Apuntes de Historia PDF

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Estos apuntes de Historia cubren temas como la abdicación, el absolutismo y el antiguo régimen. Son útiles para el estudio de la historia, especialmente para estudiantes de secundaria.

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EPÍGRAFE 1: Abdicación: Un monarca (rey) renuncia a sus derechos reales (a la corona) en favor de otra persona, normalmente alguien de su mima familia o linaje. Absolutismo: Forma de gobierno en la que el rey concentra en su persona todos los poderes del estado (legislativo, ejecutivo y judicial). A...

EPÍGRAFE 1: Abdicación: Un monarca (rey) renuncia a sus derechos reales (a la corona) en favor de otra persona, normalmente alguien de su mima familia o linaje. Absolutismo: Forma de gobierno en la que el rey concentra en su persona todos los poderes del estado (legislativo, ejecutivo y judicial). Antiguo régimen: Sistema económico político y social característico de la Edad Moderna que implica una economía agraria de subsistencia, la monarquía absoluta de origen divino como forma de gobierno y la división de la población en dos estamentos, el de los privilegiados (nobleza y clero) y el de los no privilegiados (burguesía y campesinos). Aristocracia: Grupo social privilegiado cuyo poder deriva de la posesión de la tierra y de un título nobiliario de carácter hereditario, que en su momento fue otorgado por un rey. Asiento de negros: Monopolio ejercido por un país respecto al comercio de esclavos de origen africano cuyo destino era el continente americano. Carta otorgada: Documento con valor de ley que emana de la voluntad de un monarca y no de la soberanía nacional. Reconoce ciertos derechos y libertades, pero no es una constitución. Consumos (impuesto): Tributo o impuesto indirecto que, aplicado a la compraventa de artículos de primera necesidad, consiste en un recargo sobre el precio de venta. Su origen está en un impuesto de origen medieval llamado alcabala. Juntas: en el contexto de la guerra de independencia contra los franceses, era la reunión de las personalidades más relevantes de cada ciudad (aristócratas, funcionarios, militares, burgueses, etc.) con la finalidad de organizar la lucha contra el invasor francés. Las juntas de defensa fueron locales y provinciales, también Junta Suprema Central. Motín: Insurrección popular que tiene como finalidad protestar contra las medidas de un gobierno o de una personalidad política. En ocasiones los amotinados consiguen derrocar al gobierno o forzar la destitución de un político. Exilio: Una persona o grupo de personas son forzadas a abandonar su lugar de nacimiento o de residencia tras un acontecimiento político o militar. También pueden irse voluntariamente ante el riesgo de sufrir daños personales. Guerrilla (antifrancesa): Partida o grupo de personas que luchan contra el invasor francés mediante tácticas no convencionales y más allá del campo de batalla, por ejemplo, el hostigamiento continuo al enemigo en el campo, la ciudad o los caminos. EPÍGRAFE 2: Burguesía: Grupo social no privilegiado (pagaba impuestos) que tiene su origen en la baja Edad Media y que habitaba los burgos o ciudades. Encabezó, desde finales del siglo XVIII y XIX, las revoluciones liberales burguesas que habían de transformar las estructuras sociales, económicas y políticas del Antiguo Régimen. Constitución: Ley fundamental de un Estado emanada de la soberanía nacional, que define el régimen básico de derechos y libertades de sus ciudadanos, así como las instituciones y poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) de ese Estado o Nación. Liberalismo: Doctrina política que tiene su origen en el Reino Unido de finales del siglo XVII y que defiende la libertad política y económica; asimismo que el Estado y los poderes públicos deben reducir al mínimo su intervención en la vida de sus ciudadanos. Monarquía parlamentaria: Sistema de gobierno en el cual un parlamento (asamblea de representantes elegidos por sufragio) limita los poderes de un rey o monarca. Parlamentarismo: Sistema político que defiende la separación de poderes dentro de un Estado o nación, recayendo en un