Programación 4: La Construcción del Estado Liberal (1833-1874) PDF
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This document is a Spanish history past paper, likely for an undergraduate program. It covers the construction of the Spanish state from 1833 to 1874, focusing on the reign of Isabella II and the subsequent Sexenio Democrático.
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U. PROGRAMACIÓN 4: “LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874): De Isabel II al Sexenio Democrático” 1.-El Reinado de Isabel II (1833-1868): Las Regencias (1833-1843) y el problema carlista (1833-1840). 2.- El Reinado de Isabel II (1833-1868): La Década Moderada (1844-1854) y el Bi...
U. PROGRAMACIÓN 4: “LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874): De Isabel II al Sexenio Democrático” 1.-El Reinado de Isabel II (1833-1868): Las Regencias (1833-1843) y el problema carlista (1833-1840). 2.- El Reinado de Isabel II (1833-1868): La Década Moderada (1844-1854) y el Bienio Progresista (1854-1856). 3.- El Reinado de Isabel II (1833-1868): El Bienio Progresista (1854-1856) y La Vuelta al Moderantismo (1856-1868). 4.- El Sexenio Democrático (1868-1874): Revolución de 1868, Gobierno Provisional, Regencia y Reinado de Amadeo I (1871-1873). 5.- El Sexenio Democrático (1868-1874): Reinado de Amadeo I (1871-1873) y La Primera República (1873-1874). 1. El Reinado de Isabel II (1823-1868). Tras la muerte de Fernando VII le sucede su hija Isabel con tan solo tres años. Ante la minoría de edad de la reina el poder cayó en manos de regentes; primero su madre Mª Cristina (1833-1840) y después el General Espartero (1840-1843). 1.1. El Reinado de Isabel II; La Minoría de Edad (1833-1843) 1.1.1. La Regencia de Mª Cristina (1833-1840). Desde el inicio de su regencia, Mª Cristina tuvo que enfrentarse a un doble reto; conservar las prerrogativas del absolutismo frente al liberalismo y defender los derechos sucesorios de Isabel II. Los grupos favorables al absolutismo aglutinados en torno a Carlos Mª Isidro, se negaron a reconocer a Isabel II como legítima sucesora a la Corona y se sublevaron contra el gobierno de Mª Cristina proclamando rey a D. Carlos e iniciando una guerra civil, la Guerra Carlista. LA I GUERRA CARLISTA (1833-1839). El carlismo englobaba socialmente a gran parte del clero y de la nobleza rural, así como a una base social campesina cuyos apoyos más sólidos se encontraban en el País Vasco, Navarra, Cataluña, Valencia y en menor medida en las dos Castillas. 1 Políticamente se caracterizaba por el tradicionalismo y el antiliberalismo que negaba el principio de la soberanía de la nación y defendía el sistema foral frente a la centralización y uniformización recogidas en el liberalismo. Bajo el lema de “Dios, Patria y Fueros” defendían la legitimidad de la monarquía absoluta, de la preeminencia de la iglesia católica y del sistema foral. Representa a una sociedad arcaica y conservadora para la que las doctrinas liberales eran la expresión perversa de la sociedad urbana, un mundo distinto a sus creencias y costumbres. Ante el levantamiento carlista, Mª Cristina contó desde el principio con parte de los absolutistas que habían sido fieles a Fernando VII; además para defender a su hija pactó con el liberalismo moderado (partidario del compromiso con la Corona para un tránsito al liberalismo sin las sacudidas de la Revolución Popular). Pero la guerra evidenció que el apoyo era insuficiente para defender la causa isabelina. Así, se vio obligada a pactar con los liberales y acceder a las demandas de reformas más progresistas para aglutinar a la base popular ciudadana y a las clases medias ilustradas (clásica fuerza de apoyo del liberalismo desde Cádiz). Entre ambos bandos se inició una larga guerra de seis años que implicó a toda la sociedad española. Así, aunque el conflicto acabaría en 1839, el carlismo y la defensa de los valores del Antiguo Régimen planearon sobre la sociedad española durante todo el S. XIX. La guerra se inició con el levantamiento de partidarios carlistas en el País Vasco y Navarra y muy pronto controlaron el ámbito rural. Sin embargo las ciudades se mantuvieron fieles al liberalismo y a Isabel II. Los carlistas gracias al gran apoyo popular en el norte del país organizaron la guerra con el método de guerrillas. Las vacilaciones del gobierno y la tardanza en enviar al ejército contra los carlistas permitieron al gran dirigente carlista, el General Zumalacárregui organizar un gran ejército, mientras que el General Cabrera unificaba las partidas aragonesas y catalanas. En estas circunstancias, D. Carlos se puso al frente y llegaron a las puertas de Madrid pero fueron incapaces de tomar la ciudad. Desde el punto de vista internacional, D. Carlos recibió apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria, que enviaron dinero y armas, mientras que el gobierno de Isabel II contó con el apoyo de Francia, Inglaterra y Portugal. La muerte de Zumalacárregui privó a los carlistas de su mejor estratega y marcó el inicio de una 2 reacción liberal (1835). El último período del conflicto (1837-1839) estuvo marcado por la división ideológica del carlismo, incapaz ya de conseguir por las armas el trono para su candidato. Así, un grupo de los carlistas, los transaccionistas se mostraron partidarios de un acuerdo con los liberales; mientras, otro grupo, los intransigentes, más cercanos a D. Carlos, y apoyados por una radical base campesina, eran partidarios de continuar la guerra. El jefe transaccionista, el General Maroto acordó la firma del Convenio de Vergara (abrazo) en 1839, con el general liberal Espartero que supuso el fin de la guerra. En él se prometía (promesa luego incumplida) el mantenimiento de los fueros y la integración de la oficialidad carlista en el espacio real. Sólo las partidas intransigentes del General Cabrera resistirían en una guerra ya perdida. EL INICIO DE LAS REFORMAS LIBERALES; EL RÉGIMEN DEL ESTATUTO REAL (1834-1836). La demolición de los pilares de la sociedad del Antiguo Régimen se llevó a cabo de forma total e irreversible entre 1833 y 1843 (período de minoría de edad de Isabel II). El proceso se inició con el Estatuto Real de 1834 que abrió los cauces a las reformas liberales, y se consolidó mediante el acceso al poder de los sectores progresistas que desmantelaron el Antiguo Régimen e iniciaron la implantación del liberalismo en España, con una nueva concepción de la propiedad y la transformación del Estado Absoluto en liberal. El primer gobierno de Mª Cristina fue confiado a Cea Bermúdez que aspiraba tan solo a restablecer el despotismo ilustrado pero sin desmantelar ninguna institución básica de la monarquía absoluta. El descontento liberal y la Guerra Carlista hicieron ver a la regente la necesidad de profundizar más en el camino liberal. Mª Cristina confía el gobierno a un liberal, Martínez de la Rosa, que promulga un Estatuto Real en 1834, vigente hasta 1836. Pretendía reconocer algunos derechos y libertades políticas pero sin aceptar todavía el principio de Soberanía Nacional. No fue una Constitución, fue una concesión de la Corona. 3 El texto era poco más que una regulación de la convocatoria de las Cortes Generales, que se pretendía equidistante del modelo del Antiguo Régimen y del sistema Liberal. Se establecían unas Cortes bicamerales compuestas por un estamento de Próceres (alta nobleza) compuesto por los grandes de España (obispos, arzobispos y otros notables), miembros elegidos por la Corona y con cargo vitalicio. Y un estamento de Procuradores, de carácter electivo, indirecto y censitario. Las Cortes votaban pero no podían iniciar ninguna actividad legislativa sin la aprobación real. El Estatuto ejemplificaba un tipo de liberalismo censitario partidario de limitar el poder absoluto, pero solo por parte de un parlamento representativo de los sectores “responsables” de la sociedad con el acceso exclusivo de las clases acomodadas y marginando a la inmensa mayoría de la población. La finalidad del Estatuto Real era congregar en torno a la defensa de Isabel II a los sectores socioeconómicos más pudientes del país. En el aspecto político, la etapa de Martínez de la Rosa fue concebida como un ensayo de compromiso entre los sectores más reformistas del absolutismo y los más moderados del liberalismo, bajo la hegemonía de los primeros. Pero pronto se hizo evidente que las reformas del Estatuto eran insuficientes para una parte de los grupos sociales que apoyaban a Isabel II. La división que ya se había iniciado en el Trienio Liberal (1820-1823) entre liberales moderados (doceañistas) y exaltados (progresistas) se fue acentuando y dio lugar a las dos grandes tendencias que dominarán la vida política española en los siguientes decenios: moderados y progresistas. La Corona sustentó siempre un liberalismo moderado pero la necesidad de respaldo contra el carlismo forzó a la monarquía a implantar algunas de las reformas progresistas. LA CRISIS DEL RÉGIMEN DEL ESTATUTO Y LA LLEGADA AL PODER DEL PROGRESISMO. Los progresistas, descontentos con las tímidas reformas iniciadas tenían su fuerza en el dominio del movimiento popular, y en su gran influencia en la Milicia Nacional y en las Juntas Revolucionarias. El detonante final de la crisis del Régimen del Estatuto fue una serie de revueltas ciudadanas en 1835-36 protagonizadas por los 4 progresistas a través de las Juntas y de las Milicias. Las Juntas negaron obediencia al gobierno en tanto no tomase un rumbo más decidido a favor de las reformas promovidas por las Cortes. Ante la situación, Mª Cristina llamó a formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal que rápidamente inició un programa de reformas encaminadas a desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. La acción del progresismo fue esencial en la concepción jurídica del derecho de propiedad. Estas reformas consagraban los principios de propiedad privada y de libre disposición de la propiedad. La reforma agraria incluía tres aspectos esenciales: o Disolución del Régimen Señorial. o La desvinculación de las tierras. o La desamortización civil y eclesiástica. Junto a la abolición del régimen señorial y la transformación jurídica del