Análisis de las Sociedades del Bienestar en el Siglo XX PDF

Summary

Este documento analiza las transformaciones sociales del siglo XX, enfocándose en la caracterización del capitalismo, el surgimiento de las sociedades de bienestar y la transición al estado neoliberal. Se discuten las intervenciones estatales en la economía y la política social, y se analizan las crisis económicas y sus consecuencias.

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★ Unidad III; Transformaciones del siglo XX Contenidos: Mutaciones sociales durante el siglo XX. Caracterización de las innovaciones en el capitalismo. Advenimiento de las sociedades del Bienestar. Del Estado Benefact...

★ Unidad III; Transformaciones del siglo XX Contenidos: Mutaciones sociales durante el siglo XX. Caracterización de las innovaciones en el capitalismo. Advenimiento de las sociedades del Bienestar. Del Estado Benefactor al Estado Neoliberal. Estado neoliberal en Argentina y en la región. Entramado de neoliberalismo y biomedicalización en nuestro país. ★ De las sociedades del bienestar: Transformaciones en las sociedades del siglo XX - Monteverde Luego de la doble revolución (industrial y francesa), el liberalismo se impuso para la organización estatal, aunque su hegemonía duró poco pues las crisis económicas de 1873 y 1890 impulsaron a distintos Estados europeos a intervenir en la economía y la planificación social, dejando de lado así uno de sus postulados centrales “dejar hacer, dejar pasar”. Fueron esas intervenciones estatales las que comenzaron a incorporar derechos en la esfera de lo público; las intervenciones del Estado en política social entran en relación con las presiones del movimiento obrero y la necesidad de regular el funcionamiento del mercado del trabajo y del sistema económico. Según el liberalismo, el mercado es pensado como espacio natural de intercambios que debe ser preservado del voluntarismo político para que funcionen sus regulaciones espontáneas. Los inicios del “Estado de Bienestar” occidental pueden rastrearse luego de la Segunda Guerra Mundial en 3 propuestas: Otto von Bismark en Alemania, John Maynard Keynes en EEUU y William Beveridge en Inglaterra: Otto von Bismark visualizó la legitimación de su autoridad frente al movimiento obrero no podía lograrse con acciones represivas y emprendió la creación de los seguros sociales. Así, comienza la idea de que la mano invisible del mercado no resolvía por sí misma la satisfacción de necesidades. En el último tercio del siglo XIX se dio el Imperialismo, que consistió en la colonización sistemática de espacios no europeos por las naciones del viejo continente, esto respondía al fortalecimiento de idearios de Nación en función de su capacidad de dominación y superioridad, aunque lo que ocurría también, era el traslado de las contradicciones internas de esos países europeos a otras latitudes. Esta competencia aumentó la violencia entre estados europeos y condujo a la Primera Guerra Mundial, y con esto, el debilitamiento del Liberalismo. Aquí se inaugura el período llamado entreguerras, donde el devenir del capitalismo condujo al advenimiento de sociedades en masa: aumento sostenido de sectores sociales concentrados en grandes ciudades y politizados al ser sindicalizados. Una nueva forma de conceptualizar al Estado y su intervención fue la crisis económica de 1929, que afectó a la economía de los países capitalistas desarrollados dejando a muchos trabajadores sin empleo. Roosevelt en 1932 propuso el New Deal: un programa de intervención estatal en el ámbito social (brindando asistencia a desocupados), económico (regulando precios agrícolas) y financiero (remodelando el conjunto del sistema bancario). Este tipo de intervenciones sobre la economía inspiraron a un economista liberal de apellido Keynes, que terminó por desmitificar las “verdades liberales” que afirmaban que tales crisis eran situaciones pasajeras y sanas para el funcionamiento del sistema económico y que el Estado no debía intervenir; Keynes sostenía que la crisis es un fenómeno estructural y recurrente del sistema y que necesita de la intervención del Estado no sólo para regular los flujos de circulación del capital financiero sino para actuar con “medidas contracíclicas” cuando la crisis acontece (como promover el crecimiento de la demanda interna a través del uso de mecanismos políticos). 1 El período del pleno desarrollo del Estado de Bienestar (los “treinta gloriosos”: 1945-1975) estuvo signado por dos procesos: un crecimiento económico sostenido y la Guerra Fría, conflicto entre dos bloques (EEUU y Unión Soviética). Que, finalizada la guerra, se conformaron dos bloques: uno que quedó bajo influencia soviética e integraron la Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas (URSS) y el otro bajo el sistema capitalista, bajo el “mando” de EEUU. Ambos sistemas comenzaron a competir por demostrar su supremacía, aunque éste conflicto motorizó el desarrollo del Estado de Bienestar en occidente. En la segunda mitad del siglo XX habían dos tipos de intervenciones estatales: una aplicada a la esfera económica y otra a la expansión de derechos sociales. Estado Keynesiano Estado de Bienestar Ruptura con la etapa liberal antes de 1930 y Ya desarrolló sus instituciones antes de 1930 respuesta a la crisis por ésta producida Lo originó motivaciones económicas Lo originó motivaciones de índole políticosocial Sus instrumentos son flexibles para ser utilizados Sus instituciones crean derechos garantizados jurídicamente anticíclicamente e incorporados a la conciencia de la población Opera en el campo de la inversión y producción Redistribuye para que amplios sectores de la población accedan al consumo de bienes y servicios. Ambos pugnan por alcanzar el pleno empleo, financian políticas sociales con el aumento de la recaudación fiscal y suponen un protagonismo del Estado en la esfera económica, como regulador y como empresario. En paralelo al desarrollo de los Estados de Bienestar y el crecimiento económico posguerra, ocurría la financiarización de la economía: el creciente dominio que los mercados y la lógica financiera ejercen sobre el conjunto de la dinámica económica desde finales de la década de los ’70. Las políticas neoliberales son clave para comprender la génesis de la financiarización. Los economistas liderados por Hayek sostenían que el origen de la crisis del capitalismo, en los ’70, fue debido al excesivo poder del movimiento obrero. En los ’80 el triunfo de Tatcher en Reino Unido y Reagan en EEUU marcó el comienzo de la hegemonía del pensamiento neoliberal. Se implementaron políticas orientadas a desregular los mercados, privatización de empresas y servicios públicos, y demás, cuyos efectos f ★ Construcción de hegemonía y procesos de subjetivación en el arte del gobierno neolineral - Murillo Para reflexionar es necesario retomar el concepto de gubernamentalidad de Foucault, que alude a un complejo de tácticas que desde diversos dispositivos se despliegan sobre los cuerpos individuales y colectivos y tienen como efectos la construcción y la autoconstitución de sujetos en base a normas e ideales. Todo esto, a través de tácticastécnicas desplegadas en diversos dispositivos (entre ellos el Estado) con los procesos de subjetivación en los que el yo se conforma en base a ideales. 2 Es necesario tener en cuenta la acción de organismos, empresas, fundaciones internacionales, como también el uso calculado de formas diversas del terror sobre las poblaciones. Esto nos permite tomar el concepto de hegemonía de Antonio Gramsci, que posibilita pensar a la gubernamentalidad como un proceso que aún sustentado en ideales, tiene una base en la amenaza de muerte. Hay que recordar las estrategias de la escuela austríaca ante las revueltas obreras en siglo XIX, donde proponían reducir las intervenciones del Estado. Así, configurándose en el siglo XX como “neoliberalismo”. Las transformaciones de la gubernamentalidad neoliberal son expresiones del conflicto social, que constantemente se reconfigura en nuevas formas de ejercer hegemonía. El núcleo de esta estrategia tiene como uno de sus pilares a la teoría subjetiva del valor (Carl Menger 1871), que propone que el valor de los bienes depende de la estimación subjetiva de los individuos. Se trata de la idea de que todos los humanos somos sujetos propietarios y libres, aunque desiguales porque lo que cada uno percibe como “renta” depende de su herencia, valores, habilidades y suerte en la lucha competitiva por la vida. Fue Friedrich Hayek quien redujo los atributos humanos a uno solo: el de la libertad individual, aceptando también a la limitación de la propia razón. También sostenía que el pleno empleo (lo que aspira el Estado benefactor) producirá