Psicoanálisis: Historia y Métodos (PDF)
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Este documento proporciona una visión general de la historia del psicoanálisis, destacando la influencia de Sigmund Freud y sus métodos iniciales, incluyendo la hipnosis y la catarsis. Se explora el caso de Anna O y la importancia del inconsciente en la comprensión de las neurosis.
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##### **Tema 1. Historia del psicoanálisis** Sigmund Freud nació en Freiberg, Moravia (anteriormente parte del Imperio Austro-húngaro, actualmente República Checa) el 6 de mayo de 1856. Su nombre de nacimiento completo fue Sigismund Schlomo Freud. A saber, su familia era de raza judía, y fue el may...
##### **Tema 1. Historia del psicoanálisis** Sigmund Freud nació en Freiberg, Moravia (anteriormente parte del Imperio Austro-húngaro, actualmente República Checa) el 6 de mayo de 1856. Su nombre de nacimiento completo fue Sigismund Schlomo Freud. A saber, su familia era de raza judía, y fue el mayor de 6 hermanos, conformados por 5 mujeres y un hombre. Además, contaba con dos hermanastros que vivían en Manchester, Inglaterra, quienes fueron producto de uno de los dos primeros matrimonios de su padre. En 1860 su familia se mudó a Viena, Austria, buscando mejores oportunidades de vida, ya que el negocio de venta de lanas de su padre no iba bien en Frieberg, por lo que apenas les alcanzaba para vivir con lo que los hermanastros enviaban desde Manchester. Freud creció en una familia judía, pero nunca se identificó con esa religión; sin embargo, con su cultura sí. En la escuela de medicina, Freud conoció al gran fisiólogo de la época, Ernst Wilhelm von Brücke, y trabajó con él como su asistente en el Instituto de Fisiología de Viena entre 1876 y 1882. Aquí Freud ya daba a conocer sus dotes como investigador. Hacia 1880 conoció a su más cercano e importante mentor, el Dr. Joseph Breuer, quien era un médico judío con amplio renombre en Viena. En 1881 Freud se gradúa como médico y comienza a trabajar bajo la dirección del Dr. Theodor Meynert, en el Hospital General de Viena (1883 a 1885). Aunque Freud era un notable investigador, le tocó vivir en un ambiente de antisemitismo creciente, posible razón por la cual fue despedido de dicho hospital. Sin embargo, Freud ya había dejado su huella como investigador, ya que en 1884 publicó un artículo titulado "Sobre la coca", donde describía los efectos anestésicos de la cocaína en algunas operaciones, sobre todo en cirugías oculares. Desgraciadamente para Freud, nunca obtuvo el crédito que merecía, ya que un colega suyo, Carl Koller, utilizó los descubrimientos de Freud para realizar varias cirugías oftalmológicas sin darle el crédito, obteniendo un gran reconocimiento por parte de la comunidad científica. Freud sintió, según sus biógrafos, una gran decepción por este acontecimiento, buscando dar otros intentos por aplicar sus descubrimientos. Entre alguno de esos intentos, trató de curar a su amigo Ernst von Fleischl-Marxow de su adicción a la morfina usando la cocaína, pero solo pudo cambiarle una adicción por otra. El mismo Freud, como se ha podido observar en las publicaciones de su correspondencia, consumió cocaína por algún periodo de su vida (sin quedar claro el tiempo específico ni la forma de consumo). Freud también trabajó en el laboratorio de neuroanatomía del brillante patólogo Salomon Stricker. Ahí, aparte de sus descubrimientos sobre la cocaína, realizó varias investigaciones que dictaron algunas bases para el descubrimiento de lo que hoy llamamos neuronas. Sin embargo, el antisemitismo le cortó las oportunidades de seguir trabajando en ese lugar. Hacia finales de 1885, obtuvo una beca para ir a estudiar a París junto al renombrado psiquiatra Jean-Martin Charcot. Charcot dictaba una serie de seminarios en el Hospital de la Salpêtrière, en donde demostraba por medio de la hipnosis que los síntomas de las llamadas **pacientes histéricas** eran más de orden psicológico y no físico. En demostraciones que llegaron a nombrarse como "El teatro de las histéricas", Charcot, ante un auditorio en donde se encontraban sus estudiantes, así como los grandes médicos de la época en Francia, hipnotizaba a diversas pacientes, por lo que por medio de la sugestión les retiraba o cambiaba los síntomas. Con estas escenas, Charcot demostraba su teoría de que el origen de los síntomas histéricos era psicológico y no fisiológico (como se estaba acostumbrado a pensar desde el positivismo de la medicina de la época), pero también argumentó que la hipnosis la usaba para demostrarlo, pero nunca como tratamiento. Freud, siendo positivista, es decir, admirador de la explicación causal, de la causa y el efecto, queda maravillado con los descubrimientos de Charcot. Se vuelve su alumno por poco tiempo y le ofrece traducir sus escritos del francés al alemán para conocer su obra y obtener algo de dinero, ya que, al volver a Viena, Freud se encontraba sin trabajo y con una familia por mantener, puesto que en 1886 se casa con su prometida Martha Bernays. A su regreso a Viena, Freud habla con su mentor, el Dr. Breuer, sobre los métodos de Charcot. Breuer le comenta que él lleva tiempo trabajando con pacientes histéricas, pero que, a diferencia de Charcot, él empleaba la hipnosis como método terapéutico. Por tanto, le ofrece a Freud aliarse para trabajar con las pacientes histéricas, ya que Breuer consideraba que era un sector de la población que solicitaba atención médica, la cual era rechazada por la mayoría del gremio de doctores por considerarlas como pacientes que no tenían nada, ya que sus síntomas no tenían explicación fisiológica. Freud acepta la alianza, en parte motivado por hacerse de recursos para sostener su matrimonio, y por su hambre de saber sobre el funcionamiento de las **neurosis**, que era el otro nombre con el cual se le denominaban a aquellas afecciones sin explicación física. A saber, la histeria tiene su etimología en la palabra griega *hysteron*, la cual significa útero, ya que en algún tiempo se pensaba que la histeria solo afectaba a las mujeres, puesto que había un desplazamiento del útero hacia la cabeza, haciéndolas enloquecer. A pesar de que esa idea es completamente refutada, el término histeria se ha mantenido para nombrar a ciertas afecciones anímicas. Freud comenzó a trabajar con las pacientes histéricas que le refería el Dr. Breuer, utilizando la hipnosis para su tratamiento. Aunque Freud se destacó por ser un mal hipnotista, la implementación de este método, y su agudo instinto de investigador, lo llevó a descubrir que no era posible hipnosis alguna si la sugestión no operaba, es decir, que para que la hipnosis funcionara, el paciente debía colocar al médico en un lugar subjetivo de superioridad, autoridad o saber, para que el paciente se dejara sugestionar por el médico y la hipnosis funcionara. Esto sería la base para un término sumamente importante para la teoría psicoanalítica llamado **transferencia**, pero que profundizaremos más adelante. Por ahora, Freud había descubierto que sin ese fenómeno subjetivo de colocar al médico en un lugar cuya obediencia fuera equiparable a la de un amante por su amado o a la de un hijo por su padre, la hipnosis sería un fracaso. Por su lado, Breuer se encontraba trabajando con una paciente, denominada como **Anna O** (su nombre real era Bertha Pappenheim), de la cual Breuer le hablaba a Freud para comentarle sus avances con el caso, ya que se trataba de una paciente con una sintomatología peculiar: imposibilidad para tomar agua, constantes pesadillas, alucinaciones ocasionales, olvidar la lengua materna y hablar en otros idiomas aprendidos, etc. La paciente, con ayuda de un estado sugestivo, alcanzaba en ciertos momentos a mencionar eventos de su pasado de gran frustración, pero que no habían sido exteriorizados por diversas circunstancias, los cuales provocaron que esos afectos quedaran anclados en su ser, buscando vías de exteriorizarse, lo cual se lograba por medio de los síntomas. La paciente, al poner en palabras sus afectos anclados, obtenía una notable mejoría anímica. Ella misma bautizó aquello como una **the talking cure** (la cura por la palabra), o también como un **deshollinar la chimenea**, usando como metáfora el oficio de los limpia chimeneas (lo cual era común en Europa de esa época). Este caso, más otros trabajados entre Freud y Breuer, dieron lugar a la publicación en 1893 del libro "Estudios sobre la histeria", donde tanto Freud como Breuer exponen sus teorizaciones sobre la etiología de la histeria y su posible psicoterapia. Con el caso Anna O, prácticamente se rompe con el paradigma médico de la época para tratar a las afecciones nerviosas, por lo que nace el paradigma eje de la forma de trabajo de la mayoría de las psicoterapias actuales, es decir, **privilegiar la palabra del paciente**. Durante un periodo que oscila entre 1886 y 1895 aproximadamente, Freud utiliza toda una gama de métodos para tratar las neurosis: el uso de imanes, la hipnosis, un método que bautizó como hipnocatártico (basado en el tratamiento de Anna O), el método sugestivo o de la mano en la frente, donde, gracias a su paciente (Emmy von N.) descubre que debe callarse y dejar hablar al paciente, ya que Freud colocaba la mano en la frente del paciente mencionando una serie de palabras para que este dijera lo primero que se le ocurriera con esas palabras, pero esta paciente le retira la mano de su frente y le dice que se calle para que la deje hablar. En ese momento, Freud descubrió que debe ponerse a escuchar. Por consiguiente, Freud renuncia al método hipnocatártico y al sugestivo (la mano en la frente) y le da paso al catártico, el cual consistía en que el paciente dijera sin censura alguna sus recuerdos más penosos y antiguos. La palabra catarsis deviene del griego antiguo que significa purga. Con esto, Freud buscaba que, como le paso a Anna O, el paciente se descargara por medio de la palabra, es decir, se purgara poniendo en palabras sus afectos que por alguna razón estaban atorados o anclados, con el fin de eliminar la sintomatología neurótica. Aunque la curación tenía efectos positivos, Freud descubrió que, en ocasiones, sobre todo en los tratamientos con hipnosis o sugestión, los síntomas retornaban con mayor fuerza o surgían nuevos síntomas. Por tanto, junto con Breuer, ya habían pensado que los recuerdos de los eventos penosos deberían quedar alojados en algún lugar, que también denominarían como traumáticos, mismos que a la postre ocasionarían la sintomatología neurótica. Freud y Breuer pensaban en la existencia de dos conciencias que estaban separadas una de la otra, en donde al ocurrir algún evento traumático (que desencadenara algún afecto penoso sin canalización exterior) quedaría atrapado en esta conciencia junto con el recuerdo del evento que lo ocasionó. A esta segunda conciencia Freud la denominó como **inconsciente**, que es el lugar donde se almacenaría el recuerdo penoso o traumático. A saber, para Freud no era suficiente trabajar mediante la hipnosis o la sugestión, ni tampoco con la pura catarsis. Él se dio cuenta de que no solo bastaba con decir el recuerdo penoso, sino también traerlo al exterior o a la conciencia, junto con su respectivo afecto, ya que, mientras esto no ocurriera (como pasaba en los tratamientos sugestivos) no podría haber una recuperación más duradera y eficaz del estado anímico, es decir, habría que hacer consciente lo inconsciente. Entonces, si no se realizaba este proceso (hacer consciente lo inconsciente) por medio de la palabra no habría cura, misma que tendría que ser todo en cuanto se le ocurra, procurando no censurar ni omitir nada. Asimismo, el médico debía callar y escuchar, para que, cuando surja ese equívoco, el paciente trate de asociar la razón por la cual se le ocurrió eso y tratar de llegar por esa vía al recuerdo penoso o traumático. En otras palabras, esto es lo que Freud bautizaría como la regla fundamental: el **psicoanálisis**, dejando atrás todos los otros métodos. Para Freud, si el paciente no llega por medio de sus asociaciones a la idea original **reprimida** no podrá disolver la sintomatología neurótica, ya que es el paciente quien debe vencer sus **resistencias**, es decir, resistencias a saber lo que ya sabe, a recordar el recuerdo o evento