régimen de propiedad, una serie de medidas legislativas encaminadas al libre funcionamiento del mercado, completaron el marco de liberalización de la economía; se trataba de disposiciones sobre: o Libertad de explotación agraria, de comercio e industria. o Abolición de privilegios gremiales. o Abolición de diezmos eclesiásticos. o Eliminación de actuaciones interiores. Todo ello completó la implantación del liberalismo económico en España. Cuando Mendizábal decretó la desamortización para así conseguir los recursos financieros para armar al ejército contra el carlismo, nobleza y clero presionaron a Mª Cristina para que se deshiciera de Mendizábal. Tras su destitución en 1836 la revuelta de los sectores progresistas y los pronunciamientos militares, evidenciaron ya claramente la necesidad de un régimen constitucional y el establecimiento de un modelo social y económico liberal. Ese mismo año la guarnición de la Granja se 5 subleva e invade el Palacio Real; Mª Cristina vuelve a llamar a los progresistas al poder y restablece la Constitución de Cádiz de 1812, lo que supone la ruptura total con el absolutismo. EL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL DE 1837; LA CONSTITUCIÓN DE 1837. El gobierno progresista de 1836 convocó inmediatamente Cortes extraordinarias que aprobaron una nueva Constitución, la del 37. Los cambios más destacados respecto a la Constitución de 1812 fueron: -Se reforzó el poder de la Corona (veto de leyes, disolución del Parlamento, facultad de nombrar ministros…), en la práctica era la potestad legislativa conjunta entre el Rey y la Cortes (Soberanía Nacional matizada), era el principio de Soberanía compartida. - Se modificó la estructura del Parlamento; las Cortes unicamerales de la Constitución de 1812 se sustituyeron por unas Cortes bicamerales. El Congreso de los Diputados y el Senado (de carácter más conservador). - Se cambió el procedimiento electoral. El sistema de sufragio indirecto casi universal masculino de 1812 fue sustituido por un sistema directo censitario que reservaba el derecho a voto a los mayores contribuyentes de cada localidad (entre el 2% y el 4% de la población). - Se mantuvo la existencia de una amplia declaración de derechos de los ciudadanos (prensa, opinión, asociación…), división de poderes. - Se pusieron en práctica las leyes de libertad de comercio e industria, desvinculación, abolición de los señoríos y del diezmo y desamortización, procedentes de las Cortes de Cádiz y del Trienio Liberal. EL FINAL DE LA REGENCIA DE Mª CRISTINA. En las elecciones de 1837 los moderados obtuvieron mayoría y pasaron a ocupar el gobierno. Al acabar la Guerra Carlista, iniciaron una ofensiva política, para recuperar las riendas del proceso revolucionario contando con el apoyo de la Corona. 6 Intentaron, sin salirse del marco constitucional, desvirtuar los elementos más progresistas y democráticos de la legislación de 1837. Así, prepararon una ley electoral aún más restrictiva, la limitación de la libertad de imprenta y una ley de ayuntamientos que da a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las capitales de provincia. Además de inicia una legislación que tiende a devolver los bienes al clero secular y se prepara un proyecto de reimplantación del diezmo. El apoyo de Mª Cristina a la política moderada provocó un enfrentamiento de los progresistas con la Corona. Un amplio movimiento insurreccional se alzó en varias zonas del país y Mª Cristina dimitió. Los sectores progresistas se fijaron en el General Espartero, progresista y vencedor de la Guerra Carlista, era la única autoridad respetada que podía asumir el poder y convertirse en regente. 1.1.2. La Regencia de Espartero (1840-1843). La actitud de Espartero en el gobierno fue de un marcado autoritarismo, fue incapaz de cooperar con las Cortes y se aisló cada vez más de sus propios correligionarios. En 1842, aprobó un arancel que abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses, amenazando de este modo a la industria textil catalana. La medida provocó un levantamiento en Barcelona en el que estuvieron involucrados la burguesía, pero también las clases populares que veían peligrar sus puestos de trabajo. Espartero mandó bombardear la ciudad hasta conseguir su sumisión, colocando a Cataluña y al partido progresista en su contra. Los moderados aprovecharon la situación para protagonizar una serie de conspiraciones encabezadas por los generales Narváez y O’Donell que provocaron la dimisión de Espartero en 1843 y su exilio a Inglaterra. Los moderados fueron afirmando sus posiciones y haciéndose con el control del poder. A ello contribuyeron tres factores: 7 1) Los deseos de orden y tranquilidad de una gran mayoría del liberalismo que había logrado ya lo fundamental de sus reivindicaciones de tipo socioeconómico. 2) El apoyo del ejército bajo la figura de Narváez. 