Economía y Política en Arabia Saudita

Arabia Saudita tiene una economía que depende en gran medida del petróleo, representando cerca del 33% de su PIB. Esta dependencia ha sido vulnerable a las crisis del petróleo, que han afectado los ingresos y la capacidad de financiar proyectos sociales.

En las últimas décadas, el modelo rentista y clientelar en Arabia Saudita ha generado desigualdad económica. La distribución de riqueza ha beneficiado más a la élite que a la población general, creando disparidades sociales.

Para reducir la dependencia del petróleo y promover la estabilidad económica, Arabia Saudita ha implementado la Visión 2030. Este plan busca diversificar la economía invirtiendo en sectores como las nuevas tecnologías, energías renovables, turismo y finanzas.

El megaproyecto Neom, ubicado en el golfo de Aqaba, es un ejemplo de la estrategia de diversificación económica. Su objetivo es convertir la zona en un centro de negocios e investigación, creando nuevas oportunidades de empleo y riqueza.

Pese a los esfuerzos de modernización económica, Arabia Saudita sigue siendo una monarquía absoluta. El régimen real tiene un control total, y los cauces de participación política para los ciudadanos son limitados.

La falta de unidad y consenso dentro del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) muestra la debilidad de la hegemonía saudita en la región. Una posible transformación del CCG de una organización política a una económica significaría que no logró unificar la acción exterior de sus miembros.

La creciente rivalidad entre Irán y Arabia Saudita, como principales potencias de la región musulmana, genera conflictos debido a sus intereses y visiones ideológicas divergentes.

Irán ve la post-Primavera Árabe como una oportunidad para fortalecer su posición regional, mientras que Arabia Saudita la percibe como una amenaza a su liderazgo y dominio.

Tanto Irán como Arabia Saudita buscan establecer bloques políticos y ejercer influencia en otros países para expandir su dominio, mostrando diferencias en su visión del nuevo orden mundial.

Irán busca un nuevo statu quo, reduciendo el peso de Arabia Saudita y apoyando movimientos revolucionarios, mientras que Arabia Saudita busca reconstruir un orden similar al de antes de 2011, excluyendo a Irán y buscando la alianza con Occidente e Israel.

Las diferencias ideológicas desde la Revolución de 1979 son fundamentales. Irán presenta un discurso crítico y antiimperialista, mientras que Arabia Saudita busca el apoyo de potencias extranjeras para su seguridad.

El príncipe heredero Mohammed bin Salman implementó reformas sociales en Arabia Saudita, que incluyeron un papel más destacado para las mujeres en la vida pública y el impulso al emprendimiento juvenil.

Mohammed bin Salman diseñó el plan "Saudi Vision 2030" para llevar a cabo reformas económicas de gran envergadura en Arabia Saudita. Este plan tiene como objetivo diversificar la economía del país y reducir su dependencia del petróleo.

Arabia Saudita, bajo el liderazgo de MBS, ha liderado la intervención militar en Yemen desde 2015, buscando contrarrestar la influencia de las milicias hutíes y preservar su hegemonía regional.

MBS ha mantenido una postura agresiva frente a Irán, buscando contrarrestar su influencia regional. Esta rivalidad se manifiesta en tensiones en puntos estratégicos como el estrecho de Ormuz.

MBS ha buscado mejorar las relaciones con Estados Unidos, particularmente bajo la administración de Donald Trump, buscando apoyo a su agenda y políticas regionals.

MBS ha mostrado un cambio en la postura de Arabia Saudita hacia Israel, distanciándose de la causa palestina y mostrando interés en acuerdos internacionales propuestos por Estados Unidos. Este cambio ha generado controversia y ha sido criticado por algunos.

MBS ha enfrentado críticas internacionales, especialmente tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018. Este evento ha afectado la imagen internacional de Arabia Saudita.

La Doctrina Salman se basa en la percepción de cambios significativos en Oriente Medio, abogando por una política saudita más asertiva y proactiva. Prioriza la militarización de la acción exterior y el uso de la fuerza para asegurar los intereses del reino.

