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RESUMEN MORADO HISTORIA ARGENTINA FRANJA MORADA - FCPYS RESÚMEN HISTORIA ARGENTINA BLOQUE I. EL PAÍS ANTIGUO. REVOLUCIÓN Y EMANCIPACIÓN (1810-1852). La revolución de mayo de 1810 en el marco de la crisis...

RESUMEN MORADO HISTORIA ARGENTINA FRANJA MORADA - FCPYS RESÚMEN HISTORIA ARGENTINA BLOQUE I. EL PAÍS ANTIGUO. REVOLUCIÓN Y EMANCIPACIÓN (1810-1852). La revolución de mayo de 1810 en el marco de la crisis del imperio español: soberanías en disputa. La participación de los sectores populares y las mujeres en la revolución. La declaración de la independencia en el contexto de la guerra y la inestabilidad institucional (1810-1820). Luego de la Revolución de Mayo de 1810, los intentos de sustitución del poder colonial por un Estado nacional bajo hegemonía porteña fracasaron. Los distin- tos gobiernos que se sucedieron durante la primera década revolucionaria no pudieron constituirse en la autoridad suprema de las poblaciones asentadas en el territorio del ex virreinato. En 1820 comenzó un nuevo ciclo, caracterizado por el triunfo de las tendencias secesionistas, la dispersión del poder, las guerras civiles y la polarización política entre unitarios y federales. De las invasiones inglesas a la crisis de la monarquía (1806-1810): En 1808, tras las abdicaciones de los reyes españoles, el Virreinato del Río de la Plata vivía una gran agitación política, exacerbada por las invasiones británicas de 1806 y 1807, que revelaron la debilidad de las autoridades coloniales. Invasiones británicas 1. Primera Invasión (1806): Las fuerzas británicas tomaron Buenos Aires, lo que llevó a un juramento de lealtad a la nueva soberanía, generando desconcierto entre los habitantes. 2. Reconquista: La resistencia local, organizada por milicias lideradas por Santiago de Liniers, logró expulsar a los británicos en 1806. 3. Segunda Invasión (1807): Buenos Aires fue atacada nuevamente. Las milicias, mejor organizadas, defendieron la ciudad y derrotaron a las tropas británicas. Crisis virreinal La figura del virrey, marqués de Sobremonte, fue desprestigiada por su inacción durante las invasiones. Esto llevó a la creación de una junta que le suspendió en 1807. Con el avance de las tropas británicas y la incapacidad de Sobremonte para defender Montevideo, la autoridad virreinal se debilitó aún más. FRANJA MORADA - FCPYS Conflictos internos Santiago de Liniers fue nombrado virrey interino, pero enfrentó oposición, especialmente del cabildo dominado por Martín de Alzaga, lo que llevó a disputas de poder en Buenos Aires. Las milicias, que habían adquirido un papel significativo, apoyaron a Liniers, pero la inestabilidad se mantuvo. Llegada de Baltasar Hidalgo de Cisneros En agosto de 1809, Cisneros asumió como nuevo virrey, pero su llegada no resolvió los conflictos internos ni la crisis de autoridad. La situación se agravó con las noticias del avance francés y la disolución de la Junta Central en 1810, lo que culminó en los eventos de mayo de ese año, cuando se plantearon nuevas alternativas para el gobierno del virreinato. La revolución y sus rumbos (1810-1815): La crisis de autoridad colonial en América comenzó cuando las autoridades exigieron obediencia a un nuevo Consejo de Regencia en España. En Buenos Aires, el 22 de mayo de 1810, un cabildo abierto depuso al virrey Cisneros y formó una Junta Provisional, liderada por Cornelio Saavedra, para tutelar los derechos del rey Fernando VII mientras se encontraba cautivo. Este movimiento fue impulsado por las milicias criollas y reflejó una creciente politización de la sociedad. La Junta Provisional se negó a reconocer la legitimidad del Consejo de Regencia y buscó consolidar su poder en el virreinato. Enfrentó resistencia en lugares como Córdoba y Paraguay, y aunque muchas ciudades aceptaron la nueva autoridad, Montevideo y el Alto Perú se mantuvieron como focos realistas. A medida que se consolidaba el nuevo gobierno, surgieron divisiones internas sobre cómo avanzar. Mariano Moreno propuso un Congreso Constituyente, mientras que Saavedra y otros preferían mantener la Junta. Tras la salida de Moreno, se formó la Junta Grande, que enfrentó desafíos tanto internos como externos. En 1812, el Triunvirato asumió el gobierno, pero su falta de legitimidad y la presión de un movimiento revolucionario llevaron a su disolución y a la formación del Segundo Triunvirato, que convocó un Congreso Constituyente en 1813. La Asamblea del año 1813 fue un punto de inflexión, ya que eliminó el juramento de fidelidad al rey y buscó establecer un nuevo orden. Sin embargo, los conflictos entre centralistas y autonomistas, liderados por Gervasio Artigas, debilitaron al Congreso, que quedó aislado. Finalmente, tras la caída de Alvear en 1815, el Cabildo de Buenos Aires asumió de nuevo el control político en un contexto de crisis, convocando elecciones para FRANJA MORADA - FCPYS formar una nueva Junta de Observación y designando a José Rondeau como director supremo. De la independencia a la caída del poder central (1816-1820): El Estatuto de 1815 instauró elecciones populares para autoridades territoriales en las Provincias Unidas del Río de la Plata, buscando atender las demandas locales. Sin embargo, la aceptación del Estatuto fue desigual; algunas provincias lo reconocieron, mientras otras, lideradas por Artigas, se opusieron. En marzo de 1816, se convocó a un Congreso en Tucumán, que declaró la independencia el 9 de julio de 1816, y nombró a Juan Martín de Pueyrredón como director. En este contexto, San Martín lideró la campaña hacia Chile, que culminó en la independencia chilena en 1818 y preparó la expedición hacia Perú. A medida que el gobierno central intentaba consolidarse, se enfrentó a la resistencia de líderes como Artigas. Las discusiones sobre la forma de gobierno revelaron divisiones entre quienes abogaban por un gobierno centralizado y aquellos que apoyaban autonomías provinciales. El Congreso de 1819, en un contexto de creciente centralismo, aprobó una Constitución que no resolvía estas tensiones, lo que llevó a la disolución del poder central en 1820 tras la derrota en Cepeda. Buenos Aires proclamó su autonomía, firmando el Tratado del Pilar que proponía un sistema federal. La desaparición del Directorio propició la formación de provincias autónomas, cada una buscando establecer su propio orden político. Este proceso llevó a guerras civiles y tensiones entre