) empezaron con la noción de Bowlby de los modelos de funcionamiento y se enfocaron en el modelo del yo y otro. Propusieron la exis- tencia de dos dimensiones: un modelo positivo del yo en comparación con uno negativo (el yo es amoroso o no lo es) y un modelo positivo de otros en comparación con uno negativo (los otros son confiables o no lo son). Las dimensiones que resultaron fueron denominadas ansiedad y evitación, respectivamente (Brennan, Clark y Shaver, 1998). Con este método las hipótesis se prueban típicamente usando dos dimensiones. Formar grupos combinando los extremos en los modelos del yo y de otros se hace menos a menudo (ver la figura 9.3). Dos de los grupos que resultaron de esto son equivalentes a los seguros y a los ambivalentes del enfoque de los tres grupos. Sin embargo, en este enfoque los individuos evasivos se dividieron en dos grupos separados, los cuales fueron denominados irrespetuosos y temerosos, dependiendo de si el apego ansioso también está involucrado. Cada enfoque tiene una fuerza conceptual. El enfoque de tres categorías transmite muy bien la sensación de que alguien importante para la persona esté disponible, impre- decible o no disponible. El enfoque de dos dimensiones transmite muy bien la sensación de que dos cuestiones independientes están involucradas en la respuesta de apego. Sin embargo, la literatura parece inclinarse por el enfoque de dos dimensiones. Modelo del otro Positivo Negativo Positivo Seguro Irrespetuoso (Seguro) o) Modelo siv del yo va (E Preocupado (Ambivalente) Temeroso Negativo Figura 9.3 Combinaciones de perspectivas positivas y negativas del yo y de otro que dan como resultado cuatro tipos de patrones de apego. Los nombres de los patrones comparables del modelo de tres categorías se muestran en gris. Fuente: Basado en Bartholomew y Horowitz, 1991. Teo rí a del a peg o y de l a perso n a l i da d 207 Recuadro 9.2 ¿Cómo se mide el apego adulto? Las personas que se codifica la información recolectada, ¿Cómo puede ser esto? Roisman et estudian los patrones lo que se codifica no es tanto lo que al. (2007) concluyeron que es confiable de apego en adultos la persona recuerda, sino si la persona asociar los autorreportes con la calidad de miden el apego en logra un relato coherente respecto de las relaciones adultas en condiciones de alto dos formas diferentes. experiencias infantiles. Las cuestiones nivel de estrés interpersonal; en contraste, Un procedimiento implica pedir a las clave son si a las personas les faltan descubrieron que los resultados de la AAI personas que respondan a una serie de recuerdos de su niñez o si idealizaron a estaban vinculados con la calidad de la rela- afirmaciones que expresan varias opinio- sus cuidadores (ambas se toman como ción sin importar si el estrés era alto o bajo. nes acerca de sus relaciones cercanas signo de evasión) y si las personas Es tentador especular que estas medi- actuales. Estas escalas con las que la parecen preocupadas por una pérdida ciones difieren de la misma manera que gente da información sobre ella misma o un abuso no resuelto (lo que se toma las mediciones de la motivación implícita incluyen reactivos que reflejan apego como signo de apego ansioso). difieren en comparación con las de auto- ambivalente mayor en comparación con Aunque existen paralelismos con- atribución (ver el capítulo 5). menor y reactivos que reflejan apego ceptuales entre ambos procedimientos Sin embargo, existe al menos cierta de evitación mayor en comparación con de medición, existe muy poco traslape evidencia de que los autorreportes menor. Casi toda la investigación sobre empírico (Roisman, 2009; Roisman sobre apego se relacionan con el apego el apego descrita en este capítulo usó et al., 2007). Poniéndolo de diferente implícito relacionado con las actitudes una medición de este tipo general. manera, las personas que calificaron (Shaver y Mikulincer, 2002), lo que ten- El otro procedimiento es la Entrevista como seguras cuando se utilizó el primer dería a contradecir esa perspectiva. No para el apego adulto (AAI, por sus siglas procedimiento, tienen sólo un poco de obstante, permanece la intrigante posibi- en inglés) (Main, Kaplan y Cassidy, más probabilidades de calificar como lidad de cómo los adultos perciben sus 1985), la cual permite medir el apego seguras cuando se mide su apego con la relaciones actuales y cómo la forma en adulto de una manera muy diferente. AAI que otras personas. A pesar de esta la que hablan de las primeras etapas de Esta entrevista pide a las personas que casi total falta de convergencia, ambas sus vidas se deriva de diferentes conjun- hablen de sus primeras experiencias con medidas predicen resultados que son tos de experiencias y se representa de sus cuidadores. Sin embargo, cuando relevantes para la teoría. diversas maneras en la mente. Estabilidad y especificidad Otras dos cuestiones sobre esta perspectiva de la personalidad se refieren a su estabilidad y a su generalidad. Si el patrón de apego es parte de la personalidad, debería permanecer relativamente estable. ¿Es así? Si el apego corresponde a figuras clave en nuestra vida, ¿utilizamos los mismos patrones en las interacciones causales o en grupos? En primer lugar, consideremos la estabilidad. Aunque los resultados están mezclados, el apego parece moderadamente estable a lo largo de periodos más o menos largos. Fraley (2002) concluyó, a partir de una revisión de estudios, que en la infancia surge un prototipo para las relaciones cercanas y no desaparece a pesar de nuevas experiencias. Por otro lado, la estabilidad moderada no es estabilidad total. Algunas personas cambian más que otras. Las personas que varían en un autorretrato a lo largo del tiempo parecen ser inseguras en el fondo, pero periódicamente se sienten más seguras (Davila, Burge y Hammen, 1997). La investigación sobre la estabilidad a largo plazo continúa en curso (Grossman, Grossman y Waters, 2005; Mikulincer y Shaver, 2007). ¿Y qué se puede decir respecto de la especificidad? ¿Las personas tienen un solo patrón para relacionarse con otras o tienen muchos patrones para diferentes relaciones? Al parecer, la respuesta es que tienen muchos patrones. Incluso los niños son capaces de exhibir un patrón ante un padre