penoso o traumático, por tanto, en sustitución de ese no recordar adviene el síntoma neurótico: angustia, fobias, dolor de cabeza, parálisis facial, olvido de la lengua materna, inhibición de la función de algunas partes del cuerpo, cegueras, etc. Desde la implementación de sus métodos anteriores, Freud escuchaba algo que constantemente se repetía en múltiples pacientes: los eventos que tenían que ver con la sexualidad y su relación con los síntomas neuróticos. Freud creció en plena época victoriana, donde la moral estaba basada en una represión cultural hacia lo sexual, pero más hacia las mujeres, a quienes se les vestía totalmente tapadas de cuello a tobillos, además de las ideas que se les implantaba sobre la virginidad, el matrimonio y la fidelidad propias de la época. Por consiguiente, Freud se atrevió a postular que los eventos traumáticos *a posteriori* producirían la sintomatología neurótica, los cuales tienen relación con la sexualidad (y posiblemente con la existencia de una sexualidad infantil), ya que, para Freud, y por lo que escuchaba de sus pacientes, los niños también podían ser erotizados. En ese sentido, y en caso de presentarse algún abuso, ese evento desencadenaría en un algún momento de la adolescencia o la vida adulta la sintomatología neurótica. Por otro lado, hubo un cabo suelto durante el tratamiento de Anna O que Breuer decidió no abordarlo porque, según los biógrafos, quería ahorrase problemas maritales, ya que a pesar de su mejoría Anna O comenzó una especie de dependencia a la presencia de Breuer, incluso comenzaron nuevos síntomas en la paciente: síntomas que hacían actuar a la paciente como si estuviera embarazada, por lo que Breuer decide ya no atenderla más. Freud le insistió a Breuer para que profundizara más sobre lo que estaba pasando, pero Breuer se negó, provocando un disgusto entre ambos. Este disgusto creció más debido a las recientes ideas de Freud sobre la etiología de las neurosis, en donde Breuer no coincidía con él, ya que en estas ideas la sexualidad tiene que ver con la etiología de las neurosis. Aparte del rechazo de la mayoría de los miembros de la comunidad médica y científica, empezaron a nombrar a Freud como **pansexualista**, es decir, alguien que solo explica las cosas mediante el sexo o la sexualidad. Aunque se puede pensar que sí explicaba las cosas mediante esto, no se refería a la sexualidad que se entiende en el sentido coloquial o genital de la sexualidad adulta. Para Freud, la sexualidad va más allá de eso, ya que apunta hacia los afectos o hacia dónde o cómo van dirigidos los mismos, por lo que esa es la sexualidad a la que hacía referencia y que, según sus investigaciones (y al escuchar a sus pacientes) también está presente en la infancia. Todo esto le da pie a Freud sobre una nueva clasificación de la llamada psicopatología del aquel entonces; dividir neurosis en **neurosis actuales** y **psiconeurosis**, tal y como lo marca en su obra de 1898 "La sexualidad en la etiología de las neurosis". Según Freud, las neurosis actuales son la **neurastenia**, la **hipocondría** y la **neurosis de angustia**, en estas distingue que posiblemente se encuentren ocurriendo cosas en la actualidad adulta del sujeto, ocasionando un mal desempeño de la sexualidad (abstinencia o un corte repentino del ejercicio de la sexualidad), produciendo síntomas somáticos emanados de esa ausencia de descarga o de la inadecuada descarga de la excitación sexual. También menciona que en la **psiconeurosis** se puede ubicar a la histeria y la neurosis obsesiva, recalcando que, a diferencia con las neurosis actuales, en las psiconeurosis la sintomatología emana de eventos o conflictos psíquicos ocurridos durante la infancia, que tienen que ver con cuestiones donde la sexualidad está involucrada. Por ejemplo, algún encuentro con un adulto que se concibió como un abuso o una seducción a la cual el infante no puede responder, quedando "reprimido", y despertando en algún momento *a posteriori* a manera de psiconeurosis. Entonces, para Freud no solo existía la sexualidad infantil, sino también la concebía como polimorfa, es decir, que el infante puede ejercer su sexualidad de diferentes maneras (denominado como placer por medio de diferentes formas u objetos). Por esa razón, denominó a los niños como perversos polimorfos. Para Freud, el placer es disminución de la tensión sexual o tensión pulsional (llamándola displacer al aumentar dicha tensión). Aunque sus ideas entorno a la sexualidad es lo que más distingue a Freud, en 1900 publicó su obra más famosa hasta hoy en día: "La interpretación de los sueños". A saber, el libro fue un fracaso comercial en aquella época, pero conforme su fama se fue extendiendo se convirtió en uno de los libros más famosos de la historia. Freud descubrió que sus pacientes, aparte de los temas sexuales, hablaban sobre sus sueños. Por tanto, vio a los sueños como la vía regia hacia el esclarecimiento de lo inconsciente. Freud terminó el libro en 1899, pero le dice a la editorial que lo publique hasta el año 1900 para que naciera junto con el nuevo siglo. Freud hizo una investigación sobre el tema de la interpretación de los sueños y los métodos más famosos que la humanidad conocía, destacando dos: el **método del simbolismo** y el **método de descifrado**. Por tanto, tomó lo que consideraba pertinente de ambos métodos y creó el propio, acentuando que, a final de cuentas, era el paciente quien terminaba interpretando el sueño valiéndose de las asociaciones que hiciera del mismo (acompañado por el psicoanalista), convirtiendo la técnica de la interpretación de los sueños freudiana como una de las pocas cosas que los autores postfreudianos han intentado innovar, ya que se considera hasta la fecha como la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente. Para Freud, los sueños son una realización de deseos, es decir, una realización sexual de aquello que únicamente nos atrevemos a hacer soñando porque en la vigilia la "represión" impide su realización, ya que no van acorde con los parámetros de la moral y la ética cultural impuesta. Por ende, el análisis de los sueños es una ayuda poderosa para saber lo que ya sabemos de nosotros. El distanciamiento con Breuer no produjo que Freud quedara solo, ya que, aunque irreverentes para la época, las ideas de Freud comenzaron a crearle seguidores, por lo que intelectuales de todo tipo comenzaron a interesarse en su pensamiento, desde médicos, filósofos, miembros de la realeza, etc. Por consiguiente, en 1902, Freud se reunía cada miércoles en su casa-consultorio con un pequeño grupo de personas interesadas en sus teorías, por lo que debatían y discutían sobre las mismas, aportando ideas y hablando sobre casos clínicos. Las juntas sucedían por la noche y se extendían hasta altas horas de la madrugada. A este grupo se le llamó "La sociedad de los 7 anillos", ya que al inicio eran 7 integrantes; cada uno portaba un anillo de oro que los distinguía. A saber, a este grupo también se le llamaba "La sociedad de los miércoles" o "La sociedad psicológica de los miércoles". Asimismo, Freud contaba con un amigo, quien acompañó a Freud por correspondencia en su llamado "autoanálisis". Se trataba del otorrinolaringólogo Wilhelm Fliess, con quien Freud mantuvo con una estrecha correspondencia entre los años 1887 y 1904. Debatían ideas sobre las neurosis y su etiología sexual. Fliess contribuyó en gran parte en las teorizaciones de Freud, pero es en una carta, conocida mundialmente como la Carta 69, donde Freud dice: "Ya no creo en mi neurótica". Es decir, Freud le comentó a Fliess que descubrió que no solo tenía que ver la sexualidad infantil en la etiología de las neurosis, sino también el evento por el cual en un segundo tiempo se produciría la sintomatología, pudiendo ser fantaseado por el paciente y que no haya sido "real". En otras palabras, Freud da cuenta de que, en caso de que siempre sea verdad el abuso por parte de algún adulto para desatar la sintomatología neurótica *a posteriori*, el número de neuróticos entonces sería mucho mayor de lo que parece. Por tanto, postula la teoría de la fantasía, en donde sí es importante el evento traumático en la infancia, pero todavía lo es más cómo el sujeto se representa, simboliza, interioriza, piensa y fantasea ese evento. Por lo tanto, alguien puede vivir algún evento como un abuso o como una seducción, pero no necesariamente el abusador o seductor hicieron lo que hicieron con esa intención. Por ejemplo, que un familiar bañe a un niño con la mejor de las intenciones, pero que el infante lo tome como seducción, por tanto, al no tener capacidad de respuesta ante eso, se reprime, y en un segundo momento se reactualiza ese momento como traumático, desatando la sintomatología neurótica. Entonces, hacia inicios del siglo XX Freud contaba con tres teorías sobre el trauma psíquico, definiendo al trauma como una sobreexcitación de energía psíquica no posible de ligar y que deja un agujero. La primera teoría que formuló junto con Breuer menciona que hay un evento real traumático que sería el desencadenante de los síntomas neuróticos. En la segunda menciona que hay un evento real traumático que tiene que ver con la sexualidad, quizás producido en la infancia, y que *a posteriori* produciría la neurosis. La tercera indica que el evento traumático del orden de la sexualidad infantil puede ser fantaseado, produciendo igual o más grave sintomatología que si hubiese sido "real". A saber, la dinámica familiar de Freud también le sirvió para plantear y replantear sus posturas teóricas, ya que sus hijos varones participaron en la Primera Guerra Mundial, por lo que estos acontecimientos le sirvieron para pensar la temática de la guerra, la muerte y el duelo. Asimismo, la muerte de su hija Sophie por la gripe española lo marcó duramente, y lo invitó a reflexionar sobre su teoría acerca del duelo y del dolor psíquico. Para el ambiente psicoanalítico, Anna Freud tomó mayor importancia, ya que se convirtió en la heredera de su padre en cuanto al psicoanálisis se refiere. Fue la única de sus hijos que siguió sus pasos como psicoanalista, al grado de convertirse en una de las autoras más importantes, sobre todo en cuanto al trabajo con niños. Pasaron los años y la teoría de Freud se alimentaba cada vez más, sin embargo, su base consistió en pensar sobre la existencia de un aparato psíquico, dividido en sistemas e instancias, es decir, **tópicas**. Freud indicaba que existía un sistema inconsciente, con deseos que habitan ahí y que buscan satisfacerse de una forma u otra, en donde el sistema consciente, por medio del mecanismo de la represión, evita que sepamos lo que ya sabemos de nosotros mismos, pero que lo percibimos como ajeno. Para Freud, el contenido inconsciente que busca llegar a la conciencia es producto de un conflicto psíquico, por ello no le es tan fácil arribar a la conciencia y lo hace por medio de subrogados, es decir, los síntomas neuróticos. Dicho conflicto solo puede llegar a disolverse por medio de un psicoanálisis, el cual, como también se verá más adelante, consiste en que el paciente diga todo en cuanto se le ocurra y el analista escuche todo de igual forma, ya que en esa relación "transferencial" que se creará entre paciente y analista se encontrará la clave para disolver la sintomatología. La obra de Freud se ha expandido a todo el mundo en diferentes idiomas. A saber, la obra de Freud se conoce como "Obras Completas" y se concentran 3 o 24 tomos, dependiendo de la editorial. El primer reconocimiento oficial que se le otorga a Freud fue el nombramiento imperial como **profesor extraordinario** en 1902, ya que para ese entonces (y después de varias dificultades) Freud pudo llegar a ser profesor de la Universidad de Viena. Su primer reconocimiento internacional fue recibir el título honorífico *Doctor* *Honoris* *Causa* por parte de la Universidad de Clark, Massachusetts, en 1909. Además del reconocimiento, Stanley Hall, un psicólogo norteamericano, lo invitó a dictar una serie de conferencias sobre psicoanálisis en esa misma universidad. Estas conferencias están publicadas en las "Obras Completas" como "Cinco conferencias sobre psicoanálisis". Freud viajó a Norteamérica junto con Carl Gustav Jung y Sándor Ferenczi; se dice que Freud mencionó lo siguiente durante el viaje: "Si