Política Exterior de Arabia Saudita

Desde la década de 1980, Arabia Saudita ha impulsado la expansión del wahabismo a nivel internacional, respaldando a los muyahidines en Afganistán, lo que contribuyó a la formación de Al Qaeda.

Tras los ataques del 11-S, Arabia Saudita ha enfrentado desafíos debido a sus vínculos con facciones salafistas, incluyendo acciones terroristas internas y una imagen internacional dañada.

A pesar de los desafíos, Arabia Saudita ha implementado medidas de seguridad y lucha antiterrorista, pero la aparición del Estado Islámico (ISIS) en 2015 ha traído consigo nuevos retos, incluyendo ataques yihadistas contra la población chií.

La hegemonía en Oriente Medio y el mundo árabe y musulmán es un objetivo fundamental de la política exterior saudita.

Arabia Saudita considera el liderazgo político y religioso como esencial para la seguridad y estabilidad interna, y cree que cualquier situación inestable en la región puede afectar negativamente su posición interna.

La familia real saudita controla directamente el Estado, sin distinción entre intereses estatales y personales.

La diplomacia se considera parte integral de la estrategia saudita, y el rey juega un papel central en la toma de decisiones, consensuando medidas con figuras clave.

Desde 1932, la política exterior de Arabia Saudita se ha caracterizado por un continuo ascenso hacia la hegemonía, pero ha enfrentado desafíos desde la Primavera Árabe de 2011 y sucesivas crisis.

Las monarquías árabes tienen una fuerte postura en contra de Qatar. Si Arabia Saudita se acerca a Qatar, podría perder el control de la política exterior de sus aliados más cercanos.

El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) no se pone de acuerdo, lo cual afecta el control saudita en la región. Si el CCG se centra solo en la economía, significa que no ha podido unificar la política exterior de sus miembros.

Irán y Arabia Saudita se disputan el poder en el mundo musulmán. Sus intereses y creencias son muy diferentes, causando conflictos.

Irán ve la Primavera Árabe como una oportunidad para obtener más poder, mientras que Arabia Saudita lo considera una amenaza a su liderazgo. Ambos países quieren cambiar las alianzas y expandir su influencia.

Irán quiere crear un nuevo orden mundial con menos poder para Arabia Saudita, apoyando movimientos revolucionarios. Arabia Saudita busca restaurar el orden anterior a 2011, excluyendo a Irán y aliándose con Occidente e Israel.

Las diferencias ideológicas entre ambos países, desde la Revolución Islámica de 1979, son un factor clave. Irán tiene una postura antiimperialista, mientras que Arabia Saudita busca el apoyo de las grandes potencias.

Para hacer frente a estos desafíos, Arabia Saudita busca aumentar la polarización en la región, aprovechando la inestabilidad para fortalecer su poder.

Arabia Saudita considera que el liderazgo político y religioso es esencial para la seguridad interna. Cualquier inestabilidad en la región puede afectar su posición interna.

El príncipe heredero de Arabia Saudita, quien ha liderado la nación desde 2017. Implementó una serie de reformas sociales y económicas, con un enfoque en el programa "Visión 2030", y también ha tomado una postura asertiva en asuntos internacionales.

Un plan de reformas económicas de gran envergadura lanzado por el gobierno saudí en el 2016. El plan busca diversificar la economía del país, reducir su dependencia del petróleo y mejorar las oportunidades de inversión extranjera.

La competencia por el poder en la región del Golfo entre Arabia Saudita e Irán. El conflicto se manifiesta en áreas estratégicas como el estrecho de Ormuz, con implicaciones importantes para la región.

El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018. El incidente, atribuido a agentes saudíes y que tuvo lugar en el consulado saudita en Estambul, generó una condena internacional y manchó la imagen del país.

La doctrina estratégica desarrollada por Mohammad bin Salman, que marca un cambio en la política exterior saudita hacia una postura más asertiva y proactiva. La doctrina implica un uso más agresivo de la fuerza militar para asegurar los intereses de Arabia Saudita.

Las reformas sociales implementadas por el príncipe heredero, que incluyen un papel más prominente para las mujeres en la vida pública y el fomento del emprendimiento juvenil.

