Dependencia y Salud: Modelos y Prevención

La salud, según la OMS, es un estado completo de bienestar físico, mental y social, no solo la ausencia de enfermedades.
El modelo biopsicosocial entiende la salud en tres dimensiones: física, psicológica y social.
Una persona sana tiene cubiertas sus necesidades en todos los ámbitos y no tiene limitaciones en su funcionamiento.

Los determinantes de salud son los factores que influyen en el estado de salud de una población. Estos incluyen: la biología humana, el estilo de vida, el medio ambiente y el sistema de asistencia sanitaria.
Una vez realizado el diagnóstico y seleccionado el tratamiento, hay tres posibles resultados: curación, cronicidad o fallecimiento del paciente. Esto define distintos tipos de enfermedades (agudas, crónicas y terminales).

Factores que influyen en la reacción del paciente: tipo de enfermedad, temor a sus efectos, impacto en la independencia, repercusión familiar y social.
Circunstancias personales: edad, sexo, experiencias anteriores y creencias.
Recursos personales y apoyo externo para afrontar la enfermedad.
Ideas del entorno acerca de la enfermedad.

Diferentes reacciones pueden presentarse tras la notificación de una enfermedad, como negación, irritabilidad, ansiedad y desconfianza, inmadurez, apatía, o comportamientos desadaptativos (alegría extrema).

Las enfermedades agudas son graves y de corta duración; se resuelven por medio de tratamientos o intervenciones quirúrgicas.
Se clasifican en pacientes ambulatorios (sin ingreso hospitalario) y pacientes quirúrgicos (intervenciones quirúrgicas).
Las necesidades de los pacientes agudos están relacionadas a la fase de convalecencia y a posibles riesgos de dependencia.
La incidencia de enfermedades agudas es importante en la población mayor.

La convalecencia es el período entre el final de una enfermedad o intervención quirúrgica y la completa recuperación.
Factores que influyen en la duración y características de la convalecencia: gravedad de la enfermedad, intervención quirúrgica, tiempo en cama y cuidados recibidos.
Dos aspectos clave son la convalecencia en cama y en el domicilio.

Las enfermedades crónicas son trastornos orgánicos o funcionales de larga duración que modifican el estilo de vida.
Características comunes: son de larga duración, suelen ser multicausales y conllevan sentimientos de pérdida, requieren cuidados y tratamientos continuos y afectan al ámbito personal, familiar y social.
Sus causas son variadas e incluyen factores hereditarios y del estilo de vida.
Estas personas requieren atención frecuente a lo largo de sus vidas.

La presencia de una enfermedad crónica implica cambios en la vida personal, social y familiar del paciente, lo que provoca necesidades específicas.
Las áreas afectadas por la enfermedad crónica incluyen la personal, social y familiar.

Una enfermedad terminal es aquella progresiva, incurable y en la que se prevé la muerte en un plazo cercano.
Características: numerosos síntomas, enfermedad avanzada, pronóstico de vida limitado e impacto emocional.
Se necesita una alta demanda de recursos sociosanitarios.

Las personas con enfermedades terminales suelen pasar por fases definidas como shock o negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
No todas las personas experimentan todas las fases en el mismo orden o en su totalidad.

Necesidades básicas tras la diagnosis de una enfermedad terminal: información, cuidados físicos, apoyo psicológico y espiritual, y comunicación.

Los cuidados paliativos tienen como objetivo lograr una muerte digna, libre de sufrimiento.
Se enfoca en atenuar las manifestaciones de la enfermedad: mantenimiento de la atención general, alivio del dolor, comodidad física y espiritual, mantenimiento de la vía aérea permeable, nutrición adecuada, cuidado de la piel, y control de la eliminación, temperatura y evitar infecciones.
Los cuidados paliativos pueden ser prestados en centros hospitalarios o en el domicilio.

El duelo es el conjunto de reacciones después de la pérdida de un ser querido.
Tiene una fase adaptativa y saludable.
Se manifiestan de diferentes formas, incluyendo físicas, emocionales y cognitivas.

El duelo normal es un proceso que dura entre seis meses y dos años, pasando por fases tales como aturdimiento, tristeza intensa, desorganización y reorganización.

El duelo patológico es aquel que se prolonga demasiado, donde hay una incapacidad para procesar la pérdida y genera conductas desadaptativas que pueden llegar hasta la depresión e incluso adicciones.

El proceso de duelo se ve condicionado por múltiples factores.
Factores significativos incluyen las características de la persona fallecida, las circunstancias de la pérdida, y los aspectos psicosociales de la persona que sufre el duelo.

La relación de ayuda debe basarse en la empatía, autenticidad, aceptación y habilidades como la escucha activa, respuesta empática y paciencia.
La familia es la principal fuente de apoyo para la persona enferma.
Un cuidador personal suele ser una mujer con estudios básicos que comparte el domicilio con la persona cuidada, no tiene ocupación remunerada, ni formación específica para ese cuidado.

Este síndrome es el resultado del esfuerzo emocional y la fatiga derivada de una relación constante con personas con problemas de salud graves, lo que puede generar ansiedad y estrés.
Medidas para evitar el síndrome del profesional quemado: realistas metas, límites claros entre vida personal y profesional, técnicas de relajación, estrategias de solución de problemas, ejercicio físico y apoyo social.

Hay una lista de discapacidades, como visuales, auditivas, del gusto y el olfato, del aparato cardiovascular y respiratorio, digestivas, genitourinarias, neurológicas, físicas y motoras.
La lista proporciona posibles cambios producidos por la pérdida de la capacidad funcional.