Tema 1 - El hombre como problema
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This document discusses the concept of 'what is man' from an anthropological and philosophical perspective. It examines the historical interpretations of human nature and explores various concepts of humanism. The document is likely part of a course on humanities or social sciences.
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ANTROPOLOGÍA El hombre es “capaz” de Dios TEMA 1: El hombre como problema. La Antropología (del griego ἄνθρωπος anthropos, 'hombre (humano)', y λόγος, logos, 'conocimiento') es una ciencia social que estudia al ser humano de una forma integral. Se propone la cuestión de "qu...
ANTROPOLOGÍA El hombre es “capaz” de Dios TEMA 1: El hombre como problema. La Antropología (del griego ἄνθρωπος anthropos, 'hombre (humano)', y λόγος, logos, 'conocimiento') es una ciencia social que estudia al ser humano de una forma integral. Se propone la cuestión de "qué es el hombre" en su sentido más profundo y radical, que ha sido común a los filósofos de todos los tiempos. 1.2- El concepto de hombre a lo largo de la historia El ser humano, desde los primeros momentos de su historia terrena, siempre se ha planteado unos interrogantes que han partido de inquietudes existenciales. Siendo las preguntas comunes, las respuestas han sido diversas, pero a través de ellas podemos rastrear elementos que apuntan a una apertura antropológica: el hombre necesita luz para sí y necesita iluminar los hechos de su alrededor, necesita la verdad, es decir entender, adecuarse, de alguna forma a lo dado, de tal manera que viviendo necesariamente con una exterioridad, necesita interiorizar los datos que encuentra para acceder a una plenitud de sentido. El hombre no es un ser cerrado, continuamente se abre en sus inquietudes que plasma en diversidad de preguntas, respuestas o acciones. Todo ser humano vive con una interpretación de sí mismo, con una imagen de sí mismo. Ella incluye tanto lo que el ser humano es, (aspecto descriptivo), como lo que ha de ser (aspecto normativo). El estudio del primer aspecto corresponde a la antropología filosófica; el segundo es cometido de la ética. De ahí que estas dos disciplinas suelen ir juntas: el vínculo que las une va más allá de motivos académicos. Cabe preguntar: ¿quién es el autor de esa compleja imagen del hombre que a los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares nos acompaña? ¿Quién nos ha explicado o nos explica lo que somos y lo que presumiblemente hemos de llegar a ser? La pregunta no está fuera de sitio. Todo, hasta las ideas, tiene su autoría. La imagen que los seres humanos tienen de sí mismos no está hecha de un único color. Ello se debe no sólo a que tal imagen acoge tanto aspectos antropológicos como éticos, sino también porque hoy más que nunca, más que de una única imagen, hemos de hablar de una pluralidad de imágenes o interpretaciones del hombre. Siempre ha habido interés por decir al ser humano quién o qué es y qué ha de llegar a ser, un interés manifestado por las más distintas instancias culturales y sociales. Ciertamente ha habido visiones muy diferentes del hombre. Es evidente que, en cierto sentido, todos sabemos la respuesta a la pregunta "¿qué es el hombre?". Es decir, todos podemos señalar a los seres humanos y distinguirlos de los elefantes. Incluso aquellos filósofos que niegan que exista tal cosa como la naturaleza humana son igualmente capaces de distinguir entre la gente y los leones del África. Sin embargo, cuando se trata de responder a la pregunta quién es el hombre, en términos de una descripción explícita de la naturaleza y las potencialidades del hombre y de su lugar en el mundo, puede haber, y ha habido descripciones muy diversas, en las que se ha puesto énfasis en aspectos muy diferentes. Los diversos pueblos tienen diferentes tradiciones, costumbres, creencias religiosas e instituciones políticas y sociales. Pero todos están integrados por seres humanos y a todos le importa la pregunta "¿QUÉ ES EL HOMBRE?", O si se quiere, ¿cuál es su esencia, cuál es su naturaleza? Un biólogo llamado Grygel escribió “Desde el punto de vista físico-químico y de la de la termodinámica, los ácidos nucleicos del hombre y del cerdo son iguales. Y sin embargo, el hombre es diferente a los cerdos. En los genes encontramos grabada la información de la propia especie que da lugar a las características de este o de aquel otro individuo, pero no encontramos sin embargo la información que origina la subjetividad del ser humano, es decir, de los actos de amor, de fe y de esperanza que son actos de libertad”. (Grygel) Dar una definición del hombre no es una tarea compleja o difícil, sino imposible. Las preguntas como ¿Qué es el hombre?, ¿Quién soy yo?, han acompañado siempre a la humanidad a lo largo de su historia. Estos interrogantes no surgen por curiosidad científica, se imponen por sí mismos, irrumpen en nuestra existencia y se plantan por su propio peso. Aunque también son desencadenados por experiencias de admiración y perplejidad ante la inmensidad y belleza del universo, en la mayoría de las ocasiones surgen en nuestras experiencias de fracaso, de frustración, y los desatan los vínculos que nos unen a los demás hombres, especialmente la muerte de personas que amamos. Preguntar qué es el hombre equivale a preguntar por el sentido de nuestra existencia. El sentido de