inflación y pérdida de puestos de labor. Puesto que la irracional libertad humana genera incertidumbre en los mercados, los estudios de psicología deben encaminarse a establecer la posibilidad de saber si existen “patrones conductuales”, y si bien no son exactos, es posible generar modelos en las ciencias sociales cuyas predicciones pueden ser testeables y valiosas. Desde 1938 la estrategia neoliberal había tratado de implantar estas ideas en estados y poblaciones, aunque no fue hasta los ’50 cuando el Banco de Inglaterra, ante una crisis, comienza a utilizar ciertas estrategias neoliberales. Este proceso se profundiza en la década de 1960, cuando los bancos norteamericanos se adhirieron a este sistema. Este conjunto de procesos tendientes a construir hegemonía del capital en su etapa de predominio financiero, implicó dos aspectos: ejercicio de “violencia” y construcción de “consenso”. El experimento Chile (1975, escuela de Chicago) liderada por Milton Friedman, retomando la propuesta de Hayek sobre las conductas individuales, completó la idea con las prácticas de lavado de cerebro, ya que someter a los humanos a situaciones de terror e incertidumbre permite destructurar sus valores e imponer otros nuevos. La construcción de hegemonía a través del gobierno de sujetos individuales se despliega en diversas tácticas, cuyo efecto es modular cuerpos y territorios: Las neurociencias: se trata de analizar cómo los diversos sectores del sistema nervioso funcionan en el momento de tomar decisiones, para permitir observar, clasificar y modular elecciones individuales y hacer más predecible los movimientos de los sujetos. Las neurociencias suponen la posibilidad de que todos los humanos tengamos algún déficit que puede ser conocido y modificado. La psicoeconomía: el humano es un individuo activo que al momento de tomar decisiones, en el sistema nervioso no actúan sólo el razonamiento sino también las emociones y valores. En situaciones de incertidumbre (cuando deben tomar una decisión) los sujetos repasan su pasado autobiográfico y buscan situaciones análogas para responder a la demanda del presente, y así, mayor puede ser la influencia de nueva información, con el fin de que los errores que tornan al mercado imprevisible pueden disminuir. ○ 3 ★ Medicalización, biomedicalización y proceso salud-padecimiento-atención - Iriart La transición de la medicalización a la biomedicalización representa un cambio profundo en la concepción y gestión de la salud, influido por la entrada del capital financiero en el sector sanitario y por las disputas entre los modelos tradicionales de atención y las estrategias orientadas a maximizar ganancias. Este cambio no solo afectó la administración de los servicios de salud, subordinando las decisiones médicas a intereses económicos, sino que también transformó a los pacientes en clientes o consumidores responsables de su bienestar. La medicalización amplió la jurisdicción médica a situaciones antes consideradas naturales, como el embarazo no patológico, deslegitimando prácticas ajenas al control médico. En contraste, la biomedicalización supone un nivel más radical: los individuos internalizan la necesidad de vigilancia y autocontrol continuo, asumiendo el cuidado de su salud como un deber moral. Este paradigma fomenta la idea de que cualquier desvío en el cuerpo o la mente puede ser prevenido o corregido si se ejerce el control adecuado, trasladando la responsabilidad del sistema sanitario a los propios individuos. Esta transición se apoyó en varios procesos clave. Por un lado, la masificación del consumo de biotecnologías y medicamentos, junto con los avances en comunicación y tecnología, facilitó la recopilación y análisis masivo de datos sobre la salud de individuos y colectivos. Por otro, los medios de comunicación y las redes sociales promovieron discursos que presentan la salud como una promesa de bienestar absoluto, alcanzable únicamente a través de un monitoreo constante y el cumplimiento de determinadas conductas. El TDAH es un ejemplo paradigmático de esta lógica. Si bien se reconocía desde principios del siglo XX, su visibilidad aumentó significativamente en los años 2000 con la proliferación de cuestionarios destinados a prediagnosticarlo, especialmente en el ámbito escolar. Este enfoque redujo el sufrimiento infantil a un desbalance bioquímico tratable con fármacos, ignorando las causas sociales y culturales subyacentes. Así, conductas disruptivas que podrían interpretarse como síntomas de malestar social son tratadas como problemas individuales que deben corregirse mediante la intervención médica. La biomedicalización consolida una forma de poder descrita por Foucault como gubernamentalidad, donde se busca monitorear, medir y normalizar a los individuos en función de saberes especializados. En este marco, el autocontrol se convierte en un mandato que regula las conductas, promoviendo cuerpos tranquilos, funcionales y adaptados a las exigencias de un sistema educativo y social. Además, esta lógica refuerza el concepto de salud como un capital individual, cuya pérdida no solo afecta al sujeto, sino que se presenta como una carga económica para la sociedad. En última instancia, la biomedicalización transforma las subjetividades y las relaciones con la salud, consolidando un modelo en el que la regulación de los cuerpos y las mentes se integra al sistema de consumo y rentabilidad. Este enfoque ignora las complejidades del sufrimiento humano y los condicionantes sociales, apostando por soluciones individuales y tecnológicas que perpetúan la lógica neoliberal y su promesa ilusoria de control absoluto sobre el cuerpo y el bienestar. ★ Mutaciones neoliberales en nuestro país y región. - Ficha de catedra Este texto examina el impacto del neoliberalismo en Argentina y América Latina: ★ Primera etapa (1976-1983): Durante la dictadura militar, se impuso un modelo neoliberal que priorizó el endeudamiento externo, la desregulación económica y el desmantelamiento del Estado como regulador. ★ Segunda etapa (1989-2001): En los 90, el Consenso de Washington impulsó políticas de privatización y convertibilidad (1 peso = 1 dólar). Aunque estas medidas estabilizaron temporalmente la economía, también profundizaron la desigualdad y culminaron en la crisis de 2001. 4 ★ Tercera etapa (2015-2019): Con la llegada de Cambiemos, se reinstauraron políticas neoliberales, incluyendo ajustes económicos, endeudamiento masivo y recortes en el gasto público, generando una caída del salario real y un aumento de la precarización laboral. El inicio del neoliberalismo en Argentina se remonta al golpe de Estado de 1976 contra Isabel Martínez de Perón, que marcó el comienzo de una reorientación económica hacia lo financiero, con el desmantelamiento de los controles estatales. En los años 70, el flujo de créditos internacionales y el endeudamiento en dólares llevaron a una crisis a comienzos de los 80, agravada por la apreciación de la moneda estadounidense. En 1988, Argentina entró en moratoria de la deuda, pero un "golpe de mercado" impulsado por el Banco Mundial en 1989 generó inflación, pobreza y desestabilización política, imponiendo intereses externos sobre la economía nacional. El Consenso de Washington, propuesto por economistas neoclásicos, ofrecía recetas como privatizaciones, desregulaciones y la reducción del Estado, argumentando que el sector privado era más eficiente. Estas ideas encontraron su apogeo en los años 90, durante la presidencia de Carlos Menem. Con Domingo Cavallo como ministro, se implementó el plan de convertibilidad (1 peso = 1 dólar), junto con la privatización masiva de empresas estatales. Aunque hubo estabilización de precios, el déficit y la deuda externa aumentaron. La crisis del 2001, marcada por el “corralito” financiero, puso fin a esta segunda ola neoliberal. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015) rompieron con este modelo, promoviendo un crecimiento basado en el mercado interno, la redistribución del ingreso y políticas inclusivas. Durante este período, se fortaleció el rol del Estado, se sancionaron leyes sociales y, en 2006, Néstor Kirchner canceló la deuda con el FMI en un solo pago. Sin embargo, los grandes medios de comunicación atacaron sistemáticamente a estas gestiones, utilizando acusaciones de corrupción que debilitaron su legitimidad. En 2015, la llegada de Cambiemos al gobierno marcó la tercera ola neoliberal en Argentina. Se implementaron ajustes económicos como devaluaciones, aumentos tarifarios y despidos en el sector público. Además, se eliminaron restricciones cambiarias y se desreguló el mercado financiero, lo que generó un nuevo ciclo de endeudamiento. Estas políticas condujeron a una caída del salario real y una profundización de la desigualdad, reafirmando la dependencia del país hacia el capital financiero internacional. ★ Unidad IV; Gubernamentalidad neoliberal Contenidos: Michel Foucault: Gubernamentalidad Neoliberal, la propuesta norteamericana. Racionalidad analítica económica extendida al conjunto de las conductas. Concepción del ‘Capital humano’. Redefinición del ‘homo economicus’ como empresario de sí. Subjetividad neoliberal: los aportes del campo ‘Psi’ en sus diferentes vertientes a la constitución de las subjetividades contemporáneas. Cultura terapéutica, medicalización y nuevas modalizaciones de la identidad. ★ Introducción a la analítica de la gubernamentalidad - Costa Costa desarrolla el concepto de gubernamentalidad introducido por Foucault en sus cursos de 1978 y 1979, destacando su relevancia para entender cómo las relaciones de poder operan en la modernidad, especialmente bajo el neoliberalismo. Definición: Gubernamentalidad es la articulación entre las técnicas de dominación (que buscan someter a los otros) y las técnicas de sí (que inducen a los individuos a autogestionarse). Esto significa que el poder no opera 5 solo mediante la represión directa, sino también al moldear cómo las personas conducen su vida, alineándolas con objetivos sociales o económicos. Elementos de la gubernamentalidad: 1. Dispositivos de seguridad: Incluyen políticas y prácticas diseñadas para regular el entorno social y físico, como la planificación urbana o las estrategias sanitarias. Por ejemplo, diseñar una ciudad para facilitar la vigilancia y el control del tráfico no solo regula comportamientos, sino que condiciona cómo los individuos entienden su espacio. 2. Economía política: La economía moderna no solo gestiona recursos, sino que produce una forma de racionalidad que define qué es normal o aceptable en las relaciones humanas y sociales. Este marco sirve como base para que las personas internalicen el valor del mercado como guía de sus decisiones. 3. Biopolítica: Se enfoca en la vida como objeto de intervención, abarcando desde la salud pública hasta la reproducción, la higiene y la longevidad. Esto refleja cómo el poder no solo busca controlar poblaciones, sino también optimizar sus capacidades para el beneficio del sistema. Conexión con el neoliberalismo: En este marco, el neoliberalismo lleva la gubernamentalidad a su máxima expresión al trasladar la responsabilidad de problemas estructurales (desempleo, pobreza, salud) a los individuos. Así, las personas deben regularse a sí mismas, lo que fortalece las lógicas del mercado y debilita las demandas colectivas. El concepto de "gubernamentalidad" fue desarrollado por Michel Foucault en sus cursos en el Collège de France entre 1978 y 1979, donde analizó las relaciones entre seguridad, territorio, población y el nacimiento de la biopolítica. Esta noción se refiere a la manera en que se conducen las conductas humanas mediante un entramado de prácticas discursivas y no discursivas que organizan y regulan los vínculos sociales. Para Foucault, la gubernamentalidad es el resultado de la implementación de tecnologías de poder que no solo buscan someter, sino también guiar y modelar las acciones individuales y colectivas. En una conferencia en Vermont (1982), Foucault amplió esta idea, definiendo la gubernamentalidad como la convergencia entre las técnicas de dominación, que objetivan y someten a los sujetos, y las técnicas de sí, que permiten a los individuos transformar sus cuerpos, mentes y comportamientos para alcanzar estados de felicidad, fortaleza o sabiduría. Esta interacción entre el gobierno de los otros y el gobierno de sí mismo plantea el problema de la subjetividad, dado que el poder no opera únicamente a través de la coerción directa, sino promoviendo la autorregulación de los sujetos, alineando sus experiencias y acciones con los objetivos del cuerpo social. Foucault también señaló cómo este enfoque se institucionalizó entre los siglos XVII y XVIII, en un proceso que denominó la "gubernamentalización del Estado". Durante este periodo, las prácticas gubernamentales se consolidaron a través de dispositivos clave que configuraron la razón política moderna: 1. Dispositivos de seguridad: Estas técnicas intervienen en el entorno natural y construido (como el aire, el agua o la infraestructura urbana) para influir en el comportamiento de las personas que lo habitan. Además, la soberanía define y delimita el territorio sobre el que estas regulaciones se ejercen. 2. Población: En el siglo XVIII, la población emerge como una figura política central, definida por la captura de las características biológicas del ser humano. Este enfoque biopolítico convierte a la población en el objetivo primordial de las tecnologías gubernamentales modernas, gestionando sus aspectos vitales para maximizar la salud, la productividad y el control. 3. Economía política: Este ámbito, fundado en la razón liberal, introduce la noción de la población como problema político de gestión, estableciendo las bases para la gubernamentalidad moderna. En este marco, la administración estatal se alinea con la economía para optimizar los recursos humanos y materiales. 6 La biopolítica, según Foucault, integra estos elementos en una estrategia moderna de poder que no solo administra territorios y recursos, sino que también regula los cuerpos y las conductas humanas. Así, la gubernamentalidad se consolida como una forma de poder que entrelaza las dimensiones colectivas e individuales, configurando sujetos que, a través de su propia autorregulación, reproducen las normas y objetivos del sistema político y social. Este enfoque revela cómo las formas de poder se transforman en prácticas cotidianas, moldeando tanto las instituciones como la subjetividad de los individuos. El objetivo del presente texto consiste en situar algunas cuestiones básicas acerca de la perspectiva denominada por Foucault como Gubernamentalidad. Puede afirmarse que esta noción remite a un campo de problematización específico, en cuyo eje central se ubica el estudio de las transformaciones y el devenir histórico de diferentes racionalidades de gobierno. En estas palabras preliminares es necesario advertir sobre la complejidad del tratamiento propuesto por Foucault para esta cuestión. La gubernamentalidad, sea como enfoque o programa de investigación, se delimita a partir de una gran cantidad de conceptos y abordando una diversidad de acontecimientos históricos cuya densidad conspira contra cualquier intento de simplificación. Gobierno: conducción, libertad y poder En el sentido más extenso, Foucault (2012, 2017) plantea que el gobierno se refiere a la conducción de las conductas, por ende, cuando se estudia las diferentes modalidades que adopta, el procedimiento apunta a identificar las prácticas discursivas y no discursivas que operan en los vínculos sociales organizando el campo de acción posible de los sujetos. En “El sujeto y el Poder” afirma: El gobierno no se refiere sólo a estructuras políticas o a la dirección de los Estados; más bien designa la forma en que podría dirigirse la conducta de los individuos o de los grupos; el gobierno de los niños, de las almas, de las comunidades, de las familias, de los enfermos. En las relaciones de poder nunca se llega al extremo de anular completamente cierto margen de elección. Gobierno y libertad se implican mutuamente en tanto “El poder se ejerce solamente sobre sujetos libres… Consecuentemente no hay una confrontación cara a cara entre poder y libertad, que sea mutuamente exclusiva, sino una interrelación mucho más compleja.” (Foucault). Por otro lado, la incidencia de las prácticas de gobierno sobre la conducta es el efecto de la implementación y entrecruzamiento de diferentes tecnologías que, en la acepción foucaultiana, implican la disposición estratégica de determinados medios para alcanzar ciertos fines. ★ La definición presentada por Foucault en una conferencia que tuvo lugar en Vermont en el año 1982, donde plantea “Llamo gubernamentalidad a la confluencia entre las técnicas de dominación ejercidas sobre los otros y las técnicas de sí mismo” (Foucault, 2010). Por un lado, las de dominación (no en el sentido de Weber, se encuentra más próximo a su definición de lucha o del poder) son entendidas como aquellas que determinan la conducta por la vía del sometimiento, con lo cual derivan necesariamente en la objetivación del sujeto; en tanto que por otro, las técnicas de sí. En ese punto en el que confluye el gobierno de los otros con el gobierno de sí, en el que las formas de sujeción colectivas se entrelazan con la relación de cada individuo con su cuerpo, aspiraciones y deseos, lo que emerge como problema es la subjetividad. Esta cuestión estuvo en el centro de su pensamiento y atravesó el conjunto de sus publicaciones desde los inicios. (Foucault). 