y otro patrón ante el otro. La diversidad en el comportamiento en las relaciones también aparece en adultos (Baldwin, Keelan, Fehr, Enns y Koh- Rangarajoo, 1996; Bartholomew y Horowitz, 1991; Cook, 2000; La Guardia, Ryan, Couchman y Deci, 2000; Overall, Fletcher y Friesen, 2003 y Pierce y Lydon, 2001). Por ejemplo, en un estudio los participantes definían cada una de sus 10 relaciones más cercanas en términos de las tres categorías. A través de las 10 descripciones casi todos usaron por lo menos dos patrones y casi la mitad usó los tres (Baldwin et al., 1996). También hay 208 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es evidencia de que las personas tienen patrones de apego a grupos que son diferentes de los patrones que tienen para las relaciones cercanas (Smith, Murphy y Coats, 1999). Incluso hay evidencia de que las creencias religiosas implican otro patrón de apego (Kirkpatrick, 1998). Por lo tanto, al parecer la forma en que las personas se relacionan con las demás personas involucradas en sus vidas, incluso con sus parejas, es variable. Posiblemente exista una orien- tación general para acercarse a nuevas relaciones (Feeney, Cassidy y Ramos-Marcuse, 2008) o una tendencia central entre las diversas orientaciones que toma una persona (Crittenden, 1990; Pierce y Lyndon, 2001), y bien puede ser resultado de las experiencias infantiles tem- pranas. Pero el comportamiento adulto definitivamente es más complejo de lo que podría ser si cada persona tuviera sólo una forma de relacionarse con otras. Otras reflexiones sobre el apego adulto Es sorprendente la gama de comportamientos que se ha vinculado con los patrones de apego de las personas. Hazan y Shaver (1990) estudiaron los vínculos de las orientaciones de las personas al trabajo. Recuerde que la ambivalencia implica una sensación de inse- guridad. En concordancia con esto, los ambivalentes reportaron no sentirse felices con los reconocimientos que les dieron en el trabajo ni con su grado de seguridad laboral. Tendían más a decir que lo que los motivaba a trabajar era su deseo de obtener la apro- bación de los demás. Los evasivos reportaron un deseo de mantenerse ocupados con el trabajo y socializaron menos durante el tiempo libre. Hazan y Shaver sugirieron que los evasivos usan el trabajo como una forma de escapar a su falta de relaciones. Una gran cantidad de investigaciones ha buscado cómo es que los patrones de apego se relacionan tanto con la búsqueda de comodidad como con el cuidado en situaciones estresantes (Collins, Ford, Guichard y Feeney, 2006). En un estudio (Simpson, Rholes y Nelligan, 1992) se pidió a un grupo de mujeres realizar una tarea que provoca ansiedad. Posteriormente esperaron durante cinco minutos con sus novios, a quienes se les pidió que realizaran una tarea diferente. A medida que la ansiedad se incrementaba, las mujeres seguras buscaron el apoyo de sus parejas y hablaron respecto de sentirse nerviosas, etc. Las mujeres evasivas hicieron lo contrario: cuanto más nerviosas estaban, menos apoyo bus- caban. También hubo variación en los hombres. Entre los hombres seguros, cuanta más ansiedad mostraban sus parejas, más tranquilizadores se mostraban ellos. En contraste, entre los hombres evasivos se observó que a medida que aumentaba la ansiedad que mostraban sus parejas, menos tranquilizadores se comportaban ellos (ver también Kobak y Hazan, 1991). Otros investigadores han encontrado que los hombres evasivos incluso se enojan si sus parejas muestran signos de angustia (Rholes, Simpson y Oriña, 1999). Curiosamente, la evasión también predice una mayor reactividad al estrés cuando se está discutiendo un conflicto en la relación (Powers, Pietromonaco, Gunlicks y Sayer, 2006). Este patrón de resultados ha sido confirmado de forma extensa y en varias formas. La tendencia a dar menos apoyo a las parejas estresadas ha sido mostrada tanto por mujeres como por hombres evasivos (Simpson, Rholes, Oriña y Grich, 2002). Feeney y Collins (2001) también confirmaron estos patrones usando diferentes métodos. Encontraron que la evitación también se relaciona inversamente con el grado de responsabilidad de los cuidadores e inversamente con los reportes de una orientación prosocial, confianza e interdependencia. La ansiedad se relaciona con el cuidado compulsivo y también con niveles más altos de motivación egoísta y niveles más bajos de confianza. Un alto grado de ansiedad y evitación también se ha relacionado con una menor satisfacción sexual y marital entre personas casadas (Butzer y Campbell, 2008). La búsqueda de apoyo y el apoyar a alguien que lo necesita se ha estudiado en muchas situaciones. Fraley y Shaver (1998) observaron a parejas en un aeropuerto cuando uno de los miembros salía de viaje. Encontraron que las mujeres evasivas buscaban menos contacto, eran menos cuidadosas y exhibían más conductas de evitación que las mujeres seguras. Westmaas y Silver (2001) observaron la manera en que los estudiantes reacciona- Teo rí a del a peg o y de l a perso n a l i da d 209 ban frente a una desconocida a quien pensaban que estaban atendiendo por cáncer. Los evasivos apoyaban menos en la interacción con ella que los demás. Otro estudio observó cómo respondían las personas a la experiencia de convertirse en nuevos padres (Rholes, Simpson y Friedman, 2006). Los evasivos experimentaban más estrés y no se sentían tan satisfechos con la paternidad como las personas con otros patrones de apego. Otro estu- dio más observó cómo los padres se adaptaban a la pérdida de un hijo (Wijngaards-de Meij et al., 2007). Ambos tipos de apego inseguro (el ambivalente y el de evitación) se asociaron con altos niveles de duelo. Investigación adicional sugiere que la sensación de apego seguro hace que la persona sea más compasiva y responda más a las necesidades de otros en general (Mikulincer y Shaver, 2005). Esto es cierto incluso si la sensación de seguridad se incrementa para realizar el expe- rimento de qué sucedería si la persona tuviera un apego seguro en lugar de que ese cambio se produzca de manera natural (Mikulincer, Shaver, Gillath y Nitzberg, 2005). Por lo tanto, la sensación de apego seguro promueve el altruismo a favor de las personas necesitadas. No es de sorprender que la motivación