la vida es algo que todos buscamos, algo que creemos en cierto modo que ya existe y que sólo es preciso encontrar. A lo largo de la historia se han dado muchas definiciones del hombre: el hombre es un animal racional (Aristóteles), el animal corrompido (Rousseau), el lobo para el hombre (Hobbes), el animal no acabado (Nietzsche), el animal que se engaña a sí mismo (Paúl Ernst), el ser que puede decir que no (Scheler), etc.), pero todas al final no llegan a desvelar el misterio. Como misterio que es, exige nuestro esfuerzo personal, nuestra implicación en él para llegar a desvelarlo. Los humanistas cristianos jamás admiten que el “ser humano” sea “un lobo o un infierno para el hombre”. En todo humanista encontramos gestos y palabras que consideran al hombre, en su relación con los demás, como hermano entre hermanos. Pero existen muchas dificultades para poder dar una respuesta satisfactoria a este interrogante. Entre las dificultades tenemos: La pluralidad y especificidad de las ciencias. Con el avance de las ciencias y de la técnica se han ido adquiriendo muchos conocimientos parciales sobre diferentes aspectos del ser humano. Por ejemplo conocemos mucho sobre la anatomía, la fisiología, su psicología, sobre su vida en sociedad, sobre cómo enferma, etc. Pero todos estos conocimientos, que si bien son buenos y necesarios, no nos han llevado a un conocimiento sintético de lo que el hombre es en su totalidad, al contrario, ha ido creciendo la incertidumbre respecto a lo que constituye el ser profundo y último del hombre1 , ya que los resultados particulares de las ciencias son a veces contradictorios y resulta difícil amalgamarlos para tener una 1 M. Heidegger decía: “ninguna época ha conocido al hombre tan poco como la nuestra. En ninguna época el hombre se ha hecho tan problemático como en la nuestra”. Además, en ninguna época como la nuestra se ha hablado tanto de la dignidad y de los derechos del hombre, ni se han conculcado, al mismo tiempo, tanto estos derechos. Se ha dicho, con razón, que "uno de los fenómenos más sobresalientes de nuestros días es la ambigua situación de la dignidad humana”. imagen unificada. La especialización que es en si buena y necesaria se vuelve peligrosa cuando muchos científicos generalizan sus resultados y les dan apariencia de totalidad: el hombre “no es nada más que…” (Ej.: …un mecanismo bioquímico, propulsado por un sistema de combustión que energiza computadores” o “el hombre no es nada más que una computadora… o “el ser más evolucionado de todas las especies biológicas…” o...). Víctor Frankl dice que ésta es la forma actual en la que se manifiesta el Nihilismo, en el reduccionismo de la formula “nada más que…” La dificultad de definir al hombre está también en que éste es objeto y sujeto de la definición. Yo misma soy una persona y por lo tanto no estoy definiendo algo ajeno, extraño a mí, sino que al definir al hombre me estoy definiendo a mí misma. No es una respuesta que a mí no me afecte, al contrario me afecta y me compromete en lo más profundo. Es más, si tenemos en cuenta que cada uno se conduce a sí mismo más que por lo que en realidad es, por la idea que se ha forjado de sí mismo, vemos la importancia de reflexionar, de intentar desvelar la verdad de nuestro ser persona, qué somos en realidad, no sólo para poder conocernos2, sino también para poder conducirnos en nuestra vida tanto social y personalmente de acuerdo a nuestra verdadera excelencia. Otra dificultad a la hora de adentrarnos en este misterio es que existen muchas antropologías que parten desde puntos de vista distintos, algunas contradictorias entre sí y otras complementarias. Así, hay algunas que parten de la vida biológica del hombre y entienden a éste como un ser perteneciente al mundo de la materia y de la naturaleza, del que emerge por su especificidad: su racionalidad. (Aristóteles, Tehilard de Chardin). Otras parten de la dimensión espiritual del hombre, como un espíritu encarnado, capaz de establecer una relación interpersonal y definen el ser del hombre como “un yo que existe junto con los demás en el mundo para realizarse”. 1.2.1.- La reflexión sobre el hombre y sobre su vida recibe el nombre de HUMANISMO. La palabra humanismo proviene del latín “humanitas”, traducción de la palabra griega “filantropía”, que significa “amor a la condición humana”. A grandes rasgos se trata de la reflexión sobre el hombre y su vida, tratando de dar respuesta a estos grandes interrogantes: ¿qué es el hombre? ¿Cuáles son sus cualidades esenciales? ¿Qué sentido tiene su vida? Al preguntarse por el hombre y por el sentido de su vida, son diversas las respuestas que se pueden dar, pero existen unas características humanas esenciales: - El hombre está dotado de inteligencia, es consciente de su existencia, puede pensar, razonar, analizar la realidad y sacar conclusiones. - El hombre está dotado de libertad, tiene capacidad de elección, puede tomar decisiones y dar a su vida un sentido u otro. - El hombre está dotado de voluntad, puede obrar en consecuencia con lo optado desde su libertad, irse construyendo de acuerdo con un ideal y alcanzar metas. 