Diplomacia Sobre Las Pedagogías Críticas PDF
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Universidad Nacional de Cuyo
Alejandro Rezzonico
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This document discusses the impacts of neoliberal policies on education in Argentina, tracing its origins in the mid-20th century.
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DIPLOMATURA Pensar la escuela de hoy desde LAS PEDAGOGIAS CRÍTICAS Fundación La Salle Argentina NEOLIBERALISMO: DE LA TEORÍA ECONÓMICA A LA POLÍTICA EDUCATIVA Alejandro Rezzonico Les damos la bienvenida a la pr...
DIPLOMATURA Pensar la escuela de hoy desde LAS PEDAGOGIAS CRÍTICAS Fundación La Salle Argentina NEOLIBERALISMO: DE LA TEORÍA ECONÓMICA A LA POLÍTICA EDUCATIVA Alejandro Rezzonico Les damos la bienvenida a la primera clase de esta especialización. En ella Clase 01 comenzaremos por desarrollar una breve genealogía del neoliberalismo, ras- treando sus orígenes, identificando sus rasgos principales y algunos hitos en la implementación de programas económicos neoliberales en nuestro país. En segundo lugar, nos propondremos abrevar en una perspectiva que define al neoliberalismo no solo como una teoría económica, sino como racionalidad que gobierna la vida social y produce un cierto tipo de subjetividades y relaciones que erosionan las sociedades democráticas, tema que profundizaremos en las clases siguientes de autoría de Gustavo Galli. Finalmente, haremos foco en algunos sentidos, formas y efectos que han tenido (y tienen) las políticas educativas de sesgo neoliberal en nuestro país y la región. Esperamos que disfruten de la lectura. Las políticas neoliberales: orígenes, características y efectos El neoliberalismo se inicia con una renovación de la doctrina liberal (de allí el prefijo “neo”, que significa “nuevo”), que comienza a gestarse en la segunda mitad del siglo XX, en el ámbito de la llamada “Sociedad Mont Pelerin”, formada por un grupo de filósofos, historiadores y, fundamen- talmente, economistas, convocado por Frederich von Hayek en 1947, en Suiza. Sus integrantes se nucleaban en torno a la oposición hacia las políticas keynesianas1 que habían abonado el surgimiento en la segunda posguerra de los estados de bienestar, y también contra los gobiernos comunistas y socialdemócratas. Según la perspectiva de este grupo, la creciente intervención, regulación y alcances de los Estados, significaban una amenaza para las libertades individuales. Entre sus primeros integrantes estaba Milton Friedman, galardonado con el premio Nobel de Economía en 1976 y fundador del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago, otra de las usinas de pensamiento neoliberal que sería cuna intelectual de los llamados “Chicago boys”. Con ese nombre se denominó a un grupo de economistas y técnicos que a partir de la dé- 1 Así llamadas debido al nombre de su principal teórico e impulsor, el economista economista británico John Maynard Keynes. Muy abreviadamente, el keynesianismo, cuyas ideas y programas cobraron gran difusión con posterioridad a la depresión económica ocasionada por la caída de la bolsa de Wall Street en 1929, postula la necesidad de intervención y regulación estatal de las economías y mercados, a los fines de prevenir o bien morigerar las crisis inherentes a las economías de mercado. Aquí una buena síntesis audiovisual del keynesianismo: https://www.youtube.com/watch?v=Bhs1_T0ws2c cada del 70 asesorarían –entre otros- al Ministerio de economía chileno durante la dictadura de Augusto Pinochet, en lo que fue la primera implementación de un programa económico neoliberal en América Latina. Luego de la “prueba piloto” chilena (a cuyo desgaste e implosión asistimos recientemente), vendría el desembarco neoliberal en Inglaterra, bajo el gobierno de Margaret Thatcher y en Estados Unidos de la mano de Ronald Reagan, junto con la consolidación de la capacidad de presión de organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Inter- nacional y el Banco Mundial. En Argentina, fue la última dictadura cívico-militar la primera en implementar un programa econó- mico con sesgo neoliberal a partir de 1976, bajo la conducción de José Martínez de Hoz. Otros países de la región, como el ya mencionado Chile, sufrieron por esos años procesos similares, quedando ligada la implementación de políticas neoliberales a la violencia y represión ejercidas por gobiernos de facto que no solo tiñeron de sangre a los pueblos con persecuciones, torturas y asesinatos, sino también con sus