3) El apoyo de la Corona. El temor a una nueva regencia hizo que las Cortes decidieran adelantar la mayoría de edad de Isabel II y la proclamaran reina con trece años. 1.2 El Reinado de Isabel II; La Mayoría de Edad (1843-1868). LA ARTICULACIÓN DEL LIBERALISMO ESPAÑOL La división del Liberalismo; fraguada durante su lucha contra el Absolutismo, acabó confluyendo en la formación de los dos grandes partidos políticos del segundo tercio del S. XIX: el Partido Moderado y el Partido Progresista. A la izquierda de estos últimos comenzaron a formarse los primeros grupos demócratas y republicanos que quedaron marginados por el Pacto Constitucional de 1837. No podemos pensar en partidos políticos como los actuales, sino en incipientes partidos o agrupaciones de personalidades alrededor de algún notable y no poseían programas elaborados sino corrientes de opinión aglutinados por intereses comunes, determinados principios básicos y ciertos órganos de prensa. Por último, la enorme restricción del derecho a voto y la falta de tradición parlamentaria desvinculaban a la inmensa mayoría de la población de la política. Como hemos visto los dos grandes partidos de la época isabelina fueron los moderados y los progresistas que representan las dos grandes corrientes del Liberalismo y eran la expresión de la defensa de un sistema monárquico constitucionalista. -Los Moderados: Defendían un régimen que reforzaba el poder de la Corona y restringían el sufragio en función de la riqueza y la ilustración. Eran un grupo heterogéneo formado por terratenientes, grandes comerciantes e intelectuales conservadores, junto a restos de la vieja nobleza, del alto clero y de los altos mandos militares. Defendían la propiedad, el sufragio censitario como arma ideal para impedir 8 el acceso de las clases populares a la política, defendían el principio de soberanía compartida entre Cortes y Corona y se mostraron partidarios de limitar los derechos individuales, especialmente los colectivos como: las libertades de prensa, opinión, reunión y asociación. Por último representan la opción más clerical del liberalismo, al defender el peso y la influencia de la iglesia católica. -Los Progresistas: Eran también un grupo heterogéneo, en el que predominaban la media y pequeña burguesía industrial y financiera cuya base era el espíritu de reforma. Defendían el principio de Soberanía Nacional y el predominio de la Cortes en el sistema político, no aceptaban la intervención directa de la Corona en la política. Defendían los derechos individuales y colectivos. Mantenían el principio de sufragio censitario pero eran partidarios de ampliar el cuerpo electoral. Su posición a favor de la reforma agraria y del fin de la influencia eclesial les hacía contar con una base popular de clases medias y artesanas, con una parte de la oficialidad media o inferior del ejército, así como con profesionales liberales (profesores, periodistas, abogados…). En 1849 una escisión de los progresistas dio origen a la formación del Partido Demócrata de gran influencia en la vida política de los años siguientes. El nuevo partido nació bajo el influjo de los ideales demócratas propagados por Europa en las Revoluciones de 1848 y significó el nacimiento de la primera expresión política del pensamiento democrático en España. Defendían el sufragio universal, la ampliación de las libertades públicas, la intervención del Estado en la enseñanza, la asistencia social y la fiscalidad con el objeto de paliar las diferencias sociales y garantizar el derecho a la igualdad entre ciudadanos. 1.2.1. La Década Moderada (1843-1854) La caída de Espartero en 1843 desencadena dos importantes acontecimientos, por un lado se proclama a Isabel II como reina con trece años, una reina excesivamente joven e inmadura y por otro desencadena que los moderados se alcen con el poder gracias al total apoyo de la Corona, gobernando durante casi todo el reinado de Isabel II. CONFIGURACIÓN DEL RÉGIMEN MODERADO (1843-1854) Y LA CONSTITUCIÓN DE 1845. 9 En las elecciones a Cortes de 1844, los moderados obtienen una abrumadora mayoría. Al frente de este nuevo gobierno moderado se sitúa al general Narváez, que sienta las bases del nuevo Estado Moderado y organiza las principales instituciones. El nuevo régimen se asentó sobre el predominio social, económico y político de la burguesía terrateniente (nacida de la fusión de los antiguos señores y los nuevos propietarios rurales). Ambos grupos, ven la necesidad de consolidar un nuevo orden social que protegiera los objetivos conseguidos por el liberalismo frente a una posible reacción carlista o de las clases populares. Lo que se pretende no es regresar al Antiguo Régimen sino asentar un Liberalismo Conservador que realizase reformas más acordes a las nuevas clases dominantes y frene la participación política de los progresistas. A este fin, moderados y Corona realizan prontas modificaciones sobre la Constitución de 1837, claramente incompatible con sus intereses y rápidamente se promulga una nueva Constitución, la de 1845, que será la pieza fundamental de la organización del nuevo régimen político. Las ideas básicas del moderantismo quedan recogidas en la Constitución de 1845 y son: -El Estado será una Monarquía Constitucional Conservadora, rechazándose la Soberanía Nacional a favor de una Soberanía Compartida entre