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Un trastorno mental que se desarrolla después de experimentar o presenciar un evento traumático. Se caracteriza por síntomas como pesadillas, flashbacks, evitación de lugares o personas relacionados con el trauma, irritabilidad y dificultad para concentrarse.

El TEPT se diagnostica si se presentan al menos dos de los siguientes síntomas: irritabilidad, comportamiento imprudente o autodestructivo, hipervigilancia, respuestas exageradas o de sobresalto, dificultades para concentrarse o para dormir.

Los síntomas del TEPT deben persistir por más de un mes para diagnosticar el trastorno.

El TEPT causa malestar significativo y afecta negativamente el funcionamiento social, laboral o en otras áreas de la vida.

Una consecuencia de la violencia de género que afecta la capacidad de la mujer para conectarse con otros.

La víctima acepta la situación con resignación, perdiendo esperanza de cambio.

La mujer se culpa a sí misma por la violencia que sufre.

La mujer es emocionalmente dependiente del agresor.

La violencia de género puede ocasionar trastornos sexuales como deseo sexual hipoactivo, aversión al sexo, anorgasmia y dispareunia.

La bulimia es el trastorno alimenticio que con mayor frecuencia se relaciona con las experiencias de violencia de género.

Las mujeres que han vivido violencia de género suelen consumir alcohol, analgésicos, ansiolíticos e hipnóticos para hacer frente al dolor emocional y físico.

La violencia de género puede causar trastorno del sueño, provocando sueño inquieto, irregular y pesadillas.

Algunos síntomas intrusivos del TEPT son recuerdos recurrentes del evento traumático y pesadillas recurrentes relacionadas con el trauma.

Las reacciones disociativas en el TEPT son flashbacks que hacen que la persona sienta que el trauma está sucediendo de nuevo.

Los estímulos externos o internos que simbolizan o recuerdan el evento traumático, provocan malestar a la víctima.

Son mecanismos que las personas utilizan para lidiar con el estrés o situaciones difíciles, pero que en realidad no son saludables o útiles a largo plazo.

Consiste en evitar situaciones o personas que generan ansiedad o malestar, sin solucionar realmente el problema.

Es un comportamiento agresivo o violento para expresar frustración o enojo, sin buscar soluciones constructivas.

Consiste en crear falsas creencias o expectativas para negar la realidad o el malestar.

Los niños que son expuestos a la violencia, pueden tener dificultad para controlar sus emociones y/o su comportamiento.

Los niños pueden volverse más tímidos, retraídos o callados, evitando interacciones sociales.

Los niños que son expuestos a la violencia, pueden tener dificultades para asistir a la escuela.

Esta teoría explica que los niños aprenden comportamientos y valores de las personas que les rodean, incluyendo la violencia.

Trastorno de Estrés Postraumático, una respuesta psicológica al trauma que afecta a la vida diaria. Se caracteriza por síntomas como el miedo constante, flashbacks y problemas de sueño.

Incluye flashbacks, pesadillas y fuertes reacciones físicas cuando se exponen a eventos que recuerdan el trauma.

Se caracteriza por evitar lugares, personas o pensamientos que recuerdan el trauma. También puede manifestarse con una disminución de la capacidad de sentir emociones.

Se refiere a una mayor sensibilidad a los estímulos, como dificultades para concentrarse, irritabilidad, dificultad para dormir y problemas de concentración.

Las mujeres que han sufrido violencia de género pueden experimentar diversos problemas psicológicos como ansiedad, depresión, dificultades de sueño, problemas de control del estrés y disociación.

Es una herramienta que se utiliza para evaluar la gravedad de la sintomatología psicológica en las víctimas de violencia de género.

Los niños que presencian violencia de género pueden sufrir consecuencias psicológicas y físicas, incluyendo trastornos de ansiedad, depresión, trastornos del sueño, problemas de alimentación y problemas de comportamiento.

Experiencias negativas en la infancia que pueden influir en la vulnerabilidad a la violencia de género. Esto incluye maltrato físico, emocional o sexual, así como la exposición a la violencia doméstica.

Crecer en un entorno donde se normalizan roles de género tradicionales y se perpetúan ideas discriminatorias hacia las mujeres.

La víctima minimiza o justifica la violencia que sufre, negando su gravedad real. Puede atribuir la violencia a factores externos o a su propia culpa.

Aceptar la superioridad del hombre sobre la mujer como algo natural y legítimo, lo que justifica la violencia como una forma de control.

La víctima cree que el agresor cambiará su comportamiento violento y que la relación puede mejorar.

La víctima acepta la violencia como una realidad inevitable y deja de luchar por salir de la situación.

El agresor utiliza estrategias de control y dominio verbal para manipular y degradar a la víctima.

Hematomas, fracturas, heridas, lesiones de órganos internos, mordeduras, quemaduras, ausencia de coherencia entre las lesiones y las explicaciones del víctima.

Contusiones o heridas en los genitales, abdomen o mamas, sangrado anal o vaginal, dolor genital, problemas sexuales como anorgasmia o vaginismo, fobia al sexo.

La falta de atención médica ginecológica o prenatal, puede ser un indicador de violencia de género.

Aislamiento social, poca credibilidad, miedo y ansiedad, incapacidad para resolver conflictos, sumisión, uso de sustancias, crítica hacia otras mujeres que rompen con agresores.

La violencia de género puede causar un amplio espectro de daños, incluyendo físicos, sexuales, psicosociales, económicos y legales.

Un embarazo complejo o con riesgo de complicaciones, puede ser señal de violencia de género.

Una persona puede perder o ganar peso significativamente debido a la violencia de género.

El abuso de alcohol o drogas puede ser un mecanismo de escape de la violencia.