parlamento (asamblea de representantes elegidos por sufragio) el poder para elaborar las leyes (poder legislativo). Revolución: Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación que puede derivar en una nueva forma de Estado y/o de gobierno. Soberanía compartida: El poder legislativo y ejecutivo es compartido entre el rey y el parlamento. Soberanía nacional: El poder para elaborar las leyes recae en un parlamento o asamblea de representantes elegidos por sufragio. Sufragio censitario: En un sistema político parlamentario, solo los ciudadanos con unos determinados ingresos (renta) pueden votar, es decir, elegir a sus representantes en el parlamento. Sufragio universal: En un sistema político parlamentario, todos los ciudadanos y ciudadanas mayores de edad pueden votar, es decir, elegir a sus representantes en el parlamento. EPÍGRAFE 3: Pronunciamiento: Un militar o varios militares se sublevan contra el poder establecido, ello con la finalidad de imponer un gobierno afín a sus intereses. EPÍGRAFE 4: Ludismo: Mediante el destrozo de máquinas, artesanos y obreros protestaban violentamente contra la industrialización y las malas condiciones de vida que ella generaba. Desamortización: Proceso mediante el cual las tierras amortizadas de la Iglesia y de los municipios fueron vendidas en subasta pública, con la finalidad de obtener ingresos con los que financiar los diversos gastos del Estado liberal (por ejemplo, guerras). Fuerismo: Movimiento político y social que defiende preservar y mantener los privilegios históricos de regiones como Cataluña, Navarra y País Vasco. Propiedad privada o amortizada: Conjunto de bienes que pertenecen en exclusiva a una persona o grupo de ellas. Regencia: Durante la minoría de edad de un monarca, una persona o grupo de ellas ejercen en su nombre el poder legítimo. EPÍGRAFE 5: Oligarquía: Forma de gobierno en la cual el poder es ejercido por un grupo de personas cuya finalidad es mantener sus privilegios económicos, políticos y sociales. Partido progresista: Grupo político de ideología liberal partidario de la soberanía nacional, el derecho al voto ampliado, la propiedad privada, la libertad de prensa o la separación entre Iglesia y Estado. 1. LA CRISIS DE 1808 Y LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. (PARA EXPLICAR LAS CAUSAS DE LA CRISIS DE LA MONARQUÍA DE CARLOS IV QUE LLEVAN AL MOTÍN DE ARANJUEZ HAY QUE HACER INCLUIR ALGUNAS IDEAS CONCRETAS COMO ESTAS, AL MARGEN DE OTRAS QUE SÍ HAS INCLUIDO: la corona española estaba en crisis financiera y fiscal porque no llegaban los ingresos desde América por el bloqueo inglés y los gastos habían crecido mucho por las guerras. Cada año aumentaba el endeudamiento. Entre los años 1804-5 hubo una crisis de subsistencia: malas cosechas, hambrunas y una epidemia de fiebre amarilla) El reinado de Carlos IV inició en 1788, se desarrolló en el contexto de la Revolución Francesa. Ante el miedo a la expansión revolucionaria, el monarca decidió parar las reformas ilustradas iniciadas por su padre Carlos III. Pronto apartó a los ministros ilustrados y confió el gobierno a Manuel Godoy, quien se convirtió en una figura clave del periodo. Sin embargo, su gestión generó un gran descontento tanto entre la nobleza como entre el pueblo, lo que empeoró la crisis política del país. En 1793 la ejecución de Luis XVI llevo a España a enfrentarse a Francia en la Guerra de la Convención, conflicto que finalizó con la derrota de España y la firma de la paz de Basilea en 1795. A partir de entonces, España queda subordinada a los intereses franceses, especialmente bajo el liderazgo de Napoleón Bonaparte. Esta Unión con Francia provocó nuevos conflictos con Gran Bretaña, como en la Batalla de Trafalgar en 1805 donde la flota Franco-española perdió. Esta derrota agravó la crisis económica y política del país. Para hacer frente a los problemas financieros, Godoy promovió medidas como la desamortización de tierras eclesiásticas y el aumento de los impuestos. Sin embargo, estas reformas generaron una fuerte oposición por parte de la nobleza, el clero y sectores populares, que ya sufrían las consecuencias de la escasez de alimentos, epidemias y el encarecimiento