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The document appears to be a children's story, likely a fairy tale, based on the description of a young girl named Cinderella. The story showcases themes of kindness, resilience, and the eventual triumph of good.
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La historia comienza hace muchÃsimos años en un reino próspero y pacÃfico; más concretamente, en un castillo rodeado por un gran jardÃn. Allà vivÃa un noble señor que, con el paso del tiempo, trataba de olvidar la muerte de su Joven esposa. Afortunadamente, ésta le habÃa dado una hija que era su viv...
La historia comienza hace muchÃsimos años en un reino próspero y pacÃfico; más concretamente, en un castillo rodeado por un gran jardÃn. Allà vivÃa un noble señor que, con el paso del tiempo, trataba de olvidar la muerte de su Joven esposa. Afortunadamente, ésta le habÃa dado una hija que era su vivo retrato: toda belleza y dulzura. La muchacha pasaba sus mejores ratos con su perro Bruno y su caballo Mayor. ---Pero eso no es suficiente ---le dijo un dÃa su padre---. Necesitas una mamá\... e incluso dos hermanas que jueguen contigo. Y asÃ, unos meses más tarde, su padre se casó con una viuda, madre ya de dos hijas. Desgraciadamente, el noble señor cayó pronto enfermo y murió. La viuda se fue haciendo cada vez más odiosa, y la pobre huérfana no tardó en comprobar que se habÃa casado con su padre tan sólo por su dinero y su castillo. La madrastra hizo de ella su sirvienta, y mientras sus dos horrorosas hijas dormÃan plácidamente la siesta o salÃan a pasear por el jardÃn, la infeliz muchacha tenÃa que fregar, barrer, limpiar toda la casa, sin encontrar ni un solo momento de descanso\... Se le asignó como habitación una oscura buhardilla. En las tristes y frÃas noches de invierno, solÃa sentarse cerca de la chimenea y ponÃa sus delicados pies sobre las cenizas. Sin duda por eso la llamaban Cenicienta. Afortunadamente, las mañanas eran mucho más alegres. Los pájaros de los alrededores venÃan a despertarla con sus trinos y le hablaban de un PrÃncipe Azul que la sacarÃa de su desgracia casándose con ella\... Entonces, cerrando los ojos, Cenicienta rogaba con todo su corazón que aquello se hiciera realidad algún dÃa. Pero Cenicienta no sólo tenÃa amigos «alados»; también contaba con amigos «roedores», grandes parlanchines y excelentes comedores de queso. Entre todos ellos, su preferido era el ratón Jack. Éste ---decÃa--- era capaz de dar su vida por ella: ¡hasta tal extremo la querÃa! Cenicienta, por su parte, le trataba con un gran cariño y siempre estaba dispuesta a ayudarle. Por ejemplo, esta mañana\... ---¡Cenicienta! ---gritó Jack saltando sobre el tocador, seguido de su compañero Bobby ---¿Qué pasa, amiguitos? Ven con nosotros y verás\... ¡Un precioso ratoncillo en una ratonera! ¡Pobrecito! No era la primera vez que sucedÃa esto. La madrasta sus hijas detestaban los ratones y les tendÃan trampas por todos los rincones del castillo. Sin embargo, casi nunca encontraban prisioneros... y, lejos de pensar por la protección de Cenicienta, maldecÃan y echaban pestes: - ¡Esta ratonera no sirve! ¡La cambiaremos por otra! Una vez más, Cenicienta abrió la ratonera y le hizo una indicación al ratoncillo para que saliera. ---No tengas miedo ---le dijo Jack---. Cenicienta no te hará nada. Mira lo que te ha traÃdo: ¡un gorrito y una camiseta! ¡Con esto estarás protegido de cualquier corriente de aire! -Y ahora habrá que ponerte un nombre ---declaró Cenicienta---. ¿Qué