políticas de empobrecimiento de las mayorías en favor de élites reducidas. Así lo expresaba el escritor y periodista Rodolfo Walsh, en su Carta abierta a la junta militar, difundida en marzo de 1977, luego de cuya difusión fue asesinado por las fuerzas militares. En esa carta, tras describir las múltiples atrocidades cometidas por la Junta Militar contra la población (entre ellas torturas, desapariciones y asesinatos), Walsh advierte: “Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.”2 Los principios centrales del neoliberalismo √√ Presenta como “orden natural” al mercado, por lo que postula la minimi- zación (cuando no anulación) de la intervención reguladora del Estado, fundamentalmente en las actividades económicas √√ Se orienta hacia la búsqueda del equilibrio fiscal, lo que se traduce en el ajuste presupuestario de los sistemas de salud y educación pública, las políticas sociales, es decir los mecanismos desarrollados por los estados de bienestar para corregir las desigualdades inherentes al sistema capi- talista √√ Al considerar al Estado como un administrador ineficiente, torpe y lento; impulsa la privatización de las empresas públicas, entendida como “mo- dernización”. √√ Aboga por el cese del proteccionismo estatal, lo que deja a la intemperie a las industrias nacionales 2 Walsh, Rodolfo, “Carta abierta a la junta militar”, 24 marzo de 1977. Disponible en https://www.cels.org.ar/common/documentos/CARTAABIERTARODOLFOWALSH.pdf En los comienzos de la década de los ´90, el economista inglés John Williamson sistematizó un conjunto de orientaciones para los países en desarrollo inmersos en crisis económicas, cons- truido a partir de las políticas que a partir de los años 70 impulsaron los organismos financieros internacionales con sede en la ciudad de Washington: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos. Dichas orientaciones, que pasarían a conocerse como “Consenso de Washington”, tuvieron como ejes principales: la disciplina presupuestaria con el fin de anular el déficit público; un reordenamiento del gasto pú- blico con recorte de subsidios; la disminución de barreras aduaneras para liberalizar el comercio internacional; la eliminación de barreras a las inversiones extranjeras directas; la privatización de empresas públicas y la desregulación de los mercados. Con esa receta estandarizada como modelo, y con diversos mecanismos de presión y coerción a los países en vías de desarrollo, el neoliberalismo creció y se expandió durante la década de los 80, para entrar en auge en la década de los 90, inspirando reformas estructurales en diver- sos países de nuestro continente y del resto del mundo. En nuestro país continuó su desarrollo bajo los dos períodos de gobierno de Carlos Menem, en los que alcanzó su auge, y durante la administración de Fernando De La Rúa, quien continuó en esa línea y debió abandonar prematu- ramente el poder ejecutivo empujado por la grave crisis social y política que derivó en el estallido social ocurrido en diciembre de 2001. A esta altura de la historia, son numerosas las críticas a las políticas económicas neoliberales, así como también sobran las evidencias a lo largo y ancho del planeta de que, lejos de ser una solución para las crisis económicas de los países en desarrollo, las agudizan, provocando el incremento de las desigualdades sociales y el empobrecimiento generalizado de los pueblos. Para ampliar esta contextualización desde otros registros, las y los invita- mos a recorrer en voces, imágenes, y documentos el derrotero de las po- líticas económicas neoliberales en nuestro país, por medio de esta en- trega de la serie “Historia de un país”, producida por el Canal Encuentro. https://www.youtube.com/watch?v=Z4I6LXp-s8M También les ofrecemos un cuplé de la murga uruguaya “Metele que son pasteles”, que con la ironía y agudeza características del géne- ro le cantan al neoliberalismo latinoamericano en su faceta actual: https://www.youtube.com/watch?v=mGPBoOf4Rmo Racionalidad neoliberal Si bien el neoliberalismo es más frecuentemente concebido como una teoría económica, diver- sos estudios críticos de este enfoque han advertido sobre la necesidad de poner de relieve sus bases y efectos ideológicos, políticos, culturales y subjetivos. Lucía Wegelin (2019) afirma que el célebre filósofo Michel Foucault fue pionero a la hora de sugerir un abordaje del neoliberalismo en tanto nueva racionalidad política, es decir como modo de gobierno de las conductas de los hombres y mujeres que funciona