2 En el templo de Apolo en Delfos estaba ya escrito el profundo epigrama: ¡CONOCETE A TI MISMO! El filosofo Diógenes, que en pleno día llevaba una linterna por el mercado de Atenas diciendo que buscaba un hombre. - El hombre está dotado de capacidad de relación con los demás hombres, con la naturaleza y con el mundo. - El hombre está abierto a la trascendencia, puede o no reconocer y entregarse a esa dimensión de su ser de hombre que es la relación con algo más allá de su limitación humana. - El hombre es limitado, está sujeto al tiempo (envejece), al espacio (no puede encontrarse en dos lugares a la vez), siente hambre, sueño, cansancio... Planteamiento general del humanismo Hasta el siglo XV, el hombre se considera como un ser más dentro la naturaleza, dependiente de Dios. El sentido de la vida lo da Dios. Dios es el principio y el fin de todo. Cultura teocéntrica: Dios es el principio y el fin de todo. Durante el Renacimiento surge una toma de conciencia del hombre como centro de la historia. → ANTROPOCENTRISMO Los grandes descubrimientos, la capacidad transformadora de la situación económica y social cambian el punto de referencia del hombre, hasta ahora orientado a Dios, hacia el horizonte puramente humano. Al situar al hombre como centro del mundo se empieza a desplazar a Dios y a la religión que, hasta ese momento regían la vida social, intelectual y artística de las personas. Esta manera de pensar se llama humanismo. Nace la figura del humanista. El nuevo sabio es el humanista. El hombre se siente creador y protagonista de la historia. Durante los siglos XVI a XIX esta actitud se acentúa. El hombre encuentra el sentido de la existencia en su historia misma sin recurrir a otras fuerzas externas al propio desarrollo de la historia. El humanista de los siglos XV al XVIII no negaba a Dios ni a la religión, tan sólo los desplazaba; en cambio, el humanista del siglo XIX, conocido también como humanismo ateo, afirma que se ha de negar a Dios para poder valorar al ser humano. El siglo XVIII suele ponerse como momento decisivo de la quiebra histórica, que desencadena la serie de revoluciones que llenan el siglo XIX y llegan hasta nuestros días. La visión sacral del cosmos ha quedado desmantelada en la civilización moderna; puede decirse que la visión sacral del mundo ha sido superada por obra de la investigación científico-técnica, aunque rebrote en sucedáneos ecologistas o vegetarianos. Ha entrado igualmente en crisis la religiosidad sociológica, que desde el neolítico venía dando respaldo sagrado a las grandes instituciones del poder político. Hasta la época moderna todas las grandes culturas han nacido y se han desarrollado dentro de esta religiosidad, abiertas a la trascendencia, y por ello todas sus creaciones, eran fundamentalmente sagradas. Pero el hombre, antes perdido en el mundo, o bien centrado en Dios, se proclama ahora a sí mismo centro de convergencia universal, desde su conciencia, libertad y acción. La ciencia le hace tomar conciencia de su nuevo modo de ser en el mundo, dándole una nueva cosmovisión cultural. La economía liberal se le ofrece como motor dinámico de interés. Y la técnica se le ofrece como poder de acción, como instrumento vital de transformación de sus condiciones de vida. Dios no existe, o no es posible saber si existe; en consecuencia, debe ser apartada de la sociedad toda referencia a Dios. (DESACRALIZACIÓN). El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces, mediante las luces de la razón, se disipan las tinieblas de la humanidad. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración fue un movimiento cultural europeo que se desarrolló, especialmente en Francia e Inglaterra, abarca desde la Revolución inglesa (1688) hasta la Revolución francesa (1789). Durante esta centuria tiene lugar esta gran transformación en todos los campos de la vida social y humana. Una vez que la razón, queriendo ser autónoma, rompe con los valores anteriores, aparece la modernidad, que se define por el gusto por lo individual (individualismo), por la vuelta a la naturaleza (naturalismo), por la búsqueda del riesgo y la aventura (nuevos descubrimientos), por el deseo de devolver al hombre el centro que ha perdido con los descubrimientos de Copérnico y Galileo, por el interés por la observación (experimentación)... La Ilustración hereda del Racionalismo científico-filosófico el culto de la Razón. Los revolucionarios de París, en nombre del pueblo, entronizan a la Diosa-Razón en la hornacina de la catedral de Nôtre Dâme. Se da el paso de unas concepciones o experiencias nacidas de la fe al dominio de la razón humana creativa → (SECULARIZACIÓN). Aparece así el concepto de secularización como el proceso por el que la religión pierde su influencia sobre las distintitas esferas de la vida social. En este proceso desaparece el mundo metafísico o trascendente y no queda más que el mundo histórico, social, humano, finito. La secularización, en su radicalidad, se hace secularismo, como ideología tendenciosa y cerrada que, para afirmar la absoluta autonomía del hombre y la ciencia, excluye toda referencia o vinculación a Dios en las diversas esferas de la vida. En definitiva, desemboca en el ateísmo. En el siglo XIX la humanidad sustituye a Dios por otras realidades. (Marx, Freud, Nietzsche...) El humanismo del siglo XIX, conocido también como humanismo ateo, afirma que se ha de negar a Dios para poder valorar al ser humano. Una vez vaciado el mundo de toda explicación religiosa, se construye "una concepción del mundo según la cual éste mundo se explica por sí mismo sin que sea necesario recurrir a Dios; Dios resultaría pues, superfluo y hasta un obstáculo. Dicho secularismo, para reconocer el poder del hombre, acaba por sobrepasar a Dios e incluso renegar de Él" (Pablo VI, Evangeli nuntíandí, n. 55). En este caso se pretende conseguir que Dios muera, es decir, que no esté presente en ningún aspecto de la vida humana. El hombre se hace medida de todas las cosas, no hay pecado ni moral objetiva. El hombre del siglo XX, apoyado en los avances científicos y técnicos, toma cada vez más, conciencia de su poder e intenta dar una explicación al sentido de su existencia desde esquemas puramente humanos. El hombre del siglo XXI, se pregunta: ¡¿DIOS?! ¡¿PARA QUÉ?! 1.2.1.1.