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This document provides a detailed overview of culture, encompassing its material and spiritual aspects, historical context, and various dimensions within different societies. It explores different concepts of culture, including its origins and evolution, as well as various forms of cultural expression.
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CULTURA Cultura se refiere al conjunto de bienes materiales y espirituales de un grupo social transmitido de generación en generación a fin de orientar las prácticas individuales y colectivas. Incluye lengua, procesos, modos de vida, costumbres, tradiciones, hábitos, valores, patrones, herramientas...
CULTURA Cultura se refiere al conjunto de bienes materiales y espirituales de un grupo social transmitido de generación en generación a fin de orientar las prácticas individuales y colectivas. Incluye lengua, procesos, modos de vida, costumbres, tradiciones, hábitos, valores, patrones, herramientas y conocimiento. Otros conceptos de cultura: La palabra cultura se asocia con la acción de cultivar o practicar algo, también según la rae puede ser el resultado o efecto de prevalecer conocimientos humanos y conjuntos de modos de vida. La cultura ha sido vista dentro de los proyectos de modernidad. Una dimensión y expresión de la vida humana, se realiza mediante la utilización de símbolos y artefactos, en los que hay un campo de producción, circulación y consumo de signos y como una praxis que se articula en una teoría. En el diccionario se nombran diferentes tipos de culturas y entre ellas las dos más emblemáticas son la cultura popular y la cultura de masas. Etimología La etimología del concepto moderno “cultura” tiene un origen antiguo. En varias lenguas europeas, la palabra “cultura” está basada en el término latino utilizado por Cicerón, en su Tusculanae Disputationes, quien escribió acerca de una cultivación del alma o “cultura animi”, para entonces utilizando una metáfora agrícola para describir el desarrollo de un alma filosófica, que fue comprendida teleológicamente como uno de los ideales más altos posibles para el desarrollo humano. Samuel Pufendorf llevó esta metáfora a un concepto moderno, con un significado similar, pero ya sin asumir que la filosofía es la perfección natural del hombre. Para este autor, los significados de cultura, que muchos escritores posteriores retoman, “se refieren a todas las formas en la que los humanos comienzan a superar su barbarismo original y, a través de artificios, se vuelven completamente humanos”. Como lo describe Velkley: El término “cultura”, que originalmente significaba la cultivación del alma o la mente, adquiere la mayoría de sus posteriores significados en los escritos de los pensadores alemanes del siglo XVIII, quienes en varios niveles desarrollaron la crítica de Rousseau al liberalismo moderno y la Ilustración. Además, un contraste entre “cultura” y “civilización” está usualmente implícito por estos autores, aun cuando no lo expresen así. Dos significados primarios de cultura surgen de este período: cultura como un espíritu folclórico con una identidad única, y cultura como la cultivación de la espiritualidad o la individualidad libre. El primer significado es predominante dentro de nuestro uso actual del término “cultura”, pero el segundo juega todavía un importante rol en lo que creemos debería lograr la cultura, como la “expresión” plena del ser único y “auténtico”. La cultura es el conjunto de formas y expresiones que caracterizarán en el tiempo a una sociedad determinada. Por el conjunto de formas y expresiones se entiende e incluye a las costumbres, creencias, prácticas comunes, reglas, normas, códigos, vestimenta, religión, rituales y maneras de ser que predominan en el común de la gente que la integra. El término cultura tiene un significado muy amplio y con múltiples acepciones. Lo mismo sucede con palabras como ciencia, conocimiento o fe, vocablos concretos con diferentes valoraciones y sentidos. Al mencionar la palabra cultura se está haciendo alusión a un conjunto amplio de conocimientos referidos a un ámbito concreto. Se puede hablar de cultura desde un enfoque personal, gremial o colectivo y también como idea referida a una globalidad de valores compartidos por una comunidad. Decimos que un individuo tiene una amplia cultura cuando manifiesta conocimientos diversos en temas muy variados: deporte, literatura, derecho o medicina. La variedad de culturas, así como el variado universo de formas y expresiones que estas suponen, es materia de estudio principalmente de disciplinas como la sociología y la antropología. Por ejemplo, y para ilustrar con un ejemplo esto que comentamos más arriba, el festejo que se sucede tras la obtención de un campeonato de fútbol, suele ser uno de los rituales más observados