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Alexander Segovia-150 aos de capitalismo a la carta en Centroamrica.pdf

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Anuario de Estudios Centroamericanos Revista académica de acceso abierto, editada en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica Volumen 47, 2021 e-ISSN: 2215-4175 Dossier [Sección arbitrada] 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica 150 Years of à la Carte Capitali...

Anuario de Estudios Centroamericanos Revista académica de acceso abierto, editada en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica Volumen 47, 2021 e-ISSN: 2215-4175 Dossier [Sección arbitrada] 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica 150 Years of à la Carte Capitalism in Central America Alexander Segovia Centro de Investigación y Docencia Económicas, México El Anuario de Estudios Centroamericanos (AECA), fundado en 1974, es una revista académica de acceso abierto, editada en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica. Es una publicación continua, presentada en formato electrónico. En la actualidad es una de las pocas publicaciones que se realizan sobre América Central bajo una perspectiva regional. El AECA cubre temas que se ocupan del análisis de la realidad histórica y presente de la región centroamericana y de las sociedades que la constituyen. Síganos: Facebook: @elanuarioca Twitter: @aeca_ucr Portal de revistas de la Universidad de Costa Rica: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/anuario/index Envíos: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/anuario/about/submissions Anuario de Estudios Centroamericanos Volumen 47, 2021 ©Alexander Segovia, 2021 LICENCIA CREATIVE COMMONS Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0) Algunos derechos reservados Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente esta obra bajo las siguientes condiciones: ▪ Debe reconocer los créditos de la obra. ▪ No puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra. ▪ La obra debe ser utilizada solo con propósitos no comerciales. Anuario de Estudios Centroamericanos, e-ISSN: 2215-4175 Universidad de Costa Rica, Facultad de Ciencias Sociales Vol. 47, 2021: 1-40 DOI: https://doi.org/10.15517/aeca.v47i0.50731 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica 150 Years of à la Carte Capitalism in Central America Alexander Segovia Centro de Investigación y Docencia Económicas, México Recibido: 20/09/2021 Aceptado: 10/11/2021 Acerca de la persona autora Alexander Segovia. Salvadoreño. Consultor y asesor internacional en temas económicos y sociales. Actualmente investigador visitante en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México. Posee un doctorado en Economía por la Universidad de Londres, una maestría en Políticas Públicas de América Latina por la Universidad de Oxford y una licenciatura en Economía por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador. Tiene una vasta experiencia en diseño e implementación de políticas públicas y de programas de reparación para víctimas de conflictos armados. Ha estudiado y escrito sobre temas relacionados con el conflicto armado y transiciones posbélicas en América Latina, cambio estructural y modelos económicos en El Salvador y Centroamérica, élites y estructura de poder en Centroamérica, tipos de capitalismo, desigualdad y pobreza en Centroamérica, políticas sociales y el proceso de integración centroamericana. Contacto: [email protected] ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7038-8301 Revista de acceso abierto editada en la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0) Alexander Segovia Resumen Este trabajo busca contribuir a la reflexión académica, intelectual y política sobre el capitalismo en Centroamérica mediante un análisis histórico de su funcionamiento y transformación. Además, pretende aportar al debate sobre el vínculo que existe entre modelos económicos y tipos de capitalismo en el caso centroamericano. Se concluye que en los últimos 150 años han existido dos tipos de capitalismo en la región, los cuales han asumido diferentes variantes en función de las particularidades de cada país; y que el vínculo entre el modelo económico y el tipo de capitalismo está mediado por la naturaleza y la forma de intervención del Estado. Palabras claves: capitalismo, Centroamérica, élite, Estado, modelo económico. Abstract This article seeks to contribute to academic, intellectual and political reflection on capitalism in Central America through an historical analysis of its operation and transformation. In addition, it intends to contribute to debate on the link that exists between economic models and types of capitalism in the Central American case. It is concluded that in the last 150 years there have been two types of capitalism in the region, which have assumed different variants depending on the particularities of each country; and that the link between the economic model and the type of capitalism is mediated by the nature and form of state intervention. Keywords: Capitalism, Central America, Elite, State, Economic Models. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 2 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica Introducción Hace 200 años Centroamérica1 se independizó de España y 50 años más tarde –a partir de la década de 1870–, finalmente Costa Rica, El Salvador y Guatemala –y posteriormente Honduras y Nicaragua–, se incorporaron al capitalismo mundial a través de cultivo y exportación del café y del banano y poste- riormente de otros productos primarios. Desde entonces, pese a sus enormes deficiencias y limitaciones y a los intentos por modernizarlo y transfor- marlo, este sistema ha sido el dominante en la región desde hace 150 años. Ahora que Centroamérica se encuentra en medio de la crisis socioeconómica más grave del presente siglo, que las secuelas de la pandemia del covid-19 han profundizado la pobreza y la desigualdad y que la democracia se encuentra en grave riesgo, es tiempo de preguntarse con franqueza cuáles son las razones por las cuales pese a sus evidentes y repetidas fallas –inadmisibles en cual- quier país capitalista desarrollado– el capitalismo en Centroamérica sigue funcionando con toda impunidad sin que los principales actores nacionales e internacionales –incluyendo la mayor parte de la academia y de la comuni- dad internacional– se atrevan a cuestionarlo abiertamente.2 Este trabajo busca contribuir a la reflexión académica, intelectual y política sobre el capitalismo en Centroamérica mediante un análisis histórico de su funciona- miento y transformación; además, pretende aportar al debate sobre el vínculo que existe entre modelos económicos y tipos de capitalismo en el caso centroa- mericano. Las preguntas principales que guiaron el proceso de investigación y análisis fueron las siguientes: ¿Cuáles han sido las características principales del capitalismo centroamericano desde su surgimiento hasta el presente?; ¿cuántos tipos de capitalismo han existido en Centroamérica en los 150 años de su exis- tencia y qué tan homogéneo ha sido entre los países?; ¿cuáles y qué peso han tenido los factores internos y externos en la configuración, funcionamiento y modernización del capitalismo centroamericano?; y ¿cuál ha sido la relación en- tre modelos económicos y tipo capitalismo? Para responderlas, se recurre al análisis histórico-comparativo, estructural y de economía política y se enfatiza el análisis de los modelos económicos y de los 1 Por Centroamérica me refiero a la región compuesta por Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, es decir, los cinco países que hasta 1821 integraron el llamado Reino de Guatemala y que alcanzaron la independencia como Provincias Unidas del Centro de América. 2 La mayoría de estos actores generalmente son críticos de los “modelos o estilos de desarrollo” imple- mentados, pero por razones políticas e ideológicas se cuidan de no cuestionar abiertamente el tipo de capitalismo prevaleciente en la región. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 3 Alexander Segovia procesos económicos, sociales y políticos que a le confirieron su especificidad al capitalismo centroamericano y fueron factores determinantes en el surgimiento y desarrollo de sus diferentes variantes. Los procesos que se analizan en detalle son los siguientes: i) el proceso de acumulación de capital y distribución del ex- cedente; ii) la forma de inserción internacional; iii) el rol de las élites económicas locales y de las empresas multinacionales; iv) el papel del Estado y sus formas de intervención en los diferentes ámbitos de la vida social; y v) el papel de actores externos, particularmente de Estados Unidos como potencia econó- mica y política en la región. La exposición se ha organizado en tres partes. En la primera se presenta un análisis y una caracterización del capitalismo agrario que estuvo vigente en Centroamérica aproximadamente entre 1870 y 1980 y se identifican las versio- nes nacionales que se desarrollaron a lo largo del siglo XX, destacando sus características principales y las diferencias entre ellas. En la segunda parte se estudia y se caracteriza el capitalismo rentista-transnacional, cuyo surgimiento se remonta a la década de los ochenta del siglo XX, enfatizando sus caracterís- ticas principales, sus similitudes y diferencias con el capitalismo agrario, así como sus fortalezas y limitaciones. En la tercera parte se presentan las prin- cipales conclusiones del análisis realizado y se presentan algunas reflexiones sobre la economía política del capitalismo centroamericano. El capitalismo agrario-exportador y sus variantes: 1870-1980 El funcionamiento global del capitalismo agrario-exportador Los estudios académicos más relevantes sobre la historia de Centroamérica coinciden en señalar que en esta región el capitalismo surgió en la segunda mitad del siglo XIX con la introducción y desarrollo del cultivo, procesamiento y exportación de café –y posteriormente del banano– y que esta agroindustria fue un factor fundamental para lograr la incorporación de los países a la eco- nomía mundial, para cohesionar a las sociedades alrededor de un proyecto nacional y para completar la formación de los Estados nacionales, los cuales hasta ese momento eran sumamente débiles y desarticulados (Torres-Rivas, 1981; Mahoney, 2011; Bértola y Ocampo, 2013). Además, concuerdan en que los procesos de construcción de los Estados y de edificación del capitalismo tuvieron lugar en el período de las revoluciones liberales, las cuales sentaron las bases económicas y sociales del capitalismo mediante la privatización de las tierras y la creación de una fuerza laboral –mal remunerada– que pudiera encargarse de las nuevas tareas agrícolas vinculadas con la producción, Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 4 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica procesamiento y exportación de café. Posteriormente, los Estados –general- mente, aunque no siempre, controlados por las élites– se encargaron de pro- veer la infraestructura física, económica e institucional necesaria para desarrollar la agricultura de exportación (Bethell, 2001). Como resultado de estos procesos, en las primeras décadas del siglo XX, el capitalismo agrario en sus distintas variantes se había establecido en Centroamérica –primero en Costa Rica, El Salvador y Guatemala y posteriormente en Honduras y Nicaragua– y la economía agroexportadora era el eje principal de toda la vida económica y social de la región. A lo largo del siglo XX, particularmente en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo agrario centroamericano registró una moder- nización importante a través de la adopción de nuevas técnicas de producción, mediante la introducción de nuevos productos de exportación y a través de un proceso de industrialización sustitutiva de importaciones. Sin embargo, todos estos cambios no alcanzaron para transformarlo ya que fueron incapaces de alterar de manera sustancial el modelo agroexportador tradicional y la matriz de poder sobre los cuales se sustentaba. Por lo anterior, califico al capitalismo centroamericano que estuvo vigente desde 1870 hasta finales de la década de los setenta como agrario-exportador porque desde su surgimiento hasta su reemplazo definitivo estuvo estructurado com- pletamente alrededor de la economía agrícola de exportación y porque las élites agrarias que controlaban el sector agroexportador y las empresas extranjeras que controlaban los enclaves bananeros y mineros –y posteriormente buena parte del sector industrial y actividades relacionadas– eran los actores capitalistas domi- nantes y ambos tenían un control monopólico y oligopólico de la economía y una influencia –la mayoría de la veces decisiva– sobre los Estados nacionales, los cuales eran utilizados para ejercer su hegemonía y para asegurar y ampliar el proceso de acumulación de capital. El capitalismo agrario-exportador se sustentaba en un modelo económico con- trolado totalmente por las élites agrarias en el cual el excedente económico que se utilizaba para la acumulación de capital era de origen interno y provenía mayoritariamente del sector agroexportador que era donde se localizaban los principales ejes de acumulación, es decir, el cultivo, procesamiento, comercia- lización y exportación de café y posteriormente de caña de azúcar, algodón, y en algunos países la carne vacuna. A partir de la década de los sesenta el ex- cedente proveniente del exterior en forma de inversión extranjera directa (IED) cobró alguna importancia en el financiamiento de la inversión en la industria Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 5 Alexander Segovia y actividades relacionadas; sin embargo, nunca pudo competir con el abun- dante excedente interno generado en las actividades agroexportadoras. En aquellos países donde había enclaves bananeros (o mineros), el proceso de acumulación de capital era realizado por las compañías extranjeras quienes controlaban totalmente sus distintas fases debido al control monopólico que les confería la ley y a la influencia directa que tenían sobre los Estados. En estos casos, la producción se dedicaba a la exportación, la gerencia empresarial y la tecnología utilizada eran importadas y la transferencia de su dinamismo eco- nómico a las economías nacionales era generalmente escasa3 y los países cen- troamericanos proveían una fuerza laboral poco cualificada y mal remunerada que minimizaba los costos de operación de dichas empresas. En los enclaves la mayor parte del excedente generado salía hacia el exterior en forma de re- patriación de capitales debido al poder de las transnacionales y a la ausencia de regulaciones que impidieran la transferencia de renta desde Centroamérica hacia EE. UU. En el capitalismo agrario-exportador la mayor parte del excedente económico se realizaba en los mercados internacionales a través de las exportaciones, lo cual convertía a las actividades agroexportadoras en la principal fuente de di- visas y, consecuentemente, en el principal determinante de la actividad econó- mica interna y de la estabilidad financiera y cambiaria (CEPAL, 1992; Segovia, 2002, 2004b). Esta dependencia extrema de las economías de las actividades agroexportadoras le confería un enorme poder e influencia a las élites agrarias, lo cual era reforzado por el hecho de que el excedente externo jugó en general un papel limitado en el proceso de acumulación de capital. En este tipo de capitalismo la distribución del excedente económico se canali- zaba fundamentalmente a través de los sistemas financieros locales, los cuales eran poco desarrollados y estaban compuestos por bancos que en su mayoría pertenecían o eran controlados por las mismas familias agroexportadoras, por lo que en la práctica funcionaban como sus brazos financieros. También existían bancos estatales de desarrollo en donde las élites agrarias tenían influencia suficiente para incidir en el destino del crédito, por lo que en su mayoría también se utilizaba para financiar las actividades agroexportadoras. 3 Una excepción parece ser Honduras, ya que de acuerdo con Euraque (1996), la región de enclave hondureña generó un crecimiento económico endógeno mediante la relación histórica entre los capitalistas de San Pedro Sula, los mercados financieros local e internacional y la existencia de joint ventures con nuevas corporaciones multinacionales en el sector de manufacturas. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 6 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica De esta manera, gran parte del excedente económico volvía al sector agrope- cuario en forma de financiamiento bancario privado y público para financiar capital de trabajo de corto plazo y para ampliar la capacidad productiva agroex- portadora, mientras que otra parte era utilizada para invertir en otros sectores rentables de la economía, en consumo suntuario y en menor medida para finan- ciar al Estado mediante los impuestos a las exportaciones, que constituían la principal fuente de ingresos del Estado, lo que a su vez volvía a los ingresos fiscales altamente vulnerables a las fluctuaciones de los precios internacionales de los productos primarios. Esto a su vez hacía coincidir los déficits fiscales con los déficits comerciales, lo cual complicaba el manejo económico (World Bank, 1989, p. 17). Además, el nivel de otros impuestos directos e indirectos también era en parte determinado por el sector agroexportador, ya que depen- día de la evolución de la actividad económica estaba en función de dicho sector. Este control tan abrumador del proceso de acumulación de capital por parte de las élites agrarias, sumado al hecho de que su espacio de acumulación era fundamentalmente el territorio nacional y a la naturaleza productiva de los ejes de acumulación, es lo que explica el estrecho vínculo que existía en el capitalismo agrario-exportador entre la generación del excedente econó- mico, las estructuras productivas vinculadas con la agroexportación y el sistema financiero. En el capitalismo agrario-exportador, la tierra constituía el principal factor de producción y la acumulación de capital dependía de manera crítica de ella, razón por la cual su posesión y control fue una prioridad por parte de las élites agrarias y de las compañías transnacionales, quienes utilizaron a los Estados para apropiársela mediante el despojo de tierras a los campesinos y a las co- munidades indígenas y a través de la expansión de la frontera agrícola. Como resultado de estos procesos se conformó en la mayoría de los países una es- tructura agraria dual (binomio latifundio-minifundio) altamente concentrada y polarizada conformada por grandes fincas agroexportadoras y pequeñas propiedades para fines de subsistencia. Esta situación, junto a los bajos salarios pagados en el campo, explica en buena medida el carácter concentrador y excluyente del capitalismo agrario-exportador y la existencia de una extensa pobreza y exclusión social en las zonas rurales. En tales condiciones, las posibilidades de reducir las desigualdades sociales y de impulsar una industrialización basada en el dinamismo de la demanda interna simplemente no existían, razón por la cual en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, algunos gobiernos intentaron sin éxito ampliar Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 7 Alexander Segovia el mercado interno mediante la realización de reformas agrarias y a través del aumento de los salarios reales. La existencia de una estructura agraria dual sumada al carácter intensivo y estacional de los monocultivos, influyó decisivamente en la división del tra- bajo ya que provocó una escasez de empleos permanentes en el agro, confi- guró una estructura de inserción laboral agrícola en pequeñas parcelas como trabajadores familiares e incidió en que la remuneración del trabajo perma- nente en las fincas no estuviera asociada al desarrollo de la productividad sino a las condiciones del mercado influido por la sobreoferta de trabajadores eventuales (Pérez-Sáinz et al., 2003, p. 28). Además, el mercado laboral estaba altamente regulado con el objetivo de mantener los salarios reales a los nive- les más bajos posibles con el propósito de reducir los costos de producción de las haciendas y de los enclaves bananeros (Bulmer-Thomas, 1987; Sánchez-Ancochea y Martínez Franzoni, 2015). A diferencia de las empresas transnacionales que controlaban los enclaves bananeros y la industria y de algunas élites industriales locales que tenían como espacio de acumulación el territorio centroamericano, en el caso de las élites agrarias dicho espacio era fundamentalmente el nacional, el cual cuidaban celosamente de la competencia extranjera. Para ello, utilizaron su poder e influencia sobre los Estados, a fin de que se establecieran barreras arancelarias y no arancelarias a la importación de productos primarios que competían con los producidos localmente; como resultado en todos los países se conformaron monopolios y oligopolios en la agroindustria del café, azúcar y algodón y en otras actividades industriales en donde dichas élites tenían inversiones. Este carácter monopolista del capitalismo agrario-exportador reforzó la concentración del ingreso y de la riqueza en pocas manos. En el capitalismo agrario-exportador el Estado jugó un papel central en el pro- ceso de acumulación de capital y, como veremos más adelante, su forma de intervención marcó la diferencia entre sus diferentes variantes. Inicialmente el Estado procedió a la privatización de la tenencia de la tierra y a la aplicación de leyes para regular y controlar la oferta de fuerza laboral que requería el cultivo del café, y posteriormente creó las condiciones legales e institucionales