de la vida. La creciente impopularidad de Godoy, sumada a la inestabilidad económica y social preparó el terreno para una serie de revueltas que culminaron en el Motín de Aranjuez, en 1808. Este levantamiento impulsado por sectores populares y apoyado por la nobleza y el clero, obligó a Carlos IV a abdicar en favor de su hijo Fernando VII y a destituir a Godoy. Mientras tanto, Napoleón aprovechó la debilidad de la monarquía española. En 1807, el Tratado de Fontainebleau había permitido el paso de tropas francesas por España para invadir Portugal, pero estas fuerzas terminaron ocupando gran parte del territorio español. Convocando a Carlos IV y Fernando VII a Bayona, Napoleón logró que ambos abdicarán en su favor y nombró a su hermano José Bonaparte como Rey de España. Sin embargo, el gobierno de José I fue rechazado por gran parte de la población, que lo consideraba un monarca ilegítimo y extranjero. DENTRO DE LAS CAUSAS DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA TAMBIÉN PUEDES MENCIONAR LA REACCIÓN DEL PUEBLO DE MADRID ANTE DOS HECHOS: LAS NOTICIAS DE QUE CARLOS Y FERNANDO SE ENCONTRABAN RETENIDOS EN BAYONA Y QUE EL RESTO DE LA LA FAMILIA REAL QUE AÚN QUEDABA EN MADRID IBA A SER TRASLADADA FUERA DE LA CAPITAL. El descontento popular ante la ocupación francesa desencadenó un levantamiento el 2 de mayo de 1808 en Madrid, que se extendió por todo el país. La resistencia se organizó a través de Juntas locales y provinciales que declararon la guerra a Napoleón en nombre de Fernando VII, prisionero en Francia. En 1808 se creó la Junta Suprema Central, que asumió el gobierno del país hasta el regreso del monarca. La resistencia española combinó enfrentamientos como la victoria en la Batalla de Bailén, con tácticas de guerrilla en las que pequeños grupos de combatientes hostigaban continuamente a las tropas francesas. Estas guerrillas, lideradas por figuras como Espoz y Mina o “El empecinado” jugaron un papel clave en el conflicto. La entrada de Gran Bretaña en la guerra fue decisiva para el conflicto. Bajo el liderazgo del general Wellington, las tropas británicas colaboraron con los ejércitos españoles y portugueses en la lucha contra los franceses. La victoria aliada en la Batalla de los Arapiles en 1812 marcó el principio del fin para las fuerzas napoleónicas en la península. Finalmente, el Tratado de Valençay, firmado en 1813 puso fin a la guerra, devolviendo el trono a Fernando VII y obligando a las tropas francesas a retirarse de España. La guerra de independencia tuvo consecuencias devastadoras para el país. Se estima que medio millón de personas murieron durante el conflicto, mientras que ciudades como Zaragoza y Gerona quedaron destruidas. La economía quedó arruinada, el comercio colonial colapsó y el hambre y las enfermedades se extendieron entre la población. En el plano ideológico, la guerra polarizó a la sociedad española mientras una minoría de Afrancesados apoyó las reformas de José I, la mayoría se unió al frente patriótico, compuesto por absolutistas, ilustrados y liberales, cada uno con diferentes visiones sobre el futuro del país. Aunque el regreso de Fernando VII fue celebrado como una victoria, la guerra sembró las bases para los conflictos políticos e ideológicos que marcarían el siglo XIX en España. 2. LA REVOLUCI N LIBERAL, LAS CORTES DE C DIZ Y LA CONSTITUCI N DE 1812. Durante la Guerra de la Independencia, el movimiento juntero surgió como una respuesta organizada al vacío de poder provocado por las abdicaciones de Bayona y la imposición de José I Bonaparte como rey de España. La resistencia a la ocupación francesa se canalizó inicialmente a través de juntas locales formadas por notables, como funcionarios, militares, aristócratas y burgueses. Estas juntas rechazaban la legitimidad de José I y defendían la restauración de Fernando VII como monarca legítimo. Este fenómeno del juntismo fue esencial no solo como mecanismo de resistencia popular, sino también como una forma de reorganizar el poder político y militar en ausencia de una autoridad central reconocida. Las juntas locales se extendieron rápidamente por toda la península y las colonias americanas, mostrando una