de las personas para ayudar a otros dependa de su estilo de apego. Los evasivos tienden más a reportar que ayudan porque desean obtener algo a cambio o porque se sienten obligados y desean evitar las consecuencias negativas de no ayudar. Tienden menos a reportar que ayudan porque lo disfrutan o porque les preocupa el bienestar del compañero (Feeney y Collins, 2003). El apego seguro se relaciona con tener motivos autónomos para participar en cuidados familiares y tam- bién para encontrar beneficios en el cuidado (Kim, Carver, Deci y Kasser, 2008). Si la persona que recibe el cuidado se cuenta entre las que tienen un apego seguro, justifica el que su pareja no se comporte solidaria, mientras que si es de las personas con apego inseguro, exagera las implicaciones negativas de que su pareja no le ofrezca ayuda. Otra investigación ha estudiado la manera en que las personas enfrentan el estrés. En un estudio realizado con veteranos de guerra y sus esposas, el apego ansioso estaba ligado a la severidad de los síntomas del trastorno de estrés postraumático en los veteranos y al estrés traumático secundario en sus esposas (Ein-Dor, Doron, Solomon, Mikulincer y Shaver, 2010). Otro estudio se refirió a las amenazas de ataques con misiles en Israel (Mikulincer, Florian y Weller, 1993). Los evasivos prefirieron más que otras personas enfrentar la amenaza mediante el distanciamiento (tratando de no pensar en la situación). Los ambivalentes tuvieron niveles más altos de reacciones inefectivas enfocadas en la emoción (por ejemplo, siendo autocríticos y deseando poder cambiar lo que estaban sin- tiendo). Las personas seguras usaron sus recursos de apoyo social más que los otros grupos. Recuerde que un aspecto del apego seguro infantil es la sensación de tener una base segura. Esto también ha sido estudiado entre los adultos. La seguridad se relaciona con una orientación exploratoria (Feeney, 2004; Feeney y Thrush, 2010; Green y Campbell, 2000), tal vez porque la seguridad provoca que las personas reaccionen más positivamente a los estímulos (Mikulincer, Hirschberger, Nachmias y Gillath, 2001). Cuando las personas seguras tienen, temporalmente, que ser dependientes, usan la seguridad para que les ayude a avanzar hacia una mayor autosuficiencia (Feeney 2007). Tener una pareja que actúa como una base segura ayuda a las personas a desempeñarse mejor en las tareas explora- torias y aumenta su autoestima (Feeney y Thrush, 2010). La seguridad también reduce la reacción negativa típica de los grupos marginales (Mikulincer y Shaver, 2001), sugiriendo disposición a explorar. Lo contrario ocurre con el patrón de evitación, que lleva a la gente a percibir hostilidad detrás del comportamiento de los demás (Mikulincer, 1998). Otra cuestión interesante es cómo la gente con diversos patrones de apego se relaciona con los demás. No es de sorprender que las personas con un patrón de apego seguro sean los compañeros más deseados y que tiendan a involucrarse entre sí (Collins y Read, 1990). Tanto las parejas en las que el hombre es evasivo como las parejas en las que la mujer es ambivalente tienen relaciones insatisfactorias. Por otro lado, existe evidencia de que los hombres evasivos que establecen relaciones de pareja con mujeres ambivalentes tienen a establecer parejas esta- 210 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es bles (Kirkpatrick y Davis, 1994) a pesar de la insatisfacción, lo que nos llevaría a preguntar a qué se debe que ocurra esto. La respuesta podría ser que los hombres evasivos evitan el conflicto, lo que tal vez ayuda a que la relación prosiga suavemente, en tanto que las mujeres ambivalentes se esfuerzan mucho por mantener las cosas juntas. Las parejas de evasivo con evasivo y de ambivalente con ambivalente son raras (Kirk- patrick y Davis, 1994). Esto es congruente con la idea de que las personas con patrones de apego inseguro se alejan de compañeros que los traten como los trataron en la infancia. Los evasivos evitan parejas que serán emocionalmente inaccesibles y los ambivalentes evitan parejas que serán cambiantes (Collins y Read, 1990; Kirkpatrick y Davis, 1994; Pietromonaco y Carnelley, 1994; Simpson, 1990). Patrones de apego y el modelo de los cinco factores Recuerde que muchas personas están interesadas en cómo las diferentes perspectivas de la personalidad se relacionan con el modelo de rasgos de los cinco factores. Esto también ha sido examinado con los patrones de apego adulto. Muchos estudios que usan la pers- pectiva del apego de tres categorías encontraron fuertes vínculos entre las mediciones del apego adulto y dos de los rasgos del modelo de los cinco factores (Carver, 1997; Shaver y Brennan, 1992). Los evasivos son introvertidos, los seguros son extrovertidos y los ambivalentes tienen altas puntuaciones en neuroticismo. El enfoque alternativo al apego parece implicar una correspondencia aún más fuerte. Como antes se señaló, se basa en dos dimensiones que en ocasiones son denominadas apego de evitación (de evasión) y apego ansioso. Aunque el foco en cada caso está en las relaciones, las dimensiones se asemejan mucho a la introversión-extroversión y el neuroticismo. Tal vez los evasivos no estén tan interesados en las conexiones sociales porque son introvertidos. Esto concuerda con el descubrimiento de que los evasivos codifican menos de lo que lo hacen los seguros cuando escuchan una grabación sobre relaciones (Fraley, Garner y Shaver, 2000). Si añadimos un giro a ver la extroversión como un deseo de incentivos sociales (lo cual se expuso en el capítulo 7) y la idea de que el neuroticismo es esencialmente una propensión a la ansiedad, la consistencia es aún mayor. Incluso se podría argumentar que los patrones de apego representan versiones de la extroversión y neuroticismo enfocadas en las relaciones. Este razonamiento ha sido apoyado respecto del apego ansioso y al neuroticismo, pero la situación es un poco más compleja en el caso del apego de evitación. La evi- tación, medida mediante la escala que compara la evitación con la seguridad, se asocia tanto con la extroversión como con la amabilidad (Noftle y Shaver, 2006). Otra cuestión que podría surgir es si las mediciones correlacionadas (apego y escalas de los “cinco grandes”) se