Cortes y Rey. -Al mismo tiempo, se fortalecen los poderes de la Corona, ampliándose los poderes del ejecutivo y disminuyendo las atribuciones de las Cortes (legislativo). -Se reserva la participación política a las grandes fortunas del país, es decir, se restringe el derecho al voto, siendo el Senado no electivo sino nombrado por la reina entre personalidades y gente de su confianza, y el Congreso aunque electivo es censitario, pues solo pueden ser diputados quienes aseguren un mínimo de renta anual de 12000 reales. Esto fue posible gracias a la Ley Electoral de 1846 que potencia el sufragio restringido, reduciendo el voto a los mayores contribuyentes del país, que representaban tan solo el 1% de la población española del momento. El gobierno también intenta mejorar las relaciones con la Iglesia, ya que ésta se había mostrado proclive al carlismo ante las reformas progresistas anteriores, sobre todo la desamortización. Para obtener el apoyo de la Iglesia el gobierno firma un concordato por el que se establece la suspensión de la venta de los bienes 10 desamortizados, lo que provoca que la postura oficial de la Santa Sede sea la de respaldar a Isabel II. CARACTERÍSTICAS DEL ESTADO LIBERAL El Liberalismo Moderado constituirá la estructura del Estado Liberal en España de acuerdo a los intereses de determinadas clases, basándose en los principios de un Estado jerarquizado, centralista y uniformizado, de influencia francesa y donde la toma de decisiones se realiza de forma piramidal, es decir, de arriba abajo. Las medidas que adoptó el nuevo gobierno de acuerdo a estos principios fueron: - Se realiza una reforma del sistema fiscal y hacienda, llevada a cabo por Mon y Santillán en 1845, un nuevo sistema racional y moderno cuyo objetivo era sustituir la fiscalidad del Antiguo Régimen, centralizando los impuestos en manos del Estado y propiciando la contribución directa. - Se procede a una unificación y codificación legal, aprobándose un Código Penal (1851) y la elaboración de un proyecto de Código Civil. - Se realiza una importante reorganización de la Administración, para ello se parte de la antigua división provincial de 1833 (49 provincias) que permite reforzar una estructura centralista con el consiguiente fortalecimiento de los poderes civiles y militares de cada provincia, así como de las Diputaciones. De este modo la provincia constituía la unidad político-administrativa. - Se presta especial atención al control del poder municipal, para este fin se crea la Ley de Administración Local de 1845, mediante la cual, la Corona tiene potestad de nombrar a los alcaldes de las capitales de provincia y el resto de los municipios con menos de dos mil habitantes serían nombrados por el gobernador civil. De este modo, cada provincia dependía del poder central de Madrid y sobre todo del Ministerio de Gobierno. Tan solo País Vasco y Navarra conservaron, por el temor a que una mayor centralización diera lugar a un rebrote del carlismo, sus antiguos derechos forales, aunque privados de las atribuciones legislativas y judiciales anteriores. - Se disolvió la Milicia Nacional y se creó la Guardia Civil (1844), cuerpo armado con finalidades civiles pero con estructura militar, que bajo las órdenes del 11 gobierno central y de los gobernadores civiles mantendría el orden público y vigilaría la propiedad privada. 1.2.2. El Bienio Progresista (1854-1856) En la primera década de gobierno moderado, se habían fortalecido los poderes otorgados a la Corona, quedando las Cortes con un poder casi irrelevante; de este modo, la vida política se desarrollaba alrededor de la Corte buscando el favor real en el llamado sistema de “camarillas”. Además, el restringido número de votantes y la manipulación electoral, dejaban sin opción ni sentido a la oposición. Fuera del sistema liberal, la mayor oposición la constituyó el carlismo, los levantamientos se avivaron en 1848-1849, siendo el más importante la “Guerra dels Matiners” en Cataluña, (II Guerra Carlista). En 1854 el gobierno es partidario de reformar la Constitución (pretendía radicalizar los postulados moderados), lo que provoca el levantamiento de los progresistas y de parte de los moderados, esta unión trae como consecuencia el Pronunciamiento de Vicálvaro, encabezado por el General O´Donell. Al mismo tiempo sectores progresistas y moderados contrarios al gobierno elaboran el Manifiesto del Manzanares en el que se pedía lo siguiente: - El cumplimiento de la Constitución. - La reforma de la Ley Electoral. - La reducción de impuestos. - La restauración de la Milicia Nacional. El ejemplo de lo sucedido en Madrid se secundó rápidamente en toda España y la reina ante tal situación llama al General Espartero a formar gobierno. La coalición de los sectores progresistas liberales creará un nuevo grupo político, la Unión Liberal, que gana las elecciones por amplia mayoría. El nuevo gobierno intenta restaurar el régimen constitucional de 1837 y restablece la Milicia Nacional; también inicia la elaboración de una nueva constitución, Constitución de 1856, que nunca se llegó a promulgar, pero realiza dos importantes acciones. La primera es una nueva desamortización, la de Madoz, en 1855, que afectó a los bienes de la iglesia y también a los del Estado, órdenes militares y ayuntamientos. Con ella se pretendía recaudar dinero para la Hacienda Pública y sobre todo para la 12 modernización económica del país. La segunda de sus obras fue la Ley General de Ferrocarriles de 1855, que regulaba su construcción e incentivaba fuertemente a las empresas que intervinieran en ella, beneficiándose principalmente de la ley los capitales extranjeros. 