supieran lo que vamos a decir...". Entre demás honores que se le atribuyen a Sigmund Freud se encuentran que fue galardonado con el Premio Goethe en 1930 por su habilidad para la escritura, además que se nombró como "Freud" a un pequeño cráter del lado visible de la luna. Asimismo, actualmente es el autor más citado en la historia. A Freud se le diagnosticó cáncer de paladar en 1923. Por tanto, los últimos años de vida sufrió de mucho dolor, sordera del oído derecho, y tuvo la necesidad de varias prótesis que le dificultaban hablar. Hasta el fin de sus días, Freud nunca dejó de trabajar como psicoanalista y como escritor, dejando inconcluso varios textos que de todas maneras fueron publicados después de su muerte. En 1938, Sigmund Freud y su familia abandonan Viena y se dirigen a Londres. No obstante, debido a la anexión de Austria a la Alemania nazi, la familia de Freud era constantemente acosada por la Gestapo y sus libros eran quemados, ya que por su raza judía se le consideraba enemigo del Tercer Reich. Asimismo, a los practicantes del psicoanálisis en los territorios ocupados por los nazis se les perseguía por considerar al psicoanálisis como una práctica judía. Finalmente lograron salir de Austria con ayuda de la princesa Marie Bonaparte, expaciente y discípula de Freud, y de Ernest Jones, psicoanalista inglés que se convertiría en el biógrafo autorizado de Freud. Sigmund Freud muere el 23 de septiembre de 1939, ya que al encontrase muy desgastado por el cáncer e incapaz de seguir soportando el dolor y su propia peste, le pidió a su médico personal, el Dr. Max Schur, que le aplicara la eutanasia. Fue incinerado en el crematorio de Golden Green cerca de Londres, lugar donde reposan sus cenizas junto a las de su esposa. **Principales exponentes** En la **Sociedad Psicológica de los Miércoles** se empezaron a vislumbrar a los autores más importantes para el psicoanálisis después de Freud, siendo la base para la primera sociedad psicoanalítica del planeta: **Asociación Psicoanalítica Vienesa**. En dichas reuniones aparecieron nombres fundamentales para la historia del psicoanálisis: Alfred Adler, Otto Rank, Karl Abraham, Carl Gustav Jung, Sándor Ferenczi, Iisidor Isaak Sadger, Hanns Sachs, Ludwing Binswanger, Carl Alfred Meier, Sabina Spielrein, Lou Andreas-Salomé, Wilhelm Stekel, Max Kahane, Max Eitingon, Max Graf y Rudolf Reitler. La **Asociación Psicoanalítica Vienesa** fue creciendo, por lo que la forma de aceptación de nuevos miembros fue más politizada; eran puestos a votación y ya no tanto por invitación. Hacia 1908, el movimiento psicoanalítico comenzó a tomar fuerza en más países de Europa, ya que varios de los integrantes de la asociación eran de diferentes países, por lo que, cuando volvían a sus tierras, se encargaban de difundir el psicoanálisis. En marzo de 1910, en Núremberg, Alemania, fue creada la **Asociación Psicoanalítica Internacional**, mundialmente conocida por sus siglas en inglés como la **IPA**. Fue fundada por Sigmund Freud y sus más allegados colaboradores, eligiendo a Carl Gustav Jung como su primer presidente (Freud nunca fue presidente de la IPA). Años más tarde, Jung rompe relaciones con Freud por diferencias teóricas y clínicas, creando su particular forma de hacer psicoanálisis denominado como jungiano, el cual tiene miles de seguidores alrededor del mundo. Actualmente, la IPA se mantiene como una institución, sobre todo política, que bajo un régimen jerárquico dictamina quién puede formarse como psicoanalista, o quién sí es psicoanalista y quién no. Ha establecido y fundado diversas organizaciones alrededor del mundo a las cuales, según ciertos criterios, denomina como sociedades, asociaciones o agrupaciones adherentes. También mantiene por lo menos cuatro modelos de formación psicoanalítica, los cuales han cambiado con el paso de los años, ya que en algún momento se decía, a pesar de que Freud nunca lo dijo, que solo los médicos podían formarse como psicoanalistas. Ahora es un poco más abierto, pero en ciertas sociedades, grupos o asociaciones, y según el modelo de formación que sigan, la jerarquía médica sigue teniendo un peso importante. Pero a pesar de las luchas de poderes y de la institucionalización del psicoanálisis por parte de la IPA, surgieron por lo menos dos importantes autores después de Freud que han posibilitado que el pensamiento psicoanalítico siga vigente y siga construyéndose, se trata de Melanie Klein (1881-1960) y Jacques Lacan (1901-1981). Su influencia llegó a tal punto que a Melanie Klein se le considera la fundadora y máxima exponente de la llamada escuela psicoanalítica inglesa y a Jacques Lacan sino el fundador, si el máximo representante de la escuela francesa. Sus aportaciones y las de sus principales discípulos han hecho que el psicoanálisis se divida en cuatro principales movimientos o escuelas: **clásica** u **ortodoxa**, cuyo máximo exponente es Sigmund Freud; la **americana** o **escuela del yo**, cuya máxima exponente es Anna Freud; y las ya mencionadas **escuela inglesa** y **francesa**. Todas estas escuelas cuentan con autores contemporáneos que siguen contribuyendo a la vigencia del psicoanálisis, por lo que todas tienen puntos debatibles y cuestionables, sin embargo, cada autor aporta algo. **Tema 2. Primera tópica freudiana** En un constante repensar, ya que, mientras continuaba trabajando con pacientes con histeria, Freud fue probando diversos métodos terapéuticos, abandonando la hipnosis y otras prácticas en donde la sugestión jugaba un papel importante, para darle a lo que denominó como la regla fundamental del método psicoanalítico: **la asociación libre.** Sin embargo, para el empleo de esta metodología fue necesario replantear la teoría de la doble conciencia que alguna vez formuló junto con Breuer. No obstante, su propuesta de la existencia del inconsciente fue clave para el sostén teórico de su metodología. A saber, uno de los antecedentes de este descubrimiento fue a través de su trabajo con pacientes neuróticos. Freud se dio cuenta que los neuróticos, sin percatarse, desalojaban de su memoria más próxima aquellos momentos penosos o traumáticos que vivieron en su infancia (la mayoría relacionados con la sexualidad). Entonces, ¿a dónde iban estos recuerdos? Para brindar una respuesta, Freud construiría la idea de que dichos recuerdos se almacenan en un lugar de la mente llamado **inconsciente**. Aunque no fue nada sencilla la construcción de este término, y mucho menos la posterior idea de la existencia de un aparato psíquico, comenzó a formular su teoría alrededor de 1896. Por tanto, en 1932, durante la conferencia "La descomposición de la personalidad psíquica", presentó lo que hoy conocemos como el **aparato psíquico freudiano**. Como antecedente, se encuentra la famosa **Carta 52** de su correspondencia con Wilhelm Fliess, en donde se presenta lo que mundialmente se conocería como su primer aparato psíquico, el cual principalmente se distinguiría de los subsecuentes por no contar con límites marcados. La carta 52 está fechada el 6 de diciembre de 1896 y forma parte del gran intercambio epistolar entre Freud y Fliess, quien contribuyó de gran manera a la creación de la teoría psicoanalítica. En este **primer aparato psíquico de Freud** se describe un sistema de memorias en donde existe una serie de transcripciones entre el pasaje de un sistema psíquico a otro. Es decir, la memoria no preexiste de forma simple, sino compuesta, por lo que los contenidos que llegan a la conciencia tienen que realizar un pasaje. Este pasaje consiste en que las neuronas (que después Freud llamaría representaciones) involucradas en las percepciones no son susceptibles a la conciencia, pues pasan por una primera trascripción y se articulan por asociación de simultaneidad (a esto Freud lo llamó inconsciente del inconsciente). Posteriormente, se encuentra la segunda transcripción, ordenada según nexos causales, en donde las huellas de la memoria corresponden a recuerdos inasequibles a la conciencia, para luego pasar a una tercera transcripción. Entonces, desde algo que Freud denominó como **preconciencia**, las escenas se ligan a representaciones y palabras. Otro antecedente clave se desvela en 1900, cuando Freud da a conocer lo que hoy conocemos como su segundo esbozo de aparato psíquico en el capítulo VII del texto "La interpretación de los sueños". A este esquema se le conoce popularmente como **esquema del peine.** El arco reflejo fue importante para su teorización, por lo que este esquema sirvió para mostrar cómo el psiquismo metaboliza (por así decirlo) los estímulos que recibe durante la vigilia. Además, toda actividad psíquica termina en inervaciones en este aparato psíquico, que, a diferencia del anterior, ya cuenta con límites marcados, por lo que hay un extremo sensorial que recibe las percepciones y un polo motor que abre las compuertas hacia la motilidad (capacidad para realizar movimientos complejos y coordinados). Es decir, el proceso psíquico transcurre desde la percepción hasta la motilidad o movimiento. Según Freud, el acceso a la motilidad está denegado al dormir, por lo tanto, hay una regresión de las investiduras (movilidad de energía psíquica adherida a una representación, como una idea, recuerdo u objeto) que luchan por llegar a la motilidad. A su vez, esta regresión alimenta a las representaciones estructuradas durante la vigilia produciendo el sueño. En este sentido, el sueño cumpliría con dos grandes objetivos: ser guardián del dormir y ser una realización alucinatoria de deseo. En este sentido, la explicación que brindó Freud sobre la construcción del sueño le dio pie para proponer que, durante la vigilia, si bien hay acceso a la motilidad, no todas las investiduras tienen acceso a ella, por lo que en su pasaje por los sistemas psíquicos estas deben vencer una serie de resistencias para llegar a la conciencia, pudiendo llegar de forma deformada respecto a su contenido original. Freud llamó a estas resistencias como **represión** o **censuras**. ![](media/image6.png) Años después Freud determina lo que para él será la versión final de su primera tópica. Es decir, su formulación acerca de la existencia de un aparato psíquico con sus debidos sistemas, el cual no cuenta con una localización física en el cuerpo humano, ya que es un constructo teórico para tratar de responder a ciertas problemáticas psíquicas inabordables por otras vías. Tomando como principal referencia al esquema del peine, Freud estipula que el aparato psíquico está compuesto por **instancias** y **sistemas**. Las instancias pertenecen a su segunda tópica y se denominan **ello**, **yo** y **superyó**, mientras que los sistemas son concernientes a la primera tópica, los cuales se denominan como **consciente, preconsciente** e **inconsciente**. La división del aparato psíquico se conforma de la siguiente manera: ![](media/image15.png) **Consciente** Gracias al sistema **consciente**, también llamado percepción-conciencia, podemos percibir nuestro entorno a través de nuestros sentidos (vista, gusto, tacto, oído) y de las representaciones psíquicas conscientes en el momento dado. Por ejemplo, lo que uno piensa y dice en un determinado momento. En la consciencia (o el sistema consciente) se encuentran los pensamientos actuales, por lo que a su vez recibe los estímulos provenientes del mundo exterior e interior, permitiendo la toma de decisiones y dirigiendo la motilidad. Asimismo, es el sistema que cuenta con el mayor contacto con el llamado mundo exterior o "realidad" (entendiéndose que el mundo exterior es lo exterior al sujeto, mientras que la realidad es la convención simbólica social en donde la mayoría de los sujetos parecen estar de acuerdo). Sin embargo, es importante recordar que los conceptos de interior, exterior y realidad son ampliamente complejos en el psicoanálisis. Otro punto clave del sistema consciente es que en este se ubican las representaciones ligadas (entendiéndose que las representaciones son ideas o imágenes apoyadas en palabras y que cuentan con una determinada carga de energía psíquica y un sentido afectivo). En otros sistemas del aparato psíquico las representaciones fluyen con cierta libertad de movimiento, mientras que en el sistema consciente se encuentran ligadas por asociación. Por ello, salvo en ciertas circunstancias, cuando uno dice una oración es con un sentido, ya que las representaciones que colaboran a formarla están asociadas. **Preconsciente** ¿Dónde quedan las representaciones que no se encuentran ligadas en el aquí y ahora, pero que pueden aparecer mediante ciertos estímulos? Freud planteó la existencia del **sistema preconsciente**. En este sistema se encuentra todo lo que actualmente no es consciente, pero que es perfectamente susceptible de volverse consciente bajo ciertas condiciones. A saber, el preconsciente es la última parada de los contenidos psíquicos que son impulsados para llegar a la consciencia, pero únicamente para aquellos que pueden ser susceptibles. Por ejemplo, cuando alguien nos pregunta qué comeremos, podemos formular una respuesta simplemente recordando lo que empacamos para el almuerzo, aun cuando no estábamos pensando en eso al momento en el que nos preguntaron. En otras palabras, traemos ese recuerdo del preconsciente al consciente, para que luego esa misma idea se vuelva nuevamente preconsciente hasta que llegue otro estímulo o condición a la conciencia de nueva cuenta. **Inconsciente** ¿Dónde quedan los contenidos psíquicos que no son susceptibles de conciencia? Esta idea sería quizás su mayor descubrimiento, es decir, la idea de la existencia de un **sistema inconsciente.