El Patito Feo PDF
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Universidad Popular de Gijón/Xixón
2024
Hans Christian Andersen
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Summary
This children's book, "El patito feo," by Hans Christian Andersen, tells the story of a duckling who is born different and experiences bullying from other animals but eventually realizes his true self-worth. The story promotes themes of acceptance and self-discovery.
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Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles Hans Christian Andersen El patito feo 1 El patito feo Hans Christian Andersen, «El patito feo», 1843. Adaptación colaborativa Lectores: Taller de lectura fácil de ACEESCA (Asociación de Apoyo a Personas con diversidad intelect...
Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles Hans Christian Andersen El patito feo 1 El patito feo Hans Christian Andersen, «El patito feo», 1843. Adaptación colaborativa Lectores: Taller de lectura fácil de ACEESCA (Asociación de Apoyo a Personas con diversidad intelectual de O Porriño, Pontevedra): Venancio Franco, Victoria Giráldez, Rosa González, Xandra Gómez, Custodio Lago, Rubén Iglesias, Ana Belén Luis, Carlos Mosquera, Óscar Pérez, Alexander Rodríguez y Beatriz Sestelo. Mediadora: Lucía Casado. Revisora: Lucía Sande. Coordinadora: Cristina Sola. Edición del Laboratorio de Lenguaje Accesible (LLAC). Caldelas de Tui (Pontevedra), 2024. Imagen de la portada: Pequeño cisne. Puedes usar esta adaptación sin fines comerciales, sin modificarla y citando al autor. Hans Christian Andersen El patito feo Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles Caldelas, 2024 Capítulo 1 Q ué hermoso estaba el campo en verano, con los prados verdes y el trigo dorado… Las cigüeñas paseaban por los tejados de los pajares y los pájaros volaban sobre los bosques y los lagos. ¡Sí, un lugar precioso! En medio de aquellos prados había una casa grande, antigua, rodeada por un muro y por canales de agua. Junto al muro, cerca del agua, crecían plantas con hojas enormes que formaban una especie de cueva… Y en ese lugar escondido había un nido: una pata estaba echada sobre sus huevos, esperando que nacieran los patitos. 5 Recibía pocas visitas, porque los demás patos preferían ir a nadar en los canales. Una mañana, por fin, empezaron a abrirse los huevos uno tras otro, con un crujido, y los patitos asomaron sus cabezas. —¡Cuac, cuac! —dijo la pata, mientras los patitos correteaban bajo las grandes hojas. —¡Qué grande es el mundo! —dijeron los patitos. Es lógico que todo les pareciera grande después de haber estado dentro de un huevo. La madre pata les explicó: —El mundo es mucho más grande, llega hasta el campo del cura, pero yo nunca he ido tan lejos. 6 Entonces, la madre vio que el huevo más grande aún no se había abierto y, aunque estaba cansada, se echó de nuevo sobre el huevo para darle calor. Una vieja pata apareció por allí para charlar y la madre pata, llena de orgullo, le enseñó a los patitos. —Mira qué patitos más preciosos —dijo—. Se parecen a su padre… ¡El muy granuja no ha venido a verme! —¡Qué huevo tan grande! —dijo la pata vieja mirando el huevo que aún no se había abierto—. Parece un huevo de pava. »A mí me cambiaron los huevos una vez y lo pasé mal con los polluelos de pavo porque tenían miedo al agua, ¡no querían nadar! A ver… deja que lo mire de cerca… 7 »¡Vaya! ¡Sí que es un huevo de pava! Déjalo ahí y enseña a nadar a las otras crías… —Me quedaré con él un rato más —dijo la madre—, he estado así tanto tiempo, que un poco más no importa. —Allá tú —contestó la pata vieja, y se marchó. Al cabo de un rato se abrió el enorme huevo con un ruidito: «¡Pío, pío!», dijo el polluelo. Era un patito muy grande. Y feo. La madre pata lo miró y pensó: «¡Es enorme! No se parece a los otros, pero para saber si es un pavo o un pato tengo que llevarlo al agua, aunque sea a la fuerza». 