- Diferentes tipos de humanismo Globalmente la pregunta sobre el hombre se puede hacer desde dos perspectivas, según se reconozca o no como esencial la dimensión trascendente de la persona humana y de su existencia. En el primer caso, nos encontraríamos ante las religiones y en el segundo ante el ateísmo. HUMANISMOS NO CRISTIANOS El humanismo ateo, como dice la palabra, es el humanismo “sin Dios”. Dios y el hombre no caben en el mismo espacio. ¿El hombre y Dios? No. Uno de los dos sobra. Este humanismo ateo habla del hombre y comprende todo lo humano sin tener en cuenta a Dios, porque afirma que Dios no existe. Sólo el ser humano es el gran protagonista de la historia. Las raíces de este humanismo ateo hay que buscarlas en algunos grandes pensadores del siglo XIX y comienzos del XX. Los más importantes son: Feuerbach, Marx, Nietzsche y Freud. Se les conoce como los “padres de la sospecha o los maestros de la duda pues, con sus escritos, crearon un clima de sospecha y duda sobre el mundo de Dios y de la religión al afirmar que éstos son la causa que anula todo lo que es humano. - FEUERBACH. DIOS: Proyección de la conciencia humana. El ateísmo tiene una primera manifestación como inversión religiosa. Referir al hombre lo que antes se decía de Dios: antropoteísmo. La base de su humanismo es el materialismo. Para él la única realidad existente es la materia: las cosas, la naturaleza, y, sobre todo, el hombre, la suprema realidad. Nada hay por encima del género humano, al que hay que devolverle toda su dignidad. Para ello, es necesario acabar con la idea de Dios, que no es sino una proyección de la conciencia humana. - MARX: DIOS: Una proyección alienante. Según Marx, el hombre se crea a sí mismo gracias a su trabajo, pero ello le deshumaniza, le aliena, porque son los otros los que poseen el capital, los que se apropian del resultado de su trabajo, mientras que el trabajador vive explotado, humillado. En consecuencia, el hombre es el resultado de las relaciones socioeconómicas en las que una mayoría vive alienada a favor de una minoría. - FREUD: DIOS: Una ilusión infantil. La religión, Dios, es considerado como elemento de inmadurez psicológica, más en concreto una neurosis obsesiva de la humanidad. - NIETZSCHE: DIOS HA MUERTO. Para Nietzsche, el hombre está solo en la vida, sin más destino que la tierra, debe crearse a sí mismo superándose hasta alcanzar el “superhombre”, subversión de todos los valores culturales, morales y cristianos sin otros guías que el instinto y las pasiones. Únicamente el superhombre merece vivir. Invita al hombre a convertirse, por medio de su voluntad de poder, en superhombre, aniquilando todos los valores recibidos y creando con su voluntad los que él quiera. Desde esta perspectiva, el cristianismo, en cuanto predica la fe, la humildad, la obediencia, la sencillez, y el amor al débil, le parece el enemigo número uno en la vida. El ateísmo de Nietzsche es radical, necesita que muera Dios para que viva el superhombre. FEUERBACH MARX FREUD NIETZSCHE.Lo1º y más. Elser superior de la. Alguien limitado,. Superhombre. importante. realidad material. angustiado, poco dueño. El hombre ansía de sí mismo. grandeza, libertad,. La grandeza que. El hombre vive. Busca seguridad y la felicidad y nada puede el hombre imagina explotado por la encuentra en el padre. frenarlo. existe pero no en burguesía. La necesidad del padre. Debe surgir una nueva Dios sino en el. El hombre se debe la proyecta hacia Dios humanidad “más allá del género humano. liberar de sus que le ofrece seguridad, bien y del mal”. alienaciones. protección.. Proyección del.Proyección alienante.. Una ilusión infantil,. El enemigo del hombre.. El enemigo del pura fantasía que nace hombre..Los deseos del pueblo, un obstáculo, de nuestros deseos.. Muerto Dios, el hombre se no sirve para liberar al.Es la proyección hombre ocupa el lugar convierten en Dios. hombre. paterna debilitada. de Dios (Superhombre).. No sirve para.Es el suspiro de la. Neurosis colectiva, y. Una nueva religión: la nada, ha cumplido criatura agobiada, obsesiva por ser una promulgación del su función histórica oprimida. solución falsa de hombre como nuevo y de indicarnos qué. Es una ilusión. conflictos infantiles. definitivo Dios. El es el hombre y qué. Es el opio del pueblo: hombre centro de todo, debe hacer. produce como un sólo a él se le dará culto. consuelo para sus Debe cambiar los sufrimientos, la valores del cristianismo: esperanza en otra vida humildad, amor, por le impide luchar para otros que sean capaz de transformar ésta. dominar a los demás. HUMANISMOS DE INSPIRACIÓN CRISTIANA Se puede definir como humanismo de inspiración cristiana a toda la corriente de pensamiento que reconoce al Dios que Jesús nos ha revelado como raíz y fundamento de todas las cosas; y al ser humano, como