1.2.3. La Vuelta al Moderantismo (1856-1868) Las medidas del Bienio no mejoraron las condiciones de vida de las clases populares ni tuvieron en cuenta sus demandas, generándose un clima de grave conflictividad social, que quedó agravado por una crisis económica. Como consecuencia se produjeron levantamientos obreros en Barcelona en 1855. Aunque el gobierno trató de paliar la situación con una nueva Ley del Trabajo que incluía ciertas mejoras, la situación no mejoró y en 1856 se produce un fuerte levantamiento tanto en el campo castellano como en distintas ciudades del país provocando una fuerte crisis en el gobierno. Espartero dimite y la reina confía el gobierno a O´Donell que reprime duramente las protestas. O´Donell paradójicamente restaura el Moderantismo. Del 1856 al 1863 O ´Donell y Narváez (de Unión Liberal) se sucederán en el gobierno, dándose una cierta estabilidad política dominada por una vuelta al conservadurismo. Entre las medidas del gobierno están la de restablecer parte de la Constitución de 1845 y la de anular parte de la legislación del Bienio. Los unionistas llevan a cabo una agresiva política exterior, cuyo objetivo era desviar la atención de los problemas internos y fomentar una conciencia nacional y patriótica. Se desarrollan expediciones a Indochina y México, pero la más importante será a Marruecos donde España consigue la incorporación de Sidi-Ifni y la ampliación de la plaza de Ceuta. En 1863 el gobierno unionista era incapaz de afrontar la oposición política de progresistas, demócratas y republicanos. Simultáneamente la agricultura, industria y finanzas sufren las consecuencias de la crisis económica. Ante esta situación O´Donell dimite y la reina entrega de nuevo el gobierno a los moderados, gobernado el moderantismo de forma autoritaria de 1863 a 1868 con Narváez y el General Bravo a la cabeza. El nuevo gobierno fue incapaz de mejorar la situación económica, agravada por la crisis europea. A partir de este momento la sociedad española ve la necesidad de un profundo cambio que esta vez incluirá a la propia monarquía de Isabel II. 13 2. El Sexenio Democrático (1868-1874). En 1868 un importante movimiento revolucionario, que aglutina en sus filas a casi todas las opciones políticas del momento, destrona a Isabel II e inaugura en el país los primeros intentos democráticos. 2.1 La Revolución de 1868: La Gloriosa. El estallido de la Gloriosa responde a una sucesión de causas que se dan desde 1866: - Económicas; la crisis económica de la etapa anterior se agrava debido a las crisis financiera e industrial y a las que se suma una crisis de subsistencia debido a las malas cosechas. Esta fuerte crisis general generará una gran violencia social, causada por el cierre de industrias, aumento del paro y por tanto un descenso del nivel de vida de los trabajadores. - Políticas; se produce un deterioro político debido al sistema corrupto e ineficaz, que imposibilita al partido Progresista acceder al gobierno por mecanismos electorales, lo que hace que se retraigan y dejen de participar en el mecanismo electoral. - Ideológicas; introducción progresiva del ideario democrático. Estos factores provocan que la oposición se unifique para acabar con el moderantismo, para ello firman el Pacto de Ostende (progresistas, demócratas y unionistas). El pacto, claramente antiisabelino propone que la forma de gobierno sea decidida por las Cortes elegidas por sufragio universal masculino. En septiembre de 1868, una escuadra al mando del brigadier Topete se subleva en Cádiz. El pronunciamiento fue seguido en numerosas ciudades españolas, constituyéndose Juntas Revolucionarias que organizan y difunden el alzamiento. Se reclama el sufragio universal, la abolición de impuestos y quintas y elecciones a cortes constituyentes. La derrota de las tropas leales a Isabel II en Alcolea, provoca la dimisión del gobierno y el exilio de la reina a Francia. El Gobierno Provisional. El gobierno provisional formado por Progresistas y Unionistas pone en marcha las reclamaciones de las Juntas revolucionarias, restaurándose las libertades básicas 14 (imprenta, asociación, culto religioso), instaurándose medidas económicas de carácter liberalista, se decanta por un régimen monárquico y convoca elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino. La victoria electoral es para la coalición gubernamental de progresistas, unionistas y demócratas, que elaboran una nueva Constitución, la de 1869. La nueva constitución es de signo claramente liberal-democrático y en ella destacan las siguientes novedades: - Soberanía Nacional, división de poderes, limitando el poder de la corona y otorgando mayor independencia al poder judicial. - Ampliación y reconocimiento de los derechos y libertades. - La forma de gobierno será la Monarquía democrática, donde el rey ejerce el poder a través de los ministros. Mientras se busca un nuevo rey para la Nación, la regencia recae en el General Serrano, asumiendo el gobierno el General Prim. Ambos intentaran acometer una serie de reformas y elegir a un nuevo monarca. Los objetivos básicos de la política reformista fueron asegurar la participación ciudadana y la supremacía del poder civil sobre el eclesiástico o militar. Desde el punto de vista económico se trata de implantar un programa de liberalismo económico, que no llega a lograrse, sin embargo se aprobó la Ley de bases Arancelarias que preveía una progresiva apertura hacia el comercio internacional. Se estableció la peseta como moneda y se aprobó la Ley de Bases de la Minería. 2.2 El Reinado de Amadeo I (1871-1873) Pero la principal tarea del gobierno fue encontrar un monarca que sustituyese a los desacreditados Borbones. Fue el General Prim el encargado de sondear a todos los embajadores extranjeros a fin de encontrar un consenso internacional sobre el candidato. Finalmente se impuso la candidatura de Amadeo de Saboya, hijo de Vittorio Emanuelle II de Italia, muy popular entonces por haber sido el artífice de la unificación italiana, y hombre proclive a una concepción democrática del papel de la monarquía. El nuevo monarca fue elegido rey de España por las Cortes en 1870. Cuando Amadeo 15 I llega a España, el General Prim, su principal apoyo, había sido asesinado. Este suceso debilitó al nuevo régimen desde el principio y condicionó su desarrollo. El reinado de Amadeo I fue un intento fracasado de construir un régimen monárquico democrático en España. El rey trató de adecuarse a la Constitución, pero tuvo que enfrentarse a la inestabilidad política y a la fuerte oposición social. Los poco más de dos años de reinado se vieron marcados por dificultades constantes. Desde el punto de vista político, Amadeo I contó desde el principio con la oposición de los moderados, que continuaban fieles a los Borbones. Ante la dificultad de reponer en el trono a Isabel II empezaron, dirigidos por Cánovas del Castillo, a organizar un partido alfonsino, defensor de una restauración Borbónica en la figura del hijo de la Reina, el Príncipe Alfonso. Inmediatamente esta opción contó con el apoyo de la iglesia, abiertamente en contra de la nueva situación ya que se sentía agraviada por la Constitución de 1869 que recogía la libertad de cultos. Las elites tradicionales repudiaban a un monarca extranjero, era visto como un intruso, así, la aristocracia se apartará de la Corte. Tampoco, como es natural, podía contar con el apoyo de los sectores Republicanos y de los grupos campesinos y proletarios. Éstos protagonizaron constantes levantamientos y protestas que dieron todavía mayor inestabilidad al régimen. Los sectores carlistas se volvieron a alzar en armas en 1872, animados por las posibles expectativas, una vez desaparecida Isabel II, de sentar en el trono a su candidato Carlos VII. La rebelión, que se inició en el País vasco, no constituyó un verdadero peligro pero se convirtió en un foco permanente de problemas e inestabilidad. Por otro lado, en 1868 se había iniciado una revuelta en Cuba (guerra de los 10 años). Los insurrectos rechazaban su condición de colonia, denunciaban la opresión económica y pedían la participación en el gobierno de la Isla. Aunque Amadeo I intentó reformas políticas, la negativa por parte de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró la posibilidad de una solución pacífica y convirtió la guerra en un grave problema para el gobierno. La crisis final fue la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas) que dejó al Rey sin recursos para hacer frente a los 16 grandes problemas del país. Privado de todo apoyo, en febrero de 1873 Amadeo de Saboya presentaba su renuncia al trono. 2.3. La Primera República Española (1873-1874). La proclamación de la Primera República Española fue la salida lógica ante la renuncia de Amadeo de Saboya. Las Cortes, en las que se depositaba la soberanía en ausencia del monarca, proclamaron la Primera República en febrero de 1873. El partido demócrata sufre una escisión y gran parte de sus afiliados constituyeron el Partido Demócrata Republicano Federal, dirigido por Francisco Pi y Margall. El federalismo propugnaba la realización de un sistema de pactos libremente establecidos entre los diferentes pueblos o regiones históricas como una nueva forma de articular el Estado español. Defendía también la forma Republicana de gobierno, el laicismo del Estado, el antimilitarismo y sustentaba un proyecto de transformación social que compaginaba la ampliación de los derechos democráticos con una defensa de la intervención del Estado en la regulación de las condiciones laborales. Contaba con el apoyo de la pequeña burguesía, de las clases populares urbanas y con parte del movimiento