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EL SECRETODE LA MONEDA IV.docx

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Transcript

Alejandro tomó en grandes bocanadas un café tan negro como los nubarrones que se alzaban en el firmamento.  unas velas alumbraban tenuemente la estancia.  era el cuarto de Don Clemente que no contaba con luz eléctrica las gastadas pilas apenas se hacían funcionar una radio vieja que transmitía ranch...

Alejandro tomó en grandes bocanadas un café tan negro como los nubarrones que se alzaban en el firmamento.  unas velas alumbraban tenuemente la estancia.  era el cuarto de Don Clemente que no contaba con luz eléctrica las gastadas pilas apenas se hacían funcionar una radio vieja que transmitía rancheras de antaño y que eran interrumpidas por espacios noticiosos anunciando los últimos acontecimientos violentos que remecían al país.  un toque de queda dejaba presagiar un posible golpe de estado: "estimados oyentes cada día anunciamos mayores tragedias.  nuestro país ingresa a un túnel oscuro y extenso.  estamos en medio de una situación muy difícil.  el toque de queda no ha resuelto nada, las manifestaciones se están generalizando".  el locutor seguía hablando mientras Clemente bajaba el volumen de la radio.  en medio de todo esto, René servía una sopa caliente y doña Juliana no dejaba de llorar.  no es posible después de tantos años, malagradecidos.  señora albina levántese de su tumba fría y vea esta injusticia.  más de 20 años sirviendo en esta casa.  llegué cuando estaban construyendo La Gruta y la glorieta aquí conocí al padre de René.  y aquí también lo enterré justo en el mismo cementerio. ¿Quién iba a pensar que la señorita albina sería enterrada allí?  pero eso va a pagarlo El joven Agustín Cómo se le ocurre enterrarla en ese lugar.  y ahora se quedará con todo.  estoy segura de que el de que él mandó a matar a los perros, siempre los odio pobre animalitos.  pobres señorita albina solo el cielo la lloró ¿y ahora a dónde iré?  exclamó desconcertada la cocinera Juliana que no dejaba de llorar.  Alejandro reconocía esa sensación de desamparo sobre todo cuando la tía albina le dijo que a él nada le pertenecía, y por ello se fue para no recibir limosnas de nadie.  Clemente sin pensar soltó estas palabras:  yo yo no me quejo.  a la muerte de mi esposa recibí este cuartucho como migaja y lo acepté porque no tenía a dónde ir.     Pero se lo agradecí a la señorita albina y ayudé en lo que pude.  jamás se quejó de mí.  pero ustedes Doña Juliana la cocinera de la señora la única en casi 30 años, hasta nació aquí, que las expulsen de la casa realmente es muy malo, muy injusto.  y enterrar así a la dueña de todo.  qué injusticia!!! Una vez que el miserable Nicho donde depositaron el cuerpo de albina fue cerrado, Agustín salió de Aquel lugar sin recibir el pésame de nadie, como si le diera asco permanecer ahí; suspiró porque se acababa aquella farsa y se fue.   al día siguiente despertó como un león hambriento sacó de la casa todo el mundo sin consideración.  gritaba como un loco maldiciendo en nombre de aquella mujer que fue casi como una madre para él, que lo consintió en todo, permitiéndole todo.   ahora a esa mujer ya no estaba; sin embargo, un testamento con firmas fraudulentas lo autorizaban a hacer lo que él quisiera.  se sentó delante del piano y tocó aquella melodía que la tía siempre tocaba y gritó sin miramientos.  escucha tía escucha desde tu tumba revuélcate en ella.  ahora yo soy el dueño de todo esto.  nada quedará de ti nada.   tú la engreída de Vincenzo, la que despreció a sus propios hermanos, la que dejó de hablar a su madre, y se avergonzó de su abuela.  tú la virginal albina enamorada de un cura español sin tierra ni beneficio, La que dormía con Ángeles de yeso no eres nada.  tú solterona creíste que nadie sabía de tu matrimonio oculto con aquel Colorado, salido de algún Circo barato.  pobre lagarta, beata pecadora, golpeándote el pecho frente a tus estatuas de yeso salud por tus huesos!  Alejandro se levantó muy temprano haber dormido en el piso de aquella vieja habitación lo había dejado maltrecho.  miró a Clemente dormido, también sobre el piso mientras, Almita se acurrucaba entre las frazadas. Juliana y René dormían plácidamente sobre la cama que estaba casi doblada por el peso de Juliana.  salió rápidamente se sentía indignado por la situación.  sentado bajo aquel árbol que lo acompañó desde su infancia repasaba su vida en medio de la nada; ahora Estaba peor que antes.  y pensó en Vincenzo el padre de albina tendría la misma edad que él cuando decidió salir de su país, atravesar todo el Atlántico para llegar a una tierra extraña, con gente diferente.  se preguntaba si Vicenzo alguna vez, estaría sentado bajo este árbol.  porque él era dueño de todo.  y recordó lo que la tía un día contó que su abuela Sara dijo "cuando esta niña nació, la luna salió y el día que ella muera el sol se ocultará".  esa abuela debió ser adivina, porque el sol no sale desde que ella murió.  de pronto, Clemente lo sacó de sus pensamientos. -  Alejandro muchacho ven Tómate una taza de café. -  acabo de hacer un poco del café que te gusta. -  Alejandro se levantó y volvió con el viejo aquel Refugio rápidamente y con el hambre de siempre se sentó a la mesa, que mostraba sendas tazas de café, queso fresco y una sopa caliente; emanaba un Aroma que tentaba a la Gula. -  Juliana en lo mejor del desayuno rompió a llorar. -  no es justo después de tantos años!  voy a ir a hablar con ese joven Agustín, le diré lo que pienso y que me dé un cuarto para vivir con mi hija. -  y levantándose de la mesa Sin dar opción a nadie a detenerla salió y al voltear le dijo a Alejandro. -  ¡deberías reclamar tu herencia muchacho!  René casi despeinada salió detrás de su madre. -  Alejandro se levantó se puso el viejo abrigo. - \-  debería irme nada tengo que hacer aquí no sé de qué herencia hablan. -Salió refunfuñando. -  Mientras tanto la radio A duras penas rezongaba "se fueron los días en los que la democracia reinaba en este país.  se fue el libre pensamiento.  la libre elección ha sido secuestrada en nuestro país, el verdugo del pueblo acaba de sentarse en el sillón presidencia.  Pero qué esperamos en medio de un país corrupto donde los diputados engendran miseria desde sus escaños.  no, no hay motivo para alegrarse, es tiempo de consternación.  la pena de muerte se ha instaurado con este hombre, el respeto a la vida ha sido cercenado; el implacable, arremete como si fuera dueño de la casa, mientras los desposeídos huyen como ratas de un barco que se hunde en alta mar.  Pero, señores oyentes la casa es nuestra,  el país es nuestro,  nos lo ganamos a fuerza de sudor,  de empuje,  a Costa de nuestras propias vidas.  cuántos hombres valientes dieron su vida por este sueño por este suelo que hoy sufre los vejámenes de un hombrecillo, vicioso y enfermo y enfermo que busca solo la...".  se escucha un disparo y un silencio invade la habitación.

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