que posibilitaron la consolidación de la agroindustria del café y del banano y la introducción de la caña de azúcar, el algodón, el banano y la ganadería. En términos más generales, el Estado se aseguró de preservar la estabilidad finan- ciera y cambiaria y de proporcionar crédito a las actividades agroexportadoras a través de los bancos estatales, de otorgar subsidios para los nuevos rubros Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 8 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica de producción y de impulsar la mecanización y la investigación tecnológica, así como de construir la infraestructura económica que necesitaban dichas actividades para su expansión. En el período posterior a la segunda guerra mundial en todos los países –aunque de manera diferenciada– el Estado asumió nuevas funciones y su intervención se amplió a nuevos ámbitos como la planificación, la regulación del mercado a través de la creación de empresas públicas. En el ámbito social hubo un aumento del gasto social –particularmente en educación, salud y seguridad social–; sin embargo, con la excepción de Costa Rica, la inversión social nunca fue prioridad, razón por la cual la política social tuvo un carácter residual ya que solamente cubría a una minoría, tenía bajos niveles de suficiencia y reforzaba la pauta de estratificación social (Sánchez-Ancochea y Martínez Franzoni, 2015, p. 16). En la esfera política con excepción de Costa Rica, el Estado desempeñó un rol central en el mantenimiento de un orden social injusto mediante la utilización de métodos autoritarios y represivos, en el que la democracia simplemente no tenía lugar. De hecho, en buena parte del siglo XX, en la mayoría de los países el sistema político amplió y profundizó el carácter excluyente del modelo eco- nómico y hubo un intento continuado por limitar las posibilidades de protesta y las demandas sociales; además se restringió la competencia electoral, aún en los casos en los que se mantuvieron los partidos políticos legales y hubo elec- ciones periódicas (Sánchez-Ancochea y Martínez Franzoni, 2015, pp. 32-33). Como ha señalado CEPAL (2012), en estos países la relación simbiótica entre grupos económicos dominantes –agroexportadores y comerciales– y gobiernos, y el legado de corrupción de la Colonia, los métodos represivos utilizados históricamente para asegurar la disponibilidad de mano de obra, contribu- yeron a la consolidación de sistemas políticos autoritarios y no participativos (CEPAL, 1992, pp. 10-11). Las variantes del capitalismo agrario-exportador Pese a las similitudes en su funcionamiento general, desde su surgimiento hasta su consolidación y desaparición definitiva, el capitalismo agrario- exportador centroamericano nunca fue homogéneo ya que se estructuró de acuerdo con las características específicas de cada uno de los países. Se pueden distinguir tres tipos: el capitalismo agrario-estatal de Costa Rica, el capitalismo agrario-oligárquico de El Salvador y Guatemala y el capita- lismo agrario, tradicional de Honduras y Nicaragua (Tabla 1). Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 9 Alexander Segovia Tabla 1 Tipos de capitalismo agrario prevalecientes en Centroamérica en el siglo XX Grado de Grado de con- Intervención del Principal sector de presencia de trol de las élites Estado Autonomía acumulación de EE. UU. o de las Estructura agrarias de la en el del Estado Tipo de capital/ principal empresas agraria cadena ámbito de las élites capitalismo destino de la transnacionales en agroindustrial económico- agrarias producción la conducción de del café social las economías Poco concen- Agricultura/ Agrario- Costa Rica trada mercados Parcial Alta Alta Baja estatal y no polarizada internacionales Agricultura/ Concentrada y Agrario- El Salvador Mercados Total Baja Baja Baja polarizada oligárquico internacionales Agricultura/ Concentrada y Agrario- Guatemala Mercados Total Baja Baja Media polarizada oligárquico internacionales Poco concen- Agricultura/ Agrario- Honduras trada Mercados Parcial Baja Alta Alta tradicional y no polarizada internacionales Agricultura/ Concentrada y Agrario- Nicaragua Mercados Parcial Baja Alta Alta polarizada tradicional internacionales Fuente: Elaboración propia. El capitalismo agrario costarricense es la variante más diferenciada del capitalismo centroamericano y lo hemos denominado agrario-estatal porque muchas de sus particularidades tienen que ver con la existencia de un Estado centralizado e intervencionista con autonomía suficiente de las élites agrarias para implementar políticas redistributivas a favor de la mayoría de la población y para jugar un rol protagónico en la economía. Este tipo de Estado se consolidó en la década de los cuarenta, particularmente a partir de la revolución de 1948 con el fortalecimiento de su papel en el ámbito socioeconómico y con la eliminación del Ejército Nacional, y principalmente a partir de 1953, cuando la hegemonía de los sectores progresistas que buscaban profundizar el desarrollo capitalista bajo la enseña de “un desarrollo económico socialmente orientado” se impuso (Rovira Mas, 2005, p. 118). A partir de ese momento el capitalismo costarricense tomó un sello claramente estatal que se expresó en la conformación de un sistema de protección y segu- ridad de carácter universal y en la construcción de una economía fuertemente intervenida por el Estado, quien asumió un papel rector y participó directa- mente en la producción de bienes y servicios y a través de la nacionalización del sistema financiero influyó en el proceso de acumulación de capital mediante Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 10 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica el control del crédito el cual a diferencia del resto de países centroamericanos no solo fue dirigido a los sectores agroexportadores, sino también a los pequeños y medianos productores. De esta manera el Estado costarricense se convirtió en un poderoso jugador en el ámbito económico y en el elemento cohesionador de la sociedad. La existencia en Costa Rica de este tipo de Estado tiene directamente que ver con el sistema político democrático, moderno y consistente, construido de manera temprana en ese país, el cual estaba plenamente consolidado desde mediados del siglo XX (Acuña Ortega, 2018, p. 250), que permitió la construc- ción de un Estado democrático donde sectores profesionales y políticos emer- gentes tenían una incidencia importante y servían de contrapeso a las élites agrarias (Acuña Ortega, 2018, pp. 270-271). De este modo, en Costa Rica se abrió la posibilidad de construir un tipo de capitalismo más inclusivo socialmente, con un Estado más democrático y menos desarrollado en la parte militar. En suma, el capitalismo agrario-exportador de Costa Rica fue distinto porque el desarrollo democrático temprano permitió construir un Estado democrático con suficiente autonomía para construir modelos de redistribución basados en el universalismo. Por ello no es casualidad que, a lo largo del siglo XX, solo la versión costarricense del capitalismo agrario fue capaz de producir desarrollo social para la mayoría de la población y de apuntalar la democracia y convivir con ella, pese a que los niveles de concentración del ingreso y de la riqueza eran elevados.4 Además de su carácter estatal, la forma distinta que asumió el capitalismo agrario-exportador en Costa Rica tiene que ver con otras características propias del desarrollo histórico de ese país, particularmente con el hecho que el proceso reformista que culminó con la inserción internacional mediante la exportación de café fue gradual, comenzó mucho antes que en el resto de países y se realizó sobre la base de una estructura agraria menos desigual y menos polarizada, fundamentada en la pequeña propiedad de la tierra. En esta estructura agraria el trabajo familiar fue fundamental y lejos de ser excluyente respecto del trabajo 4 De acuerdo con un estudio de CEPAL (1976), la concentración del ingreso medida por el Índice de Gini era de 0,52 en Costa Rica en los años cincuenta (CEPAL, 1976, p. 42). El mismo estudio señala que en el período 1961-1971 el Índice de Gini se redujo hasta un 0,44 y la participación-de los dos deciles inferio- res y del decil superior se contrajo de 6,0 % a 5.4 % y de 46,0 % a 34,4 %, respectivamente, mientras que los tramos intermedios aumentaron su participación de 42,0 a 60,2 lo cual benefició la distribución del ingreso (CEPAL, 1976, p. 44). Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 11 Alexander Segovia a jornal, se combinó y complementó con él en forma permanente o estacional (Samper, 2003, p. 101). Ahora bien, la existencia de la pequeña propiedad evitó que las élites agrarias tradicionales tomarán el control de la producción cafetalera y las obligó a con- centrarse en las fases de procesamiento y comercialización del grano (Sojo, 2009). Como resultado de estos procesos el capitalismo agrario-estatal costa- rricense contó desde el mismo inicio con una burguesía agrícola con poder político significativo que sirvió de contrapeso a las élites agrarias, quienes si bien tuvieron una influencia importante en la construcción y formas de inter- vención del Estado, su control no fue hegemónico ni permanente como en el resto de los países. Este rasgo resultó crucial para asegurar una mayor inclusión social ya que por una parte permitió que los beneficios de la expansión cafetalera se distribuyeran de mejor manera; y por otra, posibilitó construir una sociedad democrática y más cohesionada. La mejor distribución de la tierra y del control de la producción cafetalera por parte de pequeños y medianos propietarios, sumado a la existencia del Estado social y del aumento del empleo público propiciaron que el capitalismo agrario costarricense generara procesos de movilidad social ascendente que se tradujeron en el surgimiento de una importante clase media que se convirtió en un contrapeso al poder empresarial dentro y fuera del Estado, lo que a su vez fortaleció la autonomía de este último y consolido la democracia. Por otra parte, debido a que el proceso de transformación de la agricultura comercial y de exportación fue gradual y menos radical que en el resto de los países, Costa Rica evitó que el Estado en general, y el ejército en particular recurriera a métodos coactivos y represivos como fue el caso en el resto de la región. Contribuyó también el hecho de ser una provincia pobre, con poca población y alejada de la capitanía general de Guatemala, lo cual le permitió a Costa Rica no verse tan involucrada como el resto de los países en las guerras que se registraron en la región en el período posterior a la independencia, y por tanto le posibilitó dedicar los pocos recursos públicos al desarrollo de actividades más productivas y no a los esfuerzos bélicos. Conviene señalar además que la influencia de las empresas transnacionales