8 Capítulo 2 Al día siguiente hacía un tiempo precioso y el sol brillaba en las grandes hojas sobre el nido. La madre pata, con toda su familia, se acercó al canal y… ¡chop! saltó al agua. —¡Cuac, cuac! —llamó. Y todos los patitos saltaron al agua, uno tras otro. Se hundieron un segundo, pero enseguida volvieron a aparecer, flotando. Las patitas se les movían solas y empezaron a nadar. Todos nadaban muy bien, también el patito grande y feo. La madre pata pensó: «No es un pavo, porque nada muy bien. Y hasta me parece bonito». 9 —Venid, os llevaré al corral —les dijo a los patitos—, pero quedaos cerca de mí y tened mucho cuidado con el gato. Al entrar al corral, vieron a dos patos que se peleaban por una cabeza de anguila, pero entonces apareció el gato y se la llevó. —¡Así es el mundo! —dijo la madre pata a sus patitos—. Venid, venid, saludad a la abuela pata: es de raza española y todos deben respetarla, humanos y animales. Sed educados y decid: ¡Cuac! Y los patitos saludaron con mucha educación. Pero otros patos que había por allí los miraron y dijeron en voz muy alta: —¡Y ahora vienen estos! ¡Ya hay demasiados animales en el corral! ¡Eh, mirad qué pinta tiene ese patito! ¡Qué horror! 10 Entonces un pato se acercó al patito grande y gris y le picoteó el cuello. —¡Déjalo en paz! —protestó la madre pata—. ¡No ha hecho daño a nadie! —Es muy grande y raro —dijeron los otros patos—. ¡Hay que picotearlo! La anciana pata miró al patito feo y dijo: —Tienes unas criaturas preciosas, pero este no te ha salido bien, tendrías que hacerlo otra vez. —Eso no es posible, señora —dijo la madre pata—. Es verdad que no es muy guapo, pero tiene buen carácter y nada igual de bien que los demás, incluso mejor. 11 »Ha pasado demasiado tiempo en el cascarón, por eso ha salido un poco raro, pero creo que mejorará cuando crezca. Y como es macho, no importa si es un poco feo. Cuando se haga mayor, será un pato muy fuerte. Y la madre pata acarició a su patito con el pico y le alisó las plumas. —Los otros patitos son encantadores —dijo la anciana—. Bueno, espero que estés a gusto aquí, y, si encuentras una cabeza de anguila, tráemela. 12 Capítulo 3 La madre pata y sus patitos se quedaron a vivir en el corral. Pero los patos y gallinas picoteaban y mordían al patito gris. —¡Es muy grande y feo! —decían todos—. Un pavo enorme, al ver al patito, se hinchó y se puso rojo y fue directo hacia él gritando «¡gluglú!». El pobre patito no sabía si quedarse quieto o huir. Estaba muy triste porque todos le decían que era feo y se burlaban de él. Así pasó el primer día, pero al día siguiente fue peor. Todos los animales del corral lo perseguían y lo molestaban. Incluso sus hermanos eran crueles con él y le decían: 13 —¡A ver si te pilla el gato, mamarracho! Y hasta su madre empezó a decir: —¡Ojalá estuvieras lejos de aquí! Todas las aves picoteaban al patito y la muchacha que daba de comer a los animales lo apartaba a patadas. Entonces, el patito echó a correr y voló por encima de la valla. Al verlo, los pajarillos que estaban en los arbustos se sobresaltaron y se fueron volando. —¡Todos se asustan de mí! —pensó el patito. 14 Capítulo 4 El patito corrió hasta que llegó a un pantano donde vivían los patos salvajes. Allí se quedó toda la noche, muy cansado y triste. Por la mañana, los patos salvajes vieron al patito: —¿Quién eres tú? —le preguntaron. El patito los saludó con timidez. —¡Eres muy raro! —dijeron los patos salvajes—, pero a nosotros nos da igual, siempre que no te cases con alguien de nuestra familia. ¡Pero si el patito no pensaba en casarse! Lo único que quería era descansar en los juncos y beber un poco de agua del pantano. 15 Pasó allí dos días. Al tercer día llegaron al pantano dos patos salvajes que hacía poco que habían salido del cascarón: —¡Hola, compañero! —le dijeron al patito—. Eres tan feo que nos caes bien. En un lago cercano viven unas patas muy bonitas, ¿Quieres venir con nosotros? En ese momento sonaron unos disparos ¡Pum! ¡Pum! Los dos pequeños patos salvajes cayeron muertos y el agua se tiñó de rojo sangre. Volvieron a sonar disparos y bandadas de patos salvajes salieron volando entre los juncos. Hubo una gran cacería. 