** Para entender el sistema del inconsciente se debe tomar en cuenta el concepto de inconsciente en varios sentidos. En el **sentido descriptivo**, lo inconsciente es lo que actualmente no es consciente; en este sentido prácticamente solo habría contenidos conscientes e inconscientes, pero, como ya observamos, también existe lo preconsciente, que de igual modo es aquello que no es actualmente consciente. En el **sentido tópico** o **sistemático** el inconsciente es el sistema del aparato psíquico donde residen las huellas mnémicas que no tienen algún tipo de significación, así como las representaciones que no son susceptibles de conciencia. En el **sentido dinámico**, el término inconsciente denota la censura o represión que ejercen las defensas del sistema consciente sobre ciertos contenidos o representaciones, quedando desalojadas de la conciencia para ser arrojadas al sistema inconsciente, pero, si ya se encuentran ahí, se ejerce un gasto constante de energía psíquica para que permanezcan inconscientes a través de la vigilancia de la censura. Entonces, sintetizando los tres sentidos o puntos de vista del inconsciente, encontramos que es el lugar de lo dinámicamente reprimido por ser inaceptable para la conciencia, y de lo que cualitativamente no es consciente (como las huellas mnémicas sin sentido y que por ello no han pasado por la represión). Por ende, hay que recordar que todo lo reprimido es inconsciente, pero no todo lo inconsciente es reprimido. En 1915, Freud describió la tópica y dinámica del aparato psíquico en sus artículos "Lo inconsciente" y "La represión". En estos escritos planteó que, para llegar al sistema consciente, una representación atraviesa por **dos estados de censura (represión)**. En el **primer estado** esa representación es inconsciente y pertenece al sistema Icc, pero, si en su desplazamiento es rechazado por la censura, se le niega el acceso al segundo estado, por lo que es reprimida y tiene que permanecer en el sistema Icc. Sin embargo, si dicha representación entra al **segundo estado** pertenecerá al sistema Prcc, pero sin ser consciente aun (solo susceptible de consciencia). La representación será consciente al superar una segunda censura (represión) situada entre los sistemas Prcc y Cc. No obstante, pasar por las censuras o represiones tiene su precio, ya que el material psíquico reprimido que intenta llegar a la conciencia y que pasa por las censuras debe someterse a una desfiguración, es decir, una deformación psíquica para ingresar al siguiente sistema, ya que en su forma original resulta amenazante para el sistema consciente. Este desplazamiento de las representaciones llevó a Freud a formular dos hipótesis: 1. 2. Sin embargo, fuera de ser totalmente contradictorias, ambas hipótesis se complementan, puesto que mientras una representación avanza desfigurada hacia la conciencia, lo desfigurado continúa existiendo en el sistema Icc, manteniendo nexos simbólicos con lo presentado ante la conciencia. ![](media/image3.png) ¿Cómo surge la separación de sistemas en el aparato psíquico freudiano? Freud propone que el aparato psíquico no se encuentra divido en sistemas por *default*, ya que el aparato psíquico se va estructurando conforme el sujeto va experimentando una serie de vivencias subjetivas, es decir, el aparato psíquico se constituye según la experiencia adquirida, sobre todo en los primeros años de la infancia (aunque nunca se le puede considerar como acabado del todo). De acuerdo con Freud, al principio no existe una separación de sistemas, puesto que la separación surge de forma gradual conforme el sujeto se va confrontando con las exigencias de la realidad, las demandas de los padres, etc. Sin embargo, planteó un momento para que dicha separación se efectúe. Este momento es la aparición de la llamada **represión primordial**, por lo que con esa aparición surge la separación de sistemas entre un Icc y un Cc. Para finalizar, es importante mencionar que Freud fue complementando su aparato psíquico al pasar de los años. Como parte de su complemento incluyó que el sistema Cc es regido por el llamado **principio de realidad** y el sistema Icc por el **principio del placer**. Estos principios son los principales reguladores del funcionamiento psíquico. En particular, el principio de realidad se ocupa de ligar las mociones pulsionales que logran avanzar hacia la conciencia. Por su parte, el principio de placer es el que busca la descarga de las mociones pulsionales que inician su desplazamiento desde el Icc, ya que para Freud el displacer es el aumento de tensión libidinal o pulsional, mientras que el placer se genera a partir de la disminución de dicha tensión. Asimismo, el sistema CC se rige por el **proceso secundario**, mientras que el sistema Icc por los **procesos primarios**. El proceso secundario se encarga se seguir ligando las representaciones preconscientes/conscientes, mientras que los procesos primarios, como el desplazamiento y la condensación, se encargan de la libre circulación de los afectos y representaciones por el psiquismo. En este esquema, el triángulo es una representación intolerable para la conciencia, que es desfigurada por la censura para acceder a la conciencia como círculo. Por ejemplo, alguna idea de tinte sexual hacia alguien es intercambiada por un síntoma, pero dicho síntoma tiene una relación con la idea original reprimida, es decir, el círculo guarda una relación simbólica con el triángulo de alguna manera. ![](media/image19.png) ##### **Tema 3. Segunda tópica freudiana** En 1923, con el texto "El yo y el ello", Freud planteó una nueva conformación estructural del aparato psíquico, compuesta por la segunda tópica y por las instancias: **yo, ello** y **superyó**. La **segunda tópica** surgió debido a las problemáticas que se le presentaron a Freud en su clínica. En otras palabras, en el pleno uso de su psicoterapia psicoanalítica detectó que había una resistencia a la cura analítica por parte de sus pacientes, así como un empobrecimiento en sus asociaciones, e incluso deterioros, pero el paciente no era consciente de todo esto. Por tal motivo, Freud atribuyó todo lo anterior a los mecanismos de defensa del *yo* (como la represión). Sin embargo, dichos mecanismos son inconscientes, es decir, el paciente no es consciente de la puesta en marcha de estos mecanismos.. Debido a esto, Freud se vio obligado a reformular su postura sobre el *yo* y la represión. Es decir, tuvo que redefinir al *yo* como mixto, con instancias conscientes e instancias inconscientes. Por lo tanto, el terreno de la consciencia ya no es solo del *yo*, sino también otra instancia a la cual denominó *superyó*. Además, concluyó que el inconsciente no es solo un sistema, sino también un atributo o una cualidad. Por tanto, aunque ya no es absolutamente sinónimo de lo reprimido, a aquello reprimido lo denominó como *ello*, es decir, aquello que no es *yo*. El **fenómeno de la resistencia**, que apareció muy temprano en la obra de Freud, posibilitó la construcción de la segunda tópica, debido a que su triada de sistemas consciente, preconsciente e inconsciente no le alcanzaba para explicar por qué los pacientes denegaban sus asociaciones y evadían ciertos temas, ni tampoco por qué afloraban sentimientos penosos que les impedían profundizar, o se elevaba la angustia o la vergüenza, etc., lo cual interfería con las asociaciones y con el tratamiento. Además, cuando se le comunicaba al paciente que estaba resistiéndose, este negaba todo conocimiento sobre la resistencia, por lo que Freud teorizó que esto era inconsciente, por tanto, lo que la empujaba no era susceptible de consciencia, pero sí venía del *yo* mismo. Como ya se ha revisado, la conciencia es la superficie del aparato psíquico, es decir, la punta del iceberg, pero también es una función. En este sentido, los contenidos ubicados en los tres sistemas del aparato psíquico también tienen sus particularidades. Por ejemplo, la diferencia entre una representación inconsciente y otra preconsciente es que la primera (Icc) se consuma en algún material que permanece no conocido para la conciencia, mientras que la preconsciente (Prcc) añade una conexión con lo que se conoce como **representaciones palabra**, que son restos mnémicos que alguna vez fueron percepciones y que dejaron una huella psíquica de una imagen acústica. Por lo tanto, Freud menciona que solo deviene consciente algo que alguna vez fue percepción consciente (Cc), es decir, que solo llega a ser consciente una representación inconsciente si se restablecen aquellos eslabones intermedios preconscientes. Por ejemplo, en un trabajo psicoanalítico, cuando el paciente se encuentra hablando de todo en cuanto le pase por su cabeza, quizás en algún momento durante su discurso se restablezca la conexión con las representaciones-palabra. Así la conciencia permanece en su lugar, pero tampoco se logra que todo el contenido inconsciente pase al consciente, sino solo una parte de este último. **El yo** El **yo** se puede ubicar dentro de los sistemas consciente o preconsciente, aunque también contiene partes inconscientes, ya que el desalojo (represión) de contenidos no pasa por una voluntad consciente, es decir, de la consciencia hacia el inconsciente. A saber, el *yo* tiene tres principales características: 1. 2. 