La Curandera - Cuento de M. Roberto Pérez Rosales PDF

Summary

Este documento es un cuento de misterio sobre un joven que tiene una experiencia aterradora. El cuento está escrito en español y se centra en los temas de la brujería, el miedo, y los encuentros con lo sobrenatural.

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**LA CURANDERA** **Autor: M. Roberto Pérez Rosales** Los tenues rayos de una atemorizada luna llena se asomaban por entre la gran enramada que cubría la pequeña ventana de la choza de Felipe, quien inquieto daba vueltas sin cesar en el viejo y roído catre. La incesante lluvia cubría al desolado p...

**LA CURANDERA** **Autor: M. Roberto Pérez Rosales** Los tenues rayos de una atemorizada luna llena se asomaban por entre la gran enramada que cubría la pequeña ventana de la choza de Felipe, quien inquieto daba vueltas sin cesar en el viejo y roído catre. La incesante lluvia cubría al desolado poblado de La Escondida, mientras en una pequeña choza, Felipe, un joven de pocos recursos, seguía inquieto moviéndose de un lado a otro sin poder dormir, sabia que aún faltaban un par de horas para el alba, por lo que trataba de encontrar una posición cómoda para tratar de descansar, de cuando en cuando, miraba los relámpagos por la pequeña ventana que tímidamente filtraba la tenue luz de una hermosa luna llena. Desesperado, sus pensamientos le atiborran la mente con recuerdos que bailaban al compás de la tenue luz de la vela que estaba en un banco, al lado de su catre, y que, sin cesar, generaba imágenes que bailaban al son de viento que en mas de una ocasión trató de extinguirla. El joven desesperado, trato de cubrirse lo mas que pudo con el roído zarape, luchando con el ambiente frío y desolador, enroscándose lo mas que podía y jurando que esta vez sí dejaría del dinero de la jornada para comprar un par de buenas cobijas. Después de la caída de un estruendoso relámpago, se escuchó a lo lejos el relinchido aterrado de un brioso caballo, que de inmediato arrancó a todo galope, Felipe escuchó tan cerca el relincho, que se levantó sigiloso a husmear por la ventana, para ver si no era un cristiano que pudiera necesitar ayuda, por unos minutos trató de ver entre la incesante lluvia, pero el el campo se encontraba despoblado, así que con el frío colándole hasta los huesos decidió regresar a su catre, pero cuál fue su sorpresa al descubrir que él seguía acostado mientras la figura de un hombre vestido de franciscano, estaba en su cabecera. El joven quedo petrificado por varios minutos sin acertar que hacer, hasta que por fin pudo moverse y como pudo, trató de volver a su cuerpo; ese movimiento no pasó desapercibido por el aparecido, que de inmediato volvió su rostro hacia el aterrado joven, que solo alcanzó a vislumbrar un par de brazas donde deberían estar los ojos, y fue todo lo que pudo hacer antes de caer desmayado, fue en ese mismo instante que Felipe despertó sobresaltado y corrió de inmediato a un rincón de su cuarto buscando protegerse de aquel ente que lo había estado observando. En cuanto amaneció, el muchacho fue en busca de su anciano amigo, don Demetrio, quien lo escuchó con mucha atención a la vez con gran temor que se iba reflejando en su cansado y arrugado rostro. De inmediato, le dijo con voz trémula, arréglate mijo, vamos con doña Jacinta, la curandera del pueblo, ¿la bruja Jacinta? Balbuceó el joven, mientras apresurado se vestía para el enigmático encuentro. Caminaron a caballo por un buen tramo, ya que Jacinta vivía a la orilla del pueblo. Finalmente, se acercaron con cierta timidez a la choza de la curandera, quien parecía que ya los estaba esperando, pues enfrente de ella había dos bancos y enfrente dos tazas de barro con humeante café endulzado con piloncillo, que en cuanto entraron a una seña de doña Jacinta, empezaron a saborearlo. La anciana mujer le dio una gran bocanada a un puro que parecía que la sumía en un frenético transe, pues de inmediato arrojo una colorida piedrecilla de rio frente a su ocasional compañía. Para luego, mientras las acomodaba, le dijo a Felipe que le contara a su experiencia con el aparecido. Los hombres voltearon a verse, sin entender como lo sabía descubierto, pero sobreponiéndose, el joven empezó a relatar toda su terrible experiencia, la mujer mientras lo iba escuchando movía la cabeza en señal de desaprobación al tiempo que de cuando en cuando dejaba escapar el sonido de una tosecita aguardientosa. La mujer tomó un legajo de cartas y las puso sobre la mesa, luego nuevamente las piedras de colores y las arrojó encima de las cartas, para luego entrecerrar los ojos y balbucear incomprensibles oraciones, lentamente fue volteando cada unas de las cartas seleccionadas del mazo principal, y al ver cada una de las cartas, hacia una expresión de temor y algunas de horror, hasta que finalmente se mojó los labios y sin dejar de mirar a Felipe le contó lo que encontró