capacidad de coordinación que permitió enfrentar al invasor. Posteriormente, se creó la Junta Suprema Central, con sede inicial en Aranjuez y presidida por figuras destacadas como el conde de Floridablanca y Jovellanos. Sin embargo, la presión de las tropas francesas obligó a esta institución a trasladarse a Sevilla y, finalmente, a Cádiz en 1810, única ciudad libre del control francés. En este contexto, la Junta Suprema Central convocó las Cortes Generales, marcando el inicio de una etapa decisiva en la historia política de España. Las Cortes de Cádiz, celebradas entre 1810 y 1814, representaron un cambio radical respecto al modelo estamental del Antiguo Régimen. Por primera vez, los representantes fueron elegidos de manera territorial, sin distinción de estamentos, lo que reflejaba un avance hacia la igualdad política. Sin embargo, la composición social de las Cortes estuvo dominada por burgueses, clérigos y funcionarios, con escasa presencia de nobles y ninguna representación directa de los campesinos. También participaron representantes de los virreinatos americanos, aunque en menor proporción a su población, lo que evidenció las tensiones entre la metrópoli y las colonias. En cuanto a las corrientes ideológicas, las Cortes se dividieron en tres grupos principales. Los liberales defendían la soberanía nacional y una monarquía parlamentaria, siendo figuras destacadas Agustín Argüelles y Diego Muñoz Torrero. Este grupo introdujo por primera vez el término "liberal" como definición ideológica. Por otro lado, los jovellanistas o reformistas, influenciados por la Ilustración, abogaban por una soberanía compartida entre el rey y la nación. Finalmente, los absolutistas, conocidos despectivamente como serviles, defendían la soberanía real y el mantenimiento del Antiguo Régimen. Este último grupo quedó en minoría, mientras que liberales y jovellanistas lograron acuerdos que permitieron avanzar en una agenda legislativa transformadora. La labor de las Cortes de Cádiz tuvo un carácter profundamente revolucionario y marcó el inicio de la transición hacia el liberalismo político en España. Entre las reformas más destacadas se encuentran la abolición de la tortura y de la Inquisición, aunque se mantuvo la religión católica como única oficial. También se crearon instituciones como la Milicia Nacional, un cuerpo de defensa local integrado por ciudadanos, y se impulsaron medidas económicas que desmontaron las bases feudales, como la eliminación de los señoríos Ó Á Ó jurisdiccionales y los gremios. Además, se promovió la educación universal, con el establecimiento de escuelas primarias en todos los municipios, y se propuso una división provincial para mejorar la administración del territorio. Estas reformas reflejaban los ideales ilustrados y liberales que buscaban modernizar el país y garantizar la igualdad ante la ley. El logro más significativo de las Cortes fue la promulgación de la Constitución de 1812, conocida popularmente como "La Pepa". Este texto constitucional, compuesto por 368 artículos, se inspiró en la tradición pactista española y en las ideas de la Ilustración. Declaró que la soberanía residía en la nación, rompiendo con la idea tradicional de que el poder emanaba exclusivamente del monarca. Este principio revolucionario establecía que todos los españoles, tanto de la península como de las colonias, eran parte de una misma nación política, aunque las colonias tenían menos representación en las Cortes. La Constitución de 1812 definió a España como una monarquía constitucional, en la que el poder del rey estaba limitado por un parlamento unicameral. Los diputados eran elegidos mediante sufragio universal masculino indirecto, un sistema avanzado para la época que, sin embargo, excluía a esclavos, asalariados y criados. También consagró la división de poderes: el legislativo residía en las Cortes junto con el rey, el ejecutivo en el monarca y el judicial en tribunales independientes. Además, se garantizó la igualdad ante la ley, se suprimieron los privilegios estamentales y se reconocieron derechos individuales como la libertad de opinión, la propiedad privada y la inviolabilidad del domicilio. Aunque la Constitución