capilarmente, produciendo normatividades prácticas y modos de subjetivación. Entre quienes continuaron esta vertiente abierta por Foucault, se encuentra la filósofa y politóloga norteamericana Wendy Brown. En una de sus obras, Brown (2015) sostiene que “el neoliberalismo se entiende mejor si no se ve simple- mente como una política económica sino como una racionalidad rectora que disemina los valores y las mediciones del mercado a cada esfera de la vida y que interpreta al ser humano mismo exclusivamente como homo oeconomicus. Por consiguiente, el neoliberalismo no sólo privatiza —voltea hacia el mercado en busca de producción y consumo individual— lo que antes se apo- yaba y valoraba públicamente sino que formula todo, en todos lados, en términos de inversión y apreciación de capital, incluyendo, especialmente, a los seres humanos” (Brown, 2015: 140). La lógica del mercado, es decir, la de la competencia, la minimización de costos y maximización de ganancias, la cuantificación y medición, la degradación de lo público en favor de lo privado, el culto al éxito, la sacralización del mérito y el esfuerzo individual; se extienden no solo al campo económico sino que pasan a permear al conjunto de las relaciones sociales, con el implacable impulso de los poderes políticos y económicos centrales, las técnicas de propaganda, los secto- res más poderosos de la industria cultural y el poder mediático concentrado. Una racionalidad de tales características, como podrá imaginarse, tiene implicancias políticas en términos de debilitamiento de las democracias. En este sentido, el sociólogo Pierre Bourdieu (1998) advierte que “en nombre de ese programa científico de conocimiento, convertido en pro- grama político de acción, se lleva a cabo un inmenso trabajo político (negado en tanto que es, en apariencia, puramente negativo) que trata de crear las condiciones de realización y de fun- cionamiento de la “teoría”; un programa de destrucción metódica de los colectivos”. (Bourdieu, 1998: 2) No sorprende que una racionalidad que sacraliza los méritos y esfuerzos personales y aborrece las regulaciones, se traduzca entonces en ataques y estrategias de desmantelamiento de las instituciones, colectivos y organizaciones fundadas en lazos de solidaridad social. En efecto, afirma Brown (2015) que el neoliberalismo ataca los principios, las prácticas, las culturas, los sujetos y las instituciones de la democracia entendida como el gobierno del pueblo, deteriorando las expresiones más radicales de la democracia, es decir “aquellas que compiten por su futuro presentando formas más robustas de la libertad, de la igualdad y del gobierno popular que aque- llas que podría presentar la versión liberal de la democracia”. (Brown, 2015:4). Otro de los continuadores de la perspectiva foucaultiana sobre el neoliberalismo, Christian Laval (2015), sostiene que “en el plano político, es el régimen de normalización de la empresa que se aplica en todas partes y que destruye poco a poco todo lo que era parte de la lógica democrática. La conjunción del control de los comportamientos, la medición de habilidades en la escuela, el mapeo de la población, la gestión de seguridad de los problemas sociales, las técnicas de eva- luación en el trabajo, todo esto tiene sentido si relacionamos estos procesos, no a un ‘totalitaris- mo’, sino a un modo de gobierno nuevo, el gobierno empresarial”. (Laval, 2015: 19). Este culto al paradigma empresarial no solo se erige como modelo de gobierno y administra- ción de todas las esferas de la vida, sino que también produce un cierto tipo de subjetividades, orientadas por el principio de competencia. Sujetos que Laval (2015) caracteriza como “empren- dedores” o “empresarios de sí mismos”, compelidos por una serie de dispositivos sociales e institucionales a una altamente estresante gestión de sí mismos que busca la maximización de los rendimientos. Cualquier coincidencia con la hasta hace poco hegemónica insistencia en el emprendedurismo como camino de realización, no es mera casualidad. Si el neoliberalismo es una racionalidad que disemina los valores del mercado a cada esfera de la vida, veamos entonces a continuación cómo ingresa en las políticas, prácticas y discursos educativos. Para profundizar en esta perspectiva sobre el neoliberalismo y cómo éste socava las sociedades democráticas en el actual escenario político y económico mundial, invitamos a ver esta entrevista a Wendy Brown: https://vimeo.com/243276156 Neoliberalismo educativo Seguramente muchos de los rasgos