C. Tangana. Elena Muñoz PDF
Document Details
Uploaded by SophisticatedNovaculite4134
Tags
Summary
This document contains a conversation between two individuals. The conversation touches upon topics like family, personal experiences, and memories. It is not an exam paper, a textbook or novel.
Full Transcript
Román: Tiene 57 años. Es alto, de complexión fuerte, al estilo de sus antepasados vascos del caserío cercano a Donosti. Un hombre dulce apegado a la familia, que perdió a su madre en agosto, hace apenas 3 meses. Ella estuvo enferma muchos años. El alzheimer hizo que la internaran en una residencia....
Román: Tiene 57 años. Es alto, de complexión fuerte, al estilo de sus antepasados vascos del caserío cercano a Donosti. Un hombre dulce apegado a la familia, que perdió a su madre en agosto, hace apenas 3 meses. Ella estuvo enferma muchos años. El alzheimer hizo que la internaran en una residencia. Mauro: Tiene 27 años. Es el hijo de Román. Alto, como su padre e inquieto como su madre, con la que vive desde que su padre y ella se divorciaron. Pasa mucho tiempo viajando y haciendo surf. Es guapo, atlético y muy independiente. Los dos han acudido a la casa de veraneo de la infancia de Román. Una especie de ‘Lerele’ en la Sierra de Madrid. Lleva 10 años cerrada. Se acercan a la piscina, verde, pisando las hojas caídas de los árboles en noviembre. Huele a húmedo. Ha llovido y las baldosas de la piscina resbalan. Mauro: - Joder, aita, no podrías haber elegido otro día para venir. Hace un frío que pela. Román: - Pues hijo, lo normal en este tiempo en Cercedilla. Pero mira, mira, qué olor ¿eh? Respira, respira hondo. Mauro: - Es que no entiendo lo pesado que estás, ¿para qué quieres quedarte con esta casa? ¿No ves que está todo reventado? El techo con goteras, las paredes con humedad y la piscina, tío, que es un asco. Y además, por pocas me meto una hostia con las baldosas estas. Resbalan un montón. Román: - Vamos hombre, en peores plazas habrás toreado… los cuchitriles esos en Tailandia, que vaya fotos me mandas. Y la piscina… ¿qué le pasa a la piscina? ¿qué más puedes pedir? Si mira, hasta tienes ahí un pajarito muerto. Mauro: - ¡Qué gracioso! Cualquier cosa mejor que esto, aita. Además, es que es deprimente. A mí esto solo me recuerda a la abuela. Es igual de deprimente que ella, con la baba caída. Román: - Michi, michi (llama a un gato que pasa por ahí). Ven bonito, ven… Pues no la voy a vender. No sabes tú las que liábamos aquí mis primos y yo todos los veranos. Y la babosa de tu abuela, que dices tú, entonces era la alegría de la huerta. Y salía por esa puerta de ahí, la del porche con bandejas de sándwiches de nocilla y limonada en la merienda… Mauro: - Bueno, ya ves tú la juerga. Lo único que mola aquí es el tobogán. Román: - Eso es verdad. Éramos los únicos en tener uno en toda la calle. Una vez mi primo Juan se tiró de cabeza y se hizo una buena brecha. Le dieron puntos como para viajar gratis a Mallorca. Mauro: - Jajajaja, eso ha estado bien. O sea, que te la quedas y luego el marrón me lo dejarás a mí. Estoy pensando que igual podemos ir haciendo algo con esto, aita. Román: - ¿Hacer qué? Mauro: - Pues sacarle pasta. Vas a tener que arreglarla. Y eso cuesta dinero. ¿Sabes que hay una empresa que te la alquila para rodar pelis? Esta sería una de miedo. Pero oye, el C. Tangana grabó un video en un sitio parecido. Vete a saber. Román: - Oye, hijo, tú esto lo ves así ahora, con el frío y la mugre pero esta casa en verano era mejor que la de Lola Flores. La del lerele, no sé si sabes de qué te hablo. ¡Qué vas a saber! Pero algún día, cuando tengas aquí a todos tus colegas haciendo una barbacoa, te acordarás de mí. Mauro: - Bueno, bueno, de momento vamos a ver si podemos tener algo en condiciones para junio. Román: - Siempre estaba llena de gente. Y tu abuela, la babosa esa... Mauro: - Aita… Román: - Si lo has dicho tú antes… Bueno, pues tu abuela organizaba unas tertulias que riéte tú de las del Gijón. ‘Tanta cultura, me satura’, las llamaba. Porque era una moderna. Y aquí venía todo dios. Porque se estaba mucho más fresquito que en Madrid y porque daba gusto sentarse al caer el sol debajo de ese jazmín y beber fino y gin tonics y fumar y no dejar de hablar y de reír. Mauro: - ¿Y quién venía? No sabía nada de eso... Román: - Tú es que no te enteras. Parece que sabes, pero no sabes un carajo. Tanto viaje, tanto surf y tanta historia. Y no te enteras ni del nodo. Mauro: - Bueno aita, a ver quién venía. Román: - Tu abuelo construyó un pequeño teatrillo ahí al lado. A tu abuela era lo que más le gustaba y como era una disfrutona se empeñó en hacer que su casa de la sierra fuera un refugio de creadores. Y acudían todos. Todos los dramaturgos chiflados: el argentino Messiez, que siempre venía con Fernanda. Ella me gritaba, Román, vení, que sha está listo el asado… Me encantaba Fernanda, con sus shos. Luego venían los que tu abuela llamaba los millenials: Canosales y su troupe, esos siempre montaban algo de cabaret y comían y bebían muchísimo, porque siempre estaban tiesos. Pero el mejor, el mejor de todos era Remón. Solo miraba. Miraba y fumaba y yo pensaba, joder qué triste está este tío. Pero de repente, se levantaba del sillón y se tiraba de bomba a la piscina gritando: Grace Ellen Burkin. Y después desde el tobogán. Qué tipo Remón. Nos hacía aguadillas a todos. Mauro: - ¿Y hacían algo en el teatrillo? Román: - Claro, claro que sí. La única condición para venir aquí era haber escrito una escena. Y luego, entre todos, la hacían. Tu abuela era la reina. Siempre le escribían el papel principal. Le encantaba disfrazarse de cualquier cosa. Una vez tuvo que hacer de florero y la hacían hablar en un idioma inventado que luego nos aprendimos todos. Mauro: -¿Y qué idioma era ese? A ver, dime algo. Román: - Es.te ta.te ca.te sa.te es.te pa.te ra.te ti.te. Te guste o no.