3. Además, el *yo* es quien da sentido a lo percibido de los estímulos internos o externos, dándole la etiqueta de placentero o displacentero según su conveniencia. No obstante, para Freud lo placentero es la descarga de la tensión libidinal, mientras que lo displacentero es el aumento dicha tensión. **El superyó** El *yo* es una parte del *ello* modificado por la realidad, por lo que existe un grado o diferenciación en el mismo, algo que se le denomina como ***superyó*** o ***ideal del yo***. Esta estructura o instancia mantiene vínculos menos firmes con la conciencia que el *yo*, pero aun así no es totalmente inconsciente, puesto una de sus principales características es la de imponerle al *yo* que se desenvuelva según los ideales marcados en el *superyó*, es decir, los implantados por la cultura, la realidad, los padres, las figuras identificatorias del sujeto, etcétera. Asimismo, al *superyó* se le relaciona con la ley y con las prohibiciones, pero el *superyó* trata de la ley simbólica introyectada, por lo que no se trata *a priori* de las leyes de alguna constitución o reglamento, sino de los mandatos de las figuras ya mencionadas que de alguna manera quedaron marcados en el psiquismo, mismas que para el *superyó* son ideales para que el *yo* acate sin importar nada. El *superyó* es una de las partes que se desprenden del *yo*, por lo que toma la distancia requerida para cumplir con sus funciones de autobservación del *yo* para juzgarlo y criticarlo, así como para ser el encargado de la conciencia moral, y quien regule la agresividad hacia el *yo* mismo y hacia los otros (además de la culpa), según la rigidez o labilidad con la que el *superyó* se haya estructurado. Aunque la tarea del *superyó* es ser punitivo e implacable con el *yo*, al imponerle el cumplimiento de los ideales (cultura, sociedad, padres, etc.) en condiciones subjetivas se podrán denotar fallas en su constitución, sobre todo en aquellas donde el sujeto deambula por la vida sin reconocimiento de las normas o con demasiado apego a ellas, o bien, con sentimientos de culpa exagerados o nulos. ![](media/image14.png) Además, para que el *yo* siga adviniendo, es decir, para que siga estructurándose, ocupa tomar distancia respecto a algo llamado el ***yo ideal***. El *yo ideal* es la mirada de los padres, quienes frustrados por no conseguir todo lo que deseaban en la vida depositan en el hijo sus deseos frustrados, y lo vuelven un *yo ideal*, es decir, un "bebé maravilloso". Este proceso es absolutamente normal y necesario para la estructuración psíquica, sin embargo, llega un momento en el que este "bebé maravilloso" se cae de este lugar, provocándole una herida narcisista irreparable cuando los encargados de ejecutar las funciones paterna y materna comienzan a establecer las prohibiciones, los límites, las restricciones y las frustraciones. Con esto, el "bebé maravilloso" se comienza a caer de este lugar, y con ello el *yo* tomará distancia respecto a este *yo ideal* para constituirse poco a poco. **El ello** Hacer consciente lo inconsciente es la tarea del trabajo psicoanalítico, pero al tratar de completar esta tarea nos topamos con la resistencia. Se pudiera afirmar que la represión es obra del *superyó*, pero es más correcto decir que el *yo* lo hace por encargo suyo. En el trabajo psicoanalítico se pueden observar ejemplos claros de resistencia. Por ejemplo, cuando un paciente comienza a llegar tarde, se le olvida pagar la sesión, etc., muestra resistencias que no son conscientes para la persona (aunque pueda justificarlos con razones de cualquier tipo). Esto permite explicar que el *yo* puede trabajar con partes inconscientes. Freud, a partir de la creación de su segunda tópica, ya no usó la palabra **inconsciente** en sentido sistemático, aunque nunca abandonó este concepto. En lo sucesivo, lo llamó ***ello***, pronombre impersonal adecuado para expresar la principal característica de esta instancia psíquica por su ajenidad respecto al *yo*, y del cual el *yo* nada quiere saber. Algunos expertos en idioma alemán expresan que pudo haberse traducido del alemán al castellano de esta forma: *"es"* por *"eso"*. A saber, la traducción actual es la siguiente: *"es"* por *"ello",* mismas que no se percibe como incorrecta. Dentro de las principales características del *ello* se puede mencionar las siguientes: - - - - - - Busca todo el tiempo la identidad de percepción de los objetos de amor, es decir, que buscar descargar la pulsión no en cualquier objeto, sino en los que para él (*ello*) guarden una identidad de percepción con los objetos que dotaron de las primeras satisfacciones libidinales en la prehistoria infantil. Para finalizar, cabe destacar que hay diferentes tipos de conflicto psíquico según las instancias que se encuentren involucradas, surgiendo de ahí el tipo de sintomatología o de estructura subjetiva (neurosis, psicosis, melancolía) que advendrá en algún sujeto en cuestión. Existen por lo menos tres tipos de conflicto principales, los cuales se aprecian en el siguiente esquema. ![](media/image17.png) En el siguiente esquema podrás observar como Freud dibuja su aparato psíquico con la creación de su segunda tópica, en donde en el fondo aparece el *ello*, por la parte central aparece el *yo*, mientras que los puntos y rayas son afectos y representaciones ligados entre sí. Para Freud, el *yo* era principalmente eso, un conjunto de representaciones ligadas entre sí. A la derecha se encuentra una línea con la palabra represión, quizás marcando la división entre lo consciente y lo reprimido, y arriba se encuentra la percepción-conciencia y un pivote, que es por donde entran las percepciones. ##### **Tema 4. Etapas del desarrollo psicosexual: Primera parte** El nacimiento de la vida psíquica comienza desde antes del nacimiento biológico, ya que de cierta manera comienza con el deseo de los padres cuando esperan al hijo, por lo que es importante que estos le vayan otorgando un lugar en el mundo, para que el *"*bebé maravilloso*"* (del cual nos habla Freud) se vaya constituyendo desde antes de su nacimiento. Cuando nace el niño es arrojado a la existencia, ya que cuando sale del útero de la madre es receptor de toda la gama de estímulos que el mundo le proporciona, mismos que son nuevos para él, y ante los cuales no tiene ninguna capacidad de respuesta. Además, todavía no cuenta con un lenguaje que le posibilite poner en palabras su sentir. Por ello, su única posibilidad de respuesta ante cualquier situación de indefensión, la cual Freud denominó como **desamparo originario**, es el llanto. El humano es un ser que nace tan indefenso y precario (a diferencia de las otras especies animales del mundo) que necesita de otros para sobrevivir. Necesita de otro-auxiliador que lo salve del desamparo, alguien que responda a lo que Freud denominó como el **grito primordial**: el llanto. Para Freud, el cachorro humano siente un apremio por la vida, por lo que su única forma de manifestarlo es por medio de este grito, el cual será interpretado por el otro-auxiliador como un llamado, y auxiliará al cachorro humano salvándolo del desamparo, así como proporcionándole los cuidados que necesita para sobrevivir biológica y psíquicamente. Una parte esencial de estos cuidados, y también parte importante de la función materna, es proporcionar el alimento, es decir, la leche. El niño, al ser amamantado, percibe una calma, posiblemente provocada por el paso de la leche por su boca, garganta, tubo digestivo, hasta llegar al estómago. El niño actúa por instinto, es decir, que por mera cuestión refleja instintiva succiona la leche del pecho materno, encontrando una satisfacción meramente biológica, aliviando el hambre. Asimismo, cuando el amamantamiento viene acompañado de la voz de la madre, así como de su mirada y caricias, produce lo que Freud denominó como la **vivencia de satisfacción**. Sin embargo, llegará un momento donde lo que antes se demandaba por instinto ahora será por placer, es decir, que el bebé se comenzará a regir por otro orden diferente al del instinto: **el orden del deseo y la pulsión**. En este caso, ya no solo basta para el bebé satisfacer el hambre con la leche materna, pues también demanda sentir el pezón con sus labios y boca, así como el pecho, la voz, la mirada y las caricias de la madre. En otras palabras, demanda a la madre como su objeto de amor. A saber, toda esta base es necesaria para que surja lo que conoceremos como la **organización** o **etapa oral del desarrollo psicosexual**. De acuerdo con Laplanche y Pontalis, el bebé busca obtener el placer por medio de la boca. Esta fase se conoce como **fase** o **etapa oral.** La pulsión, que es para lo psíquico lo que la excitación somática es para el cuerpo, se constituye de cuatro elementos: la fuente, el objeto, la meta y el esfuerzo. La **fuente** es el sitio del cual se desprende la excitación somática que de cierta forma se metaboliza en una demanda pulsional. El **objeto** es el medio por el cual se satisface la pulsión. La **meta** es la descarga de la tensión pulsional o libidinal por medio del objeto. Entonces, para lograr todo lo anterior, es necesario el **esfuerzo** o empuje, es decir, la tensión interior generada para buscar satisfacerse, y que hace que el sujeto se mueva para ello. Parte de la estructuración psíquica del bebé se encuentra la incorporación, es decir, la forma de identificación más primaria con el objeto de amor. En la incorporación, el bebé incorpora al objeto, en este caso el pecho materno, para poder tolerar la ausencia del objeto, ya que la madre no puede ni debe estar todo el tiempo amamantando al bebé. La ausencia de la madre provoca que el bebé se formule una presencia por medio de la incorporación, dándole la posibilidad de autosatisfacerse en lo que el objeto de nueva cuenta aparece (esta es la explicación que Freud propuso del porqué los bebés se chupan los dedos o se llevan todo en cuanto puedan a la boca) para satisfacer la pulsión en lo que aparece de nueva cuenta la madre y proporciona el objeto. En este sentido, el objeto por el cual se obtuvo esa **primera vivencia de satisfacción**, y que generó una huella psíquica, crea también un prototipo de objeto deseado a buscar durante toda la vida psíquica, pero nunca será reencontrado, ya que lo que se encontrará serán copias, pero nunca el original. Sin embargo, esto no quiere decir que no se encuentren satisfacciones a lo largo de la vida, puesto que el niño continuará encontrando satisfacción con el contacto con su madre, por lo que, conforme vaya creciendo, también encontrará satisfacción en las demás cosas que el mundo le presente, buscando de forma inconsciente ese reencuentro. En esta **organización oral**, la zona del cuerpo que cumple como zona erógena, es decir, la zona que le desprende excitación libidinal, que en este caso son los **labios**. Por ello, en medida que la madre amamante al niño, a su vez estimulará sus labios. Con base en las excitaciones derivadas de la estimulación de dichas zonas erógenas, se crean **puntos de fijación**. Esto quiere decir que por diversas circunstancias se puede presentar una mayor acumulación y descarga libidinal en algunas zonas más que otras, provocando que se cree una fijación libidinal, la cual producirá que ante alguna situación frustrante se busque liberar dicha frustración "regresionando" a aquella fijación. Por ejemplo, si existiese una fijación oral en un sujeto adulto bajo mucho estrés, este podría buscar de forma inconsciente reducir esa tensión mordiendo objetos o fumando, es decir, estimulando los labios y la boca. ¿Por qué inconsciente? Puesto que este sujeto hipotético no sabría de forma consciente el porqué de esa fijación, lo único que sabe es que realizar esa conducta lo relaja. Por esa razón, comúnmente se piensa que conductas como fumar, comer, hablar, chupar o morder objetos tienen que ver con fijaciones orales derivadas de momentos importantes de excitación y descarga libidinal en la historia infantil. Cuando se realizan en momentos de frustración, tienen la función de **regresionar** al sujeto a momentos de mayor satisfacción. Sin embargo, cuando se consideran como sintomáticos, quizás tengan que ver con momentos traumáticos de la organización oral en la historia infantil. Por ejemplo, en alguien que el destete fue de golpe, pudiera ocasionarle una fijación oral sintomática, como la necesidad de siempre estar chupando algo para no revivir la ausencia del pecho de la madre. Para varios autores, incluido el mismo Freud, el punto de fijación de la psicosis es en la organización oral, ya que es la organización más regresiva, ya que predomina el autoerotismo y el narcisismo (cuando el *yo* queda fijado en la obtención de placer en sí mismo). Sin embargo, vale la pena recalcar que de cierta manera todos tenemos fijaciones orales a las cuales bajo ciertas circunstancias podemos estar **regresionando** continuamente. Por eso no se pudiera hablar *a priori* de una superación de la fase o etapa oral, sin embargo, sí es posible que ciertos sujetos tengan una fijación oral mayormente marcada sobre otras. **Etapa anal** Alrededor de los dos años, cuando comienza el entrenamiento del control de esfínteres en la mayoría de los niños, es cuando inicia la llamada **organización anal**. Cabe resaltar que no es que se haya superado o dejado atrás la organización oral, sino que ahora por una cuestión social-cultural, la zona erógena que entra en juego en la relación con los otros es la zona anal. De ahí su nombre: **etapa anal**. Cuando los padres empiezan a entrenar al niño en el control del esfínter anal, comienza un juego de intercambios entre los involucrados. El niño no ve con mucho agrado que ahora se le exijan cosas, ya que al inicio era el consentido (bebé maravilloso) y ahora se topa con restricciones, negaciones, prohibiciones y frustraciones. Entonces, cuando comienza el entrenamiento de los esfínteres al niño se le indica que ya no puede hacer donde él quiera, ni cada que le den ganas, por lo que tiene