te parece Gustavo? El ratoncillo asintió sonriendo y Jack se apresuró a proclamar: ¡Ante todos ustedes, he aquà a Gustavo, Gus para los amigos! Para Cenicienta, la primera tarea de la jornada era dar de comer a las gallinas. Ciertamente, las gallinas no son tan divertidas como los ratones, pero la muchacha también las apreciaba mucho. Tanto, que casi siempre les echaba granos de trigo\... mezclados con pequeños trocitos de queso. ¡Pero si a las gallinas ---diréis vosotros--- no les gusta el queso! Por supuesto. Pero los ratones lo adoran\... \- ¡Que aproveche a todos! - decÃa alegremente Cenicienta. Nada más oÃr estas palabras, como si de una frase mágica se tratara, los ratones acudÃan de todas partes: de los sótanos, de los graneros, a cuatro patas o a dos pies... ¡Era la hora del desayuno y salÃan en tropel! -¡Cuidado con el gato!- gritó Jack de repente. La tropa se detuvo en seco. -Pero ¿qué pasa? - preguntó Gus inocentemente. - ¡Chist! ¡Habla más bajo! --le ordenó Jack-. ¡Es que no lo ves? - ¿A quién? -- ¡A Lucifer, el gato salido de los infiernos! ¡No hay otro devorador de ratones más astuto que él! Gus se inclinó ligeramente... y vio un gran gato ante la puerta. --AsÃ, a primera vista, parece que está durmiendo; pero avanzas un solo paso más y... ¡zas!, eres ratón muerto. Jack, valiente como él solo, propuso: ---Yo no veo más que una solución: caminaré hasta él, llamaré su atención y, mientras trata de atraparme a mÃ, ¡pffft! vosotros escapáis a toda velocidad\... ---Y tú? ---se alarmaron sus amigos. ---¡Por mà no os preocupéis! Me meto por aquel agujero que hay allá al fondo. El gato, como es tan gordo, no podrá pasar. Dicho y hecho. ---¡Por fin eres mÃo! ---gritó Lucifer al reconocerlo. ¡Demasiado tarde! Jack habÃa conseguido introducirse en el agujero, y el gato ni siquiera se dio cuenta de que los demás ratones se esfumaban a sus espaldas\... Ya en el corral, los ratones se lo pasaban en grande. Aunque era el más pequeño, Gus no era el último en defender su ración: - ¡Vamos, ¡Señora gallina, no sea usted glotona! Y, tras haber apilado los trozos de queso bajo el brazo, se dirigió a su escondite Jack, desde su refugio, le veÃa atravesar la cocina tan campante, más alegre que unas pascuas... - ¡Qué inocente! ---refunfuñó Jack-. ¡Si no intervengo, está perdido! Y en efecto, Lucifer estaba acechando y se relamÃa de gusto sólo con pensarlo: ---¡Un ratoncito tan tierno y rellenito de queso no cae todos los dÃas! El gato se dio media vuelta, lanzó un terrible maullido\... y Gus, aterrorizado, dejó caer sus provisiones. Pero en el mismo momento en que Lucifer iba a echarle la zarpa, el ratoncito oyó un ruido sordo detrás de él: ¡Bong! Se dio la vuelta\... y descubrió, estupefacto, al monstruo patas arriba. Ni rebullÃa. ¿Y quién estaba encaramado sobre aquella enorme barriga? ¡Jack, por supuesto! ---¡Menos mal que encontré una escoba a mano! Si no\... Pero venga, larguémonos de aquà antes de que recobre el conocimiento. ¡TilÃn! ¡TilÃn! ¡TilÃn! Entre tanto, Cenicienta estaba en la cocina preparando a toda prisa los desayunos. ¡Ya sonaban las tres campanillas a la vez! La de Drizella, la hija mayor; la de su hermana Anastasia, y la de su horrible madre. ¡Todas las mañanas el mismo concierto! ¡Y las tres arpÃas a cada cual más exigente! Un té muy calentito con un pastelito recién salido del horno para una; un vasito de leche templada para otra, con cuatro cucharaditas y media de azúcar y unas rodajas de fruta en almÃbar; café con leche para la tercera, pero