Teoría de la Intervención en el Duelo PDF
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Universidad Pontificia de Salamanca
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Este documento presenta una teoría de la intervención en el duelo, describiendo diferentes tipos de duelo, desde el anticipatorio hasta el crónico. Se analizan las reacciones anómalas y las modalidades del proceso de duelo, incluyendo la importancia de la comunicación y la escucha en la terapia.
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Reacciones anómalas Autoaniquilación fusional. Suicidio. Auto-sadismo. Expiación. Rechazar todo lo que no se relacione con el muerto. Consagrar la propia vida. Superstición o pensamiento mágico. Suplantación: Sustitución “Momificación”...
Reacciones anómalas Autoaniquilación fusional. Suicidio. Auto-sadismo. Expiación. Rechazar todo lo que no se relacione con el muerto. Consagrar la propia vida. Superstición o pensamiento mágico. Suplantación: Sustitución “Momificación” Bloqueo afectivo masivo. “Muerte seca” Reacción agorafobia o fobia-social. Negación o minimización. Modalidades de duelo El duelo no solo se divide o categoriza en normal o patológico/difícil, sino que cada persona hace lo que puede con los recursos que tiene, pudiendo dar lugar a duelos diferentes: Duelo anticipatorio: el doliente va trabajando como se va a sentir cuando se produzca la muerte de su ser querido, cuando se prevé que se va a producir la pérdida (sea muerte, sea una despedida…). Es un duelo gradual, que permite a la persona ir despidiéndose y desprendiendo de los vínculos que le unen al ser querido que va a fallecer. Peli: “Un monstruo viene a verme”. Duelo encubierto: es el que no parece un duelo, se “disfraza” de otra cosa, puede parecer una fiesta o una celebración o exaltación de la vida del que se ha marchado. Lo único que puede ser problemático de esto es que parece que en estas despedidas, la tristeza, la angustia, el dolor… están un poco “prohibidos”. Peli: “Las invasiones bárbaras” Duelo diferido, enquistado: el doliente no se permite el tiempo para procesar la pérdida. Antepone las demás tareas cotidianas (ej.: trabajar, encargarse de hijos, etc) antes que sufrir el duelo. Es muy típica la frase de “no me puedo permitir el lujo de venirme abajo”. La persona espera poder pasar el duelo más adelante. Este tipo de duelo puede ser precedente al duelo patológico porque nunca será el momento de pararse y procesar el duelo. El dolor puede quedar encapsulado hasta que años después otra causa (por ej., un nuevo duelo) lo “activa”. Peli: “lo que el viento se llevó”. Estos se suelen ver en clínica. Duelo blanco. No parecen duelos porque solo se manifiestan con cambios conductuales importantes, el sujeto cambia su comportamiento, los demás no le reconocen, pero no muestra tristeza, angustia… Es muy característico en niños pequeños. Se puede producir este duelo cuando se da el síndrome de la “madre muerta”: la madre o el cuidador está emocionalmente ausente en la relación (satisface las necesidades básicas, físicas, pero no emocionales). Esto puede ocurrir en situaciones donde la madre o el cuidador están sumidos en un proceso de duelo o ante experiencia de pérdida/sufrimiento o depresión postparto, lo cual no permite el desarrollo de una relación más sana con los niños. La madre está activa mecánicamente pero la experiencia del receptor es que no está emocionalmente. Peli: “la madre muerta”. Duelo acumulativo: se da cuando antes de haber terminado un proceso de duelo, sucede otro duelo o se dan varios duelos a la vez (por ej., perder el trabajo y a la pareja). Concepto de M.Kan. D. de Vigan. “Nada se opone a la noche”. Estos son típicos en la clínica. Duelo detenido: se para la vida de los dolientes en el momento que se produce la pérdida, y hay cierta tendencia a querer parar la vida para no despedirse/alejarse de la persona. Se aferran a la congelación en el momento en que el otro aún respiraba, miraba, hablaba, caminaba antes de que muriera/se marchara. La persona vive el duelo como el primer día años después, con la misma intensidad. Es un duelo que no evoluciona. Muy frecuente en pérdidas en situación de desaparición o en pérdidas de niños pequeños. Estos duelos son más graves que otros, sobre todo la desaparición, porque hasta