que ir a una silla especial, avisar cuando quiera ir, e incluso debe postergar la necesidad; cosas a las cuales no está para nada acostumbrado, pero que las exigencias culturales y sociales les imponen a los padres para que se lo impongan a él. Entonces, cuando los padres le imponen al niño las mencionadas exigencias, el niño puede actuar con renuencia y resistencia a llevar a cabo tales indicaciones, así como a comportarse de forma egocéntrica, e incluso a retener las heces. Sin embargo, puede llegar un momento en que accede a las demandas de los padres, defecando en la silla especial y observando como lo miran con gusto. Él puede observar la felicidad en sus rostros por su producto, por lo que hasta se puede sentir orgulloso por haber elaborado él solo semejante cosa que hace tan feliz a sus padres. Los padres pueden felicitar al niño por tal acontecimiento, por lo que el niño puede incluso percibir su desecho como un regalo para los padres, quienes lo reciben gustosos. No obstante, ese regalo luego es absorbido por el retrete, por tanto, el niño, al observar tal fenómeno, puede presentar un sentimiento de angustia, es decir, por el miedo a ser arrojados por el escusado. Sin embargo, también puede ocurrir que el niño, en su fantasía, quiera privar a los padres de ese regalo cuando se molesta con ellos. Por tanto, cuando se siente resentido comienza la encopresis, los juegos de retención y expulsión, y con ello la manipulación sobre los padres, como si el niño les dijera: "Si te portas bien te doy tu premio, si no, no". Entonces el ano, como zona erógena, por medio de esa manipulación, es decir, de ese juego de retención y expulsión, produce una excitación libidinal, por lo que puede también provocar una fijación libidinal. Las fijaciones anales suelen estar muy relacionadas a la formación de los rasgos de carácter, puesto que en la vida adulta se pueden reconocer rasgos de carácter como la terquedad, la tenacidad, la pulcritud, la ahorratividad, la meticulosidad, la tacañería, etc. Estas son cuestiones que tienen su origen formativo en la organización anal, ya que son condicionados por la excitación, la frustración y la satisfacción libidinal que produce la retención y la expulsión de las heces. También en la organización anal se crea el punto de fijación para las neurosis obsesivas, ya que el neurótico obsesivo manifiesta precisamente una obsesión por el orden, el control, la limpieza y la angustia que genera si sus rituales obsesivos o sus compulsiones no son completadas. Estas son cuestiones que, al igual que los rasgos de carácter, tienen su origen en el placer y displacer presentados durante la retención y la expulsión de las heces, y las repercusiones en su relación con los otros que esto ocasiona. Al igual que con la organización oral, todos contamos con fijaciones anales, sobre todo en los rasgos de carácter, sin embargo, puede haber algunas fijaciones o rasgos más marcados que otros, y por lo mismo no se puede hablar de superación o de haber dejado atrás esta fase o etapa. **Etapa fálica** Aunque no existe una edad exacta para determinar la **organización fálica**, la mayoría de los autores la establecen entre los 3 y 5 años. Como en todas las fases o etapas del desarrollo psicosexual, no hay edades determinantes de inicio o término. De hecho, las organizaciones psicosexuales nos acompañan durante toda nuestra vida. En la llamada **etapa fálica**, las zonas erógenas son los genitales. Su nombre devine a que, según Freud, hay una primacía en el pensamiento de los niños y niñas, la cual gira en torno al órgano masculino: el pene, órgano conocido también como **falo**, por ello el nombre de fase o etapa fálica. En la etapa fálica se encuentra el desenlace o resolución al llamado **complejo de Edipo**, además de la llamada **angustia de castración** en los varones y la **envidia del pene** en las mujeres. La **angustia de castración** se refiere a cuando los varones sienten angustia por perder aquello que los hace completos, el falo. Hay que tomar en cuenta que la castración en psicoanálisis no se refiere a la mutilación de algún miembro, sino que es una falta simbólica de un objeto imaginario, en este caso el falo. ¿Por qué imaginario? El falo puede ser representado imaginariamente por casi cualquier cosa, por ejemplo, el pene, el poder, el dinero, una carrera, una pareja, etc. (aunque en esta etapa de la vida se le relaciona más con el pene). Aunque Freud ubicaba la **angustia de castración** más en el sexo masculino, hoy en día se puede inferir que ocurre de forma similar en ambos sexos, ya que tanto en el niño como en la niña hay angustia de ser desprovistos del falo. En las niñas se observa no en el plano físico, sino en el cultural. Aún en épocas más modernas, existe una diferencia en el trato brindado a las mujeres y los hombres durante la crianza. A los varones se les permite ser más independientes, se les aplaude cuando dicen palabras altisonantes, etc., mientras que para las niñas es todo lo contrario y se les protege más. Por ello, de cierta forma se pueden llegar a sentir incompletas, lo cual deriva en la **envidia del pene**. En cuando al **complejo de Edipo**, este es el triángulo de amor-odio entre el niño y los padres (recordando que en psicoanálisis cuando hablamos de padres, hablamos de quien realiza la función paterna y materna y no necesariamente estas funciones son cubiertas por los padres biológicos). Para hablar del complejo de Edipo hay que remontarnos al texto de Freud de 1913 "Tótem y tabú". A grandes rasgos, Freud hace una recopilación de varias investigaciones antropológicas y con base en estas crea su llamado "Mito del padre de la horda primitiva". Freud mencionaba que en una tribu un "padre" era el poseedor de todas las mujeres, pero un día todos los demás machos de la tribu se lanzaron en contra de él, lo asesinaron y se lo comieron. Además, establecen leyes que prohíben que vuelva a ocurrir lo que ya les había pasado con el padre de la horda. Ahora las relaciones sexuales solo eran permitidas con mujeres y hombres que estuvieran fuera del núcleo familiar, y el animal elegido para ser el tótem del clan no debía ser cazado para determinar quiénes eran del mismo clan. En este sentido, por medio del asesinato del padre de la horda primitiva se crea la ley que Freud ha encontrado que se ha establecido en las culturas más recónditas y primitivas de la tierra: **la ley de la prohibición del incesto**, misma que posibilita que haya cultura, ya que de esa ley prácticamente universal se desprenden todas las demás leyes que rigen a una cultura. Siguiendo con esto, Freud tomó como base la fábula de Sófocles de "Edipo Rey" para nombrar al fenómeno que descubrió trabajando con los sueños y que acontecía en el psiquismo de sus pacientes: el complejo de Edipo, es decir, en ellos existía un deseo de poseer a su madre y asesinar a su padre, tal y como ocurrió en la fábula, ya que, Edipo, sin conocimiento de ello, asesina a su padre y se casa con su madre. Para Freud, este complejo puede tener sus inicios desde que el niño comienza a relacionarse con sus padres, pero tiene su momento cúspide durante la organización fálica. Entonces, siguiendo todo lo anterior, el **conflicto edípico** marcará la pauta en las elecciones de pareja de la vida adulta, creando una especie de molde o patrones que serán los que se busquen en las futuras elecciones de pareja (independiente del sexo de la pareja que se elija), por lo que dicha pareja, para que sea atractiva para el sujeto, deberá contar con rasgos, características, pautas de comportamiento, etc., parecidas a las de los progenitores. Esta elección basada en estos elementos es meramente inconsciente, ya que el sujeto no se da cuenta que sus elecciones de pareja tienen que ver con su sexualidad infantil o con el conflicto edípico. Las fijaciones se presentan en los genitales en esta etapa, por tanto, en la vida adulta se pueden tener regresiones a momentos donde hubo mayor excitación, frustración o satisfacción (y como lo que mayormente está en juego en esta fase es la cuestión de la castración, del tener o no tener, la envidia, la pérdida de la madre y la rivalidad con el padre, etc.), por lo que en la vida adulta se puede manifestar en envidia. Al igual que en las anteriores etapas, la organización fálica nos acompañará durante toda nuestra existencia. A saber, el acento que cobra mayor relevancia en esta fase es la magnitud y resolución del complejo de Edipo. ![](media/image22.png) ##### **Tema 5. Etapas del desarrollo psicosexual: Segunda parte** **Etapa de latencia** Durante la etapa fálica, los infantes entran en una rivalidad más marcada con los progenitores, en especial con el que perciben como una amenaza para su relación con la figura parental tomada como objeto de amor. Este triángulo de amor-odio se conoce como **complejo de Edipo**. No obstante, cuando se llega a una resolución se fortalece la represión, y con ello las pulsiones eróticas y agresivas que eran dirigidas hacia los padres, hermanos o cualquier figura percibida como objeto de amor u odio son reprimidas, es decir, son desalojadas de la consciencia y llevadas al inconsciente. Mediante el fortalecimiento de la represión las representaciones asociadas a deseos eróticos y agresivos se quedan en el sistema inconsciente. Por ende, los afectos que acompañan a dichas representaciones encuentran su descarga por vías subrogadas, es decir, se asocian a otras representaciones más apropiadas para el *yo*, el cual en ese momento sucumbe a la represión denominada como secundaria, la cual tiene como función desligar de la representación intolerable para la consciencia de su monto de afecto, enviando dicha representación al sistema inconsciente. Durante el periodo de latencia, el **asco**, el **pudor**, la **culpa** y la **vergüenza** comienzan a fortalecerse. Por esa razón, las niñas y los niños ya no realizan con la misma libertad que antes muchas de sus acciones. Por ejemplo, querer tomar con sus manos las heces fecales o deambular desnudos por la casa. Además, comienzan a adoptar los roles de género que la cultura establece para su sexo y, en la mayoría de los casos, se comienzan a formar grupos de juego exclusivos donde las niñas y niños solo se juntan con integrantes de su propio sexo. Asimismo, ya no es tan marcada la predilección por la atención de la figura parental. Durante la latencia hay un apaciguamiento de las pulsiones, las cuales encuentran una vía de descarga en actividades lúdicas y sociales que a los ojos de los otros, sobre todo de los adultos, las niñas y niños practican sin denotar mayor importancia, pues pasan a ser parte de lo cotidiano. Por ejemplo, practicar deportes de contacto o juegos cada vez más elaborados y que necesiten cierto grado de ingenio, acudir a clases de baile o de idiomas, desarrollar una predilección por ciertos programas televisivos, así como por personajes del cine o la televisión, maestros, etc. Es decir, la pulsión no es detenida, sino que mediante la represión se encuentran vías de derivación más acorde con lo socialmente aceptado. - - - - - En resumen, el periodo o fase de latencia se presenta posterior a la fase fálica, es decir, posterior a la declinación del complejo de Edipo. Además, junto con el fortalecimiento de la represión se manifiesta una especie de amnesia infantil en donde los recuerdos ligados a las pulsiones eróticas y agresivas que prevalecían en la primera infancia son reprimidos, pasando al sistema inconsciente. En este sentido, el periodo o fase de latencia se comprende entre la declinación del complejo de Edipo y la pubertad, pero sin una determinada edad cronológica para su aparición o desaparición, ya que, aunque se apoya en elementos biológicos y psicológicos, el desarrollo es distinto en cada sujeto. El periodo o fase de latencia obtiene su nombre porque precisamente los recuerdos reprimidos y las pulsiones desexualizadas quedan de forma latente en el psiquismo, es decir, pulsando de forma inconsciente y buscando formas de descarga, encontrándolas en las cuestiones sublimatorias. A saber, el juego y el jugar se convierten en instrumentos importantes para la descarga de las pulsiones que han quedado sublimadas por los efectos de la represión. Además, estos pondrán a prueba la capacidad de simbolización de cada