en sus cartas. ¡NO MIJO! te tienen bien embrujado, hay una persona que sabe que tienes un gran futuro como capataz y te quieren quitar del camino, el viejo y el joven solo se volteaban a mirar, inquietos y temerosos. ¿Pero quién puede ser doñita? si ni siquiera he buscado trabajo de caballerango, ¡no lo has hecho! pero está en tu destino, alguien te vio arriar unas vacas y se dio cuenta que tienes la estampa y la habilidad que salta a la vista, así que en unos días te va a ofrecer el trabajo. ¡Recuerda hijo! ¿dónde hiciste ese trabajo? Por unos segundo Felipe se quedó pensando mientras se rascaba la poblada cabellera negra ¡ah sí! en la hacienda de don Jacinto, pero terminé temprano y me fui al día siguiente para el pueblo. Pues mijo, ahí fue donde te echaron la maldición. ¿Y qué voy a hacer ahora doñita? Solo podrás librarte de esta maldición si tienes los suficientes para deshacerla, ¡claro que sí! ¡no faltaba más! Replico Felipe. ¡Solamente dígame que hay que hacer! Y de inmediato lo haré. Muy bien, primero me vas a traer una gallina negra, un frasco mediano con tapadera, una vela negra y un metro de listón negro, te espero mañana a las 12 de la noche en punto, llueve, truene o relampaguee te espero sin falta, tu vida depende de que cumplas. Con el ultimo minuto de la noche, el anciano y el joven, se presentaron puntuales a la macabra cita, la curandera tenia ya preparado un cuarto cubierto de velos de color negro, morado, rojo y marrón, todos entrelazados; el ambiente olía fuertemente a incienso y las velas negras y blancas le daban a la pequeña habitación un lúgubre aspecto. Sin mas, se sentaron frente a doña Gertrudis, quien empezó a entonar incompresibles cánticos y a mover un par de hierbas para luego encenderlas y cubrir al joven con su humo. Terminado el ritual de las hierbas, sacrificó la gallina torciéndole el pescuezo, para luego quitarle siete plumas, las cuales amarró con el listón negro al frasco, posteriormente, con voz aguardentosa, que parecía salir del mas allá, dijo: deberás a ir a la media noche en punto al campo santo y buscaras una tumba de un angelito, de esa tumba recogerás tierra solamente con tus manos y llenarás el frasco y volverás a tu casa, y estarás en vela en esta noche de luna llena, esperando el hombre de la túnica, al que arrojarás tres puñados de tierra, lo que lo dejará inmóvil. A la luz de esta vela blanca, deberás echarle alrededor del espectro la tierra para encerrarlo en un círculo de tierra santa, luego con la tierra que te quede, rezaras las oraciones que te doy en este papelito, ¡pero recuerda! mientras le estés arrojando los puñados de tierra, podrás rezar a la luz de la vela y en cuanto termines con la tierra le echaras encima este petate, el espectro deberá tomarlo y salir inmediatamente de tu casa, esa será la señal que te dirá que has roto el hechizo. Como le indicara la curandera, el joven se preparó en su jacal esperando con gran terror a su indeseable cita, para lo cual, Felipe se recostó en el catre y esperó junto con la luna llena al espectro ataviado con esa oscura túnica. El terrible ser se presentó a la hora señalada por lo que de inmediato el joven empezó a tirarle la tierra, lo que paralizó de inmediato al espectro, lo que aprovecho el joven para formare el circulo de protección para que no pudiera escapar. Cuando estuvo seguro de que tenía a espectro asegurado dentro del circulo, empezó a realizar el enigmático ritual, y tomando con mano temblorosa la vela blanca y el pergamino en la otra, empezó con el incomprensible rezo, lo cual de inmediato hizo que el ser se retorciera violentamente, queriendo escapar de esa letanía, mientras afuera la que inicio como una leve llovizna, comenzó a transformarse en una verdadera tormenta, que entro al jacal intempestivamente, azotando la puerta y venta, a grado tal que dejó entrar por la endeble ventana, una gran rafa de viento, la cual apagó la vela de inmediato. El muchacho se quedó petrificado ante el inesperado suceso, y sin saber que hacer solo acertó a dar un paso atrás y desde lo más profundo de su ser, se encomendó a Dios, cerrando los ojos, mientras el ser de la túnica oscura empezaba a reír en sonoras y aterradoras carcajadas, pero, así como empezó a reír se fue quedando en silencio, por lo que de inmediato Felipe, abrió azorado los ojos, solo para encontrase que una bella y resplandeciente lucecita se había posado en su hombro, permitiéndole retomar la lectura, que de inmediato continuo, ahora con la seguridad de que no estaba solo en este terrible trance. Al terminar su letanía, tal como lo dijera la curandera, el ser de la noche, tomó su catre y salió lentamente del cuarto de Felipe, por lo que en cuanto lo vio salir, se desplomó estrepitosamente en su camastro, cayendo en un profundo y reconfortante sueño, sabiéndose ya libre esa terrible maldición de odio. Fin

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