provincias, marcando el inicio de una reconfiguración política que, aunque buscando un estado nacional, se desarrolló en medio de luchas por la autonomía provincial. Del centralismo a la confederación (1820-1852): La guerra civil y el problema del orden. Las reformas rivadavianas, caudillismo y guerra civil en el interior (1820-1827): Tras la crisis de 1820 en Buenos Aires, una nueva élite buscó estabilizar la provincia promoviendo una política de "aislamiento" en lugar de liderar un gobierno central. Tres pilares de su estrategia fueron el desarrollo de la exportación ganadera, la expansión de la frontera y un nuevo principio de autoridad. Este grupo, conocido como el Partido del Orden, incluyó a figuras políticas y económicos influyentes como Martín Rodríguez, Bernardino Rivadavia y Manuel García. Se implementaron reformas para modernizar la estructura político-administrativa, incluyendo la creación de una nueva Sala de Representantes y una ley electoral avanzada FRANJA MORADA - FCPYS que permitía un sufragio más amplio, aunque todavía con limitaciones. Estas reformas buscaban controlar la "anarquía" del 1820 y promover un nuevo orden social y político. Sin embargo, la estabilidad lograda fue frágil y la convocatoria a un nuevo Congreso en 1824 reavivó las tensiones entre las provincias y la élite. La situación en la Banda Oriental, ocupada por Portugal y luego anexada a Brasil, también complicó las relaciones exteriores de Buenos Aires. El Congreso de 1825 se declaró constituyente y reconoció la independencia de las provincias, pero enfrentó el dilema de quién debía tener la primacía política: las provincias soberanas o una nación unificada. Las discusiones giraron en torno a la definición de la soberanía y la estructura del nuevo estado, generando desconfianza entre los pueblos hacia el Congreso de Buenos Aires. La inestabilidad interna aumentó y se fortalecieron los caudillos, como Juan Facundo Quiroga, que dominó en el noroeste y se opuso a los intentos de organización nacional de Buenos Aires. A medida que las provincias buscaban reafirmar sus soberanías, surgieron conflictos militares y políticos, lo que llevó a una mayor fragmentación del poder y a la incapacidad de mantener un gobierno centralizado. La lucha entre unitarios y federales y el ascenso al poder de Rosas (1827-1830): En 1827, Manuel Dorrego asumió el gobierno de Buenos Aires, enfrentando la tarea de resolver el conflicto con Brasil. A pesar de su postura belicista, firmó un tratado de paz que reconoció la independencia de la Banda Oriental, creando la República Oriental del Uruguay. Esto intensificó las tensiones internas entre los unitarios y federales, culminando en elecciones violentas en mayo de 1828. El general Juan G. Lavalle, apoyado por unitarios, depuso a Dorrego y lo fusiló, lo que desató una guerra civil. Lavalle no pudo mantener el poder y, ante un levantamiento rural por penurias económicas, negoció con Juan Manuel de Rosas, quien asumió el poder en 1829 con facultades extraordinarias. Rosas, apoyado por cambios de la "feliz experiencia" de Dorrego, instauró un régimen autoritario, excluyendo a los unitarios de la política. Mientras tanto, la Convención Nacional de 1828 fracasó en restablecer un orden constitucional. En 1829, José María Paz lideró la Liga del Interior y enfrentó a Quiroga, pero al final las provincias del interior cayeron bajo control federal. El Pacto Federal de 1831 reafirmó la independencia provincial, aunque no sentó las bases para una nueva organización nacional. En este contexto, Rosas consolidó la hegemonía de FRANJA MORADA - FCPYS Buenos Aires, mientras las provincias permanecieron autónomas, lo que contribuyó a la debilidad de la Confederación Argentina hasta 1852. Juan Manuel de Rosas y la “república de excepción” (1829-1852). Poderes Excepcionales: El uso de poderes excepcionales bajo Rosas fue una herramienta central para mantener el orden y el control sobre el país. Estos poderes permitieron al gobierno actuar fuera de los límites tradicionales establecidos por la ley, lo que le otorgó facultades extraordinarias en momentos de crisis. Estos poderes no solo incluían la capacidad de reprimir a los opositores, sino también de manejar aspectos fundamentales de la vida política y social. La ley de poderes excepcionales fue utilizada para eliminar cualquier disidencia bajo el pretexto de preservar el orden. Terror: El terror se desplegó como una estrategia sistemática para mantener el control social. Bajo Rosas, el uso de la violencia y el miedo fueron claves para silenciar a los opositores y disuadir cualquier intento de rebelión. Las ejecuciones públicas, la persecución de los disidentes y el uso de la fuerza por parte de la Mazorca, una organización paramilitar aliada del régimen, ejemplifican cómo el terror fue institucionalizado. Propaganda: Los lemas como "¡Mueran los salvajes unitarios!" promovían la idea de que cualquier forma de oposición al régimen representaba una amenaza para la nación. Se utilizaron símbolos patrios y el culto a la personalidad de Rosas para fortalecer la imagen del líder como un héroe casi divino, esencial para la estabilidad y la prosperidad del país. Orden Republicano en el Discurso: En el discurso oficial, el régimen de Rosas promovía una imagen de orden y estabilidad basada en principios republicanos. Se exaltaba la idea de una nación unida bajo un gobierno fuerte que preservaba la paz y la integridad territorial. Orden Republicano en la Práctica: En contraste, las prácticas políticas bajo el rosismo revelaban un fuerte componente autoritario que chocaba con los principios republicanos. Las facultades extraordinarias, la represión del disenso y el control centralizado del poder mostraban cómo, en la FRANJA MORADA - FCPYS práctica, el régimen se alejaba de la noción de un gobierno basado en la participación ciudadana y el respeto por las instituciones republicanas. La Ley: La ley durante el régimen de Rosas no siempre seguía los principios republicanos o legales convencionales. Aunque había una estructura legal, esta era manipulada para servir a los intereses del Estado. Las leyes excepcionales, por ejemplo, se aplicaban para perseguir a los opositores y consolidar el control del gobierno. El Delito: El concepto de delito en este contexto no se limitaba a acciones que violaban la ley en términos jurídicos tradicionales, sino que estaba profundamente politizado. Oponerse al régimen, mostrar simpatía