sobreponen al predecir resultados o contribuyen de manera separada. Al parecer, la respuesta es que realizan contribuciones parcialmente indepen- dientes a experiencias como la calidad de las relaciones (Noftle y Shaver, 2006) y la angustia durante el duelo (Wijngaards-de Meij et al., 2007). Simpson et. al. (2002) tam- bién reportaron que las mediciones de la extroversión y neuroticismo no duplicaron los efectos de los patrones de apego, por lo que, aunque hay superposición, las dimensiones del apego no parecen ser idénticas a los rasgos de los “cinco grandes”. ¿Estos patrones en la personalidad surgen de los patrones de paternidad, como sostienen los teóricos psicosociales? O ¿son manifestaciones de rasgos genéticamente determinadas que simplemente se dan en lo social? Un estudio realizado con una gran muestra de adultos estadounidenses encontró que los reportes de trauma interpersonal (por ejemplo, abuso, amenazas con un arma, violencia paterna) se relacionaban con el apego adulto inseguro (Mickelson, Kessler y Shaver, 1997). Lo mismo sucedía con una historia de depresión y ansiedad de los padres. Estos descubrimientos sugieren que los patrones tienen un origen social. Sin embargo, otro estudio encontró que la superposición del apego adulto con los “cinco grandes” rasgos se basaba en influencias genéticas compartidas (Donnellan, Burt, Levendosky y Klump, 2008). Así que el jurado aún está deliberando. Teo rí a del desa rro l l o psi c o so c i a l de Eri kso n 211 Teoría del desarrollo psicosocial de Erikson Veamos ahora la que probablemente sea la más elaborada de las teorías psicosociales: la de Erik Erikson (1950, 1963, 1968). Erikson adoptó el punto de vista de Freud de que la per- sonalidad se desarrolla en una serie de etapas. Sin embargo, mientras que la de Freud es una teoría de desarrollo psicosexual, la de Erikson es una teoría de desarrollo psicosocial. Lo que esta última describe es el impacto del fenómeno social a lo largo de la vida. Otra diferencia se refiere al rango de edades involucradas. Las etapas que Freud describió se despliegan en los primeros años de vida. En contraste, Erikson creía que la personalidad evoluciona a lo largo de la vida desde el nacimiento, pasando por la madurez, hasta la muerte. También creía que ninguna parte de la vida es más importante que otra. Erikson fue, por lo tanto, uno de los primeros en proponer un desarrollo del ciclo de la vida. Identidad del ego, competencia y la experiencia de la crisis El tema central en la teoría de Erikson es la identidad del ego y su desarrollo (Erikson, 1968, 1974). La identidad del ego es la sensación conscientemente experimentada del yo. Se deriva de las transacciones con la realidad social. La identidad del ego de una persona cambia constantemente en respuesta a lo que sucede en el mundo social. Erikson plantea que es crucial formar y mantener un fuerte sentido de identidad del ego. Un segundo tema importante en la teoría de Erikson se refiere a la competencia y la adecuación personal. Sus etapas se enfocan en cuestiones de dominio. Si una persona maneja bien una etapa, surge de ella con una sensación de ser más competente. Pero si no la maneja bien, experimentará la sensación de ser una persona inadecuada. Este tema en la teoría de Erikson —de que la fuerza motivadora detrás de las acciones de las personas es el deseo de ser más competentes— se parece en muchas formas a las ideas de White sobre la competencia analizadas en el recuadro 9.1. Una diferencia es que Erikson se enfocó más específicamente en la competencia en el ambiente social. Erikson percibió el desarrollo como una serie de periodos en los que destacan algu- nas cuestiones. Desde su punto de vista, las personas experimentan una crisis psicosocial o conflicto durante cada etapa. Aquí los términos crisis y conflicto son intercambiables. Sin embargo, tienen un significado especial diferente al que se les da en el lenguaje coti- diano. En este caso, cuando se habla de crisis se hace referencia a una coyuntura decisiva: un periodo en el que la persona podría crecer mucho pero en el que, al mismo tiempo, también es bastante vulnerable. Cada crisis es relativamente larga (ninguna dura menos de alrededor de un año) y algunas son bastante largas (podrían durar hasta 30 años). Por lo tanto, Erikson utiliza estas palabras para transmitir una acepción de importancia crucial más que una acepción de presión de tiempo. De acuerdo con el prin- cipio del desarrollo del ciclo de la vida, todos los periodos en la vida de una persona son importantes, desde la infancia hasta la adultez —incluso la vejez. 212 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es El conflicto en cada crisis no es una confrontación entre personas ni tampoco un conflicto dentro de la personalidad. Es más bien una lucha entre alcanzar una cualidad psicológica en comparación con no alcanzarla. Para Erikson el conflicto nunca termina. Incluso manejarlo bien en el periodo en que es más intenso no significa que lo domi- namos de una vez por todas. Siempre existe cierto grado de conflicto y la persona lo confronta repetidamente en diferentes formas a lo largo de la vida. Erikson identificó ocho etapas. Cada una se enfoca en algún aspecto de las transac- ciones con la realidad social. Cada una tiene un conflicto o crisis. Cada conflicto enfrenta dos posibilidades que se oponen entre sí, como un par de cualidades psicológicas opuestas. Una de las posibilidades del par es obviamente adaptativa, en tanto que la otra parece no serlo tanto. Las etiquetas que Erikson dio a las dos cualidades indican la naturaleza de la crisis. Las personas negocian en cada etapa desarrollando un equilibrio entre las cualidades por las que cada etapa recibe su nombre. El punto no es únicamente adquirir la cualidad buena. De hecho, es importante que el ego incorpore ambos lados del conflicto, por lo menos un poco. Tener solo la cualidad que parece buena crea problemas. Por ejemplo, si la persona solamente tiene confianza básica y carece en absoluto de la sensación de desconfianza básica, no podría funcionar con eficiencia en un mundo que a veces no es digno de confianza. No obstante, la negociación exitosa de una etapa implica que el equilibrio se inclina más hacia