La intervención militar liderada por Arabia Saudita en Yemen desde 2015, con el objetivo de contrarrestar la influencia de las milicias hutíes y mantener el control saudita. El conflicto ha sido muy costoso en términos de vidas humanas y ha sido criticado por diversas organizaciones internacionales.

La influencia regional de Arabia Saudita se ve desafiada por una serie de factores, incluido el ascenso de las milicias hutíes en Yemen, la rivalidad con Irán y las tensiones internas.

Arabia Saudí busca influir de manera decisiva en la política interna de otros países, especialmente en Yemen, debido a su proximidad y la influencia histórica en la región.

Arabia Saudí considera a Yemen como un territorio clave estratégico para su seguridad y estabilidad, debido a su proximidad y la influencia histórica saudí en la región.

La intervención militar saudita en Yemen a partir de 2015 tiene como objetivo contrarrestar la influencia iraní y garantizar la estabilidad en la región.

La guerra en Siria se ha convertido en un campo de batalla para potencias regionales y globales, especialmente Irán y Arabia Saudí.

Arabia Saudí apoya a grupos rebeldes en Siria con el objetivo de debilitar al régimen de Bashar al Asad, lo que representa un desafío a la influencia iraní en la región.

Arabia Saudí se enfrenta a un desafío complejo en Siria, con el objetivo de contrarrestar la influencia iraní y al mismo tiempo liderar el apoyo a la oposición al régimen de Bashar al Asad.

La supervivencia de la hegemonía saudita en la región depende de la resolución de las crisis en el Golfo Pérsico y las áreas circundantes.

Los desafíos que enfrenta la monarquía saudita, como la guerra en Yemen, el conflicto en Siria y la inestabilidad regional, ponen en riesgo la estabilidad interna del país.

Arabia Saudita ha sido un actor clave en las relaciones internacionales, construyendo y consolidando su régimen interno mientras proyecta una imagen de liderazgo y hegemonía en el ámbito regional y mundial.

La Primavera Árabe y las subsecuentes crisis han generado una brecha en el statu quo regional, afectando directamente a los intereses sauditas.

La monarquía árabe se enfrenta a un contexto menos favorable para su autoridad, con resistencias al protagonismo hegemónico de Riad multiplicándose.

La pervivencia del régimen saudita está ligada a su hegemonía en Oriente Medio.

La Corona se ha esforzado por construir un entramado social e institucional que favorezca la encapsulación de la sociedad ante posibles corrientes de cambio externas.

Aunque las protestas y movilizaciones en Arabia Saudita son menores que en otros países de la región, existen tendencias crecientes que reivindican diferentes proyectos de país, desafiando el modelo basado en la monarquía autoritaria, religiosa y patrimonial de la Casa de Saúd.

Los eventos en Oriente Medio en las primeras décadas del siglo XXI, especialmente la Primavera Árabe, han tenido un impacto negativo en los intereses sauditas, desafiando la posición predominante de la Corona y aumentando los focos de cuestionamiento tanto a nivel doméstico como en las proximidades de Arabia Saudí.

La pérdida de legitimidad y el cuestionamiento de la identidad hegemónica de la monarquía saudita representan la amenaza más seria para el clan familiar.

La Casa de Saud se enfrenta a la disidencia interna, marcada por las reivindicaciones de la población chií, que desafían el modelo religioso y étnico dominante.

Organizaciones, gobiernos y grupos que no son parte de un estado cuestionan el poder de la Casa de Saud, tanto política como religiosamente.

Arabia Saudita busca hacer valer sus intereses en el mundo árabe y musulmán, pero enfrenta dificultades para lograrlo en un contexto de creciente incertidumbre.

El príncipe Mohammed bin Salman se posiciona como un líder disruptivo, que toma decisiones sin consultar con otros, lo cual genera tensiones dentro de la familia real y el gobierno.

El futuro de la Casa de Saud se encuentra en un punto de inflexión, con la posibilidad de cambios drásticos tras la transición del rey Salman.

Arabia Saudita enfrenta grandes cambios y necesita adaptarse para mantener su estatus hegemónico en un mundo cambiante.

Las tensiones internas, las disputas internacionales y la rivalidad con Irán ponen en duda el poder de Arabia Saudita.

La Casa de Saud necesita repensar sus estrategias y políticas para afrontar los retos actuales y asegurar su continuidad en el futuro.