por los unitarios o criticar el gobierno eran considerados delitos graves. El Castigo: Los castigos bajo Rosas fueron ejemplares y, en muchos casos, arbitrarios. Se usaba el terror para disuadir cualquier forma de resistencia. La Mazorca, un grupo paramilitar, desempeñó un papel clave en la aplicación de la violencia como castigo para los opositores. Las ejecuciones públicas y los castigos físicos eran formas comunes de reprimir cualquier amenaza al régimen, demostrando que el castigo servía tanto como retribución como un mensaje de advertencia para la población general. Impacto de las guerras en la Vida Cotidiana: La guerra se vivía en las calles, en el campo y en la mente de las personas. No era solo un evento externo que afectaba a los soldados o a las elites políticas, sino que permeaba la vida diaria de todos los ciudadanos. Las familias se dividían por lealtades políticas, y la violencia no distinguía entre combatientes y civiles. Las levas forzadas, el saqueo y la confiscación de bienes eran comunes, lo que causaba un ambiente de constante inseguridad. Militarización de la Sociedad: El régimen rosista aprovechó el conflicto para militarizar la sociedad. Los civiles se veían obligados a participar en la defensa del gobierno o a luchar contra él, lo que FRANJA MORADA - FCPYS fomentaba un clima de temor y desconfianza. Esta militarización no sólo afectaba a los hombres, sino también a las mujeres y niños, quienes sufrían las consecuencias del conflicto, como el desplazamiento, la pobreza y la ruptura de las estructuras familiares. Propaganda y Disciplina: Se promovía la lealtad incondicional al líder y se utilizaba el miedo para reprimir cualquier forma de oposición o disidencia. El uso del terror no solo estaba destinado a derrotar a los enemigos externos, sino también a mantener el control sobre la población interna, que podía simpatizar con los unitarios o cuestionar la legitimidad del gobierno. Expresiones Políticas: Las expresiones políticas en este contexto estaban fuertemente influenciadas por el régimen autoritario. Las manifestaciones de lealtad a Rosas, ya fueran a través de actos públicos, la exhibición de símbolos como la divisa punzó, o los lemas a favor del régimen, eran cruciales para asegurar una posición política. La falta de adhesión a estas manifestaciones podía ser interpretada como traición y, por lo tanto, era castigada. Identidades Políticas: La construcción de identidades políticas durante este período giraba en torno a la dicotomía entre "federales" y "unitarios". Ser identificado como federal era esencial para la supervivencia política, mientras que la identidad unitaria era vista como un peligro, tanto para el individuo como para la estabilidad del país. El régimen rosista construyó una identidad colectiva donde la figura de Rosas se entrelazaba con la noción de patria y orden, lo que marginaba y criminalizaba cualquier identidad política que no estuviera alineada con estas ideas.. Desafíos Internos: En el ámbito interno, el mayor desafío provenía de la oposición unitaria. Los unitarios representaban una amenaza constante al poder de Rosas, ya que buscaban centralizar el poder en Buenos Aires, algo que chocaba con los intereses federales. Pedro Ferré y Genaro Berón de Astrada, líderes federales en Corrientes, se rebelaron contra la influencia de Rosas en la política de la provincia. Berón de Astrada, gobernador de Corrientes, lideró un ejército contra Rosas, pero fue derrotado en la Batalla de Pago Largo en 1839, donde perdió la vida. FRANJA MORADA - FCPYS Este conflicto reflejó la tensión entre las provincias que buscaban mayor autonomía y el centralismo ejercido desde Buenos Aires bajo el liderazgo de Rosas. Tras su victoria, Rosas consolidó su control sobre Corrientes, aunque la resistencia continuaría en otras regiones. Manuel Vicente Maza, quien fue un importante aliado de Juan Manuel de Rosas, pero que terminó conspirando contra él. En el contexto de la creciente oposición a Rosas, Maza, junto con otros disidentes, intentó organizar una conspiración para derrocarlo. Sin embargo, el plan fue descubierto, y las represalias del régimen fueron rápidas y contundentes. Este incidente marca un momento clave en el régimen de Rosas, ya que mostró su capacidad para aplastar cualquier forma de disidencia interna, incluso cuando provenía de aliados cercanos. La rebelión del sur: Este levantamiento se llevó a cabo en la provincia de Buenos Aires, en 1839, por estancieros y líderes locales descontentos con las políticas centralizadoras y autoritarias de Rosas. La rebelión fue encabezada por estancieros de la zona sur de la provincia, especialmente en la región de Dolores y Chascomús, quienes se opusieron a las medidas económicas y políticas impuestas por Rosas, como los altos impuestos y la requisición de ganado. Sin embargo, la rebelión fue rápidamente sofocada por las fuerzas de Rosas, lo que consolidó aún más su poder en la región. Los líderes rebeldes, entre ellos Narciso López y Pedro Castelli, fueron derrotados en la Batalla de Chascomús, lo que marcó el fin del levantamiento y fortaleció la posición de Rosas en Buenos Aires. Desafíos Externos: Externamente, Rosas enfrentó presiones de potencias extranjeras como Inglaterra y Francia, quienes intentaron intervenir en los asuntos internos de Argentina, apoyando a los opositores unitarios o buscando imponer condiciones económicas favorables para sus intereses. El bloqueo francés al puerto de Buenos Aires en 1838, por ejemplo, fue una prueba significativa del manejo de Rosas frente a amenazas extranjeras. Estas potencias no solo desafiaban militarmente al régimen, sino que también intentaban influir en la política interna apoyando a las facciones opositoras. Rosas logró, a través de un manejo hábil de la diplomacia y la propaganda, proyectarse como el defensor de la soberanía argentina, lo cual le permitió consolidar su poder frente a estas amenazas tanto internas como externas. FRANJA MORADA - FCPYS Este balance entre desafíos internos y externos condicionó las políticas de Rosas, quien recurrió al uso de poderes extraordinarios y el control férreo para mantener la estabilidad y el poder sobre el país. Fin del mandato: A medida que su gobierno se volvía cada vez más autoritario, crecieron las tensiones entre los unitarios y algunos sectores federales descontentos. Además, Rosas se sentía tan seguro, que termina por desmantelar la Mazorca, su herramienta