16 Los cazadores se escondían alrededor del pantano y algunos estaban subidos a los árboles. Un humo azul de pólvora se extendió por el pantano y quedó flotando sobre el agua, como una niebla. Los perros de caza corrían chapoteando entre los juncos, «¡chop!, ¡chop!»… Los juncos y las ramas se movían por todas partes y el pobre patito estaba tan asustado que escondió la cabeza bajo el ala. De pronto, apareció junto a él un perro enorme, terrible, la lengua le colgaba a un lado de la boca y sus ojos brillaban. Acercó el hocico al patito y enseñó sus dientes… Pero luego se dio la vuelta y se marchó sin tocarlo. —¡Uf, menos mal! —suspiró el patito—. Soy tan feo, que ni siquiera el perro quiere morderme. 17 Se quedó muy quieto mientras los disparos retumbaban en el aire y las balas silbaban por todas partes. A mediodía dejaron de oírse disparos y todo quedó en calma, pero el pobre patito no se atrevía a moverse y aún esperó varias horas, muy quieto. Cuando creyó que los cazadores ya no estaban, se marchó de allí corriendo tan rápido como pudo. Corrió por los campos y por los prados. Pero el viento empezó a soplar con fuerza, arrastrando al patito… 18 Capítulo 5 Al anochecer, agotado, llegó a una casita muy pobre. Sus viejas paredes aún se mantenían en pie, como si no supieran hacia qué lado caer… El patito vio una grieta y se coló en la casa para refugiarse del viento. En la vieja casa vivía una anciana con un gato y una gallina. Por la mañana, los animales vieron al extraño y el gato maulló y la gallina cacareó. —¿Qué pasa? —exclamó la anciana. 19 Como la mujer no veía muy bien, creyó que el patito era una pata gorda que se había perdido. —¡Qué agradable sorpresa! —dijo la anciana—. Ahora tendré huevos de pata. Porque espero que no seas un macho… Y la anciana dejó que el patito se quedara a prueba un tiempo para ver si ponía huevos, pero, claro, no puso ninguno. El gato arqueaba el lomo y ronroneaba, y cuando la anciana lo acariciaba a contrapelo, echaba chispas. La gallina tenía unas patas muy cortas, pero ponía ricos huevos. 20 La anciana quería a aquellos animales como si fuesen sus hijos. Y ellos mandaban en la casa y se creían superiores a los demás. El patito tenía ideas diferentes, pero no le dejaban opinar. —¿Sabes poner huevos? —le decía la gallina. —No —respondía el patito. —Entonces, cállate —decía la gallina. —¿Sabes arquear el lomo, ronronear y echar chispas? —le decía el gato. —No. 21 —Entonces calla y deja que hable la gente inteligente. El patito se sentaba en un rincón, triste, pensando en el aire fresco y en la luz del sol y le entraba un extraño deseo de flotar en el agua. Un día no pudo aguantar más y le contó a la gallina su deseo de ir a nadar. —¡Qué idea tan rara! —le dijo la gallina— Como estás ahí, sin hacer nada… Si pusieras huevos o ronronearas, te sentirías mejor. —Pero me apetece nadar —dijo el patito—, y meter la cabeza en el agua y bucear hasta el fondo… —Pero ¡qué loco eres! —dijo la gallina—, pregúntale al gato, que es listísimo, si le gusta flotar en el agua o bucear. 22 »Y pregúntale a nuestra vieja ama si le gusta nadar. Ella es la más lista del mundo, pero no se le ocurriría bucear en el agua. —¡No me comprendes! —dijo el patito. —Claro que no, nadie puede entenderte. Deberías dar las gracias por las cosas que tienes: un hogar cómodo y buenos compañeros de los que puedes aprender. Pero eres tonto… Te lo digo por tu bien. Lo que tienes que hacer es poner huevos y aprender a ronronear y a echar chispas. —Yo no sé hacer esas cosas… Me iré de aquí. —Pues vete. Y el patito se marchó. 23 Capítulo 6 Llegó al pantano, se zambulló en el agua y buceó. Había otros animales, pero no le hacían caso por lo feo que era. Allí estuvo hasta que en el bosque las hojas de los árboles se volvieron amarillas y rojas. El viento las movía en remolinos bajo el cielo gris, con nubes cargadas de lluvia, granizo y nieve. Sobre una cerca, un cuervo graznaba por el frío. El pobre patito lo pasaba muy mal. Una tarde, antes de ponerse el sol, salieron de entre los arbustos unas grandes aves. El patito nunca había visto unas aves tan hermosas: eran de un blanco resplandeciente y tenían el cuello muy largo. 