sujeto, es decir, de encontrar vías de derivación pulsional que permitan un cierto equilibrio entre las pulsiones y represiones, pero que a su vez puedan estar acorde con lo lúdico y la socialización. Por ende, poder armar un juego, así como tomar un palo de madera y fantasear que es una espada o un bate de béisbol es importante, puesto que marca las bases para la resolución de problemas y de tolerancia a la frustración, por tanto, la simbolización permite la creatividad o la creación. Sin embargo, sin la capacidad de creatividad o de creación, la pulsión continúa descargándose de maneras primitivas, imposibilitando la socialización y la convivencia con los otros. Aunque las pulsiones eróticas y agresivas se encuentran latentes, por lo regular la represión y la sublimación, apoyadas en el asco, pudor, vergüenza y culpa, mantienen contenidas estas pulsiones, permitiendo que los sujetos pueden establecer lazos afectivos con los otros. **Etapa genital** La llamada **etapa** u **organización genital** comienza con el despertar sexual que trae consigo la pubertad, así como por la aparición de los caracteres sexuales secundarios y el aumento de la producción hormonal. Esta etapa consiste en las llamadas pulsiones parciales orales, anales y fálicas. Las **zonas erógenas** predilectas en esta fase son los genitales, sin embargo, a diferencia de la etapa fálica, los varones y las mujeres, (biológicamente hablando) ya cuentan con un cuerpo que posibilita responder a la excitación sexual o **erogenización**. Asimismo, las pulsiones que habían sido apaciguadas durante la latencia vuelven a ser sexualizadas, pero controladas mediante la represión y el *superyó*. Es importante destacar que, aunque estas pulsiones son puestas al servicio de la sexualidad adulta, el sujeto se mueve de acuerdo con los ideales que el *superyó* y la cultura le imponen. **Biológicamente**, se sabe que aproximadamente a los 10 u 11 años de edad, las niñas y los niños comienzan a manifestar los cambios físicos propios de la pubertad y la adolescencia, como la aparición de vello en el rostro y en el área del pubis, la menstruación, el acné, el ensanchamiento de caderas y el crecimiento de las glándulas mamarias, entre otros. En otras palabras, el cuerpo infantil va cambiando a un cuerpo biológicamente adulto. Asimismo, **psicológicamente** también se presentan cambios, producto del despertar sexual. Por ejemplo, las niñas y los niños comienzan a ser más abiertos ante la socialización entre los diferentes sexos, empezando también la búsqueda de una pareja afectiva. En cuanto a **relaciones**, varones y mujeres, según su preferencia sexual, tratarán de establecer vínculos afectivos con aquellos con quienes se sientan atraídos y atraídas, actitud que bajo la latencia era sublimada por otro tipo de actividades. Pero con este despertar sexual, la energía libidinal tratará de ser descargada en cuestiones que lleven a establecer dichos vínculos. Por otro lado, la complejidad de la etapa o fase genital se deriva de las fijaciones en las fases anteriores, ya que la idea de que al llegar a la genitalidad se dejan atrás las otras fases no puede sostenerse. Lo que ocurre es que las actitudes de la genitalidad tienen como base lo ocurrido en las etapas anteriores, es decir, el vínculo que se trata de establecer con alguien para el disfrute de la sexualidad adulta tiene como molde lo ocurrido (libidinalmente hablando) durante la estructuración psíquica en todas las fases del desarrollo psicosexual. Además, es importante recordar que, en la vida adulta, el sujeto actúa conforme a su estructuración psíquica y sus fijaciones (adquiridas durante el desarrollo psicosexual), por lo que se insiste en la necesidad de diferenciar el **desarrollo biológico** o maduracional, el desarrollo psicológico y el **desarrollo psicosexual**. Estas tres variables pueden tener puntos de encuentro, pero son tres conceptos distintos que no necesariamente se desarrollan a la par (aunque una si puede tener cierta influencia sobre otra). Por ejemplo, en la genital, la cuestión hormonal (que es algo biológico) puede tener repercusiones psicológicas, como el despertar sexual en los jóvenes. Otro punto importante es la diferencia entre la **elección objetal** y la **preferencia sexual**, que, si bien ambos tienen puntos de encuentro, una se despliega enteramente en el plano psíquico y otra en el plano social. La elección objetal siempre emana de un conflicto psíquico, como el complejo de Edipo, en el que se presenta una rivalidad triangular entre el niño o niña y sus padres (o con quienes tomen esas funciones). En este caso, y debido al corte en la relación simbiótica entre el niño o la niña con su madre, se forja un prototipo o patrón de objeto amoroso, tomando como base las características de los padres. Posteriormente, cuando el niño o la niña entre a la pubertad y asimile su **preferencia sexual**, el objeto, por así decir en turno, con el cual establezca un vínculo, tendrá características similares a la de las figuras parentales. Esto sucede independientemente de si se trate de una elección o preferencia hetero u homosexual. En la etapa o fase genital, los jóvenes comienzan a definir su **preferencia sexual**, misma que aun en la edad adulta pudiera cambiar o más bien redefinirse, ya que, por cuestiones personales, culturales o sociales, alguien puede no ejercer su sexualidad como mejor lo preferiría hasta que presienta que cuenta con mayor libertad para ello, logrando lo que se dice coloquialmente como "salir del clóset". Para este punto, es necesario recalcar la postura freudiana. En los principios del psicoanálisis, Freud nombraba a las personas homosexuales como **invertidos**, pero nunca como perversos. Sin embargo, durante muchos años la psiquiatría consideró a la homosexualidad como un trastorno mental. Para Freud, la idea de una sexualidad humana "normal", siempre fue cuestionable, puesto que el ser humano no se rige (en cuanto a la sexualidad) bajo los mismos parámetros que los demás seres del planeta. En este sentido, en términos de funcionamiento psíquico **no se puede determinar la existencia de algún trastorno mental basado solo en la preferencia sexual de alguien**. Hasta la fecha, no existe una explicación exacta psicológica ni biológica sobre el porqué se elige tal o cual preferencia sexual. Durante muchos años se concebía a la preferencia heterosexual como la vía "normal", por tanto, todo lo que fuera diferente se le consideraba como anormal. Hoy en día hay más aceptación para las preferencias sexuales homosexual y bisexual, e incluso la psiquiatría ya no lo considera como un trastorno. Para algunos autores psicoanalíticos, la preferencia sexual se apoya en buena medida en las identificaciones durante el complejo de Edipo, por lo que, si de alguna forma el *yo* se identifica de una manera sobre investida consigo mismo, el sujeto buscará una pareja lo más parecido a él o ella, llegando así a producir la elección amorosa homosexual, pero dicha explicación no alcanzaría para explicar la bisexualidad. Retomando la etapa o fase genital, otro aspecto clave que ocurre durante este periodo, es la **definición del género y los roles de género**, entendiendo el primero como la construcción social que divide a los seres humanos principalmente en hombre y mujer, mientras que los roles de género hace referencia a lo que es esperado de cada individuo basado en su género, según su cultura y sociedad. Por ejemplo, en occidente se espera que los hombres practiquen deportes de contacto, que sean rudos, que vistan de azul cuando son niños pequeños, etc., mientras que de las mujeres se espera que sean más delicadas, que vistan principalmente de rosa cuando son niñas, que prefieran platicar a jugar rudamente, etc. Sin embargo, puede ocurrir que, durante la fase o etapa genital, o incluso desde antes, algunos hombres o mujeres no cumplan, por así llamarlo, con los roles que su género y cultura establezcan. Esto no necesariamente hablaría de una cuestión psicopatológica, pero quizás hable de que ese hombre o mujer no esté de acuerdo con algunos de los roles que se espera que realice y decida llevar a cabo roles supuestamente asignados al otro género. Por ejemplo, puede haber mujeres que no deseen ser madres o que practiquen deportes donde se ocupe de mucho entrenamiento físico, asimismo, puede haber hombres que se inclinen más por las labores domésticas o invertir en su apariencia física. En los últimos años, ya no hay una diferencia tan marcada en los supuestos roles que se esperan en hombres y mujeres, no obstante, siguen existiendo determinadas conductas específicas que son esperables para ambos géneros. Asimismo, es importante también abordar los conceptos de identidad y expresión de género. La identidad de género es la convicción interna de ser o de identificarse como hombre o como mujer, es algo meramente subjetivo e independiente del sexo biológico. Incluso desde antes de la fase o etapa genital alguien puede llegar a cuestionar su identidad de género. Por su parte, la expresión de género es lo que sí se ve, es decir, lo que se comunica a los otros (de su género). Aunque no son términos propios del psicoanálisis, la **identidad de género y la expresión de género** son conceptos importantes en los que hay que poner atención porque forman parte de la comprensión de la sexualidad humana contemporánea. El punto de encuentro que tienen estos conceptos con el psicoanálisis es no conceptualizar a la anatomía como destino, pues la sexualidad la constituye cada individuo, mientras que los roles de género son construcciones sociales. ![](media/image23.png) Por lo regular, se relaciona a la etapa o periodo genital con la pubertad o la adolescencia porque coincide con la aparición de los caracteres sexuales secundarios y la búsqueda de vínculos con otros para obtener satisfacción sexual genital. Sin embargo, es importante recordar que esta búsqueda permanecerá toda la vida adulta (en diferentes niveles), y como en las etapas anteriores, no queda olvidada o borrada del psiquismo, sino que se convierten en las bases para la búsqueda del objeto de amor, es decir, las bases que son inconscientes para cada sujeto. Además, en la etapa genital también sucede la **renuncia al cuerpo infantil** para acceder al cuerpo adulto. Este proceso, aunque es algo natural, también tiene implicaciones psicológicas, ya que, aunque pareciera algo que ocurre de forma automática, los niños y las niñas ahora deben enfrentarse a la apropiación subjetiva de sus nuevos cuerpos biológicos. **Tema 6. Otros conceptos básicos del psicoanálisis** **Pulsión** La pulsión es uno de los conceptos cruciales de la teoría psicoanalítica, además de ser el más problemático para su comprensión. Usualmente se le define como un concepto límite entre lo somático y lo psíquico, lo cual es una definición que no contribuye mucho a su entendimiento, sin embargo, sí nos da ciertas coordenadas para su abordaje. La pulsión tiene su origen en los comienzos de la estructuración psíquica, por tanto, cuando un ser humano nace (en el mejor de los casos será alguien deseado por los padres) ya tendrá un lugar esperándolo, subjetivamente. Cuando el cachorro humano llega al mundo es recibido por quien realice la función materna (recordando que, en psicoanálisis, cuando hablamos de la función materna no se habla estrictamente de la madre biológica, sino de quien realice la función de los cuidados necesarios para que el cachorro humano sobreviva en el mundo, y no solo en cuanto a la cuestión biológica como la alimentación, sino también las cuestiones afectivas). La identificación que tiene la madre con el cachorro humano le permitirá humanizarse, a desaprender a ser animal, a convertirse en el bebé de alguien, y a pertenecerle a alguien. Cuando el bebé nace el único recurso que tiene para lidiar con todos los estímulos que el mundo le comienza a proporcionar es el llanto, mismo que es interpretado por la madre como un llamado. Freud denominaba al llanto como un grito primordial que denunciaba el apremio por la vida del cachorro humano, un cachorro que para Freud habría sido arrojado a la existencia, ya que, a diferencia de muchas especies animales del planeta, el ser humano nace muy desprotegido y carente de recursos para sobrevivir por sí mismo, ocupando la