el valor positivo que hacia el negativo. Si esto ocurre, la persona surge de la crisis con una orientación positiva hacia los eventos futuros correspondientes a ese con- flicto. Erikson usó varios términos para referirse a esta orientación positiva: cualidad del ego, fuerza del ego y virtud (Erikson, 1964; Stevens, 1983). Una vez establecidas, estas cualidades permanecen como parte de la personalidad del individuo. Erikson era muy reacio a especificar normas de edades para las etapas. Creía que cada persona tiene un calendario único y, por lo tanto, es difícil decir cuándo empezará y terminará cada etapa en cada una. Las edades que se dan en las siguientes secciones son sólo aproximaciones. Integridad del ego en Vejez comparación con desesperanza Capacidad de generar cosas en Adultez (hasta los 60) comparación con estancamiento Intimidad en comparación Adultez joven (hasta mediados de los 20) con aislamiento Identidad en comparación Adolescencia (de los 12 a los 20 años) con confusión de roles Laboriosidad en comparación Edad escolar (de los 6 a los 11 años) con inferioridad Iniciativa en comparación Preescolar (de los 3 a los 5 años) con culpa Autonomía en comparación Niñez temprana (de los 2 a los 3 años) con vergüenza y duda Confianza en comparación Infancia (primer año) con desconfianza Figura 9.4 Las ocho etapas psicosociales de Erikson, el rango de edad aproximada en la que ocurre cada una y la crisis que domina cada etapa. Teo rí a del desa rro l l o psi c o so c i a l de Eri kso n 213 Infancia Los niños a menudo parecen ser impulsados Las primeras cuatro etapas son paralelas a las etapas a resolver las cosas por del desarrollo psicosexual delineadas por Freud. La sí mismos. El dominio primera es la infancia, aproximadamente en el primer exitoso del ambiente es importante para año (ver la figura 9.4). El conflicto en esta etapa —la desarrollar la sensación crisis más fundamental de la vida— se da entre una de ser competentes. sensación de confianza básica en comparación con una de desconfianza básica. En esta etapa el niño depende completamente de otros para satisfacer sus necesidades básicas. Si éstas son satisfechas, el niño desarrolla una sensación de seguridad y confianza. Esto se ve refle- jado cuando al niño se le alimenta fácilmente, duerme bien y evacua de forma regular. Los cuidadores pueden dejar solo al niño por cortos periodos sin que esto le produzca demasiada angustia porque el niño ha aprendido a confiar en que regresarán. La desconfianza se refleja en un sueño irregu- lar, protestas al ser alimentado, estreñimiento y una mayor angustia cuando se le deja solo. El sentido de confianza es muy importante. Proporciona las bases para creer que el mundo es predecible —especialmente en lo que se refiere a las relaciones. La confianza se intensifica con las interacciones en las que los cuidadores son atentos y afectuosos con el bebé, y en las que le responden. Por el contrario, cuando le dan un trato cambiante y no muestran disponibilidad emocional, o cuando lo rechazan, crean en él una sensación de desconfianza. Este retrato se asemeja mucho a las ideas respecto de las relaciones de objeto y los patrones de apego, el predominio de la confianza sobre la desconfianza da origen a la fuerza del ego llamada esperanza. La esperanza es una creencia duradera de que los deseos son alcanzables. Es una visión optimista de la vida. Niñez temprana La segunda etapa se da en la niñez temprana (en el segundo y tercer años de vida), cuando los niños se enfocan en obtener control sobre sus acciones. La crisis en esta etapa se relaciona con estos esfuerzos. Se trata de crear una sensación de autonomía en las acciones en comparación con una de vergüenza y duda a ser capaz de actuar independientemente. Erikson concordaba con Freud en cuanto a que el entrenamiento en el control de esfínteres es un evento importante, pero por diferentes razones. Para Erikson adquirir control sobre la vejiga e intestinos ayuda a crear la sensación de autonomía (autodirec- ción). Lograr el control sobre estas funciones significa que ya no estamos a merced de los impulsos de nuestro cuerpo. Pero esa no es la única forma en que los niños obtienen la sensación de ser autónomos y competentes, también la obtienen cuando interactúan efi- cazmente con otros. Si los esfuerzos de los niños los llevan al fracaso, ridículo o a la crítica, o si los padres no los dejan actuar por sí mismos, el resultado es que sientan vergüenza y duden de ellos mismos. Manejar este conflicto lleva a la cualidad del ego llamada voluntad: la determinación de ejercer el libre albedrío. La mayor parte de la investigación sobre la teoría de Erikson se enfoca en la idea de que el manejo exitoso de una crisis nos prepara para afrontar la siguiente. Considere ahora cómo se aplica esta idea a las primeras dos etapas. La sensación de confianza básica se refleja en un apego seguro. En un estudio (Hazen y Durret, 1982) se evaluó el apego al año de edad; después, a los dos y medio años, los niños y sus madres acudieron al laboratorio, en donde, mientras exploraban el área de juego, los observadores codificaban cuántas veces el niño iba solo (o dirigía a la madre) a una nueva parte del área —acción que refleja autonomía 214 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es Niños con apego seguro Niños con apego inseguro 50 100 50 0 0 Cantidad total Porcentaje de exploración de exploración que fue autónoma Figura 9.5 Los niños que sienten más confianza básica y seguridad al año y a los dos y medio años, exploran más que los niños con un apego inseguro y un porcentaje más alto de su exploración es autoiniciada o autónoma. Estos resultados sugieren que el manejar con éxito la primera crisis de la teoría de Erikson prepara al niño para hacerlo mejor en la segunda crisis. Fuente: Basedo en Hazen & Durrett, 1982. y autoiniciación del comportamiento. También codificaron qué tan a menudo el niño fue llevado por la madre a partes nuevas del área —acción que no es autónoma. Como se muestra en la figura 9.5, los niños que tenían un apego seguro un año y medio antes, exploraron más que aquellos que tenían un apego menos seguro. Además, la mayor parte de la exploración de los que tenían apego seguro fue autoiniciada (autó- noma). Otros investigadores han reportado resultados parecidos (por ejemplo, Matas, Arend y Sroufe, 1978). Por lo tanto, al parecer, tener una sensación de confianza básica es favorable para después volverse más autónomo. Preescolar El siguiente periodo se da en la edad preescolar (de los tres a los cinco años, aproxima- damente). Ser autónomo y capaz de controlar nuestras acciones es un inicio importante, pero sólo es el inicio. Una capacidad para manipular los objetos del mundo lleva a incre- mentar el deseo de ejercer influencia, de hacer que las cosas sucedan —en resumen, un deseo de poder (McAdams, 1985). Este periodo se da en el momento en el que Freud vio que surgía el conflicto de Edipo. Como vimos anteriormente, las personas que son escépticas acerca del conflicto de Edipo tienden a ver la descripción de Freud como una metáfora para una lucha de poder mucho mayor entre el padre y el hijo, quien para este momento se ha vuelto voluntarioso. Erikson se enfocó en esta lucha de poder. El conflicto en esta etapa concierne a la iniciativa en comparación con la culpa. Los niños que toman la iniciativa buscan imponer su recientemente desarrollado sentido de volun- tad en lo que les rodea. Se expresan y actúan sobre su curiosidad a medida que exploran y manipulan su mundo, y preguntan acerca de las cosas que suceden a su alrededor. Sin embargo, las acciones y palabras también pueden ser peligrosas. Una acción que es demasiado poderosa quizá cause dolor en otros (por ejemplo, el que el niño tome un juguete que desea puede afligir a otro niño). Hacer muchas preguntas puede volverse aburrido para algunos adultos. Si tomar la iniciativa lleva a la desaprobación, el niño sentirá culpa. Y como ejercer el poder constantemente tiende a producir alguna des- aprobación, con el tiempo será necesario moderar la iniciativa mediante la restricción. Si esta crisis es bien manejada, el niño saldrá de ella con otra cualidad del ego llamada propósito: el valor para perseguir objetivos valiosos sin temor a ser castigado. Teo rí a del desa rro l l o psi c o so c i a l de Eri kso n 215 ¿Obtener una sensación de confianza básica durante el primer año favorece a la posterior iniciativa? En un estudio (Lütkenhaus, Grossmann y Grossmann, 1985) el apego de los niños se evaluó al año de edad, después, a los tres años, se les volvió a estudiar (en casa). Aquellos que al año de edad tenían un apego seguro se tardaban menos en mostrar iniciativa al inte- ractuar con un desconocido que aquellos que tenían un apego inseguro a esa misma edad. Durante un juego que involucraba fracaso, los niños con apego seguro respondían esforzán- dose más, en tanto que los otros niños disminuían sus esfuerzos. Por lo tanto, al parecer, la sensación de confianza básica proporciona las bases para la sensación de iniciativa y propósito. Edad escolar La siguiente etapa corresponde al periodo de latencia de Freud (que va de los 5 a los 11 años, aproximadamente). Erikson sostuvo que este periodo también tenía un conflicto al que llamó laboriosidad en comparación con inferioridad. El término industria refleja el hecho de que la vida del niño permanece enfocada en realizar cosas que tienen un impacto. Pero ahora la naturaleza de esos esfuerzos adquiere un significado diferente. Ya no basta con tomar la ini- ciativa y afirmar el poder. Ahora existe la presión de hacer cosas que otros juzgarán si están bien en dos sentidos. La laboriosidad no radica simplemente en hacer cosas, para ser indus- triosos también se tiene que hacer cosas que sean valoradas por los demás. También radica en hacer las cosas en las formas que los otros consideran apropiadas y recomendables. La crisis relacionada con la sensación de ser industrioso inicia cuando el niño ingresa a la escuela primaria. La función de la escuela es enseñar a los niños a convertirse en miembros productivos y responsables de la sociedad. Los años escolares también son un periodo en el que se prueban las habilidades intelectuales por primera vez. Los niños son presionados para que se desempeñen bien en la escuela y lo adecuado de su rendimiento es evaluado de manera explícita. La experiencia escolar también implica el aprendizaje de roles sociales. Los niños empie- zan a aprender acerca de la naturaleza del trabajo adulto, se les empieza a exponer a algunas herramientas del trabajo adulto. En tiempos anteriores éstas eran herramientas para la agri- cultura, carpintería y labores domésticas; en la actualidad se tiende más a exponerlos a las computadoras y otras tecnologías. Otro rol que los niños adquieren en esta etapa es el de ciudadanos. Por lo tanto, la sensación del niño de ser industrioso es juzgada en parte con base en la medida en que su comportamiento sea aceptable para el grupo social. Los niños con una fuerte sensación de laboriosidad difieren en varias formas de los niños con menos laboriosidad (Kowaz y Marcia, 1991). Los primeros tienden a preferir las actividades que se basan en la realidad que las que se basan en la fantasía y tienen más capacidad para distinguir el papel del esfuerzo de la habilidad para producir resultados. Estos niños obtienen mejores calificaciones y tienden más a estar de acuerdo con las afir- maciones que son deseables socialmente. Para superar con éxito esta etapa, los niños deben sentir que están dominando sus tareas de forma que es aceptable para quienes los rodean. El peligro en esta etapa es que desarro- llen sentimientos de inferioridad, los cuales pueden surgir cuando otras personas los hacen creer que no se están desempeñando bien o que su desempeño es moralmente incorrecto. Manejar el conflicto entre laboriosidad e inferioridad da como resultado otra cualidad del ego llamada competencia: la sensación de poder hacer cosas que son valoradas por otros. Adolescencia A continuación viene la adolescencia, un periodo que inicia con los cambios físicos de la pubertad y dura aproximadamente hasta los 20 años. Esta etapa implica un mayor rom- pimiento con el pasado que cualquiera de las que hasta ahora se han revisado. Parte de la sensación de separación proviene de los cambios físicos de la pubertad. Durante este periodo el cuerpo del niño no sólo crece, también cambia en otras formas. Tiene deseos que nunca antes