24 Eran cisnes, pero el patito no lo sabía. Lanzaron unos gritos, extendieron sus alas maravillosas y se fueron volando, lejos de las tierras frías, buscando el clima cálido y el mar abierto. Volaban muy alto en el cielo… ¡Qué emoción sintió el patito al ver a aquellas aves! Las siguió con la vista, luego extendió el cuello y lanzó un grito tan extraño que hasta él mismo se asustó. Se sentía atraído hacia esas aves, sin saber por qué. Pero sí sabía que nunca sería como ellas… ¡Pobre animal, feo y ridículo! Y entonces llegó el frío del invierno. El invierno de verdad. 25 Capítulo 7 El patito nadaba todo el rato para que el agua no se congelase. Pero, cada noche, el hueco donde nadaba se iba haciendo más y más pequeño, hasta que todo el lago se convirtió en hielo. Y una noche, el patito, agotado y congelado, se quedó quieto sobre el hielo, esperando la muerte. A la mañana siguiente, muy temprano, un campesino vio al patito, lo recogió y lo llevó a su casa. Entre él y su mujer revivieron al patito y pronto se sintió mejor. 26 Los niños del campesino quisieron jugar con él, pero el patito creyó que le iban a hacer daño y se escondió en el cántaro de leche, volcándola y derramando la leche por la cocina. La mujer gritó y el patito, revoloteando por la casa, se cayó en el saco de la harina… La mujer, enfadada, chillaba mientras perseguía al patito con la escoba y los niños, entre risas, se empujaban tratando de atrapar al patito. Fue una suerte que la puerta estuviese abierta: el patito escapó lo más lejos que pudo y luego se tumbó en la nieve, cansado y confuso. Aquel invierno sufrió tantas desgracias, que sería muy triste recodarlas todas… 27 Capítulo 8 Pero, un día, el sol volvió a calentar y las alondras a cantar: había llegado la primavera. El patito estaba entre los juncos del pantano. Al sentir el calor del sol, agitó sus alas, que sonaron más fuertes que de costumbre, y se elevó por los aires. Voló un rato y vio un precioso jardín, con manzanos en flor y lilas que colgaban en largas ramas sobre un riachuelo. ¡Qué lugar tan agradable para disfrutar de la primavera! 28 De pronto, entre los arbustos de la orilla aparecieron tres maravillosos cisnes blancos que se deslizaron con suavidad sobre el agua. El patito reconoció a las hermosas aves que lo habían impresionado tanto y su corazón se llenó de una extraña tristeza… «Me acercaré a esas aves —pensó—. Me matarán a picotazos por ser tan feo. Pero ¡qué importa!, prefiero que ellas me maten a que me picoteen los patos y las gallinas del corral». El patito voló hacia el agua y luego nadó hacia los cisnes. Estos, al verlo, fueron hacia él. —¡Matadme, si queréis! —dijo el pobre animal. 29 Y se rindió ante los cisnes, inclinando la cabeza sobre el agua y… ¿Qué creéis que vio? Vio su reflejo en el agua: ya no era un patito gris, feo y ridículo. Era como aquellas aves: ¡era un cisne! Había nacido en un corral de patos pero había salido de un huevo de cisne. Los otros cisnes llegaron junto a él y lo rodearon, mostrándole respeto y acariciándolo con sus picos. Unos niños entraron en el jardín y echaron migas de pan en el agua. —¡Hay un cisne nuevo! —gritó el niño más pequeño. Los niños fueron corriendo a buscar a sus padres y todo el mundo decía: 30 —¡El cisne nuevo es el más bonito! El patito feo, que ahora era un joven cisne, sintió vergüenza y escondió la cabeza bajo el ala. Había sufrido mucho, todos lo habían despreciado y ahora decían que era la más hermosa de las aves. Eso lo hacía feliz, pero no sentía orgullo, porque los corazones buenos no son orgullosos. Las lilas inclinaban sus ramas hasta el agua y el sol brillaba… El corazón del joven cisne se llenó de alegría y, recordando sus días de sufrimiento y soledad, extendió su cuello y exclamó: —¡Nunca pensé que podía existir tanta felicidad! 31 32