en varias culturas latinas y europeas. Si se utiliza la noción de cultura dentro de una profesión (pongamos como ejemplo la medicina) estaríamos hablando de la cultura médica, esto es, el conjunto de conocimientos, métodos y vocabulario propios de esta actividad profesional. En el contexto de una comunidad de personas, cultura se aplica con un sentido muy general, al hacer mención a las ideas, valores, creencias y tradiciones que la conforman. Es lo que sucede cuando nos referimos a la cultura romana, griega o escandinava. En un sentido general, la cultura no es una realidad acabada, sino que es totalmente dinámica y cambiante. En la cultura occidental, el conjunto de sus elementos va modificándose con el paso del tiempo, produciéndose el fenómeno de la fusión entre culturas. Este fenómeno es muy habitual y sucede cuando dos planteamientos o visiones culturales se relacionan (pensemos en oriente y occidente), provocando como resultado final una síntesis entre las dos cosmovisiones. Respecto del origen de la palabra y como consecuencia también de la utilización que se le dará al término, más o menos, se remonta a la Edad Media, cuando se lo usaba para referirse al cultivo de la tierra y el ganado, ya que proviene del latín cultus que significa cuidado del campo y del ganado, en tanto, cuando se esté ya en el siglo XVIII o Siglo de las Luces como también se lo conoce a este, en el cual nacerá en muchos una profunda vocación por el cultivo del pensamiento, inmediatamente el término mutará hacia el sentido figurado de cultivar el espíritu. La cultura tiene sus lugares propios; centros o instituciones en los que se desarrolla. Los museos, las escuelas o las bibliotecas son lugares especializados en la cultura, donde las personas aprenden y se ejercitan para alcanzar un determinado nivel de conocimientos. El valor y la importancia de la cultura es indiscutible. Hay un consenso global sobre su relevancia. De hecho, cuando un pueblo tiene un índice elevado de analfabetismo o falta de escuelas, hay un evidente problema social. La ausencia de conocimientos o la pobreza de los mismos es lo que se denomina como incultura. La frontera entre ambas es difícil de precisar, al requerir de una valoración subjetiva y sujeta al debate y la discusión. La cultura tiene un cariz sencillo y cotidiano cuando es de carácter popular. Y adquiere un nivel superior si es una cultura especializada. En cualquier caso, no se puede prescindir de la cultura, vivimos en ella. Interculturalidad y multiculturalidad son dos términos que, aunque hacen referencia al mismo concepto, el de la mezcla de culturas en un mismo ámbito, tienen algunas diferencias que hoy te vamos a explicar para que puedas distinguirlos bien. Para empezar, vamos a definir el concepto de cultura, pues es la base de ambas palabras y debemos tener claro qué significa: una cultura es el conjunto de valores, creencias, hábitos, costumbres, comportamientos, tradiciones y expresiones artísticas aprendidos y transmitidos por un grupo de personas en una sociedad. En este sentido, podemos afirmar que la cultura, aunque esté arraigada en el lugar en el que se conforma, no está limitada a nacionalidades, etnias o religiones. Multiculturalidad Una vez definido el término de cultura, vayamos con la multiculturalidad. Su significado es bastante sencillo puesto que simplemente se refiere a la pluralidad de culturas que coexisten en un mismo espacio (que no tiene por qué ser una región, sino que puede ser en un mismo equipo de trabajo, una empresa, e incluso un hogar) pero no necesariamente están comunicadas unas con otras. En este sentido, dicha convivencia de distintas culturas da lugar a choques o conflictos que, en algunas ocasiones, provoca que sea una de esas culturas la dominante y la otra sea la oprimida. La multiculturalidad; es la convivencia de un mismo espacio social de personas identificadas con culturas variadas y respecto a las identidades, como un camino hacia la coexistencia y convivencia a manera de un cruce o mestizaje. Interculturalidad La interculturalidad hace referencia, al igual que el término anterior, a la convivencia de dos o más culturas dentro de un mismo espacio, pero con una diferencia crucial: incluye la expresión, interacción y comunicación entre ellas para enriquecerse entre sí. El carácter de una sociedad intercultural es abierto, imparcial y respetuoso. Por tanto, el concepto de multiculturalidad simplemente expresa una realidad: la de la existencia de dos o más culturas en un mismo lugar que puede o no enfrentarse entre sí. La interculturalidad, por su parte, se manifiesta en el momento en que dos culturas se comunican entre sí y aprecian las diferencias que pueda haber. La interculturalidad; se refiere precisamente a la relación entre las culturas basadas en el respeto y desde planos de igualdad. La interculturalidad