que no aparezca el cuerpo, no se puede iniciar el duelo (queda esa posibilidad de que la persona esté viva, esté sufriendo, le hayan engañado…). Libro: “la hora violeta” de Sergio del Molino. Duelo desplazado: son duelos apartados de la corriente vital y buscan criminalizar a personas periféricas o implicadas en la muerte, judicializar el duelo. Hay una necesidad de resarcimiento y justicia, de buscar un culpable/responsable de esa pérdida. El problema es que cuando la persona está muy involucrada en los juicios, no se enfrentan al duelo propiamente dicho. Duelo segregado: se trata de un duelo del que no se habla, se convierte en tabú, el duelo queda apartado de la conciencia individual y colectiva (De la familia). Por ejemplo, cuando la muerte es por sobredosis, o en las familias que sufren duelo por suicidio, existe una especie de pacto de silencio para no volver a hablar de la persona fallecida o el acto que realizó. No se suele hacer de forma explícita. Ej.: Ch. Darwin no habló, convirtió en tabú la muerte de su hija (atonía emocional). Duelo crónico: la persona se mantiene en duelo permanente, no culmina sus fases, los síntomas del duelo no son graves ni intensos, pero se mantienen en el tiempo. La persona se ha melancolizado, ha perdido su deseo y sentido vital, la persona está destruida por dentro, desconectada de la vida, pero externamente no denota nada propio de un duelo y sigue siendo funcional. Esto es probable cuando la pérdida significativa se produce en la última parte de la infancia o primera de la adolescencia. Libro: “instrumental” de James Ross. Duelo disociativo: se caracteriza porque conviven y se alternan en la misma persona, la vivencias de duelo por un lado, y por otro, una vivencia aparentemente normal y “funcional” como si no hubiera perdido nada. Hay desconexión, disociación, la parte que ha experimentado la pérdida queda fuera de la conciencia; no es el propio sujeto el que habita y vive en primera persona su duelo, habla de ello como si otra persona hubiese sufrido esa pérdida. Peli: “psicosis”. Solo en determinados momentos, la persona conecta con la parte doliente que ha experimentado la pérdida significativa, pero el resto del tiempo Duelo incompleto: no se terminan nunca, se han vivido ciertas fases del proceso pero no llega a culminar el proceso. Muy frecuente en duelos por desaparecidos. Ej.: los padres de Marta del Castillo. Duelo imposible: duelo inconcebible para la mente. Por ejemplo, duelo por la muerte de un hijo, el duelo por suicido por alguien de quien nos sentimos responsables, duelo por aquellas personas que han fallecido en las mismas condiciones que otras personas que no han fallecido, de manera que no se encuentra explicación a porque los demás y no yo. Se experimenta con culpabilidad (“no tengo derecho a estar vivo, si los demás no lo están”). Ej.: accidentes de tráfico, incendio de una vivencia, guerra. Peli: “Manchester frente al mar”. Duelo maníaco: lo que predomina es el sentimiento de alivio, de liberación, al morir o marcharse el fallecido. Se suele producir en situaciones en las que la persona ha sufrido abusos, maltrato… por parte del fallecido. La reacción que tiene el doliente puede caracterizarse por promiscuidad, drogas, fiestas, viajes etc., para exaltar la vida y festejar la liberación. Duelo paralizante: duelos profundamentes desvitalizadores de la energía de los dolientes. La persona vive “en colapso”. Duelo ritualizado: transforma la vivencia de duelo en rituales que normalmente son públicos o actos sociales. Existe una exaltación de la figura perdida donde se anulan todos los aspectos negativos que pudiera tener esa familia. Esto pasa en personas creyentes. La ritualización (según avanza el calendario de los rituales) es la que marca la etapa del duelo en la que está la persona. Duelo idealizado: panegíricos continuos de la figura extinta, hay exaltación de la figura fallecida, solo se quedan con lo positivo e incluso se exagera y distorsiona (se excluye lo negativo, no se dice nada malo de la persona que ha muerto). Cada uno mantiene su jardín secreto del dolor del que el otro es excluido como estorbo. Habrá que trabajar esa idealización. Duelo fanático: las personas se aferran al dolor como una pertenencia fanática y pensar que el dolor de los demás no puede ser