del neoliberalismo que señalamos en los apartados prece- dentes permiten entrever sus derivaciones en el campo educativo, en este tramo final de la clase queremos detenernos más profundamente en ellas. Comencemos por mencionar, siguiendo a Feldfeber y Gluz (2011), que durante la década de los 90, en la que, como hemos dicho, se desarrolló el auge de las políticas neoliberales en nuestro país, se produjo en Argentina una reforma educativa que tuvo como pilares a una serie de nuevos marcos normativos, siendo los principales: la Ley de Transferencia de servicios educativos de nivel medio y superior no universitario (Nº 24.049, sancionada en 1991 y promulgada en 1992), median- te la cual se transfirieron las instituciones de dependencia nacional hacia las provincias y la Ciudad de Buenos Aires la Ley Federal de Educación (LFE) (Nº. 24.195, 1993) que fue la primera ley nacional que abarcó todo el sistema educativo el Pacto Federal educativo (suscripto en 1994 y convertido en Ley Nº. 24.856 en 1997) como herramienta para concertar federalmente las acciones y los recursos para la implementación de la LFE. La Ley de Educación Superior (Nº. 24.521, 1995) que plasma un modelo de estado evaluador asociado a la lógica de mercado La modificación, en la Reforma Constitucional de 1994, de la cláusula acerca de las leyes de organización y de base del sistema educativo que debe san- cionar el Congreso que incluye juntos los principios de gratuidad y equidad (art. 75, inc. 19). Estos marcos normativos, junto con las políticas que de ellos se derivaron, respondieron, según las autoras, “a un esquema de gobernabilidad más administrativo que democrático, orientados por un modelo de Estado eficiente en base a los principios de la nueva gestión pública, alejado de un enfoque de derechos a materializar a través de las políticas públicas”. (Feldfeber; Gluz, 2012: 10). Respecto de las consecuencias de este nuevo esquema del sistema educativo, afirman Feldfe- ber y Gluz (2011) que la implementación de estas reformas: redefinió el rol docente del Estado, trasladando la responsabilidad a las jurisdicciones provinciales aunque reservando los mecanismos de control para gobierno nacional. profundizó las diferencias entre las jurisdicciones y las tendencias a la frag- mentación del sistema agudizó los irresueltos problemas del federalismo deslegitimó el saber de los docentes frente al saber de los expertos colocó a los estudiantes en condición de pobreza en el lugar de sujetos asistidos Por su parte, Adriana Puiggrós (1996), pedagoga e investigadora de vasta trayectoria y abundan- te producción en torno a estos temas, sostiene que la profunda reforma del sistema educativo nacional en los 90 involucró aspectos administrativos, de organización académica y curriculares de tal magnitud que “desorganizó los rituales académicos y administrativos, las rutinas familiares y el trabajo de los docentes, poniendo en jaque el funcionamiento de las instituciones. En algunas provincias, las escuelas nacionales instaladas atendían más de la mitad de la población. Varios de los estados provinciales tenían sus finanzas al borde de la quiebra. En tales condiciones, la transferencia produjo el cierre de establecimientos, de turnos y secciones y la reducción de per- sonal”. (Puiggrós, 1996: 9). Efectos de las políticas educativas neoliberales de la década del ´90 (Gentili, 1996: 16 ) Reducción progresiva del gasto en educación como porcentaje de PBI Aumento de la responsabilidad de las familias en el financiamiento de la educación, por la vía de sistemas de privatización directa o indirecta de la enseñanza pública Intensificación de los mecanismos históricos de segmentación y dualización de los sistemas educativos Empeoramiento de las condiciones de enseñanza y de aprendizaje en las instituciones escolares. Las políticas y reformas educativas de la década del 90 se plantearon como solución a una situación entendida por sus impulsores como crisis de eficiencia, eficacia y productividad en materia educativa. Situación motivada por el crecimiento cuantitativo de los sistemas educati- vos latinoamericanos sin garantizar un consecuente crecimiento cualitativo, y sostenida en la creencia neoliberal de que los Estados son incapaces de gestionar exitosamente los servicios públicos. Esta definición en términos de fracaso de la educación pública gestionada por el Estado, abrió camino a dinámicas de mercantilización y privatización de la educación, tendencias que podemos rastrear hasta la actualidad. La