existencia de otro para sobrevivir (de preferencia de su misma especie). Al principio de la vida, el bebé navega en algo que Freud denomina como un desamparo originario. En otras palabras, que se siente desamparado, arrojado a la existencia. Aquí es cuando la función materna comienza a funcionar como tal cuando el bebé comienza a entrar en algo que Freud llamó como el complejo del prójimo o del auxiliador, es decir, percibe que alguien viene y lo auxilia cuando lo llama con el llanto. Por su parte, la leche, al ser proporcionada por la madre por medio del amamantamiento hará que cuando la leche pase por la boca y por el tubo digestivo hasta llegar al estómago produzca una serie de sensaciones en el bebé, calmando la posible sensación de hambre. Asimismo, si dicho proceso es acompañado de palabras afectivas de la madre al bebé será mejor para su estructuración psíquica. El proceso del amamantamiento tendrá varias repeticiones hasta que en alguna de esas surja algo que denominaremos como la primera vivencia de satisfacción. La primera vivencia de satisfacción dejará una huella psíquica, por tanto, con esto simultáneamente comenzará la estructuración psíquica y la búsqueda del psiquismo de volver a vivenciar lo que se experimentó en esa primera vivencia. Es en ese momento mítico donde el psiquismo fabrica la huella del momento placentero que surgió gracias a un determinado objeto, por lo que también surge la pulsión como esa tensión que busca descargarse encontrando el mismo objeto con el cual se obtuvo esa primera vivencia (aunque esa experiencia sea única e irrepetible). Entonces, encontramos que, a partir de la primera vivencia de satisfacción, nacerá el psiquismo humano con algo llamado apuntalamiento de la pulsión. Con esto, lo que antes se realizaba por instinto ahora será por placer, es decir, nace la pulsión. A saber, el displacer en psicoanálisis es el aumento de tensión libidinal o pulsional, mientras que el placer es la reducción o descarga de dicha tensión. Por ende, la pulsión vendría a ser entonces una fuerza interna que nos impulsa a movernos para buscar su descarga, misma que puede estar apoyada en fuentes somáticas, aunque los objetos para su satisfacción sean psíquicos. Por tanto, el ser humano se mueve por la pulsión. El niño pequeño o el *infans* (como también se le conoce) es para Freud un perverso polimorfo porque este es capaz de obtener placer sexual o libidinal con casi cualquier cosa, incluso con su propio cuerpo, es decir, que cuando el bebé incorpora el pecho materno, que es la forma de identificación más primaria que ubica Freud (una forma de apropiarse del objeto que le proporciona la satisfacción), el bebé fantasea que al chuparse el dedo está chupando el pecho. Este proceso es importante porque son los inicios de la simbolización en el *infans*, para posteriormente poder simbolizar nuevas experiencias y no necesitar de la presencia literal de los objetos. Freud estipula que la pulsión tiene cuatro elementos o componentes: fuente (*quelle*), presión (*drang*), objeto (*objekt*) y meta (*ziel*). La meta es el fin de la pulsión. Entonces, siguiendo el ejemplo de la hamburguesa, estos elementos se explican cómo comer la hamburguesa para satisfacer el hambre, por tanto, la fuente sería el estómago y la boca, la presión la fuerza con la cual la pulsión empuja para su descarga, y el objeto aquello con lo cual la pulsión se descargaría (la hamburguesa). Podríamos entonces pensar que la pulsión es, hasta cierto punto, un representante para el psiquismo de la excitación somática. Freud reformuló en varias ocasiones su teoría de la pulsión. Primero manejaba la existencia de pulsiones de autoconservación y pulsiones sexuales. Por ende, Freud planteaba que hay pulsiones meramente dedicadas a la supervivencia (comer, dormir, etc.), las cuales eran de autoconservación, mientras que las pulsiones dedicadas al vínculo con los objetos serían las sexuales, es decir, las que iban dirigidas a objetos más allá del *yo*. En un segundo momento, Freud formuló la existencia de las pulsiones yoicas y las pulsiones de objeto. Aunque no era muy diferente del primer pensamiento, sí era importante la distinción, ya que Freud buscaba la diferenciación entre la libido de objeto y la libido yoica más allá del destino de la libido. Por tanto, para Freud era diferente libido, pero no era así para su colega Carl Gustav Jung, quien pensaba que se trataba de la misma energía libidinal. Aunque Freud le dio la razón a Jung en algún momento, sí encontró una distinción importante, la cual radicaba en que, en algún momento de la estructuración psíquica, el *yo* sería investido por una identificación con el objeto por la energía libidinal que debiera estar dirigida en este, por tanto, con esto el *yo* se convertiría en el distribuidor de la libido para poder investirse a sí mismo como a otros objetos. En un tercer momento, Freud planteaba la existencia de pulsiones de vida (*eros*) y pulsiones de muerte (*tánatos*). Las pulsiones de vida eran las dedicadas a ligar, vincular, articular y buscar alargar la existencia; mientras que las de muerte apuntarían hacia todo lo contrario, es decir, desligar, desvincular, desarticular y terminar con la vida psíquica. Algunos ejemplos de estos tipos de pulsiones pueden ser (por el lado de las pulsiones de vida) el establecimiento de vínculos afectivos con alguna pareja, mientras que por otro lado puede ser la práctica constante de conductas de riesgo (donde la vida se ponga en juego). Lo que sí es un hecho es que solo nos damos cuenta de la pulsión por sus efectos, puesto que siempre se descarga. Por tanto, dependerá de la conformación del aparato psíquico y de las formas de derivación pulsional que puede llegar a construir, y cuáles de estas serían las menos o más satisfactorias para el *yo* de cada quien. Hay que recordar que, aunque la descarga de la pulsión reduce la tensión libidinal y eso vendría a ser el placer, es el *yo* quien le da el sentido de placentero o no a lo que le ocurre, ya que podría haber situaciones que para el *yo* pueden ser placenteras, pero no así para el *ello*. Esto indica que lo que es placentero para una instancia es displacentero para la otra. A saber, el término de pulsión deviene del alemán *trieb*, mientras que en la traducción de las "Obras Completas" de Sigmund Freud de López-Ballesteros la palabra *trieb* es traducida a instinto, lo cual es erróneo, ya que el instinto es más de orden biológico. En posteriores traducciones como la de Luis Etcheverry sí es traducido por pulsión. No obstante, es importante recalcar que el término *trieb* se ha traducido al inglés como *drive*, indicando que, efectivamente, el término pulsión va íntimamente relacionado con el empuje, la conducción, el movimiento, pero también con lo que retoña o surge, por lo que hay que pensar sobre la pulsión y retrabajar el concepto las veces que sean necesarias. **Libido** El concepto de libido es otro de los conceptos cruciales de la teoría psicoanalítica. Su traducción del latín al castellano es deseo o ganas, pero para Freud era la forma de nombrar a la energía sexual y, por ende, la energía psíquica de cada sujeto. La libido es, entonces, la energía psíquica que carga a las mociones pulsionales que buscan descargarse. Durante mucho tiempo, para Freud la diferencia cualitativa de la libido sería según su destino, es decir, si la libido se deposita en algún objeto se le conoce como libido de objeto, pero, si es depositada en el *yo,* es llamada libido yoica o narcisista. En su texto "Introducción del narcisismo", Freud manifestaba una diferencia entre la libido yoica y la libido de objeto, la cual radicaba en su destino, en este caso el *yo* o el objeto. Sin embargo, su colega y expupilo Carl Gustav Jung pensaba que se trataba de la misma libido. Aunque no estaba de acuerdo con esta postura no tuvo más remedio que darle la razón a Jung momentáneamente, ya que casi 10 años después, en su texto "El yo y el ello", Freud estipuló que llega un momento de la estructuración psíquica donde el *yo* se identifica narcisísticamente con el objeto de amor, logrando así ser investido por el *ello*, por tanto, ya una vez investido, el *yo* se convierte en el distribuidor de la libido, por lo que puede investirse a sí mismo y a otros objetos. Con esto se fundamenta la propuesta de Freud de la diferencia entre la libido yoica y la de objeto, ya que una cosa es la libido que deviene del *ello* y otra la que deviene del *yo*. Para Freud existen dos tipos de narcisismo: primario y secundario. El narcisismo primario proviene de los padres, es decir, para Freud los padres, en el mejor de los casos, ubicarían al bebé como un *bebé maravilloso* que vino al mundo a realizar sus deseos frustrados (a nivel inconsciente). Por ende, los padres por medio de su amor, voz, mirada, anhelos, etc., ubicarían subjetivamente al bebé en un lugar maravilloso, por lo que los efectos subjetivos de ubicarse en ese lugar darían pie a la formación del narcisismo primario, donde la energía libidinal es depositada sobre el *yo*. En "Introducción del narcisismo*",* Freud planteaba al narcisismo secundario como una condición patológica, esto por su asociación a la pérdida de un objeto. Para Freud, esta condición da pie al surgimiento de las psicosis o las *parafrenias* (como se les decía en aquel entonces), ya que precisamente lo que distingue a las parafrenias es la imposibilidad de establecer enlaces libidinales con el mundo y los objetos. Es en el *yo* y el *ello* donde Freud argumenta que el narcisismo secundario no necesariamente es una condición patológica y que forma parte de la estructuración psíquica de todo sujeto. Asimismo, Freud descubre que, ante la pérdida de algún objeto, que es un proceso relativamente normal, la libido tiene una retrotracción hacia el *yo*, por lo que, después del duelo, puede volver a investir a nuevos objetos de amor. En este sentido, el narcisismo secundario es importante en la elaboración de pérdidas objetales, sin embargo, si por alguna razón el *yo* se ve imposibilitado para construir e investir nuevos objetos libidinales esto ocasionaría graves problemáticas psíquicas. Siguiendo el anterior punto, definir el término de objeto en psicoanálisis es de los puntos más complicados, sin embargo, podríamos sintetizarlo como aquello que forma parte de la economía libidinal del sujeto, es decir, aquello con lo cual existe un cierto enlace libidinal. Por consiguiente, los objetos en psicoanálisis tendrán su referencia con el mundo de la realidad. A saber, una cosa son los objetos de la realidad material, como una persona, casa, etc., y otra los objetos libidinales, pues son la persona o la casa que el sujeto simboliza o fantasea en su mente. El concepto de libido se usa también en medicina o en otras áreas de la psicología para referirse enteramente al ánimo e interés sexual (genital), lo cual difiere del psicoanálisis, ya que va más allá de la genitalidad, pues hace referencia también a lo afectivo. **Represión** La represión es el mecanismo de defensa predilecto de las llamadas neurosis de transferencia, las cuales son la histeria, la histeria de angustia o fobia, y la neurosis obsesiva. La represión consiste en separar la representación intolerable para el *yo* y la consciencia de su monto de afecto. Con esto, la representación sometida a la represión tendría dos destinos: 1) Dirigirse al sistema inconsciente, o 2) Si ya era inconsciente, permanecer ahí. El monto de afecto que queda libre tiene también varios destinos posibles: Es mudado en angustia, es decir, el monto de afecto desligado de la representación inconsciente invade al *yo*, sintiéndolo como angustia. El otro destino posible para el afecto desligado es ser sofocado, es decir, pierde fuerza, cuantitativamente hablando, y se distribuye entre varias representaciones. El último destino es ligarse a otra representación más acorde con las exigencias del *ideal del* *yo*. Asimismo, la represión es móvil porque sigue a las representaciones amenazantes para el *yo* en su travesía por llegar a la consciencia, y es individual porque acude a reprimir a diferentes mociones pulsionales de forma individual. La represión es un mecanismo defensivo empleado por el *yo*, es decir, por las partes inconscientes del *yo*. Nadie es consciente de reprimi