7 Toda forma de gubernamentalidad requiere producir un tipo de sujeto específico, lo cual se fundamenta en el espectro de libertad necesariamente intrínseco al gobierno. Castro Gomez (2010) enfatiza esta clave de lectura en la analítica de la gubernamentalidad, puesto que la eficacia del poder estriba en que las personas se autoregulen de manera tal que sus experiencias íntimas y acciones queden alineadas y coincidan con la dirección del cuerpo social. Gobierno: población y razón política moderna La acepción más acotada de la categoría gubernamentalidad, es decir aquella que se despliega en los cursos del 78 y 79, remite a las relaciones de gobierno que suponen el ejercicio de la soberanía política; las cuales son referidas por Foucault con las expresiones Arte de Gobernar o Gubernamentalidad política, aunque esta última es empleada con menor frecuencia. En una recapitulación de su procedimiento plantea que se orienta a estudiar “…la manera meditada de hacer el mejor gobierno y también, y al mismo tiempo, la reflexión sobre la mejor manera posible de gobernar… aprehender la instancia de la reflexión en la práctica de gobierno y sobre la práctica de gobierno.” (Foucault, 2012) Entonces, este tipo de indagación se perfila a identificar la especificidad de las distintas gubernamentalidades, despejando qué problemas de gobierno se plantean, cuáles son las tecnologías que se diseñan para solucionarlos, a qué tipo de saberes se apela en la práctica, cómo se objetivan las superficies de intervención y los instrumentos adecuados para modificarlas o qué tipo de sujeto es permeable a determinadas políticas sociales; todo lo cual puede rastrearse en escuelas teóricas, debates públicos, pronunciamientos oficiales, medidas estatales y técnicas aplicadas en cualquier escala o dimensión de la sociedad. ★ Nacimiento de la biopolítica - Foucault Clase del 14 de marzo del 1979 Para hablar del desarrollo del neoliberalismo norteamericano, es necesario retomar tres elementos contextuales: ★ La política keynesiana (la existencia del New Deal y su crítica), implementada por Roosevelt entre 1933-1934 ★ Los pactos sociales de guerra: los proyectos de intervencionismo económico y social que se elaboraron durante la guerra ★ Los programas sobre la pobreza, educación, segregación que se desarrollaron en Norteamérica, y a través de éstos, la intervención del Estado, el crecimiento de la administración federal, etc. Estos tres elementos fueron el adversario del pensamiento liberal. La independencia en EEUU está constituida por reivindicaciones liberales, es la exigencia de un liberalismo la que se convierte en fundadora del Estado. También, el liberalismo fue elemento recurrente de toda discusión en EEUU (mientras que en Europa durante el siglo XIX fue la unidad de la nación). Foucault dice que por estas razones en Norteamérica el liberalismo es toda una manera de ser y de pensar. Hay dos elementos que son métodos de análisis y tipos de programación: la teoría del capital humano y el problema de análisis de la criminalidad y la delincuencia. La teoría del capital humano: representa dos procesos: un adelanto del análisis económico en un dominio hasta entonces inexplorado y, a partir de ese adelanto, la posibilidad de reinterpretar en términos económicos un dominio que se consideraba no económico. Los neoliberales norteamericanos indicaron que la producción de bienes dependía de tres factores (la tierra, el capital y el trabajo), es extraño que el trabajo no haya sido analizado. Marx ve la lógica misma del capitalismo: el trabajo es “abstracto” puesto que el trabajo concreto transformado en fuerza de trabajo, medido por el tiempo, colocado en el mercado y retribuido en salario, es un trabajo amputado de toda su realidad humana. Para Marx, dicen los neoliberales, la culpa de esa “abstracción” es el propio capitalismo: esa 8 “abstracción” del trabajo que sólo aparece efectivamente a través de la variable tiempo no es obra del capitalismo real, sino de la teoría económica que se ha elaborado sobre la producción capitalista. En la década de los ’30, Robbins (considerado uno de los fundadores de la doctrina económica liberal) propone una definición de la economía no como tarea del análisis de un mecanismo relacional entre cosas o procesos, del estilo de capital o la inversión, sino que le asigna la tarea de analizar un comportamiento humano y su racionalidad interna: la economía ya no es el análisis de procesos, sino es el análisis de una actividad. El problema que se planteará cuando se pretenda hacer el análisis del trabajo en términos económicos será saber cómo utiliza el trabajador los recursos de que dispone, entonces, hay que situarse en la perspectiva de quien trabaja. Desde el punto de vista del trabajador, el salario es un ingreso, por lo tanto, es la renta de un capital. El neoliberalismo va a sustituir en todo momento el homo economicus como socio de intercambio por un homo economicus empresario de sí mismo, que es su propio capital, su propio productor, la fuente de sus ingresos El capital humano está compuesto por elementos innatos y adquiridos. Hay elementos que participan en la constitución de un capital humano (la inversión educativa), como las horas que los padres dedican a educar sus hijos, siendo esto muy importante para la constitución de una idoneidad-maquina (capital humano); la vida del niño podría calcularse en cifras. Otros de los elementos que constituyen el capital humano es la movilidad: la capacidad de desplazarse, que también es una inversión (material y psicológica) y asi tener una mejora del estatus, de la remuneración ★ Antropología del sujeto neoliberal - Laval Laval ofrece una crítica profunda al sujeto neoliberal, explorando cómo esta figura emerge en un contexto donde el mercado y la competencia rigen todas las esferas de la vida. ★ El sujeto hiperactivo y autoexplotado: ○ El sujeto neoliberal no solo trabaja para cumplir con las demandas externas del mercado, sino que internaliza estas exigencias, evaluando constantemente su rendimiento. Esto lo convierte en un "trabajador sin descanso", atrapado en una lógica de productividad permanente. ○ Esta autoexplotación se presenta como una forma de libertad, ya que las personas creen que están actuando por decisión propia, cuando en realidad están respondiendo a expectativas sociales y económicas. ★ Consecuencias sociales y psicológicas: ○ El énfasis en la competitividad y la responsabilidad individual fragmenta las relaciones sociales, ya que cada persona se ve como un competidor más que como parte de una comunidad. ○ Este modelo fomenta la precarización laboral, la ansiedad y el estrés, ya que el fracaso no se percibe como un problema estructural, sino como una incapacidad personal. Comencemos mencionando que el capitalismo es algo más que un simple modo de producción de bienes, es un proceso de subjetivación tanto como un proceso de producción y esto es lo que hoy vemos mejor. No podemos entender qué le sucede al sujeto sin tener consciencia de la economía en la cual vive. Lo que plantea naturalmente un problema decisivo: la relación entre la economía, las formas de poder y el sujeto. M.Thatcher, lo pronosticó un día: “la economía es el método, el objetivo es cambiar el alma y el corazón”. Por tanto, lo que nos pareció interesante fue despejar cómo el sujeto contemporáneo era producido de alguna manera por los dispositivos propios de la racionalidad neoliberal de la competencia generalizada. En otras palabras, usamos el concepto foucaultiano de subjetivación para comenzar a entender cómo el sujeto no estaba ‘alienado’, sino cómo él 9 era llevado a participar en su propia constitución y construcción. Cómo el sujeto respondía a la demanda de implicación y performance total que le era dirigida, como si viniera de él mismo. Esto es lo que dice para nosotros el concepto de subjetivación. ★ Ahora, ¿Qué relación hay en las múltiples descripciones, procedentes de fuentes diferentes, entre los ‘desórdenes patológicos’ y la gubernamentalidad neoliberal? Muchas descripciones clínicas (lo que hemos llamado la clínica del neo-sujeto), nos parece que pueden ser relacionadas a un conjunto de dispositivos de dirección de las conductas, que hemos nombrado dispositivo de performance/goce. A fines del siglo XX han engendrado la figura del hombre-empresa o ‘sujeto empresarial’. Entonces, El neoliberalismo es inseparable de las técnicas propias de la neo-administración, las cuales se han extendido por todas partes y hoy estructuran el discurso de las altas esferas políticas de los países occidentales. Para resumir nuestra hipótesis, el neoliberalismo se caracteriza por un modo muy particular de subjetivación articulado a este dispositivo que podemos llamar de la ultra-subjetivación. En el fondo, para nosotros, el neoliberalismo es una cierta manera de producir nuevas formas subjetivas, al mismo tiempo que nuevas relaciones sociales. Es por ahí, que mis trabajos pueden tocar lo que podría llamarse una ‘antropología normativa’ en tanto que los procesos históricos de subjetivación tienen que ver con las concepciones que se tengan del hombre. Mis trabajos se refieren aquí o allá, de una manera un poco vaga a la antropología, a veces a la ‘mutación antropológica’. ★ Voy a dividir mi intervención en tres partes: 1) Una definición de ‘la antropología normativa’. 