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1.1.Prehistoria. La Revolución Neolítica tuvo como resultado el surgimiento de la ciudad, y el modo de vida urbano, se pasó de la vida: nómada –de recolección directa de alimentos y caza– al sedentarismo –de producción y acopio desarrollando técnicas de cultivo que implicaban la necesidad de concent...
1.1.Prehistoria. La Revolución Neolítica tuvo como resultado el surgimiento de la ciudad, y el modo de vida urbano, se pasó de la vida: nómada –de recolección directa de alimentos y caza– al sedentarismo –de producción y acopio desarrollando técnicas de cultivo que implicaban la necesidad de concentración en un territorio para trabajar el suelo de forma colectiva lo que significó para el ser humano el inicio de su vida en comunidad. Según Castro (2003) una ciudad es una comunidad de asentamiento base, donde se ubican diversos grupos domésticos que realizan las actividades de cuidado y atenciones básicas: -Tiene carácter permanente: no depende de desplazamientos estacionales, temporales o cíclicos y tiene una arquitectura que garantiza la perdurabilidad. -Tiene una estructuración estable del espacio social. -Tiene tres tipos de organización social: 1) Unidades domésticas 2) Lugares singulares de encuentro de carácter político-ideológico: donde se realizan prácticas sociales que involucran a otras comunidades, fundamentalmente a las comunidades no urbanas de su territorio. 3)Estructuración de espacios comunitarios de acceso colectivo: -Espacios de circulación. -Espacios de reunión. La ciudad no produce todos los alimentos que se necesitan, de manera que siempre precisa de un "espacio rural", en el que se producen aquellos suministros alimentarios que abastecen a quienes residen en ella. En relación a los usos de los espacios y las actividades que se desarrollaban en ellos la catedrática de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid María Ángeles Querol Fernández nos explica que "la división sexual del trabajo existe en todos los grupos sociales que se han estudiado en el mundo pero no es una división peyorativa. Darwin podía haber escrito que «el hombre cazaba y la mujer criaba, y por lo tanto la labor de la mujer es mucho más importante que la del hombre». Sin embargo, para los hombres del siglo XIX cazar era mucho más importante que criar, y ese mito de la caza masculina, razón de la evolución, se ha perpetuado”. Hoy sabemos que las mujeres también cazaban y Querol atribuye el desconocimiento de ello durante siglos debido a que en la investigación arqueológica existe el prejuicio de considerar masculino cualquier personaje relevante que se descubra en un yacimiento haciendo referencia a este aspecto: "cuando hablamos de mujeres en la Prehistoria hay que demostrarlo hasta con el ADN" mientras que "si hablamos de hombres no hay nada que demostrar porque es la norma”. 1.2. Edad Antigua Herodoto (II, 35) escribe: “ Los egipcios han establecido todas sus costumbres y leyes a la inversa que los demás pueblos. Entre ellas, las mujeres van al mercado y venden mientras que los hombres se quedan en casa y tejen”. Esta apreciación de Herodoto nos hace pensar que en el modelo griego el espacio de las mujeres estaba restringido al gineceo dentro de la casa al que pocos hombres accedían, la esposa, las hijas, las sirvientes y algunas parientes trabajaban allí casi sin salir ayudándose entre ellas sobre todo en el hilado, el tejido así como en la educación de los niños pequeños. Pero en las representaciones figurativas no solamente aparecen mujeres en el oikos o interior de la casa, desempeñando distintas tareas como las relacionadas con la ornamentación, tejer o recoger frutos, tocar instrumentos musicales o danzar sino también aparecen mujeres en espacios abiertos en huertos rodeadas de arboles o junto a las fuentes. En la mayor parte de las representaciones se pone en evidencia el carácter colectivo de la actividad en torno al agua, la fuente aparece a menudo como un lugar de encuentro, de intercambio, en la mayor parte de los casos entre mujeres. La fuente es para las mujeres de lo que es la plaza publica es para los hombres, también la pila de las abluciones y del arreglo personal, recipiente de piedra que en griego se llama louterion. En las grandes ciudades de la antigüedad clásica existía una segregación sexual del espacio, la participación estaba reservada a los hombres y dentro de ellos a los considerados libres. Aunque hay referencias , a menudo míticas, sobre una supuesta situación de matriarcado generalizado entre los pueblos que vivían en las islas del Egeo, antes de ser invadidas por los indoeuropeos, la realidad histórica documentada (siendo conscientes que al menos hasta mediados del siglo XX ha sido escrita principalmente por hombres) nos habla de las limitaciones del estatus de la mujer en la sociedad clásica y de sus roles circunscritos al espacio privado. Él Ágora es el espacio de los hombres donde se realizaban asambleas publicas y municipales , a