para ejercer hasta el momento sus diferentes estrategias militares. La chispa que encendió la resistencia fue el descontento generalizado con la represión y la falta de libertades. En 1852, estos grupos lograron formar una alianza estratégica que comenzó a tomar forma en varias provincias, organizando movimientos y levantamientos. Con el tiempo, la oposición se fortaleció, y la batalla culminante tuvo lugar en la batalla de Caseros, donde las fuerzas aliadas, lideradas por Justo José de Urquiza, derrotaron decisivamente a las tropas de Rosas. Tras esta derrota, Rosas se vio obligado a huir del país, lo que marcó el fin de su régimen y abrió la puerta a un nuevo capítulo en la historia política argentina, caracterizado por la búsqueda de una mayor democracia y la reintegración de los sectores excluidos del poder. La generación romántica: un proyecto de nación. “Civilización y Barbarie” como matriz cultural. - ¿Por qué ‘’Civilización y barbarie’’ se constituye en una matriz cultural para explicar la realidad política y social del país? - La Generación del 37 fue un grupo de intelectuales y políticos argentinos que surgió en la primera mitad del siglo XIX. Entre sus miembros destacados se encontraban Esteban Echeverría, Juan María Gutiérrez, José Hernández, y Domingo Faustino Sarmiento. Esta generación se caracterizó por su compromiso con la modernización del país, la educación y la cultura, así como su oposición al autoritarismo, representado por el régimen de Juan Manuel de Rosas. El concepto de "civilización y barbarie" se popularizó gracias a Sarmiento, quien lo utilizó para describir la dicotomía entre la cultura europea, que él consideraba "civilizada", y las costumbres gauchescas y rurales de Argentina, que tildaba de "barbarie". Esta idea se constituyó en una matriz cultural que buscaba explicar y justificar las tensiones políticas y sociales de la época. La Generación del 37 argumentaba que el progreso y la civilización requerían un desmantelamiento de las estructuras tradicionales y una adopción de valores modernos, vinculando la civilización con la educación, la urbanización y el desarrollo económico. FRANJA MORADA - FCPYS Así, "civilización y barbarie" no sólo reflejaba una visión del mundo, sino que también proporcionaba un marco para criticar la situación política de Argentina, legitimando la lucha por una sociedad más ilustrada y menos sometida a las fuerzas del autoritarismo y la tradición. Esta dualidad tuvo un impacto duradero en el pensamiento político y cultural argentino, influyendo en debates sobre identidad, progreso y modernidad. A su vez, esta dualidad se repite a lo largo de la historia argentina en ejemplos cómo: Unitarios y federales, en la discusión del radicalismo contra el peronismo, entre otros ejemplos. Además la Generación del 37 se opuso al régimen de Juan Manuel de Rosas. Este grupo de intelectuales y políticos consideraba que el autoritarismo de Rosas era un obstáculo para el progreso y la modernización de Argentina. Criticaban su política represiva y el control que ejercía sobre la sociedad y la prensa, así como su enfoque en la tradición y la cultura gauchesca, que ellos consideraban "barbarie". La oposición se materializó en diversas formas, desde la producción literaria y ensayística hasta la participación activa en la política. Muchos de ellos abogaban por una sociedad más educada, con instituciones democráticas y un gobierno basado en principios liberales. La resistencia a Rosas culminó en alianzas con otros sectores opositores que llevaron a la derrota del régimen en la batalla de Caseros en 1852. Así, su legado fue fundamental en la construcción de una Argentina más moderna y democrática. BLOQUE II. LA ARGENTINA LIBERAL (1853-1930) Los conflictos en la organización nacional (1853- 1880) Un nuevo intento de organización nacional se inició en 1852, pero fracasó por las desinteligencias entre los sectores dominantes de Buenos Aires y Entre Ríos, las dos provincias que habían logrado mayor desarrollo económico-social. El conflicto se resolvió en 1861 y, desde entonces, bajo la dirección de las élites porteñas, comenzó la construcción del Estado nacional. Veinte años después, luego de un proceso complejo, el Estado nacional había adquirido sus principa- les atributos. En 1852, en la batalla de Caseros, Rosas fue vencido y su derrocamiento pareció dejar libre el camino para la construcción de un Estado nacional, es decir, un poder centralizado capaz de ejercer monopolicamente la violencia, el control político y administrativo; apto para difundir los elementos simbólicos de la nacionalidad y para generar y garantizar las condiciones para el desarrollo de FRANJA MORADA - FCPYS una economía capitalista, integrada al mundo y centrada en la agroexportación. Debates entre las elites en la prensa facciosa. Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento presentan diferencias significativas en sus enfoques: 1. Visión de la sociedad: ○ Alberdi: Promovía una visión más inclusiva y flexible, defendiendo la idea de que la inmigración y la diversidad cultural podían enriquecer el país. Su obra más conocida, "Bases", abogaba por una Argentina que adoptara las instituciones europeas, pero respetando las particularidades locales. ○ Sarmiento: Tenía una visión más elitista y centrada en la educación. Consideraba que la civilización europea era superior y que era necesario educar al pueblo argentino para que pudiera alcanzar el progreso. Para él, había una dicotomía entre "civilización" y "barbarie", donde lo europeo era el ideal a seguir. 