en Costa Rica fue menor que otros países debido a que la inversión extranjera en la agroindustria del banano ocurrió tardíamente, por lo que cuando el enclave bananero se consolidó las élites locales ya dominaban la economía nacional (Fumero Vargas, 2004). De acuerdo con este autor, el hecho de que la economía Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 12 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica local estuviera disociada de la industria bananera es lo que explica que en el caso de Costa Rica la industria del banano no produjera hondas transforma- ciones como en otros países (Fumero Vargas, 2004, p. 9). En el extremo opuesto de la variante costarricense se encuentra el capitalismo de El Salvador y Guatemala que hemos denominado agrario-oligárquico por- que estaba fundamentado sobre una estructura agraria altamente concentrada y polarizada en la que predominaban las grandes propiedades pertenecientes a grupos económicos familiares, quienes además tenían el control de todas las fases de la cadena agroindustrial del café –producción, transformación, comer- cialización y exportación– y ejercían una influencia decisiva sobre los Estados que se caracterizaban por su alto nivel de centralización y por su naturaleza au- toritaria. En estos dos casos las élites agrarias controlaban además el sistema bancario y, consecuentemente, la distribución del excedente financiero que en su mayor parte era dirigido al financiamiento de las actividades agroexportadoras. Dada la feroz oposición de las élites salvadoreñas y guatemaltecas a la redis- tribución y a la intervención del Estado en la economía y en el ámbito social, y ante la ausencia de democracia, el capitalismo en estos países no contó con mecanismos redistributivos efectivos, lo que sumado a la existencia de salarios bajos impidió la movilidad social ascendente y provocó una elevada concen- tración de la riqueza y el poder en pocas manos. Por ello, esta variedad de capitalismo no generó desarrolló social como el costarricense y fue incapaz de apuntalar la democracia ya que ante la existencia de una estructura agraria y social sumamente polarizada y desigual requirió el uso permanente de la fuerza para mantener el orden social. De hecho, su funcionamiento generó una profunda desigualdad socioeconómica en la que la mayoría de la población padeció pobreza y exclusión mientras una minoría privilegiada acaparaba los principales beneficios del crecimiento económico y de las políticas estatales. En tales circunstancias, la posibilidad de compatibilizar capitalismo con el desarrollo social y la democracia simplemente no existía. En El Salvador, la variante del capitalismo agrario-exportador se caracterizó por el control casi absoluto que tuvo la élite agraria sobre la economía y sobre el Estado, lo cual tiene que ver con la extrema concentración del poder econó- mico y político que dichas élites detentaban, con la ausencia en el país de enclaves bananeros y mineros, así como con el hecho de que la inversión extranjera nunca fue muy alta (Menjivar, 1990; Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales, 1990). De hecho, el proceso de diversificación productiva de las décadas de Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 13 Alexander Segovia 1960 y 1970 no disminuyó el poder de la élite agraria salvadoreña ya que fue- ron ellos ya bien solos o en alianza con empresas transnacionales, los que se expandieron a otras actividades agrícolas y a otros sectores como el industrial y la construcción. Por otra parte, la escasez de tierras y su concentración en pocas manos provocó una mayor proletarización de la fuerza laboral agrícola que en los países vecinos. En Guatemala, por el contrario, las élites económicas si bien eran poderosas e influyentes, tuvieron que competir con las empresas transnacionales por el control de la economía y del Estado, con la particularidad adicional que estaban más conectadas al campo y menos diversificadas que en otros países vecinos (Sánchez-Ancochea y Martínez Franzoni, 2015, p. 30). Además, en este país la economía de exportación reflejaba las estructuras clasistas extremadamente polarizadas en las que los terratenientes controlaban a gran parte de los campesinos residentes que trabajaban en las plantaciones mediante un sistema semifeudal de obligación deuda-trabajo (Mahoney, 2002, pp. 148-149), a diferencia de El Salvador donde la producción fue más capitalista desde el principio, generando una élite más independiente. Por último se encuentra el capitalismo de Honduras y Nicaragua, que he denominado capitalismo agrario-tradicional por ser el más tardío y el menos desarrollado, lo cual tiene que ver, por una parte, con la intervención directa de Estados Unidos en el caso de Nicaragua5 y con el control de las empresas transnacionales de ese país en el caso de Honduras; y por otra, con los problemas que enfrentaron dichos países en el proceso de formación de sus Estados en parte por la influencia estadounidense, 6 lo cual retrasó su constitución y su centralización y actuó en contra de su fortalecimiento institucional. Estos procesos, sumados a las particularidades de las sociedades impidieron en ambos países el desarrollo de una élite agraria con suficiente capacidad para desarrollar la economía agroexportadora y para influir significativamente en el Estado. 5 EE. UU. ocupó Nicaragua desde 1912 hasta 1933, con una breve interrupción entre 1927 y 1928. 6 Fumero Vargas (2004) argumenta que el proceso de creación del Estado-nación en Honduras se forta- leció sobre todo a partir de una fuerte dependencia de inversionistas extranjeros, en especial estadou- nidenses, que en el mediano plazo minaron la capacidad de consolidar un Estado soberano (Fumero Vargas, 2004, p. 7). En el caso de Nicaragua, Acuña Ortega (2018) afirma que la dinámica interna, la dinámica política centroamericana y la geopolítica global en la región del Caribe y de América Central conspiraron contra la formación del Estado en ese país. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 14 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica En el caso de Honduras el tránsito hacia el capitalismo fue diferente al resto de países ya que no se realizó a través del café, sino de la minería y posteriormente del banano, actividades que eran controladas por empresas transnacionales estadounidenses. Las implicaciones del control del capital extranjero de la economía bananera fueron enormes, ya que por una parte condujo a una pér- dida importante de la soberanía nacional que socavó el desarrollo institucional del país (Mahoney, 2002); y por otra, retrasó la modernización económica y el desarrollo agroexportador ya que la presencia de las empresas transnacionales y su enorme control sobre el Estado restaron incentivos para que los empresa- rios locales incursionaran en los nuevos rubros dinámicos como el café y el algodón. La excepción fue la ganadería de carne que tuvo un dinamismo comparable en términos regionales a fines de la década de 1970 (Vilas, 1988, p. 48). En términos políticos, el enclave bananero obstaculizó la consolidación de una elite económica fuerte y autónoma como la que se desarrolló en El Salvador y Guatemala y condenó a las élites agrarias a una relación de subordinación respecto de las empresas estadounidenses, lo que explica en parte su menor influencia sobre el Estado y sobre los militares. De acuerdo con (Mahoney, 2002), la clase económica dominante de Honduras carecía de las dos fuentes tradicionales de poder ejercidas típicamente por las élites económicas en Centroamérica: el control sobre la tierra y la influencia en la política interna. Este mismo autor señala que la élite hondureña, se bifurcó en una élite económica compuesta por actores comercial-mercantiles (no élites terratenientes) establecidas cerca de San Pedro de Sula, en la zona bananera del norte, y en una élite política, conformada por los políticos de Tegucigalpa que se hallaban al margen de la clase dominante y de la economía bananera (Mahoney, 2002, pp. 150-151). Debido a la poca influencia sobre el Estado y a su débil posición comercial, la élite hondureña no estuvo en medio de ningún conflicto de clase, con campesinos o trabajadores en el enclave, lo cual implicó que en Honduras el antagonismo de clase se centrara en la distribución del ingreso en vez de concentrarse en los aspectos meramente políticos (Fumero Vargas, 2004, p. 7). Conviene señalar además que la estructura agraria de Honduras era menos concentrada y polarizada que la prevaleciente en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, en parte debido a la existencia de pequeñas propiedades y a los repartos de tierras implementados en la década de los sesenta y setenta por los gobiernos militares. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 15 Alexander Segovia Nicaragua, por su parte, fue un caso tardío en el proceso de formación del Estado y de la economía agroexportadora y fue un protectorado de Estados Unidos en el periodo 1912-1933, lo cual, al igual que en Honduras, impidió la formación del Estado, el cual durante el período de ocupación fue utilizado por Estados Unidos para asegurar la permanencia en el poder de gobiernos afines y para resguardar los intereses de los inversionistas estadounidenses en el país. La intervención estadounidense también impidió el desarrollo de una economía agroexportadora y el surgimiento de una élite agraria (cafetalera) fuerte y autónoma como en El Salvador y Guatemala. Ante la ausencia de un desarrollo agroexportador, el vínculo inicial de Nicaragua con el mercado internacional fue la exportación de oro y plata; sin embargo, el impacto de esta actividad en la sociedad fue más bien escasa, ya fuera porque se explotaba clandestinamente o porque estaba en manos de extranjeros (Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales, 1990, p. 4). En suma, en el caso de Nicaragua perseveró por mucho tiempo un sistema de carácter extractivo dominado por la familia Somoza, con poca capacidad de desarrollar un modelo económico dinámico e independiente, y con élites tradicionales muy divididas (Sánchez-Ancochea y Martínez Franzoni, 2015, pp. 30-31). Finalmente conviene señalar que, en el caso de Nicaragua, la estructura agraria era altamente concentrada y polarizada, pareciéndose más a la prevaleciente en El Salvador y Guatemala. El capitalismo rentista-transnacional: 1980-2020 El funcionamiento del capitalismo rentista-transnacional Lo que los reformistas y revolucionarios centroamericanos no pudieron lograr a lo largo del siglo XX, ocurrió finalmente a partir de la década de los ochenta, cuando el impacto acumulado de un conjunto de fenómenos mundiales, regionales y nacionales de naturaleza económica y extraeconómica, provocó en todos los países centroamericanos –aunque a distintos ritmos– el fin del modelo agroexportador tradicional y