2) Genealogía de una ‘imagen del hombre’. 3) El modo de producción del sujeto neoliberal. Una definición de ‘la antropología normativa: ¿En qué sentido hablamos de antropología con respecto al neoliberalismo? No en el sentido académico o disciplinario, eso va de suyo como el ‘estudio del hombre’ y tampoco en el sentido de una ‘antropología filosófica’. Se podría usar el término algo bárbaro de ‘antroponomía’. Una antroponomía o antropología normativa, si el término fuese menos bárbaro, me pareció una pista fructífera para poner en evidencia que lo que llamamos capitalismo es un ‘modo de producción social total’, que implica una formación del hombre según un cierto número de propiedades esperadas por el sistema económico. Pero, a decir verdad, esta pista no es del todo nueva. Es incluso, un ‘lugar común crítico’ según una formulación de Foucault –que remonta sin duda a Marx– y que él mismo comenta a propósito de la formulación ‘la producción del hombre por el hombre’. Allí Foucault se une a Marx, y es allí donde reconoce su profundo acuerdo con la inspiración de Marx para quien “el hombre produce al hombre”. Ciertamente Marx no fue el primero en pensar que el hombre se hacía a sí mismo, activamente. Los hombres actúan desde lo que son en tanto sujetos que no han elegido quiénes son, ni su forma de relacionarse consigo mismos y con los demás, pero que actuando como actores históricos trabajan para su propia transformación, sin saber de antemano lo que será de ellos debido a su acción, lo que su propia acción hará de ellos mismos. De ahí la importancia de volver sobre la historia de las subjetividades, sobre las formas en que los hombres se conciben, de sus prácticas y relaciones ligadas a sus concepciones. ¿Qué se entiende por subjetivación? 10 La subjetivación tiene dos dimensiones fundamentales; - Un modo de subjetivación se sitúa históricamente y depende de dispositivos sociales e institucionales normativos que ordenan ese proceso. La subjetivación, la constitución histórica de un cierto sujeto específico en un período, tiene evidentemente algo de un sujetamiento, una asignación, una objetivación. Por ser sujeto de una determinada época, de una determinada relación social, el sujeto es objeto de procesos de separación en el discurso, de inscripciones, registros, clasificaciones, entrenamiento disciplinario, vigilancia, etc. - Pero la subjetivación es también otra cosa, es la forma en que uno deviene sujeto, en la cual un sujeto es llevado a conducirse a sí mismo como el discurso social espera que lo haga, lo que supone una relación activa, la de que el sujeto sea precisamente un sujeto que mantiene consigo una relación en la que él se toma por un sujeto que tiene que conducirse, transformarse y reformarse a sí mismo. En otras palabras, esta dimensión activa de la subjetivación se confunde con la naturaleza misma de la subjetividad, como una relación del sujeto consigo mismo. Genealogía de una ‘imagen del hombre’ Es en el despertar de la sociología clásica, que se ha hecho de este hombre económico, en el núcleo del utilitarismo, un pedestal de la modernidad. Para resumir mi trabajo sobre la antropología normativa del utilitarismo, diré esto: El sujeto productivo fue la gran obra de la sociedad industrial. No se trataba solo de aumentar la producción material, también era necesario que el poder se redefiniera como esencialmente productivo, como un estimulante de la producción cuyos límites estarían determinados únicamente por los efectos de su acción sobre la producción. Ese poder esencialmente productivo tenía como correlato al sujeto productivo, no solo el trabajador, sino al sujeto que, en todos los dominios de su existencia, produce bienestar, placer, felicidad. Vigilar a los sujetos y maximizar el poder, ¿para qué hacerlo? Para la producción de la mayor felicidad. La intensificación de esfuerzos y resultados, la minimización de gastos innecesarios, tal es la ley de la eficacia. Fabricar hombres útiles, dóciles para el trabajo, rápidos para consumir, fabricar el hombre eficaz. El individuo occidental se ha descubierto como un hombre movido por intereses en un espacio homogéneo de composición de fuerzas, el mundo de la utilidad, el espacio de la utilidad. Se encontró movido por fuerzas que lo empujan al placer y lo hacen huir del dolor. Se encontró animado por deseos, frente a otros seres animados por otros deseos. Es la emergencia histórica de algo muy nuevo, el sujeto clásico del deseo y del interés. Es esta revolución la que constituye en principio el liberalismo con su pregunta: ¿cómo volver a reordenar el mundo político según esta nueva concepción antropológica? ★ El momento neoliberal se caracteriza por esta homogeneización del discurso del hombre en torno a la figura de la empresa. Esta nueva figura del sujeto productivo opera una síntesis de las formas plurales de subjetividad que la democracia liberal dejaba subsistir. En adelante, un conjunto de técnicas, que están esparcidas en la sociedad y son el principio de la reforma de las instituciones, contribuyen a fabricar un nuevo sujeto que llamaremos indiferentemente ‘sujeto empresarial’ o ‘sujeto neoliberal’. El modo de producción del sujeto neoliberal El modelo humano es la empresa. Es necesario comportarse como una empresa, una empresa de sí mismo. La lengua registra esta transformación muy bien, la autonomía se ha convertido en ‘gestión de uno mismo’ es una 11 contabilidad. El individuo se ha convertido en su propio ‘capital humano’, esta es una interpretación gerencial de lo humano. ¿Cómo hacer para que el sujeto se ajuste al modelo de la empresa y se comporte como una empresa él mismo? El mito cultural del empresario, la propaganda o las facilidades para convertirse en un empresario, para tener una mentalidad empresarial, con toda las cualidades morales y comportamentales que esto conlleva, la motivación por el éxito, el sentido de la oportunidad comercial, todo esto es importante, pero no suficiente. Por ejemplo, se requiere que la escuela desarrolle la ‘cultura empresarial’ desde el jardín maternal hasta la universidad. ★ Esta gestión de sí mismo está impulsada por el principio de competencia que obliga a la competitividad. Es una gestión de sí mismo por el estrés, una gestión de sí mismo por la presión de la competencia. La primacía de la competencia es un punto decisivo que muestra muy bien la ruptura con el estado antiguo. Justamente éste es el papel del Estado en la actualidad: introducir la competencia dentro del funcionamiento institucional para que los profesionales del lazo social se vean afectados e implanten a su turno esta lógica en el cerebro de los usuarios o participen en la gestión de un mundo completamente competitivo. La performance de la empresa es la suma del rendimiento de cada uno. Se trata de trabajar, en todo momento, en su propio perfeccionamiento para mejorar su rendimiento en un espacio de competencia, lo que obliga a una lucha permanente para sobrevivir. La exposición al riesgo es aquí decisiva. ★ La ultra-subjetivación Esto implica también y, sobre todo, y es allí donde encontramos verdaderamente, una nueva subjetividad de la ilimitación o de la ultra-subjetivación. Ir más allá de uno mismo, sobrepasarse constantemente como norma de comportamiento, es lo que se impone al sujeto, pero también lo que el sujeto debe hacer de sí, la forma en que debe producirse él mismo. Ir más allá, incluso para transgredir los límites; ir más allá de uno mismo es la norma. La lógica de la performance se impone en todas las instituciones, en particular bajo la forma oficial de la ‘cultura de resultados’. Esta ultra-subjetivación no es un logro, ni es tampoco una renuncia de sí bajo la modalidad de un movimiento de trascendencia de sí; es un exceso indefinido del valor que uno es, de sí mismo como valor. Es la añadidura indefinida del valor de sí. Debe entenderse aquí que la vida, que el hecho de vivir, que las esferas de la existencia se han reducido a un valor. La ultra-subjetivación