criatura de Dios, como el ser más importante de la creación y colaborador de Dios en la construcción de un mundo que esté conforme con la dignidad de todo ser humano. El humanista cristiano, al contemplar la realidad descubre al ser humano como persona abierta, con sentido en su vida y con futuro más allá de la muerte, porque esta vida no se acaba, se transforma. Dios es, para el pensador cristiano, el horizonte del mundo y la esperanza de toda la humanidad. El humanismo cristiano no es opuesto al humanismo ateo. Dios y el hombre no son rivales entre sí. No es preciso que uno muera para que el otro siga existiendo. Admitir y afirmar la existencia de Dios no implica aceptar la negación del hombre y de su libertad. He aquí algunos humanistas cristianos: - Erasmo de Rotterdam (1469-1536), -Tomas Moro (1478-1535),- Jacques Maritain (1478-1535) El Papa Pablo VI en su reflexión sobre “El progreso de los pueblos” ( 26-03-1967), proponía estas breves ideas como síntesis del proyecto humanista cristiano: “Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero «al fin y al cabo, sin Dios no puede menos de organizarla contra el hombre. El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano». No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre a lo Absoluto, en el reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la vida humana. Lejos de ser norma última de los valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal: «el hombre supera infinitamente al hombre». (PP, 42). A pocas semanas de la apertura del gran Jubileo del año 2000, el Papa Juan Pablo II constató la urgente necesidad de anunciar a Cristo, ante la desorientación provocada por la multiplicidad de concepciones vigentes del hombre, de la vida y de la muerte, del mundo y de su significado. Al mismo tiempo, explicó que con demasiada frecuencia las concepciones del hombre que transmite la sociedad moderna se han convertido en auténticos sistemas de pensamiento que tienen la tendencia a alejarse de la verdad y excluir a Dios, creyendo que con ello están afirmando la primacía del hombre, en nombre de una pretendida libertad y de su pleno y libre desarrollo. De este modo, estas ideologías privan al hombre de su dimensión constitutiva de persona creada a imagen y semejanza de Dios. El Papa exhortó a que una de las tareas esenciales de la Iglesia, en su diálogo con las diversas culturas, consista en guiar a nuestros contemporáneos en el descubrimiento de una sana antropología, que les lleve a conocer a Cristo, verdadero Dios y un verdadero Hombre. Por ello, consideró que el humanismo cristiano no es una simple cultura, sino que implica una concepción del hombre que puede penetrar a todas las culturas, derrumbando las barreras que separan unas de otras. 1.3-¿EL CRISTIANISMO ES UN HUMANISMO"? La cuestión planteada puede conducirnos a pensar que, cuando hablamos del humanismo de inspiración cristiana, estamos hablando de un sistema articulado de pensamiento a la manera de otras corrientes filosóficas y como una más. Pero esto no es así: los humanismos de inspiración cristiana surgen aquí y allá, casi sin conexión y coincidiendo solo en la tarea y el punto de partida: transformar el mundo desde el Evangelio. Coincidencias del cristianismo con el Diferencias del cristianismo con el humanismo ateo humanismo ateo La persona constituye en sí misma un La persona, creada a imagen y todo, una unidad. Cada persona es semejanza de Dios, posee una única e irrepetible. dimensión espiritual y un alma Detenta unos derechos inalienables, inmortal. conocidos como derechos humanos, Es hija adoptiva de Dios a quien que radican en la propia esencia de las puede llamar Padre, puede personas. experimentar su amor y puede Por su naturaleza, la persona es un ser relacionarse con El. social, es decir, no puede vivir ni Las intenciones de cada persona sólo desarrollarse plenamente sin las puede juzgar Dios, ya que El lo relacionarse con los demás. conoce todo sobre cada ser humano. Es libre e inteligente, puede y debe Por sí misma, la persona es incapaz de decidir por ella misma , y es dominar el mal y necesita de la ayuda responsable de sus actos, de Dios para conseguirlo. El cristianismo no es un humanismo. Es, ante todo, una fe que comienza y se mantiene a partir de un encuentro personal con Cristo resucitado. Pero en él encontrarnos elementos comunes con el humanismo: 1 - Por un lado, como el humanismo, se opone a todo lo que degrade la vida del hombre, es una gran negativa al mal, la injusticia, la mentira y la opresión. 2. Por otro, afirma definitivamente el triunfo de la vida humana. Cristo encarnado y resucitado nos manifiesta que Dios ama al hombre creado por Él y lo destina, más allá de la muerte y el mal, a vivir por siempre la misma vida divina. 3. Esto ha llevado a un diálogo sincero entre los humanismos y el cristianismo. Un mejor conocimiento mutuo ha llevado a matizar las posturas tan opuestas del principio. Los humanistas valoran la importancia del fenómeno religioso y su papel en la transformación de la sociedad. Los cristianos hemos encontrado en las críticas de los humanistas elementos importantes para una purificación de la fe y del concepto de Dios. En definitiva, el cristianismo no es un humanismo porque: 1. La religión cristiana no pretende rivalizar con las ideologías de cada momento sino que se sitúa en otra dimensión: hacernos sentir la cercanía de Dios. 2. Siendo el cristianismo fundamentalmente una adhesión a una persona y su mensaje, no es en absoluto una filosofía ni una ciencia ni una ideología que se elaboran desde la sabiduría humana, sino dato, noticia que recibimos de Aquel que gratuitamente se comunica con el hombre. 