Qué le sucedió a Saúl en Hechos de los Apóstoles 9:1-5

Study Notes

Saulo, aún respirando amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote para obtener cartas de recomendación para las sinagogas de Damasco.
En el camino a Damasco, Saulo fue rodeado por un resplandor de luz del cielo y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"
La voz se identificó como Jesús, y Saulo se sintió temblando y temeroso.
Jesús le ordenó levantarse y entrar en la ciudad, y se le diría lo que debía hacer.

Ananías, un discípulo en Damasco, tuvo una visión en la que el Señor le dijo que fuera a la calle Derecha y buscar a un hombre llamado Saulo de Tarso.
Saulo había visto en visión a un varón llamado Ananías, que entró y le puso las manos encima para que recobrara la vista.

Ananías encontró a Saulo, que estaba sin ver y sin comer ni beber desde hacía tres días.
Ananías le puso las manos encima y dijo: "Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo."
Saulo recobró la vista al instante y se bautizó.

Saulo predicó en las sinagogas de Damasco, diciendo que Jesús era el Hijo de Dios.
Los judíos que lo escucharon estaban atónitos y decían que Saulo era el mismo que había asolado a los que invocaban el nombre de Jesús en Jerusalén.

Los judíos resolvieron matar a Saulo, pero él se enteró de sus planes y escapó con la ayuda de los discípulos.
Los discípulos lo bajaron por el muro en una canasta para salvarle la vida.

Saulo se dirigió a Jerusalén, pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuera un discípulo.
Bernabé lo trajo a los apóstoles y les contó la historia de la conversión de Saulo.
Saulo hablaba denodadamente en el nombre del Señor, pero los griegos procuraban matarle.

Los hermanos llevaron a Saulo a Cesarea y lo enviaron a Tarso para protegerle la vida.
Las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea y Samaria, y se acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.

Hechos de los Apóstoles 9: 1-5