campesino y obrero. Pero los Republicanos federales no eran un bloque ideológicamente homogéneo. Se hallaba dividido en dos tendencias: los “benévolos” y los “intransigentes”. Los “benévolos” (Pi y Margall) controlaban la dirección del partido y estaban preocupados por el respeto a la legalidad, contrarios a las insurrecciones armadas y a las movilizaciones reivindicativas. Los “intransigentes” (José María de Orense) defendían el recurso a la vía insurreccional como método para proclamar la república Federal. Una república que exigía como paso previo la proclamación inicial de la independencia de los distintos territorios con una personalidad histórica diferenciada. Existía, por último, un sector de los republicanos “unitarios” (Castelar) que eran partidarios de un Estado Republicano no federal sino centralizado, manteniendo posiciones mucho más conservadoras desde el punto de vista político y social. La República fue recibida con entusiasmo por las masas republicanas que vieron el momento de hacer realidad sus aspiraciones de cambio social. Así, los federales constituyeron juntas revolucionarias en muchas ciudades que pretendían dar solución al crónico problema de la falta de tierras entre el campesinado. Entre el movimiento obrero se generalizaron reivindicaciones que iban desde la 17 reducción de la jornada laboral y el aumento de salarios hasta la proclamación en Cataluña del Estado Catalán dentro de la República Española. En las ciudades volvieron a aparecer con fuerza movilizaciones populares que reclamaban la abolición de los consumos y de las quintas. El interés de los dirigentes republicanos por respetar la legalidad se exteriorizó en la disolución de las Juntas y en la represión de las revueltas populares por parte del ministro de gobierno Pi y Margall. Pacificado el panorama, los dirigentes federales se propusieron construir un nuevo estado de carácter federal. Para ello se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes que fueron ampliamente ganadas por los Republicanos, que definieron el nuevo régimen como una República Federal, redactando un proyecto de Constitución que declaraba la organización federal de la República, que reconocía quince estados federales más Cuba y Puerto Rico. Por lo demás la Constitución era muy parecida a la de 1869, en una línea ampliamente democrática. LOS PROBLEMAS DE LA REPÚBLICA El nacimiento de la República animó el conflicto carlista convirtiéndose en un verdadero frente abierto contra un ejército que dominaba diversos territorios en zonas tradicionalmente carlistas, el conflicto se prolongaría hasta 1876. En Cuba, la guerra iniciada en 1868 continuaba y la República fue incapaz de mejorar la situación, entre otros motivos porque las autoridades y funcionarios españoles en Cuba eran proclives a la solución monárquica encarnada en el proyecto de restauración Borbónica, en la persona de Alfonso XII. En las zonas con fuerte implantación republicana, la población, en muchos casos radicalizada, promovieron una república federal desde abajo y la creación inmediata de cantones independientes. Aunque éstos fueron disueltos militarmente en semanas, el Cantón de Cartagena perduró meses y se convirtió en un emblema del cantonalismo. Los protagonistas de este movimiento político fueron principalmente los artesanos, los pequeños comerciantes, los intelectuales y los militares urbanos. Los episodios cantonalistas agudizaron la imagen de desorden. Los propios republicanos federales en el poder recurrieron a los militares para disolverlos, temerosos de una revolución disgregadora de la unidad de España. Esta situación reforzó el protagonismo del ejército y el progresivo deslizamiento de la mayoría republicana hacia posturas conservadoras. Así, en septiembre de 1873, la República 18 dio un claro vuelco hacia la derecha y el nuevo gobierno de Castelar (unitario) fue abandonando las pretensiones federalistas y reformistas. Castelar gobernó autoritariamente, respaldando a los sectores conservadores y a los jefes militares para que mantuvieran el orden público. En enero de 1874 se abrieron las Cortes y el gobierno de Castelar fue derrotado. Era inminente la formación de un gobierno de centro-izquierda. Para impedirlo, el general Pavía invadió el hemiciclo y disolvió por la fuerza la asamblea. Apenas hubo resistencia, ni política ni popular, lo que muestra la debilidad de la República. El poder pasó a una coalición de unionistas y progresistas con el general Serrano a la cabeza, que intentó estabilizar un régimen republicano de carácter conservador. Pero la base social que podía sustentar un proyecto de este tipo ya había optado por la solución alfonsina, es decir, la vuelta del hijo de Isabel II, Alfonso XII. En diciembre de 1874, el pronunciamiento militar de Martínez Campos proclamaba rey de España a Alfonso XII. Al mismo tiempo, el príncipe Alfonso había firmado el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía; un régimen monárquico de signo conservador y católico, que defendería el orden social, pero que garantizaba el funcionamiento del sistema político liberal. 19