3. El cristianismo no es una salvación que se presenta como una solución elaborada para todo lo que oprime al hombre, sino salvación que se ofrece al hombre para que éste la desarrolle con libertad, trabajo e imaginación. 1.4.- CARACTERISTICAS DEL HOMBRE POSTMODERNO (Causas y consecuencias de la crisis del hombre en la sociedad postmoderna). El "post" de postmoderno indica un deseo de despedirse de la modernidad {- Modernidad: Confianza radical en el ser humano. La modernidad fue el tiempo de las grandes utopías sociales: los ilustrados creyeron en una próxima victoria sobre la ignorancia y la servidumbre por medio de la ciencia. - En la lucha por el progreso humano, se buscó la emancipación de toda autoridad absoluta (Iglesia, antiguo régimen político, etc.), y dicha liberación era imposible sin un desarrollo autónomo de los campos del saber y hacer humanos.}. La postmodernidad es antes que nada un nuevo estilo de vida 1. Adiós a la idea de progreso: "El progreso no es sino el paganismo de los imbéciles". Es verdad que la ciencia ha beneficiado notablemente a la humanidad, pero también ha hecho posible desde el holocausto judío hasta las tragedias de Hiroshima y Nagasaki; el marxismo, por su parte, en vez de traer el paraíso comunista, dio origen al Archipiélago Gulag; las sociedades de avanzado han alcanzado un alto nivel de vida, pero están corroídas desde dentro por el gusano del aburrimiento y el sin sentido... En resumen, que para toda una generación el mundo, de pronto, se ha venido abajo. Los postmodernos tienen experiencia de un mundo duro que no aceptan - desde luego-, pero no tienen esperanza de poder cambiarlo. Y, ante la ausencia de posibles salidas, una melancolía suave y desencantada recorre los espíritus. 2. El final de la historia Los filósofos postmodernos argumentan que la historia se la han inventado los historiadores y existe solamente en los libros de texto. En la realidad hay tan sólo acontecimientos sin ninguna conexión entre sí. El mundo está constituido por una multitud de átomos individuos que estamos juntos por casualidad. No tenemos ningún proyecto. Se han acabado los grandes relatos que podían dar consistencia al ser humano. Así pues, la ilusión de la historia ha desaparecido. 3. Hedonismo y "resurrección de la carne" Los postmodernos, convencidos de que no existen posibilidades de cambiar la sociedad, han decidido disfrutar al menos del presente con una actitud hedonista que recuerda el carpe diem de Horacio. "Las flores no las quieren para el funeral", sino ya. La vida son momentos y momentos puntuales (la vida es el fin de semana) La manera de superar la alienación es irse a casa y disfrutar de la vida sin empeñarse en emprender un viaje por la historia hacia una supuesta tierra de promisión que no existe. 4. De Prometeo a Narciso Los hombres modernos gustaron identificarse con Prometeo, que, desafiando la ira de Zeus, trajo a la tierra el fuego del cielo, desencadenando el progreso de la humanidad. Los postmodernos, olvidándose de la sociedad, concentran todas sus energías en la realización personal. El símbolo de la postmodernidad es Narciso, el que, enamorado de sí mismo, carece de ojos para el mundo exterior. 5. La vida sin imperativo categórico. La postmodernidad entraña también la muerte de la ética. Lógicamente, eliminada la historia, ya no hay "deudas" con un pasado arquetípico ni "obligaciones" con un futuro utópico. Cuando queda tan sólo el presente, sin raíces ni proyectos, cada uno puede hacer lo que quiera. 6. Declive del imperio de la razón. En la postmodernidad el homo sapiens ha sido desbancado por el homo sentimentalis. El homo sentimentalis no es simplemente el hombre que siente, puesto que cualquier hombre siente, sino el hombre que valora el sentimiento por encima de la razón. A la tiranía de la razón ha sucedido ahora una explosión de la sensibilidad y de la subjetividad. 7. Imperio de lo "débil", de lo "Light". Pensamiento débil. Caída de la confianza en la razón. En lugar del aforismo "pienso, luego existo" se afirma este otro: "siento luego existo", Hay una sospecha de que el pensamiento deje indefensa a la sociedad ante los poderes anónimos. Existe la convicción generalizada de que el sujeto finito, empírico, condicionado, no tiene capacidad para establecer lo incondicionado, lo absoluto, lo incontrovertible. En la postmodernidad no queda, pues, más remedio que acostumbrarse a vivir en la desfundamentación del pensamiento. Como decía Heidegger, vagamos por "sendas perdidas", y únicamente hay lugar ya para un pensamiento débil y fragmentario: "Yo, aquí y ahora, digo esto". La postmodernidad, por tanto, no es la desvalorización de todos los valores, pero sí la desvalorización de los valores "supremos" y de las grandes cosmovisiones. Ahora ya no hay nada que se escriba o se pueda escribir con mayúscula. 8. El individuo fragmentado. Cada cual compone "a la carta" los elementos de su existencia, tomando unas ideas de acá y otras de allá, sin preocuparse demasiado por la mayor o menor coherencia del conjunto. Estamos de vuelta del racionalismo; y ahora manda el sentimiento. El postmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le sorprende, y sus opiniones son susceptibles de modificaciones rápidas. Pasa a otra cosa con la misma facilidad con que cambia de detergente. 