mercantilización se funda en transferir la educación de la esfera de la política a la esfera del mercado, menoscabando su condición de derecho social y transformándola en un servicio de consumo individual, variable según el mérito y la capacidad de las y los consumidores. A la vez esto involucra, tal como señala Gentili (1996), la necesidad de establecer mecanismos de control de calidad (por medio de evaluaciones internacionales estandarizadas3) y la necesidad de articular y subordinar la producción del sistema educativo a las demandas que formula el mercado de trabajo. Una categoría que cobra relevancia en este desplazamiento de sentidos en torno a lo educati- vo es la de “calidad”, que según Puiggrós (1996) es usada por el discurso neoliberal como un instrumento de legitimación para la aplicación de premios y castigos en la tarea de disciplinar a la comunidad educativa para que acepte las reformas, utilizando indicadores de calidad aje- nos a la lógica educacional y reduciendo el análisis a las articulaciones de la educación con la economía. A comienzos del siglo XXI, con la asunción de gobiernos progresistas en diveros países de nuestra región, se produjeron transformaciones tendientes a la recuperación de la centralidad del Estado en la implementación de políticas para ampliar derechos, reconstruyendo la esfera pública y cuestionando las políticas a favor del mercado. En el año 2005, y frente al avance de los procesos de mercantilización de la educación, los ministros de Educación de Argentina y Brasil firmaron la Declaración de Brasilia para la no inclusión de la educación en los tratados de Libre Comercio. En el caso de Argentina, se incluyó en la nueva Ley de Educación Nacional Nº26.206 el artículo 10º por el cual se estableció que el Estado Nacional no suscribirá tratados bilaterales o multilaterales de libre comercio que impliquen concebir la educación como un servicio lucrativo o alienten cualquier forma de mercantilización de la educación pública. 3 Las llamadas “Pruebas PISA” constituyen el ejemplo más claro de esta dinámica. Se trata de una política llevada a cabo desde el año 2000 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), uno de los organismos internacionales impulsores de políticas neoliberales. Por medio de su Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, la OCDE aplica evaluaciones trianuales estandarizadas a estudiantes de 15 años de diversos países, focalizadas en lectura, matemática y ciencias. Este tipo de evaluaciones comparativas, focalizadas solo en aspectos cuantitativos presuntamente neutrales y objetivos, como si todos los sistemas educativos, culturas, historias y trayectorias fuesen equiparables, son luego utilizadas como justificación para la injerencia de organismos como la OCDE en el diseño de políticas educativas en cada país participante. Se trató de un período en el que se buscó revertir los efectos dañinos de las políticas neoliberales en educación, con un fuerte protagonismo del Estado en el diagnóstico, diseño e implementación de la política educativa. Pero el neoliberalismo educativo en Argentina tendría su revancha a par- tir de 2016, bajo el gobierno del empresario Mauricio Macri, que produjo un retroceso del paradig- ma de la educación como derecho, y durante el cual ganaron espacio nuevamente los discursos y políticas educativas neoliberales, en una etapa marcada por la tendencia a la mercantilización y privatización del sistema educativo, con una creciente penetración de empresas y fundaciones privadas en definiciones de política educativa. El caso de la Provincia de Buenos Aires en los últimos años resulta paradigmáti- co. El periodista Damián Belastegui lo describe minuciosamente en este artículo, que expone la compleja trama de vinculaciones entre funcionarios del área de educación, organismos internacionales, ONGs y grandes corporaciones multina- cionales: https://www.letrap.com.ar/nota/2019-11-20-12-54-0-mercantilizacion- educativa-s-a-el-legado-sanchez-zinny El proceso de privatización, plantean Edwards y Gavrielatos (2016), tiene dos dimensiones cen- trales: “la privatización exógena, o privatización “de” la educación, que se materializa a través de la apertura a la participación del sector privado; y la privatización “en” la educación, que corres- ponde a una tendencia endógena, vinculada con la importación de ideas, métodos y prácticas del sector privado a fin de hacer que el sector público funcione como una empresa. Por ende, las tendencias privatizadoras pueden vincularse tanto