propició el surgimiento de un nuevo modelo económico basado en el dinamismo de los servicios, el comercio y las exportaciones no tradicionales agrícolas e industriales (Segovia, 2002, 2005). El cambio estructural fue de tal profundidad que, junto con el nuevo modelo, en la década de los noventa emergió un nuevo tipo de capitalismo, el cual hemos denominado rentista-transnacional, por estar controlado por las empresas transnacionales y por poderosos grupos económicos transnacionales Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 16 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica de origen centroamericano que valiéndose de su poder de mercado y de su influencia en el Estado definen las reglas del juego económico y obtienen rentas extraordinarias, porque su funcionamiento se enmarca en la lógica y profundización de la globalización capitalista mundial, y porque en la mayoría de los países su dinamismo depende del consumo impulsado por las remesas familiares que envían los centroamericanos viviendo en el exterior. La existencia del capitalismo rentista-transnacional centroamericano es un hecho histórico relevante que con pocas excepciones ha pasado desapercibido e ignorado en los círculos académicos e intelectuales. En parte, esto se debe a que su surgimiento coincidió con la generalización en América Latina del nuevo modelo económico basado en políticas favorables al mercado y en el crecimiento económico guiado por las exportaciones (Bulmer-Thomas, 2010, p. 13), el cual reforzó las características del capitalismo que ya existía en muchos países de la región antes de 1980 y que ha sido catalogado por algunos como capitalismo jerárquico.7 En el caso de Centroamérica, sin embargo, el nuevo modelo económico junto con las profundas transformaciones ocasionadas por las guerras civiles, las migraciones, las remesas, las políticas neoliberales, las estrategias de moder- nización económica y empresarial impulsadas con EE. UU. y las reformas estructurales implementadas en algunos países para quebrar la matriz agroexportadora y para quitarle poder a las élites agrarias tradicionales, transformaron por primera vez en la historia las bases económicas, sociales y políticas del capitalismo agrario-exportador y posibilitaron el surgimiento de un nuevo tipo, cuyo funcionamiento y principales características se deta- llan a continuación. En el modelo económico que sustenta el capitalismo rentista-transnacional la mayor parte del excedente que se utiliza en el proceso de acumulación de capital proviene del exterior en forma remesas familiares 8 que envían los centroamericanos viviendo en el extranjero –principalmente en EE. UU.– y de inversión extranjera directa realizada por las empresas multinacionales y por los grupos económicos centroamericanos transnacionales. Esta característica del modelo contrasta con lo ocurrido en el caso del modelo agroexportador 7 Para una discusión sobre el concepto de capitalismo jerárquico y su aplicación en el caso de Guatemala ver Segovia (2021). 8 Esta interpretación de las remesas como excedente externo es opuesta a aquella que considera a las remesas como exportaciones (una maquiladora ubicada en Estados Unidos) o la que considera que las remesas son un subsidio del exterior proveniente de EE. UU. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 17 Alexander Segovia tradicional donde la principal fuente del excedente era de origen interno, proveniente principalmente del sector agroexportador y el ahorro externo jugaba un papel complementario. El excedente externo proveniente de las remesas familiares es el resultado de las migraciones masivas –la mayoría de ellas forzadas– provocadas por la crisis socioeconómica, la violencia y la inseguridad registrada en Centroamérica en la década de los ochenta que tuvieron como destino principal Estados Unidos. Estos recursos se comenzaron a masificar en la década de los noventa y actualmente constituyen en la mayoría de los países –con excepción de Costa Rica– la primera fuente de divisas, representando más del 20 % del PIB en El Salvador y Honduras y entre el 14 % y el 16 % en Guatemala y Nicaragua (Figura 1). Figura 1 Centroamérica. Evolución de las remesas familiares. Período 1980-2020. (como porcentaje del Producto Interno Bruto) El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua Costa Rica 30.00 25.00 20.00 15.00 10.00 5.00 0.00 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 2016 2018 2020 Fuente: Base de datos del Banco Mundial (período 1980-2020), Base de datos del Banco Mundial (Período 1980-1994) y Banco Central de Reserva (periodo 1995-2020). En la mayoría de países el monto de las remesas excede con creces el monto de la IED y de las exportaciones, lo que las convierte en la principal fuente de divisas y por tanto en uno de los principales determinantes del nivel de actividad económica interna y de la estabilidad financiera y cambiaria; además, en tanto transferencias del exterior, estos recursos forman parte del Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 18 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica ahorro nacional de los países y por tanto una proporción de ellas financia la inversión contribuyendo de esta manera a superar la restricción externa al crecimiento (Segovia, 2002, 2005). Además, las remesas facilitan el proceso de formación de capital fijo y mediante el financiamiento del resto de las importaciones contribuyen a satisfacer la demanda interna y a superar los cuellos de botella en los diferentes mercados de bienes. Sin embargo, la disponibilidad de remesas ha provocado que en algunos países el monto de las importaciones supere al de las exportaciones, lo cual además de generar una mayor dependencia externa, provoca un aporte neto negativo del sector externo a la contabilidad del crecimiento (Beteta y Moreno-Brid, 2014, pp. 29-33). Por otra parte, y debido a que en su mayoría son dedicadas a financiar el consumo, las remesas representan uno de los principales dinamizadores del consumo privado y, por ende, de la demanda interna. En términos sociales, las remesas constituyen un importante instrumento redistributivo ya que parte de ellas son recibidas por familias pobres, quienes las utilizan para satisfacer necesidades básicas y para inversión en bienes duraderos y no duraderos. Las remesas entran a Centroamérica principalmente a través de los sistemas financieros locales, los cuales están controlados en la mayoría de los países por conglomerados financieros internacionales y regionales, quienes lo utilizan para financiar el proceso de acumulación de capital, el consumo y las importaciones de todo tipo. Debido a que la mayoría de estos conglomerados tienen poco o ningún vínculo con las estructuras productivas locales, en todos los países se ha roto o debilitado la relación estructural que existía en el capitalismo agrario-exportador entre la esfera productiva y la esfera de la circulación del excedente o, dicho de otro modo, entre el ahorro financiero y la acumulación de capital, lo cual ha afectado negativamente las inversiones productivas y ha alentado el consumo, las importaciones y las inversiones especulativas y poco productivas como el comercio y la construcción y desarrollo de centros comerciales. Este cambio del uso del excedente financiero explica en buena medida la enorme brecha existente en algunos países del área entre el ahorro financiero y el ahorro real (Segovia, 2002, 2005). De ahí la naturaleza rentista y especulativa de este tipo de capitalismo. La segunda fuente de excedente externo es la inversión extranjera directa realizada por compañías multinacionales –incluidas las llamadas multilati- nas–, y por los grupos económicos centroamericanos transnacionales para quienes el mercado regional constituye un espacio de acumulación funda- mental. La llegada y presencia creciente en Centroamérica de estos actores fue Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 19 Alexander Segovia incentivada por la implementación en 1984 por parte de Estados Unidos de la Ley de Recuperación Económica de la Cuenca del Caribe –también conocida como la Iniciativa para la Cuenca del Caribe–, que promovió la IED, alentó la creación de zonas francas y favoreció el traslado de la producción de textiles y de confección de Estados Unidos a Centroamérica y al Caribe; por las políticas de liberalización, desregulación y privatización inspiradas en el paradigma neoliberal aplicadas a diferentes ritmos por los países centroamericanos en las décadas de los ochenta y noventa; y por la firma de distintos acuerdos comer- ciales, especialmente el acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos (CAFTA, por sus siglas en inglés). Figura 2 Centroamérica. Inversión Extranjera Directa. 1990-2019 (millones de dólares) El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua Costa Rica US$3,500.0 US$3,000.0 US$2,500.0 US$2,000.0 US$1,500.0 US$1,000.0 US$500.0 US$0.0 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 -US$500.0 -US$1,000.0 -US$1,500.0 Fuente: Elaboración propia a partir de Base de datos del Banco Mundial (período 1990- 2019), Base de datos del Banco Mundial (período 1990-2009) y Banco Central de Reserva (periodo 2010-2019). La principal forma de adquisición de las empresas locales por parte de las empresas multinacionales ha sido a través de la compra de activos existentes mediante fusiones y adquisiciones (Sánchez Díez y Martínez Piva, 2014, pp. 18-19), proceso que fue favorecido y facilitado por las privatizaciones de empresas públicas. Las empresas multinacionales y los grupos transnacionales centroamericanos han concentrado sus inversiones en los principales espacios de acumulación del nuevo modelo, los cuales no solo se encuentran en las actividades agroexportadoras e industriales como en el capitalismo agrario- Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 20 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica exportador, sino también –y en algunos países mayoritariamente – en los sectores secundarios y terciarios, particularmente en las actividades relacionadas con los servicios industriales, turísticos, inmobiliarios y logísticos –cadenas de supermercados, centros comerciales, construcción de viviendas, banca, seguros, hoteles, empresariales a distancia, software, call centers, electricidad, comunicaciones, energía, etc.