corto de café y con la leche frÃa\... Las campanillas ya habÃan dejado de sonar, pero tal vez eran peores las desaforadas voces que Cenicienta tenÃa que escuchar mientras subÃa por la escalera a las habitaciones. ---¡Date prisa, pedazo de vaga! ---gritaba Anastasia. ---¿Tendré que ir yo a buscarte? ---se desgañitaba Drizella. ---Si no obedeces enseguida ---vociferaba su madrastra---te haré planchar todo mi vestuario de nuevo\... Pero Cenicienta ya estaba curada de espantos: todas las mañanas armaban el mismo jaleo y soltaban las mismas amenazas. Mientras tanto, en el Palacio Real\... ---¡Ay! ¡Qué triste me encuentro! ---gemÃa el rey. ---Pero ¿por qué? ---le preguntaba su mayordomo---. Vuestra Majestad posee el más suntuoso de todos los palacios. Reina sobre un paÃs siempre en paz\... y el prÃncipe, vuestro hijo... ---¡Él es precisamente la causa de mi tristeza! ---le interrumpió el rey---. Siempre cabalgando por montañas, bosques y valles, y aún no ha encontrado ni siquiera una novia\... ¡Yo, a su edad, ya estaba casado! El rey rompió a llorar desconsoladamente: ---¡Y que yo vaya a morirme sin conocer a mis nietos! ---Comprendo vuestra inquietud--- decÃa el mayordomo---¡Pero todo tiene solución, Majestad! ---¡E...so espe...ro! ---le respondió el rey con su entrecortada por el el llanto. ---Confiad en mÃ\... Y asà fue como, al dÃa siguiente, muy de mañana, un mensajero real comenzó a llamar a las puertas de varias casas. ---¡Buenos dÃas, señor! ---le saludó Cenicienta al abrir---. ¿En qué puedo servirle? ---Toma esta carta y llévasela inmediatamente a tu ama. Es de parte del rey. ---¡De parte del rey! ---exclamó Cenicienta. Y, sin poder reprimir su curiosidad, se atrevió a preguntar: ---Pero\... ¿de qué trata? ---De algo ---le replicó severamente el mensajero--- que no tiene nada que ver ni con las fregonas, ni con las barrenderas\... ¡Tú a lo tuyo y yo a lo mÃo, que no puedo perder más tiempo! Toma esta carta y haz lo que te mando. Dichas estas palabras, el emisario se dio media vuelta y se marchó para continuar su misión. Cenicienta entregó la carta a su madrastra y, desde el salón, pudo oÃr de qué se trataba: ---«Mañana por la noche se dará un gran baile en el Palacio» ---leyó la madrastra en voz alta. ---«Y, por decisión real, quedan solamente invitadas todas las señoritas de alta alcurnia en edad casadera.» Ante una noticia tal, y ya disputándose la preferencia del prÃncipe, las dos arpÃas comenzaron a atacarse mutuamente y a lanzar gritos horribles\... ---¡Cenicienta! ¿Qué haces tú aquÃ? ---gritó de pronto la madrastra una vez que ya se habÃan calmado sus dos hijas---. ¡Vuelve a tu trabajo! ---Es que... apuntó tÃmidamente la pobre muchacha ---¿Es que qué? ---Pues que\... Yo también soy una joven de alta alcurnia y\... ---¿Y qué más? ---Que también me gustarÃa ir al baile ---Bueno\... digamos que tienes parte de razón ---admitió aquella vÃbora---. Pero irás después de haber hecho toda la limpieza y, por supuesto, en caso de que antes hayas encontrado un vestido que no desentone en una fiesta tan importante\... En la buhardilla, los ratones esperaban a Cenicienta: ---¡Un baile en el Palacio Real! ¡Serás, sin duda, la más guapa de todas! ---iNo tengo más que este viejo vestido! ---suspiró ella--- Era de mamá. Habrá que arreglarlo un poco\... ---¡De eso nos encargamos nosotros! ---exclamaron los ratones. Pero en ese mismo momento sonó la campanilla, y Cenicienta tuvo que acudir inmediatamente a la planta baja para fregar las mil pisadas de barro que el