ASMA EN PEDIATRÍA

El asma es una enfermedad crónica prevalente en la infancia, afectando alrededor del 10% de los niños en España.
Impacta significativamente en la calidad de vida y genera costos económicos altos para individuos y sociedad.
Se busca actualizar conocimientos sobre asma para pediatras mediante un documento práctico que prioriza la claridad y simplicidad.

El asma se define como una enfermedad heterogénea caracterizada por obstrucción crónica y reversible de las vías respiratorias inferiores, con base inflamatoria.
La condición es el resultado de interacciones complejas entre factores genéticos y ambientales.
Manifiesta síntomas que varían en severidad y frecuencia en diferentes pacientes.

Los signos y síntomas del asma incluyen tos, sibilancias, disnea y dolor torácico, que pueden ser leves o ausentes en períodos de estabilidad.
En preescolares, las crisis asmáticas son a menudo precedidas por infecciones respiratorias.
En la infancia, la obstrucción puede ser aguda y recurrente; en algunos casos, la remisión espontánea es posible con el crecimiento.

El diagnóstico inicial es clínico y se basa en tres criterios principales: presencia de síntomas de obstrucción bronquial, variabilidad de los mismos y exclusión de otras condiciones similares.
Los síntomas deben ser observados por un médico para asegurar un diagnóstico válido.
La respuesta al tratamiento farmacológico es útil para el diagnóstico, aunque no siempre es esencial, especialmente en niños preescolares.

Existen diversos factores relacionados con el origen y empeoramiento del asma, como historia familiar de asma, enfermedades atópicas, exposición a alérgenos, y condiciones ambientales (tabaco, contaminación).
También influyen aspectos nutricionales, obesidad, y eventos adversos durante la gestación y neonatal.

El manejo del asma incluye tratamientos de mantenimiento con glucocorticoides inhalados, antagonistas de leucotrienos y otros medicamentos, a menudo administrados de forma escalonada según la edad y gravedad.
La educación terapéutica es crucial, tanto para pacientes como para sus familias, para el manejo adecuado de la condición.

Existe una distinción entre asma mal controlada y asma grave, siendo la primera un estado de control insuficiente y la segunda una forma severa de la enfermedad.
Se requiere un manejo específico y una evaluación rigurosa en pacientes graves para optimizar el tratamiento.

Se destaca la importancia de recomendaciones específicas para la atención de niños asmáticos durante la pandemia de COVID-19, considerando su vulnerabilidad.

Se proveen tablas y algoritmos sencillos para facilitar la comprensión y aplicación del diagnóstico y tratamiento del asma en la práctica clínica.### Diagnóstico del Asma
La falta de adecuadas respuestas al tratamiento o síntomas atípicos debe llevar a cuestionar el diagnóstico.
La frecuencia e intensidad de las crisis son cruciales para clasificar la gravedad del asma.
El estudio de la función pulmonar es fundamental para identificar la obstrucción del flujo aéreo.

Incluye diversas afecciones como infecciones recurrentes, displasia broncopulmonar, malformaciones anatómicas, y obstrucción laríngea inducible.
Las comorbilidades como enfermedades crónicas y trastornos psicógenos influyen en el control del asma.

Obstrucción bronquial se define como FEV1/FVC < 85-90 %.
Incremento del FEV1 post-broncodilatación ≥ 12 % indica respuesta positiva.
Variabilidad excesiva del pico de flujo espiratorio > 10-20 % sugiere asma.
Se enfatiza que la espirometría debe ser interpretada junto con la historia clínica del paciente.

La exacerbación se caracteriza por la agudización de los síntomas asmáticos.
La identificación temprana y tratamiento inmediato son fundamentales para evitar morbilidad y mortalidad.
Evaluar la gravedad se basa en el trabajo respiratorio y el aspecto del paciente.

Historial de asma grave y hospitalizaciones frecuentes aumentan el riesgo de exacerbaciones.
Un tratamiento inadecuado y condiciones sociofamiliares adversas afectan el control del asma.

Crisis leve: síntomas presentes con poco trabajo respiratorio.
Crisis moderada: aumento del trabajo respiratorio sin alteraciones significativas en el comportamiento del paciente.
Crisis grave: marcada dificultad respiratoria, cambio en el comportamiento del paciente y signos de hipoxemia.

El objetivo es revertir la obstrucción al flujo aéreo rápidamente.
Los agonistas selectivos de los receptores β2 adrenérgicos son el tratamiento clave, siendo el salbutamol el más utilizado.
La administración de oxígeno es crucial en situaciones de crisis para mantener la saturación adecuada.

Se utiliza el Pulmonary Score junto con la oximetría de pulso para clasificar la gravedad de la crisis asmática.
La puntuación se basa en la frecuencia respiratoria y uso de músculos accesorios, con un sistema de puntuación que clasifica las crisis en leve, moderada o grave.

Monitorizar la respuesta al tratamiento y ajustar según la gravedad es esencial para un manejo adecuado del asma.
Las pruebas complementarias pueden no ser necesarias durante la evaluación inicial en crisis asmáticas, salvo en casos complicados.