había tenido. Ya no es en absoluto la persona que era. Entonces, ¿quién es? 216 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es Recuadro 9.3 Los teóricos y la teoría. La búsqueda de identidad a lo largo de la vida de Erikson La vida de Erik Erikson Cuando vagaba por Europa, durante infantil y otros aspectos de la vida cultural tuvo un impacto los inicios de su segunda década de vida, de los indios sioux de Dakota del Sur y los distinto en la forma su sensación de no tener identidad se yurok del norte de California. Estos estu- que tomó su teoría, volvió más profunda. Trabajó como pintor dios fueron importantes por dos razones. especialmente en su énfasis en la de retratos, pero nunca desarrolló un Primero porque llevaron a que el pensa- importancia de alcanzar una sensación claro sentido de identidad como artista. miento de Erikson se permeara de temas de identidad (ver Friedman, 1999). Eventualmente tomó un puesto en la relacionados con la importancia que tiene Erikson nació en Alemania, en enseñanza en una escuela creada para los la cultura y la sociedad en la formación 1902, de padres daneses. Su padre hijos de los pacientes y amigos de Freud. de la identidad. Después porque le abandonó a su madre antes de que Ahí se familiarizó con varios psicoanalistas, revelaron los síntomas de dislocación, él naciera y tres años después ella se incluyendo a Anna Freud, con quien se sentimientos de haber sido desenraizado casó con Theodor Homburger, un físico entrenó como analista. En 1933 se mudó y separado de las tradiciones culturales. judío. Durante años Erik no supo que a Estados Unidos, en donde estableció Los miembros de estas tribus parecían Homburger no era su verdadero padre, su práctica como analista infantil. Siendo haber perdido su sentido de identidad, algo a lo que él posteriormente se refirió aún Erik Homburger, ingresó al equipo de tanto como a él le había sucedido antes como un acto de “engaño amoroso”. investigación que formó Henry Murray, en su vida. También vio cualidades pare- Creció como Erik Homburger, un quien desarrolló el enfoque sobre la moti- cidas en las vidas de los veteranos de la judío con apariencia escandinava. Los vación descrito en el capítulo 5. Segunda Guerra Mundial que regresaron judíos lo veían como un gentil y los En 1939 Homburger se convirtió a casa con dificultades emocionales. gentiles lo veían como un judío, por lo en ciudadano estadounidense. En ese A partir de todas estas experiencias, que, al no ser aceptado por ninguno momento adoptó el apellido Erikson. Erikson llegó a creer que el logro y pre- de los dos grupos, empezó a formarse Este fue un evento —como lo fue la servación de un sentido de identidad una imagen de sí mismo como la de elección de su apellido— que incues- —no completamente separado de la un forastero. Al llegar a la adolescencia tionablemente tenía un gran significado sociedad a la que pertenece el individuo, se enteró de que era adoptado y se dio personal, simbolizaba el haber logrado sino incrustado en ella— era una tarea cuenta de que sus eran daneses y no el sentido de identidad. crucial en el crecimiento. Esta idea surgi- alemanes, lo que complicó aún más su En los años posteriores, Erikson se ría como uno de los principales temas en confusión de identidad. dedicó a estudiar los métodos de crianza su perspectiva de la personalidad. Parte del rompimiento con el pasado refleja el hecho de que ahora el adolescente empieza a pensar explícitamente acerca de sí mismo y de su vida en relación con el mundo adulto. Tiene que encontrar su lugar en ese mundo. Hacerlo requiere que decida qué roles se ajustan a su identidad. Esto, a su vez, significa saber quién es. La crisis que se enfrenta en esta etapa es la de identidad en comparación con la de confusión de rol. La identidad refleja un sentido integrado del yo. Es la respuesta a la pregunta ¿quién soy? La frase confusión de rol refleja el hecho de que cada yo tiene facetas que en ocasiones parecen incompatibles. A mayor incompatibilidad de las facetas, más difícil es reunirlas y mayor es la confusión. Peor aún, incluso podemos estar en una situación en la que ningún rol parece corresponder a nuestra identidad. Superar la adolescencia con un fuerte sentido de identidad requiere que la persona evolucione en dos formas. En una debe consolidar las autopercepciones de las etapas precedentes, mezclándolas en una forma que sea razonable, en la otra debe reunir la autopercepción integrada que resulta de esa mezcla con la percepción que los demás tienen de ella. Esto refleja el hecho de que la identidad es algo que desarrollamos en consenso con la gente con la que nos relacionamos. Sólo considerando ambas percep- ciones es que llega a surgir un completo sentido de identidad. Por lo tanto, desde la perspectiva de Erikson, la identidad se deriva de una unión de concepciones del yo privadas y sociales. El resultado es una sensación de continuidad personal o congruencia interna. Erikson puso un gran énfasis en la importancia de desa- rrollar un sentido de identidad. De muchas formas él vio esto como la principal tarea en la vida de las personas (ver también el recuadro 9.3). Teo rí a del desa rro l l o psi c o so c i a l de Eri kso n 217 Si una persona no logra consolidar su identidad, el resultado es una confusión de rol: la ausencia de dirección en el sentido del yo. La confusión de rol se refleja en la incapaci- dad para seleccionar una carrera (o una especialidad en la universidad que la lleve a una carrera). La confusión de rol también puede llevar a las personas a identificarse con héroes populares o grupos (o incluso antihéroes) para tratar de llenar el vacío. La virtud asociada con tener éxito en la formación de la identidad es la fidelidad. La fidelidad significa vera- cidad. Es la habilidad para vivir a la altura de lo que somos a pesar de las contradicciones que inevitablemente se dan entre los valores que sostenemos. Adultez joven La siguiente etapa en la teoría de Erikson es la adultez joven (hasta mediados de los 20). El conflicto aquí tiene que ver con el deseo de intimidad en comparación con el deseo de aislamiento. La intimidad es una relación cercana y cálida con alguien, con una sensación de compromiso con esa persona. Erikson