gato habÃa dejado. Se dió tanta prisa, que en apenas media hora todo estaba de nuevo perfectamente limpio. Ya se disponÃa a volver a su buhardilla, cuando oyó una vez más la maldita voz de su madrastra: ---¡Cenicienta! ¡No olvides remendar la ropa, lustrar mis zapatos, poner en orden todo lo que hay en los armarios, dar cuerda a los relojes de pared, quitar el polvo a los tapices y, por supuesto, deshollinar las chimeneas! ---¡Asà nunca estaré preparada para el baile! ---sollozaba Cenicienta. Pero no sabÃa que en ese mismo momento sus amigos los ratones se afanaban por hacerle el vestido más bonito del mundo\... HabÃan encontrado en un cajón un libro de corte y confección y ya sólo faltaba elegir el modelo: ---Este es demasiado anticuado, muy poco original. ---Y éste muy complicado. ---¡El más bonito es éste, sin duda! Añadiéndole unas lazadas y unas cintas al viejo «vestido de su mamá, quedará un traje de gala\... ¡Manos a la obra! Mejor dicho, patas y picos, pues los pájaros no quisieron ser menos a la hora de ayudar a Cenicienta\... ¡Es tan alto, para un ratón, el vestido de una señorita! Vuelo va, vuelo viene, trasportaban en sus picos y a toda prisa los hilos, las cintas, los encajes\... Entre tanto, las dos hermanas gritaban como locas en el salón: ---iMi collar es horrible! ---vociferaba Anastasia. ---¡Y mi cinturón abominable! ---bramaba Drizella---. ¡El prÃncipe se reirá de mÃ! Gus pasaba justamente por allÃ\... y recogiendo los collares, los adornos y los cinturones que las dos hermanas tiraban, llevó todo lo que pudo a los ratones costureros. Fijaos en Lucifer: ¡No da crédito a lo que ve! ¡Un cinturón que va caminando solo por el suelo! ¡Por todos los gatos del infierno, esto es arte de magia! Cuando Cenicienta terminó por fin su trabajo, ya habÃa oscurecido. Miró por la ventana y vio a lo lejos el palacio iluminado. ---¡Qué pena! ¡El baile estará a punto de comenzar! ¡No llegaré a tiempo! Y conteniendo las lágrimas, regresó tristemente a la buhardilla. ¡Empujó, cabizbaja, la puerta y.... ise quedó de piedra! Todos sus amigos, tanto los «roedores» como los «alados», estaban allà para ofrecerle el más bonito traje que jamás hubiera imaginado. ---¿Es el vestido de mi mamá? ---preguntó muy emocionada- ¡Lo habéis trasformado completamente! ¿Cómo podré daros las gracias? ---¡Poniéndotelo! ---gritaron todos a un tiempo. Cenicienta obedeció inmediatamente. El vestido y las joyas le quedaban tan bien a Cenicienta, que su radiante belleza inspiró una copla a los pájaros: Mirad qué tres señoritas van al Palacio a bailar: una se llama Anastasia, fea y mala hasta rabiar; otra es la cruel Drizella, cuya cara es de asustar. Felizmente, Cenicienta es tan bella y singular, que el PrÃncipe Azul al verla de ella se va a enamorar. ¿HabrÃan oÃdo las dos hermanas la canción de los pájaros? Cuando Cenicienta bajó al salón para enseñarles su vestido, éstas se lanzaron sobre ella como dos fieras: ---iMi cinturón! ---gritó Drizella, olvidándose de repente que poco antes le habÃa parecido «abominable», ---iMi collar! ---chilló Anastasia, arrancando del cuello de Cenicienta la joya que antes habÃa tirado. Tras haber dejado el vestido de su rival hecho jirones, las dos arpÃas se alejaron hinchando el pecho de vanidad\... ¡Qué tristes estaban los buenos amigos de Cenicienta! ¿Qué podÃan hacer por ella?, pensaban al verla llorar bajo las estrellas\... ¿Las estrellas? «¿Estaré soñando?» ---se preguntó de repente Bruno. El perro justamente acababa de ver una en el cielo, más