2. Enfoque económico: ○ Alberdi: Se enfocaba en la importancia del desarrollo económico a través de la agricultura y la industrialización, abogando por políticas que promovieran la inversión extranjera y la inmigración. ○ Sarmiento: Si bien también valoraba el progreso económico, su énfasis estaba en la educación y la formación de una clase media que pudiera sostener las instituciones democráticas. Veía la educación como clave para el desarrollo del país. 3. Política y gobierno: ○ Alberdi: Defendía un gobierno que combinara la soberanía popular con instituciones representativas, enfatizando la importancia de una Constitución que garantizara derechos individuales. ○ Sarmiento: Era más pragmático y a menudo apoyaba medidas autoritarias si creía que servían al progreso. Creía que era necesario un liderazgo fuerte y capaz para guiar al país hacia la modernidad. Las guerras de centralización estatal y exclusión social: contra las montoneras federales (“la guerra de policía”), contra las poblaciones originarias (“la conquista del desierto”) y con los países vecinos (la Guerra del Paraguay). El Estado debería además poner fin a la presencia indígena en la pampa y en vastos territorios de la Patagonia y el Chaco, una presencia inquietante que FRANJA MORADA - FCPYS limitaba la ocupación productiva de tierras fértiles y creaba (por sus incursiones violentas) condiciones poco seguras para la producción. - Lo que veían cómo justificación de la conquista del desierto. Paradójicamente, esos consensos básicos (que comenzaron a concretarse en 1853 con la sanción de la Constitución nacional) no impidieron que muy pronto volvieran a estallar los conflictos y las guerras civiles. Como consecuencia de ello, el, país quedó dividido en dos unidades políticas: por un lado Buenos Aires y, por el otro, la Confederación, en la cual confluyen el resto de las provin- bajo el liderazgo de Justo José de Urquiza. Ésa es la conclusión a la que aparentemente llegó Justo José de Urquiza, líder político y militar de la Confederación, quien en Pavón, en 1861, se enfrentó a los ejércitos porteños y se retiró del campo de batalla prácticamente sin dar lucha. Entendió, quizá, que la lucha debía darse en otros ámbitos y por otros medios, como los parlamentarios, ya que en virtud de las prescripciones constitucionales, las provincias podrían tener mayoría en el Senado de la Nación y lograr a través de negociaciones y consensos. Presidencias: Entre 1862 y 1880, durante las presidencias de Bartolomé Mitre (1862-1868), Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880). - CONTRA MONTONERAS FEDERALES - La fuerza represiva del Ejército nacional fue utilizada en principio contra algunos caudillos del interior y del litoral. Durante la década de 1860 y la siguiente, el Ejército nacional en formación ahogó en sangre la resistencia de algunas provincias al proyecto de organización nacional. Es el caso de las sublevaciones de los caudillos Chacho Peñaloza en La Rioja, de Felipe Varela en la zona cuyana, La Rioja y Catamarca, de Ricardo López Jordán en Entre Ríos y de decenas de rebeliones más. Para dominar esta situación e intervenir en favor de sus aliados locales, durante la década de 1870, el Estado nacional fue asentando regimientos en las distintas provincias. - CONQUISTA DEL DESIERTO - El instrumento represivo también fue ampliamente empleado contra los indí- genas. Para la época en que se estaba construyendo el Estado nacional, casi la La mitad del territorio sobre el que Argentina reclamaba soberanía estaba en manos indígenas: la región del Chaco, la Patagonia y una franja central que, de Este a oeste, incluía el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, la actual provincia de La Pampa y zonas del sur de las provincias de Córdoba y Mendoza. En 1879 el Ejército nacional emprendió la conquista de las tierras indias de la pampa y la Patagonia. En sólo dos años FRANJA MORADA - FCPYS salió victorioso, aprovechando las ventajas que le otorgaban la posesión de rifles de repetición, el ferrocarril y el telégrafo. La conquista del desierto, nombre dado a esta campaña por los vencedores, permitió el reparto de vastísimos territorios entre unos pocos y ricos terratenientes, provocó el exterminio de la mayor parte de la población indígena y condenó a la marginalidad a los sobrevivientes. Muchos investigadores e intelectuales no dudan en caracterizarla como un genocidio. En la década de 1880 fueron sometidos los indígenas del Chaco. Una vez más, los indígenas fueron expropiados y muertos en nombre de la civilización. Los que sobrevivieron aportaron mano de obra barata para los ingenios y los obrajes madereros. Para la élite dirigente, el indígena, así como el gaucho era un sujeto no integrable al nuevo orden que se pretendía construir. - GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA - La Guerra de la Triple Alianza, también conocida como la Guerra del Paraguay, tuvo lugar entre 1864 y 1870 y enfrentó a Paraguay contra una alianza formada por Argentina, Brasil y Uruguay. Las causas y justificación fueron: 1. Intereses territoriales: Paraguay buscaba expandir su territorio y fortalecer su posición en la región. 2. Conflictos políticos en Uruguay: La inestabilidad política en Uruguay llevó a que Paraguay apoyara a un bando en la guerra civil uruguaya, lo que alteró las relaciones con Argentina y Brasil. 3. Ambiciones de Francisco Solano López: El dictador paraguayo tenía aspiraciones expansionistas y buscaba consolidar su poder. Consecuencias 1. Destrucción de Paraguay: Se estima que la población de Paraguay se redujo drásticamente, con un alto número de muertos y desplazados. 2. Cambio territorial: Tras la guerra, Paraguay perdió territorios significativos y quedó debilitado. 3. Alteración del equilibrio regional: La guerra tuvo un impacto profundo en la política y la economía de la región, fortaleciendo a Brasil y Argentina. ¿POR QUE SE LAS LLAMÓ DE UNIFICACIÓN Y DE EXCLUSIÓN SOCIAL? - Se las denomina así porque estos sucesos buscaban la configuración, reordenamiento del país y buscaban consolidar el gobierno nacional a partir de la fuerza militar. Y se llama de exclusión social ya que los sujetos que fueron excluidos fueron indígenas que FRANJA MORADA - FCPYS perdieron sus tierras, recursos y cultura. Los caudillos y facciones federalistas que aún se sublevaron contra el centralismo de Buenos Aires y que fueron excluidos en la discusión política. Además de que la figura del gaucho que al igual que la del indígena fueron perseguidas en nombre de garantizar la ‘’civilización’’, los pocos sobrevivientes aportaron mano de obra. CONCLUSIONES DEL PROCESO: Es importante insistir en dos aspectos centrales de este proceso: uno se relacio- na con la nacionalización de una población compuesta ya en ese tiempo por una buena proporción de inmigrantes, y el otro tiene que ver con el control social, es decir, con la construcción de la legitimidad del propio Estado nacional. El proceso de construcción del Estado nacional argentino concluyó en 1880. Para esos años, ya habían sido doblegadas las montoneras del Chacho Peñaloza, de Felipe Varela y Ricardo López Jordán, últimos exponentes y quizá los más paradigmáticos de la lucha del Interior y el Litoral contra el centralismo por- teño. También habían sucumbido los indígenas del