1.3. Evolución histórica del sistema educativo en España. Reformas educativas

La educación primaria se hizo obligatoria y gratuita para todos, eliminando las barreras económicas al acceso a la educación.

Se introdujeron métodos pedagógicos más activos y centrados en el estudiante, inspirados por la Institución Libre de Enseñanza.

Se fundaron miles de nuevas escuelas para combatir el analfabetismo y se mejoraron las condiciones de trabajo de los docentes.

Se fomentó la educación mixta, permitiendo que niños y niñas estudiaran juntos.

El sistema educativo franquista promovía un fuerte sentido de nacionalismo español, enfatizando la formación del espíritu nacional.

Se estableció una educación segregada por géneros, donde se promovían roles tradicionales para hombres y mujeres.

La Iglesia Católica recuperó un papel protagonista en la educación, supervisando la moralidad de las escuelas y la enseñanza de la religión.

La educación durante el franquismo estuvo caracterizada por el nacionalismo, el autoritarismo, la segregación de género y el control de la Iglesia Católica.

Ley promulgada en 1857 que modernizó el sistema educativo español, introduciendo la enseñanza pública y privada regulada por el gobierno. Estableció la educación primaria obligatoria, la secularización de la enseñanza y la estructura básica del sistema educativo.

Obligatoria para ambos géneros, con una duración de seis años. Se impartían enseñanzas diferenciadas, como Geometría, Física y Agricultura para niños, y Labores Domésticas y Dibujo para niñas.

Con una duración de seis años, culminando con una prueba final. Las materias se regulaban por el gobierno y se impartían en centros públicos y privados.

La educación se convirtió en un motor para el cambio social y cultural. La República intentó secularizar la educación, disminuyendo la influencia de la Iglesia y estableciendo un sistema laico.

La enseñanza se convirtió en laica, con la religión como asignatura no obligatoria. Las confesiones podían enseñar sus doctrinas bajo la supervisión del Estado.

Antes de 1857, la educación estaba controlada por la Iglesia, sin un sistema formal de escolarización. La Ley Moyano instauró una enseñanza pública y privada regulada por el gobierno, estableciendo la educación primaria obligatoria, la secularización y la estructura básica del sistema educativo.

Separación de la educación de la influencia religiosa. La enseñanza se convierte en laica, con la religión como una asignatura no obligatoria.

El laicismo en la educación implica la separación de la Iglesia del ámbito educativo. La educación religiosa se mantiene como una opción, pero no obligatoria, bajo la supervisión del Estado.

El sistema educativo franquista favorecía a las élites y clases medias, dejando a las clases populares con una educación primaria básica que terminaba a los 12 años.

Se eliminó a maestros y profesores que no se alinearan con la ideología del régimen.

Durante la primera década del franquismo, la mujer era vista como ama de casa y madre, limitando su participación en la vida pública y la educación.

Esta ley regresó a los principios de la Ley Moyano con una fuerte influencia de la Iglesia. Enfocó la educación en la ideología falangista, nacional y católica. La educación primaria se separó por género y se centró en los valores franquistas.

Se creó la Ley General de Educación (1970) con la E.G.B., B.U.P., y F.P. La enseñanza obligatoria se extendió hasta los 14 años.

Desde la transición a la democracia, se han implementado ocho leyes educativas, pero la estabilidad política ha sido un desafío para un pacto educativo duradero.

La LOGSE de 1990 ha proporcionado una estructura estable, pero ha habido cambios en los contenidos, la gestión y la participación. La religión y la educación cívica se han transformado y se ha implementado un diseño curricular abierto y flexible.

Se ha visto afectada por la falta de estabilidad normativa, la confrontación política y la utilización de la educación como herramienta para la diferenciación electoral, dificultando la búsqueda de un pacto educativo estable.