Salud del Niño y Adolescente: Impacto de la Hospitalización

Study Notes

La hospitalización puede generar miedo, angustia y estrés en niños y adolescentes, afectando su bienestar emocional y psicológico.
En lactantes y preescolares, la angustia ante la separación del progenitor se manifiesta en diferentes fases: protesta, desesperanza y indiferencia.
En la segunda infancia y adolescencia, la separación del hogar y de los padres puede ser un suceso bien acogido y estimado, pero también puede generar una amenaza emocional.

Se pueden utilizar técnicas de relajación y respiración profunda para disminuir la activación vegetativa en niños menores de 7 u 8 años.
La imaginación y distracción también pueden ser útiles para focalizar la atención en imágenes sugerentes y relajantes.
El control de estímulos puede ayudar a crear un entorno placentero y relajante en el hospital.

La familia puede experimentar diferentes fases de afrontamiento ante el diagnóstico de una enfermedad, incluyendo la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.
La relación entre la familia y el personal de salud es clave para una experiencia positiva en el hospital.

La disponibilidad de infraestructura y servicios, la aceptabilidad del personal de salud y la calidad de la atención pueden influir en la satisfacción de la familia con la atención recibida.
La bidireccionalidad en la interacción entre la familia y el personal de salud puede generar una percepción global de la humanización de la atención.

La EDA es la segunda causa de mortalidad en niños menores de 5 años en todo el mundo.
La diarrea es prevenible y tratable, pero puede causar deshidratación y muerte si no se trata adecuadamente.
La diarrea es una de las principales causas de malnutrición en niños menores de 5 años.

La falta de acceso a agua potable y saneamiento adecuado, la presencia de industria extractora de petróleo y otros desastres naturales pueden aumentar el riesgo de EDA.
La práctica inadecuada de higiene personal, familiar y comunitaria, la lactancia materna no exclusiva y la vacunación incompleta también pueden contribuir al riesgo de EDA.

El lavado de manos, la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, la selección de alimentos nutritivos y el uso de prácticas higiénicas para su preparación pueden ayudar a prevenir la EDA.
La vigilancia y inspección de alimentos comercializados, la disposición de agua segura y la eliminación higiénica de residuos sólidos también pueden reducir el riesgo de EDA.

La diarrea se puede clasificar según la duración (aguda o persistente), las características clínicas (acuosa o disentérica) y el mecanismo de producción (secretora o osmótica).

El tratamiento de la diarrea puede incluir el uso de suero de rehidratación oral (SRO), el consumo de líquidos y la ingestión de alimentos nutritivos.
Es importante valorar la gravedad de la diarrea y los signos de peligro para determinar el tratamiento adecuado.