La Caída del Hombre y el Plan de Redención

Study Notes

La caída de Adán llenó el cielo de tristeza.
El mundo quedó mancillado por el pecado.
Dios, el Padre, tuvo compasión por la humanidad.
Se formuló un plan para redimir al hombre.
La ley de Dios exigía la muerte del pecador.
Sólo alguien igual a Dios podía expiar por la transgresión.
Cristo era el único que podía salvar al hombre.
Cristo cargaría con la culpa del pecado, separándolo del Padre.
Cristo descendería a la tierra para rescatar a la raza caída.
Cristo intercedió por el pecador ante el Padre.
El plan de salvación fue concebido antes de la creación del mundo.
Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo unigénito.
El amor de Dios por el hombre "excede a todo conocimiento".
Dios se manifestaría en Cristo, reconciliando el mundo consigo.
El hombre, debilitado por el pecado, no podía reconciliarse con Dios.
Cristo, al redimir al mundo, impartiría poder divino a los esfuerzos humanos.
Los ángeles, llenos de pesar, escucharon el plan de redención.
Cristo dejaría su posición de soberano del cielo para humillarse como hombre en la tierra.
Cristo sufriría dolor, vergüenza y muerte para socorrer a los que fueran tentados.
Cristo sería entregado en manos de los impíos y sometido a cruel tormento.
Cristo moriría en la cruz, llevando la culpa del pecado del mundo.
Los ángeles se ofrecieron como sacrificio por el hombre, pero solo Cristo podía redimirlo.
Dios se comunicaría con el hombre a través de Cristo y los ángeles.

El sacrificio de animales, ordenado por Dios, era un recordatorio del pecado.
Adán tuvo que quitar la vida a una criatura inocente, reconociendo la muerte como consecuencia del pecado.
El sacrificio de Cristo tenía un propósito más amplio que salvar al hombre.
La muerte de Cristo vindicó el carácter de Dios ante el universo.
Cristo justificó a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelión de Satanás.
La muerte de Cristo demostró la perpetuidad de la ley de Dios y las consecuencias del pecado.

Satanás cuestionaba la justicia de Dios y la perfección de su ley.
Satanás quería cambiar la autoridad de Dios.
Satanás se consideraba soberano del mundo, creyendo imposible el perdón para el hombre.
Dios, al dar a su Hijo, proporcionó un camino de regreso a su favor.
Cristo rescató al mundo de las garras de Satanás.
La batalla entre Dios y Satanás, que empezó en el cielo, se decidió en la tierra.
La humillación de Cristo para salvar al hombre maravilló al universo.
El cielo siguió a Cristo, observando su lucha contra Satanás.
La muerte de Cristo en la cruz fue la victoria final sobre Satanás, confirmando el amor y la justicia de Dios.
La necesidad del sacrificio de Cristo prueba que la ley de Dios no se puede cambiar y que el pecado tiene consecuencias.

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