Virtudes Cardinales: La Templanza

Virtudes Cardinales

• Las virtudes cardinales son ejes de la vida moral que la organizan en sentido general o especial y perfeccionan al ser humano.
• Las cuatro virtudes cardinales son: Templanza, Fortaleza, Justicia y Prudencia.

La Templanza

• La templanza es un hábito o cualidad estable que asiste a la operación y lleva al actuar bien.
• La templanza es una virtud que se relaciona con el objeto o materia de las pasiones experimentadas con el tacto.
• En sentido general, la templanza implica moderación y búsqueda del término medio.
• En sentido especial, modera pasiones del apetito sensible, es decir, las pasiones relacionadas con la conservación de la especie y el ser humano.
• La templanza no elimina las pasiones, sino que las somete a la razón y las ordena para el bien del ser humano.

Diferencias entre la Templanza y la Continencia

• La templanza se diferencia de la continencia en que no hay conflicto interior, simplemente no le cuesta cumplir la acción.
• La continencia implica un conflicto interior, es decir, violentarse a sí mismo para cumplir la acción.
• El incontinente actúa como vicioso, pero se arrepiente, mientras que el vicioso no se arrepiente y finalmente piensa que es bueno.

Partes Integrales de la Templanza

• La vergüenza es una condición necesaria de la templanza, es el temor a lo que otros piensen, y esto contribuye a la templanza.
• La honestidad es otra condición necesaria, es el amor a la belleza moral y querer ser digno de amor.

Vicios Contrarios a la Templanza

• La insensibilidad es un vicio que se opone a la templanza, es querer controlar la totalidad de las pasiones, renunciando a experimentar pasiones del apetito sensible.
• La intemperancia es otro vicio contrario, es la falta de control del apetito sensible, siendo esclavo de sus pasiones.

Relación entre la Templanza y la Salud Psíquica

• El templado tiene libertad interior, sabe que no es esclavo de sus pasiones, y tiene paz y orden en su personalidad.
• La templanza contribuye a la salud psíquica, ya que el apetito sensible se alía con la razón y se tiene control sobre lo que uno quiere hacer.