quienes esta reservado también la stoa como espacio publico por excelencia para la vida de relación y el comercio, mientras que el hogar es el espacio impuesto a las mujeres. En Roma también hay una clara diferenciación entre el espacio de la comunidad , de la civitas y el espacio familiar en el que se desenvuelve la mujer sobre la que el Pater familias tenia derecho de vida y muerte al igual que respecto a sus hijos y esclavos. En los siglos del Imperio Romano la situación de la mujer cambió sustancialmente saliendo de sus casas hasta los espacios públicos de la producción y decisión política aunque esta situación desencadeno cierta competencia por parte de los hombres prueba de ello es lo ocurrido en el siglo I a.C., cuando tras la muerte de Caya Afrania, una famosa mujer abogada, el Senado romano prohibió a las mujeres que litigasen, por el miedo de los hombres a la competencia femenina. El argumento utilizado fue la agresión de la abogada Calpurnia a un juez, enfadada por perder un juicio, todavía se utilizó en el siglo XVIII, conocido entonces como “La razón de Calpurnia”, para mantener a las mujeres alejadas de los tribunales. En esta época los espacios siguen bien diferenciados, como se pone de manifiesto en una de las primeras luchas propiamente feministas de la Historia, protagonizada por las 1.400 mujeres que se opusieron a pagar impuestos alegando que no cabía imposición sin representación, y argumentando que precisamente los espacios de hombres y mujeres estaban diferenciados: "Las mujeres están apartadas de la vida política, de los honores, de los cargos. Las guerras civiles no las han favorecido jamás. ¿Para qué pues pagar?", dicen los historiadores que les dijo Honoria a Octavio y Marco Antonio (de hecho, las mujeres quedaron exoneradas de la contribución de guerra). 1.3. La Edad Media En esta época es cuando nace la ciudad amurallada y se establece el comercio internacional semicapitalista, y la invención de la moneda. El municipio como estado soberano con sus cortes locales para administrar justicia y ferias regionales como la forma de transacción. Los mercados y la iglesia eran transitados tanto por hombres como por mujeres y los espacios productivos tenían una división del trabajo muy primitiva: • Las mujeres: se dedicaban a las tareas agrícolas y a la casa por lo que sus espacios eran el huerto y el hogar. • Los hombres: se dedicaban a la caza, a la guerra y a la artesanía por lo que sus espacios eran el campo abierto y el taller artesano. Algunas excepciones de espacios compartidos se dieron en Francia e Inglaterra ya en el siglo XIII había algunos gremios franceses e ingleses que admitían en sus corporaciones a las mujeres pero ponían sus condiciones: que fueran solteras o viudas. En las ciudades el proceso productivo de los talleres estaban situado normalmente en las casas y todos los miembros de las familias contribuían a los distintos aspectos del proceso de producción , en la industria textil: • Los niños realizaban el cardado y el peinado. • Las mujeres mayores y las madres hilaban. • Los padres tejían. El espacio privado era propio de las mujeres y la servidumbre y el espacio publico territorio de dominio masculino en el que los hombres se podían mover con mas libertad y sin tantas restricciones y normas de comportamiento como a las que estaban sujetas las mujeres. En las ciudades medievales los espacios públicos esenciales eran: -La iglesia espacio de culto de relación social y recreativa. -El mercado como lugar de transacciones. Ambos eran transitados por mujeres y hombres aunque el poder y las libertades privilegiaban a los hombres ya que se consideraba que las mujeres debían ser menos visibles, recatadas y prudentes considerándose vulnerables al acoso sexual siendo en los conventos donde las mujeres se formaban intelectualmente (tanto las mujeres nobles como las burguesas). Se dice que algunas sectas heréticas, de cuya influencia real y efectiva poco se sabe (aunque algunas, como la de los cátaros, estaban muy implantadas tanto en las ciudades como en los campos), las cuales predicaban la absoluta igualdad de derechos. 4. Renacimiento y Edad Moderna En el Renacimiento hombres y mujeres comparten campos, bosques, talleres artesanos, jardines, mercados, teatros, iglesias, salones... pero el poder en cada uno de esos ámbitos sigue cerrado más que nunca a las mujeres. Y es a la vez la ciudad barroca era distinta a la ciudad industrial y capitalista en la que la delimitación de los espacios se hará de forma radical, tanto en términos de género como de clase. Como dice Mumford la ciudad deja de ser un medio para conseguir la libertad y la seguridad, y pasa a ser más bien un medio para consolidar el poder político el imperio de la ley, el orden y la uniformidad ”La época de las ciudades libres (...) cedió el lugar a una era de ciudades absolutas”. En este momento se derrumban las murallas nacen las largas avenidas anchas para la acción militar contra la guerrilla urbana sumando el militarismo al