se confunde con una auto-valoración de sí mismo como capital. Es, si se quiere, la subjetividad más contemporánea del capitalismo financiero. El sujeto neoliberal es el sujeto capitalista. En el capitalismo neoliberal, el sujeto está convocado a no resistirse a la intensificación de un trabajo, tiene que conformarse, transformarse, mejor reformarse para estar consigo mismo y con los demás en una relación de explotación. El proceso de ultra-subjetivación es una forma de moldear desde el interior del sujeto todas las reglas, particularmente sociales, a partir del momento en que es el sujeto mismo el que deviene capital, que se impone a sí mismo una relación capital-trabajo, que mantiene consigo una relación de explotación. La subjetivación se confunde con la valoración de un capital. El capital es, de ahora en adelante, la forma subjetiva normal, la relación normal con uno mismo. ★ El neoliberalismo y la producción de subjetividades frenéticas - Giavedoni Giavedoni explora cómo el neoliberalismo configura las subjetividades contemporáneas mediante un ritmo de vida acelerado y fragmentado, moldeado por la lógica del mercado. Este sistema, basado en la financiarización, la competencia y la desigualdad, se extiende más allá de lo económico, penetrando en todos los aspectos de la vida 12 cotidiana. Las personas se convierten en sujetos frenéticos, atrapados en un ciclo de productividad constante, donde el tiempo es tratado como un recurso económico que debe optimizarse al máximo. En este contexto, el neoliberalismo redefine el comportamiento humano a través de la competencia como norma central. Las posiciones alcanzadas nunca son lo suficientemente estables, lo que impulsa una necesidad perpetua de superación y adaptación. Este mandato produce desigualdades y enfrentamientos sociales, necesarios para mantener el sistema activo. Además, las demandas del mercado colonizan espacios antes reservados para la vida privada, como el ocio y las relaciones personales, transformándolos en oportunidades para generar valor y construir un "capital humano". El neoliberalismo se caracteriza por el monetarismo, la financiarización, el retroceso de Estado y el avance desmesurado del mercado, y también una razón gubernamental, es decir, un modo de conducir los comportamientos de los hombres y las mujeres constituyendo subjetividades específicas a través de tecnologías de intervención sobre los otros y sobre uno mismo. Estas subjetividades deben ser mudables, cambiantes, arriesgadas, desarraigadas, se requieren sujetos frenéticos: nunca conformes del todo, ni estáticos, ni quietos. Se caracteriza al capitalismo neoliberal con la competencia como principio de desciframiento del comportamiento y la desigualdad como la condición óptima para su funcionamiento. El neoliberalismo como razón de gobierno y modo de producción de subjetividad, sigue oficiando como regulador y ordenador de lo social; es un sistema normativo que orienta la práctica de los gobiernos y de nosotros mismos, estamos atravesados por ello ya que es una relación de poder y un régimen de verdad. La norma que conduce la producción de subjetividades es la competencia, de incentivarnos a modificar nuestra posición y estatus, ya que las posiciones logradas nunca son lo suficientemente estables para permitir el relajamiento. La competencia produce desequilibrios, desigualdades y genera un constante carácter de enfrentamiento y fricción social, todas condiciones necesarias para mantener activos a los individuos y hacer funcionar el motor de la sociedad. La competencia se compone como un modo de desarrollo personal, económico y social. La desigualdad es el motor del funcionamiento de una sociedad libre; es el resultado de acciones que tomamos que nos provee de éxito o fracaso. La desigualdad nos motiva a tomar decisiones, arriesgas, crecer, y sin la misma, la sociedad sería estática. El capitalismo neoliberal impone una forma de comportamiento: el frenesí. Necesita de sujetos frenéticos que sean capaces de adaptarse a cualquier situación, de vivir en la precariedad y disfrutar de ella. El dispositivo de control político recae en los propios sujetos a través del autocontrol, el exceso de positividad, el mandato de felicidad y la disposición de rechazar el dolor como dimensión del afecto. La desobediencia se perfila como norma de comportamiento en función de las nuevas condiciones que impone el mundo. Este es cambiante y exige atención a esos cambios, inteligencia y capacidad de adaptación, romper con las normas pre-establecidas. La desobediencia se presenta como una estrategia de poder para el fortalecimiento de las fibras sensibles del capitalismo liberal y la producción de subjetividades frenéticas Entendemos al neoliberalismo como una razón de gobierno, un modo de conducción de conductas que deviene en un proceso de subjetivación a través de diversas tecnologías de intervención sobre los otros y sobre uno mismo. Las transformaciones estructurales que desde el último cuarto del siglo XX se vienen sucediendo en el capitalismo, que implican una creciente flexibilización productiva y laboral, han estado acompañadas de una serie de tecnologías de 13 producción de subjetividad. No podemos admitir tales transformaciones sin, al mismo tiempo, reconocer una nueva producción de subjetividad que las acompañe. La particularidad de las subjetividades que se producen en el capitalismo neoliberal es que son mudables, cambiantes, arriesgadas, desarraigadas, en otras palabras, se requieren sujetos frenéticos, nunca conformes del todo, nunca estáticos. Este frenesí se inscribe en el marco de la competencia como modo de comportamiento, la desigualdad como condición de funcionamiento, y se observa en dos tecnologías específicas: la desobediencia y el fracaso entendido como oportunidad. El neoliberalismo es motivo de preocupación y objeto de estudio desde hace bastante tiempo. Desde diferentes tradiciones, es abordado como doctrina económica y un abanico de políticas económicas muy concretas. Las transformaciones estructurales que desde el último cuarto del siglo XX se vienen sucediendo en el capitalismo, que implican una creciente flexibilización productiva y laboral, han estado acompañadas de una serie de tecnologías de producción de subjetividad. El carácter productivo del neoliberalismo. Competencia y desigualdad Si el neoliberalismo es mucho más que una doctrina económica que profesa el libre mercado, esto indica que aun cuando determinada política económica neoliberal se encuentre en retroceso, aun cuando determinados principios se encuentren en franco descrédito, el neoliberalismo, en tanto razón de gobierno y modo de producción de subjetividad, sigue oficiando como regulador y ordenador de lo social. Se constituye en una normatividad práctica (Laval y Dardot,2013), es decir, un sistema normativo que ha logrado hacerse carne en nuestros cuerpos, un sistema normativo que orienta la práctica de los gobiernos y de nosotros mismos. Estamos atravesados por ello al ser una relación de poder y un régimen de veridicción que tamiza nuestros comportamientos y los hace ingresar en la grilla de lo verdadero y de lo falso. Por ello, el neoliberalismo no solo destruye—destruye solidaridades, destruye resistencias, destruye lazo social, destruye Estado—, también produce, sobre todo produce. Produce sociedad, un tipo específico de sociedad, produce relaciones sociales, produce Estado, produce libertad porque la consume vorazmente —dirá Foucault—y, como correlato, produce subjetividades. En este marco de producción de subjetividades, la competencia sobresale como un modo distintivo en esta labor. En el neoliberalismo, la norma que conduce la producción de subjetividades es la competencia. Debemos comprender que la competencia tiene que ser el principio que nos conduzca en nuestra vida en tanto nos permite reconocer que nuestros lugares no están determinados de una vez y para siempre, pero que también somos responsables de esos logros o fracasos. La competencia se convierte en el ordenador social por excelencia, es la forma de comportamiento que dinamiza la sociedad y que ofrece la mejor respuesta a las cambiantes exigencias sociales, la competencia como necesidad vital, como modo de desarrollo personal, económico y social. La competencia no tendría nada de novedoso en una economía de mercado ya que se encuentra asociada a ella y, por lo tanto, van acompañándose como almas gemelas. Sin embargo, la lógica que determinaba las relaciones económicas y, desde luego, sociales en la economía clásica era la del intercambio, lo que implicaba equivalencia. Por el contrario, la competencia sienta un principio de desigualdad que opera como punto de partida, al mismo tiempo que como resultado. En este párrafo se condensa la relación entre competencia y desigualdad, la primera como modo de comportamiento y la segunda como su combustible. La desigualdad es el motor de funcionamiento de una sociedad libre. Es el resultado de acciones que tomamos, y ese resultado nos provee de éxito o fracaso produciendo una diferencia con el resto de los individuos, hacia arriba o hacia abajo. Esa diferencia es la que motiva a actuar libremente, tomar decisiones, arriesgar, progresar, crecer, madurar. Sin esa desigualdad motivadora la sociedad sería estática, estancada. 