con el traslado de la prestación y/o el finan- ciamiento educativo al sector privado como con la introducción de la lógica del mercado y sus valores en los sistemas públicos”. (Edwards y Gavrielatos, 2016: 25). Para ilustrar los fenómenos de mercantilización y privatización educativa, invita- mos a ver el breve documental “Asalto a la educación”, realizado por el colectivo español “Yo estudié en la pública”, que evidencia el hecho de que las tendencias privatizadoras no son un fenómeno exclusivamente latinoamericano, sino de ca- rácter global. https://www.youtube.com/watch?v=JHuGOG2NIC4 A modo de conclusiones El neoliberalismo va camino a cumplir medio siglo de existencia, y en América Latina parece eri- girse nuevamente como modelo hegemónico, salvo unas pocas excepciones. Una de las cuestio- nes que queremos subrayar a partir de lo que hemos desarrollado en la clase, radica en el hecho de que la racionalidad neoliberal trasciende el signo político y la orientación económica de los gobiernos de turno, sino que permanece operando capilarmente y goza de poderosos dispositi- vos de propagación y penetración. Si bien no queremos pecar de ingenuos al negar los efectos de las políticas económicas y edu- cativas, como si las escuelas fuesen esferas desconectadas de la complejidad de la dinámica social, creemos que los planteos desplegados en estas clases, y en los materiales bibliográficos complementarios que ofrecemos junto con ellas, nos abren preguntas y desafíos urgentes a quienes habitamos instituciones educativas. Preguntas que tienen que ver con los modos de resistencia y oposición a las políticas, discursos y prácticas neoliberales, que lejos de buscar el bien común se fundan en el “sálvese quien pueda”, naturalizando que haya ganadores y perde- dores. Interrogantes que nos invitan a mirar en nuestras instituciones y comunidades qué grado de penetración tiene la cultura empresaria, individualista, mercantil; y cómo proponemos a nues- tros estudiantes y sus familias otras formas de vinculación que no estén basadas en el cálculo, el mérito y el individualismo. Preguntas que apuntan al cuidado y fortalecimiento de los lazos de solidaridad social, necesarios para la construcción del bien común en el marco hacia un horizonte que se oriente hacia sociedades cada vez más democráticas, justas e igualitarias. Referencias bibliográficas ⇒⇒ Calcagno (1995), El universo neoliberal. Recuento de sus lugares comunes. Alianza Edito- rial, Buenos Aires. ⇒⇒ Theotonio Dos santos (1999), Neoliberalismo: doctrina y política, en Revista Comercio exte- rior, edición Junio 1999, banco Nacional de Comercio Exterior de Mexico. ⇒⇒ Walsh, Rodolfo, “Carta abierta a la junta militar”, 24 marzo de 1977. Disponible en https:// www.cels.org.ar/common/documentos/CARTAABIERTARODOLFOWALSH.pdf ⇒⇒ Wegelin, L. (2017): El neoliberalismo, ¿racionalidad o ideología? Interrogaciones epistemo- lógicas sobre lo que se cifra en el nombre. (IIGG/UBA-CONICET) ⇒⇒ Brown, W. (2015): “El pueblo sin atributos. La secreta revolución del neoliberalismo”, Malpa- so ediciones, Barcelona. ⇒⇒ Bourdieu, P. (1998): La esencia del neoliberalismo. Le Monde Diplomatique, mayo de 1998. ⇒⇒ Laval, C. (2015): Antropologia del sujeto neoliberal. Presentación en el seminario “Pensar con la Antropología”, Laboratorio Sophiapol, 30 de marzo de 2015, Universidad Paris Oeste, Nanterre La Défense. Traducción de Lorena Hojman. ⇒⇒ Feldfeber, M.; Gluz. N. (2011): “Las políticas educativas en Argentina. Herencias de los 90, contradicciones y tendencias de nuevo signo”, Proyecto de investigación F112,“Los modos de construcción de la política pública en el campo educativo”, con sede en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la Universidad de Buenos Aires , Argentina. ⇒⇒ Feldfeber, M., Gluz, N. (Coord.) (2012): Las políticas educativas después de los ´90: regula- ciones, actores y procesos; 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO; Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras - UBA ⇒⇒ Gentili, P. (1996): El consenso de Washington y la crisis de la educación, Revista Archipié- lago Nº29, México ⇒⇒ Puiggros (1996): Educación neoliberal y quiebre educativo. En Revista Nueva Sociedad Nº Nro. 146 Noviembre-Diciembre 1996. ⇒⇒ Edwards, D. y Gavrielatos, A. (2016): Prólogo al libro Tendencias privatizadoras de y en la educación argentina / Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Ar- gentina (CTERA). 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CTERA, 2016. Libro digital, PDF.