de 1812 no llegó a aplicarse plenamente debido a la guerra y al regreso de Fernando VII, su impacto fue trascendental. Este documento se convirtió en un referente para los movimientos liberales de Europa y América Latina, influyendo en las constituciones de países como Portugal, Italia y las nacientes repúblicas hispanoamericanas. Su carácter revolucionario radicaba en la afirmación de la soberanía popular, la creación de un sistema político basado en la igualdad y la eliminación de las bases del Antiguo Régimen. En conclusión, el movimiento juntero, las reformas de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812 representaron un punto de inflexión en la historia de España. Estos procesos no solo sentaron las bases para la transición hacia el liberalismo, sino que también influyeron en la configuración de los estados modernos en el ámbito internacional. Aunque enfrentaron numerosas resistencias y no lograron consolidarse en el corto plazo, dejaron un legado imborrable que marcaría el desarrollo político y social del siglo XIX. ESTE EPÍGRAFE ESTÁ BASTANTE BIEN, DADO QUE RESPONDE CON BASTANTE ORDEN LAS CUESTIONES QUE PLANTEAN LOS “CRITERIOS ESPECÍFICOS POR EPÍGRAFE”. 3. EL REINADO DE FERNANDO VII: SUS ETAPAS. El retorno del absolutismo entre 1814 y 1820 fue una etapa importante en la historia de España, con eventos como la anulación de la Constitución de 1812, la represión de los liberales y una grave crisis económica. En ese momento, el contexto internacional estaba marcado por la restauración de las monarquías absolutas tras la caída de Napoleón (TRAS EL CONGRESO DE VIENA DE 1814-1815). Fernando VII volvió al trono gracias al Tratado de Valençay en 1813, que aseguró su liberación a cambio de mantener a España neutral en los asuntos europeos. A SU REGRESO A ESPAÑA FUE LLAMADO EL DESEADO, DADO QUE EL PUEBLO VEÍA EN FERNANDO EL FIN DE UNA ETAPA DE CRISIS Y GUERRA, LOS LIBERALES LA POSIBILIDAD DE CONSOLIDAR LOS LOGROS DERIVADOS DE LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA NOBLEZA LA DEROGACIÓN DE TODOS LAS REFORMAS APROBADAS. Su llegada fue celebrada por muchos, especialmente por los campesinos y los absolutistas, que esperaban el regreso del Antiguo Régimen. En mayo de 1814, Fernando VII publicó el Decreto de Valencia, anulando la Constitución de 1812 y disolviendo las Cortes. Esto marcó el inicio del Sexenio Absolutista (1814-1820), un período en el que se reinstauraron instituciones tradicionales como los gremios, la Mesta y los privilegios de la Iglesia y la nobleza. También se restauró el diezmo y se permitió el regreso de los jesuitas. Al mismo tiempo, se llevó a cabo una dura represión contra los liberales, quienes fueron perseguidos, encarcelados, ejecutados o forzados al exilio. Muchos liberales buscaron refugio en sociedades secretas como la masonería, mientras que otros intentaron levantarse en armas, aunque sus intentos de pronunciamiento, como los de Espoz y Mina en 1814 o el de Lacy en 1817, no tuvieron éxito. Por otro lado, la economía también enfrentaba problemas graves. La pérdida de ingresos de las colonias americanas y un sistema fiscal ineficiente dejaron al país al borde de la bancarrota. Aunque Martín de Garay intentó implementar reformas como la contribución general, estas fracasaron debido a la oposición de las clases privilegiadas y a la falta de recursos para aplicarlas. El Trienio Liberal (1820-1823) cambió radicalmente la situación tras el pronunciamiento de Riego en 1820, que obligó al rey a aceptar la Constitución de 1812. Durante este tiempo, los liberales se dividieron en dos grupos: los moderados o doceañistas, que buscaban acuerdos con los absolutistas, y los exaltados o veinteañistas, que querían reformas más profundas. Los doceañistas promovieron medidas como la restauración de la Milicia Nacional y la desamortización de bienes eclesiásticos, mientras que los exaltados impulsaron cambios como la abolición de los gremios y los mayorazgos. A pesar de estas reformas, los problemas agrarios y sociales persistieron, y muchos campesinos no vieron mejoras en sus condiciones de vida. En el ámbito internacional, el Trienio Liberal tuvo un impacto significativo, inspirando