14 En síntesis, frente al hombre-masa de la sociedad industrial, nos encontramos con el sujeto-“frenético” del capitalismo neoliberal, aquel que debe tener capacidades para desarrollar la creatividad y las competencias socioemocionales (habilidades no cognitivas), la capacidad de reflexionar antes de actuar, la capacidad de resolver problemas. Todo un conjunto de herramientas para ponerlas en juego en la competencia que llevamos adelante en nuestra vida social. Los mecanismos de funcionamiento de las sociedades pasan por generar instancias de orden, control, captura, disciplinamiento, se intentan codificar los comportamientos que toda formación social produce en sus capilaridades, en sus flujos. La particularidad del capitalismo, por el contrario, es alimentarse de esos flujos, producirlos y no interrumpirlos ni asfixiarlos a través de los códigos. ★ “El capitalismo neoliberal es el capitalismo de las finanzas”, pero no solo porque el capital dinerario ha logrado la hegemonía sobre las otras formas del capital (de Brunhoff, 2009), sino porque, por ello mismo, impone su lógica de comportamiento a las demás dimensiones de la vida humana (Brown,2017), estableciendo el cambio, la movilidad, la adaptación, el frenesí, como principio rector de comportamiento en todas esas dimensiones. Si en algo se caracteriza el capitalismo financiero, es que los sueños de estabilidad, certidumbre y un horizonte de vida claro pensado y construido de una vez para siempre, no son otra cosa que una rémora del pasado. El capitalismo neoliberal funde las dimensiones témporo-espacial e impone una misma forma de comportamiento en todas ellas, el frenesí. Necesita de sujetos frenéticos que sean capaces de adaptarse a cualquier situación, de vivir en la precariedad y disfrutar de ella. “Concluimos” entonces que en las sociedades disciplinarias, se produce un sujeto útil económicamente y dócil políticamente. Para ello existe una serie de tecnologías que desarticulan el cuerpo y lo recomponen, haciendo de él un sujeto disciplinado. En las sociedades del capitalismo neoliberal, si bien las disciplinas no desaparecen, las tecnologías de poder son otras en la medida que el sujeto que se requiere es diferente. Por ello, si en las sociedades disciplinarias la obediencia era la norma de exteriorización del sujeto, en el capitalismo neoliberal es el frenesí. En el capitalismo neoliberal no se ha internalizado la norma disciplinaria en el cuerpo de los sujetos; por el contrario, es el cuerpo el campo de batalla, el lugar donde se fragua la libertad, el movimiento, el desenfado, a fin de cuentas, la desobediencia como un modo de gobierno. Las instituciones se resquebrajan, cada vez más parecen no estar aptas para contener los nuevos fenómenos. Tanto la escuela como la familia, la universidad, los sindicatos, los partidos políticos, todas estas instituciones naufragan en la incertidumbre frente a fenómenos para los cuales no saben cómo responder. Comprender los procesos de subjetivación que se dan en el capitalismo neoliberal con las matrices utilizadas para comprender las sociedades disciplinarias nos condena a desconocer lo que somos hoy como sociedad y como sujetos, además de ignorar cómo hemos llegado a este lugar. ★ El cuerpo viejo como una imagen con fallas - Sibilia Lo que se plantea aquí es ¿Por qué resulta tan difícil ser viejx en el mundo contemporáneo? La tecnociencia ofrece soluciones alternativas como el rejuvenecimiento corporal como las drogas para apaciguar el alma (ya que el primero es imposible). Cuando la racionalidad instrumental se impone como un lenguaje universal, la biopolitica contemporánea fue absorbida por el “espíritu empresarial”: un modo de funcionamiento que impregna a todas las instituciones y recubre todos los ámbitos. Así, la vida de cada individuo son pensadas y tratadas según esas reglas del juego cada vez mas monopólicas, y cualquier cuerpo se define como un capital: cuerpo es todo lo que somos y el mismo se degrada con los avances de la edad y el tiempo. 15 Se prohíbe exhibir el aspecto que los avances de la edad suelen denotar, censurando a la vejez como si fuese algo obsceno y vergonzoso, ya que creemos en ese mito del cuerpo juvenil como un valioso capital hiper-estimulado que se va desgastando, aunque no se debería perder de ninguna manera Este artículo examina las estrategias de censura implícita en los medios de comunicación gráficos y audiovisuales, que evitan mostrar o retocan las imágenes de cuerpos viejos con técnicas depuradas y alisadoras, insinuando que ostentarlas equivaldría a practicar una nueva forma de obscenidad, y diseminado esa pedagogía en el público. Entre las muchas características inéditas de nuestra época, se cuenta tanto la creciente participación femenina en todos los ámbitos –incluso en los más altos escalafones del poder, con libertades equiparables a los hombres en los diversos planos de la existencia– como el hecho incontestable de que la población mundial está envejeciendo. Además de haberse reducido la tasa de fertilidad por habitante y, por tanto, el número relativo de nacimientos, los increíbles avances tecno-científicos de las últimas décadas no cesan de desafiar los límites que tradicionalmente constreñían a los cuerpos humanos, disminuyendo tanto la morbilidad como la mortalidad. La estructura orgánica que conforma los cuerpos humanos parece estar en plena mutación: sus antiguos márgenes se rediseñan constantemente, poniendo en jaque hasta la mismísima demarcación de la finitud. En los últimos cien años, la expectativa de vida de la población mundial se ha duplicado. Factores socioculturales, económicos y políticos ejercen una presión sobre los sujetos de los diversos tiempos y espacios, estimulando la configuración de ciertas formas de ser e inhibiendo otras modalidades. Por todos esos motivos, si los contornos del cuerpo humano se están redefiniendo actualmente, esa proeza no se debe tan sólo a las maravillosas soluciones técnicas que no paran de multiplicarse, sino también a otras transformaciones que afectan a las sociedades occidentales, cada vez más aglutinadas y conectadas por las redes de mercados globales. ★ Se trata de una cuestión de imagen, evidentemente. En el imperio de la cultura audiovisual hoy triunfante, la catástrofe se estampa en los rasgos visibles del envejecimiento, que se consideran marcas de debilidad o señales de una derrota y que, por tal motivo, serían moralmente condenables ★ Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestra vida - Cabanas, illouz En la contemporaneidad, la felicidad se postula como una nueva normalidad y los psicólogos positivos han contribuido a promulgar ese enunciado: los aspectos positivos deben superar a los negativos para asegurar un correcto funcionamiento psicológico. Emociones como la alegría, la esperanza o el compromiso anticipan la formación de individuos más productivos, cariñosos, sanos y realizados, mientras que emociones como la envidia, el odio, la ira o la tristeza suponen impedimentos a la hora de construir psiques sanas, personalidades e identidades sólidas. La psicología positiva separa la noción de salud en dos: salud positiva y salud negativa. Su meta sería ayudar a las personas a ir más allá de su línea de funcionamiento base y alcanzar un estado de salud mental completo. Aunque también, la psicología positiva se adhiere a una aproximación que entiende las emociones como un conjunto de estados psicológicos fijos, naturales y delimitables, pasando por alto la complejidad de las emociones; también se niega a comprender el modo en que la vida emocional de los individuos está estrechamente vinculada a relaciones de poder, patrones de consumo y valores morales. El afirmar que las emociones positivas producen resultados positivos y que las negativas producen resultados negativos es simplificar demasiado, pues las emociones positivas se relacionan con efectos indeseables (la alegría 16 puede impulsar a las personas a hacer tareas difíciles, pero puede hacer desistir ante retos complicados), tanto como las negativas con lo contrario (el enfado puede llevar a adoptar un comportamiento destructivo y