no admite asimetrías, es decir, desigualdades entre culturas mediadas por el poder, que benefician a un grupo cultural por encima de otro u otros. Se refiere al hecho educativo en el que distintas personas de razas, lenguas y religiones distintas conviven dentro de un mismo marco, por ejemplo, la escuela, en la que cada una de ellas respeta las diferencias de las otras y aporta lo mejor de su cultura para que de ahí surja una nueva sociedad en la que el respeto, la igualdad y la tolerancia sean la nota predominante. El inicio de la multiculturalidad y la interculturalidad Una cultura es el conjunto de maneras de pensar, actuar y sentir en la triple relación con la naturaleza, con el hombre y con lo absoluto; es el conjunto de modelos de comportamiento, de pensamiento y de sensibilidad que estructuran las actividades del hombre en su triple relación con la naturaleza, con la sociedad, con lo trascendental. A partir de estos conceptos de A. Sélim, se da por supuesto que la interculturalidad es la expresión de un contacto entre culturas, en cuya relación es difícil que una sea activa y otra pasiva, o mejor expresado, una emisora y la otra receptora. En Guatemala sería parte de este multiculturalismo, las diferentes etnias mayas, garífuna, xinca y mestiza que habitan el territorio, pero diferenciados al menos por sus historias y sus idiomas. Comentario Personal Al hablar de multiculturalidad puede decirse que cada grupo humano hace a su modo cultura, llevando consigo su cosmovisión y su propia forma de expresarse y pensar. Al referirse a multiculturalidad se está reflejando la variedad de culturas o pueblos que tiene Guatemala, los cuales debemos respetar e interesarnos por saber más de ellos para enriquecer y ampliar nuestros conocimientos. En cuanto a la interculturalidad todos debemos de vernos con equidad de género respetando siempre nuestras creencias, costumbres y tradiciones , aunque seamos de raza distinta llevamos una misma identidad y una lucha por ser mejores cada día sin prejuicios ni temores para poder construir una Guatemala llena de armonía y paz solidaria”. Una de las partes de la cultura es que el conocimiento cultiva la habilidad de facultarnos para entender las cosas y lo contrario, implica desconocerlas, impidiendo su entendimiento y exponiéndonos al perjuicio. Problemas culturales en República Dominicana. En República Dominicana, al igual que en muchos otros países, los déficits culturales en distintas áreas es común denominador, cuyo déficit puede ser apreciado, y tal vez quede corto, en el conocimiento de la banca, la economía, la previsión, la alimentación, la actividad bursátil, el deporte, la hídrica, la lectura y la escritura, entre otros. Sin importar cuál déficit es el más o el menos importante en una sociedad, lo cierto es que la consecuencia se asocia al grado en que es afectado el grupo poblacional. Por ejemplo, no es lo mismo el déficit de cultura bursátil que el de la previsional. El primero, solo podría afectar a la élite que accede al mercado de valores, que en el caso dominicano ronda los 77 mil titulares; mientras que el segundo, lo haría con aquellos que cotizan en la seguridad social, que se aproximan a dos millones. Lamentablemente, en República Dominicana no se dispone de estadísticas sistemáticas que cuantifiquen los mencionados déficits culturales, excepto las primeras encuestas económicas y financieras del 2017, realizadas por el Banco Central (BC). Sin embargo, no es suficiente referirnos a ellas, habida cuentas que podrían aportar en la dirección de reclamos hacia aquellos actores clave en cuanto a su determinación y a la reducción de los déficits, como una manera de mitigar las exposiciones a riesgos que muchas veces acarrean consecuencias irreparables. Al abordar el problema del déficit deportivo, nos estamos refiriendo a la ausencia de una política oficial deportiva que promueva el conocimiento y la práctica en todos los grupos poblacionales de la sociedad, sin importar la edad, el sexo y el beneficio de realizar ejercicios en forma continua, permanente y generalizados geográficamente, en adición a una adecuada alimentación. La cultura deportiva no es sinónimo de hacer comentarios sobre básicamente dos deportes en República Dominicana, por parte de los hacedores de opiniones, ni de procurar de ganar medallas y celebrarlas, ya que solo es uno de sus componentes; “cuando se logre hacer del ejercicio un estilo de vida, habremos alcanzado la referida cultura”. Asociado al déficit de cultura bancaria y como un componente más del déficit de cultura financiera, está el déficit de cultura bursátil, el que en países como el nuestro, con una estructura empresarial familiar y una población con poco potencial de inversionistas, desconocen las ventajas del mercado de valores como medio alternativo, competitivo y complementario, para