movimientos revolucionarios en países como Portugal y Nápoles. Sin embargo, estos movimientos fueron reprimidos por la Santa Alianza, una coalición de monarquías absolutas que también apoyó a Fernando VII en la última etapa de su reinado. OPOSICIÓN INTERNA AL TRIENIO: Los realistas controlaron amplias zonas rurales en el norte (dirigidos por el cura Merino, Jerónimo Merino) y se enfrentaron a la milicia nacional. Se declaraban leales a la Regencia de Urgel (1822), donde los absolutistas habían establecido un poder provisional en nombre del rey al que creen sometido en contra de su voluntad. Estaba dirigido por Bernardo Mozo de Rosales, marqués de Mataflorida y el obispo de Tarragona. La última fase del absolutismo, conocida como la Década Ominosa (1823-1833), comenzó con la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército francés enviado por la Santa Alianza para restaurar el poder absoluto del rey. Durante este período, se derogaron las reformas del Trienio Liberal y se intensificó la represión contra los liberales. Figuras importantes como Rafael de Riego y Torrijos fueron ejecutadas, mientras que miles de personas se exiliaron. Además, se implementaron reformas económicas, como la creación del Banco de San Fernando y el establecimiento del Código de Comercio, aunque estas no resolvieron completamente los problemas financieros del país. LOS ABSOLUTISTAS REACCIONAN A LAS MEDIDAS QUE FERNANDO TOMA AL FINAL DE SU REINADO PARA HACER FRENTE A LA CRISIS GENERALIZADA. POR EJEMPLO DESTACA EN CATALUÑA EL MOVIMIENTO DE LOS AGRAVIADOS O MALCONTENS, QUE DECÍAN QUE FERNANDO ERA REHEN DE LOS LIBERALES. La cuestión sucesoria también generó tensiones dentro del absolutismo. En 1830, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, permitiendo que su hija Isabel heredara el trono. Esto dividió a los absolutistas entre los partidarios de Isabel y los seguidores de Don Carlos, su hermano, lo que finalmente llevó a la Primera Guerra Carlista tras la muerte del rey en 1833. En conclusión, el período de 1814 a 1833 estuvo lleno de tensiones entre el absolutismo y el liberalismo. Aunque Fernando VII intentó mantener el poder absoluto, las ideas liberales continuaron ganando fuerza, preparando el camino para futuros cambios en la historia de España. EN TÉRMINOS GENERALES LOS EPÍGRAFES ESTÁN BIEN. VALORO MUCHO TU ESFUERZO Y RESPONSABILIDAD. TEN SIEMPRE EN CUENTA LOS CRITERIOS DE CADA EPÍGRAFE Y PREGÚNTATE SI ESTÁS RESPONDIENDO CORRECTAMENTE A LO QUE ESTOS PLANTEAN. ÁNIMO, NOS VEMOS EL LUNES. 4. LAS REGENCIAS Y EL PROBLEMA CARLISTA. En el último período del reinado de Fernando VII, la llamada Década Ominosa, se va a forjar un conflicto armado (guerra civil) que va a marcar la evolución del siglo XIX en España y que tendrá hasta tres episodios. Fernando VII había contraído varias veces matrimonio, el último con su sobrina María Cristina de Borbón (varios años más joven que él) pero no había conseguido engendrar hijo varón, por tanto, en 1830, cuando nace su hija Isabel, los derechos a la sucesión al trono irían a parar según lo establecido por la Ley Sálica a Carlos María Isidro, hermano de Fernando. Este, sin embargo, con el apoyo de algunos ministros liberales, decide derogar la Ley Sálica a través de la Pragmática Sanción, permitiendo así que su hija Isabel acceda al trono. En septiembre de 1833 muere Fernando y su esposa María Cristina se hace cargo de la regencia a la espera de que Isabel alcance la mayoría de edad. El 1 de octubre de 1833 dará comienzo la Primera Guerra Carlista, contando el aspirante don Carlos con el apoyo de amplios sectores del campesinado, del clero y de la nobleza de Navarra, Vascongadas, norte de Cataluña y Maestrazgo (Castellón). El ideario carlista se resumía en los lemas Dios, Patria, Ley y Fueros, es decir, en los privilegios históricos de estas regiones. El otro bando, llamado isabelino o cristino, fue apoyado por los sectores liberales y por la burguesía de las ciudades, que pretendían reformas económicas, sociales y políticas que habían de superar el Antiguo Régimen. La guerra se desarrolló entre 1833 y 1840, comenzando con victorias iniciales del bando carlista (hasta 