grande y deslumbrante que todas las demás\... Bruno no estaba soñando, no: la estrella iba aumentando de tamaño\... ---¡Que viene hacia nosotros! ---gritó asustado. No habÃa acabado de decirlo, cuando la estrella aterrizó cerca del banco de piedra del jardÃn y.... ise transformó en una señora ---bastante gorda, por cierto--- provista de una varita que lanzaba destellos! ---¡Es un hada! ---exclamaron los animales maravillados. ---¿Quién es usted? ---preguntó Cenicienta. ---Tu hada madrina, hijita mÃa. Vamos, deja de llorar\... ¡No se puede ir a un baile con lágrimas en los ojos! ---¿Al baile? ---suspiró Cenicienta---. ¡Eso acabó para mÃ! ---¡Habrá que verlo! ---dijo el hada con cierto aire de orgullo y volviéndose hacia los ratones---. ¿Quién de vosotros puede traerme una calabaza? ¿Una calabaza? ¡Las hadas tienen cada idea! No obstante, dicho y hecho: en un periquete, allà está la calabaza. iSalacabula, machicabula, dibidibá, dibidú! ---pronunció el hada blandiendo su varita---. ¡¡CalabacÃn, calabacete, calabazón!! ¡¡¡CarrocÃn, carrocete, carrozón!!! ¡Y la calabaza se transformó en una preciosa carroza! Los ratones aún no habÃan salido de su asombro, cuando el hada dirigió la varita hacia ellos\... ---iNo! ¡Yo no! ¡Tened piedad de mÃ! ---gritó Gus---. ¡Yo no quiero convertirme en una calabaza! ---¿Quién ha dicho convertirte en calabaza? ---reÃa burlonamente el hada. Y, accionando su varita, hizo caer sobre él toda una lluvia de destellos\... ---¡RatoncÃn, ratoncete, ratonzón! ¡¡CaballÃn, caballete, caballón! Y asà fue como Gus y tres de sus colegas se transformaron, en un abrir y cerrar de ojos, en\... ¡cuatro espléndidos caballos! ---Una carroza y unos caballos asà ---dijo el hada satisfecha deben ser dirigidos por una mano experta... Y, sin pensarlo dos veces, convirtió a Mayor en cochero. --- Por supuesto, viejo Bruno---le dijo el hada al perro, ya un poco enfurruñado---, no creas que me he olvidado de ti... ---¡Tú serás el lacayo! Un golpe de varita, y un nuevo milagro. ---En cuanto a ti, Cenicienta, ya te estás quitando esos andrajos... ---¡Oh! ¡Gracias, hada madrina! ---exclamó la joven---, estos zapatitos\... ¿son de cristal? ---No seas presumida, hijita. Son, simplemente, de vidrio. Pero no perdamos el tiempo en palabras. Sube a tu carroza y vuela al palacio: el baile está a punto de comenzar. ¡Ah! ¡Se me olvidaba! Pase lo que pase, regresa antes de medianoche, porque a las doce en punto todo volverá a ser como antes\... ¿De acuerdo? Cuatro corceles surcando la noche, cuatro caballitos tirando de un coche. ¿pero quién va dentro de aquella carroza? ¿será un rey acaso? ¿su joven esposa? ¿será un manitú? ¿un gran vencedor? ¿un prÃncipe hindú o el Hada Mayor? Nada de eso, amigos. No perdáis la cuenta: ésa que va dentro es la Cenicienta\... Ayer no tenÃa sino cuatro harapos, y hoy acude al baile vestida de raso. ---¡Qué suerte! ---pensó Cenicienta al subir por aquella larga escalinata---, ¡El baile no ha comenzado! Y es que, antes de dar la orden a los músicos, era necesario que el prÃncipe encontrara una pareja a su gusto\... De todas las señoritas que le saludaban, ninguna le agradaba. El rey, que lo presenciaba todo desde el palco, ya estaba a punto de echarse a llorar\... ---Por una vez ---le susurró el mayordomo---, creo que el prÃncipe tiene razón\... ¡Es que verdaderamente no hay donde elegir! Acababa, en efecto, de recibir el reverencioso saludo de Anastasia y de su horrorosa hermana. El prÃncipe, sólo con verlas, comenzó a bostezar. Pero, de