poder del capital y el recorrer las calles para “ver y ser visto” expresión masculina de poder en la conquista del espacio-tiempo, este desfile tuvo su contrapartida femenina en el desfile ante las tiendas el gastar más fue más importante que el gastar suficiente el nuevo patrón del mercado fue la moda y las primeras víctimas las mujeres. La división sexual del trabajo marcada por la sociedad patriarcal alejo a las mujeres fuesen campesinas o urbanas independientemente de su clase del ámbito público fomentando: el trabajo doméstico, y de habilidades de cocina o costura , las labores de limpieza la alimentación el cuidado de los hijos y de las personas enfermas y la confección de la ropa La vida pública de la mujer era muy escasa una de las formas en las que se manifestaba era la realización de prácticas religiosas en las iglesias por lo que estas se convirtieron en centro de encuentro para muchas mujeres la ciudad barroca. El capitalismo industrial saco de los talleres familiares y de los campos a los hombres y mujeres para llevarlos a las nuevas fábricas localizadas en las ciudades. La separación del lugar de trabajo respecto a la vivienda produjo una rápida y altamente desordenada urbanización con la aparición de aglomeraciones de viviendas precarias carentes de servicios y mínimas comodidades, hacinadas e insalubres en los barrios antiguos sin embargo cuando estos quedan insuficientes se crearon extensos barrios en la periferia de la ciudad. La revolución industrial marco el rol desarrollado por la mujer en el espacio público con su incorporación masiva al trabajo remunerado.La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura. Las mujeres más afortunadas trabajaron como criadas de las familias más ricas o como institutrices de sus hijos sin embargo las menos afortunadas se vieron forzadas a trabajar en fábricas principalmente textiles largas jornadas de hasta 14 horas diarias con pésimas condiciones laborales con salarios ínfimos. Debido a la demanda de la sociedad de trabajo infantil en la era industrial se dio lugar a un rápido aumento en las tasas de natalidad que tuvo un fuerte impacto en la fuerza física y salud de las madres. No era raro que las familias tuvieran más de 10 hijos como consecuencia de esta demanda y la mujer tuviera que trabajar hasta la recta final del embarazo y el día después del nacimiento del niño por razones financieras dejando el cuidado del recién nacido a sus hijos mayores. Nuevos y más eficientes medios de transporte fueron adquiriendo una mayor importancia y el desorden urbanístico intento corregirse posteriormente con el surgimiento de la ciudad moderna. 1.5. Siglo XIX y S.XX El siglo XIX en Inglaterra y los Estados Unidos, se puede observar que la recomendación principal que se daba a las mujeres era principalmente la de no involucrarse en actividades de la vida pública, por lo que la mejor manera de evitar dificultades en lugares públicos era evitarlos y quedarse en casa. “Si a una mujer se la cae un paquete o un guante al piso y un transeúnte se lo alcanza, la recomendación es sonreír y decir gracias, pero no permitir ninguna conversación adicional” Decía uno de los manuales de etiqueta, para disminuir el riesgo en la esfera pública existiendo tratados y manuales de urbanidad y economía domestica destinados a las mujeres. (Hutter, 2007, p. 343). A medida que avanzaba el siglo y los procesos de modernización, la mujer ocupó, cada vez con mayor insistencia, nuevos espacios. Su presencia se hizo habitual en el teatro, las salas de cine, los salones de té y aun en los clubes sociales, en los cuales, a principios del siglo, sólo se permitía la presencia masculina. La primera mitad del siglo xx, hasta la Segunda Guerra Mundial, fue una etapa de transición entre la ciudad industrial «primitiva» caracterizada por una tipología edificatoria cristalizada en los edificios por pisos/ plantas de los ensanches decimonónicos, donde se superponían en la primera planta o principal para adinerados propietarios urbanos, a planta superior para los burgueses, y empleados, criados, obreros en semisótanos, sotabancos, buhardillas v diminutos pisos interiores, accesibles sólo a través de patios de parcela y escaleras específicas. Comienzan en esta época las teorizaciones en torno a la «ciudad funcional» y los primeros planteamientos generalizados de zonificación por usos y tipologías residenciales la formación de las extensas y multiformes áreas metropolitanas o ciudades difusas que caracterizan el paisaje contemporáneo. El modelo de ciudad industrial densa, abigarrada y compacta comienza a modificarse en cuanto se crean las posibilidades del transporte intraurbano, colectivo primero y privado más tarde. Las fechas emblemáticas del período se podrían situar entre 1900, cuando comienzan a implantarse los sistemas públicos de tracción eléctrica (tranvías, metropolitanos, ferrocarriles de cercanías), y 1950, momento en el que, finalizada la segunda gran guerra europea, en el que se inicia el período de