1835) al mando del general Zumalacárregui, que muere prematuramente, pasando luego por un período de equilibrio, que desemboca en la victoria final del general Baldomero Espartero, que en 1839 firma la paz con el general Maroto en el denominado Abrazo de Vergara. Otros generales carlistas como Cabrera continuaron el conflicto hasta 1840. Las consecuencias de la guerra serán la alianza de la reina regente (y luego de su hija Isabel) con los liberales, que gobernarán durante todo el siglo XIX llevando a cabo la construcción del estado liberal, que pretendía acabar con el Antiguo Régimen. Además, la guerra costó 200000 vidas y condujo a una segunda y tercera guerra carlista. En el contexto de guerra civil citado anteriormente, María Cristina comienza apoyándose en los liberales moderados de Martínez de la Rosa, ya amnistiados al final del reinado de Fernando VII para sumarlos a la causa contra el carlismo. Los liberales moderados redactarán el Estatuto Real de 1834, una ley fundamental emanada del poder real y que no tenía el carácter de constitución; establecía un parlamento bicameral, próceres (elegidos por la reina entre la alta nobleza) y procuradores (elegidos por el 0,15% de los más ricos). Posteriormente serán llamados al gobierno liberales progresistas como Mendizábal, que impulsó la desamortización de los bienes de la iglesia para, a través de su venta, obtener recursos con los que costear la guerra carlista. Los liberales moderados, con una extracción social más acomodada, consiguen que Mendizábal sea destituido por la reina. Los progresistas reaccionan formando juntas revolucionarias urbanas, tras lo cual estalla el motín de los Sargentos de la Granja en 1836 que lleva a la reina a restituir a Medizábal y su programa de reformas, comenzando así la tercera fase de la revolución liberal burguesa. La desamortización solo benefició a la nobleza y a la burguesía, que se convirtieron en propietarios y explotaron la tierra de una forma más eficiente, mientras que los campesinos no pudieron acceder a ella dado que fue vendida en grandes lotes, lejos por tanto de su alcance.Otras medidas fueron la abolición del régimen señorial (la nobleza terrateniente se convierte en propietaria y los campesinos se convierten en jornaleros), del mayorazgo (ahora las tierras podían dividirse y venderse según las leyes del mercado), del diezmo y de la Mesta. Además, se redacta una nueva constitución de corte liberal progresista, la de 1837, que establece la monarquía constitucional, soberanía nacional, un parlamento bicameral (congreso y senado), el sufragio censitario indirecto masculino, la división de poderes, la igualdad ante la ley, la libertad de imprenta y el servicio militar masculino. Esta constitución y las medidas anteriormente expuestas convierten a los súbditos del rey en ciudadanos, que ahora pueden acceder a la propiedad privada mediante la compra y venta de la misma. Las reformas y sucesos descritos más arriba acentúan la escisión entre liberales moderados y progresistas, los primeros partidarios de la soberanía compartida entre el rey y las cortes, el sufragio censitario, el proteccionismo económico o la confesionalidad del Estado (catolicismo); los segundos de la soberanía nacional, un sufragio más amplio, las desamortizaciones, el aconfesionalismo (sin religión oficial) y la elección de los alcaldes mediante sufragio; será precisamente la Ley de Ayuntamientos (el gobierno elegía los alcaldes) la que da lugar a un conflicto entre moderados y progresistas, que finalizará con el pronunciamiento de Espartero y el exilio de la regente María Cristina. Como conclusión, cabe afirmar, que el periodo analizado significó la entrada definitiva de los liberales en la vida política de la España del siglo XIX y ello con la finalidad de reformar y superar las estructuras del Antiguo Régimen, aunque no al estilo del liberalismo doctrinario de corte inglés sino a través de la presencia constante de los militares, que en un contexto de guerra civil contra el absolutismo monárquico del aspirante Carlos María Isidro, adquieren una relevancia política que perdurará 1874, al menos.

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