repente\... ---¿Quién es esa joven tan bella? ---preguntó el rey abriendo unos ojos como platos. ---No lo sé, Majestad. Ni que decir tiene que era Cenicienta. El prÃncipe, tan pronto como la vio, dejó plantada a Anastasia y, esquivando a Drizella, corrió a su encuentro. Cayó de rodillas ante ella. ---música! ---gritó el rey. Y, mientras sonaban las notas de un maravilloso vals, el prÃncipe arrastró a Cenicienta hasta el centro de la pista\... Cenicienta se sentÃa envuelta en un arrullo de violines, en un invisible torbellino de amor\... ---¿Qué hora es? ---se acordó de repente. ---Las doce menos cinco ---le respondió el prÃncipe---. ¿Por qué lo preguntáis? ¡Tenemos toda una vida por delante! ---Desgraciadamente, tengo que regresar a mi casa y salió corriendo escaleras abajo. Recordando las palabras del hada madrina. Cenicienta subió de un salto a la carroza. Y mientras los caballos galopaban a toda prisa, se dio cuenta de que sólo llevaba un zapato ---¡He debido de perder el otro al correr! Pero\... ¡qué rápido se me ha pasado el tiempo! Oyó una campana a lo lejos: ¡Dong! ¡Dong! ¡Dong!\... A la duodécima campanada, se cumplió lo que el hada habÃa predicho. Algo asà como un gran relámpago iluminó la noche; luego se extendió una especie de neblina y, cuando ésta desapareció, ya habÃa cesado el encantamiento: ni rastro de los caballos, ni de la carroza, ni del cochero\... De nuevo el mismo grupo de amigos y, en medio, sentada sobre una calabaza, Cenicienta en harapos. ---¡No me acuerdo de nada! ---exclamó. ---Yo tampoco, pero\... ¡algo por lo menos ha quedado! ---advirtió Gus, señalando su escarpÃn de cristal. ---¡Qué curioso zapato! ---se extrañó Cenicienta. Y lo estrechó contra su corazón, como si se tratase de un amuleto. La verdad es que al rey le aburrÃan soberanamente los bailes. Quizá por eso, tan pronto como vio que su hijo habÃa encontrado a la mujer de su vida, entornó los ojos y se sintió poeta Ocasional: ---Ya que la pareja parece formada, Echaré aquà mismo una cabezada, Y se puso a soñar, a soñar\... Que ya era abuelo y que su nieto le gritaba: «¡Arre, caballito!» Pero fue despertado de repente: ---¡Majestad! ¡Majestad! ---¿Qué quieres ahora? ---preguntó de mal humor. ---¡Que la joven se ha escapado! --- ¿Cómo? ---gritó---. ¿La has dejado marchar? ---No, Majestad, es que\... bueno\..., ella perdió este zapato y el prÃncipe ha prometido casarse con la primera que pueda calzarlo. ---¿Y a qué esperas? ¡Vamos! ¡Rápido! ¡Ya tenÃan que estar probándoselo a todas las jóvenes del reino! ---He debido soñar ---pensó Cenicienta al despertarse a la mañana siguiente---. Sin embargo, este zapato de cristal\... apenas lo miro, oigo como unos violines dentro de mi corazón; ¡me siento envuelta en un dulce torbellino\... ---buenos dÃas, madre! ---dijo alegremente al entrar en el salón. ---¿Quién te ha llamado? ---se enfureció la madrastra---. ¡Vuelve inmediatamente a tu buhardilla! Cenicienta obedeció, y nada más entrar en su habitación, oyó que la llave daba doble vuelta en la cerradura y luego unos pasos perdiéndose en la escalera. ---¡me han encerrado! --- decÃa llorando a lagrima viva--- Pero ¿por qué? ---¡Pues porque ayer estuviste bailando con el prÃncipe! Se puso en pie como impulsada por un resorte: Gus y Jack acababan de entrar deslizándose por debajo de la puerta. Le explicaron cómo el otro zapatito habÃa sido encontrado en el palacio, y cómo el mayordomo del rey andaba probándoselo a todas las jóvenes del reino. ---¡No podemos perder ni un segundo! ---concluyeron