rápida expansión económica y, con ésta, la popularización del automóvil privado. A pesar de la constatada valoración de los entornos y contextos donde los hombres desarrollaban su actividad a la que se ha dotado tradicionalmente de valor patrimonial (sitios de ostentación vinculados a lugares de poder como los juzgados, edificios militares y administrativos), los espacios públicos han sido transitados y ocupados por las mujeres (mercados donde compraban y vendían mercancías, ceremonias civiles y religiosas, calles, lavaderos, fuentes, plazas, escaleras) no han sido tan privilegiados como los ocupados por los hombres. Tras la aparición de la tecnología domestica se restringieron los espacios de socialización femenina y las mujeres que solían hablar en el lavadero o en la fuente de aspectos que consideraban importantes dejaron de usar esos espacios comunitarios circunscribiéndose al ámbito privado de los hogares. 1.6. El uso del espacio en otras sociedades. La dicotomía publico-privado ha estado asociado a roles de genero tradicionales con los que pueden no identificarse las personas. Al mismo tiempo en contextos de asentamientos informales el hogar como lo conocemos no existe porque las personas viven en construcciones deficientes en las que es difícil establecer una división solida entre lo publico y lo privado. En algunos pueblos originarios o indígenas el concepto de “ hogar” se extiende mas allá de la casa y la misma idea de “propiedad privada” es vista como una construcción e imposición colonial, como ejemplo de ello entre los y las Agta de Filipinas eran las mujeres las que cazaban pero la llegada del hombre blanco supuso un retroceso en materia de igualdad para ellas y para muchas poblaciones africanas del siglo XIX "regidas por mujeres" pues los colonizadores, exigían hablar con los hombres y se negaban a hablar con las pobladoras, usurpando la posibilidad de acceder a las narrativas de las mujeres. A continuación se presentan dos comunidades cuya organización social y espacial son alternativas a la dicotomía producción- reproducción. Andes americanos: El espacio comunal de los Ayllu El área Kichwa de los andes americanos se extiende a lo largo de Chile, Perú, Ecuador y Colombia. Los ayllus eran las pequeñas aldeas que agrupaban a varios grupos domésticos extendidos (progenitores/as, hijos/as, tíos/tías y abuelos/as; eran la unidad social del desaparecido Imperio Inca. Lo característico de los ayllus (apropiado y adaptado a los intereses mercantiles del imperio español y que ha sobrevivido hasta nuestros días) era que las esferas de la reproducción y de la producción, convivía en el mismo espacio del ayllu. Mujeres y hombres se repartían las funciones, muchas de ellas compartidas. Es lo que en Economía Política se llama un “modo de producción basado en las relaciones de parentesco”. Algunos aspectos interesantes de este modo de producción, que contrastan con el modo de producción capitalista: Muchos de los recursos imprescindibles para la vida procedían de las tierras comunales situadas en el páramo (3500-4000m sobre el nivel del mar) y pertenecientes a todas las familias que componían el ayllu: agua, leña para calentarse, pastos para las llamas imprescindibles para el transporte. Su distribución era consensuada por los hombres y mujeres que componían cada unidad doméstica a través del consejo de mayores del ayllu. Mauritania y Senegal: un espacio espiritual compartido Las cofradías musulmanas de Mauritania y Senegal conforman espacios de producción y reproducción basadas en la identidad religiosa y espiritual de las tribus de lengua pulard del noroeste africano. Al frente de la cofradía está el/la marabut que puede ser hombre o mujer y es una persona considerada “santa” que acredita a lo largo de su vida una relación especial y privilegiada con la espiritualidad divina, tiene “baraka”. A su alrededor se van reuniendo decenas, incluso miles de personas, que conforman unidades políticas y sociales, con capacidad de producción y reproducción autónoma. En muchos casos conforman ciudades-estado paralelas al propio Estado reconocido, es el caso de las cofradías Touba, Tidjanija, de Senegal. En estas cofradías Mujeres y hombres trabajan y viven de estas tierras e ingresos. Sus identidades transcienden las unidades domésticas clásicas. Las cofradías tienen una función de comercialización de artesanías a nivel internacional protagonizado por las/os cofrades que se reparten por todo el mundo. Además, los procesos de socialización de niños/as y jóvenes recaen sobre las escuelas talibé (estudiantes) dirigidas por los/as marabut de las cofradías. El rol de cuidador/a no es asumido por las mujeres de las unidades domésticas, sino en parte delegado en las escuelas de la cofradía. Por tanto, las mujeres cofrades gozan de un doble prestigio que rompe la dicotomía producción-reproducción: Son las madres de las/os marabut, y al tiempo co-dirigen las redes de producción agraria y comercial que es la base productiva de la cofradía.