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Study Notes

La muerte de Enrique IV de Castilla desencadenó una guerra de sucesión por el trono.
Dos bandos se enfrentaron: Juana "la Beltraneja", apoyada por Portugal, y, Isabel, la hermana de Enrique, que se había casado con Fernando, heredero de Aragón.
La victoria de Isabel y Fernando y la firma del Tratado de Alcaçovas con Portugal lograron su reconocimiento como reyes de Castilla.
En 1479, Fernando ascendió al trono de Aragón tras la muerte de su padre, convirtiéndose en Fernando II.
La unión dinástica de las dos coronas se consolidó, pero se mantuvo la autonomía institucional de cada reino.
Los Reyes Católicos implementaron reformas para fortalecer el poder real y sentar las bases de un estado moderno.
La nobleza fue desplazada de los cargos importantes, sustituyéndolos por juristas y letrados.
El Consejo Real se transformó en el órgano de gobierno más importante para toda la monarquía.
Las Cortes Castellanas mantuvieron una función representativa, mientras que las Cortes Aragonesas fueron poco convocadas por Fernando.
Se logró un sistema hacendístico sólido, que permitió a los monarcas financiar un ejército permanente.
La justicia pasó a control real, ejercida por medio de las audiencias o chancillerías.

Castilla se consolidó como el reino peninsular más poderoso, incorporando Granada y Navarra a su dominio.
La conquista del Reino Nazarí de Granada, el último reducto musulmán en la península, se logró tras 11 años de guerra.
Las capitulaciones permitieron a los musulmanes permanecer en sus tierras y practicar su religión.
La incorporación de Navarra al reino de Castilla se produjo durante el reinado de Fernando, tras la muerte de Isabel.
Se mantuvo la autonomía de Navarra con sus propios fueros e instituciones.
La conquista de las Islas Canarias, iniciada en el siglo XIV, se completó con la incorporación de La Palma, Gran Canaria y Tenerife.
Estas tierras se anexaron a Castilla como tierras de realengo, es decir, bajo el dominio directo de la corona.