humillar a otros, aunque también lleva a desafiar la autoridad y estrechar lazos comunitarios ante injusticias o amenazas, como movimientos revolucionarios). El problema es que la felicidad se haya convertido en una actitud tiránica que juzga a todos como los únicos responsables de su impotencia, de su situación y de su sufrimiento. La tarea de una crítica social sería cuestionar el orden de las cosas y explorar los procesos, significados y prácticas que moldean nuestras identidades y compromiso personal. Aunque, la tiranía de la positividad tiende a obstaculizar estas cuestiones, imponiendo la búsqueda de la felicidad como la única realidad con sentido. Reprimir las emociones y los pensamientos negativos contribuye a justificar jerarquías sociales implícitas y a consolidar la hegemonía de ciertas ideologías, además que supone un doble malestar: los que sufren tienen que lidiar con la carga de sus propios sentimientos y de la sensación de culpa derivada de no tener la fuerza o voluntad suficiente para superarlos. Todo esto, impuesto implícitamente por la psicología positiva. Detrás de la promesa de la felicidad existe una industria de la felicidad, couches, curanderos, gurúes, etc. que producen material sobre los modos de ser feliz. Hay un consenso de que la felicidad es aquello a lo que aspiramos llegar en esta vida. Las cs de la felicidad sostienen que la felicidad es buena y que está ahí afuera. Es posible medirla objetivamente mediante la ciencia. La psicología de la felicidad se plantea como una forma de corregir algo que la propia psicología tradicional en tanto disciplina procuró, que es la existencia de “estados negativos” como ser la depresión, la ansiedad, etc. La ps positiva pretende encontrar la felicidad en aquello que da felicidad. La felicidad se convierte en una forma de direccionamiento que nos conduce por la “buena senda”. Las personas piensan a su felicidad como proyecto de vida. Comprender la vida como el camino hacia la felicidad tiene como consecuencia que la felicidad sirve para evaluar la propia vida en términos de éxito o fracaso. Los individuos tienen el proyecto de trabajar sobre sí, gobernar sus almas. La felicidad pasa a ser un objeto medible, cuantificable, teniendo como respaldo a la ciencia. La felicidad queda ligada a la moral. Hacer el bien es ser feliz, una mala persona no es feliz. Se le da un sentido altruista a la felicidad. Los libros de autoayuda, la literatura de consejos, programas y películas de superación, etc. están dentro del día a día de nuestras vidas. Pero esto no es así solamente porque los psicólogos positivos han difundido estas ideas, sino que también la dicotomía feliz/infeliz entra en el lugar de las dicotomías funcional/disfuncional, salud/enfermedad. En ese sentido una persona feliz sería alguien que tiene una salud mental sana y completa. Se redefinió la noción de individuo. Para sostener la industria de la felicidad fue necesario elevar el estándar de lo que define el correcto funcionamiento de los seres humanos y lo social. Desde la óptica de la ps positiva, no basta con que una persona no esté deprimida para ser una persona saludable, sino que debe haber una tendencia a mejorar, que es la que define lo normal. Ésta nueva forma de pensar el funcionamiento más adaptativo de lo humano trae un eje complementario a la noción de salud. Se hace una separación de la salud mental completa de la incompleta. Alguien que no se siente mal pero no está llevando adelante la maximización de su potencial, el desarrollo pleno de su personalidad, no tendría una salud mental 17 completa. Parte de estas conceptualizaciones se sostiene sobre una distinción entre las emociones positivas y las negativas. Las negativas se relacionan con el pesimista, que en última instancia es un fracasado porque esas emociones no sirven para nada. Las emociones positivas serían las que permiten que el individuo se adapte al ambiente de la mejor manera. De alguna manera, quien piensa positivamente tiene la posibilidad de tener una mirada más amplia de su entorno, y de generar una serie de recursos con los cuales llevar adelante sus proyectos. La felicidad es entonces una forma de sostener y justificar la opresión. ★ La ps positiva viene a ser esa disciplina, ese campo doctrinario que mediante ejercicios, técnicas, recomendaciones, instrumentos, permiten que la persona se desarrolle al máximo. A su vez, se le da a las emociones positivas la responsabilidad de contrarrestar los efectos perjudiciales de las negativas. El pesimismo está ligado a la morbilidad del cuerpo. Mediante una especie de efecto de anulación, las emociones positivas servirían de antídoto ante estos efectos. Los autores intentan demostrar que esa distinción entre las emociones positivas y las negativas es falaz. Es reduccionista, ya que lo que se considera emociones son en realidad complejos emocionales entrelazados con circunstancias y acontecimientos históricos, políticos, culturales. Las emociones no le pertenecen al individuo, sino que las emociones, las formas de sentir, son efecto de un marco cultural, de significados sociales; son más del colectivo que del individuo. La ambivalencia es parte intrínseca de las emociones. Se puede sentir más de una emoción a la vez e incluso pueden estar contrapuestas. No es fácil escindir una emoción de otra. Pensar que las emociones positivas producen efectos positivos y las negativas, negativos, de alguna manera descarta un conjunto de emociones ligadas a las posibilidades de cambiar determinadas circunstancias. Una de las cosas que sostienen los ps positivos es que lo importante es ser optimista aún aunque haya cierta pérdida de realidad. Este capítulo justamente habla de cómo la ps positiva desconoce el lugar de las emociones en el marco de la libertad de expresión, el humor, las dinámicas individuales sociales y colectivas. Los autores impugnan la idea de que haya que descartar un conjunto de emociones por el solo hecho de que no sean felices. Esta nueva jerarquía emocional que se propone desde la ps positiva va a terminar identificando la salud, el éxito y lo sano con las emociones positivas, y en ese intento por cambiar la forma en que la ps tradicional pensaba lo positivo y lo negativo, amplía el campo de lo patológico, en el sentido de que aquel que no prospera, no triunfa, es porque algo “malo” le pasa. Hay algo en el propio sujeto que lo lleva a su frustración. Aparece la idea de la resiliencia como aquella capacidad de sobreponerse a lo negativo. Cuando un sujeto está ante un mal momento, una situación de crisis, puede salir adelante, triunfar, y de esa situación aprender. La ps positiva aparecería como ese saber que te permite sobreponerte ante las adversidades. Seligman habla también del crecimiento post-traumático, que viene a ser una categoría que releva la idea de la resiliencia. Aquellas personas que superan las adversidades y experimentan un crecimiento espiritual y personal. Este fenómeno para la perspectiva de los autores podría ser considerado como un efecto placebo, ya que no hay datos comprobables de que este crecimiento efectivamente funcione, sin embargo Seligman lo vende como una forma de sobresalir. Lo normal se eleva, hay que esforzarse para alcanzarlo, y la ps postiva da esas herramientas con las cuales eleva ese estándar. 18 Los autores señalan que estas técnicas, a nivel metodológico, tienen un montón de errores, ausencia de grupos de control, no hay ensayos pilotos, se toman a la ligera procesos traumáticos. ¿Qué pasa con aquellos que no logran ser resilientes? ¿Qué pasa con los que no encajan dentro del uso de la resiliencia? Aparece el problema del sufrimiento. “Para los parámetros de la ps positiva sufrir es algo inútil”, es la consecuencia de no esforzarse por cambiar la situación. Sufrir es una cuestión de perspectiva, una elección. En este sentido la persona en una situación de crisis no solo debe sobrellevar la crisis sino vivir con la culpa de no sobreponerse a esa situación de adversidad. Y la ps positiva legitima ese discurso, que termina siendo condenatorio para aquel que no logra superarse. Si alguien no sale de esa situación es porque por una cuestión de actitud no cambia su posición frente a la vida. ★ Uno de los campos de adversidad con los cuales disputan son planteos como los de Durkheim, Marx, Freud, que tienden a pensar los problemas individuales como efecto de los problemas sociales. La felicidad para estos autores se convierte en una actitud tiránica que juzga a todos como los únicos responsables de su impotencia. El fracaso es efecto de una mala disposición, y el sufrimiento es opcional porque siempre se puede estar en una situación mejor. 19

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