Sur y, en el año 1880 preci- samente, el Estado nacional logró vencer a los más acérrimos defensores de la autonomía porteña, dando fin a la última y más difícil resistencia a su autoridad. En 1880 tuvieron lugar los combates decisivos en los que el Ejército nacional venció a las tropas de Buenos Aires. Como resultado de ello, la provincia de Buenos Aires tuvo que disolver sus cuerpos militares y aceptar la federalización de su capital, la ciudad de Buenos Aires. En 1880, entonces, el Estado nacional estaba constituido: en un doble proceso de centralización del poder y descentralización del control, había logrado afian- zar su aparato institucional, ejercer una soberanía indisputada a nivel interna- cional e imponer su autoridad en todo el territorio nacional, respaldado en el monopolio de la violencia y en la posibilidad de crear consenso, en tanto se erigía en garante del progreso y aseguraba el desarrollo capitalista argentino. El “régimen oligárquico” del PAN (1880-1916) exclusivismo político y programa de “orden y progreso”. El régimen político oligárquico - EL PAN (Partido Autonomista Nacional) 1. Concentración del poder: El régimen se caracterizó por la dominación de una élite terrateniente que controlaba el Estado y las instituciones. Esta oligarquía se FRANJA MORADA - FCPYS consolidó tras la organización nacional, ejerciendo un poder absoluto sobre la política. 2. Manipulación electoral: Las elecciones eran mayormente fraudulentas. La oligarquía utilizaba prácticas como el "padrinazgo" y la manipulación de registros electorales para asegurar la victoria de sus candidatos, evitando la participación real de otros sectores. 3. Exclusión de sectores populares: El régimen restringió la participación política de las clases trabajadoras y medias, lo que generó un ambiente de descontento. La falta de representación alimentó la oposición al sistema oligárquico. 4. Políticas públicas al servicio de la oligarquía: Las decisiones políticas favorecían los intereses de los terratenientes y las empresas extranjeras, promoviendo el libre comercio y descuidando las necesidades de los trabajadores y sectores más vulnerables. 5. Surgimiento de la oposición: A pesar del control oligárquico, comenzaron a surgir movimientos opositores, particularmente desde el radicalismo y sectores socialistas, que cuestionaban el sistema y demandaban reformas democráticas. 6. Crisis del régimen: Las crecientes demandas de democratización y los movimientos sociales pusieron presión sobre el régimen, lo que eventualmente llevó a reformas políticas, como la Ley de Registro Electoral de 1912. Los actores principales del Partido Autonomista Nacional (PAN) durante el período de 1880 a 1916 incluían: 1. Julio Argentino Roca: Como figura central del PAN, fue presidente en dos ocasiones (1880-1886 y 1898-1904) y un gran promotor de la política de "orden y progreso". Su liderazgo fue fundamental para la consolidación del régimen oligárquico. 2. Carlos Pellegrini: Ocupó la presidencia entre 1890 y 1892 y fue un importante dirigente del PAN. Además de Manuel Quintana, José Evaristo Uriburu, Alfredo Palacios, Sectores empresariales y agrarios (La oligarquía terrateniente y los grupos empresariales que apoyaban al PAN eran actores clave, ya que beneficiaron de las políticas del régimen y promovieron sus intereses económicos) La oposición política partidaria: Unión Cívica (Radical) y la reforma electoral de 1912. FRANJA MORADA - FCPYS La UCR: Se formó como una reacción a la exclusión política y las prácticas corruptas del sistema oligárquico. Representaba una alianza de sectores medios y populares que buscaban una mayor participación en la vida política del país. La UCR abogaba por una democracia más inclusiva y un sistema político que permitiera la participación de las clases trabajadoras y medias. Sus ideales incluían la defensa de la soberanía popular y la lucha contra el fraude electoral. Yrigoyen se convirtió en el líder más emblemático de la UCR, impulsando una política de cercanía con las demandas sociales. Su liderazgo fue clave para articular un discurso que resonara con amplios sectores de la población. La ley Sáenz Peña (1912): La Ley Sáenz Peña, aprobada en 1912, fue un hito en la historia política argentina. Esta reforma introdujo el sufragio secreto y la obligatoriedad del voto, buscando desarticular las prácticas fraudulentas del sistema anterior. Permitió que sectores más amplios de la población pudieran participar en las elecciones. La reforma electoral tuvo un impacto significativo en el ascenso de la UCR, que logró captar el apoyo de los votantes que antes estaban excluidos. Esto llevó a un cambio en el equilibrio de poder y a la eventual victoria de Yrigoyen en 1916, marcando el fin de la hegemonía oligárquica. La Argentina liberal: el modelo de desarrollo económico agroexportador. Modelo Agro exportador: La economía agroexportadora emergió como el motor del crecimiento económico del país, impulsada por condiciones favorables como la abundancia de tierras fértiles, una población inmigrante dispuesta a trabajar y la demanda internacional de productos agrícolas. Productos: Se destacan los productos clave de la economía agroexportadora, como la carne, el trigo y el maíz. La producción de carne, en particular, se convirtió en uno de los pilares de la economía argentina. Desarrollo de infraestructura Para facilitar este crecimiento, se llevaron a cabo importantes inversiones en infraestructura, como la construcción de ferrocarriles y puertos, que permitieron una mejor conexión entre las zonas rurales y los mercados internacionales. Inversión extranjera FRANJA MORADA - FCPYS La economía agroexportadora atrajo una significativa inversión extranjera, especialmente británica, que fue crucial para financiar la expansión de la producción y la infraestructura. Esta inversión, sin embargo, también generó dependencia económica. Impacto social La expansión de la economía agroexportadora tuvo repercusiones en la estructura social del país, con la consolidación de una clase terrateniente poderosa y la creación de un proletariado rural. Esto contribuyó a tensiones sociales, ya que las condiciones de trabajo en el campo a menudo eran precarias. Crisis y desafíos A pesar del crecimiento, la economía agroexportadora enfrentó desafíos, como la fluctuación de los precios internacionales y la dependencia de mercados externos. Esto sentó las bases para crisis futuras y un