9. De la tolerancia a la indiferencia. Con la pérdida de confianza en la razón, se ha perdido también cualquier esperanza de alcanzar un consenso social. Hoy cabe todo, y todo tiene su público, incluso las mayores extravagancias culturales. Los postmodernos renuncian a discutir sus opiniones; viven y dejan vivir. 10. El retorno de los brujos. Hay un auténtico "boom" del esoterismo y de las ciencias ocultas (quiromancia, cartomancia, astrología, videncia, cartas astrales, cábala, alquimia, pitagorismo, teosofía, espiritismo, etc.). Hoy existen incluso adoradores de Satán que dejan tras de sí un rastro de sangre, gallos decapitados y signos cabalísticos. Y, sin duda, lo que hasta ahora se ha descubierto es tan sólo la punta del iceberg. En resumen, que si, en cuestiones de religión, la modernidad se negó a creer lo que era digno de credibilidad, la postmodernidad no pone reparos a tragarse lo increíble. Decía Chesterton: "Desde que los hombres han dejado de creer en Dios, no es que no crean en nada. Ahora creen en todo". 1.5. El ser humano y su condición religiosa: razonabilidad de la apertura al Misterio de Dios. LA VERDAD SOBRE EL HOMBRE 1.- Según la antropología adecuada3 los seres humanos son personas dotadas de naturaleza humana. Los seres humanos disponemos de una naturaleza, la humana, que tiene tres dimensiones: - dimensión corporal y física Corporal (tendencias instintivas). Psíquica - dimensión psíquica, psicológica (emociones, sentimientos, pasiones) Espiritual - dimensión espiritual (pensamientos, voliciones). Las dimensiones corporal y psíquica son el vestido exterior e interior que viste a la persona. La corporalidad es lo primero que aparece. A través de lo psíquico algo aflora de la persona, si está aburrido, cansado, alegre, triste... Se dice que la cara es el espejo del alma, por eso la cara descubre lo intelectual, lo emocional, lo afectivo. Es fácil explicar cuál es la dimensión corporal, pero no es fácil explicar qué es la dimensión psíquica ya que tanto los animales como el hombre poseen vida psíquica. A 3 Juan Pablo II habla de la antropología adecuada y dice que ésta se apoya sobre la experiencia esencialmente humana oponiéndose al reduccionismo materialista que frecuentemente corre parejo con la teoría evolucionista del origen del hombre. esta dimensión psicológica pertenecen los sentimientos, las emociones, las pasiones, la afectividad. Podemos distinguir en ella como dos niveles: uno inferior dependiente intrínsecamente del organismo, que es la vida sensitiva (donde predominan los instintos o apetitos) que es propia de los animales y otro superior intrínsecamente independiente del organismo que es la vida intelectual (que se caracteriza por el dominio de la voluntad), exclusivo del ser humano. La dimensión espiritual es lo que constituye al ser humano como persona. Ésta es invisible, lo espiritual no se puede percibir con los sentidos corporales, por eso en cierto sentido hay que creer en él4. Lo que me constituye como persona es mi mismidad, es lo más intimo de mí, es el interior donde me refugio. Yo puedo trascender hacia fuera y hacia dentro. Existir significa salir fuera, trascender. Puedo trascender, salir de mí y volver a mí, porque soy una persona espiritual. El espíritu no está totalmente condicionado por lo corporal, tiene una relativa independencia, autonomía a pesar de la dependencia. Además las enfermedades que afectan a las personas, sólo lo pueden hacer a su organismo psicofísico, ya que el espíritu no puede enfermar. De ahí que aun los locos, los que están en coma, los subnormales, tengan la dignidad de personas. Lo característico de esta dimensión típicamente humana es la inteligencia y la voluntad libre, la libertad. La inteligencia, es la potencia espiritual del hombre de conocer la verdad, y la voluntad, la potencia espiritual del hombre de buscar o tender al bien. Por supuesto que estas tres dimensiones se entrecruzan de tal modo que no son separables: la naturaleza humana es una unidad compleja. Es un individuo, (lo que significa in-divisible) una unidad que no se puede subdividir, escindir, separar, pero que sin embargo tiene tres dimensiones, con sus correspondientes dinamismos: Es una unidad, que podemos pensar, pero no imaginar. Toda persona humana se considera espontáneamente un sujeto único de sus acciones espirituales y corporales. - externa: física El hombre es como una cebolla, -tiene somática, psíquica, mente… emociones, sentimientos… varias capas Espirit espiritual Como………………………………………………… física Yo Leo, pienso………………………………………...…. psíquica Quiero, tengo libertad, tomo decisiones…voluntad… espiritual Si se suspende la actividad de los sentidos y del cuerpo, cesa también la actividad espiritual (pensar, por ejemplo). Por todo lo anterior parece razonable la interpretación del hombre como una unidad substancial. En el hombre existe una sola naturaleza, lo que implica, necesariamente, que la unión entre cuerpo y alma sea substancial y no funcional. El alma y el cuerpo están substancialmente unidos 4 Muchos científicos (materialistas) han negado esta dimensión humana del espíritu al no poderlo ver en el microscopio. A ellos hay que decirles que el espíritu es el presupuesto básico para trabajar con el microscopio, porque de dónde viene “el amor a la verdad” sino es del hecho que el hombre es algo más que materia, que es también espíritu. de modo que sólo pueden separarse por la muerte. Se podría decir que el hombre es un espíritu carnal o una carne espiritual. Goethe decía “Si tomamos al hombre por lo que es, lo hacemos peor. Pero si lo tomamos por lo que debe ser, lo convertimos en lo que puede ser”. 