El Libro de los Sueños Perdidos - Capítulo 11 - PDF

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CES Ramón y Cajal

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libro sueños fantasía aventura

Summary

Este documento es un extracto de un libro, presumiblemente infantil, que presenta a Pepe, un niño que se encuentra con un enano en una biblioteca. Tiene lugar en una biblioteca peculiar y misteriosa llena de libros sobre sueños.

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## Capítulo 11 El libro de los sueños perdidos En ese momento Pepe vio el resplandor de una luz. Alguien se acercaba, diciendo: - ¡Este niño no me da más que problemas! ¡Sólo problemas! Pepe se secó las lágrimas. ¡Era un enano! Llevaba un pequeño farol. Pepe, creyendo que era uno de los enanos de...

## Capítulo 11 El libro de los sueños perdidos En ese momento Pepe vio el resplandor de una luz. Alguien se acercaba, diciendo: - ¡Este niño no me da más que problemas! ¡Sólo problemas! Pepe se secó las lágrimas. ¡Era un enano! Llevaba un pequeño farol. Pepe, creyendo que era uno de los enanos del circo, llamó: -¡Alberto...! ¡Roberto...! -No era ninguno de ellos-. Señor enano, me he perdido; mi hermana Guillermina está ciega, y un ogro se la va a comer. El enano le acercó el farol: -¡Claro! Tú eres el niño que no lee libros. ¡Y que encima les da patadas! ¡Hala! ¡Cuanto más lejos, mejor...! Odias los libros. ¡Oh, sí!, si fuera por ti los quemarías todos. El enano echó a andar. Tenía las piernas arqueadas. Pepe, temiendo quedarse solo, lo siguió, mientras le preguntaba: - ¿Quién eres tú? -Yo soy el encargado de la biblioteca, niño maleducado! ¡Cómo te atreves a preguntarme a mí esas cosas y sin llamarme de usted...! ¡Un respeto! Mi nombre es don Nuevedelanoche, la hora de leer cuentos. Recorro la biblioteca revisando los libros y poniendo un poco de orden. Siempre hay roedores que se exceden en sus atribuciones y polillas que conviene mantener a raya. Gente vulgar, que se cree muy culta porque se come los libros. También hay despistados que salen a dar un paseo y luego no saben cómo volver a su libro. Nuevedelanoche seguía andando. Pepe fue tras él. Atravesaron pasillos y más pasillos, hasta que al final llegaron a donde don Arturo había guardado el libro de los enanos. Estaba en su estante. Pepe no podía explicárselo. Hacía un momento lo había visto lejos de allí y le había dado una patada. ¡Qué extraña era aquella biblioteca! Confundido por tantas cosas, dijo: - ¡Pero yo no quiero venir aquí! ¡Yo quiero ver a mi hermana y salir de la biblioteca! -¿Cuándo dejarás de ser un niño protestón? -le regañó el enano-. Cogerás el libro de mis parientes y lo leerás. Es el libro de los sueños perdidos. Él te ayudará. -¡Pero a mí no me gusta leer! -exclamó Pepe. - Pues entonces te quedarás para siempre en esta biblioteca. Porque tu hermana y tú ahora sólo existís como los personajes de un libro de cuentos. ¡Y cuidado con prender fuego a los libros! Tu hermana y tú arderíais también. Y sin decir más, Nuevedelanoche cogió el farol y desapareció. ## Capítulo 12 La aventura de Pepe Después de llorar un poco más, Pepe tomó la linterna y al coger el libro de los enanos, la estantería se abrió y mostró el comienzo de una escalera de caracol. Sintió que algo le guiaba hacia ella suavemente. Lleno de miedo y curiosidad, con el libro bien cogido en una mano y la linterna en la otra, empezó a descender y descender y descender. La escalera desembocó en una sala inmensa, en la que había montones de libros. Entre ellos, Pepe vio un viejo que, a la luz de una vela medio derretida, leía y leía, sin dejar de murmurar: -¡No me va a dar tiempo! ¡No me va a dar tiempo! Llevaba las gafas en la punta de la nariz. Con cada ojo leía un libro. Vestía una larga levita de grandes bolsillos llenos de más libros. -¡Señor -dijo Pepe-, creo que me he perdido! -¿Quién me molesta? -exclamó el viejo, sin dejar de leer-. No quiero que nadie me moleste. No me va a dar tiempo. - ¿A qué no le va a dar tiempo? -¡Pues a qué va a ser! ¡A leer todos los libros! ¡Mira cuántos me quedan! Cada día salen más. Y me gustaría volverlos a leer. De pronto reparó en el libro de los enanos. ¿Eh? Déjame ver ese libro - Pepe se lo ofreció. El viejo lector exclamó-: ¡Oh! ¡El libro de los sueños perdidos! He leído muchas cosas sobre él. ¿Dónde lo has encontrado? Pepe se encogió de hombros: -Por ahí... Es de unos enanos... Pero a mí no me gusta leer, ¿sabe? -¿¡Que no te gusta leer!? -exclamó el viejo abriendo mucho los ojos. -¡Bah! -dijo Pepe-. ¡Leer es aburrido! -Pero, ¿cómo puedes decir eso! -exclamó el viejo lector-. Tienes que aficionarte a leer. Pepe se echó a reír, diciendo: -¡Bah! Esto es un sueño. Y cogiendo el libro de los enanos, se subió a uno de los montones. -Sueño o no -dijo el viejo lector-, ese libro puede pasar sin ti, pero tú no puedes pasar sin él. Pepe tiró el libro a la otra parte del montón. En ese momento todo desapareció y Pepe empezó a caer y caer dando vueltas y más vueltas. Sentía tanto vértigo, que cerró los ojos y se perdió dentro de sí mismo.

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