cuestionamiento del modelo económico. INMIGRACIÓN Y LA CUESTIÓN SOCIAL: La cuestión social se basa en una serie de transformaciones que surgieron debido a la rápida expansión de la economía agroexportadora, junto con la urbanización y el crecimiento demográfico, generaron profundas transformaciones en la estructura social. Esto dio lugar a la emergencia de nuevas clases sociales, incluyendo un proletariado urbano y una clase media emergente. Entre algunas se destacan las condiciones laborales precarias que enfrentaban los trabajadores, tanto en el campo como en las ciudades. La explotación, los bajos salarios y la falta de derechos laborales llevaron a un creciente descontento entre los trabajadores. La cuestión social también se tradujo en la aparición de movimientos sindicales y organizaciones obreras que comenzaron a demandar mejores condiciones de trabajo, salarios justos y derechos políticos. La represión por parte del Estado ante estas demandas fue común. La creciente movilización social fue influenciada por ideologías como el socialismo, el anarquismo y el radicalismo. Estos movimientos cuestionaron el modelo oligárquico y exigieron un cambio en la distribución del poder y la riqueza. Por otra parte, el Estado reaccionó a la cuestión social de manera ambivalente, alternando entre la represión y la implementación de algunas reformas sociales limitadas. Sin embargo, estas medidas no lograron abordar de manera efectiva las FRANJA MORADA - FCPYS raíces del problema. La cuestión social se convirtió en un factor relevante en la política argentina, contribuyendo a la crisis del régimen oligárquico y al surgimiento de nuevas fuerzas políticas, como la Unión Cívica Radical, que se presentaron como alternativas a la oligarquía. La cuestión Nacional: La consolidación del Estado argentino tras la organización nacional y el fin de las guerras civiles dio paso a nuevas discusiones sobre qué significaba ser una "nación". La clase dirigente, representada por la oligarquía, intentó imponer una identidad nacional basada en sus propios valores y visiones. La llegada masiva de inmigrantes europeos transformó la composición social y cultural del país. Este fenómeno generó tensiones respecto a cómo integrar a estos nuevos grupos en la sociedad y, al mismo tiempo, mantener una identidad nacional homogénea. La "cuestión nacional" giraba en torno a la integración de estos inmigrantes y el temor a que sus ideas políticas (socialismo, anarquismo) alterarán el orden establecido. La oligarquía gobernante promovía una idea de "civilización y progreso" basada en la europeización de la cultura y las instituciones. Este proyecto de identidad nacional excluía a las comunidades indígenas, afroargentinas y los sectores populares, que eran vistos como parte de la "barbarie". El Estado impulsó la educación pública, laica y gratuita como una herramienta para "homogeneizar" la población e inculcar los valores de la élite gobernante. A medida que se acercaba el siglo XX, surgieron corrientes nacionalistas que criticaban la dependencia de Argentina de las potencias extranjeras, principalmente Gran Bretaña, y defendían la idea de una "nación auténtica". Estas ideas comenzaban a desafiar el modelo agroexportador y a poner en cuestión el liderazgo de la oligarquía. Emergencia de los feminismos: anarquistas y sufragistas. La época estuvo marcada por cambios significativos, como la expansión económica, la urbanización y la llegada de inmigrantes, que alteraron las dinámicas de género y llevaron a una mayor visibilidad de las mujeres en la vida pública. Este movimiento fue parte de un contexto más amplio de lucha social y trabajadora. Las feministas anarquistas abogaban por la emancipación de las mujeres a través de la lucha contra las estructuras de poder, tanto patriarcales como capitalistas. Defendían la idea de que la liberación femenina estaba intrínsecamente ligada a la lucha por la justicia social, promoviendo la autonomía de las mujeres y rechazando las normas tradicionales de género. Por otro lado, el movimiento sufragista se centraba en la lucha por el derecho al voto y la participación política de las mujeres. Este sector buscaba la FRANJA MORADA - FCPYS inclusión de las mujeres en el ámbito político como una vía para lograr cambios sociales más amplios. Las sufragistas organizaban campañas y movilizaciones para exigir el derecho al voto, argumentando que la participación política era fundamental para mejorar la vida de las mujeres y sus condiciones sociales. Aunque ambos movimientos compartían ciertos objetivos, también existían tensiones. Las feministas anarquistas podían criticar el enfoque más reformista de las sufragistas, argumentando que obtener el voto no era suficiente para lograr la verdadera igualdad. A su vez, las sufragistas podían ver a las anarquistas como demasiado radicales o como distracción de la lucha por derechos específicos. Sin embargo, ambas corrientes contribuyeron a visibilizar la cuestión de género en la sociedad argentina. A pesar de las diferencias, ambos movimientos sentaron las bases para futuros avances en la lucha por los derechos de las mujeres en Argentina. La visibilidad que lograron y las ideas que promovieron influyeron en la movilización de generaciones posteriores. Izquierdas y prensa obrera. Socialistas Anarquistas Sindicalistas Integración a través del Buscaban el fin de la Confianza en eficacia de sistema político explotación capitalista, los sindicatos para cambiar destrucción del Estado y situación de trabajadores Acciones para lograr su ordenamiento jurídico. reformas de organismos Independencia de partidos del Estado Énfasis en acción políticos revolucionaria. Principal herramienta: Acción directa: Huelgas, Partido centralizado con Huelga general: boicots, sabotajes representantes de obreros Instrumento adecuado en Congreso que impulsen para alcanzar revolución Luego, desde 1916 derechos laborales social posturas dialoguistas u negociadoras PRENSA OBRERA PRENSA DE MASAS OBJETIVOS Educar y consentir a la Atraer público masivo - clase obrera, además Objetivos comerciales FRANJA MORADA - FCPYS difundir ideología socialista y anarquistas TEMAS Denuncia y debate Entretenimiento, político ideológico (superficial), crímenes y deportes Explotación laboral, derechos de trabajadores, educación e igualdad REFERENTES La voz de la mujer, la Diario Crítica, diarios vanguardia, prensa sindical liberales, Diario la Nación DIRIGIDO