2.- Además de dotados de naturaleza humana, la antropología adecuada reconoce que los seres humanos somos personas. Podemos resumir en cuatro las características propias del ser-persona: cada persona es irrepetible o única; debido a la naturaleza que tiene, especialmente compleja o rica, cada persona tiene dignidad; la persona tiene libre albedrío y, por último, la interpersonalidad es un rasgo constitutivo del ser persona: no hay persona sin personas. 1.- Irrepetibilidad. Boecio (Siglo IV) define a la persona como “Substancia individual de naturaleza racional”. La persona es un “sujeto” y no un “objeto”. Alguien que se pertenece a sí mismo, que existe en sí y por sí y no en relación o con dependencia de otro. Con valor en sí mismo y no con valor instrumental y objetivo. Es un fin en sí misma. La persona es un individuo único, irrepetible, singular, insustituible. La irrepetibilidad se ve en la biografía, cada una de nuestras vidas es única y a nivel esencial yo soy un ejemplar único de la especie humana. Cuando yo me muera, el mundo seguirá pero se pierde la perspectiva desde la que yo veo y hago las cosas. 2.-Dignidad. La persona es un “ser racional” ontológicamente, en su esencia, en su naturaleza. Por lo tanto, el estatuto personal no se adquiere o disminuye gradualmente. Es una condición radical de todo ser humano. Toda persona tiene dignidad por tener la naturaleza humana. La persona tiene tres dimensiones o dinamismos, inteligencia y voluntad, emociones y sentimientos, instintos. Todos los hombres tienen la misma dignidad, aunque aún no tengan o ya hayan perdido la posibilidad de manifestar alguna de sus facultades. El discurso sobre la dimensión espiritual está silenciado en nuestra cultura. La dimensión espiritual nos permite autodistanciarnos de las otras dimensiones, por ejemplo algo me provoca ira pero me puedo distanciar de mis emociones y sentimientos y no dejar que me dominen. O por ejemplo ante un banquete tres animales hambrientos sabemos que comerán, pero tres hombres no sabemos qué van a hacer, pueden comer o ayunar. La naturaleza humana es vulnerable, el hombre cuando sueña es un dios pero cuando reflexiona es un mendigo. Dentro de cada uno hay tendencias que me impulsan a hacer lo que no quiero, las emociones no siempre nos acompañan, por ejemplo nos entristecemos de las alegrías ajenas, o por ejemplo hay veces que tenemos que estudiar y el cuerpo está cansado, no nos acompaña. 3.-Libre albedrío. El pensamiento contemporáneo considera que el ser humano no es libre, incluso se dice que el libre albedrío es una ilusión, que se utiliza para esconder nuestra ignorancia, los que saben son deterministas. Contra el determinismo, (Freud dice que la conducta humana está determinada), hay que decir que si estuviera todo determinado el mérito, la responsabilidad no tendrían sentido. Si así fuera tendríamos que reconsiderar nuestra manera de hacer. El error del determinismo está en confundir los condicionamientos de la libertad con determinismos, con la imposibilidad de ser libres. En la Naturaleza reina la necesidad, pero en el ámbito de la voluntad que es espiritual, existe la libertad de obrar o de dejar de obrar. Ante una acción hay dos caminos a seguir. Yo pregunto ¿está determinado cuál voy a elegir? La respuesta es no, pero entonces me dice, si hay indeterminación hay azar. Por la dimensión espiritual de nuestra naturaleza, los seres humanos pueden disponer de sus dinamismos físicos y psicológicos. Es decir, pueden "separarse de sí mismos" (autodistanciarse) e "ir más allá de sí mismos" (autotrascenderse), como ocurre cuando los seres humanos somos perdonados o perdonamos, prometemos y cumplimos nuestras promesas y cuando nos reímos de nosotros mismos. El perdón, la promesa y el sentido del humor son actividades que puede llevar a cabo un ser dotado de una naturaleza tan compleja o rica como es la humana en la que la dimensión espiritual le permite un cierto desdoblamiento respecto a sí mismo. "libertad" es un término polar, es decir, sólo se lo entiende si se lo pone en contacto con su otro polo, el de "naturaleza (humana)". El ejercicio del libre albedrío humano no ocurre en el vacío o, mejor, en la indiferencia respecto a lo que elegimos. Todavía más: el nuestro es un libre albedrío condicionado (por nuestra naturaleza), inclinado (por las tendencias de nuestra naturaleza). Por consiguiente, lo importante no es sólo poder elegir, sino también poder elegir bien. 4- Interpersonalidad. No hay yo sin un tú y un él. Toda la filosofía personalista ha hablado de esto, Mounier. ¿Por qué estoy aquí? Gracias a mi padre y a mi madre. ¿Cuál es nuestra imagen del hombre?: Dice Pilato: Ecce homo: Jesús de Nazaret. ¿Cuál es el rasgo decisivo del ser persona? La persona es un individuo que busca ser amado y amar. Por eso, el amor es la clave para descubrir quiénes y qué somos los seres humanos. Por ejemplo, un discapacitado psíquico reacciona ante el cariño y el amor, es sensible al amor.