tan grande como el propio. La persona tiene reacciones muy exageradas, “teatrales”, a veces violentas (romperse la camisa, destruir la casa…) Duelo agresivo: cometer un acto violento/delictivo a raíz de vivir un duelo complejo. Por ejemplo, padres cuya manifestación de dolor por haber perdido a su pareja, matan a su hijo. Ej. “Medea” Duelo excesivo: duelo exagerado. Ej., “Juana la loca”. Alguien que impone a los demás que rindan tributo, que estén de luto… a otras personas. Duelo creativo: incremento del impulso creador (pintura, escritura…) a raíz de un proceso de duelo. Duelo somatizado: el cuerpo es un santuario para las identificaciones más mortíferas y las actuaciones más destructivas, buscando una fusión con el fallecido adelantando la propia muerte con somatizaciones o expresiones parasuicidas. Lo que habrá que trabajar es esa expresión de síntomas somáticos y conductas autolesivas o de no cuidado. Duelo rencoroso: cuando hay odio y desprecio hacia aquellos que no han muerto y han sobrevivido. Fantasía de que hubieran debido ser ellos los que murieran. Duelo esquizoide: levantar un muro emocional de desconexión con la sociedad y el mundo interior, no hay manera de vivir el duelo. No volver a pisar la calle, no hablar con nadie, no volver al trabajo, etc. Propio de las personas con rasgos de personalidad esquizoide. Desprecia a los que están vivos. Duelo como posesión adictiva: no se desea que acabe nunca. Aferrarse a las pertenencias del difunto (pertenencias inertes que le hablan, para pervivir a través de ellas. Ellos, los objetos, “están condenados a permanecer en un mundo del que ya no forman parte”. Y lo más doloroso es enfrentarse a los objetos que se compartieron con el difunto. Duelo transgeneracional: la situación de duelo perdura generación tras generación, duelos que se heredan (por ej., el abuelo que fue fusilado en la guerra y los nietos que ni lo conocieron, pasan ese duelo). Duelo silente: la sociedad prescribe quién no debe o a quién no le corresponde hacer duelo (ej.: el/la amante frente al/a esposa/a). Se oculta porque está descuidado, por miedo a discriminación, humillación o vergüenza. Se ocultan y silencian, los amigos evitan hablar de ello y no se canaliza (muchas relaciones homosexuales ocultas, por empleo). Se suma el proceso y dificultad del duelo con el estigma, lo que conduce a un duelo que revienta por dentro. Duelo furtivo: es un duelo que hay que esconder a toda costa. Por ejemplo, el duelo por un aborto voluntario (cómo voy a sufrir por algo de lo que voluntariamente me he despedido), o por ej., en familias donde el hijo ha muerto por sobredosis de droga. La causa de la muerte no coincide con los mostrados a la opinión pública. Se produce mucho en situaciones de aborto. El nivel de complejidad del duelo por muerte, de menor a mayor: 1. Muerte natural 2. Enfermedad crónica (anticipación del duelo, lenta despedida del otro). 3. Accidente (inesperado) 4. Sobredosis 5. Suicidio 6. Alejamiento culpable (cuando hay sensaciones o pensamientos de no cumplí con mi función, fui egoísta, no me reconcilié con la persona antes de fallecer) 7. Homicidio 8. Desaparecidos (no ubicar el cuerpo, donde poder llevarle flores... uno de los duelos más difíciles de elaborar). 9. Homicidio cruel (con tortura, amputaciones, violanciones…) Cuanto más grave, más probabilidad de patologizar el duelo, de procesarlo. *Se presta mejor al rito de despedida cuando hay enterramiento que incineración (lugar...) *“La cuna fría”: madre y padre tienen un tiempo de adaptación, transición y expresión de emociones frente al hijo que ha muerto en el parte o perinatal. Su cuerpo se adapta, ver el cadáver, abrazarlo. Condiciones de un duelo sano 1) Aceptación de ambivalencia emocional: aceptar e integrar que la persona perdida tenía aspectos positivos y negativos, y que además, valió la pena el vínculo, a pesar del dolor que se siente ahora por la pérdida. 2) Capacidad de despedirse y separarse: a la hora de promover estas habilidades es importante trabajar la gratitud y el perdón hacia el fallecido porque ayuda a la persona a sentir que su vida valió la pena. Uno de los elementos trabajados en paliativos es la espiritualidad. También se trabaja la separación a través de la despedida del fallecido (para esto ayudan los rituales, carta…).