A Trabajadores, obreros, Público amplio y sectores populares con heterogéneo, incluyendo afinidad al socialismo y sectores medios y anarquismo populares, áreas urbanas CONTEXTO Régimen oligárquico Gobierno radical La democracia liberal democrática en el contexto internacional (1916-1930). Hipólito Yrigoyen (1916-1922) Primer presidente radical, su gobierno se centró en el reformismo y la inclusión política, aunque enfrentó desafíos sociales y conflictos. Marcelo T. de Alvear (1922-1928) Sucedió a Yrigoyen, promovió un gobierno más moderado y buscó estabilizar la economía y las relaciones internacionales. Hipólito Yrigoyen (1928-1930) Regresó al poder, pero su segundo mandato se enfrentó a una creciente oposición y conflictos sociales que llevaron a su derrocamiento. Contexto global: La época estuvo marcada por el fin de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias, que incluyeron una reconfiguración del orden mundial y un aumento de las expectativas democráticas en muchos países. Las ideas de autodeterminación y participación política resonaron fuertemente. La Revolución Rusa de 1917 tuvo un impacto significativo en la percepción de los movimientos sociales y políticos en Argentina. La idea de la lucha de clases y la posibilidad de una revolución social FRANJA MORADA - FCPYS inspiraron tanto a movimientos radicales como a la oposición conservadora, generando tensiones en la política interna. La UCR y la democracia: La llegada de la UCR al poder en 1916 representó una consolidación de la democracia liberal en Argentina. La UCR intentó establecer un modelo de gobierno que promoviera la participación política y la inclusión, en un contexto internacional donde muchos países estaban experimentando con formas de democracia. A pesar de sus intentos de reforma, el gobierno radical enfrentó desafíos significativos, incluidos conflictos sociales y divisiones internas. La incapacidad para atender las demandas populares y la represión de movimientos sociales generaron críticas al modelo democrático implementado. En el contexto internacional, surgieron tendencias autoritarias en respuesta a la inestabilidad política y social. Algunos sectores en Argentina comenzaron a mirar hacia estos modelos como alternativas a la democracia liberal, lo que creó un clima de incertidumbre sobre el futuro político del país. A finales de la década de 1920, Argentina enfrentó una crisis económica significativa, exacerbada por la caída de los precios internacionales de los productos agroexportadores. Esto llevó a un aumento del desempleo y el descontento social. La situación económica precaria generó malestar entre los sectores trabajadores y medios. Las huelgas y movilizaciones aumentaron, y el gobierno de Yrigoyen fue criticado por no atender adecuadamente las demandas de estos grupos. Dentro de la UCR, surgieron divisiones y fricciones entre diferentes facciones. La falta de unidad y una estrategia coherente para enfrentar la crisis contribuyeron a debilitar la posición de Yrigoyen y su gobierno. El clima de inestabilidad, marcado por la crisis internacional de 1930, y descontento propició que un grupo de militares, junto con sectores políticos y económicos descontentos, decidieron llevar a cabo un golpe de estado el 6 de septiembre de 1930. El ejército derrocó a Yrigoyen, marcando el inicio de un período de gobiernos militares y de intervención en la política argentina. Las gestiones radicales: reformismo legislativo, conflictos sociales y divisiones partidarias. Los gobiernos radicales, liderados por Hipólito Yrigoyen, implementaron una serie de reformas destinadas a modernizar el país y atender las demandas sociales. Esto incluyó reformas en áreas como la educación, la salud y el trabajo, buscando mejorar las condiciones de vida de las clases populares. FRANJA MORADA - FCPYS Se impulsaron leyes laborales que buscaban regular la jornada de trabajo, establecer salarios mínimos y mejorar la seguridad social, lo que reflejó una preocupación por las condiciones de los trabajadores. A pesar de los avances, los gobiernos radicales enfrentaron crecientes tensiones sociales. Los movimientos obreros se hicieron más visibles y activos, demandando mejores condiciones y derechos laborales. Las huelgas y movilizaciones se convirtieron en una respuesta común a la falta de atención a las necesidades de los trabajadores. Estos conflictos fueron a menudo respondidos con represión, lo que generó descontento entre los sectores populares que esperaban un cambio real. Las tensiones se intensificaron con la llegada de nuevos actores sociales y políticos que comenzaron a cuestionar el liderazgo de Yrigoyen, lo que generó fricciones dentro del partido y contribuyó a su fragmentación. A pesar de los logros legislativos, la incapacidad de la UCR para consolidar una respuesta efectiva ante las tensiones sociales y las divisiones internas llevó a un debilitamiento del partido y al surgimiento de alternativas políticas. La oposición conservadora. La oposición conservadora emergió ante el ascenso de la Unión Cívica Radical y las demandas de democratización y participación política por parte de sectores populares. Este contexto de cambio y modernización generó reacciones de sectores que temían perder poder e influencia. La oposición conservadora se fundamentaba en la defensa de valores tradicionales, el orden social y la jerarquía establecida. Se oponía a las reformas que promovían la igualdad y la inclusión política, defendiendo la primacía de la elite terrateniente y sus intereses. Para contrarrestar el avance de la UCR y otros movimientos reformistas, los conservadores se agruparon en partidos y asociaciones que buscaron mantener su control sobre el sistema político. La estrategia incluía alianzas y tácticas para influir en las elecciones y mantener el statu quo. La Ley Sáenz Peña, que implementó el sufragio secreto y la obligatoriedad del voto, fue vista como una amenaza por los conservadores. Esta reforma permitió a la UCR ganar apoyo popular, lo que llevó a la oposición conservadora a buscar formas de deslegitimar y contrarrestar este cambio. A pesar de los desafíos, la oposición conservadora logró influir en la política argentina, defendiendo intereses tradicionales y ofreciendo una alternativa a las nuevas fuerzas progresistas. Su legado se vio reflejado en debates sobre identidad, valores y el papel del Estado.

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