El wahabismo es una corriente islámica que se centra en la interpretación literal del Corán y la estricta adhesión a las enseñanzas del profeta Mahoma. Se caracteriza por su rechazo a cualquier innovación o interpretación no ortodoxa del Islam.

El wahabismo tiene una influencia significativa en la política exterior de Arabia Saudita, sirviendo como marco ideológico para sus acciones internacionales. Impulsa la visión de que la familia real saudí tiene un rol especial en el liderazgo del mundo musulmán.

El wahabismo en Arabia Saudita se refleja en instituciones clave como el Comité Permanente de Estudios Islámicos y Fatwas, el Ministerio de Asuntos Islámicos y la policía religiosa (mutawa). Estas instituciones promueven y controlan la interpretación y práctica del wahabismo en la vida cotidiana.

El control de las reservas de petróleo ha transformado a Arabia Saudita en una potencia económica, política y diplomática. Permite a la monarquía financiar sus iniciativas en otros países y ejercer influencia en la escena internacional.

Arabia Saudita es una monarquía autoritaria, donde el rey tiene el poder absoluto sin contrapesos oficiales significativos. Esto significa que el rey tiene el control total sobre la política y la religión del país.

La sucesión real en Arabia Saudita es un factor complejo que ha causado disputas y tensiones dentro de la familia real. La falta de un proceso claro de sucesión puede generar inestabilidad en el país.

El wahabismo es un mecanismo de soft power para Arabia Saudita, ya que permite a la monarquía influir en otros países a través de la promoción de su interpretación del Islam. Esto les permite ganar influencia sin tener que recurrir a la intervención militar directa.

El wahabismo cree que la familia real saudí tiene un papel único en la guía y la preservación del Islam verdadero. Esta creencia les da un sentido de responsabilidad en el mundo musulmán.

Arabia Saudí ha intervenido en Irak para contrarrestar la influencia de Irán, considerando que esta representa una amenaza para su seguridad.

Arabia Saudí mantiene relaciones con el Kurdistán iraquí como parte de su estrategia para contrarrestar la influencia de Irán y promover sus propios intereses regionales.

Líbano es un punto de enfrentamiento entre potencias regionales como Arabia Saudí e Irán.

Arabia Saudí ha apoyado a regímenes en Egipto que se oponen a los islamistas, considerando que estos representan una amenaza para sus intereses regionales.

La cuestión palestina ha perdido relevancia en la agenda de Arabia Saudí, que considera que la estabilidad regional es una prioridad mayor.

Arabia Saudí busca revaluar y diversificar sus alianzas internacionales, debido a cambios en el panorama global y la disminución del peso de Estados Unidos.

La relación entre Estados Unidos y Arabia Saudí se ha adaptado a las nuevas circunstancias, pese a las diferencias existentes.

La incertidumbre y la inestabilidad en Oriente Medio se ven exacerbadas por los cambios en el orden mundial y la reconfiguración de las alianzas estratégicas.

Es una acción militar directa para influir en el desarrollo político interno de otro país. Un ejemplo es la intervención Saudí en Yemen.

La influencia estratégica de Arabia Saudí en la cuestión palestina ha disminuido, enfocándose ahora en otros problemas que considera prioritarios.

La intervención de Arabia Saudí en Yemen desde 2015 busca contrarrestar la influencia iraní y asegurar la estabilidad en la región.

La guerra en Siria es un campo de batalla para las potencias regionales e internacionales. Entre ellas, destacan la rivalidad de Irán y Arabia Saudí, la presencia de Rusia y la influencia de Turquía.

En la guerra en Siria, Arabia Saudí apoya a grupos rebeldes en oposición al régimen de Bashar al Asad. Su objetivo es doble: contrarrestar a Irán y liderar la oposición.

La importancia estratégica de Yemen para Arabia Saudí se basa en su proximidad geográfica y la influencia histórica que Arabia Saudí tiene en la región.

La situación en el Golfo Pérsico y las regiones adyacentes será crucial para el futuro de la hegemonía saudí. Los desafíos actuales representan un momento crítico para la dinastía Saúd.

Las relaciones entre Arabia Saudí y Yemen han estado marcadas por tensiones, resistencias y periodos de distensión.