los ratones ---Hay que recuperar cuanto antes la llave y sacarte de aquÃ. En esos momentos, el mayordomo y el maestro zapatero estaban precisamente probando el zapato en el pie de Anastasia. La madrastra contemplaba la escena tan entusiasmada, que ni siquiera advirtió como los ratones, tras una increÃble ascensión, se introdujeron en uno de sus bolsillos: ¡la llave estaba allÃ!, se le escapó... ¡llave y ratones aterrizaron juntos! ---¡La verdad es que las hemos pasado canutas! ---decÃa Gus mientras trataban de subir la llave por la escalera. ---¡Ni que lo digas! ¡Hicimos un verdadero descenso en picado! ---precisó Jack. ---¡Menos mal que esa bruja no nos vio! Ni los oyó, porque Anastasia entre tanto gritaba como una loca: «¡Este zapato es mÃo, mÃo! ¡No entiendo por qué no me vale! ¡No lo entiendo!» Pero... ¡qué escalera más larga! ¡Parece que no tiene fin! ---suspiraba Gus ---Un pequeño esfuerzo más y habremos llegado Jack no habÃa mentido: unos minutos después, ya habÃan llegado al rellano. ---¡Aquà estamos, Cenicienta! ---gritaron los dos a un tiempo. ---El mayordomo esta en el salón ---explicó Jack---. ¡Es a ti a quien busca! Y Gus añadió muy galante ---¡A ti... y a tu lindo pie! Pero las voces despavoridas de Jack interrumpieron bruscamente sus cumplidos: ---¡Lucifer! ¡Que viene Lucifer! ---¡a las armas, amigos! ¡zafarrancho de combate! A la llamada de Jack, los ratones acudieron en masa. Pero no todos los ratones del castillo hubieran sido capaces de hacer frente al gato si, en ese preciso momento, no hubiera pasado por allà Bruno. El perro gritó: ---¡deja esa llave, o te haré trizas! Lucifer puso pies en polvorosa... ---¡Aquà te va! ---anunció Jack a Cenicienta. Y deslizó la llave por debajo de la puerta. L aprueba del zapato le fue aún peor a Drizella que a Anastasia. La muy tramposa, ¡encogió tanto el pie que logró calzarlo\... ---Hurra! ---gritó entonces, loca de alegrÃa---. ¡Ya veis que este zapato es mÃo! Pero, en su entusiasmo, ¡extendió ligeramente el pie y.... izas! ¡El delicado zapatito se rompió en mil pedazos! Y El mayordomo maldecÃa y se lamentaba\... cuando Cenicienta hizo su aparición. ---¿Qué haces tú aquÃ? ---protestó la madrastra. ---Todas las jóvenes casaderas del reino tienen derecho a probarlo ---se interpuso el mayordomo---. Aunque, desgraciadamente, el zapatito se ha roto\... ---¡Pero éste no! ---argumentó Cenicienta mostrando el otro como si se tratara de un tesoro. Mudos y atónitos, los allà presentes casi se desmayan\... Más aún cuando Cenicienta se calzó el zapato: ¡le quedaba a la justa medida! Y asÃ, tuvo lugar su segundo encuentro do prÃncipe. Éste reconoció enseguida a su bella pareja de la noche anterior. En cuanto a Cenicienta, tan pronto como vio al joven comenzó a recordar todo lo que habÃa ocurrido en aquel baile: no, no habÃa sido un sueño. ---¡hacen una pareja maravillosa! ---susurró el mayordomo a oÃdos del rey--- ¡fijaos con qué delicadeza, con cuánto amor le besa la mano! ---Me parece muy bien que le bese la mano---refunfuñó el rey---, pero no puede estar asà toda la vida... ¡Hay que casarlos cuanto antes! De las dos mil invitaciones que se enviaron para la boda, solamente tres no obtuvieron respuesta: la de una tal Drizella; la de su hermana, Anastasia, y la de la mamá de ambas... ¿La causa? sinceramente, la desconocemos. Lo que sà sabemos a ciencia cierta es que a la boda no falto ni un solo ratón. Cenicienta y el prÃncipe vivieron felices durante muchos años\... ¡Y el rey tuvo, por fin, numerosos nietos!