vio la intimidad como una cuestión presente en todos los tipos de relaciones, tanto las sexuales como las no sexuales. La verdadera intimidad requiere abordar las relaciones de forma cuidadosa y abierta, y estar dispuesto a compartir nuestros aspectos más personales con otros. También hay que estar abierto y ser receptivo a las revelaciones del otro. La intimidad requiere la fuerza moral para comprometerse aun cuando hacerlo requiera sacrificio. Erikson creía que las personas sólo pueden intimar si tienen un fuerte sentido de identidad. El polo opuesto es el aislamiento: sentirse separado de los demás e Baja formación de identidad incapaz de comprometerse con ellos. Una persona quizá se incline hacia el que alguna vez se casaron Alta formación de identidad Porcentaje de hombres aislamiento si las condiciones para la intimidad no son las correctas —si no hay quien llene sus necesidades—. Sin embargo, en ocasiones las personas Estatus marital de los hombres se retraen al aislamiento por decisión propia; por ejemplo, si sienten que 100 la relación amenaza su sentido de identidad independiente. Sin embargo, el retraimiento puede tener otros resultados. Las personas podrían volverse autoabsorbidas hasta el punto en que no sean capaces de establecer relacio- 50 nes íntimas en lo futuro (Erikson, 1982). La cualidad del ego asociada con la capacidad para intimar es el amor, que se manifiesta como una recipro- cidad que suaviza los conflictos de identidades independientes. 0 Continuamos con el tema de que el manejo de una crisis nos pre- Nivel de formación de identidad para para la siguiente. Erikson afirmó que las personas necesitan un fuerte cuyos matrimonios eran estables sentido de identidad para ser capaces de alcanzar la intimidad. Esta idea Estabilidad marital de las mujeres Porcentaje de mujeres ha sido apoyada por un estudio que siguió a adolescentes hasta la adultez temprana (Beyers y Seiffge-Krenke, 2010). Encontró que el desarrollo de 100 la identidad a los 15 años predice la intimidad a los 25 años. Otro estudio observó la identidad en la universidad y la intimidad en la edad mediana 50 (Kahn, Zimmerman, Csikszentmihalyi y Getzels, 1985). Para evaluar la intimidad se basaron en el hecho de que los sujetos se hubieran casado y, de ser así, si el matrimonio había sido interrumpido por el divor- 0 cio. Existe un fuerte vínculo entre una fuerte identidad y la posterior Nivel de formación de identidad capacidad para la intimidad. Sin embargo, el efecto difirió ligeramente entre hombres y mujeres (ver la figura 9.6). Los hombres con identida- Figura 9.6 des más fuertes tendían más a estar casados. La identidad no predijo si Porcentaje de hombres que se habían casado las mujeres se casaban, pero, entre aquellas que se habían casado, las que durante un periodo de 18 años después de ter- tenían un sentido de identidad más fuerte tenían menos posibilidades de minar la escuela, y porcentaje de mujeres que se divorciarse. Otros investigadores han reportado descubrimientos simila- habían casado y cuyos matrimonios permane- cieron intactos durante el mismo periodo, como res desde el punto de vista conceptual (por ejemplo, Orlofsky, Marcia y una función de una evaluación previa de la Lesser, 1973; Schiedel y Marcia, 1985; Tesch y Whitbourne, 1982). formación de identidad. Fuente: Basado en Kahn et al., 1985. 218 CAPÍTULO 9: Teo rí a s psi c o so c i a l es Una forma en que se El otro polo de conflicto de esta etapa —el aisla- muestra la sensación miento— ha atraído interés por derecho propio (por de tener capacidad de generar es ayudando a ejemplo, Peplau y Perlman, 1982; Shaver y Rubenstein, la siguiente generación 1980; Weiss, 1973). Hay dos tipos de aislamiento y es a aprender sobre la vida. fácil distinguir uno de otro. Uno de ellos es el aislamiento social, que resulta de no lograr integrarse en una sociedad. Las personas que se separan de los grupos sociales no logran desarrollar un sentido de pertenencia. El otro es el denominado aislamiento emocional, o simplemente sole- dad, que resulta de no lograr tener intimidad en la vida. El aislamiento emocional se alimenta en sí mismo. Recuerde que experimentar intimidad requiere autorrevelarse, abrirse a los demás. Las personas solita- rias no lo hacen (W.H. Jones, Hobbes y Hockenberg, 1982; Mikulincer y Nachshon, 1991). También tienden menos a responder, a hacer preguntas y a mostrar interés en lo que dice la otra persona. Como resultado, tienden a quedarse solas porque es difícil llegar a conocerlas. Adultez A la adultez joven le sigue la adultez, la más larga de las etapas psicosociales, que por lo general dura hasta mediados de los sesenta. La crisis de la adultez se centra en ser capaz de generar o criar. Por esta razón, el conflicto central en esta etapa se denomina capacidad de generar en comparación con estancamiento. El deseo de tener la capacidad de generar es el deseo de crear cosas en el mundo para que nos trasciendan (Kotre, 1984), hijos, por ejemplo. Crear una vida atada a la nuestra nos asegura simbólicamente que seguiremos existiendo en lo futuro. En concor- dancia con esta idea, McAdams y de St. Aubin (1992) encontraron que los hombres que habían tenido hijos obtenían puntuaciones más altas que los hombres que no tuvieron en una medida con la que evaluaban su capacidad para generar. Esta capacidad también se relaciona con tener una visión del yo como un modelo a seguir y como una fuente de sabiduría para los propios hijos (Hart, McAdams, Hirsch y Bauer, 2001), así como con un estilo paternal que fomenta la autonomía (Pratt, Danso, Arnold, Norris y Filyer, 2001). Aunque la capacidad para generar es en parte una cuestión de crear y guiar el creci- miento de la siguiente generación, el concepto incluye mucho más. Incluye crear ideas u objetos, enseñar a jóvenes que no son nuestros propios hijos y cualquier cosa que influya en lo futuro de forma positiva (ver la tabla 9.2). Erikson creía que el deseo de tener la capacidad de generar refleja un cambio en el enfoque de una relación cercana con otra persona (intimidad) a una preocupación más amplia por la sociedad como un todo. Tabla 9.2 Aspectos de la capacidad de generar Aspecto Descr

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