abaratar los costos y aumentar el rendimiento, expresión inequívoca del referido déficit. Por el lado empresarial, las empresas tienen poca o nula vocación de ser empresas públicas por aquello de la emisión de valores de ofertas públicas para el financiamiento y tesorería; y por otro lado, el de los ciudadanos que desconocen el mundo del ahorro y la inversión, los que envuelven los temas de la inflación y los tipos de interés que pueden ampliar no solo el rendimiento, sino las posibilidades de aumentar sus horizontes, alineándolos para la preparación cuando llegue la edad de la jubilación o del retiro. Para el tema de la cultura financiera, se requiere de un estadio donde haya una permanente demanda y oferta de informaciones suficientes, oportunas y veraces, que permitan potenciar el desarrollo del sistema financiero nacional. Un mercado de valores, aunque con avances, mantiene una ausencia de cultura, no solo a nivel de inversionistas profesionales, muy escasos, sino además en el público en general y en las propias empresas que no acudan en forma significativa al referido mercado como un medio de innovación financiera. Otra expresión del déficit de cultura bursátil es la insuficiente oferta académica de nuestra educación superior, lo que le resta capacidad y profundidad al mercado para que pueda promoverse con mayores expectativas de éxito, tanto por el lado de las ofertas públicas de valores, como por el lado de los inversionistas. Complementariamente al déficit de la cultura financiera, también está a su lado la económica, la que se advierte en un público que no entiende y menos acepta los resultados que se dan a conocer sobre las principales variables macroeconómicas, como el producto interno bruto (PIB), la tasa de inflación, la depreciación monetaria, las tasas de interés bancarias, entre otras; y el poco empeño de parte de las entidades públicas relacionadas con esos temas, para facilitar el conocimiento y la compresión de los temas económicos. En lo relativo al déficit de la cultura previsional, en una economía como la dominicana en donde hay precariedad de ahorro interno, el sistema previsional que dispone de recursos actuales para atender las necesidades futuras, viene a llenar parte del déficit con el ahorro obligatorio de los ciudadanos que laboran en los sectores público y privado formales. Acerca del aspecto anterior indicado, temas como los de la cobertura de la atención médica, los seguros, las Administradoras de Pensiones, la jubilación y las pensiones, entre otros, son componentes clave de ausencia de información y conocimiento, para y de parte del público, lo que hace ser persistente el déficit de cultura previsional. Otros de los déficits culturales es el alimentario. En el país es fácil advertir la ausencia de formación de hábitos en la ingesta de alimentos que promuevan mayor calidad de vida, en lo relativo a la producción, la adquisición, la conservación, la preparación y el consumo. En la práctica, no siempre las preferencias alimentarias están alineadas a una alimentación saludable: de ahí la importancia de promover informaciones en donde puedan relacionarse la nutrición y la salud ciudadanas. El profesor Juan Bosch, en su denodado empeño de siempre educar a la sociedad dominicana, en la década de los 70 decía: “Dominicano, el agua es vida, no la desperdicies”; llevaba el mensaje implícito de una cultura del agua o una cultura hídrica, en donde el ahorro del agua potable y no potable era imperativo para su uso eficaz. Como la calidad del agua es vital para la vida y para las actividades productivas, en especial para la agropecuaria, y al ser un recurso escaso, debe de cuidarse para potenciar su uso, reuso y pago. No conozco ningún estudio en República Dominicana que mida la cantidad de libros leídos por los ciudadanos en un período determinado, ni mucho menos respecto a la calidad de lo que leemos en nuestro país. El Ministerio de Cultura podría encargar una encuesta, en ocasión de la feria del libro anual, que mida ese aspecto de la lectura, a fin de promover con algún parámetro los objetivos que se procuran con las referidas ferias. Si en países con un mayor nivel cultural que el nuestro, como en Argentina, el 60.0% de su población no se lee ni un solo libro al año, es de suponer que en República Dominicana, el porcentaje debe de ser superior, incluso su déficit. Lo mismo sucede con la escritura, ya que en el país los estudiantes universitarios llegan a la academia superior sin saber redactar un solo párrafo y más aún, un texto comprensible, situación que tiende a agravarse por el mal uso de los medios electrónicos de comunicación escrita, los que invitan a reducir el uso de la cantidad de palabras para comunicarse “rápidamente”, pero sin que el mismo mensaje contenga ningún tipo de calidad ortográfica, gramatical y de sintaxis.