–, el comercio, la industria tradicional, extractiva y para exportación, y la agroindustria de alimentos, entre otros. Como resultado, estos actores controlan las actividades económicas más dinámicas y rentables y son propietarios de los principales activos económicos y productivos de Centroamérica, lo cual ha reforzado la tendencia a la desnacionalización de las economías y ha aumentado considerable su poder económico y político en toda la región (Segovia, 2005, 2018, 2021). Además, la concentración de activos en manos extranjeras ha reforzado el carácter monopólico y oligopólico de las economías centroamericanas ya no solo en las actividades agropecuarias e industriales como en el pasado, sino también en las actividades de servicios y aquellas vinculadas con las exportaciones, lo que combinado con la ausencia de instrumentos adecuados para regular la competencia, con la falta de independencia y poder de las autoridades de competencia y con el poder e influencia de los actores económicos transnacionales, ha provocado abusos de poder de mercado por parte de estos últimos (Rivera y Schatan, 2008 pp. 35-36). Asimismo, la falta de regulaciones adecuadas para controlar los movimientos de capital ha contribuido a que las ganancias de productividad se fuguen vía rentas al exterior. Además, a diferencia del pasado, buena parte de este excedente no se queda en la región, sino que sale hacia el exterior en forma de repatriación de utilidades (Beteta y Moreno-Brid, 2014; Sánchez Díez y Martínez Piva, 2014). La presencia de inversionistas internacionales en actividades dinámicas, sumado a las políticas de fomento de exportaciones implementadas en todos los países, han modificado la forma de inserción internacional de Centroamérica, convirtiéndola en una plataforma suministradora de bienes de escaso valor añadido en el marco de procesos productivos globales y en proveedor de insumos de bajo costo para las cadenas globales de valor o bienes finales que dependen de las decisiones de las casas matrices extranjeras (Sánchez Díez y Martínez Piva, 2014). Esta forma de inserción internacional se complementa con la inserción de la región a través de las migraciones y las remesas; y juntas han reforzado la tradicional dependencia de Centroamérica con EE. UU., país que además de ser el principal destino de los migrantes y de las exportaciones, es de Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 21 Alexander Segovia donde provienen la mayoría de las remesas familiares, la inversión extranjera directa y las importaciones de bienes. Una novedad del modelo económico en que se basa el capitalismo rentista- transnacional es que el mercado interno –y centroamericano– también desempeña un papel importante en la realización del excedente debido al incremento de la demanda interna y regional derivada del consumo impulsado por las remesas familiares, de la mayor disponibilidad de crédito para consumo y en menor medida del aumento de los ingresos provenientes de mayores empleos urbanos. El aumento de la demanda interna ha dinamizado los servicios y el comercio en todos los países y ha incentivado a los actores económicos internacionales y regionales a aumentar su presencia y disputarse el mercado local y regional. Sin embargo, la expansión del mercado interno enfrenta un límite casi insuperable debido a que la nueva inserción internacional está basada en la competitividad otorgada por los salarios bajos y no en el aumento de productividad.9 Los salarios bajos atentan contra el desarrollo del mercado interno que requiere para su expansión en el mediano plazo de un aumento sostenido de los salarios reales y disminuye las posibilidades de contar con una fuerza laboral más capacitada y educada, que es la que demandan los sectores más dinámicos y muchos de las actividades relacionadas con el sector servicios. Sobre este último punto conviene subrayar que debido a la importancia de los servicios y el comercio en el proceso de acumulación, el modelo económico actual es más intensivo en la utilización de fuerza laboral femenina y de fuerza laboral semicalificada, lo cual constituye otra novedad con respecto al capitalismo agrario-exportador que era más intensivo en la utilización de fuerza laboral masculina no calificada –fundamentalmente rural–. Sin embargo, los potenciales efectos positivos de una mayor demanda laboral femenina y más calificada son contrarrestados por el pago de bajos salarios y por la desigualdad salarial que existe entre los hombres y las mujeres. En el capitalismo rentista-transnacional el excedente externo se complementa con el de origen interno que a diferencia del pasado ya no proviene mayoritariamente del sector agroexportador tradicional, sino también de las nuevas actividades dinámicas localizadas en los sectores de servicios y 9 En el período 1990-2016 la productividad laboral de Centroamérica aumentó un 37 % lo que equivale a un aumento acumulativo promedio del 1,2 % anual, aunque en las actividades que absorben una gran cantidad de mano de obra –las actividades agrícolas, manufactureras y comerciales– la productividad laboral disminuyó o, en el mejor de los casos, se estancó (CEPAL, 2018). Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 22 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica comercio y en el mismo sector agropecuario –como es el caso de las exportaciones agrícolas no tradicionales–. Por ello, la agro-exportación tradicional ya no es el principal generador de excedente y las divisas por él generadas han dejado de ser el principal determinante del nivel de actividad económica y de la estabilidad financiera y cambiaria, todo lo cual le ha restado poder influencia a las élites agrarias, 10 quienes además por el proceso de democratización registrado en la región –que en algunos países se tradujo en la llegada al poder de fuerzas políticas reformistas– también vieron reducida su influencia dentro del Estado. En el proceso de acumulación de capital que tiene lugar en el modelo económico actual, la tierra agrícola juega un rol relevante, sobre todo en aquellos países en que el sector agropecuario sigue siendo un eje de acumulación importante. Sin embargo, para los actores económicos cuyos intereses están en los sectores secundarios y terciarios la tierra agrícola ya no constituye su base principal de acumulación (Segovia, 2004b, 2005). Para ellos, lo importante es disponer de cualquier tipo de tierra –urbana o rural– donde puedan desarrollar y expandir sus negocios –turismo, complejos agroindustriales, industriales y comerciales, generación de energía, industria extractiva, entre otros– razón por la cual los territorios rurales son fundamentales. Este cambio en el uso de la tierra ha provocado en la mayoría de los países un aumento de la renta de ese activo, lo cual se ha convertido en un desestimulo para la producción agropecuaria, ya que de manera creciente es dedicada para construcción de viviendas, centros comerciales y zonas industriales. Además, la mayor demanda de tierras urbanas y en las zonas costeras y de montaña ha significado una mayor presión sobre los recursos naturales. Al igual que en el capitalismo agrario-exportador, en el rentista-transnacional el Estado juega un papel central en el proceso de acumulación y en asegurar las condiciones de su reproducción. Además de desempeñar las funciones tra- dicionales de mantenimiento de la estabilidad macroeconómica y financiera, de velar por la seguridad y de crear y mantener la infraestructura física, en las últimas décadas el Estado ha sido un actor fundamental promoviendo la eco- nomía de mercado y la profundización de la integración internacional de los países, principalmente con Estados Unidos. Para ello habilitó nuevos espacios 10 Una excepción notable es la élite vinculada a la agroindustria del azúcar, que no solo ha sido capaz de mantener su poder, sino que en algunos países incluso lo ha aumentado a nivel regional como resultado de la incursión en otros países, de la modernización y transformación de los procesos productivos y de la diversificación de la producción del sector –sobre todo a través de la generación de energía y la pro- ducción y/o comercialización de etanol–. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 23 Alexander Segovia de acumulación antes vedados al sector privado mediante la privatización de activos y empresas públicas, promovió y en algunos países ha facilitado el otorgamiento de concesiones para la explotación de recursos naturales, para lo cual ha tenido que flexibilizar –e incluso omitir– las regulaciones medio am- bientales. Además, ha sido el actor central en la facilitación de la entrada de la inversión extranjera mediante la liberalización y la desregulación de las eco- nomías, a través de la firma de tratados de libre comercio y mediante el forta- lecimiento y expansión de la institucionalidad relacionada con el fomento de las exportaciones. En la mayoría de los países, el desarrollo de estas nuevas funciones ha ido acompañado de un repliegue del Estado del mercado, –controles de precios, participación directa como productor, etc.– y en algunos sectores como el agropecuario, lo cual refleja la pérdida de influencia de las élites agrarias y la menor prioridad que tiene el agro en este tipo de capitalismo. Para cumplir con estas nuevas atribuciones los Estados centroamericanos fueron reestructurados –y en algunos casos reducidos–, lo cual en algunos países afectó negativamente su función social, así como su capacidad para promover la democracia. Por ejemplo, el vacío dejado por el Estado en el ámbito de la protección social lo ha llenado en parte la familia, sobre quien ha recaído el manejo de riesgos, principalmente a través de la emigración, del autoempleo y de las redes comunitarias (Martínez Franzoni, 2008). Según esta autora, esto tiene que ver con el nuevo modelo de acumulación, para el cual estas estrategias familiares resultan fundamentales para la supervivencia de una gran proporción de la población, pero también para los sectores más poderosos del nuevo modelo, y considera que en estos países, la emigración y las remesas familiares que esta genera son a la vez estrategia de supervivencia y pilar del nuevo modelo de acumulación (Martínez Franzoni, 2008). Sin embargo, hay que señalar que en algunos períodos el gasto social aumentó lo cual tuvo un impacto positivo en términos de reducción de la pobreza (Beteta y Moreno-Brid, 2014, p. 240). Finalmente hay que mencionar que el surgimiento del capitalismo rentista- transnacional coincidió con la adopción en toda Centroamérica de la democracia formal como sistema político y con un mayor respeto de los derechos humanos y de las libertades individuales producto de los procesos de paz ocurridos a fines del siglo pasado. Esta situación, sumada al debilitamiento de los sindicatos y a la mayor flexibilidad del mercado laboral redujo la necesidad de las élites Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 24 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica económicas de apostarle a Estados represivos y autoritarios. Además, la lle- gada al poder en algunos países de gobiernos de izquierda o progresistas per- mitió a algunos Estados ganar autonomía –al menos temporalmente– respecto a las élites económicas y a las empresas multinacionales. En estos casos, los Estados pudieron impulsar reformas sociales importantes y fortalecerse finan- cieramente mediante el incremento de los ingresos fiscales. A manera de resumen, en la Tabla 2 se presentan las principales diferencias y similitudes entre el capitalismo rentista-transnacional y el agrario-exportador. Como puede apreciarse, existen diferencias importantes entre los dos, espe- cialmente los actores económicos que controlan las economías, el origen del excedente, los sectores y espacios de acumulación, el tipo de mano de obra utilizada, el rol del sistema financiero y el papel del Estado. Sin embargo, am- bos tipos de capitalismo comparten las características básicas que los diferen- cian de los tipos de capitalismo existentes en otras partes del mundo, es decir su carácter altamente concentrador y excluyente; su poca eficiencia y su poca capacidad de generación de empleo de calidad; su extrema dependencia de la economía internacional, particularmente de la estadounidense, su carácter monopólico y oligopólico y su escasa capacidad para convivir con la democra- cia debido a que en lugar de contribuir a la construcción de sociedades más justas e integradas, profundizan las desigualdades económicas y sociales entre los ciudadanos y provocan una insatisfacción social permanente. Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 25 Alexander Segovia Tabla 2 Centroamérica. Comparación entre el capitalismo agrario-exportador y el rentista-transnacional Capitalismo agrario-exportador Capitalismo rentista-transnacional Grupos económicos familiares Grupos económicos transnacionales Actores económicos nacionales vinculados a la agricultura y diversificados y empresas principales empresas transnacionales vinculadas a transnacionales con presencia nacional, los enclaves bananeros y a la industria regional e internacional Origen principal del excedente Interno/externo Externo/interno Principales sectores de Primario y secundario Terciario, secundario, primario acumulación Principal espacio de Mercado interno, regional e Mercado internacional acumulación internacional Principal fuerza laboral No calificada No calificada y semicalificada utilizada Vínculo entre el sistema financiero y la dimensión Fuerte Débil productiva Principal forma de intervención del Estado en la Directa Indirecta economía Grado de desregulación económica y de estructuras Alto Alto monopólicas y oligopólicas Dependencia de la economía Alta Alta internacional Tendencia a la concentración del Alta Alta ingreso y de los activos Capacidad de generar empleo de Baja Baja calidad Capacidad para convivir y Nula Baja apuntalar la democracia Fuente: Elaboración propia. Las variedades del capitalismo rentista-transnacional Al igual que en el capitalismo agrario-exportador, en el rentista-transnacional también existen distintas variedades; sin embargo las diferencias son menos marcadas debido que a medida que se ha ido consolidando, ha tenido lugar un proceso gradual, pero consistente de homogenización de este tipo de capi- talismo entre los países provocado por las fuerzas de la globalización y por la Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 26 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica presencia en el área de las empresas transnacionales y de los grupos económi- cos centroamericanos transnacionales, quienes aplican similares prácticas em- presariales y laborales en los países donde operan y ejercen una influencia sig- nificativa en los Estados y en las sociedades. La versión más diferenciada es la costarricense, que se caracteriza por ser más productiva, por no depender para su funcionamiento de las migraciones y las remesas familiares y por ser –hasta ahora– la menos depredadora del medioambiente. Estas diferencias responden a diversos factores, entre los que sobresalen la temprana implementación de programas de estabilización y ajuste estructural que tuvo que realizar Costa Rica en la década de los ochenta para lidiar con la crisis de la deuda externa y para superar la restric- ción externa al crecimiento a través del desarrollo de su propia capacidad de generación de divisas.11 Como resultado de este proceso, en las siguientes décadas este país experi- mentó un importante proceso de diversificación y especialización exportadora que lo diferencia del resto de la región. El logro del nuevo perfil exportador tiene que ver a su vez con el nivel educativo de su fuerza laboral, que le per- mitió a Costa Rica atraer inversión extranjera –mediante una política selectiva de promoción– y especializarse en nichos que requieren personal calificado. Por su parte, la naturaleza menos depredadora del capitalismo rentista-trans- nacional costarricense tiene que ver con la cultura de cuido y respeto del me- dio ambiente que caracteriza a la sociedad costarricense desde hace bastante tiempo, con la existencia de mejores regulaciones ambientales y con la aplica- ción de políticas de fuentes de energía limpia, entre otros factores. En buena medida, los mejores atributos del capitalismo rentista-transnacional costarricense tienen que ver –como en el caso del capitalismo agrario-exporta- dor–, con el rol del Estado, el cual pese a la implementación de políticas eco- nómicas de inspiración neoliberal que afectaron la calidad y eficiencia de los servicios públicos y su rol redistributivo, ha mantenido los mecanismos de le- gitimidad y consenso social existentes después de 1948 (Castro Valverde, 1995), sigue manteniendo centralidad en el funcionamiento de la sociedad y de la economía (Acuña Ortega, 2018, pp. 270-271) y su papel continúa siendo 11 Costa Rica comenzó más temprano el ajuste estructural obligado por la crisis de la deuda de principios de la década de los ochenta y porque no tuvo la opción de posponerlo como otros países vecinos, quie- nes gracias a la ayuda directa de Estados Unidos pudieron realizar ajustes heterodoxos y menos drás- ticos. Para un análisis del caso de El Salvador (Segovia, 2002). Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 27 Alexander Segovia determinante y estructural (Llaguno et al., 2014, p. 18). En efecto, el Estado cos- tarricense todavía cuenta con instrumentos que le permiten ser un actor econó- mico importante como es el caso, por ejemplo, de su participación directa en el sector financiero, en el de comunicaciones y en el de energía a través de sus propias empresas, las cuales compiten con los sectores empresariales. Además, tiene una importante capacidad de regulación y –aunque cada vez con más di- ficultades– sigue desempeñando su rol redistributivo a través del sistema de protección y de políticas sociales universales. Tabla 3 Centroamérica. Variedades de capitalismo rentista-transnacional Costa Rica El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua Presencia e influencia de empresas transnacionales y Alta Alta Alta Alta Alta grupos centroamericanos transnacionales Tipo de maquila Textil (paquete Electrónica Textil Textil Textil predominante completo) Incorporación tecnológica a Intermedia Baja Baja Baja Baja procesos productivos Tipo de mano de obra más Calificada y No calificada y No calificada y No calificada y No calificada y utilizada semicalificada poco calificada poco calificada poco calificada poco calificada Importancia de las remesas Baja Alta Alta Alta Alta familiares Dependencia de EE. UU. Alta Alta Alta Alta Alta Participación del Estado en la Alta baja baja baja baja economía y en el ámbito social Fuente: Elaboración propia. Sin embargo, la experiencia de los últimos años muestra que el capitalismo costarricense es cada vez menos excepcional, particularmente en lo referente a la alta dependencia de la economía norteamericana, al alto grado de desna- cionalización de la economía y su consecuente control por parte de empresas internacionales y de grupos centroamericanos transnacionales y al carácter Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 28 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica altamente concentrado y excluyente que se evidencia en una mayor concen- tración del ingreso12 y de la riqueza en pocas manos, lo cual se ha traducido en patrones de consumo diferenciados entre los distintos grupos sociales y en una limitación de la movilidad social ascendente. Estas tendencias son en parte el resultado de la aplicación de políticas de inspiración neoliberal que hicieron que el Estado perdiera capacidad distributiva debido a la reducción de la carga fiscal y al deterioro de la distribución primaria a través del empleo y las re- muneraciones (Sojo, 2010, p. 14). Esta situación sumada al debilitamiento del Estado social y a las dificultades financieras y políticas para preservarlo, ha- cen prever –de no tomarse medidas correctivas–, que en el futuro el capita- lismo costarricense se parecerá cada vez más al existente en el resto de los países centroamericanos, lo cual, de llegar a suceder, pondría en grave riesgo su democracia. La versión salvadoreña del capitalismo rentista-transnacional también tiene diferencias importantes con el resto debido a las especificidades del proceso político y socioeconómico registrado desde finales de la década de los setenta que tuvo como contexto general la guerra civil y la crisis socioeconómica y las migraciones masivas asociadas a ella, la implementación por parte de Estados Unidos de diversas estrategias destinadas a evitar el triunfo de las fuerzas gue- rrilleras y a modernizar la economía y las élites económicas y, en la década de los noventa, la entrada masiva de remesas familiares, la realización de refor- mas económicas de corte neoliberal y la implementación del proceso de paz que incluyó una importante reforma política e institucional que terminó con el Estado agrario y fortaleció la democracia electoral. En efecto, el modelo económico salvadoreño que sustenta el capitalismo ren- tista-transnacional surgió a partir del colapso total de la economía agroexpor- tadora ocurrido en la década de los ochenta y en medio del desplazamiento de las élites agrarias del control del Estado en la mayor parte de esa década; y se consolidó con el ascenso al poder a partir de junio de 1989, de unas élites 12 Un estudio coordinado por el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN) y el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Costa Rica, con el apoyo técnico de la CEPAL señala que contrariamente a lo experimentado por la mayoría de países de América Latina, en Costa Rica han aumentado los niveles de concentración del ingreso tanto en las zonas urbanas como rurales y menciona que el coeficiente de Gini pasó de 0,505 en 2000 a 0,512 en 2014, según los datos de la Encuesta Nacional de Hogares (CEPAL, 2016, p. 85). Apunta además que a pesar del crecimiento económico que ha tenido Costa Rica, la pobreza extrema sigue siendo un fenómeno constante y se encuentra estancada desde hace más de dos décadas (CEPAL, 2016, p. 92). Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 29 Alexander Segovia económicas que poco tiempo después de acceder al control del Estado aban- donaron el discurso de construir una economía productiva sustentada en las exportaciones no tradicionales agrícolas e industriales y comenzaron a cons- truir un modelo económico fundamentado en el consumo y en el dinamismo de los servicios –financieros, comerciales, industriales, logísticos– y del comer- cio, en donde el apoyo a las actividades agroexportadoras –con excepción de la agroindustria azucarera–, al agro y a la industria tradicional, nunca fueron prioridad (Segovia, 2002). De esta manera se configuró un modelo económico especulativo y poco productivo en donde los grupos económicos vinculados a la banca y a los servicios utilizaron su influencia en el Estado para construir un capitalismo a su medida. La culminación de este proceso ocurrió en el año 2001, cuando las élites financieras impusieron la dolarización de la economía, lo cual hizo al sector bancario particularmente atractivo para los inversionistas extranjeros (Sánchez-Ancochea y Martínez Franzoni, 2015, p. 68). En la pri- mera década del presente siglo, estos grupos vendieron la banca y muchas de sus empresas insignias a compañías multinacionales, lo cual generó un proceso acelerado de desnacionalización de la economía con el consecuente aumento del poder e influencia de los actores económicos internacionales. En la conformación de este modelo consumista y rentista jugó un rol funda- mental el Estado, que durante los 20 años consecutivos (1989-2009) que estuvo bajo el control del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), fue reducido y reestructurado a favor del capital y fue utilizado por las élites económicas vinculadas a la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) –financiado por Estados Unidos– para impulsar un agresivo proyecto de mo- dernización capitalista inspirado en el paradigma neoliberal, pero adaptado a sus intereses particulares. Estas élites utilizaron al Estado para expandirse y consolidarse, para lo cual se hicieron con el control de la banca que había sido nacionalizada en 1980 –que les permitió acceder al control del excedente externo e interno– y utilizaron deliberadamente el tipo de cambio como un ancla antiinflacionaria en la mayor parte de la década, lo cual afectó a los sec- tores exportadores. Asimismo, mediante la privatización de empresas públicas, tomaron el control de los espacios de acumulación que estaban en manos del Estado, particularmente la telefonía y el sector eléctrico. En este período el apoyo estatal a la agricultura fue eliminado o reducido al mínimo, las políticas sectoriales de fomento productivo fueron suspendidas por considerarse contraproducentes para el libre juego del mercado y el Estado dejó de intervenir directamente en los diferentes mercados –con excepción del mercado cambiario–; todo lo cual dejo a los sectores productivos sin ningún Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 30 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica tipo de protección ante la competencia externa. Como resultado, el modelo económico salvadoreño se hizo cada vez menos productivo y más dependiente de las remesas para asegurar las importaciones –incluidas la importación de ali- mentos– y la economía registró un importante proceso de desnacionalización. En el ámbito social, el Estado asumió un papel puramente subsidiario, lo cual significó en la práctica el abandono de la concepción universal de la política social existente antes de 1990, por el concepto de focalización de los servicios sociales en los sectores más vulnerables y en las áreas más pobres del país y procedió a la privatización de la ejecución de algunos servicios sociales o rela- cionados con estos. Sin embargo, hubo un aumento del gasto social, sobre todo en educación, lo cual tiene que ver con el interés de las élites económicas de contar con una fuerza laboral más calificada. El rol del Estado cambió notablemente con la llegada al poder del primer gobierno de izquierda (2009-2014), quien restableció algunos servicios estatales de apoyo a la producción, particularmente al sector agropecuario, creó una banca estatal de fomento, reintrodujo políticas sectoriales de apoyo a los sectores productivos y fortaleció la institucionalidad estatal relacionada con la regulación de mercados y con la protección al consumidor. En el ámbito social amplió la función social del Estado a través del impulso de una reforma de salud que permitió avanzar en la universalidad de este servicio y de la im- plementación del Sistema de Protección Social Universal y de la Política de Desarrollo Social que incorporó nuevamente el concepto de universalidad, que se tradujo en un aumento de las transferencias directas condicionadas y no con- dicionadas y tuvo un impacto positivo en términos de reducción de la pobreza. Para financiar este rol estatal más activo se implementaron reformas tributarias que aumentaron la carga tributaria del 12 % al 17 %. Pese a estos avances, el modelo económico actual, al igual que el del resto de Centroamérica, se caracteriza por la ausencia de un régimen de protección social universal y –con excepción de Costa Rica–, el vacío dejado por el Estado en el ámbito de la protección social lo ha llenado en parte la familia, sobre quien ha recaído el manejo de riesgos, principalmente a través de la emigración, del autoempleo y de las redes comunitarias (Martínez Franzoni, 2008). Otra peculiaridad del capitalismo salvadoreño es que está asentado en una es- tructura agraria menos concentrada y polarizada –aunque mucho más pulve- rizada que en el pasado– producto de la implementación de varios programas de reparto de tierras, particularmente con la reforma agraria de 1980 que puso un límite de 245 hectáreas a la posesión de la tierra y con el reparto de tierra a Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 31 Alexander Segovia excombatientes contemplada en los Acuerdos de Paz de 1992. Como resultado, en El Salvador la distribución de la tierra se ha vuelto más equitativa en las últimas cuatro décadas, en las que se observa una disminución del coeficiente de Gini de la tierra de 0,81 a 0,75 y del porcentaje de hogares rurales sin tierras, del 41 % al 18 % (Banco Mundial, 2012, p. 13). Esta situación, sumada a la dismi- nución de la población rural provocada por las migraciones internas y externas se ha traducido en una menor polarización social y política en el agro. Por su parte, la versión del capitalismo transnacional de Guatemala, Honduras y Nicaragua se caracteriza por la importancia relativamente mayor que tienen los ejes de acumulación localizados en el sector agropecuario y en general en los territorios rurales, incluyendo los cultivos de exportación tradicionales y no tradicionales y la minería en los casos de Guatemala y Honduras. Hay que señalar, sin embargo, que en todos los casos la participación del sector agro- pecuario dentro del PIB ha disminuido significativamente en las últimas décadas, lo cual confirma la vigencia de un modelo económico basado en los servicios y el comercio. La variante guatemalteca del capitalismo rentista-transnacional se caracteriza por la enorme influencia que siguen teniendo las élites económicas locales sobre el Estado, las cuales además siguen están fuertemente ligadas a la propiedad de la tierra (Pérez-Sáinz et al., 2004), por lo que la estructura agraria sigue caracte- rizándose por su elevada concentración y polarización. Este último rasgo se ha agravado debido a la implementación de proyectos extractivos por parte de empresas transnacionales, los cuales han ocasionado serios daños ambientales que han afectado a las comunidades rurales. La persistencia de un Estado poco desarrollado con baja capacidad redistributiva y reguladora del mercado, sumado al poder económico y político de las élites transnacionales guatemal- tecas han exacerbado más la concentración de la riqueza en pocas manos y han evitado mejora sustantiva en la distribución del ingreso. La variante hondureña del capitalismo rentista-transnacional es la más depen- diente de las remesas, después de la salvadoreña y se caracteriza por la habili- tación de nuevos espacios de acumulación en los territorios rurales a través de actividades extractivas, lo cual, al igual que en Guatemala, ha generado serios conflictos sociales en los que incluso han sido asesinados lideres ambientalistas. Además, en esta versión se ha rehabilitado el eje de acumulación vinculado a la agroindustria del café mediante una política estatal de apoyo a dicha actividad que se ha posicionado a Honduras como el quinto productor de café en el mundo, el primero en Centroamérica y el tercero en América Latina. Conviene Anuario de Estudios Centroamericanos, Vol. 47, 2021: 1-40/ e-ISSN: 2215-4175 32 150 años de capitalismo a la carta en Centroamérica subrayar que la actividad cafetalera en Honduras está en manos de 102 000 pro- ductores, de los cuales el 90 por ciento son pequeños, lo cual refleja la menor concentración de la estructura agraria en ese país. Finalmente, la variante nicaragüense del capitalismo rentista-transnacional se caracteriza por su marcada especialidad en las actividades agropecuarias, muchas de las cuales son controladas por empresas transnacionales y por los grupos centroamericanos transnacionales –particularmente costarricenses, salvadoreños y guatemaltecos–, quienes han realizado importantes inversio- nes en la agroindustria de alimentos, incluyendo los productos lácteos y la carne vacuna. El capitalismo nicaragüense, además, se caracteriza por el con- trol que tiene sobre la economía el grupo familiar que controla el Estado, quien hasta recientemente había establecido una alianza con los principales grupos económicos nicaragüenses en base a la cual se repartían los espacios de acumulación más rentables. Conclusiones El análisis realizado sugiere que en los últimos 150 años han existido dos tipos de capitalismo en Centroamérica, los cuales han asumido diferentes variantes en función de las particularidades de los cinco países que conforman la región. El primero es el capitalismo agrario-exportador que estuvo estructurado al- rededor de la economía agrícola de exportación tradicional, la cual era contro- lada por las élites agrarias –principalmente cafetaleras– y por las empresas transnacionales dueñas de los enclaves bananeros y de las empresas indus- triales; y el capitalismo rentista-transnacional, que se sustenta en un modelo económico basado en el dinamismo de los servicios y el comercio, que privilegia el consumo antes que la inversión productiva y cuyo funcionamiento depende en buena medida de las migraciones y de las remesas familiares. En este tipo de capitalismo las empresas multinacionales y los grupos económicos centroamericanos transnacionales son los actores principales, quienes con su poder e influencia definen las

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